Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Strunz por Momino

[Reviews - 342]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Agradezco a todos los que se tomaron el tiempo de escribirme y leerme durante todo este tiempo. Muchas veces ya lo he dicho, pero de verdad sin todos ustedes este fanfic no hubiera progresado. Siempre fueron mi musa, los que me inspiraban a continuar y actualizar lo más rápido que podía. Me encantaba y me encanta leer todas sus opiniones, como también poder sentir todas sus emociones con respecto a cada capítulo. Siempre me han sacado una sonrisa de oreja a oreja y me hacen recordar que por ustedes vale todo el esfuerzo que hago.

Agradezco por siempre su paciencia y lealtad.

Lean.

Capítulo 26.

Mis tenis y mi suéter estaban perdidos. Así que Sasuke tiró de su suéter y lo puso sobre mi cabeza, quedándose en una camisa de algodón y pantalones vaqueros. No había nada que pudiera hacer con respecto a los zapatos. Había sobrevivido, sin embargo. Los pies congelados eran agradables en comparación con lo que acababa de experimentar.

Sin tiempo que perder, el pelinegro me levantó en sus brazos y salió corriendo de la bodega. Una vez fuera y sin ser más afectado por el strunz, sentí el viento cortante picar mis mejillas mientras aumentaba la velocidad.

Segundos más tarde, me puso con cuidado en el asiento del pasajero.

—Yo puedo hacerlo —murmuré, mis dedos alcanzando el metal. Vaciló al ver mis manos temblar y luego asintió. En un instante, estaba detrás del volante, girando la llave. —¿Listo?

Cuando el cinturón hizo clic en su lugar, me recosté en el asiento, sin aliento. El Strunz había hecho más que bloquear la Fuente. Me sentí como si hubiera escalado el Monte Everest mientras llevaba un peso de cien kilos atado a mi espalda. No podía imaginar cómo Sasuke continuaba a todo gas, especialmente después del ciertamente poco brillante trabajo de curación en Jiraiya.

—Podrías dejarme —Me di cuenta entonces—. Serías más rápido...sin mí, ttebayou.

Las cejas del mayor se alzaron mientras disminuía la velocidad alrededor de los contenedores de basura. —No voy a dejarte, usuratonkachi.

Sabía lo mucho que él necesitaba llegar al edificio de oficinas, a Itachi.

—Estaré bien, Sasuke. Puedo quedarme en el coche y tú puedes hacer tus cosas a tu súper velocidad.

Él negó con la cabeza. —No va a suceder. Tenemos tiempo.

—Pero...

—No va a suceder, Naruto —Aceleró fuera de la zona de aparcamiento—. No te dejaré solo. Ni por un maldito segundo, ¿de acuerdo? Tenemos tiempo. —Sacudió su oscuro cabello fuera de su frente con una mano, su mandíbula apretando con fuerza—. Cuando recibí tu mensaje acerca de tu mamá y cuando no me respondiste de vuelta, pensé que tal vez ya estabas en el hospital Central, así que llamé y cuando me dijeron que tu mamá no había sido admitida...

El alivio me recorrió. Mamá estaba bien.

Sasuke negó con la cabeza. —Pensé lo peor, creí que ellos te tenían. Y estaba dispuesto a romper este maldito pueblo en dos. Y luego me llegó el mensaje de texto de Jiraiya...así que, sí, no te dejare fuera de mi vista.

Mi pecho dolía. Mientras había estado entrando en pánico en esa jaula, no había tenido tiempo de considerar realmente que el Uchiha era consciente de lo que pasaba, pero ahora sabía que esas horas debieron ser un infierno para él, un retroceso a los días posteriores a la supuesta muerte de Itachi. Mi corazón lloró por él.

—Estoy bien, de veras—le susurré.

Me miró de reojo a medida que aceleraba hacia la autopista en dirección al este. Si no lo detenían por exceso de velocidad, sería un milagro. —¿Estás de verdad bien, no?

Asentí con la cabeza en vez de hablar porque tenía la sensación de que si hablara, él escucharía mi dañada voz.

—Strunz—dijo agarrando el volante—. Han pasado años desde que lo vi.

—¿Sabías lo que hacía, ttebayou? —Mantener mi voz baja quitó la mayor parte de la aspereza.

—Antes, cuando estábamos siendo asimilados, lo había visto siendo usado en aquellos que causaban problemas, pero yo era joven. Sin embargo, debería haberlo reconocido cuando lo vi por primera vez. Sólo que nunca lo vi así, en barras y cadenas. No sabía que te afectaría de la misma manera.

—Es... —Me interrumpí, tomando una respiración profunda. Había sido el peor dolor que jamás había experimentado. Imaginé que era como el parto más cirugía sin anestesia. Como si las células mutadas bajo mi piel estuvieran tratando de liberarse, rebotando entre sí. Como ser desgarrado desde la más pequeña parte en el interior, así era como se sentía.

Y la idea de alguien más sufriendo así hizo que mi estómago se torciera. ¿Controlaban a los Luxen que causaban problemas así? Era inhumano y tortuoso. Salté de imaginar a pensar que era así como estarían controlando a Itachi y al amigo de Pain. ¿Y habían tenido a Itachi durante más de un año y a Nagato por cuánto tiempo?

Horas, yo solo había estado horas en la jaula con la piedra negra. Horas que permanecerán conmigo hasta mi último aliento, pero eran solo unas horas, mientras que otros probablemente, tenían años. En esas horas, parte de mi alma se había oscurecido...endurecido. Hubo momentos en los que habría hecho cualquier cosa para detenerlo. Sabiendo eso, ni siquiera podía imaginar lo que le habían hecho a otros, a Itachi.

Ansiedad vibraba a través de mí. No podía soportar que Sasuke pasara por algo así. Enjaulado y con dolor, sin final a la vista, eventualmente sin esperanza en él, el dolor daría forma a una persona diferente. No podría vivir con eso.

—¿Naruto? —La preocupación nublaba su voz.

Esas horas, el conocimiento que había obtenido de ellos, me había cambiado. No. Había estado cambiando antes de eso, de alguien quién odiaba la confrontación a alguien que quería entrenar y ganar poder para luchar...y matar. Mentir a los que me importaban se había convertido en mi segunda naturaleza cuando había sido una persona muy honesta antes. Claro, era para protegerlos, pero mentir era mentir. Era más audaz ahora, más valiente. Parte de mí había cambiado para bien, también. Sabía sin lugar a dudas que mataría para proteger a Sasuke y a mis seres queridos sin vacilar ni un momento. El viejo Naruto no podría imaginar eso.

Ahora yo no era más que una sombra gris, mi brújula moral ambigua. Había algo que él necesitaba saber. —Pain y yo no somos muy diferentes, dattebayou.

—¿Qué? —Sasuke miró hacia mí bruscamente—. Tú no eres como ese hijo de...

—No, Sasuke. Lo soy, de veras—Me retorcí hacia él—. Hizo todo para proteger a Nagato. Traicionó gente. Mintió. Mató. Y lo entiendo ahora, ttebayou. Esto no hace correcto lo que él hizo, pero lo entiendo. Yo...yo haría cualquier cosa para protegerte, en serio.

Se me quedó mirando mientras lo que había dicho flotaba en el aire entre nosotros. No estaba seguro si me había convertido en una mejor versión de mí o no. Y tampoco estaba seguro si eso cambiaría la forma en que el pelinegro me miraba, pero él tenía que saberlo.

Él estiró una mano, entrelazando sus dedos con los míos. Se mantuvo atento a la oscura carretera mientras apretaba nuestras manos en su muslo, manteniéndolas allí. —Aun así, no eres nada como él, dobe, porque al final, no le harías daño a alguien inocente. Tomarías la decisión correcta.

No estaba seguro acerca de eso, pero su fe en mí trajo lágrimas a mis cansados ojos. Parpadeé y apreté su mano. Sasuke no lo dijo, pero sabía que él no tomaría la “decisión correcta” si alguien que amaba estaba en peligro. Él no había tomado la “decisión correcta” cuando los dos oficiales del DOD nos atraparon en el almacén.

—¿Sobre Jiraiya? ¿Qué...qué crees que pasará con él, ttebayou?

El ojinegro gruñó. —Maldición, quiero darle caza, pero está el trato. En el peor de los casos, estará cabreado cuando la mutación desaparezca, y regresará detrás de nosotros. Si es así, yo me encargo de él.

Mis cejas se arquearon. El peor escenario para mí era si regresaba de cualquier forma; normal, mutado, o lo que sea, y tenerlo cerca de mi madre otra vez. —¿No crees que haya manera de que esté mutado?

—No, si Kakashi está en lo correcto. Quiero decir, quería hacerlo para salir de ahí, pero no lo quise verdadera y profundamente. Él se rompió una arteria, pero no estaba muriendo. —Me lanzó una mirada—. Sé lo que estás pensando. Que si lo hizo, estamos conectados a él.

Curar al peliblanco sin saber realmente cual sería el resultado era un riesgo enorme y un sacrificio para el azabache. —Sí, dattebayou —admití.

—No hay forma de que podamos hacer algo al respecto, ahora solo queda esperar y ver.

—Gracias, Sasuke—Aclaré mi garganta, pero no sirvió de nada—. Gracias por sacarme de allí, de veras.

Él no respondió, pero sus dedos apretándose alrededor de los míos me anclaban a la realidad. Le hablé del proyecto Jinchuriki, pero como era de esperar, no había oído hablar de ello. La pequeña conversación que tuvimos de camino al edificio de oficinas debilitó aún más mi voz, y cada vez que mis palabras terminaban con una nota ronca, Sasuke se estremecía. Apoyé la cabeza contra el asiento de atrás, forzando a mis  ojos a permanecer abiertos.

—¿Estás bien, dobe? —preguntó Sasuke mientras nos acercábamos a la calle de la Arenilla.

Mi sonrisa se sentía tambaleante. —Sí, estoy bien, teme. No te preocupes por mí en este momento. Todo...

—Todo está a punto de cambiar —Se ubicó en la parte posterior de la plaza, pisando los frenos. Con su mano libre, apagó el motor. Respiró hondo mientras miraba el reloj en el salpicadero. Teníamos cinco minutos. Cinco minutos para sacar a Itachi de allí si lo que había dicho Jiraiya era verdad. Cinco minutos no era tiempo suficiente para prepararse para esto.

Me quité el cinturón de seguridad, sin hacer caso al hundimiento de cansancio en mis huesos. —Vamos a hacer esto, Sasuke.

Él parpadeó. —No tienes que venir conmigo. Sé...que estás cansado, Kitsune.

De ninguna maldita manera dejaría a Sasuke en esto solo. Ninguno de nosotros tenía la menor idea de lo que nos esperaba allí dentro, en qué clase de condición se encontraba su hermano mayor. Abrí la puerta, haciendo una mueca al sentir como alfileres y agujas pinchando a través de mis pies.

Sasuke estuvo a mi lado en un segundo, tomando mi mano mientras bajaba la mirada, mirándome a los ojos. —Gracias, ttebayou.

Sonreí a pesar de que mis entrañas se retorcían y daban vueltas. A medida que nos acercábamos a la puerta principal, comencé una pequeña oración en mi cabeza para quién la escuchara.

Por favor, no dejes que esto termine mal. Por favor, no dejes que esto termine mal.

Porque, en realidad, esto podría ir mal en tantos niveles diferentes que daba miedo.

El Uchiha tomó las manijas de las puertas dobles de cristal y sorpresa, sorpresa, la puerta estaba sin llave. La sospecha floreció. Demasiado fácil, pero habíamos llegado tan lejos.

Levantando la mirada, vi una pieza circular de strunz incrustada en el ladrillo. Una vez dentro, seríamos impotentes, con excepción de la curación. Si esto era una trampa, estábamos jodidos.

Entramos. A la derecha, el sistema de alarma brillaba verde, lo que significaba que no se había encendido. ¿Cuánto dinero había invertido Jiraiya en esto? ¿Los guardias de la bodega, Kabuto, y toda la gente que había pagado para dejar el edificio de oficinas...sin llave?

El dinero no había sido un impedimento real para él. Diablos, había entregado a su propio sobrino.

El vestíbulo se veía como cualquier otro de un edificio de oficinas.

Escritorio semicircular, plantas artificiales, y pisos de baldosas baratas.

Había una puerta que daba a una escalera que había dejado convenientemente abierta. Echando un vistazo a Sasuke, apreté su mano. Nunca lo había visto tan pálido, su cara tan fuerte que debió haber sido mármol.

Su destino esperaba arriba, de cierta manera. Su futuro.

Cuadrando los hombros, se dirigió a la puerta y fuimos, subiendo las escaleras tan rápido como pudimos. Cuando llegamos arriba, me temblaban las piernas por el cansancio, pero el miedo y la emoción dispararon adrenalina a mi sangre.

En la parte superior, había una puerta cerrada. Por encima de ella más strunz, un signo seguro. Sasuke soltó mi mano y puso los dedos alrededor de la manija, un ligero temblor corriendo por su brazo.

Contuve el aliento en mi garganta mientras él abría la puerta.

Imágenes de una reunión inminente revolotearon a través de mis pensamientos. ¿Habría lágrimas y gritos de alegría? ¿Podría Itachi de alguna forma reconocer a su hermano? ¿O una trampa esperaba por nosotros?

La habitación se encontraba a oscuras, iluminada solo por la luz de la luna que entraba por una ventana. Un par de sillas plegables contra la pared, un televisor en la esquina, y una gran perrera tipo jaula en medio de la habitación, equipada con el mismo tipo de esposas que había colgado de la mía.

Sasuke se detuvo en la habitación lentamente, con las manos cayendo a los costados. Calor saliendo de su cuerpo, su columna vertebral rígida.

La jaula... la jaula estaba vacía.

Una parte de mí no quería procesar lo que eso significaba, no podía dejar al pensamiento calar y arraigarse. Mi estómago se encogió y las lágrimas quemaban la parte posterior de mi garganta.

—Sasuke —grazné.

Se dirigió a la jaula, quedándose allí un momento, luego se arrodilló, presionando la frente contra su mano. Un estremecimiento pasó por su atormentado cuerpo. Corrí a su lado y puse mi mano en su rígida espalda. Los músculos se agrupaban bajo mi tacto.

—Él...él me mintió —dijo el mayor, con voz entrecortada—. Nos mintió, Naruto.

Llegar tan cerca, llegar a segundos de ver a su hermano mayor una vez más, fue desgarrador. El tipo de rotura que no tenía vuelta atrás.

No había nada que pudiera decir. No había palabras que pudieran hacer esto mejor. El vacío desgarrando en mi interior no era nada comparado con lo que yo sabía, con lo que Sasuke estaba sintiendo.

Conteniendo un sollozo, me arrodillé detrás de él y apoyé una mejilla en su espalda. ¿Había estado alguna vez aquí Itachi? Había una buena probabilidad de que hubiera estado en el almacén por lo que Chino dijo, pero si él estuvo aquí, se había ido.

Otra vez.

Sasuke se levantó. Cogido por sorpresa, empecé a caer, pero se dio la vuelta, capturándome antes de golpear el suelo y poniéndome de pie.

Mi corazón tartamudeó y entonces se aceleró. —Sasuke...

—Lo siento —su voz era áspera—. Nosotros...nosotros necesitamos salir de aquí.

Asentí con la cabeza, dando un paso atrás. —Yo...lo siento mucho, de veras.

Él apretó sus labios en una fina línea. —No es tu culpa, dobe. Tú no tienes nada que ver con esto. Él nos engañó. Mintió.

Honestamente, quería sentarme y llorar. Esto estaba tan mal. El pelinegro tomó mi mano y nos dirigimos de nuevo al coche. Me subí y abroché el cinturón de seguridad con los dedos entumecidos y el corazón pesado. Salimos de la plaza, a la carretera en silencio. Varios kilómetros después, dos Ford Expedition aceleraban pasando junto a nosotros. Me retorcí en mi asiento, esperando que los vehículos dieran una vuelta de ciento ochenta grados en media carretera, pero siguieron su camino.

Dando la vuelta, miré a Sasuke. Su mandíbula tallada en hielo en esos momentos. Sus ojos brillaban como diamantes desde el momento que salimos del edificio de oficinas. Quería decir algo, pero en realidad no había palabras que pudieran hacer a la perdida algo de justicia.

El Uchiha había perdido a Itachi otra vez. La injusticia de esto me corroía.

Cerrando el espacio entre nosotros, puse mi mano sobre su brazo.

Me miró brevemente, pero no dijo nada. Recostándome en el asiento, miré el borroso paisaje por una malla de sombras. Sin embargo, mantuve mi mano en su brazo, esperando traerle consuelo como él me lo había dado antes.

En el momento que llegamos a la ruta principal que conducía a nuestro camino, apenas podía mantener los ojos abierto. Era tarde, pasada la medianoche, y lo único bueno era el hecho de que mamá estaba trabajando, y no preguntándose dónde diablos había estado todo el día. Había probablemente textos de ella, y no iba a estar feliz cuando le respondiera con alguna lamentable excusa.

Mamá y yo teníamos que hablar. Ahora no, pero pronto.

Nos detuvimos en la calzada de Sasuke y parqueó el SUV. El Jetta de Sai estaba en el camino de entrada, junto con el coche de Kakashi.

—¿Los llamaste, diciéndoles lo que pasó...conmigo?

Tomó aliento y me di cuenta que no había estado respirando todo este tiempo. —Querían ayudar a encontrarte, pero tenían que quedarse aquí en caso...

En caso de que las cosas fueran mal. Un movimiento muy inteligente. Al menos Sai no había tenido que experimentar la esperanza perforándolo para luego convertirse en desesperación sin fondo como tenía su hermano mayor.

—Si la mutación no se cumple, voy a encontrar a Jiraiya —dijo—, y voy a matarlo.

Yo probablemente lo ayudaría, pero antes de que pudiera responder, él se inclinó y me besó. La caricia estaba tan en desacuerdo con lo que acababa de decir. Mortal y dulce, eso es lo que Sasuke era; dos tipos muy diferentes de almas descansando en él, fusionándose.

Sasuke se hizo atrás con un estremecimiento. —No puedo...no puedo enfrentar a Sai ahora mismo.

—¿Pero no se preocupará él?

—Le mandaré un texto tan pronto estés acomodado, dobe.

—Está bien. Puedes quedarte conmigo, ttebayou—Siempre, quise agregar.

Una sonrisa irónica apareció en sus labios. —Saldré antes de que tu mamá regrese a casa. Lo juro.

Eso sería una buena idea. Me pidió que esperara mientras se bajaba y daba la vuelta por el frente del SUV, moviéndose más lento que de costumbre. Esta noche había cobrado su precio. Abrió la puerta y llegó a mí.

—¿Qué estás haciendo, teme?

Arqueó una ceja. —No has tenido zapatos todo este tiempo, por lo que no más caminar, dobe.

Quería decirle que podía caminar, pero un instinto inherente me dijo que no lo presionara. Sasuke necesitaba esto, necesitaba cuidar de alguien en estos momentos. Cedí y me deslicé hacia el borde del asiento.

La puerta de la entrada de su casa se abrió súbitamente, golpeando contra la pared como un disparo. Me quedé inmóvil, pero Sasuke se dio la vuelta con las manos cerradas en puños dispuesto a enfrentar cualquier cosa y esperando lo peor.

Sai salió corriendo. Mechones de pelo oscuro fluyendo por su frente. Incluso desde dónde estaba, podía ver las lágrimas brillando en sus pálidas mejillas, bajo sus hinchados ojos. Pero él se reía. Sonreía, balbuceando tonterías, pero estaba sonriendo.

Me deslicé fuera del asiento, haciendo una mueca mientras el frío entraba profundamente en contacto conmigo. Su hermano menor dio un paso adelante mientras la puerta del frente empezaba a cerrarse pero luego se detuvo. Una figura alta y delgada llenó la puerta, balanceándose como una caña. Cuando la forma se deslizó hacia delante, Uchiha Sasuke tropezó.

Rayos, Sasuke nunca tropieza.

El porqué penetró lentamente y parpadeé, demasiado asustado para creer lo que veía. Todo parecía surrealista. Como si tal vez me hubiera quedado dormido en el camino de regreso, y estaba soñando algo demasiado perfecto.

Porque bajo el resplandor de la luz del pórtico había un chico con cabello oscuro, largo, que caía más abajo de sus afilados pómulos y mentón, hasta sus hombros. Unos delgados labios expresivos y ojos tan negros como la noche  que se encontraban apagados y acompañados de unas prominentes ojeras.

Una réplica exacta del azabache pero más madura estaba en el pórtico. Demacrado y pálido, pero era como ver a Sasuke en dos lugares al mismo tiempo.

—Itachi —graznó Uchiha Sasuke, su hermano menor.

Entonces él echo a correr, con los pies golpeando contra el suelo congelado y subió las escaleras. La humedad se reunió en mis ojos, derramándose por mis mejillas cuando el pelinegro lanzó sus brazos a su hermano mayor, su cuerpo más amplio y nutrido bloqueándolo.

De alguna manera, Uchiha Itachi estaba en casa.

Sasuke acercó al pelinegro mayor contra él, pero Itachi...él estaba allí de pie, con los brazos colgando a sus lados, con el rostro tan bello como el de su hermano menor, pero dolorosamente vacío.

—¿Itachi...? —La incertidumbre llenaba la voz del azabache cuando se apartó, haciendo mis entrañas girar, nudos de nervios viajaron hasta mi garganta, atascándose y quitándome el aliento. —¿Hermano?

Mientras los dos hermanos se miraban fijamente, con el viento soplando copos de nieve en el suelo, enviándolos girando en el cielo nocturno, recordé lo que había dicho Sasuke antes. Él había estado en lo correcto. En ese momento, todo había cambiado... para bien y para mal.

FIN.

 

Notas finales:

La segunda temporada a terminado. Esto no es un hasta nunca, sino un hasta luego, mis pequeñxs. 

Estaré por aquí subiendo la tercera parte más rápido de lo que creen, solo ténganme paciencia. Porque recuerden que esta historia no ha terminado.

Muchas, muchas gracias. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).