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Ancora qui por nunu

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Notas del capitulo:

¡Hola! 

Quiero disculparme por el retraso en la actualización. Había explicado en un fic que publiqué hace unos días que tuve problemas (muy tontos por mis manos ineptas) con este capítulo. En consecuencia mi cronograma narrativo se desconfiguró así que, como tengo mañas por el orden, he cambiado las fechas de actualización semanal para que se amolden a mis tiempos de escritura.

En compensación por el retraso y en medio de tanta modificación este capítulo será más extenso, poco más de 8000 palabras, 24 páginas.

El resumen de tanta palabrería es que a partir de ahora, a menos que haya algún otro incidente, publicaré regularmente y en medida de lo posible los días martes para Ancora qui.

¡Y bueno! Para no dar tanta vuelta, les dejo con el capítulo, no sin antes agradecer por muchos infinitos el apoyo tan bonito que le han dado a este fic, que ya está tomando un nuevo rumbo y /suda frío. 

Disclaimer: los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, la historia es de mi autoría.

El Equipo 7 corría a toda velocidad por el espeso bosque cubierto por una densa neblina oscura que les impedía ver el camino correctamente, excepto Sasuke, que gracias a su sharingan tenía una visión muy clara de a donde tenía que ir y era por eso que iba varios metros por delante de los demás.

—¿Quién le dirá que no debe dejarnos atrás? —Cuestionó Sai, mirando de reojo a sus compañeros.

Kakashi trató de adelantarse un poco más, manteniendo su vista en el Uchiha como guía y Sakura y Sai le siguieron rápidamente. A medida que avanzaban la niebla se tornaba más y más pesada, tanto que  respirar resultaba difícil. Los cuatro se cubrieron el rostro con el brazo, pero Sakura aseguró que no percibía algo tóxico en el vaho, aunque lo cierto es que sus ojos comenzaban a irritarse.

Fue entonces que Sasuke se detuvo en seco y los demás pararon, levantando la vista para encontrarse con una construcción gigantesca metalizada en mitad de la nada. Era un fuerte en ruinas habilitado en los tiempos de las primeras guerras y que fue usado no solo como defensa principal del País del Fuego si no que, posteriormente, se convirtió en una cárcel en donde llevaban a los prisioneros de guerra para interrogatorios, torturas y condenas.

El fuerte estaba protegido por enormes cercas eléctricas que se levantaban varios metros por encima de la altura real estructura.

—¡Sai! —llamó Kakashi y cuando Sai estuvo dispuesto a abrir su pergamino para traer de vuelta al ave, Sasuke llevó su mano hacia el rollo para detener la acción.

—Que no les engañe —habló Sasuke—, está protegido por una barrera, no funcionará.

Naturalmente ninguno de ellos era capaz de percibir visualmente la presencia del chakra.

—Debe haber una forma en que podamos desactivarla, normalmente las barreras están protegidas con sellos. —Sakura reflexionó, llevándose la mano al mentón.

—No tenemos tiempo para jugar a las adivinanzas. —Sasuke enfocó su vista para poder abrir una apertura interdimensional y así atravesar el fuerte y con prisa saltó hacia el interior.

Los demás se miraron confundidos y Kakashi negó con un gesto de su cabeza, resignado a su impulsividad. Sakura fue la siguiente en entrar, y los otros dos la imitaron. La apertura se cerró inmediatamente.

Kakashi tuvo que encender un pequeño Katon con la mano para poder ver al interior del lugar porque no había luz alguna, aunque el olor era insoportable. Sai bajó la mirada cuando sintió la humedad empapar sus pies y frunció la nariz en un gesto de desagrado.

—¿Qué es este lugar? —Inquirió Sakura.

El katon se encendió más fuerte y todos intentaron identificar el panorama. Habían caído en el túnel del alcantarillado que no solo tenía agua estancada y putrefacta si no escombros y cadáveres por todos lados.

—¿No pudiste habernos metido en un lugar peor? —Kakashi molestó, exhalando con cierto fastidio.

Pero Sasuke no estaba prestando atención a sus quejas. Sus finas cejas permanecieron fruncidas antes de darse media vuelta para encarar a sus compañeros.

—No siento a Naruto aquí.

—¿A qué te refieres? —Sakura preguntó desconcertada, pues Sasuke no era un ninja sensor.

—Desde que recibimos el poder del Sabio de los Seis Caminos, puedo percibir e identificar el chakra de Naruto. —Explicó, comprendiendo que los demás podrían tener dudas al respecto— ¿Estás seguro de que no ha sido un engaño, Kakashi? 

—Esa fue la información que nos dio Shikamaru sobre lo que lograron extraer del espía —refirió el ex-Hokage—, no hay certeza de que Naruto esté aquí, pero este es definitivamente el escondite del enemigo.

Sin que alguno dijera algo más, inmediatamente Kakashi procedió a hacer los sellos pertinentes.

—¡Jutsu de invocación!

Y en medio de una nube de humo, Pakkun apareció a los pocos segundos. El perro ninja arrugó sus facciones, expresando el desagrado hacia el nauseabundo olor.

—¿En qué clase de lugar me has invocado, Kakashi? —Pakkun agitó su nariz y agitó la cabeza rápidamente.

—Lo siento, estamos buscando a Naruto. ¿Puedes encontrar su rastro?

—Haré lo que pueda con tantos olores aquí. —El perro asintió y de inmediato activó todos sus sistemas olfativos, pero pronto negó— Negativo, definitivamente no está en el área.

—¿Recuerdas el olor de Tomohisa?

Pakkun volvió a asentir y se dispuso a la búsqueda nuevamente. Elevó la cabeza hacia Kakashi cuando encontró algo.

—Está tres pisos más arriba.

—Entonces si Naruto no está aquí, al menos podemos interrogar a Tomohisa y-

Sai intentó sugerir, pero Sasuke no dio tiempo a nada más pues ya estaba acelerando sus pasos en busca de la salida. 

—¡Sasuke-kun!

—Parece que Sasuke ha sido poseído por el espíritu impulsivo de Naruto. —Añadió Sai, y Sakura le dio una palmadita resignada en el hombro. Cumplida su labor, Pakkun desapareció y los demás siguieron el camino.

Sin embargo, el Uchiha estaba perdiendo la paciencia. Cada paso que daba le generaba la sensación de que el camino se hacía más largo y que su distancia con Naruto aumentaba aunque la idea solo existiera en su cabeza. En lugar de seguir corriendo, desenfundó su katana y el rechinar de mil pájaros producido por la corriente eléctrica de su Chidori extendido a través del filo del arma resonó por todo el túnel y la luz azul brillante centelleó hambrienta por destrozarlo todo en el camino. Con un golpe certero y un gruñido de su garganta se lanzó con fuerza contra la pared, sin embargo, logró detenerse a tiempo cuando percibió tarde que Kakashi se había parado en medio, levantando ambos brazos de manera defensiva y protegiéndose con una descarga de su propio Raikiri en espera del golpe. El ex-hokage sujetó la muñeca de Sasuke y le miró firmemente.

—¡Kakashi!

—Detente, Sasuke —reprendió con el mismo tono de severidad que usaba en sus días de genin cuando Sasuke insistía en sublevar sus órdenes—. Este no eres tú, el que siempre piensa en calma y fríamente cada misión con afiladas estrategias.

Kakashi soltó su mano y ladeó el rostro, notando que Sakura y Sai corrían hacia ellos varios metros atrás.

—Sasuke, si tú murieras, Naruto se volvería loco de dolor.

Sasuke apartó la mirada y sus labios se fruncieron, en un gesto apenas perceptible. Pero Kakashi era tan perspicaz que naturalmente no pasó por alto sus reacciones.

—No moriré, Kakashi, porque proteger a Naruto es proteger a Konoha, y eso es preservar el sueño de paz de Itachi.

El silencio entre los dos solo fue aplacado por la voz de Sakura, que parecía estar regañando a Sai por algo a lo que no le dieron mucha atención. En ningún momento Kakashi dejó de inspeccionar a su ex-alumno y entonces posó la mano en su hombro, consiguiendo así que el menor correspondiera su mirada.

—Esto no lo haces por paz. Lo haces por amor.

Sasuke dio un paso hacia atrás y llevó la mano a su rostro, en un efímero lapso de debilidad que no se permitió mantener por mucho tiempo. Sus facciones volvieron a endurecerse como siempre, pero Kakashi sabía que aquella no era otra cosa si no la manera que tenía de protegerse a sí mismo.

Nadie dijo nada más.

El camino continuó con notable tensión en el ambiente, sin embargo, el silencio duró poco. Un estruendoso sonido hizo vibrar el suelo como si se tratase de un terremoto. El piso se abrió justo bajo los pies de Sakura, que fue succionada hasta el interior del agujero y de no haber sido por la rapidez de Sai que se alertó por el grito de la muchacha al estar más cerca de ella, hubiese caído al fondo. Sakura se colgó del brazo de Sai para impulsarse y salir del hueco, agitada por el susto, pero el terremoto jamás se detuvo.

—Algo se acerca. —Musitó Sasuke cuando el sonsonete de múltiples pasos se hizo más y más audible.

Instintivamente todos tomaron posición de ataque, pero se sorprendieron cuando una multitud de insectos de gran tamaño con formas de araña comenzaron a salir de la brecha que se formó a causa de las vibraciones para trepar por las paredes.

—¿Podía esta situación volverse más asquerosa?

Cuestionó Sai, negando con ligereza. Sakura ya estaba golpeando con sus fuertes puños a los insectos que se le acercaban, tratando por todos los medios de no vomitar del desagrado cada vez que los hacía explotar. Sasuke no se quedó atrás, cortando algunos con su katana mientras Kakashi y Sai hacían lo propio. Pero pronto se dieron cuenta de que con cada golpe recibido, en lugar de destruirlos, solo lograban hacer que se multiplicarán rápidamente.

—Sai y yo nos encargaremos, ustedes vayan por Naruto. —Ordenó Kakashi, con una expresión que no dio lugar a réplicas.

Sasuke asintió y corrió junto a Sakura fuera del lugar, a tanta velocidad como les fue posible. Los enormes insectos intentaron seguirles, pero Sai y Kakashi se interpusieron en el camino para protegerles.

 

 

No tardaron en salir del alcantarillado. Sakura analizó diligentemente, pese a la oscuridad, todo el ambiente que les circundaba. Estaban ahora atravesando varios pasillos que parecían mezclarse entre sí como si fueran laberintos. De extremo a extremo habían muchas celdas, algunas solo protegidas por barrotes y otras con portones pesados, seguramente para los prisioneros más peligrosos. Algunos papeles explosivos colgaban de las superficies aunque lucían quemados, y dedujeron mentalmente que lo más seguro es que solo eran resquicios de los tiempos de guerra y nada más.

—Naruto…

La voz de Sakura sacó a Sasuke de sus cavilaciones. La observó de reojo, atento a lo que sea que quería decir.

—Naruto va a estar bien, Sasuke-kun.

El Uchiha tensó la mandíbula y disminuyó el ritmo de sus pasos.

—No sé qué te hace pensar que creo lo contrario. Es Naruto, y Naruto es como las cucarachas.

Sakura soltó una risita y le observó con curiosidad.

—¿Como las cucarachas?

Sasuke afirmó.

—Sobreviven cualquier adversidad.

Y aunque su parte racional estaba convencida de que, en efecto, el Hokage estaría bien porque sea lo que fuese se las ingeniaría para salir victorioso (como en todas las luchas que enfrentó en su vida), lo cierto es que la culpabilidad le martillaba, incesante, en el centro de su pecho. Incluso si realmente Naruto con certeza iba a estar bien, no podía dejar de preocuparse, y desear llegar a él pronto y ver su cara para asegurarse de que toda esta pesadilla había terminado y que jamás, ni por un tonto error, puso su vida en peligro. De todas las cosas que hubo hecho en su pasado, no podía perdonarse esto.

La pareja continuó su camino, y de cuando en cuando, Sakura observaba con cierta pesadez a su esposo. Sabía, sin tener que meditarlo demasiado y solo con percibir aquellas pupilas ausentes, que Sasuke estaba torturándose a sí mismo por toda la situación actual, pero que sería incapaz de hablar con nadie sobre cómo se sentía al respecto.

Quiso decir algo, pero se obligaron a detenerse en seco. Un grupo de siluetas se escurrían entre los barrotes de varias de las celdas. Hombres sin rostro, apenas formados por una masa negra y viscosa, tambaleaban a cada paso como si fueran zombies.

—Supongo que buscaban separarnos —dedujo la de ojos verdes y Sasuke estuvo de acuerdo. Los dos se dispusieron a atacar a la docena de hombres que se acercaban a ellos. Algunos torcieron sus cuellos y otros se derretían en el piso antes de abrirse camino entre las ranuras de las celdas y poder liberarse.

Cuando Sasuke estaba dispuesto a lanzar su primer ataque, Sakura sujetó su mano firmemente, con el semblante lleno de determinación.

—Ve por Naruto.

—¿Dónde han quedado los largos sermones de trabajo en equipo?

Sakura sonrió dulcemente y negó con suavidad.

—No creí vivir para el día en que te preocuparas por mí —soltó una risilla a modo de broma, cubriéndose los labios con el dorso de su mano—, pero esta vez, Naruto nos necesita y necesita aún más que tú conserves tus fuerzas. Tu esposa no es débil, ¿recuerdas?

Sakura le guiñó el ojo y Sasuke no pudo decir nada. Sabía mejor que nadie que sus sentimientos no podían interponerse en medio de la misión, y que en ocasiones, era necesario hacer sacrificios para conseguir los objetivos. Y en ese punto, urgía más proteger la vida de Naruto, no por lo que cada uno pudiera sentir hacia él como amigo y compañero de lucha, si no por el bienestar de Konoha. Por el bienestar del mundo shinobi. 

 

.

.

.

 

Sasuke ingresó a paso silente al recinto. Cuando rodó el pesado portón corredizo, dio un rápido barrido visual: solo era un espacio vacío y cerrado en donde no entraba luz, seguramente se trataba de un salón de castigo de aquella época para los criminales y pudo deducirlo cuando notó algunos instrumentos metálicos esparcidos por todo el suelo, deteriorados y oxidados: camas rotas, cadenas y grilletes. Lo único que iluminaba el lugar eran las forjas metálicas colgadas en la pared de donde se sostenían las antorchas encendidas.

No tuvo que buscar demasiado.

Pronto, una distorsión se formó en una esquina y la irreconocible melena azul se batió por la presión del agujero interdimensional. Con una desagradable mueca retorcida Tomohisa le dio la bienvenida, caminando a unos cuantos metros de distancia para apartarse de la distorsión que amenazaba con absorberlo si permanecía así de cerca.

—Estaba volviéndose aburrido esto de esperarte —comentó en un tono de fingida amabilidad.

Sasuke no respondió. Su ojos brillaban con intensidad, el izquierdo con el profundo lila de su rinnegan y el derecho, de un rojo fuego, amenazando con devorar todo a su paso.

—Tsk —el de cabello azul chasqueó los dientes, con notable fastidio y se cruzó de brazos, antes de volver a sonreír— ¿tendré que darte una motivación?

Tomohisa negó con un movimiento de su cabeza y Sasuke desenfundó su katana, dispuesto a atacar. No obstante, antes de hacerlo, Tomohisa señaló en dirección al portal que todavía se ondeaba allí, abierto, como invitándole a perderse dentro de ese pedazo de infierno. Sasuke frunció el ceño cuando vio lo que tanto desespero estaba buscando: allí, enterrado en lo que parecía ser una pared viscosa de chakra putrefacto, reposaba cabizbajo Naruto. No parecía inconsciente, si no más bien debilitado. El rubio abría y cerraba los ojos con notable pesadez, y Sasuke no pasó por alto el hilillo de sangre que resbalaba por su frente. La mitad inferior de su cuerpo se hundía en la pared burbujeante y sus brazos parecían estar siendo también succionados. Apenas si podía mantener la cabeza a flote y parte de su torso. Sasuke empuñó con furia su mano alrededor del mango de la katana, pero fue la voz de Naruto lo que le detuvo.

—¡SASUKE! —Gritó el rubio con apenas fuerza cuando percibió la presencia de su amigo al otro lado.

El Uchiha se estremeció por dentro, negándose a dar alguna señal de lo vulnerable que le había dejado escuchar su voz. Por una parte, estaba aliviado de que aún siguiera con vida, pero por otro lado… tenía que pensar una forma de sacar a Naruto de esa dimensión de chakra antes de que fuera demasiado tarde. No pasó por alto el hecho de que las habilidades de Tomohisa solo le habían permitido llevar a Naruto apenas hacia el primer nivel de la dimensión, por lo que la distancia entre ambos planos era relativamente corta o al menos, eso pensó Sasuke. Tal vez tendría alguna oportunidad.

Cruzó miradas con el rubio que parecía más preocupado que él.

—La única forma de sacar a tu amigo de allí es abriendo el portal, Sasuke. Creo que ahora mismo ya no tienes más alternativas.

Sasuke llevó la mano a su cuello para soltar el broche de su túnica y avanzó un par de pasos, sin prisa, con la mirada amenazante y aquel aura peligrosa que advertía que esta vez no se iría con rodeos. La capa cayó al suelo. Tomohisa no parecía intimidado, pero inmediatamente adoptó una pose a la defensiva, dispuesto a atacar en cualquier momento.

—¡Sasuke, no escuches sus provocaciones-ttebayo! —Gritó el rubio desde el otro lado, removiéndose con intenciones de zafarse, pero solo consiguió hundirse más. Asqueado, Naruto arrugó sus facciones.

—Tú cállate y no te muevas. —Reprendió el Uchiha, ladeando el rostro para mirar al Hokage a varios metros de distancia.

Tomohisa, por su parte, se echó a reír, llamando de nuevo la atención del azabache.

—¿Qué harás, Sasuke? ¿Cuál es tu respuesta? La vida de tu amigo a cambio de los míos, yo pienso que es un trato justo.

Sasuke se tomó su tiempo para responder.

—Has traicionado mi confianza. Has tocado a mi persona importante, a mi aldea, a mi hija, a mi alumno, a mis compañeros... —y mientras hablaba, el vibrante rayo azul se extendió por toda su katana, electrizando todo a su paso con la furia misma que le estaba consumiendo.

En un abrir y cerrar de ojos, sin siquiera esperarlo, Sasuke ya estaba frente Tomohisa, tan cerca que podía sentir su fúrica respiración. Tomohisa abrió los ojos de par en par y bajó la mirada al notar que Sasuke le había atravesado con la espada. Tosió y escupió sangre un par de veces, sin caer al suelo gracias a que el Uchiha le mantenía atravesado.

—Esta es mi respuesta.

Sasuke retiró la chispeante katana sin cuidado alguno, dejando desplomar a su enemigo. Saltó varios pasos hacia atrás sabiendo lo que seguiría. Las rodillas de Tomohisa rompieron contra el suelo; se llevó la mano al centro de su pecho, justo donde había sido herido en un punto vital. En lugar de sangre, a través de herida solo burbujeaba chakra parecido a lava, caliente y corrompido, bulliendo con fervor y expandiéndose poco a poco, como abriéndose camino por el resto de su cuerpo.

No era la primera vez que Sasuke veía algo así. Cada vez que Tomohisa era herido, podía regenerarse a sí mismo. Esa era la capacidad que le volvía inmortal, y por lo cual solo podía ser sellado.

Pero Sasuke no se quedó a esperarle. Solo había necesitado ganar tiempo para poder acercarse a Naruto. Apresuró sus pasos en su dirección, y fue suficiente la expresión del rubio para comprender que la amenaza estaba tras él más rápido de lo esperado. Justo en el momento preciso logró activar la primera fase de su susanoo para protegerse de los proyectiles de chakra en su contra, que explotaban al contacto con cualquier superficie. Las explosiones agrietaron el suelo y levantaron una nube de polvo. Sasuke tuvo que ir en dirección opuesta, dándose cuenta de que si seguía el mismo camino los ataques podrían atravesar la dimensión y lastimar a Naruto.

El Hokage se sentía impotente frente a la situación. Si se movía, seguiría siendo succionado. Kurama se mantenía dormido en su interior, y es que aunque quisiera, recargar chakra le resultaba imposible dadas las circunstancias. Todo lo que podría absorber del medio no era más que chakra corrupto que terminaría por hacerle daño. Ahora mismo, solo dependía de Sasuke, y era consciente de que él no estaba luchando como el mismo Sasuke de siempre, muy seguramente todavía afectado por la potencial herida que Tomohisa hubo dejado en él días atrás.

—A pesar de lo que te han hecho… —Tomohisa habló, deslizándose varios metros sobre el suelo al aterrizar.

Sasuke cayó al lado contrario, apoyando su mano contra el suelo para mantener el equilibrio antes de volver a erguirse. Tomohisa seguía del lado del portal, resguardándolo recelosamente.

—...Aún intentas proteger esa aldea, a este mundo, que no ha hecho otra cosa que quitártelo todo —añadió el peliazul con notable amargura en su voz. Sasuke continuó sin decir nada—. Tu voluntad no es tuya, solo sigues los sueños de otras personas. En el fondo, ambos sabemos que sigues detestando este lugar, en donde solo eres visto como un criminal indeseable. Solo eres la sombra de este sujeto.

Ante la mención, ambos miraron a Naruto, quien observaba con la mirada llena de furia e impotencia.

—Nada puede saber un fracasado que depende del poder de otro para cumplir con sus objetivos. Un poder que jamás poseerás. —Sasuke se limitó a responder, sin mayor emoción en su voz— Tendrás que ir a quejarte de lo miserable que ha sido tu suerte con tus amigos cuando vayas de vuelta al lugar al que correspondes.

Tomohisa raspó sus dientes entre sí. Como si se tratasen de dos rayos, a velocidad casi imposiblemente humana ambos chocaron sus puños. Una danza de sonoros golpes resonó por todo el lugar. Sasuke había desactivado su susanoo para poder hacer el siguiente movimiento, por lo que ahora el intercambio de ataques significaba también un intercambio del enojo del otro. Tomohisa por ver su objetivo entorpecido por la oposición de Sasuke y Sasuke por defender lo que le era preciado.

Naruto continuaba observando la situación con impaciencia. Cada vez que Sasuke era golpeado el impulso de saltar de allí a socorrerle era más fuerte que su raciocinio. Pero era recordado rápidamente que entre más se movía más pronto terminaba por hundir su cuerpo en la burbujeante lava de chakra. Y lo otro, es que Sasuke era el mejor shinobi que existía, por lo tanto cada arremetida de Tomohisa era respondida con un ataque de equivalente o mayor magnitud. Sin embargo, el rubio retuvo la respiración por un momento cuando vio a Sasuke golpear su espalda contra la pared luego de ser lanzado por su enemigo. El Uchiha jadeó en respuesta, adolorido, aunque una apenas perceptible sonrisa se curvó en sus labios cuando Tomohisa se acercó, determinado, a lanzar un látigo de chakra en su contra para retenerle contra la superficie metálica. En un centellear apenas perceptible, en medio de una lucecilla púrpura Sasuke desapareció justo a tiempo para sustituirse por una de las cadenas que estaban cerca del portal, haciendo uso del amenotejikara. El golpe del látigo de Tomohisa quebró la pared en pedazos, haciendo tumbar la columna al suelo y por ende los barrotes que sostenían parte del techo.

Las vibraciones hicieron que el peliazul tambaleara. Sasuke se mantuvo estable gracias al poder del susanoo que volvió a protegerle, apenas formando la caja torácica. Tomohisa tuvo que cubrirse del derrumbe y fue en ese momento que Sasuke aprovechó para formar la estructura ósea del brazo de su escudo, que no dudó en hacer pasar a través de la dimensión mientras él permanecía afuera. La mano de chakra y huesos se enterró en la lava para aferrarse y envolver a Naruto firmemente, como si su vida dependiera de eso.

—¡Naruto! —exclamó el Uchiha, formando un sello con su única mano para moldear su chakra. Con el mangekyo intentaba mantener la forma de su susanoo y así extraer a Naruto y con el rinnegan trataba de controlar cuidadosamente la apertura dimensional. Si se extralimitaba y la abría más de la cuenta, todas las almas allí selladas podrían escaparse fácilmente sin que pudiera detenerlas.

—¡Sasuke!

Apenas el rubio escuchó su nombre y se percató de las intenciones de Sasuke, asintió efusivamente. Gracias a la presión que ejercía el susanoo en su cuerpo, Naruto pudo liberar sus brazos y así abrazarse a la mano que intentaba sacarle de allí, como fungiendo de ancla para escapar.

En cuanto Tomohisa recobró la estabilidad, pudo percatarse de los planes de Sasuke. Arrugó sus facciones, que se deformaron con odio.

—Ni lo sueñes. —Inmediatamente, el peliazul formó sellos con sus manos para tratar de cerrar el portal. Sasuke frunció el ceño al notar ahora el forcejeo entre sus jutsus: él tratando de mantenerlo abierto, en la medida adecuada, y Tomohisa tratando de cerrarlo.

Era demasiado para Sasuke hacer uso del poder de sus dos ojos al mismo tiempo. Durante todos sus viajes, nunca se vio envuelto en una situación en la que tuviera que modificar con exactitud alguna apertura interdimensional. Apretó su mandíbula en tensión con fuerza al tirar cada vez con más ahínco de la extensión de su escudo que, como un gancho firme, se negaba a soltar al Hokage. Tomohisa parecía no querer rendirse, y Sasuke no podía moverse de donde estaba. Si lo hacía todo estaría perdido para Naruto.

—¡Maldición! —Naruto agitó sus piernas cuando la masa putrefacta de chakra trató de aferrarse a su cintura, como si hubiese cobrado vida propia para tratar de absorberle. Estaba seguro que de seguir así terminaría siendo partido en dos, la mitad se la llevaría Sasuke y la otra se hundiría en aquella asquerosidad por el resto de los siglos —¡Sasuke, esta cosa me- AAGH!

Sasuke parpadeó al escucharle y tomó aire profundamente en un intento de mantener la calma. Tomohisa seguía concentrado, ejerciendo resistencia con su energía para cerrar el portal. Tenía que deshacerse de él. Pero… ¿acaso podría usar un tercer jutsu con sus ojos, todo al mismo tiempo?

No tenía otra opción más que intentarlo.

Cerró sus ojos por un breve instante. Cuando los abrió, enfocó su mirada en el objetivo a varios metros.

—¡Amaterasu!

Exclamó y las llamas negras se encendieron sobre el cuerpo de Tomohisa, devorándolo con furia. Se dejó caer al suelo en medio de gritos agonizantes, llevándose las manos a la cabeza como si así pudiera protegerse a sí mismo, pero el fuego no se apagaba y su piel era corroída por la intensidad del calor.

—¡MALDITO SEAS, SASUKE! —Gritó con la garganta desgarrada, retorciéndose en el piso con dolor.

Y fue entonces que Sasuke pudo hacerlo. En medio de un sonoro gruñido, el brazo esquelético tiró con toda su fuerza, logrando salir de la dimensión y trayendo a Naruto consigo. Por la aceleración del movimiento, sin querer lanzó a Naruto contra el suelo y cayó Sasuke mismo de rodillas justo cuando el susanoo se disolvió. Naruto rebotó y giró varias veces hasta golpearse contra un montículo de escombros y Sasuke llevó la mano a su rostro, cubriéndose los ojos con aturdimiento. 

Los gritos de Tomohisa dejaron de escucharse. No solo había sido calcinado completamente por el fuego del amaterasu, si no que varias gotitas burbujeantes de chakra bullían en el piso y se trepaban por las paredes, muy lentamente.

—¡Sasuke! —Volvió a llamar el rubio, deslizándose por el suelo para intentar ponerse de pie, apoyándose contra la pared metálica para mantener el equilibrio. Las piernas le temblaban y el corazón lo tenía frenético por la adrenalina del momento. Apenas si pudo dar unos pasos antes de volver a caer de rodillas, aún atontado por el golpe.

El aludido alzó la mirada y entreabrió su ojo de derecho, delatando su iris oscuro. Naruto le sonrió con alivio y Sasuke asintió apenas.

—¿Estás bien?

Sasuke respondió con un movimiento afirmativo de su cabeza.

—He estado mejor antes.

Naruto soltó una risita y volvió a ponerse de pie, esta vez con mejor equilibrio. Aunque trastabilló un par de veces logró llegar hacia el Uchiha, que le miraba silenciosamente, esperando su acercamiento. Una vez la distancia entre los dos fue inexistente, el Hokage se sentó de cuclillas y posó una mano en el hombro de su amigo.

—Gracias, por venir —musitó suavemente. Esta vez, el pelinegro negó con parsimonia.

—No he venido solo —dijo Sasuke—, el resto del antiguo Equipo 7 está aquí.

Escucharle decir eso le hizo sonreír de oreja a oreja, como hace mucho tiempo no lo hacía, con el corazón sosegado. Le tranquilizaba saber que Sasuke no se había aventurado a algo tan peligroso por su cuenta, si no que esta vez, aceptó ayuda de los demás. La nostalgia, por supuesto, no se quedaba atrás, después de todo hace mucho no se reunían.

—¿Y dónde están?

—Hubo trampas en el camino, así que deben estar luchando todavía.

—Estarán bien —replicó con seguridad.

Un breve silencio se instauró entre los dos. Sasuke le observaba silenciosamente, con aquella mirada tan indescifrable de siempre, pero Naruto entendía lo que quería expresarle. Palmeó su hombro con amabilidad un par de veces y entonces sonrió, con esa dulzura que adornaba su semblante solo cuando se trataba de Sasuke.

—Acepto tus disculpas, dattebayo —añadió, arrugando la nariz graciosamente, no obstante su semblante pronto se tornó mucho más serio e inflexible—. Pero cuando lleguemos a casa, tú y yo nos debemos una larga conversación.

Sasuke parpadeó un par de veces y entonces apartó la mirada, clavando su vista en la pared burbujeante.

—Quién lo diría… —susurró quedito, como si no quisiera ser escuchado. Finalmente, ladeó el rostro para clavar sus ojos en aquellos azules— que realmente parecerías un Hokage.

El rubio soltó una carcajada entusiasta y su rostro se iluminó como si fuera el sol. Pasó un brazo tras la espalda de su amigo y Sasuke aprovechó para apoyarse contra el hombro contrario y así ambos lograron ponerse de pie. El esfuerzo realizado momentos atrás todavía le tenía un tanto mareado, y Naruto no se veía en mejores condiciones que él.

—¿Ya está acabado? —Cuestionó el Hokage, observando atentamente el panorama. Sasuke negó con un movimiento de su cabeza.

—Está regenerándose. En esas condiciones nada podemos hacer —replicó impasible, y el rubio comprendió sus palabras—. ¿Cómo está tu chakra?

—Kurama sigue dormido, hago todo lo posible-ttebayo… —contestó, frunciendo los labios pensativo.

—Este enfrentamiento no podemos sostenerlo por mucho tiempo. He usado demasiado mis ojos por lo que ahora mismo, estaré limitado a un par de movimientos más. Tomohisa ha agotado todo su chakra también, él no tiene un circuito propio por lo que necesita una fuente externa si quisiera recuperar su energía, que ha usado en gran medida para evitar que te liberara y más importante: ya se ha regenerado dos veces. Ese jutsu requiere mucho chakra. Y si te das cuenta… —ambos miraron las burbujitas negras que poco a poco tomaban más forma, y un vaho nublaba paulatinamente la zona— se está tardando mucho en volver.

Naruto asintió, dando a entender que escuchaba atentamente sus palabras.

—Cada vez le cuesta más recuperarse —dedujo Naruto. Sasuke concordó.

Ambos se miraron por un momento.

—Vamos a usar ese jutsu.

—¿Ese jut-...? ¡Oh! —Naruto abrió los ojos como si se hubiese dado cuenta de algo y asintió efusivamente— ese jutsu, dattebayo.

La sonrisa volvió a adornar sus facciones. Era tan extensa que por poco le dolieron las mejillas. Sasuke le miró desconcertado.

—¿De qué estás tan contento?

Naruto lo meditó por un momento, antes de buscar la atención de ese par de pupilas negras. Sasuke atendió a su mirada, siempre tan penetrante.

—Es que… luchar contigo me hace feliz —confesó, y arrugó su nariz un vez más. Con la mano libre, que no sujetaba a su amigo, se rascó la nuca perezosamente.

Sasuke tuvo que esforzarse para que sus labios conservaran la perfecta línea recta en ellos y no terminaran por curvarse.

—Y... —Y Naruto no le dio tiempo de nada, porque continuó hablando risueño, y es que él era imparable— porque soy tu persona importante.

Esta vez el Uchiha le miró molesto y se apartó de él, resguardando distancia. Naruto hubiera protestado de no ser porque Sasuke señaló al frente, dando por entendido que tenían que volver a la lucha.

Paulatinamente, Tomohisa volvió a tomar forma. Sus ojos estaban más oscurecidos, como a punto de estallar. Abrió y cerró sus manos repetidas veces, una y otra vez, con las uñas afiladas que pronto se clavaron en sus palmas con repudio mientras veía a los dos ninjas frente a él.

—Ustedes… realmente me han hecho enojar —las venas se marcaban en su sien y en la curva de su cuello. Era evidente toda la frustración y el enojo que estaba acumulando en su interior. —¿Realmente piensan que si acaban conmigo, sus problemas estarán resueltos? Si no soy yo… —nuevamente una mueca tétrica torció sus labios, y las órbitas de sus ojos se remarcaron con más ahínco. Naruto comenzaba a sentirse asqueado. —¡CUALQUIER OTRO LO HARÁ!

Los tres saltaron rápidamente. Naruto le abordó por el costado derecho y Sasuke por el izquierdo, Tomohisa bloqueando ambos golpes con una descarga oscura de chakra.

—¡Kurama, despierta, dattebayo! —Refunfuñó Naruto, sintiendo que todavía su bijuu permanecía en estado de letargo y que poco a poco reaccionaba en su interior. Al menos estando fuera de aquella dimensión ambos podían lentamente recuperar sus energías.

El espacio era demasiado cerrado para poder hacer grandes movimientos, aún cuando parte del techo se hubo derrumbado momentos atrás. Naruto y Sasuke intercambiaron miradas en entendimiento y el último extrajo un pergamino que extendió en el aire con su única mano y así invocar sus armas ninja. Una ráfaga de shurikens obligó a Tomohisa a dar saltos hacia atrás, buscando huir de los ataques electrizados por el chidori del Uchiha. Buscando preservar el poco chakra que tenía, Naruto hizo una docena de clones, cada uno elevando su brazo para formar un rasen shuriken. Todos se escabulleron por el agujero formado en el techo al tiempo que Tomohisa también escapaba por el mismo lugar.

Una vez sobre el tejado, Sasuke fue el último en salir. El viento de la noche les golpeaba frío en el rostro, agitando sus cabellos. El peliazul formó sellos con sus manos y varios látigos de chakra ardiente se extendieron en toda su elongación contra ambos, por lo que Sasuke se vio obligado a protegerse a él y a Naruto con parte de las costillas de su susanoo, que no tardó en resquebrajarse no solo por la debilidad actual de su técnica si no por la presión que ejercían los azotes.

—¡Naruto! —Exclamó con impaciencia, como si se tratase de una orden. Naruto asintió y sus clones saltaron contra Tomohisa, tomándole desprevenido cuando la lluvia de rasen shurikens cayó sobre él.

El sonido sordo de las explosiones hizo vibrar el suelo, pero aquello no había sido suficiente. Sasuke aprovechó el caos y extendió su mano al aire, apretando sus dedos entre sí mientras fijaba al objetivo.

—¡Chibaku tensei!

Inmediatamente todo a su alrededor comenzó a sacudirse. Varias láminas metálicas se arrancaron del techo y tanto los barrotes como los escombros se apilaron uno a otro en el núcleo del chibaku tensei, arrastrando a Tomohisa consigo. Naruto tambaleó cuando notó que la superficie techada a sus pies también se resquebrajaba, pero Sasuke parecía tener todo en perfecto resguardo.

Cuando la técnica fue completada, Sasuke exhaló.

—¿Ya lo tienes? —cuestionó y Naruto confirmó sonriente, formando los sellos pertinentes con tus manos.

—No creí que llegaría el día en que tuviéramos que usarlo —dijo el Hokage, acumulando chakra en su mano antes de estamparla contra el suelo.

Todo se iluminó a su alrededor. Exactamente bajo la prisión del cuerpo esférico se dibujó una brillante circunferencia en forma de yin yang, y en su periferia se trazaban distintas marcas ininteligibles hechas en tinta negra. Cada una de las marcas cobró vida propia, unas en tonos violetas y otras en tono naranja, que se elevaron como cadenas para sujetar la gigantesca bola flotante de escombros.

Luego de la guerra, cuando descubrieron la afinidad y compatibilidad que tenían para el combate, y luego de los poderes otorgados por Hagaromo, Naruto y Sasuke decidieron que sería buena idea explorar el desarrollo de técnicas juntos que les permitiera luchar contra grandes amenazas a futuro por lo que, imitando el sello que Hagaromo les otorgó en su enfrentamiento contra Kaguya, ambos desarrollaron su propia versión uniendo sus energías yin y yang.

—Supongo que no fue una pérdida de tiempo, en ese caso.

Naruto sonrió un poco más ante su respuesta, mientras contemplaba el perfil de Sasuke alzado hacia el cielo, observando silenciosamente la técnica que habían creado.

—Aún tenemos que ponerle un nombre —murmuró el rubio y esta vez fue él quien elevó la mirada para ver lo que hizo fruncir las perfectas facciones del Uchiha.

—Eso va a tener que esperar.

El rubio estuvo de acuerdo, y es que la esfera se agrietaba. Varios gritos desgarradores se escuchaban desde adentro mientras que, entre las pequeñas aberturas, comenzaba a deslizar con espesor varios hilillos de la lava. El humo calentó todo a su alrededor y los dos supieron que no tenían demasiado tiempo para sostener la técnica.

Fue entonces que Sasuke extendió su mano en dirección a Naruto, quien se mordió el labio inferior para reprimir una sonrisa más absurda que las anteriores. Sin perder tiempo enlazó sus dedos juntos. Ambos elevaron la vista hacia el chibaku tensei cada vez más inestable, pero que gracias a las cadenas yin y yang continuaba suspendido.

—¡Jutsu de sellado! —Gritaron al unísono, formando un sello con sus manos enlazadas.

Una fuerte ráfaga de viento giró como remolino por todo el perímetro, envolviéndolos a ambos hasta alcanzar la zona extendida de las cadenas. El destello de una fuerte luz les cegó y Sasuke se forzó a afilar la mirada para ver lo que estaba sucediendo. Naruto entrecerró los ojos, sin poder percatarse de lo que ocurría a su alrededor no solo por el fuerte torbellino si no por el resplandor incandescente. Si ninguno había caído al suelo todavía a causa del fuerte viento, no era por otra cosa más que por el lazo que unía protectoramente sus manos.

—¡Sasuke...! —El Uzumaki llamó su nombre y en respuesta, el aludido apretó un tanto más su mano, haciéndole saber que estaba ahí, a su lado, y que no planeaba soltarse.

Naruto sintió el pecho caliente, de una emoción que hace tiempo no recorría su sistema. Era el reconocimiento de saberse su complemento lo que hizo que algo dentro de su cavidad torácica diera brinquitos incesantemente.

Tomohisa gritaba con desesperación intentando liberarse de la técnica inútilmente. Sabía que había perdido la batalla, que estaba atrapado y que no había manera de huir de aquel poderoso jutsu de sellado. Pero si iba a perecer allí, no lo haría solo, y usaría sus últimas fuerzas para ello.

Todo sucedió en un parpadear.

Ninguno estaba preparado para lo que vino después.

Con lo poco que le quedaba, Tomohisa lanzó su último ataque. Una lanza hecha con la manipulación de los últimos resquicios su chakra fue enviado en dirección a Naruto, que, incapaz de ver lo que estaba sucediendo no se percató de la amenaza en su contra.

Pero Sasuke sí.

Y fue instinto. No podía ser llamado de otra forma.

No cuando Sasuke no tuvo tiempo de pensar y su única forma de reaccionar sin planearlo fue dándose media vuelta para pararse frente al rubio y cubrirle de lo que llegaba en su contra. Frente a frente, Naruto y Sasuke cruzaron sus miradas, el primero sin comprender lo que estaba sucediendo.

Sasuke abrió los ojos de par en par cuando sintió una punzada contra su espalda que atravesó hasta su pecho. Justo al mismo tiempo, el destello de luz provocado por la técnica de sellado desapareció junto a cualquier rastro de Tomohisa, que había perdido el enfrentamiento.

—¿Sa…? —Naruto no pudo terminar de llamar su nombre, sin entender por qué su amigo le miraba de aquella forma.

Y fue entonces que bajó la mirada para notar con horror lo que había sucedido. La lanza de chakra empaló a Sasuke y salió, justo desde su espalda hasta el centro de su pecho. Tosió con fuerza y una bocanada espesa de sangre escapó de su boca. En ese instante no pudo seguir sosteniéndose sobre sus piernas, pero Naruto, también por instinto, le atrapó de la cintura. Sasuke se deslizó despacio contra su cuerpo y ambos cayeron de rodillas en el suelo.

—¿Por qué…? —El Hokage no sabía qué hacer o qué decir. El impacto de la escena le tenía en un estado de shock donde no lograba coordinar sus palabras o sus pensamientos.

—Me estás… mirando de esa forma… —murmuró el Uchiha, apenas consciente. El mangekyo desapareció de su ojo derecho y los tomoes de su rinnegan ya no eran visibles.

—Sasuke, Sasuke… —repitió una y otra vez, sujetando a su compañero del rostro con sus dos manos. En ese instante se percató no solo de la sangre que resbalaba por sus labios, si no de la que gorgoteaba de su pecho y su espalda y que, al atraparle momentos atrás, había empapado sus propios brazos.

Naruto estaba aterrorizado y sus manos comenzaron a temblar. Sin fuerza alguna ya, Sasuke cayó de lado, pero Naruto consiguió sostenerle a tiempo para evitar que golpeara contra el tejado.

Acunó a Sasuke en sus brazos y llevó la mano libre al centro de su pecho, donde aquel alfiler de chakra comenzaba a disolverse por su cuenta, muy seguramente debido a la desaparición de Tomohisa. Sin embargo, la sangre no se detenía de la herida abierta.

Sasuke tosió una y otra vez, llevándose la mano al pecho para colocarla sobre la de Naruto. Se encogió sobre sí mismo y tembló tanto que el hokage creyó que se desharía en sus brazos, que se rompería en mil pedazos como piezas de rompecabezas.

—E-espera, quédate quieto, dattebayo… —susurró en un hilillo de voz, tratando de acumular chakra en su mano para intentar curarle. Maldijo internamente al notar que eran pocas sus reservas de chakra y que Kurama no había logrado recuperar lo suficiente.

El azabache le miró fijamente, con las orbes traslúcidas. Su torso subía y bajaba en clara señal de dificultad en su respiración, tratando de tomar bocanadas de aire como podía, si es que acaso algo fuese a llegarle a los pulmones. Naruto trató de no mirarle a la cara, porque tenía miedo de ver aquella expresión.

—Mierda… —insistió, sacando energías de donde no tenía para intentar transmitirle algo de su propio chakra a Sasuke y detener el proceso que estaba carcomiéndole el cuerpo desde su interior.

—Déjalo… —esta vez fue Sasuke quien habló, apretando débilmente la mano ajena contra su pecho.

Era consciente de lo que le había atacado, y no era otra cosa si no el jutsu representativo de Tomohisa. Él mismo podía sentir el dolor de cada órgano consumiéndose en su interior, tan insoportable, que apenas era capaz de pronunciar palabra alguna. Y solo temblaba. Temblaba mucho. Temblaba tanto que no podía sostener su propio aliento, pero Naruto le retuvo entre sus brazos.

—¿Y Sakura-chan? ¿Dónde diablos está Sakura-chan? —cuestionó con impaciencia, mirando de un lado a otro. Estaban a la intemperie, en el techo de las ruinas, en un lugar desolado en donde seguramente ninguno escucharía sus gritos de auxilio.

Y Sasuke continuaba deshaciéndose contra su abrazo, tiritando entre sutiles sacudidas.

—Naruto… —Sasuke interrumpió y Naruto bajó la mirada para buscar sus ojos negros.

Fue suficiente enfrentarse a la realidad para que varias lágrimas bajaran silentes por sus mejillas.

—Cállate, no digas nada, no hables, voy a… voy a buscar a Sakura-chan y entonces estarás bien, dattebayo —dijo con una convicción que en esta ocasión, ni él mismo creyó.

Quiso ponerse de pie, sosteniendo a Sasuke firmemente, pero él apretó el cuello de su camisa para obligarle a mantenerse donde estaba.

—¡¿Por qué?! —Gritó con desesperación— ¡¿Por qué, maldición?!

—Tienes que deshacerte de estos ojos, apenas yo... —habló con la voz rota, sin poder terminar. Tragó duro, intentando pronunciar las palabras, siempre despacio, como si la vida se le escapara en cada suspiro— y debes también proteger a Sarada…

—No prometeré nada, porque vas a estar bien. Protegerás a Sarada tú mismo, ¿está bien? Ahora, cierra la boca o-

—Naruto… —volvió a interrumpir, elevando el mentón en una petición silenciosa. Naruto clavó sus ojos azules en aquellos negros que poco a poco perdían vida, cada vez más vidriosos.

—Cállate, cállate… —susurró entre lágrimas que se le escapaban sin permiso. Deslizó la mano que tenía en su pecho hasta atrapar la mejilla ajena y le acarició el pómulo, con tanta fragilidad, pero aún así, Sasuke sintió romperse.

Dolía. Todo dolía. Desde el cuerpo hasta el alma.

—Yo te amaba…

Murmuró Sasuke, y Naruto no pudo soportarlo más. Se ahogó en sus propios sollozos sin consuelo, tratando de grabar con su mirada empañada cada centímetro del rostro que tanto amaba.

—Aún te amo… —añadió y cerró sus ojos, intentando aferrarse a la vida aunque sea por un instante… uno breve en donde pudiera decir, luego de tantos años, todo lo que estaba consumiéndole tan tortuosamente, porque no quería irse con esos sentimientos enterrados en el corazón— quería ver ese mundo que Itachi y tú tanto anhelaban. Quería entender por qué… por qué lo deseaban tanto.

Después de amarle por cerca de veinte años, era la primera vez que podía escuchar esas palabras de su boca. Y calaban hondo, calaban tan profundo que ese amor le supo amargo porque estaba muy lleno de sufrimientos. Su voz era un flagelo directo a su poca voluntad.

Naruto quiso hablar, pero Sasuke le interrumpió abriendo los ojos y apelando a la poca fuerza en su voz.

—Quería que me enseñaras a ver la vida como la veías tú… —continuó y tosió con fuerza, sintiendo como si algo en el pecho se le desgarraba, haciéndole también quemar la garganta. Se estremeció y se paralizó por un instante, antes de poder proseguir, cuando Naruto deslizó una caricia llena de amor por su mejilla. Las lágrimas ajenas caían contra su rostro, como gotas de lluvia.

—Deseaba luchar a tu lado, proteger tus sueños, proteger los de mi hermano… —hizo una breve pausa y tomó aire profundamente, el poco que sentía en el aire— supongo q-que… voy a tener que verle pronto, avergonzado de mis errores.

Sasuke ladeó el rostro, persiguiendo débilmente la caricia de la mano cálida en su rostro cada vez más helado. El dolor se tornaba tan insoportable que deseó gritar con todas sus energías, pero nada salía de su garganta. Naruto se negaba a soltarle, y tampoco pudo pronunciar palabra alguna, sollozando en silencio mientras escuchaba sus palabras, como si una parte suya fuera consciente de que esa sería la última vez que escucharía su voz.

—Naruto, Naruto… —murmuró, una y otra vez, destrozando el corazón ajeno en tantos pedazos. Sasuke sonrió apenas, con desgano, con una mueca que se borró más pronto de lo que hubiera querido— más que nada, no quería ver ese cielo llover.

Dijo, refiriéndose a ese par de ojos azules ahora llenos de lágrimas que no paraban de empapar su rostro compungido. Naruto se preguntó cómo fue capaz de dejar que los años pasaran así, frente a ellos, sin atreverse a luchar por lo que siempre supieron que sentían.

—Y también quería… quería estar contigo, lo quería tanto que dolía, dolía mucho… —Sasuke volvió a cerrar los ojos con un nudo en su garganta. Volvió a intentar sonreír y su mano, sin energía, se removió sobre su pecho en un intento desesperado por ser él quien alcanzara la mejilla foránea.

Naruto pareció comprender el silencioso movimiento y atrapó la mano para guiarla hasta su rostro. Sasuke acarició apenas con la yema de sus dedos la piel cálida y húmeda, intentando torpemente apartar algunos rastros de lágrimas, pero Naruto no paraba de llorar.

—Yo… voy a esperarte, en dondequiera que vaya ahora. —sus labios se curvaron un poco más, con una expresión tan llena de ilusión, que por poco contagió también a Naruto, quien sonrió adolorido, agonizante, como si le estuvieran arrancando la mitad del cuerpo— y tal vez en ese nuevo futuro ya no serás hokage y yo no seré una sombra… tal vez, en esa próxima vida estemos juntos, así no tendré que seguir imaginando cómo sería un mundo a tu lado, y pueda tomar tu mano, ser libres… podría renacer con un poco de tu luz, Naruto… una vida normal contigo, e-eso… eso me gustaría mucho…

Finalmente exhaló y volvió a cerrar los ojos con pesadez. Naruto lloraba tan desgarradoramente que a Sasuke le dolía más el alma que el cuerpo. No soportaba verle así, destrozado, y él hizo todo lo posible por mantener la sonrisa en sus labios. Incluso si la vida se le iba con cada respiración, podía morir en sus brazos, y nunca algo se sintió tanto como un hogar si no hasta ese momento. Naruto era el hogar al que volvería una y mil veces, en cualquier vida, porque si era cierto que la voluntad de sus antepasados fue tan fuerte como para reencarnar en rivalidades, su amor por Naruto sería aún más, más fuerte, como para ser él quien ahora le persiga en una nueva vida. Viviría de nuevo, alguna vez, solo para estar a su lado.

—Sasuke…

—Ssh…

Sasuke volvió a abrir sus ojos para perderse en esa mirada celeste. Esos ojos que le salvaron, que le devolvieron la esperanza y que le entregaron un motivo para aprender a vivir. Eran esos ojos, era esa sonrisa, era su pelo tan dorado y brillante como el sol. Era Naruto, todo él… Sasuke deseó con todo su corazón poder eclipsarse en él. Irse con el recuerdo de su cara grabado en la mente. Y se sintió afortunado en ese momento, porque estaba contra su pecho, y se preguntó si es que acaso merecía tal bendición y tanto amor de su parte, ese que se derramaba en forma de copiosas lágrimas cargadas de lamentos y promesas de amor jamás dichas.

Estremecido, Naruto se inclinó lo suficiente para apoyar sus frentes. Ejerció presión en la mano que Sasuke sostenía contra su mejilla. Quiso decir tantas cosas, pero sus lágrimas ahogadas como tormenta no se lo permitieron. Y no supo en qué momento sus labios rozaron los de Sasuke, pero algo se sintió tan correcto… tan dolorosamente correcto. Sasuke cerró los ojos, por última vez, y una solitaria lágrima se deslizó por su mejilla. Los labios de Naruto eran calientes, como todo él. Naruto significaba calor. Era suave, era dulce, era doloroso.

Entreabrió los labios, desesperado por poder sentir un poco más de su boca, pero poco pudo hacer. No tenía fuerza alguna. Naruto presionó más sus cerezos, acariciando en un vaivén agonizante, en un beso que sabía a sangre y a lágrimas. Los labios de Sasuke no eran como aquellos hace quince años… ahora estaban fríos, inertes, rotos, y podía sentir en medio de su respiración cada vez más pausada que ya no le quedaba aliento en los pulmones. Naruto se aferró a su cuerpo con más fuerza, con tanta, tanta fuerza, que quiso fundirse en él. Pero no fue suficiente. Daba igual cuánto le estrechara, cuánto le abrazara, cuánto intentaba volverse uno con él, simplemente no sucedía. Y dolía, porque lo amaba con tanto fervor que se reprochó una y mil veces no haberle hecho caso a su corazón. Había hecho sufrir a Sasuke al escoger un camino lejos de él, y había sufrido él mismo por tantos años.

Quiso murmurar un te amo en medio del beso, pero Naruto no era dueño de sí mismo. Algunos sollozos se perdieron en medio del contacto, y sintió los labios ajenos curvarse en una nueva sonrisa. Débil, apenas perceptible, pero allí estaba. Volvió a sellar un beso contra su boca, intentando ir más profundo, acariciándole el inferior mientras enredó la mano en las hebras negras de cabello como si así pudiera devolverle un poco de vida.

Y en un último suspiro, la mano de Sasuke cayó a un costado de su cuerpo bruscamente. Su pecho se detuvo. Y Naruto también lo hizo.

Las lágrimas dejaron de caer intempestivamente, justo cuando Sasuke dejó de respirar.

Naruto se apartó un poco, solo lo suficiente para ver el rostro de Sasuke, que reposaba apacible entre sus brazos. Pasó saliva y acarició con fervor su cara, y sus hombros, su pecho ensangrentado, su vientre, y volvió a subir a su pelo con desespero. Sasuke no reaccionaba. Estaba helado.

—¿Sasuke…? —Preguntó quedito, con temor, y le removió suavemente— este no es… no es momento de dormir…

La imagen que veía no conseguía procesarla en su mente. Todo era demasiado irreal. Naruto sintió como si el alma se le hubiese escapado del cuerpo y lo que estaba frente a sus ojos no era real, si no la escena en tercera persona. Esos no eran ellos. Ese no era él, con el cuerpo inerte de Sasuke entre sus brazos.

—Sasuke… Sasuke… —insistió en un murmullo roto, incrédulo, incapaz de alzar el tono de su voz como si tuviera miedo de despertarle.

Se sintió mareado.

Eso no estaba pasando.

Ese no era Sasuke, y ese no era él.

No eran ellos.

—¡Naruto!

No pudo responder al llamado de su nombre, porque era como si no le estuvieran llamando a él. Sus ojos húmedos y ausentes estaban clavados en el rostro apagado de Sasuke.

—¡Naruto!

Escuchó unos pasos a lo lejos acercarse, pero no pudo reaccionar.

—¿Qué… qué ha pasado aquí…?

También notó a Sakura arrodillarse justo frente a él, pero no vio su cara. Sai venía apoyado del hombro de Kakashi, aparentemente víctima de una herida menor que le impidió caminar apropiadamente.

Nadie pudo decir algo frente a la escena que estaban presenciando.

—¡Naruto! —Gritó Sakura, cada vez más alterada. Con horror llevó ambas manos al hombro de Sasuke, pálido y ensangrentado— ¿qué le pasó a Sasuke-kun?

Su única reacción fue abrazar el cuerpo de Sasuke protectoramente contra su pecho, con la mirada perdida en la nada. Y Sakura lo entendió.

La kunoichi posó ambas manos sobre el torso de Sasuke, empapándose las manos con su sangre. Temblorosa, el tibio manto verdoso de su chakra llenó sus manos y fue en ese momento que un gemido dolorido con el nombre de su esposo se escapó de sus labios. Su corazón había dejado de latir.

—¡SASUKE-KUN, SASUKE-KUN! —Gritó una y otra vez entre lágrimas copiosas, sollozando con desespero.

Naruto solo la observó en silencio, fuera de sí mismo, dejando reposar a Sasuke contra el suelo no por voluntad propia, si no porque su estado no le permitía hacer otra cosa, mucho menos cuando Kakashi intervino para tratar de liberar a Sasuke de su prisión.

—Tenemos que ir a Konoha cuanto antes. —Murmuró el sensei con la voz apagada, comprendiendo mejor que nadie lo que estaba sucediendo.

Sakura llevó ambas manos contra el pecho de Sasuke para realizar compresiones, casi desesperadamente, apoyándose de su chakra médico en un intento por volver a hacer latir su corazón.

Naruto bajó la mirada para verse las manos ensangrentadas. La sangre de Sasuke. Era el olor de su sangre. El calor de ese tinte rojo cosquilleándole en los dedos. Era la vida de Sasuke la que se le había escapado de las manos sin que pudiera hacer nada, y eso… eso jamás iba a poder superarlo.

No iba a poder superar vivir sin Sasuke.

En ese instante, el mundo dejó de girar para él.

La vida perdió su sentido.

Notas finales:

Llegamos al final del capítulo, confieso que me he quedado un poquito más satisfecha con esta versión, creo que las cosas pasan por algo. Aún así sufrí horrores en todo el sentido de la palabra. Pero aquí está, traté de hacer lo mejor posible para no darles algo mediocre, sobretodo luego de mi bajonazo-de-hastío por tener que escribir algo que ya había hecho y BUENO, no me sigo quejando. 

Esta vez lloriqueé un tantito porque, tratando de meterme en la piel de Naruto y Sasuke en las escenas finales, me devoré toda mi lista de reproducción super-super sad y me quedó el corazón apachurrado. 

¡No siendo más por ahora! Gracias por leer, me encantaría saber sus opiniones de este capítulo y qué creen que pasará de ahora más. ¡Saludos para todos! Y nos vemos en la siguiente actualización, besitos.

 

Próximo capítulo: yo sin ti, tú sin mí

Porque más que ninguna otra persona, ella siempre fue consciente de cómo todo en Sasuke se sosegaba cada que miraba a Naruto. Y más importante que todo, ella estuvo allí para secar cada lágrima que Naruto derramó por Sasuke, cuando estuvo dispuesto a dejar sus sueños, su vida, todo por salvarle y devolverle a casa. Por eso dolía tanto, tanto, ver a Naruto en ese estado, como si estuviera muriendo en vida. Ella lo entendía mejor que nadie... que de todos, por la ausencia de Sasuke, era Naruto quien más sufría. Incluso más que ella misma. Porque el lazo entre los dos iba más allá de la comprensión humana. Lo que ambos tuvieron y tendrían por siempre, sin importar la distancia... no era de este mundo. Solo le pertenecía a los dos. Eran dos almas divididas en mitades que siempre se buscarían a la otra. Y ahora mismo no tenía dudas: Naruto quería irse con él.

 


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