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Ancora qui por nunu

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Notas del capitulo:

¡Hola! Bienvenid@s de regreso a un capítulo más de Ancora qui. Ojalá disfrutes la lectura. 

Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto (a excepción de los nuevos enemigos introducidos). 

Sin más preámbulo, ¡gracias por leer! 

—Si no podías beber por tu herida, ¿por qué me has invitado-ttebayo?

Naruto arqueó sus cejas, haciendo evidente la intriga que le causaba la invitación tan repentina. Desde que tomó el rol de Hokage, sus encuentros se reducían más que todo a formalismos sobre intercambio de información respecto a los descubrimientos de Sasuke en sus investigaciones fuera de la villa, así que comenzaba a desacostumbrarse un poco a las acciones más casuales si se trataba de su amigo. Por su parte, Sasuke no tuvo que pensar demasiado una respuesta.

—Pareces estresado y tu cara luce como si te hubiesen succionado el alma. —Replicó con simpleza, extendiendo su diestra para sujetar la botella de licor y servirle una copita cortésmente al rubio.

Naruto sonrió agotado y asintió vagamente, recibiendo lo que su compañero le ofrecía tan amablemente y sin pensarlo dos veces, tomó de un solo trago la bebida. Sasuke se sirvió un poco también, más por hacerle compañía que por verdaderas intenciones de tomar algo; de cualquier modo, físicamente estaba imposibilitado a hacerlo.

—Debo admitir que aún no he conseguido acostumbrarme a este estilo de vida. Incluso si Shikamaru intenta ayudarme, soy un desastre con la documentación y debo estar al tanto de los movimientos de las demás aldeas debido a las alianzas que tenemos. Boruto me sacará canas antes de llegar a los 40, pero al menos Himawari, aunque aterradora en ocasiones, parece haber heredado el carácter más apacible de su madre.

Naruto habló tan rápido y tan torpemente que al final tuvo que soltar todo el aire que retuvo durante su monólogo. Por un momento había olvidado lo fácil que era hablar con Sasuke, y cómo resultaba tan natural desahogar sus sentimientos con él, porque no podía hacerlo con nadie más, no porque no confiara en sus amigos, si no porque estaba seguro de que solo el Uchiha era capaz de entenderle y tener tanta paciencia para escucharle.

—Y tú. Tú también me estás dando dolores de cabeza. —Agregó el rubio, frunciendo el ceño en un gesto inconforme y el aludido no tardó en servirle otro poco más del líquido amargo. Naruto bebió sin problemas—. Sasuke, no quiero presionarte y esperaré a que estés listo para que seas honesto conmigo. ¿Es esto lo que significa ser adulto? Resolver todo conversando y no sacándote los dientes de un puñetazo-ttebayo.

El Uzumaki acompañó su comentario con el puño derecho alzado al nivel del rostro de su compañero. Sasuke se apresuró a retirar la amenaza física de su campo visual con un movimiento rápido de su mano, atrapando la muñeca impropia para estrellarla contra la mesa suavemente, sin ser agresivo en lo absoluto.

—Estás hablando demasiado. ¿Ya estás ebrio? —Molestó, con una sonrisa apenas perceptible trazada en sus labios.

Naruto no respondió nada al respecto y más bien se permitió dejar caer la frente contra la barra. Ambos habían ido a un puesto local de venta de comidas y bebidas, y en lugar de ingresar a las mesas interiores, optaron por permanecer en la barra que daba hacia el exterior. El rubio estaba cansado de estar encerrado en las cuatro paredes de su oficina por lo que convenció a su amigo de quedarse afuera, aunque paradójicamente, Sasuke se sentía agotado de estar al aire libre y hubiese preferido un lugar más privado.

—Boruto no es tan malo.

El Séptimo ladeó el rostro para ver a Sasuke desde esa posición, con una sutil ‘o’ formada en los labios por la sorpresa que le causaba el comentario. Sasuke, por su parte, continuó hablando.

—Se parece a ti en muchas cosas, supongo que ahora entiendes lo insoportable que podías llegar a ser. —Bromeó, aunque desde luego no se refería a eso precisamente. Naruto frunció los labios y bufó en respuesta—. Toda tu vida quisiste ser Hokage, y también deseabas una familia. Naruto, no te sientas culpable por estar cansado en ocasiones.

Lo último que esperó escuchar de Sasuke fueron esas palabras. Sus ojos se abrieron de par en par, en absoluta incredulidad; ¿de verdad era un libro tan abierto para el Uchiha? ¿era tan sencillo para él adivinar cómo se estaba sintiendo realmente? Esta vez volvió a erguirse en su silla, jugueteando ansiosamente con la copita ahora vacía entre sus manos, intentando hacer desaparecer el calor que se acumuló a la altura de su pecho y amenazaba con extenderse poco a poco hasta subir a su cara.

—Gracias. —Aquella palabra resonó como un murmullo quedito de los labios del Uzumaki, pero profundamente sincero. Con algo tan simple, Sasuke le había devuelto la calma a su corazón. Durante varias semanas estuvo tan agobiado por sus cargas como shinobi y como padre, tanto que se creyó ingrato y ruin por el hecho de desear un descanso de todo por un breve instante. Pero no estaba mal, no estaba mal querer escapar y regresar con las energías renovadas.

Aunque por supuesto, no podía escapar con los problemas que estaba presentando la villa últimamente.

Prefirió sin embargo, no ahondar en el mismo tema de los misterios de Konoha y respecto a Sasuke específicamente. Por el bien de sí mismo, era necesario despejar su mente aunque sea un par de horas, y ciertamente, no podía estar en mejor compañía esa noche.

No pasó por alto la abrupta expresión adolorida que Sasuke intentó ocultar, pero su mirada afilada (y siempre tan detallista sobre el otro) logró captar a tiempo las finas arrugas marcadas en su entrecejo por la molestia.

—¿No prefieres ir a casa?

—No, está bien así.

Su voz estuvo a punto de romperse, pero afortunadamente el dolor pasó más pronto de lo esperado y pudo dedicarse a servirle un poco más de licor a su amigo. Naruto dudó en beber esta vez.

—Siempre tú, tan autosuficiente y omnipotente. ¿Alguna vez te dejarás ayudar en algo-dattebayo?

—Cuando necesite ayuda, quizás.

El rubio pasó su brazo sobre los hombros del azabache para acercarle un poco a su cuerpo amistosamente. Sasuke arqueó una de sus cejas y ladeó el rostro para verle, en un reclamo silencioso por haber roto el respeto por su espacio personal.

—Hace frío. —Se excusó el rubio, arrugando la nariz infantilmente y dejando escapar una risilla. En esta ocasión se permitió beber un poco más y entrecerró los ojos, dejando que el licor le quemara la garganta.

—Tú… —Negó suavemente con un movimiento de su cabeza en desaprobación al notar las mejillas vagamente coloradas de su compañero— ¿Acaso no tienes resistencia alguna?

—¡No estoy ebrio! —Reclamó, con un sonido demasiado agudo en su tono de voz para la salud auditiva del Uchiha, quien intentó obligarle a ser menos escandaloso al expulsar un “sht!” con severidad—. Pero es cierto que no soy bueno con el licor, ya me había hablado Ero-sennin de las debilidades con el alcohol-ttebayooo.

—Eres un idiota. —Refunfuñó de inmediato, percibiendo cómo comenzaba a arrastrar las palabras.

—Sabes… —Un vientito tibio que agitó sus cabellos le obligó a cerrar los ojos. —Si algo te ocurriera, este Hokage no sería capaz de volver a funcionar.

La sonrisa en los labios de Naruto no llegó a su rostro. Su expresión estaba cargada de angustia, de dudas. Agitó suavemente su copita de sake distraídamente, dándole vueltas a la bebida traslúcida.

—Pero, ah, eso no tengo que decírtelo. Tú ya lo sabes. No se trata solo de lo que haces por la aldea aunque eso es vital para que yo no pierda la cabeza. Realmente has sido de mucha ayuda. —El rubio volvió a reír antes de proseguir, ladeando el rostro para ver a Sasuke, quien prefirió mantenerse con la vista enfocada en cualquier punto blanco de la pared— Cuando te dije que confío en ti, no es porque piense que has sido honesto conmigo. No soy tan idiota… ya no tanto. Solo quiero creer que lo que estás haciendo es lo correcto y que si se sale de tus manos, reconocerás que me necesitas. Me refiero a… esto, ya sabes, el problema, dattebayo.

—No hace falta que especifiques. —Un aleteo en su estómago le hizo encogerse sutilmente. A veces Naruto hablaba de más.

—No, espera. —El rubio negó, llevando toda la bebida a su boca y arrugó sus facciones por el ardor en la garganta. Con ciertos nervios, se sirvió a sí mismo un poco más del alcohol. —He estado jugando al idiota todo este tiempo, escuchando los consejos de todos cuando dicen que debo ser más racional, más paciente, menos impulsivo. Lo estoy haciendo. Me estoy conteniendo. Pero siento que cuando lo hago, es cuando comienzan a ocultarme cosas, como lo haces tú ahora… Sasuke, ¿tan poco confiable soy?

—No se trata de eso.

Decir que no se había sorprendido por la confesión de Naruto era mentira. Sasuke se sintió descolocado, y es que no esperó que la honestidad del Séptimo fuese tan avasalladora.

—¿Entonces de qué-ttebayo? —Naruto dio un golpecito exageradamente firme con su copa sobre la mesa, ganándose algunas miradas de reproches de otros comensales, aunque al notar de quién se trataba se inclinaron con cierto respeto.

—Siempre dices que soy autosuficiente, pero eres tú quien quiere cargar con el peso de todos en su espalda. Mírate, estás deshecho, agotado y ebrio.

—Y tú estás herido y si no hubiese sido por casualidad jamás me hubiese enterado, ¿verdad? —Naruto levantó el tono de su voz, apretando la copia en su mano, tanto que comenzaba a punzar un poco en su palma derecha. La mano izquierda se elevó para sujetar el cuello de la prenda superior ajena, obligándole a mirarle a los ojos. Sasuke parpadeó anonadado. —Cada vez que te vas me pregunto si estás bien, si estás herido, si necesitas algo, si ya comiste o si estás enfermo, si quieres compañía, o si extrañas solo conversar con alguien. Cuando te vi frente al hospital y apenas podías caminar, me enojé conmigo mismo por haber permitido que te pasara esto. ¿Por qué no estuve más pendiente de ti? ¿por qué te hago caso y no he enviado escuadrones que estén cerca de ti como refuerzo por si lo necesitas? ¿Por qué…

Sasuke pudo ver su reflejo claramente en aquellas pupilas, hasta que Naruto decidió tomar aire profundamente y cerrar los ojos, como si el temor repentinamente le hubiese recorrido el sistema.

—¿...Por qué no viniste a mí, Sasuke?

El silencio entre los dos fue abrumador. El Uchiha apartó la mirada nuevamente y deseó haber tenido tanto licor en la cabeza como Naruto, así podría justificar cualquier imprudencia que saliera de su boca tal como podría hacerlo mañana Naruto al despertar y notar que estaba diciendo más cosas de las debidas.

Los ojos de Naruto eran un imán, y sin darse cuenta se encontró a sí mismo volviendo a perderse en sus iris azules. Naruto observaba su rostro fijamente, y la espalda de Sasuke se tensó al notar cómo la vista del rubio bajaba hasta posarse en sus labios. En respuesta, elevó la mano para tapar la cara de Naruto y obligarle a tomar distancia. Por los tragos en su cabeza, Naruto perdió el equilibrio y casi cayó al suelo, pero Sasuke fue más rápido al atrapar su brazo para mantenerle estable.

—Recuérdame nunca más venir a beber contigo.

Sasuke frunció el ceño, comenzando a irritarse. Odiaba tanta sinceridad por parte de Naruto, porque hacía que le resultase difícil contenerse. Finalmente la conversación murió entre los dos por largos minutos y Naruto clavó sus ojos en la botella de sake hasta que decidió aventurarse y decir algo más.

—Nee, Sasuke…

Naruto parpadeó pesadamente, volviendo a pasar el brazo por el hombro ajeno y se balanceó un poco de izquierda a derecha, muy sutilmente, llevando al Uchiha consigo en el sutil vaivén debido al lazo que aferraba su hombro. Sorprendentemente Sasuke no se quejó y prefirió que Naruto terminara de hablar.

—¿Puedo embriagarme esta noche?

Sasuke tardó unos tantos segundos en responder, y dejó escapar un suspiro resignado.

—¿No deberías pedirle esas autorizaciones a tu esposa? —Ante el comentario, Naruto sonrió amargamente y decidió cerrar los ojos.

—Hinata y Hamawari se quedarán con Hanabi esta noche y Boruto está en una misión con tu hija y el resto de su equipo.

El Uchiha debió hacerle caso al pálpito que le decía que sería pésima idea. Todavía estaban en medio de una semana ajetreada y estaba seguro de que Naruto quedaría inutilizado al amanecer luego de beber tanto y probablemente tendría muchos problemas para rendir correctamente durante el día. Con lo que no contó era con que sería él quien tuviese que cargar con el metro ochenta de embriaguez que representaba Naruto esa noche y se encontrase en la incómoda situación de tener que servirle de apoyo para llevarle a casa, mientras el rubio trastabillaba en su andar sin poder coordinar sus pasos correctamente.

Naruto tambaleaba de un lado a otro, haciendo difícil para Sasuke poder guiarle apropiadamente por el camino. Agradecía que por las altas horas de la noche no hubiesen demasiados aldeanos deambulando a esas horas, porque serían noticias desagradables ver al Hokage tan expuesto ante los ojos de público. Si había algo que conservaba Sasuke pese a los cambios generacionales en el mundo shinobi, era la valía del honor para él. Y eso incluía proteger el del Uzumaki.

—Realmente eres una molestia, usuratonkachi. —Refunfuñó, reprimiendo un quejido cuando por el peso casi muerto del rubio, su propia herida comenzaba a punzar suavemente.

Prefirió ignorar aquello y seguir el camino hasta llegar al vecindario de Naruto. No se sorprendió cuando notó que la puerta no tenía seguro, después de todo, estaba consciente de lo descuidado que podía llegar a ser el rubio cuando estaba solo y que probablemente la única sensata dentro de la familia Uzumaki era Hinata.

—¡Pero Sasukeeeeeee! Te voysdkpatarl el… oh, ¡un pájaro-dattebayo! —Naruto levantó el tono de su voz, gritándole a la sombra de los árboles sobre su tejado. Sasuke quiso taparse los oídos por aquellos chillidos tan agudos y carcajadas desparpajadas que se tornaban insoportables.

Con cuidado de no tropezar, Sasuke impulsó a su compañero a caminar entre los muebles. Ahora que lo pensaba, no es como si alguna vez hubiese estado dentro de la residencia del Séptimo más allá de la entrada y para visitas extremadamente breves.

—¿Dónde está tu habitación?

Pero Naruto no respondió nada, lo único que capaz de hacer con su precaria estamina fue recostar la mejilla en el hombro de Sasuke y con mucho esfuerzo movió sus pies, dejándose arrastrar por todo el lugar con notable pesadez y somnolencia.

Por pura intuición logró llegar a la habitación matrimonial, preguntándose por qué diablos no pensó en dejarlo tirado en el sofá cuando aquello era más sencillo. Naruto no era un niño y seguro estaría bien durmiendo incluso en el piso. Por un momento se detuvo a ver la fotografía en la mesita de noche, donde se dibujaba la silueta de la feliz familia Uzumaki hace algunos años atrás, supuso Sasuke que quizás databa de la época en la que la segunda hija había recién nacido. Un suspiro amargo se perdió en la nada mientras recostaba a Naruto sobre la cama, pero el rubio parecía negarse a soltarle y sintió que aquella era una de las pocas veces en las que la ausencia de su brazo izquierdo le daba una desventaja, sumado a las punzadas que volvían a atacarle en su costado.

Se dejó caer en la cama y se zafó tan rápido como pudo de la prisión que ejercía el Séptimo contra sus hombros. Se puso de pie, le retiró el calzado y aflojó un poco su vestuario, solo para que pudiera respirar un tanto mejor durante la noche. Naruto lucía tan indefenso y vulnerable ante sus ojos esa noche, que se preguntó cómo es que alguien como él era capaz de liderar toda una aldea con sus propias manos. Trató de aflojar el tendido de la cama y con éxito cobijó un poco al somnoliento rubio, quien murmuraba palabras ininteligibles y que Sasuke no tenía ni la más mínima intención de comprender, después de todo un Naruto borracho era incluso más idiota que un Naruto sobrio, si es que aquello fuese posible.

Una sonrisa se dibujó en sus labios al pensar en ello.

Naruto se removió entre las sábanas y se recostó de medio lado, no sin antes lanzar una patada torpe a la nada como si estuviese teniendo alguna clase de sueño. Sasuke no se sorprendió de aquellos hábitos; era como si Naruto no cambiara en lo absoluto con los años y sus costumbres para dormir continuaban siendo igual de peligrosas que en sus épocas de genin haciendo misiones juntos.

Cuando se aseguró de que su amigo podría tener un sueño tranquilo decidió que lo mejor sería marcharse pronto, no obstante, bastó un par de pasos para que las punzadas volvieran a taladrarle la herida tan profunda y dolorosamente que se encogió sobre sí mismo y tosió un par de veces. Un par de gotas de sangre cayeron en el suelo y retuvo con todas sus fuerzas un gemido adolorido. Perdió la fuerza en sus piernas y terminó cayendo sentado en el borde de la cama, tosiendo compulsivamente por unos segundos más hasta que espontáneamente se hubo calmado. El dolor se convirtió en un ardor asfixiante que se extendió por todo su torso y aprisionó su pecho. Respiró profundamente una y otra vez, intentando mantenerse calmado cuanto le fuese posible, pero la agitación a esas alturas era demasiada.

Se dejó caer contra la cama de medio lado en posición fetal, dándole la espalda al rubio en tanto, encogido sobre sí mismo, intentaba que pasara el dolor por su cuenta.

Varios minutos después el dolor cedió y su respiración volvió a estabilizarse. Sasuke cerró sus ojos, su pecho subiendo y bajando pausadamente en sus intentos por recuperar la fuerza. Fue entonces que sintió un brazo envolver su cintura y juró que tendría un ataque cardíaco en ese momento y no precisamente por la herida que hace minutos atrás estuvo a punto de dejarle knock out por el dolor.

—¡Naruto! —Reclamó, levantando el tono de su voz mientras apartaba con cierta agresividad el brazo intruso, pero el rubio entre murmullos incomprensibles no tuvo intención de apartarse demasiado, aunque esta vez pareció no insistir en abrazarle.

La realización de dónde estaba le hizo sentir como si la cabeza le explotara en múltiples micropárticulas: en una cama junto a Naruto. Fue más un instinto, un impulso absurdo, el hecho de darse media vuelta para adoptar la misma posición que el rubio, esta vez encarándole directamente. Naruto dormía apaciblemente aunque su respiración era tan pesada que Sasuke podía escucharle, e incluso su aliento alcoholizado chocaba contra su rostro pero no le desagradó en lo absoluto.

El cabello alborotado le dio un aspecto bastante gracioso, tal vez, solo tal vez un tanto encantador. Sus párpados caían, cobijando aquel manto azul que Naruto tenía por ojos y que reflejaban todo el brillo de su corazón. Sasuke deseó por un momento poder mirarse a sí mismo en aquellas pupilas cristalinas. Las pestañas largas adornaban y hacían juego con las no-tan espesas cejas rubias ligeramente fruncidas. Su mirada bajó por el puente de aquella nariz y delineó en su mente la curvatura que descendía como un camino hasta sus labios, tan sutilmente abultados por la presión de la almohada en su mejilla que era imperceptible a la vista pero notables a esa corta distancia. Aquello le trajo recuerdos de noches que debía olvidar, pero aún permanecían tatuadas en su piel.

Sasuke no pudo controlar la necesidad de elevar su mano para posarla en la mejilla ajena, levemente tintadas de rosáceo por efectos del licor y le observó dormir por minutos que parecieron eternos. Delineó y grabó en su tacto las líneas que se dibujaban como marquitas en sus mejillas; su piel era tibia, inesperadamente suave, e incluso allí somnoliento y vuelto nada, Naruto irradiaba más luz que cualquiera. Una luz con la que Sasuke no tenía la dicha de iluminarse la vida a diario.

No entendió por qué pero algo comenzó a cosquillear en sus lagrimales. Sus ojos ardían de repente y su garganta se cerró, como si un nudo oprimiera sus vías respiratorias y esta vez quiso atribuírselo a que la herida estaba causándole molestias una vez más. Sumido estaba en sus pensamientos, que tarde se dio cuenta cuando los párpados del rubio se abrieron como persianas perezosamente, dejando entrever por breves instantes aquellos ojos azules. Su corazón se paralizó, pero sintió alivio cuando Naruto no tardó en caer dormido una vez más.

Rápidamente retiró su mano y se puso de pie, alejándose del lugar a una velocidad casi tan comparable a la del Relámpago amarillo de Konoha. ¿Qué rayos estaba haciendo allí, acariciando tan libremente la mejilla de su mejor amigo y observándole dormir justo en su momento de debilidad? ¿Acaso estaba perdiendo la cabeza?

 

.

.

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—No tienes buen aspecto hoy, Nanadaime.

—Kakashi-sensei… —Naruto extendió sus brazos perezosamente sobre su escritorio y apoyó la frente contra el roble, dándose un par de golpecitos como si pudiera espabilar.

—Parece que bebiste mucho anoche.

Kakashi negó suavemente, aunque aquello no tenía intención de sonar a regaño en lo absoluto.

—Todo es por culpa de la negra influencia de Sasuke-ttebayo, ese bastardo me invitó a beber anoche.

El mayor sonrió silenciosamente al ver el puchero infantil que abultaban los labios de su ex-estudiante. No obstante, no tenía demasiado tiempo para dedicarse a hablar de nimiedades, no cuando algunas cosas requerían mayor atención y aunque sentía pesar por el estado de Naruto en ese momento por los malestares de la resaca, necesitaba hacerse cargo.

—Hablando de Sasuke, él ha dejado esto con Shikamaru, pero él ha tenido que ir de urgencia a la morgue y me encargó esto para ti. —Kakashi extendió un pergamino enrrollado en dirección al Hokage y fue cuando Naruto se irguió nuevamente, para recibir presurosamente el rollo que su maestro de le entregaba. La sola mención de Sasuke despertaba todos sus sentidos.

—¿Por qué no ha venido a entregármelo directamente?

—¿Ah? Sasuke se fue esta mañana muy temprano, argumentando que era de suma urgencia retomar las investigaciones.

La decepción que aplastó su pecho se reveló en la forma en que aquellos ojos azules se apagaron instantáneamente. Una vez más, Sasuke se marchaba, pero en esta ocasión había sido sin decirle absolutamente nada, tal como la última vez. Naruto empuñó sus manos con frustración, pero Kakashi no le dio demasiado tiempo para sopesar sus sentimientos.

—Se presume que el equipo forense tiene algunas respuestas sobre el incidente de los cadáveres. Aún no fueron específicos así que tendremos que esperar por Shikamaru, pero parece ser que las noticias no son muy alentadoras.

Ambos suspiraron al unísono, con clara preocupación sobre el tema.

No tenían idea ninguno de los dos que los problemas estaban más cerca de lo que pensaban. Tal vez, a la vuelta de la esquina, y el mayor temor de Naruto se haría realidad.

“Esta vez no será como tú quieras, Sasuke…”

 

 

 

Notas finales:

Llegados hasta aquí, muchísimas gracias por leer y continuar junto a mí con esta historia. ¿Qué creen ustedes que está ocultando Sasuke? Quien ha tenido hoy su momento de debilidad con Naruto (y Naruto no se queda atrás). Claramente Naruto ya no está dispuesto a seguir tolerando tantos secretos so, go Naruto gooo! 

 

Nos leemos en el siguiente capítulo.

 

Próximo capítulo: a quien debo proteger

Finalmente, el sutil “crack” que resonó como eco fue el aviso de que el escritorio se había quebrado por el ímpetu con el que Naruto clavó sus puños.

Naruto no tomó aire en ningún momento. Su voz sonaba desgarrada, casi rota por la misma rabia que hacía arder la sangre en sus venas, quemándole, lastimándole, haciéndole doler cada rincón de su ser.

 

—¿Así que ya has decidido venir voluntariamente a mí? —La risa sardónica que llenó sus oídos fastidió a Sasuke—. Es grato saberlo, porque no deseaba matarte innecesariamente, ni mucho menos lastimar tu preciada aldea.

 


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