Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Strunz por Momino

[Reviews - 342]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Ando de paso porque en realidad encendí mi compu para hacer tarea, pero luego me pregunté: "¿por qué no?"

¡Lean!

Capítulo 8

 

Uno de los trajeados se adelantó, con los ojos fijos en Sasuke.

—Hola, joven Uchiha, jovencito Uzumaki.

—Hola, Orochimaru—respondió Sasuke con voz monótona, aparentemente conocía a uno de los tipos—. No te esperaba hoy.

Inseguro sobre lo que debía hacer, asentí y permanecí en silencio, tratando de hacerme tan pequeño como fuera posible.

—Llegamos a la ciudad un poco temprano y vimos tu auto —Orochimaru sonrió y se me pusieron los pelos de punta.

Los ojos del otro trajeado rebotaron hacia mí. —¿Qué están haciendo aquí?

—Hubo una fiesta aquí anoche, y buscábamos su teléfono celular —Sasuke me sonrió—. Lo perdió y aún estamos buscándolo.

El teléfono móvil se sentía como si estuviera haciendo un agujero en mi bolsillo.

—Así que, puedo encontrarlos más tarde —continuó Sasuke—. Una vez que encontramos el...

La puerta del copiloto de una de las camionetas se abrió y una mujer salió. Tenía el pelo rubio helado, recogido en dos coletas, revelando rasgos afilados que habrían sido bonitos en alguien solo como ella. —¿Un menor de edad bebiendo? —La mujer sonrió. Me recordó a la clase de sonrisa pintada sobre una Barbie. Falsa. Plástica. Mal de alguna manera.

—No estábamos bebiendo, ttebayou —le dije, haciéndome cargo de todo—. Él lo sabe. Sus padres son como los míos. Ellos lo matarían, de veras.

—Bueno, tenía la esperanza de ponerme al día contigo, Sasuke. Podríamos... cenar temprano —Orochimaru  hizo un gesto en dirección a su camioneta—. Sólo tenemos unas pocas horas. Odio interrumpir la búsqueda y el rescate de tu teléfono celular.

Por un momento, pensé que iba a protestar, pero se volvió hacia mí.

—No pasa nada. Puedo llevarlo a casa y reunirme con ustedes.

—Eso no será necesario —Interrumpió la mujer—. Podemos llevarlo de regreso, y ustedes pueden ponerse al día.

Mi pulso estaba por todo el lugar, y miré a Sasuke en busca de ayuda. Un músculo apareció en su mandíbula mientras se quedaba allí, en silencio e indefenso. Supe entonces que no había nada que pudiera hacer. Forzando una sonrisa, asentí con la cabeza. —Eso está bien para mí, dattebayou. Sólo espero no sacarlos del camino, ¡de veras!

La mano derecha de Sasuke se apretó.

—No es fuera del camino —respondió ella—. Amamos las rutas por aquí. Los colores del otoño y todo. ¿Listo?

Miré al pelinegro mientras me dirigía hacia el vehículo. Su mirada de halcón siguió mis pasos. Murmuré un agradecimiento mientras abría la puerta de atrás. Entrando, en serio esperé no terminar en un anuncio de personas desaparecidas.

Sasuke se adentraba en su propio coche, pero se detuvo y miró hacia mí. Juraría que oí su voz en mi cabeza. Vas a estar bien. Pero no podría haber sido él. Tal vez fue una ilusión, porque por un momento, el miedo corría como agua helada a través de mis venas. ¿Y si esa era la última vez que lo veía? ¿Y si era la última vez que veía a alguien? ¿Qué pasaba si descubrían que yo sabía la verdad?

¿Qué ocurriría si ellos sabían lo que podía hacer?

Ahora, me hubiera gustado dejar que el bastardo me besara de nuevo allí. Porque si yo iba a desaparecer, al menos mi último recuerdo me habría dado algún tipo de conclusión.

Me obligué a respirar lentamente mientras levantaba la mano, moviendo mis dedos hacia él, antes de que la mujer cerrara la puerta.

Se metió en el asiento del pasajero y se volvió hacia mí. —¿Cinturón de seguridad?

Me lo sujeté con las manos temblando y sudorosas. El hombre detrás del volante no dijo nada, pero sus ojos detrás de los lentes se mantenían encendidos como si estuviera respirando pesadamente. —Um, gracias por el paseo, en serio.

—No es ningún problema. Me llamo Senju Tsunade—dijo ella y luego asintió con la cabeza al conductor—. Este es Kabuto. Conoce a la familia de Sasuke desde hace varios años. Yo sólo estoy de paso.

Seguro lo estás. —Oh... eso es muy bonito, ttebayou.

Tsunade asintió. —Sasuke es como un hermano para Kabuto, ¿no es cierto?

—Sí —coincidió él—. No lo vemos muy seguido con un chico doncel. Debe pensar mucho en ti para ayudarte a cuidar tu teléfono celular.

Mis ojos se movían entre los dos, mientras trataba de esconder mi nerviosismo en mi sonrisa —Supongo que sí. Él y su hermano menor son muy agradables, de veras.

—Sai es muy amable. ¿Qué tan cerca estás de ellos? —preguntó Kabuto.

Era interrogado. Grandioso. —Bueno, ya que somos los únicos que viven en la misma calle, somos bastante cercanos, dattebayou.

Tsunade miró por la ventana del frente. Por suerte, me di cuenta de que nos dirigíamos hacia el camino correcto. —¿Y Sasuke? ¿Qué tan cerca estás de él?

Mi boca se secó. —No estoy seguro de estar siguiendo la pregunta, ttebayou.

—Pensé que habías dicho que salía con alguien, Kabuto.

—Sabaku No Ino —contestó.

Como si no supieran su nombre, pero yo podía seguirles el juego. —Sí, creo que se separaron durante el verano, pero eso no tiene nada que ver con nosotros, dattebayou.

—¿No? —preguntó Tsunade.

Negué con la cabeza, decir un poco la verdad no hacía daño. — Sólo somos amigos. La mayoría de las veces ni siquiera nos llevamos bien, de veras.

—Pero acabas de decir que era agradable.

Mierda. Pálido, me encogí de hombros. —Puede ser simpático cuando quiere, ttebayou.

Una sola ceja se arqueó. —¿Y qué pasa con Sai?

—Él es increíble, en serio. —Miré por la ventana. Este había sido el viaje más largo de mi vida. Iba a tener un ataque al corazón antes de que terminara.

Había algo en Tsunade, algo más que lo obvio, que me hizo retorcerme.

—¿Y qué piensas de sus padres, Naruto?

Fruncí el ceño. Esas eran preguntas muy raras para ser preguntadas, teniendo en cuenta el hecho de que no sabían que yo sabía algo. —No lo sé. Son sólo padres, supongo.

Me reí, seguramente vieron mi nerviosismo. Kabuto se rió. ¿Era real? Sonaba un poco mecánico.

—Lo que quiero decir es, ¿te gustan? —preguntó.

—No los veo a menudo, de veras. Sólo ir y venir. En realidad, no he hablado con ellos, dattebayou. —La miré a los ojos, deseando que me creyera—. No paso el rato en su casa a menudo, así que no llegué a conocerlos, en serio.

Me sostuvo la mirada unos instantes más y luego se dio la vuelta en su asiento. Nadie dijo nada después de eso. El sudor se encontraba a lo largo de mi frente. Cuando Kabuto entró a mi cuadra, yo casi lloro de alivio.

El coche se deslizó hasta detenerse, y yo ya desabrochaba el cinturón de seguridad.

—¡Gracias por el viaje, dattebayou! —le dije apresuradamente.

—No hay problema —dijo Tsunade—. Tenga cuidado, joven Uzumaki.

Los pequeños vellos de mi cuerpo se levantaron. Abrí la puerta y salí.

Y justo en ese momento, en el peor caso de mal momento del mundo, mi celular sonó en el bolsillo, a todo volumen, como una alarma.

Mierda... Mis ojos fueron hasta Tsunade.

Ella sonrió.

 

 

—Estoy seguro de que está bien —dijo Sai otra vez—. Naruto, hacen esto todo el tiempo. Pasan por nosotros, nos siguen, y actúan de formas extrañas.

Me detuve frente a su TV, retorciendo mis manos. El miedo se había arraigado profundamente dentro de mis entrañas desde el momento en que me habían depositado en frente de mi casa.

—No lo entiendes, ttebayo. El teme les dijo que estábamos ahí en busca de mi teléfono celular y que lo había perdido. Y entonces sonó delante de ellos.

—Lo sé, pero ¿cuál es el problema? —Gaara se sentó en el sofá, pateando sus piernas. —No hay manera de sospechen que tú sabes algo.

Pero ellos sabían que estábamos mintiendo, y todos parecían demasiado inteligentes para tragarse eso. Y no era como si pudiera decirle a Sai lo que realmente habíamos estado haciendo por ahí. No si él no preguntaba. Yo había dicho una patética excusa sobre querer ver el lugar donde había muerto Momoshiki.

Sai no parecía del todo convencido.

Empecé a pasearme de nuevo. —Pero eso fue horas atrás, chicos. Son casi las diez, ttebayou.

—Naruto, está bien —Él se acercó, juntando las manos—. Ellos estuvieron aquí primero y luego fueron tras él. Todo lo que hacen es ser molestos y hacer preguntas.

—Pero, ¿por qué se tardan tanto tiempo, ttebayou?

—Porque les gusta darle mierda y a él le gusta devolvérsela —dijo Gaara, haciendo flotar el control remoto sobre su mano—. Es como una relación parasitaria entre ellos.

Me reí débilmente. —Pero, ¿qué pasa si descubren lo que sé? ¿Qué van a hacerle al teme?

Las cejas de Sai se fruncieron. —Ellos no van a saberlo, Naruto. Y si lo hicieran, deberás estar más preocupado por ti mismo que por él.

Asentí con la cabeza, liberé mis manos y comencé a caminar sobre la alfombra de nuevo. Ellos no entendían. Lo había visto en los ojos de Tsunade. Sabía que estábamos mintiendo, pero me dejó ir. ¿Por qué?

—Naruto  —comenzó Sai lentamente—. Me sorprende que estés tan preocupado por el bienestar de Sasuke.

Un rubor se apoderó de mis mejillas. Yo no quería hablar de por qué yo estaba tan interesado. —El hecho de que él sea... sea el bastardo... No significa que quiero que algo malo le pase, de veras.

Mirándome con atención, él arqueó una ceja. —¿Estás seguro de que no es más que eso?

Me detuve. —¡Por supuesto, ttebayou!

—Te ha estado trayendo cosas en la escuela. —Gaara echó la cabeza hacia atrás, con los ojos entrecerrados—. Nunca lo he visto actuar así con nadie. Ni siquiera mi hermana menor.

—Y ustedes han estado pasando juntos mucho tiempo —agregó Sai.

—¿Y? Tú has estado pasando mucho tiempo con Gaara, dattebayou—Tan pronto como salió de mi boca, me di cuenta lo estúpido que era.

Sai sonrió, con los ojos brillantes. —Sí, y hemos estado teniendo sexo. Bastante.

Los ojos de Gaara se desviaron. —Wow, Sai, escúpelo todo, sólo así.

El pelinegro se encogió de hombros. —Es cierto.

—Oh, vaya, eso no es lo que está pasando aquí, ¡de veras!

Trasladándome al sofá, me senté al lado de un Gaara con la cara roja. —Entonces, ¿qué está pasando?

Mierda. Odiaba mentirle. —Me ha estado ayudando a estudiar, dattebayou.

—¿Para qué?

—Trigonometría —le dije rápidamente—. Soy muy malo en matemáticas, en serio.

Sai se rió. —Está bien. Si tú lo dices, pero espero que sepas que si tú y mi bastardo hermano tienen algo, no me voy a enojar.

Lo miré fijamente.

—Y parte de mí comprende por qué ustedes dos se mantienen ocultos. Ustedes son conocidos por sus guerras y todo lo demás —frunció el ceño—. Pero yo sólo quiero que sepas que estoy bien con eso. Es una locura y espero que Sasuke esté preparado para lo que va a pasar, pero quiero que sea feliz. Y si tú le haces feliz...

—Está bien, Sai. Te entiendo, ¡dattebayou! —Esa no era una conversación que quería tener con Sai delante de Gaara.

El ojinegro sonrió. —Me gustaría que reconsideraras la cena de Acción de Gracias con nosotros. Sabes que eres bienvenido.

—Tengo mis serias dudas de que Ino y Sasori estén felices conmigo en la mesa, dattebayou.

—¿A quién le importa lo que piensen? —Gaara puso sus ojos en blanco—. Yo no lo hago. Tampoco Sasuke. Y tú tampoco deberías hacerlo.

—Ustedes son como una familia... Yo no...

Sentí un hormigueo sobre mi cuello. Sin pensarlo, me di la vuelta y salí corriendo de la habitación. Abriendo la puerta, corrí hacia el aire frío de la noche.

Ni siquiera lo medité.

Sasuke había alcanzado el escalón más alto cuando lo encontré, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello, apretándolo firmemente. Pareció aturdido durante un segundo, y luego barrió sus brazos alrededor de mi cintura. Por unos momentos, ninguno de los dos habló. No hacía falta. Sólo quería abrazarlo, y que me abrazara. Tal vez era la conexión envolviéndonos. Tal vez era algo infinitamente más profundo. En ese momento no me importaba.

—Quieto ahí, Kitsune, ¿qué está pasando?

Acercándome más, arrastré las palabras en una respiración profunda. —Pensé que el DOD te había llevado a algún laboratorio para mantenerte en una jaula, ¡de veras!

—¿Jaula? —se rió un poco vacilante—. No. No hay jaulas, dobe. Sólo querían hablar. Les tomó más tiempo de lo que pensaban. Todo está bien.

Sai se aclaró la garganta. —Ejem.

Rígido, me di cuenta de lo que estaba haciendo. Oh, no era tan genial. Desentrañé mis brazos y me moví fuera de él. Retrocedí y me sonrojé. —Yo... yo estaba emocionado, de veras.

—Sí, yo diría que sí —dijo Sai, sonriendo como un idiota.

Su hermano mayor me miraba como si acabara de ganar la lotería. —A mí como que me gusta este nivel de emoción. Me hace pensar en...

—¡Sasuke! —gritamos los dos.

—¿Qué? —Sonrió, despeinando cabello de Sai—. Sólo sugería...

—Sabemos lo que ibas a sugerir, idiota. —Sai salió disparado de debajo de su mano—. Y realmente quiero mantener mi comida de esta noche. —Me sonrió—. ¿Lo ves? Te lo dije. Mi imbécil hermano está bien.

Podía ver eso. Él también se veía ardiente, pero de nuevo a todo el punto. —¿Ellos no sospechan nada, teme?

Sasuke negó con la cabeza. —Nada fuera de lo normal, pero son siempre paranoicos. —Hizo una pausa, sus ojos buscando los míos en la tenue luz del pórtico—. Realmente, no hay que preocuparse. Ahora estás a salvo, dobe.

No era por mí por quien me preocupaba, y oh demonios, eso era malo. Mi sentido de la auto-preservación estaba jodido. Y sinceramente, necesitaba salir de allí. —Bueno, tengo que ir a casa, de veras.

—Naruto...

—No. —Lo despedí con la mano, empezando a bajar los escalones—. Realmente necesito ir a casa. Pain llamó y tengo que llamarlo.

—Pablo puede esperar —dijo Sasuke.

—Pain —le dije, deteniéndome en la acera. Sai había ido con sabiduría hacia el interior, pero su hermano mayor se había movido hasta el borde del pórtico. Mis pensamientos, mis emociones, se sentían demasiado expuestos cuando me miraba a los ojos—. Me hicieron muchas preguntas, teme, especialmente ella.

—Senju  Tsunade—dijo, frunciendo el ceño. Un segundo después, estaba de pie delante de mí—. Es al parecer un gran problema dentro del DOD. Querían saber lo que pasó el fin de semana de Halloween. Les di la versión editada Uchiha.

—¿Te creyeron, dattebayou?

Asintió con la cabeza. —Todo.

Me estremecí. —Pero no eras tú, Sasuke. Era yo. O fuimos todos nosotros.

—Lo sé, pero ellos no. —Su voz bajó cuando acunó mi mejilla—. Ellos nunca lo sabrán, dobe.

Mis ojos se cerraron. El calor de su mano alivió un poco el miedo. — No soy yo quien me preocupa, dattebayou. Si creen que tú lanzaste un satélite fuera de órbita, podrían verte como una amenaza, teme.

—O podrían pensar que soy impresionante, usuratonkachi.

—No es divertido, en serio —susurré.

—Lo sé, dobe. —Sasuke se movió más cerca, y antes de darme cuenta, me encontraba en sus brazos otra vez—. No te preocupes por mí o Sai. Podemos manejar al DOD. Confía en mí.

Dejé que me sostuviera por un momento, absorbiendo su calor, pero luego me liberé. —No le dije nada a Tsunade. Y el maldito teléfono sonó cuando yo salía del coche, ¡de veras! Ella sabía que mentíamos acerca de por qué estábamos allí, ttebayou.

—No van a preocuparse porque hayamos mentido sobre el teléfono. Probablemente piensan que estábamos allí haciéndolo, o algo así. No tienes de que preocuparte, Naruto.

La ansiedad no se desvaneció. Se deslizó a través de mí. Había algo acerca de Tsunade. Calculador. Como si un examen sorpresa hubiera sido soltado sobre nosotros y hubiésemos fallado. Alcé los ojos, encontrando los suyos. —Me alegro de que estés bien, teme.

Sonrió. —Lo sé, dobe.

Podría haberme quedado allí mirando fijamente a sus ojos chispeantes toda la noche, pero algo me impulsó a correr tan lejos de él, y tan rápido como pudiera. Algo malo iba a venir con todo eso.

Di media vuelta y me alejé.

 

 

Como era de esperar, pasé la mayor parte de Acción de Gracias husmeando por la casa, solo. Mamá realmente no pudo quedarse, tenía una doble jornada, la cual la tendría fuera de casa desde alrededor del mediodía del jueves hasta el mediodía del viernes.

Yo podría haber ido al lado. Tanto Sai como Sasuke me habían invitado, pero no me sentía bien para ir a celebrar su extraterrestre Acción de Gracias. Y a pesar de la cantidad escalofriante de miradas furtivas que lanzaba desde mi ventana cada vez que oía la puerta de un coche cerrarse fuera, sabía que todo el mundo que asistiría a la cena sería alienígena. Incluso Ino llegó con sus hermanos, con el aspecto que iba a un funeral en vez de una cena.

A una parte de mí no le gustaba que ella estuviera allí. Sí, estaba celoso. Estúpido.

Pero había tomado la decisión correcta al no ir.

Era un manojo de nervios. Hoy en día solo, volqué la mesa de café, rompí tres vasos, y volé una bombilla. Estar con la gente probablemente no era una buena idea, pero hubiera sido agradable perderme en las festividades por un rato. Lo único bueno era el hecho de que mi cabeza no se sentía como si estuviera siendo destrozada después de las travesuras.

Alrededor de las seis de la tarde, sentí un cosquilleo ahora -tan- familiar en la parte de atrás de mi cuello, justo antes de que Sasuke llamara. Una bola de sentimientos confusos se desplegó dentro de mí mientras me apresuraba hacia la puerta.

Lo primero que me llamó la atención fue la gran caja al lado de él, y entonces me llegó el aroma de pavo asado y ñame.

—Hola, dobe —dijo, sosteniendo una pila de platos y cubiertos—, feliz Acción de Gracias.

Parpadeé lentamente. —Feliz Acción de Gracias, teme.

—¿Vas a invitarme a entrar? —Levantó los platos, moviéndolos—. Vengo con regalos en forma de alimento.

Di un paso a un lado.

Sin dejar de sonreír, él entró y saludó con la mano libre. La caja se levantó del pórtico y se arrastró detrás de él como un perro. Aterrizó justo en el vestíbulo. Cuando cerré la puerta, vi a Ino y Sasori subir en su coche.

Ninguno de los dos miró hacia acá.

Un nudo se formó en mi garganta cuando me volví hacia Sasuke.

—He traído un poco de todo. —Se dirigió hacia la cocina—. Hay pavo, camote, salsa de arándanos, puré de papas, guiso de judías verdes, una especie de cosa crujiente de manzana y calabaza... ¿Kitsune? ¿Vas a venir?

Separándome a mí mismo fuera de la puerta principal, fui a la cocina. Él estaba preparando la mesa, dejando al descubierto los platos.

Yo... yo no sabía qué pensar.

Sasuke levantó las manos y dos candelabros de cristal de presión que mamá nunca utilizaba flotaban sobre la mesa. Velas vinieron después, y con un movimiento de su mano, la mecha provocó llamas diminutas.

El bulto creció, casi me ahogo.

Vajillas y vasos vinieron de varios cajones abiertos. El vino de mamá salió volando de la nevera, vertiendo en dos copas de cristal mientras el Uchiha estaba en el medio de todo. Era como una escena sacada de La Bella y la Bestia. Me quedé esperando un vaso de agua para empezar a cantar.

—Y después de la cena, tengo otra sorpresa para ti.

—¿En serio? —Susurré.

Asintió con la cabeza. —Pero tienes que cenar conmigo primero, dobe.

Me arrastré hasta la mesa y me senté, mirándolo con los ojos borrosos. Me puso un plato y luego se sentó a mi lado. Me aclaré la garganta. —Sasuke, yo... no sé qué decir, pero gracias, de veras.

—Gracias no es necesario —dijo—. No querías venir, entiendo, pero no debes estar solo.

Bajando la mirada antes de que pudiera ver las lágrimas reunidas en mis ojos, agarré un poco de pan y bebí el vino blanco de sabor amargo.

Cuando levanté la vista, sus cejas se elevaron.

—Exuberante —murmuró.

Sonreí. —Tal vez por hoy, ttebayou.

Me empujó con la rodilla debajo de la mesa. —Come antes de que se enfríe.

La comida era divina. Todas las dudas que tenía acerca de las habilidades de cocina de Sai desaparecieron. A lo largo de nuestra pequeña cena improvisada, bebí otra copa de vino. También comí todo lo que Sasuke puso en mi plato, incluyendo una segunda porción.

Y para cuando apuñalé el pastel de calabaza con el tenedor, ya estaba un poco borracho o comenzaba a creer que había algo más que la conexión impulsándolo. Que tal vez él se preocupaba por mí, porque yo podía luchar contra esto —algo así— y sé muy bien que Sasuke podría hacerlo si quisiera.

Tal vez él no quería hacerlo.

La limpieza de la cena fue una experiencia extrañamente íntima. Nuestros codos rozándose en varias ocasiones. Afable silencio descendió mientras lavamos los platos, lado a lado. Mis mejillas se sentían sonrojadas.

Mis pensamientos eran demasiados vertiginosos. Demasiado vino.

Seguí al pelinegro al vestíbulo después. Movió la caja grande para la sala de estar sin tocarla. De alguna manera tintineo. Sentada en el borde del sofá, doblé mis manos y esperé, sin tener claro lo que él estaba haciendo.

Sasuke abrió la caja, metió la mano y sacó una rama verde con aguja y me empujó con ella. —Creo que tenemos un árbol de Navidad que adornar, dobe. Sé que no es todavía navidad, pero creo que para Charlie Brown Acción de Gracias es especial, y, bueno, eso no es tan malo.

Eso fue todo. El nudo en mi garganta regresó, pero no había forma de detenerlo esta vez. Saltando del sofá, corrí fuera de la habitación. Las lágrimas se formaron, luego se deslizaron por mis mejillas. La emoción obstruía mi garganta mientras se secaba bajo mis ojos.

Sasuke apareció delante de mí, bloqueando la escalera. Sus ojos estaban muy abiertos, las pupilas negras luminosas. Traté de darle la espalda, pero rápidamente me envolvió en sus fuertes brazos. —No hice esto para hacerte llorar, Naruto.

—Lo sé, ttebayou—sollocé e hipé como cuando era niño y mamá me prohibía comer ramen instantáneo para la cena—. Es sólo que...

—¿Es sólo qué? —Ahuecó mis mejillas, con los pulgares frotando las lágrimas. Mi piel se estremeció por el contacto—. ¿Kitsune?

—No creo que sepas lo mucho... cuanto significa esto para mí, de veras —Tomé una respiración profunda, pero las estúpidas lágrimas seguían cayendo, me cubrí con mi antebrazo—. No he hecho esto desde que... desde que papá estaba vivo, dattebayou. Y lo siento por llorar, porque no estoy triste. Es que no me esperaba esto, teme.

—Está bien. —Sasuke me tiró hacia delante a través del antebrazo que cubría mis lloros ojos, y fui. Envolvió sus brazos alrededor de mí, sosteniéndome cerca mientras yo enterré mi cara en la parte delantera de su camisa—. Lo entiendo, dobe. Lágrimas, bueno y todo.

Había algo cálido y justo de estar en sus brazos. Y quería negarlo, pero por primera vez, me detuve —solo me detuve. Incluso si Sasuke me veía como una obligación, no importaba. No en este momento.

Agarré un puñado de su camisa y me aferre. Él pudo haber creído saber lo mucho que significaba para mí, pero en realidad no lo hacía. Él nunca lo sabría.

Levanté la cabeza y extendí la mano, apretando sus mejillas suaves. Con su ayuda, acercó sus labios a los míos y lo besé. Fue un beso rápido e inocente, pero sentí la chispa llegar hasta mis pies. Me aparté, sin aliento.

—Gracias, ttebayou. Lo digo en serio. Gracias.

Pasó el dorso de sus dedos por mi mejilla, limpiando la última de mis lágrimas. —No dejes a nadie saber sobre mi lado dulce. Tengo una reputación que mantener, dobe.

Me eché a reír. —Muy bien, vamos a hacer esto, teme.

Decorar un árbol de Navidad con un extraterrestre era una experiencia diferente. Movió el sillón frente de la ventana con un movimiento de la barbilla. Bombillas flotaban en el aire junto con las luces parpadeantes que no estaban enchufadas.

Nos reímos. Mucho. De vez en cuando volvía el nudo en la garganta al pensar en el rostro de mamá mañana. Ella estaría feliz, pensé.

Sasuke tiró sobre mi cabeza un oropel plateado mientras recogía una bombilla en el aire. —Gracias, dattebayou —le dije.

—Es algo que te queda, dobe.

El aroma de pino artificial llenó la sala de estar. El espíritu navideño se despertó dentro de mí como un gigante dormido. Sonreí a Sasuke y levante una bombilla que era tan negra y brillosa que casi hacía juego con sus ojos.

Decidí que iba a ser su bombilla.

Lo puse justo debajo de la estrella en la punta del árbol.

Era casi medianoche cuando terminamos. Sentados en el sofá, muslo contra muslo, miramos fijamente nuestra obra maestra. El árbol tenía más oropel en un lado, pero era perfecto. Un arco iris de luces de colores brillaban. Lámparas de cristal brillaban.

—¡Me encanta, dattebayou! —le dije.

—Sí, es bastante bueno. —Se inclinó hacia mí, bostezando—. Sai puso el árbol esta mañana. Tenía que tener todo del mismo color, pero creo que nuestro árbol se ve mejor. Es como una bola de disco.

Nuestro árbol. Sonreí, gustándome el sonido de eso.

Él me golpeó con el hombro. —Sabes, me divertí haciendo esto, teme.

—Yo también, dobe.

Sasuke bajo las pestañas.— Es tarde.

—Lo sé. —Vacilé—. ¿Quieres quedarte, ttebayou?

Una sola negra ceja arqueada.

Eso no había salido bien. —No me refiero a eso, de veras.

—No es que me queje si lo hicieras, dobe—Bajó la mirada—. No, en absoluto.

Rodé mis ojos, pero mi estómago se sentía hecho nudos. ¿Por qué le ofrecí quedarse? La hipótesis no estaba demasiado lejos. Sasuke no me parece que ser el tipo de chico que disfrute de una fiesta de pijama.

Recordé de la última y única vez que habíamos compartido una cama.

Me ruboricé, me puse de pie. Yo no quería que se fuera, pero no... Yo no sabía lo que quería.

—Me voy a cambiar, dattebayou —le dije.

—¿Necesitas ayuda, dobe?

—Vaya. Eres tan caballeroso, Sasuke.

Su sonrisa se ensanchó, mostrando hoyuelos profundos. —Bueno, la experiencia sería mutuamente beneficiosa. Te lo prometo, usuratonkachi.

No hay duda de que lo sería.

—Quédate, bastardo —ordené, luego subí apresurado.

Rápidamente me cambie en un par de pantalones cortos de dormir azul térmico. No es la ropa más sexy de dormir, pero mientras lavé mi cara y lavé mis dientes, decidí que era la mejor opción. Cualquier otra cosa sería darle ideas a Sasuke. Demonios, una sonrisa sería animarlo.

Salí de mi cuarto de baño y me detuve. El Uchiha no se había quedado. Mi sonrisa se deslizó de mi cara.

Se encontraba de pie junto a la ventana, de espaldas a mí. —Me aburría, dobe.

—No desaparecí ni cinco minutos, teme.

—Tengo poca capacidad de concentración. —Miró hacia mí, con los ojos brillantes—. Bonitos pantalones cortos.

Sonreí. Había estrellas en mis pantalones cortos. —¿Qué estás haciendo aquí, dattebayou?

—Dijiste que podía quedarme. —Me miró, su mirada flotando hacia la cama. La habitación de repente parecía demasiado pequeña, y la cama aún más pequeña—. No creo que hayas querido decir en el sofá, usuratonkachi.

Ahora ni siquiera estaba seguro de lo que había querido decir.

Suspiré. ¿Qué estoy haciendo?

Cruzando la habitación, se detuvo frente a mí. —No te voy a morder, Naruto.

—Eso es bueno, ttebayou.

—A menos que quieras que lo haga —añadió con una sonrisa pícara.

—Agradable, Uchiha —murmuré, esquivándolo. El espacio era sin duda necesario. No es que lo hiciera muy bien. Con el corazón desbocado, lo vi lanzar sus zapatos y luego quitarse la camisa. Llevó su mano al botón de sus pantalones vaqueros. Mis ojos se abrieron. —¿¡Qué... qué estás haciendo, dattebayou!?

—Preparándome para la cama, dobe.

—¡Pero te estás desnudando, teme!

Arqueó las cejas. —Tengo bóxer. ¿Qué? ¿Esperas que me duerma en mis jeans?

—Lo hiciste la última vez, idiota. —Sentí la necesidad de avivarme a mí mismo.

Sasuke rió. —En realidad, tenía un pantalón de pijama puesto, usuratonkachi.

Y él tenía una camisa, ¿pero que estoy haciendo? Podría haberle dicho que se marchara, pero me di la vuelta, fingiendo estar absorto en un libro sobre mi escritorio. Escalofríos dispararon directamente a mi corazón cuando oí el gemido de la cama bajo su peso. Tomando una respiración profunda, me di la vuelta. Estaba en la cama, con los brazos cruzados detrás de su cabeza, una mirada inocente en su cara. —Esta fue una mala idea, ttebayou —le susurré.

—Probablemente fue la mejor idea que has tenido, dobe.

Me froté las manos en las caderas. —Tomará mucho más que una cena de Acción de Gracias y un árbol de Navidad para echar un polvo, pervertido.

—Maldita sea. Ahí va mi plan.

Nervioso, enfurecido, y emocionado, lo miré fijamente. Tantas emociones que no podría ser posible. La cabeza me daba vueltas mientras me acerqué a mi lado de la cama —Y, oh rayos ¿Cuándo habíamos desarrollado los lados? —y rápidamente me deslice bajo las sábanas. No quería saber si él se dejó puesto los jeans o no. —¿Puedes apagar la luz, dattebayou? — Descendió la oscuridad sin moverse. Pasaron varios minutos—Esa es una habilidad muy útil, de veras.

—Así es.

Mis ojos se centraron en la pálida luz asomando a través de las cortinas. —Tal vez algún día pueda ser tan perezoso como tú y apagar las luces sin moverme, ttebayou.

—Eso es algo que no cualquier puede hacerlo, dobe.

Me relajé una fracción de un centímetro y sonreí. —Por Kami, eres muy modesto.

—La modestia es para santos y perdedores. No soy ninguno.

—Genial, Sasuke, solamente genial.

Rodó sobre su costado, su respiración agitando el pelo a lo largo de mi nuca. Mi corazón saltó a mi garganta. —No puedo creer que no me hayas echado todavía.

—Lo mismo digo, de veras —murmuré.

Sasuke se acercó disimuladamente, y, oh sí, se había librado de sus vaqueros. Sus piernas desnudas frotaron las mías, y disparó mi ritmo cardíaco. —Realmente no fue mi intención hacerte llorar hace rato, dobe.

Me di la vuelta sobre mi espalda y lo miré fijamente. Se levantó en un codo. Los cabellos sedosos caían en sus ojos brillantes. —Lo sé. Toda la cosa que hiciste, fue algo increíble, teme.

—Simplemente no me gusta la idea de ti estando solo.

Lentos y estables alientos levantaron mi pecho. Al igual que cuando me abrazó en las escaleras y me besó, yo quería dejar de pensar. Pero era imposible cuando sus ojos tenían la intensidad de mil soles.

Sasuke extendió la mano, apartando un mechón de pelo de mis párpados con las yemas de los dedos. Electricidad relucía a través de mí. No se puede negar la atracción —la atracción que no quería dejar ir a ninguno de nosotros. Mi mirada se fijó en sus labios como un adicto. Los recuerdos de la forma en que se había sentido me quemaba. Todo esto era una locura. Invitarlo a que se quedara, metiéndome en la cama con él, y pensar en que quería besarlo. Una locura. Excitante.

Tragué saliva. —Tenemos que ir a dormir, Sasuke.

Su mano palmeó mi mejilla, y quería tocarlo. Yo quería estar más cerca. —Debemos, dobe —Concordó.

Levantando la mano, pasé mis dedos sobre sus labios. Eran suaves y almohadados, pero firmes. Embriagador. Los ojos de pelinegro se encendieron, y mi estómago se ahuecó. Movió más cerca su cabeza y sus labios rozaron la esquina de los míos. Sus manos se deslizaron por mi cara y mi cuello, y cuando bajó la cabeza otra vez, sus labios rozaron la punta de mi nariz. Y entonces, me besó. Una combustión lenta, los dedos de mis pies se encresparon por el beso que me dejó dolorido por mucho, mucho más.

Me sentí como si estuviera girando en ese beso, cayendo en él. Se retiró con un gemido y se instaló junto a mí, envolviendo un brazo alrededor de mi cintura. —Buenas noches, Kitsune.

Mi corazón palpitaba, dejé escapar un largo suspiro. — ¿Eso es todo, dattebayou?

Sasuke se echó a reír. —Eso es todo... Por ahora, dobe.

Mordiéndome mi labio, quise que mi corazón redujera su velocidad.

Me pareció una eternidad hasta que volví a la normalidad. Entonces, finalmente, me moví más cerca hasta que serpenteó un brazo debajo de mi cabeza. Me volví a mi lado, apoyando mi mejilla contra su brazo.

Nuestras respiraciones se mezclaban ya que yacíamos allí, mirándonos el uno al otro en silencio hasta que sus ojos se cerraron. Por segunda vez esa noche, admití que tal vez me había equivocado acerca de Sasuke. Tal vez ni siquiera me conozco a mí mismo. Y no había vino para culpar esta vez.

Me quedé dormido pensando en lo que quiere decir "por ahora".

Continuará...

Notas finales:

Estaré respondiendo sus mensajitos en el transcurso del día y también esperaré ansiosa los nuevos.

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).