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Strunz por Momino

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Notas del capitulo:

Oigan, estuve respondiendo los mensajes y a varios les puse que iba a subir hoy el capírulo 8 y apenas vamos en el 7, estoy tan desubicada que ya ni sé lo que digo. Culpo a la escuela. 

Lo prometido es deuda. ¡Leaaan!

Capítulo 7

El horror me recorrió. Esa emoción extrema desencadenó una estática que se precipitó sobre mi piel, tan rápido que no pude detenerla. El estallido de energía golpeó alrededor del cuarto.

Dejé caer la lata de refresco sin abrir, y ésta azotó la madera del suelo. Una silla salió volando de debajo de la mesa, golpeando mi rodilla con tanta fuerza que hizo que mi pierna se doblara. Grité de dolor y me doblé de nuevo.

Sasuke maldijo y apareció a mi lado, agarrándome un segundo antes de que cayera al suelo.

—Quieto ahí, Kitsune.

Quitándome el cabello del rostro, levanté mi cabeza. —Santa mier...

Me ayudó a ponerme de pie, con un hombro debajo de mi brazo para que pudiera usarlo de apoyo, y tirando de mí más cerca. —¿Estás bien?

—Estoy genial, genio, ttebayou —Me moví de su abrazo y tentativamente puse el peso sobre mi pierna. Calor húmedo corría por ella. Comprobé mis pantalones vaqueros, buscando la sangre—. Genial, soy un desastre natural, dattebayou.

—Voy concordar con eso, dobe.

Le lancé una mirada oscura.

Con una sonrisa arrogante, me guiñó un ojo. —Vamos, vamos a la mesa, y deja que te mire eso.

—Estoy bien, Uchiha.

No discutió conmigo. En un segundo estaba de pie, cojeando, y en siguiente una brisa me recorrió, y me encontraba sentado en la mesa. Mi boca se abrió. —¿Qué... cómo hiciste eso, dattebayou?

—Habilidad —dijo, poniendo mi pie sobre la silla. Sus dedos rozaron mi piel mientras rodaba mis pantalones por encima de la rodilla. La electricidad bailó a lo largo de mi pierna y me estremecí—. Demonios, de verdad eres un desastre, usuratonkachi.

—Ugh, está sangrando por todas partes, ttebayou —Tragué saliva al ver aquello—. No vas a sanarme, ¿verdad, teme?

—Uh, no, porque ¿quién sabe lo que pasaría entonces? Podría convertirte en un alienígena, dobe.

—Ja, ja.

Rápidamente, Sasuke agarró una toalla limpia y la humedeció. Volvió, sin mirarme del todo a los ojos. Tomé el paño, pero él se puso de rodillas y comenzó a secar suavemente la sangre. Tuvo cuidado de no tocar mi piel esta vez.

—¿Qué voy a hacer contigo, Kitsune?

—¿Lo ves? Ni siquiera quería mover la silla y se abalanzó sobre mí como un misil buscador de calor, ttebayou.

Sasuke negó con la cabeza mientras seguía ocupándose de la sangre. —Cuando era más joven, cosas como estas pasaban todo el tiempo, antes de que pudiera controlar la Fuente.

—¿La Fuente?

Asintió con la cabeza. —La energía en nosotros. La llamamos Fuente, porque nos une de nuevo a nuestro planeta, ¿sabes? Como la fuente de todo, dobe. Al menos, eso es lo que dicen nuestros mayores. De todos modos, cuando éramos niños y aprendíamos a controlar nuestras capacidades, era una locura. Itachi tenía la costumbre de mover muebles, como tú. Iba a sentarse y la silla volaba debajo de él —Se echó a reír—. Pero era joven.

—Genial. Así que, ¿estoy operando a nivel de un niño, dattebayou?

Los brillantes ojos de Sasuke se encontraron con los míos.

—Básicamente, dobe. —La camisa de gráficos oscuros se tensó contra su pecho cuando puso la toalla ensangrentada a un lado, y se echó hacia atrás—. Mira, ya ha dejado de sangrar. No está tan mal.

Miré hacia abajo y vi la herida fresca en mi rodilla. Además de verse horrible, era salvable. —Gracias por la limpieza, teme.

—No hay problema. No creo que vayas a necesitar puntos. —Movió ligeramente sus dedos alrededor de la corte.

Me estremecí ante el contacto. Pequeñas hormigas recorriendo mi pierna. La mano de Sasuke se quedó quieta mientras levantaba la cabeza. Sus ojos se volvieron de un  negro opaco a fuego líquido en cuestión de segundos.

—¿En qué estás pensando, dobe? —preguntó.

Deslizarme en sus brazos, besarlo y tocarlo, cosas que no debo pensar. Parpadeé, mirando hacia otro lado. —Nada, ttebayou.

Sasuke se levantó lentamente, sosteniendo mi mirada. Todo mi cuerpo se puso tenso cuando se acercó y acomodó sus manos a ambos lados de mí. Después se inclinó sobre la silla entre nosotros, descansando su frente contra la mía. Aspiró profundamente y soltó el aire en un subidón inestable. Cuando habló, su voz era áspera. —¿Sabes en lo que he estado pensando todo el día, usuratonkachi?

Tratándose de él, era una incógnita. —No...

Sus labios rozaron la piel de mi mejilla. —En averiguar si te ves tan bien en calcetines rayados como lo haces en los de renos.

—Lo hago, ¡de veras!

Tenía la cabeza inclinada y su sonrisa era perezosa y arrogante. Depredadora. —Lo sabía.

No debía permitir que aquello sucediera. Había una gran cantidad de complicaciones: su actitud, la conexión entre nosotros, y mis nuevas habilidades de niños de preescolar. Era gracioso que el hecho de que Sasuke era un extraterrestre no fuera la complicación que consideraba más importante.

Y luego estaba Pain. Es decir, si Pain nunca me hablaba de nuevo, era discutible. Pero debido a la interrupción de Sasuke en la cena, no había llegado a hablar con él. La ironía era una perra.

Aún sabiendo todo eso, no me aparté. Y él tampoco. Oh, no, había comenzado a acercarse. Sus pupilas brillaban y su aliento parecía habérsele estancado en el pecho.

—¿Tienes alguna idea de lo que haces en mí, Naruto? —preguntó con brusquedad.

—Yo no estoy haciendo nada, bastardo.

Sasuke movió la cabeza lo suficiente para que nuestros labios se rozaran una vez... y luego dos veces, antes de que aumentara la presión.

Ese beso... no era nada comparado con los anteriores, donde parecía estar enojado y desafiante. Como si nos besáramos para castigarnos el uno al otro. Aquel beso era dulce y suave, ligero como una pluma. Infinitamente tierno. Al igual que el beso que habíamos compartido en el claro, la noche que me había curado. La luz se extendió dentro mí mientras nos besábamos, pero pronto los besos no eran suficientes. No cuando a fuego ardía lento bajo mi piel y la de él.

Haciendo ventosa en mis mejillas, exhaló un gemido suave, y sus labios quemaron los míos, mientras el beso se profundizaba hasta que ambos estábamos sin aliento por su intensidad. Sasuke se movió lo más cerca que pudo, con la silla entre nosotros. Agarrando sus brazos, me aferré a él, deseando que se acercara más. La silla impedía que todo, menos nuestros labios y manos se tocaran. Frustrante.

Muévete, ordené sin descanso. Temblaba bajo mis pies, y luego la silla de roble macizo se deslizó debajo de mí, esquivando nuestros cuerpos inclinados. Desprevenido del el vacío repentino, Sasuke se tambaleó hacia delante, y yo fui incapaz de soportar el peso inesperado. Me dejé caer hacia atrás, llevándome al pelinegro conmigo.

El contacto completo de su cuerpo, al ras contra el mío, envió a mis sentidos a una marcha caótica. Su lengua se deslizó sobre la mía mientras sus dedos se extendían sobre mis mejillas. Su mano se deslizó por mi lado, y tomando mi cadera me acercó más a él. Los besos se volvieron más lentos y su pecho subió mientras me tomaba. Con una última exploración persistente, levantó la cabeza y me sonrió.

El corazón me dio un vuelco mientras me observaba con una expresión que golpeó en el fondo de mi pecho. Movió los dedos hacia arriba, a lo largo de mi mejilla como si siguiera el camino de  mis marcas de nacimiento para luego recorrer un camino invisible hacia mi barbilla.

—Yo no moví la silla, Kitsune.

—Lo sé, teme.

—Supongo que no te gustaba dónde estaba, dobe.

—Se interponía en tu camino, dattebayou. —Le dije sincero. Mis manos todavía se encontraban alrededor de sus brazos.

—Puedo ver eso, usuratonkachi. —Sasuke deslizó un dedo por la curva de mi labio inferior antes de tomar mi mano, tirando de mí hacia arriba. Me dejé ir. Él me miraba con cuidado, esperando. Esperando por...

Lo que había pasado lentamente se hundió más allá de la niebla en mi cerebro. Lo había besado. De nuevo. Y justo después de que se había apoderado de mi cita con otro hombre... el  hombre que debería estar besando. Oh, no. Ya no entendía nada.

—No podemos seguir haciendo esto, dattebayou—Mi voz temblaba—. Nosotros...

—Nos gustamos el uno al otro, dobe —dijo, dando un paso hacia adelante, agarrando los bordes de la mesa a cada uno de mis lados—. Y antes de que lo digas, nos sentíamos atraídos el uno por el otro aún antes de que te sanara. No puedes decir que no es cierto, Naruto.

Se inclinó, con la nariz rozando mi mejilla. Un escalofrío se sintió a través de mí. Sus labios se apretaron contra la piel de mi oído. —Tenemos que dejar de luchar contra lo que ambos queremos, dobe.

Aire quedó atrapado en mi garganta. Cerré los ojos mientras sus dedos avanzaban por mi cuello, despejando el camino para que sus labios se encontraran con mi pulso golpeando salvajemente.

—No va a ser fácil —dijo—. No lo fue hace tres meses y no lo será tres meses a partir de ahora.

—¿Debido al resto del Luxen, ttebayou? —Dejé caer mi cabeza hacia atrás, mis pensamientos nadaban bajo su roce. Había algo malo en esos pequeños besos cálidos que recorrían toda mi garganta—. Te convertirán en un paria. Al igual que...

—Lo sé, dobe—Dejó mi cuello y deslizó su mano alrededor de mi nuca mientras su cuerpo se apretaba contra el mío—. He pensado en las repercusiones... es todo en lo que he pensado.

Una parte de mí había estado anhelando oírlo decir eso. Un secreto que había guardado en mi corazón, ese mismo corazón que saltaba en mi pecho. Abrí los ojos. Los suyos brillaban. —¿Y esto no tiene nada que ver con la conexión, o con Pain, dattebayou?

—No —dijo, y luego suspiró—. Sí, algo tiene que ver con ese humano, pero se trata de nosotros. Es acerca de lo que sentimos el uno por el otro, Naruto.

Me sentía atraído por él a un nivel que era casi doloroso. Estar cerca suyo tenía a cada célula de mi cuerpo quemándose, pero era Sasuke.

Sentirme así era como decir que la forma en que me había tratado fue correcta. Y más importante aún, requería una fe ciega en la teoría de que nuestros sentimientos eran reales. ¿Y si resultaban no serlo? Sería angustiante, porque podía estar enamorado de él, más enamorado de lo que ya estaba.

Sacudiéndome, me escabullí debajo de sus brazos. Un dolor sordo se sintió en mi pierna lesionada cuando me puse de pie. —¿Esto es como un “yo no te quería hasta que alguien más lo hizo”, o algo así, bastardo?

Sasuke se apoyó en la mesa. —Eso no es lo que es, dobe.

—¿Entonces qué es, Sasuke? —Lágrimas de frustración se habían formado en mis ojos—. ¿Por qué ahora, cuando hace tres meses no podías si quiera soportar respirar el mismo aire que yo, ttebayou? Es la conexión entre nosotros. Es lo único que tiene sentido, ¡de veras!

—Maldita sea. ¿Crees que no me arrepiento de actuar como un idiota contigo? Me he disculpado por eso, usuratonkachi—Se quedó allí, imponente sobre mí—. No lo entiendes. Todo esto no es fácil para mí, Naruto. Y sé que es difícil para ti. Tienes mucho con lo que tratar. Pero yo tenía a mi hermano menor y a toda una raza contando conmigo. No quería que te acercaras a mí, dobe. No quería otra persona por quien preocuparme, otra persona a quien perder.

Contuve el aliento y él continuó. —No fue justo cómo me comporté, Naruto. Ya lo sé. Pero puedo hacerlo mejor que eso, mejor que Penny.

—Pain, ttebayou. —suspiré, cojeando lejos de él—. Tengo muchas cosas en común con él. Y  le gusta el que yo lea mucho...

—A mi también, dobe —desafió Sasuke.

—Y también tiene un blog, dattebayou. —¿Por qué me sentía como si estuviera agarrando un clavo ardiendo?

El Uchiha tomó un mechón de mi pelo y lo envolvió alrededor de su dedo. —No tengo nada en contra de Internet, usuratonkachi.

Toqué su mano. —Y no le gusto por alguna conexión alienígena estúpida, o porque a algún otro chico le gusto, ttebayou.

—A mí tampoco, Naruto —Sus ojos brillaron—. No puedes seguir fingiendo. Eso está mal. Vas a romperle a ese chico su pobre y pequeño corazón humano.

—No, no lo haré, Sasuke.

—Lo harás, porque tú me quieres y yo te quiero, dobe.

En el fondo, quería estar con él. Y quería que él me quisiera, no porque fuéramos la división de un mismo átomo, o porque a le gustaba a alguien más. Sacudiendo la cabeza, me dirigí hacia la puerta. —Sigues diciendo eso...

—¿Qué quieres decir? —exigió.

Apreté los ojos cerrados brevemente. —Dices que me quieres, pero eso no es suficiente, ¡de veras!

—Te mostraré que lo hago, también, dobe.

Enfrentándome a él, levanté una ceja. —No lo haces, teme.

—¿Qué fue eso? —Sasuke señaló hacia la mesa, y me sonrojé. La gente comía en esa mesa...—. Creo que te mostré que me gustas. Puedo hacerlo de nuevo si no tienes claro que era así. Y te llevé un batido y una galleta a la escuela.

—¡Metiste la galleta en tu boca, idiota! —Levanté las manos.

Sonrió, como si fuera un buen recuerdo. —La mesa...

—Tomar mi pierna como un perro en celo cada vez que estoy cerca de ti no prueba que te gusto, Sasuke.

Él apretó su boca cerrada, y me di cuenta que estaba luchando de nuevo con la risa. —En realidad, así es como le muestro a las personas que me gustan, dobe.

—Oh. Bien. Lo que sea, dattebayou. Nada de esto importa, Sasuke.

—Yo no voy a ninguna parte, Naruto. Y no me doy por vencido.

No es que realmente creyera que iba a hacerlo. Llegué a la puerta, pero me detuvo.

—¿Sabes por qué te pedí que nos encontráramos ese día en la biblioteca? —preguntó.

—¿Por qué? —Lo enfrenté.

—El viernes luego de que volviste de estar enfermo —Se pasó una mano por el cabello—. Tenías razón. Elegí la biblioteca para que nadie nos viera juntos.

Mi boca se cerró y una sensación de malestar se sintió hasta mi garganta, quemándome. —¿Sabes qué? Siempre me he preguntado si tu ego es tan grande que no puedes admitir tus errores, bastardo.

—Y como siempre, saltas a la suposición equivocada, usuratonkachi —Sus ojos negros traspasaron los míos—. No quería que Ino o Sasori comenzaran a darte un montón de mierda por mi culpa, como lo hicieron con Itachi y Deidara. Así que si crees que estoy avergonzado de ti, o no estoy dispuesto a hacer mis intenciones públicas, entonces es mejor que te saques esa idea de la cabeza. Porque si eso es lo que necesitas, entonces así será, Naruto.

Me quedé mirándolo. ¿Qué demonios se suponía que debía decir ante eso? Sí, una parte de mí lo había creído. ¿Cuántas personas avergüenzan a un chico en la cafetería como él lo había hecho y luego empezaban a cortejarlo? No muchas. Y entonces, me acordé del espagueti colgando de su oreja, escuchar la risa divertida de Sasuke ese día se sintió como hace mucho tiempo.

—Sasuke...

Su sonrisa en verdad empezaba a preocuparme. —Te lo dije, Kitsune. Me gustan los retos.

 

 

Karin prácticamente se abalanzó sobre mí en el momento que me senté en la clase. —¿Lo escuchaste?

Medio dormido, sacudí mi cabeza. Había sido un infierno irme a dormir la noche anterior después de toda la cosa con Sasuke. El revoloteo que mi estómago tenía que ser una consecuencia de no desayunar.

—Kiba está desaparecido —dijo Karin.

—¿Desaparecido, ttebayou? —No presté atención al cálido hormigueo en mi cuello o cuando Sasuke caminó sin prisa a la clase—. ¿Desde cuándo?

—Desde el fin de semana pasado —Los ojos de Karin se movieron rápido detrás de mí y se agrandaron levantando sus anteojos—. Wow. Ahora eso es aún más inesperado.

Algo olía dulce y familiar. Confundido, me volví. Una única rosa florecida, rojo vibrante, rozó la punta de mi nariz. Dedos pálidos sostenían el tallo verde. Mis ojos se elevaron.

Sasuke se encontraba ahí, sus ojos brillando como una decoración brillante. Me acarició la nariz con la rosa de nuevo. —Buenos días, dobe.

Estupefacto, lo miré.

—Es para ti, usuratonkachi —añadió cuando no dije nada.

Todas las personas en la clase miraban mientras mis dedos se envolvían alrededor del frío y húmedo tallo. El Uchiha se sentó antes de que pudiera decir algo. Me quedé ahí, sosteniendo la rosa hasta que el profesor entró y comenzó a llamar los nombres de la lista de asistencia.

La risa ronca de Sasuke alegró mi pecho.

Mis mejillas ardiendo, dejé la rosa en mi escritorio, y honestamente no creo que apartara mis ojos de ella. Cuando el pelinegro había dicho que no se iba a rendir, no tenía idea de que iba a darlo todo inmediatamente.

¿Por qué lo haría? Tal vez solo quería tener sexo conmigo. Y eso tenía que ser todo, ¿verdad? El odio se volvió lujuria. Él había estado tan en contra mía meses atrás y ahora quería estar conmigo, ¿yendo en contra de los deseos de su raza? Tal vez tenía una adicción a las drogas en secreto.

La luz atrapaba la humedad de la rosa. Levanté la mirada, atrapando la mirada de Karin. Movió los labios: bonito.

¿Bonito? Eso fue bonito y dulce y romántico y cerca de otras mil cosas que tenían mi corazón haciendo piruetas. Miré a hurtadillas a Sasuke por encima de mi hombro, lo vi haciendo garabatos sobre una hoja de papel de cuaderno en blanco. Sus pestañas bajaron en concentración. Negras, y espesas pestañas escondían sus ojos que se funcionaban con lo negro de sus pupilas.

Se levantaron y sus labios se extendieron en una sonrisa.

Yo estaba en muchos problemas.

 

Los policías estuvieron en todas partes durante el siguiente par de días, haciendo preguntas a estudiantes y profesores sobre Kiba. Sasuke y yo terminamos siendo unas de las primeras personas con los que hablaron. Como si fuéramos unos Bonnie y Clyde de hoy en día, conspirando para asesinar deportistas en todas partes. Bueno, el hecho de que el Uchiha había sacado la mierda del Inuzuka a golpes no se veía bien.

Pero los policías no nos trataron como sospechosos. Después de mi primer y único interrogatorio con ellos en la oficina del director, determiné que dos de los oficiales estatales eran alienígenas. Y también me dio la impresión de que ellos sospechaban que yo sabía su secreto.

Me preguntaba si alguien había dejado salir de la bolsa alienígena. Ino era la sospechosa más probable, especialmente desde que el pelinegro se había vuelto un portador de regalos. Un día me trajo un café latte condimentado con calabaza —mi favorito— luego un croissant de desayuno de huevo y tocino, donuts glaseados el jueves, y un lirio el viernes. No hacía nada para ocultar sus intenciones.

Parte de mí realmente se sentía mal por Ino. Había pasado toda su vida esperando estar con Sasuke. No podía ni siquiera imaginar lo que pensaba —si se encontraba de luto por el derrumbe final de su relación o si era solo como que perdió algo que creía ser suyo. Si yo terminaba siendo encontrado en una zanja en algún lugar, mis apuestas serían por Ino o Sasori.

Gaara había dejado el lado oscuro y ahora se sentaba con Sai en el almuerzo. Ellos, literalmente, no podían mantener sus manos lejos del otro... o de nuestra comida.

Cada noche, Sasuke absorbía mi tiempo. Vigilarme era lo que decía estar haciendo, esperando ver si yo era atacado por una silla de nuevo. En su mundo, eso se traducía en un desperdicio de tiempo que  involucraba todas las formas posibles en que podía acercárseme.

Realmente cerca para romper mi voluntad y causar hormigueo.

Pain... bueno, Pain me hablaba en clases. Me envió mensajes un par de veces en la noche, y siempre tenía que esperar hasta que el bastardo decidiera irse antes de que pudiera devolverle la llamada, pero no había habido conversación sobre otra cita. El mayor de los Uchiha había tenido éxito con las tácticas intimidatorias, de lo que estaba descaradamente orgulloso.

El sábado en la tarde, hacía un maratón, frenético de escribir reseñas cuando alguien llamó a la puerta del frente. Terminando la última frase —fascinante debut, acción de infarto y romance digno de desmayarse, El Círculo Oculto es una lectura de una sola sentada, un olvida tu tarea, no alimentes a los niños, y renuncia a tu trabajo— antes de cerrar mi computadora.

Mientras me acercaba a la puerta, sentí el hormigueo en mi cuello.

El bastardo. Tropecé con la esquina levantada de la alfombra y me tomó un segundo enderezar el suéter de cordoncillo que se había subido, antes de alcanzar la puerta.

Sentimientos familiares de ansiedad se deslizaron a través de mí.

¿Qué tenía bajo la manga hoy? En otras palabras, ¿Cuánto más podría posiblemente complicar mi vida? Mi política de no-besos se había mantenido fuerte desde el lunes. Pero extrañamente, incluso tan inocentes y clandestinas como eran nuestras reuniones, todavía había un nivel de intimidad que no podía ser negado.

Sasuke estaba cambiando.

Me había acostumbrado al Uchiha sarcástico y grosero. En una forma extraña, esa versión era más fácil de lidiar. Podíamos intercambiar insultos todo el día. Pero este Sasuke... aquel que no se rendiría era amable y gentil, divertido y —Kamisama— atento.

Sasuke esperaba en el pórtico, sus manos metidas dentro de los bolsillos de sus vaqueros. Había estado mirando a lo lejos, pero se giró en el momento en que abrí la puerta. Pasó junto a mí al pasillo. Su esencia, una mezcla de aire fresco y sándalo, lo siguió. Era un aroma embriagador, completamente suyo.

—Te ves bien hoy, dobe —comentó inesperadamente.

Miré abajo a mi sudadera gris y metí un enredado mechón de rubio cabello detrás de mi oreja. —Oh, gracias, ttebayou—Aclaré mi garganta—. Así que... ¿Qué pasa?

Su excusa para pasar tiempo conmigo siempre era el vago “vigilándote”, así que no esperaba algo diferente hoy. —Solo quería verte, dobe.

—Oh. —Bueno, demonios...

Rió entre dientes profundamente. —Pensé que podíamos dar un paseo. Afuera está agradable.

Mirando hacia mi computadora, me debatí. Pasar tiempo con él no era algo que debería estar haciendo. Solo alentaba su... no tan mal comportamiento.

—Me comportaré, usuratonkachi—dijo—. Lo prometo.

Me reí de eso. —Está bien, vamos, dattebayou.

Se encontraba fresco afuera, lejos de ser tan frío como estaría cuando el sol se pusiera. En lugar de dirigirse hacia el bosque, me dirigió en la dirección de su camioneta.

—Exactamente, ¿a dónde vamos a dar un paseo, teme?

—En el exterior, dobe—dijo con sequedad.

—Bueno, creo que me di cuenta de esa parte, bastardo.

—Haces muchas preguntas, sabes.

—Me han dicho que soy muy curioso, dattebayou.

Se inclinó hacia adelante y susurró—: Creo que me di cuenta de esa parte.

Le hice una mueca, pero me intrigaba. Me subí en el asiento del pasajero. —¿Has escuchado algo sobre Kiba? —Pregunté después de que salió de la entrada—. Yo no lo he hecho, en serio.

—Tampoco yo.

Una serie de hojas doradas, rojas y marrones se veían borrosas mientras el pelinegro volaba por la carretera. —¿Crees que un Arum tuvo algo que ver con su desaparición, ttebayou?

Sasuke sacudió la cabeza. —No lo creo. No he visto ninguno, pero no podemos estar muy seguros, dobe.

Un Arum llevándose al castaño no tendría ningún sentido, pero los chicos aquí no desaparecían sin tener nada que ver con los Luxen y los Arum. Miré por la ventana al conocido paisaje. No me tomó mucho tiempo darme cuenta a dónde íbamos. Confundido, miré a Sasuke llevar la camioneta fuera del camino y parquear junto a la entrada del campo donde los chicos festejaron.

El mismo lugar donde luchamos contra Momoshiki.

—¿Por qué aquí, teme? —pregunté, saliendo. Hojas muertas de varios colores cubrían el suelo. Con cada paso, mis pies se hundían un centímetro o dos en las hojas. Por un tiempo, el único sonido que escuchamos fue el susurro de nuestros pies pasando a través del colorido mar de hojas.

—Este lugar podría tener mucha energía residual de nuestra pelea y de la muerte de Momoshiki—Rodeó la extremidad de un árbol caído—. Cuidado, dobe, las ramas están dispersas por todas partes.

Me moví alrededor de una de aspecto particularmente asombroso.

—Esto tal vez sonará loco, bastardo, pero he querido volver aquí. No sé por qué. Una locura ¿eh?

—No —dijo quedamente—. Tiene sentido para mí.

—¿Es todo el asunto de la energía, ttebayou?

—Es lo que queda —Sasuke se inclinó y empujó otra rama caída fuera del camino—. Quiero ver si siento algo. Si el DOD ha estado aquí para revisar, sería bueno estar informado.

Caminamos el resto del camino en silencio. Lo seguía ligeramente tras él, cuidadoso del terreno irregular. Sentí una peculiar agitación tan pronto como lo vi. El terreno se encontraba cubierto con hojas pero los árboles aún estaban doblados, luciendo aún más grotesco mientras se torcían hacia el suelo. Me detuve en el borde e intenté encontrar el lugar donde el peliblanco se había parado por última vez.

Empujé el follaje muerto con mi pie. Pronto, el terreno marcado salió a la vista. El suelo parecía recordar lo que había pasado esa noche y se rehusaba a dejarlo ir de la memoria. Este lugar era como una tumba enfermiza.

—La tierra nunca sanará —dijo Sasuke suavemente detrás de mí—. No sé por qué, pero tomó su esencia y nada crecerá de este lugar —Se hizo cargo, retirando las hojas hasta que el área estuvo completamente descubierta—. Al principio matar solía molestarme.

Arranqué mis ojos lejos de la mancha de tierra quemada. Lo poco de sol que se asomaba entre las nubes capturó un tinte azul de su cabello oscuro.

Sasuke sonrió forzadamente. —No me gustaba tomar una vida. Aún no me gusta. Una vida es una vida.

—Es algo que tienes que hacer. No puedes cambiarlo, Sasuke. Solo hace que moren estragos en ti, dattebayou. Me molesta saber que he matado... dos de ellos, pero...

—No te equivocaste por lo que hiciste, Naruto. Nunca pienses eso —Sus ojos encontrándose con los míos por un segundo, y se aclaró la garganta—. No siento nada.

Metí mis manos dentro del bolsillo frontal de mi sudadera, doblándolos alrededor de mi celular.

—¿Crees que el DOD encontró algo, ttebayou?

—No lo sé, dobe —Cruzó la pequeña distancia entre nosotros, deteniéndose cuando tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para verlo—. Depende de si están usando equipo con el que no estoy familiarizado.

—Y si lo están, ¿qué significa eso? ¿Es algo para preocuparse?

—No lo creo, ni siquiera si los niveles de energía son más altos —Estiró la mano, alcanzando un mechón de cabello que había escapado de mi frente—. Eso en realidad no les dice nada. ¿Has experimentado algún arrebato recientemente, dobe?

—No, dattebayou —dije, no queriendo preocuparlo innecesariamente. Hoy había quemado la bombilla en mi cuarto. Y había movido mi cama alrededor de un metro.

Su mano se quedó en mi mejilla por un momento más, y luego capturó mi mano, llevándola a sus labios, dándome el beso más ligero en el centro de mi palma. Un caliente estremecimiento subió por mi mano.

Mirando a través de sus oscuras pestañas, me quemaba con una mirada ardiente.

Mis labios se abrieron y mi corazón revoloteaba en mi pecho como las muchas hojas que cayeron al suelo que nos rodeada. —¿Me trajiste aquí afuera solo para tenerme completamente solo, Uchiha?

—Eso pudo haber sido parte de mi plan maestro, dobe —La cabeza de Sasuke bajó y su cabello cayó al frente, acariciando mi mejilla. La inclinación de su boca entreabierta y un excitante latido después, sus labios presionaron contra los míos y mi corazón se hinchó.

Retrocedí, respirando con dificultad. —Nada de besos, teme—susurré.

Sus dedos se apretaron a mí alrededor. —Estoy intentando no hacerlo, dobe.

—Entonces, esfuérzate más, dattebayou—Liberé mi mano y di un paso hacia atrás, metiendo mis manos de nuevo en el bolsillo de mi sudadera—. Creo que deberíamos volver a casa, de veras.

Suspiró. —Lo que quieras, usuratonkachi.

Asentí. Volvimos al auto en silencio. Miré al suelo, en guerra con lo que quería y lo que necesitaba. Sasuke no podía ser ambos.

—Estaba pensando... —dijo después de un momento.

Lo miré receloso. —¿Sobre qué?

—Deberíamos hacer algo. Juntos. Fuera de tu casa y no solo caminar por ahí.

Miraba fijamente al frente. —Deberíamos salir a cenar o tal vez a una película.

Mi estúpido corazón comenzó a saltar de nuevo. —¿Estás invitándome a salir, teme?

Rió por lo bajo. —Eso es lo que parece, dobe.

Los árboles comenzaban a escasear. Grandes pacas de heno quedaron a la vista. —Tú no quieres llevarme a una cita, Uchiha.

—¿Por qué sigues diciéndome lo que no quiero, usuratonkachi? —La curiosidad coloreaba su tono.

—Porque no puedes, Sasuke —Le dije—. No puedes querer nada de esto conmigo, no realmente. Tal vez con Ino...

—No quiero a Ino, Naruto —Sus facciones se endurecieron mientras se detenía, encarándome—. Si la quisiera, estaría con ella. Pero no lo estoy. Ella no es a quien yo quiero.

—Tampoco yo, teme. No puedes decirme honestamente que te arriesgarías a que todos los Luxen aquí te dieran la espalda por mí, dattebayou.

Sasuke sacudió su cabeza con incredulidad. —Y tienes que dejar de asumir que sabes lo que quiero y lo que haría.

Comencé a caminar de nuevo. —Es solo el desafío y la conexión, Sasuke. Lo que sé que sientes por mí no es real, de veras.

—Eso es ridículo, Naruto —escupió.

—¿Cómo puedes estar seguro, bastardo?

—Porque lo sé —Sasuke apareció frente a mí, sus ojos entrecerrados. Golpeó la mano en su pecho, directamente sobre su corazón—. Por qué sé lo que siento aquí dentro. Y no soy el tipo de persona que huye de algo, no importa lo difícil que sea. Preferiría plantar la cara contra una pared de ladrillos que vivir por el resto de mi vida preguntándome cómo pudo haber sido. Y ¿sabes qué? No pensé que eras del tipo que huía tampoco. Tal vez me equivoqué, Naruto.

Aturdido, saqué mis manos y peiné mi cabello hacia atrás. Se formaron nudos en mi estómago —del tipo bueno, cálido. —Yo no huyo, dattebayou.

—¿No lo haces? Porque eso es lo que estás haciendo—argumentó—. Pretendes que lo que sientes por mí no es real o no existe y sé malditamente bien que no sientes nada por Puppy.

—Pain, ttebayou —Lo corregí automáticamente. Caminando alrededor de él, me dirigí al auto—. No quiero hablar, Sasuke.

Llegamos a un punto muerto en el extremo del bosque. Dos camionetas negras se encontraban parqueadas a cada lado de la del Uchiha, bloqueándolo. La inquietud rodó a través de mí como una fría y oscura ola. Dos hombres se hallaban de pie junto a una, vestidos con trajes negros. Sasuke se movió frente a mí, sus manos a los lados. La tensión apretó sus músculos. No tuve que preguntar para saber quiénes eran.

El DOD estaba aquí.

Continuará...

Notas finales:

¿Se llevarán a Naruto?

Estaré ansiosísma esperando sus comentarios <3

¿Nos leemos pronto?


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