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Los hijos de Odín por MichaelJ2099

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Ciertamente desde el incidente secreto con los príncipes, estos no se mostraron más por el castillo. Por un tiempo, las travesuras, los gritos y balbuceos divertidos cesaron. Nadie estaba realmente seguro de que era lo que sucedía. La atmósfera traspasaba los muros y el pueblo mismo podía sentir que algo no iba bien. Así que en cuando comenzaron las preguntas sobre el bienestar de los príncipes, Frigga hizo un comunicado al pueblo informándoles sobre la repentina enfermedad que acechaba a ambos infantes.

-¡Los absorto, a que se unan a nuestro rezo! Los dioses les han puesto duras pruebas a mis hijos, es por ello, mi amado pueblo, que necesitamos que unan sus oraciones e intenciones y estas, se verán multiplicadas y llegaran gozosas hasta ustedes.-Esto último lo hizo con una reverencia, algo que era insólito tratándose de la nobleza. La forma tan sincera y frágil en que la madre había hablado, dejaba a todos consternados. Es por ello que antes de que terminase el día, en el vestíbulo había acomodado ya varias canastas con frutas cocidas, papillas, leche recién tomada desde la vaca, hidromiel para los acongojados padres y las sinceras intenciones de un pueblo que quería ver a sus monarcas seguros.

Odín tomaba las cartas que acompañaban los obsequios: "Que los dioses se postren y giren sus misericordiosos ojos para los hijos del padre de todo".

Con el rostro endurecido devolvía el papel amarillento a su lugar y giraba sobre sus pasos para regresar a los aposentos de su esposa. Con el caminar de un hombre y padre preocupado, repasaba los sucesos que habían acontecido en las últimas dos semanas. El gusto por los poderes de Thor duró poco, puesto que al día siguiente del accidente con el rayo, este cayó en una terrible fiebre. Loki permanecía escondido en el regazo de su madre mientras su apariencia seguía siendo la de un jotun, pero no solo eso, lloraba con cualquier cosa, tenía un llanto que si bien no era estruendoso, era constante y tal, que parecía romper el corazón de todo el que lo escuchase. Frigga no sabía como mantenerse en sí, no sabía las complicaciones que podía traer esto a su nueva vida como madre, se sentía de lo peor.

"Tal vez fue mi culpa"

"Debí detenerlos cuando esto paso"

Se decía mientras se sentaba en la orilla de la cama a llorar en silencio para evitar despertar al pequeño que dormitaba en su cuna. En ese momento entró su esposo y apresuró el paso a su lado.

-¿Qué pasa?-Le preguntó.

-¿Cómo que qué pasa? Loki, mi pequeño está sufriendo y soy incapaz de hacer algo por él.-Le decía en sollozos mientras se escondía en el brillante pecho de su señor. Este le acariciaba la melena castaña mientras contemplaba a lo lejos la cuna de su hijo adoptivo. Desde el accidente, no se había atrevido a siquiera mirarlo. Un apretón en su corazón le evitaba velar por su hijo de la mejor manera.

-Es que acaso ¿no es mi hijo también? ¿No lo he cuidado desde que llegó aquí? ¿No me prometí amarlo por sobre todas las cosas?

Decía de pie mientras giraba sobre sus talones y rondaba la habitación.

-Silencio, lo despertarás.-Decía en susurros su mujer.

-No sé en que estaba pensando cuando lo traje así, debí pensarlo mejor, tal vez llevarlo al reino de Niflheim. Dejarlo con los-

-¿Llevarlo a donde está ese terrible dragón?

-Tu sabes que el dragón solo está por debajo de la tierra dura, imposibilitado de salir.-Decía explicándose pero en eso la palma de frigga se estampó de golpe con un sonido rudo sobre su piel. Odín, apenas sintió el escozor en su rostro y se giró para encontrarse con dos cascadas a punto de colapsar en los ojos de su esposa.

-Él... Es mi hijo... No importa, si no lleva mi sangre, Thor tampoco lo es... Y aún así, los amo más que a mi vida.-Decía con toda la fuerza que podía tener en su voz entrecortada mientras se miraba una y otra vez en los ojos del dios ante ella.

-¿O es que mentías? ¿Mentiste cuando decidiste hacer cargo del hijo de Laufey?

-Sshh

-No me calles, no te atrevas a cuestionar mi maternidad... Contéstame, ¿mentiste?

Odín permanecía callado.

-En un principio pensé que exagerabas con usar a este bebé para el beneficio entre Asgard y Jotunheim pero tu mismo te contradijiste, te arrepentiste de verlo como un trofeo más. Recuerdo ese día.-Dijo mientras colocaba las manos en las sienes de su esposo.

En ese momento Odín sintió el suelo desvanecerse y sus ojos se fueron hacia un mundo que ya había desaparecido; el pasado.

Frigga era famosa por sus prácticas con la hechicería y uno de ellos era el control de la mente. El poder de hurgar en los recuerdos ajenos. Odín lo sabía y no temió. Solo contempló la lejana escena. No hacía mucho realmente, a penas unos años cuando trajo consigo un hermoso bebé bajo sus atavíos, cubierto de sangre Odín no lo pensó dos veces y tomó a la criatura.

Proclamó ante los nueve reinos que se convertiría en un hijo más, que lo educaría y lo protegería con su vida. Lo recordaba, en ese momento se veía a si mismo como alzaba al bebé en las alturas mientras este reía y su padre se perdía en el verde sus ojos. Tan pequeño, tan frágil, tan risueño.

-Sin embargo, yo conozco tu corazón...-Escuchó la voz de Frigga.

Ante sus ojos, Odín se vio a sí mismo dejando al bebé en su cuna mientras tomaba al de cabello rubio y se lo llevaba con un agrado aún mayor lejos...

-Tu y Thor, cosechan una sombra, una sombra sobre nuestro otro hijo... Y tu no haces nada para evitarlo.

En ese momento la conexión con el pasado se perdió y Odín cayó de rodillas por el brusco encuentro con la realidad, Frigga esta vez no contuvo su llanto, pero el ruido ejercido por la armadura de Odín sobre el suelo generó que el pequeño de piel celeste se despertase angustiado y llorando. Sin detenerse, ella lo tomó en su regazo y lo pegó a su pecho.

-Será mejor que traigas a Thor.-Dijo ella.

-Sabes que no puedo hacerlo, él esta también muy enfermo y no podemos juntarlos, no sabemos si puede ser contagioso entre ellos. Yo... No me puedo permitir perder... a mis hijos.

-Entonces quédate aquí con TU hijo mientras yo alimento a Thor.-Dijo y le entregó al bebé que no paraba de llorar. Odín apenas pudo reaccionar y tomó el paquete como si de una roca se tratase. Frigga salió rápidamente teniendo cuidado de no abrir demasiado el campo visual dentro de la habitación.

Los ojos del dios no pudieron más que girar sus ojos al pequeño que seguía con su llanto. lentamente reaccionó y poco a poco fue meciendo sus brazos para arrullarlo.

-Todo esta bien Loki... Todo esta bien.-Le susurraba esperanzado en que calmase su agonía. Había dejado de comer y sentía como el peso se iba de su cuerpo, las ojeras bajo sus ojos y la resequedad de su garganta por tanto llorar.

En esos momentos Odín sintió el tierno agarre de su hijo sobre su dedo índice. Pero los ojos rojos, que ante cualquier otro podían ser atemorizantes para el Dios terminaron siendo un indicio de culpa total. Pronto sintió como las lágrimas corrían por su rostro y al ver esto, el bebé volvió a llorar con fuerza.

-Lo siento...Lo siento... Lo siento.-Susurraba y besaba la frente del bebé.

¿Cómo pudo decirle eso a él y a Frigga? ¿Dejar al bebé en otro reino? En verdad, ¿se sentía con el poder de dejar solo de nuevo al pequeño? Pero... Su corazón temía... Temía por no poder ser lo suficientemente fuerte para protegerlo. Por miles de años se había encargado de blandir la espada en todo aquél enemigo que osara pisar tierras de Asgard, jamás dudo de beber el vino que le devolvió la fuerza para las batallas, nunca sintió temor del rugir de la tierra de los terribles elfos oscuros. Nada de eso podía detenerlo, y aun así, se sentía tan vulnerable con ese niño entre sus brazos.

-Discúlpame Loki, no quiero perderte... No voy a perderte... Nunca... Mi hijo.-Decía en susurros mientras le abrazaba y podía sentir el rápido latir de su pequeño corazón. En esos momentos en el que el bebé estaba tan débil se sintió como el ser más ruin sobre la faz.

Fue en ese instante, que Odín admitiría la indefensa alma que tenía ante la criatura que gemía de dolor. Casi como un milagro, el niño dejó de llorar y solo se quedó contemplando al infante en sus brazos. Este le miró como si comprendiese el momento que estuviese pasando, como si supiera que se estaba redimiendo y disculpando con él.

Loki lo sabía... Lo veía en los ojos de Odín. Tendría el amor de un padre tal vez cuajado por el brillo de Thor, pero era algo que Loki apenas iba a descubrir y enfrentar. Por ahora, simplemente se dejaría arrullar.

Así fue, hasta que el padre de todo sintió un toque ligero en la punta de su nariz. Abrió los ojos y veo los dedos azules de su hijo.

-¿Qué pasa? ¿Tienes hambre?-Preguntó con dulzura.

Casi como una respuesta inmediata, la diminuta mano del niño se posó en las sienes de Odín y sus ojos perdieron la razón y su mente el conocimiento. Por instantes, lo único que veía era a su hijo Thor, llorando, con el cuerpo pálido y el llanto amargo mientras su mujer lloraba al sostenerlo. De pronto lo veía que el bebé se retorcía en sus mantas para finalmente calmar su cuerpo... Calmar su llanto, y apagar su vida.

Thor moría.

De repente una luz giraba sobre la cuna del infante muerto. Odín no podía pronunciar palabra alguna más que un sollozo ocasional. La voluta de luz se depositó en la cuna y se transformó en Loki, este, abrazó a su hermano mayor como si intentase dormir.

-¿Qué es lo que me quieres decir?-Se preguntaba Odín sin poder creer el poder que el pequeño guardaba.

Sin que él pudiese preverlo, el bebé que había muerto hacía unos instantes recobró el color de su piel y río abrazando a su hermano menor en la misma cuna. La imagen pronto comenzó a borrarse y el dios sintió un vacío en el estómago que le avisaba que el viaje, había acabado.

Y ahora ahí estaba él, con la respiración agitada, girando violentamente su cabeza hacia los lados dándose cuenta de que seguía en sus aposentos. En un instante regresó su vista al bebé.

-Loki tú...

No podía creerlo, el bebé había ejercido sobre su mente, el mismo poder de su madre adoptiva. ¿Cómo era posible eso? Loki apenas y podía pronunciar una sílaba, y ahora resulta que podía manejar a diestra y siniestra un poder que a cualquiera le costaría años dominar. Sonrió grandemente.

-Perdóname, hijo mío. Te he subestimado y no tengo perdón por ello.-Decía y lo abrazó con delicadeza. El niño rió por un segundo. Y se retorció en su brazos dándole a entender que quería su atención.

-¿Qué sucede?

Salir...

Thor...

Habitación...

Odín se giró a la puerta. ¿Sacar al bebé? ¿En las condiciones en las que estaba? Era un acto suicida, ¿cómo les explicaría a los demás? Pronto regresó en sus cabales y corrió por su capa negra.

-De acuerdo Loki, esto puede ser que te recuerde algo, pero no dudará mucho.-Dijo y con un simple nudo logró esconder al bebé tras de si como si de un escudo se tratase.

-Que los dioses me protejan.-Dijo y salió.

Para llegar a la habitación de los niños tenía que cruzar dos grandes pasillos y un salón donde siempre estaban los guardias y criadas. Tendría que caminar lo más rápido posible. Mientras respondía rápidamente las reverencias que su gente le prodigaba se disculpaba ante todos y se retiraba los más rápido que podía.

Logró llegar.

-¿Odín, qué haces?-Dijo Frigga y antes de terminar la pregunta su esposo sacó al bebé de su espalda.

-¿Pero qué haces?-Le dijo ella exaltada.

-Silencio mujer, necesito decirte lo que he visto después.

Y con unas señas para que guardase silencio, se acercó lo más pronto a la cuna de Thor. Efectivamente, el niño no tenía para nada un buen aspecto. El rosado de sus mejillas había desaparecido y su respiración agitada evidenciaba aún más su estado crítico. No importaba que médico lo viese, en los nueve reinos, nadie sabía dar en el clavo de sus agonías. Frigga con los ojos empapados veía a Odín titubear con Loki en brazos.

Sin decir algo más, juntó a los hermanos bajo las mismas sábanas. Loki con el rostro mirando a todos lados, finalmente pudo ver a su hermano que no parecía el de siempre, calmado, sin apenas moverse se movió con torpeza hasta juntar su piel azul con la de él.

En un segundo, el color de la carnación corrió por su cuerpo. Frigga ahogó un suspiro mientras Odín apresaba sus manos entre las de él y sonreía. Loki volvía a la normalidad.

En eso, la respiración calmada de Loki poco a poco se fue perdiendo con la de Thor. Hasta que este último comenzó a manotear en el aire y hacer ruiditos apenas. Se le veía más activo y ciertamente más feliz. Al abrir sus celestes ojos y al encontrarse con los de su hermano menor, pronto lo abrazó y con las pocas fuerzas que tenía Thor recibió a su hermanito.

-Ellos estarán bien.-sentenció el padre de todo.

Y tenía razón, apenas cayó la noche, ambos niños no presentaron más problemas, comieron y durmieron plácidamente. A la mañana siguiente los reyes dieron el anuncio glorioso y las gracias por los rezos, los pequeños príncipes se habían curado.

Fue fiesta ese día en todo el reino. Con el bullicio en las afueras y el fuego corriendo por las calles en sonoras carcajadas y un pueblo feliz el Dios entró a sus aposentos desde el balcón. Frigga lo miraba con una sonrisa de oreja a oreja.

-No puedo creer lo que me cuentas.

-Es cierto... Yo lo vi, querida. Su manita sobre mi frente, me hizo ver lo que él quería en ese momento. Y lo que me pedía, era que lo llevase con su hermano.

Y sonriendo se arrojó a la cama como si de un niño se tratase y descansó su canosa cabeza en el regazo de ella.

-Loki, es un pequeño de una inteligencia extraordinaria. Puede ser un maravilloso aprendiz tuyo.-Dijo con suavidad mientras rozaba el rostro de su mujer.

-Si así lo quiere él, así será, mi rey.-Respondió con un gesto igual. Suspiraron ambos.

-Quien lo hubiese imaginado... Todo lo que querían, era estar juntos.

En ese momento un fuego artificial traído desde lejos estalló desde el muelle y sus colores vivos llegaron hasta los ojos de los reyes que complacidos también festejaban la recuperación de sus dos tesoros.

Mientras tanto en la habitación de los príncipes, con un mejor aspecto, dormitaban en la misma cuna, con toda la tranquilidad que el corazón de un bebé podía albergar. Abrazados, como si estuviesen dentro del útero materno, los dos príncipes de Asgard, dormían.

 


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