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Y es color azul por alex solano

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Era miércoles

Y ese día cambiarían un poco su rutina, en aquella jaula de oro, sin saber dónde demonios estaba.

El collar era una molestia, le picaba y no le dejaba dormir bien. Era uno muy aparecido en la liga de asesinos, su madre al ver que era desobediente le colocaba uno. Su propósito, no dejar que el sujeto vaya muy lejos, si no…ouch.

Lo tenían encerrado como vil perro que acaba de morder, cuidando siempre que no haya algo con punta en su comida y utilizarlo para sacarles los ojos. Esas cuatro paredes le daban claustrofobia, ya se volvería loco como Todd al no encontrar sus frituras en su escondite.

Se preguntaba que estaba haciendo su hermano mayor, cada cuanto lo pensaba. Esperaba con esperanza que viniera a buscarlo, como el cursi caballero de armadura por su omega. Tenia su orgullo, pensaba que podía salir de sus problemas solo, pero viendo las cosas como están, no estaría mal un meñique de ayuda.

-sal-

Bufo, con el aura asesina a su alrededor al ver el mismo rubio, Rex es el nombre del condenado en su lista negra. Le tenía mucho respeto a su padre, pero no le importaría matar a este.

Se arremango el kosode rojo, un poco largo para su talla. Camino a la par del rubio, o mas bien con su mirada azul encima, sabiendo lo peligroso que podría ser. Sonrió perverso, reconociendo que le causa algo de temor en aquel hombre.

Recorrieron un camino muy diferente al que caminaron hace más de 5 días desde la presentación de Alessandro. El complejo era casi un maldito palacio chino, grande y muchas hectáreas. La gran puerta de madera caoba a su frente, decorada con finos detalles y engranajes dorados, le dio una idea que aquí yacía lo que se denomina sociedad alta.

Los diamantes, estaba como titulo en la puerta. No sabia si era el nombre de aquella organización, o de esta parte de la propiedad.

-aquí te quedaras hasta entonces-

-no habrá un hasta entonces para ti en poco tiempo- se relamió, poniendo sus ojos depredadores igual que lo hacia su madre.

-esa actitud deja mucho que desear- exclamo, manteniendo el control.

El alfa empujo las puertas grandes, dando paso a Damián a dentro.

No era tan diferente a donde estuvo, parecía una maldita hacienda de cuentos, no tan alta, pero si ancha. Deducía que debía tener muchas habitaciones para albergar un determinado numero de personas, no muy grande, pero tampoco tan pequeño. ¿Cuál era el propósito de esta parte? Ni idea, suponía que para casos especial como el, rebeldes. Si era tal caso, tenerlo en lujos no era una buena idea que digamos.

Antes de llegar a la hacienda, había que pasar una empedrada en cruz, decorada con el pasto verde brillante, recordado perfectamente, tanto que daba miedo. Toda la estructura la rodeaba anchos espacios abiertos, más allá, los muros que los encierran, altos y resbaladizos.  Los campos verdes tenían de adorno pavos reales blancos, engreídos casi igual que el dueño. Seguía sin gustarle las aves.

Sintió por un momento lo mismo que los reos que mandaba a prisión, pero tan rápido como entro, se fue.

Unas mucamas betas caminaban al otro lado, con canastas llenas de comida y demás artículos del aseo. Intento llamar su atención, pero reconoció la que había amenazado con sacarle un ojo, corriendo a dentro, seguida de la otra desconcertada.

Bonita recepción…

No sabía que intenciones tenía Alessandro al enviarlo aquí, pero no le daba buena espina.

Devolverse no era opción, el portón estaba cerrado, y la entrada era vigilada desde afuera. Mejor seguir adelante y averiguar que tanto secretismo.

La madera bien pulida le recibió un pie, conocía las tradiciones, descalzo se debía pisar este piso. Se retiro las sandalias de cuero, aun lado de los escalones caoba. Subió con sigilo hasta la puerta abierta. adentro no era tan diferente a su anterior prisión, pero los pasillos eran mas largos, y las puertas iguales. Abrió una por una, y echar suerte que encontraba. Nada de presencia humana, cuartos vacíos, pero aun con el aroma reciente de sus usuarios. Las mucamas no tenia idea de donde se metieron, pero era ellas que le explicaran que nada.

El aroma a alimentos de alta calaña le llego al olfato, salivando con hambre al detectar la sopa de verduras, papas, wascas con crema de leche. No lo comía tan a menudo, pero era una exquisitez cuando lo preparaba Alfred. Llego a lo que podría ser el centro de la casona, corrió la puerta corrediza, recibiéndolo el comedor.

Comedor no era, es el comedor. Largo y ancho, con una madera rojiza ciprés, lijada perfectamente, demoniacamente perfecta. Los platillos a lo largo y ancho la decoraban, digno de portada de revista. Desde cordero y cerdo, bañados en salsas que ni podía imaginar, a múltiples ensaladas de frutas que ni estaban en esta parte de América. El té humeante en la tetera de cristal llamaba tentador a darle un sorbo, con una pisca de azúcar y las galletas de mantequilla en la canasta.

Ya analizada la comida, paso a mirar a los que comerán aquella comida.

La mucama con la que intento sacarle el ojo, estaba paralizada mirándolo, con la cuchara sopera en el aire, suponía que servía la sopa de entrada. El resto, por el aroma dulzón en todo el espacio, omegas sin duda. Ya pensaba otra vez que traficaban omegas, o los hacían esclavos y máquinas de parir, pero todos tenían la piel sin rasguños aparentemente, sin vientre marcado.

Si contaba bien, al menos 16 omegas estaban presentes en la mesa, 6 mujeres y el resto varones. Eran jóvenes, algunos menores que él, otros de igual edad, pocos mayores.

-¿Qué?- pregunto alzando al ceja, al ver que todos lo miraban como si fuera una cabra con alas.

-Omega Damián, un gusto que nos acompañe en este almuerzo. El amo ya me aviso de su llegada, por favor, siéntese- la otra beta que no le tenia miedo, se acerco gentil, jalando la silla de esquina de la mesa para que se siente.

Reprimió un gruñido, llamarlo con su casta le parecía antiguo y machista. Pero la mucama no debía pagar los platos rotos, además que es muy amable, y parecía no tener segundas intenciones…por el momento.

-bien- suspiro cansado, sentando en aquella silla victoriana, jalándola hacia adelante, sin esperar que la mucama lo haga por el.

- ¿ternera? - ofreció ella en la bandeja a la mano.

-soy vegetariano- arrugo la nariz al ver la carne. Pensar que podría ser su vaca mascota le revolvió el estómago.

La sirvienta no dijo nada más, sirviendo en un plato pequeñas porciones de ensaladas, purés con papa, y algunas frutas.

-¿tengo mierda en la cara?- pregunto brusco al darse cuenta que un niño lo miraba fijamente. Parece que lo hizo mojarse en los pantalones, se asusto y bajo la mirada al plato.

-¡Omega Damián!- reprendió escandalizada.

-Omega y un cuerno… dejemos claro en algo, odio que me llamen así. Solo Damián está bien- gruño.

-jum, aun me pregunto como el viejo pudo acoger a alguien tan vulgar como tu- burlo el omega de la otra punta de la mesa. Parecía mayor que él, cabello besado por el sol, con ojos grises y piel blanca leche, vestido de blanco.

-¿ah? Disculpe por arruinarte el puto reinado, pero yo tampoco quiero estar aquí, el pederasta que llamas amo me secuestro. Yo con gusto lo mataría, si no fuera por este estúpido collar- se jalo aquel collar del cuello, siseando molesto al no poder quitárselo. Los cubiertos de la mesa para su desgracia eran de plástico, todos en la mesa lo eran.

Pareció que dijo el mejor chiste del mundo, algunos empezaron a reír en la mesa.

-¿tu? ¿Matar a Alessandro? Una zorra que habla solo mierda-

-una zorra hablando de zorras, parece que eres la perra mayor en esta puta mesa, ¿Por qué no…- una boca callosa le callo la boca, no dudo en morderla. Tomo la copa de cristal de la mesa, partiéndola contra el borde, listo para apuñalar al que oso tocarlo. Claro que Rex tuvo que arruinar su atentado, apretándole la mano, negando con la cabeza cansado.

¿si la mano no era del rubio, de quien era?

Soltó la mano de sus dientes, satisfecho al verla roja y sangrante. Miro hacia arriba, observando al mismísimo Alessandro, sobándose la mano, con mirada burlona.

-¿Cuántas veces has intentado apuñalarme?- rio, aceptando la comprensa de hielo de la mucama, sentando en la mitad de lo ancho de la gran mesa, entre dos omegas, seguido de su guardaespaldas en el otro lado opuesto.

-T.T no seas llorona, fueron dos apenas, y las que falta…- dijo malicioso, llevándose una manzana a la boca.

-veo que ya hiciste enemistades- vio de reojo al otro rubio en la esquina, que comía como si no fuera a el de la cosa.

-controla a tu perra, y no le cortare los meñiques-

-¡bastardo hijo de…-

-Derek- reprendió el pelinegro, llevándose la tasa de té a la boca. El rubio obedeció, con mirada pistola hacia el oji-jade.

-ya lo veía venir. No creo que haya sido bueno traerlo aquí Ale- se quejó Rex, perezoso comiendo una chuleta de cerdo con salsa negra.

-solo necesitan conocerse más ¿Por qué no te presentas? -

Lo miro como si estuviera loco, pero no era broma, a juzgar por la sonrisita que tenía. Si fue parte del clan, ya sabían de todos modos su nombre, apellido, tipo de sangre, y claro… cada uno de los integrantes de su familia. Ya no tenia sentido ocultar quien era, pero no revelaría nada de los demás miembros.

-Damián Wayne, el que les arrancara los ovarios si se meten conmigo- gruño.

Le pareció que esta vez, de seguro hizo que se orinara la ropa interior aquel niño que tenía próximo a su izquierda, tenia ya los ojos aguados.

-niños, él es Damián, mi primo por parte de Talía, hermana de Nyssa, y un Robin cabe mencionar. Se quedará con nosotros hasta que el tiempo lo decida. Cuídenlo por favor, es un diamante en bruto, ¿cierto Rex? -

-muy lindo y todo, pero una fiera, así que te agradecería que no me hagas estar en plan de niñera-

Damián no entendía al infante que antes mojaba sus pantalones por él, ahora parecía tener estrellitas por todo su rostro, mirándolo de manera intensa con esos ojos ambarinos. Le dedicó una mirada asesina al alfa pelinegro, que comía como si nada, luego a los demás en la mesa, causando que cerraran la boca de o mayúscula que tenían, y empezaran a comer.

No veía la hora en que Dick apareciera, con su entrada dramática, rompiendo el techo y partiendo la mesa, llevándoselo al jardín donde estará el Batplane, listo para sacarlo de este agujero.

El tal Derek parecía apoyarlo, mirándolo molesto, como si quisiera que se fuera de su reino.

Y no tenia idea de cuanto lo deseaba…

 

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- ¿ya la encontraron? - pregunto Stephanie, viendo como si nada su manicura.

-seria tan maravillo que muevas ese culo malcriado, y ayudaras a buscar- gruño Bárbara, alumbrando con la linterna entre el pasto algo largo del suelo.

-yo aun sigo pensando que es mas al norte, perdemos tiempo aquí-

Barbara murmuro una maldición, ya recordando por qué prefería trabajar con los hermanos de la noche que con la rubia. Tomo una porción de tierra del suelo, lanzándosela al cabello.

-¡¿Qué mierdas te pasa?!-grito asqueada, sacudiéndose el cabello, mientras la pelirroja reía.

-no pareces de las que combaten el crimen, ¿segura que eres una heroína? - burlo.

La rubia entrecerró los ojos, murmurando maldiciones en francés. Tampoco es que le hiciera gracia trabajar con la pelirroja, que era más lanzada y temeraria. Esta mujer parecía mas hombre, pues claro, ya lo veía venir de una alfa como ella. Se preguntaba si al menos se cortaba las uñas. Ella tenía sus métodos de combatir el crimen, y ella los suyos, tenía que respetarlos. Pero discutir con una dominante, era casi pelea perdida.

-Perra- se cepillo el cabello, aun resentida.

-no te pongas como la reina del drama, ese puesto es para Drake. Si tanto piensas que la caja negra esta al norte, pues de una puta vez vayamos, pero no me llores después que no la encontremos- avanzó hacia norte, alumbrando el suelo de paso, buscando aquella caja.

El plan de la Batfamily fue buscar aquella avioneta en que Frio y Espantapájaros huyeron. Fue fácil ya que era robada, según tráfico aéreo de satélites Wayne Enterprise, el ultimo rastreo de la señal de la aeronave fue cerca de Manchac, Luisiana. Dejo de dar alguna señal, deducían que lo estrellaron, para no encontrarlos tan pronto. La caja negra era lo suficientemente resistente para sobrevivir el impacto, pero tiene un tiempo de vida limitado de transmisión de SOS. Dick se la había pasado varios días intentado encontrarla en el basto estado de Luisiana, sin éxito alguno. Los bares de Gotham no fueron de ayuda, ni tampoco interrogando a Frio, que casualidades Flash lo atrapo cuando iba de fuga, sin éxito que dijera algo. Para Tim, fue una sorpresa que se ofrecía la tortura para hacerlo cantar, no el método, si no Dick-todo-el-mundo-es-feliz-y-rosas-Grayson. No ayudo que Jason lo apoyara, con sonrisa maliciosa. El personal de Arkham, por mucho que odie los enemigos de Batman, tenían que respetar un reglamento, entre ellas, la no tortura.

Si encontraban la caja negra, más cerca de Damián.

Stephanie se negó a ir dentro del pantano, Barbara por una vez concordó con ella, recordando aquella película de cocodrilos come humanos. Nigthwing, sin dudarlo, tomo un bote a sugerencia de Jason, casi se lanzaba al agua a nadar si no lo hubiera detenido.

La señal comenzaba a ser débil si dejaban que pasara el tiempo al SOS. Redujeron el choque al radio de 3 kilómetros desde donde aterrizaron en la Batplane.

Al contrario de la charla divertida entre las chicas, con los hombres era un silencio. Jason miraba de vez en cuando la computadora holográfica en sus piernas, con el aire frio del pantano golpeando su rostro. Mirada cada tanto a Dick en la parte trasera del deslizador, manejando el timón. El rostro serio del mayor le hacia preguntarse si era adecuado decir alguna broma para aflojar la tensión. Los ojos azules de su hermano se estaban extinguiendo, cada vez ganando el rojo en sus iris. Agréguele el traje de Batman, o el mismísimo traje del diablo de negocios de bruce, y tenía una copia exacta del patriarca.

-¡Derecha!- exclamo el pistolero.

El ondeo del agua al brusco movimiento le dio algo un estremecimiento, también se ha visto la película con Barbara.

-Oye Dicki, ¿te has visto rio de sangre? - pregunto mirando el agua.

-no- la respuesta seca le hizo preguntarse si era buena idea hacerle conversación.

- ¿no? ¿Terror en lo profundo? -

-no- la misma respuesta.

-¿pues qué clase de películas vez?- suspiro desesperado, revisando las coordenadas de tanto en tanto.

El silencio después de la pregunta fue incómodo.

Jason se preguntaba ¿Qué pasaría si el hijo verdadero nunca apareciera?, una masacre total. Eso sin dudo destrozaría a Bruce y a Dick, que parecía que ellos mismos lo tuvieron en el vientre. La lluvia de Sangre que podría pasar por parte de Talía no quería pensarla, esa vieja loca le hizo ver en el corto tiempo con ella, que los que más odia los mata, los lanza al poso de Lázaro y los vuelve a matar siete veces. Del resto no tenía conocimiento de que tan allegados eran a Damián.

Él en lo personal, no soportaba mucho la personalidad del pequeño demonio, pero eso no significaba que no lo respetaba, lo entendía un poco, pues ambos estuvieron caminando con la muerte y vuelto a la vida. ¿su relación como compañeros combatientes del crimen? No estaba nada mal, no les costaba sincronizarse. ¿Su relación como hermanos? Podía estar entre el asco y la mierda, creía que en el asco. Si estaban de muy buenas, unos diálogos civilizados con Dick de por medio, y unas cuentas bromas que se gastan entre ellos. Una ocasión, salieron con su padre al centro comercial, Dick corrió a escoger ropa para el menor, Tim fue a la librería, el padre de familia fue sorprendido por Selina, que prácticamente lo secuestro, quedando ellos dos. Solo fueron al Arcade porque estaba aburridos y no quería darle más molestia al padre de familia con sus peleas, no negó que fue buen oponente el niño. La armonía entre ellos se destrozó, cuando se burló del niño, al ver a Dick mostrarle las Trusas de animalitos que le compro. Su excusa, no son así porque se odien, solo porque sus personalidades lo dictan. Nunca pensó que el de ojos jade pudiera ser secuestrado, o asesinado por segunda ocasión, ese omega no tenía nada de débil, pero ha llegado a replantearse la idea de lo que pasaría si llegara a faltar.

Nunca ha tenido hermanos en su anterior vida, y cuando regreso con Bruce a la mansión como Reed Hood, el tener noticia de 2 hermanos no le ánimo, pero tener la compañía que la soledad de una prisión en los bajos de Al Ghul era mejor. Uno se acostumbra con dificultad al entorno, teniendo la personalidad que se carga, un tercer hermano hijo de Talía fue más difícil, menos al ver que heredo de ellas las gemas de la muerte verde.

¿lo extrañaría? Si, lo haría sin duda, es difícil pensar que no será recibido en la mansión con alguna navaja en su cara, casi que le parece adorable. La mierda de no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes parecía ser cierta, pero no sería un melodramático, lo extrañaría, pero no se largaría a llorar como magdalena. Siendo sinceros no lo sabía, hace mucho que no pierde un lazo Psíquico con alguien de manada.

-el cine clásico- respondió el mayor de los dos.

-por supuesto…-murmuro al aire.

Lo que le guste Damián, le gusta Dick. O no sabia si era al revés, su lazo era muy complicado para entenderlo.

 

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Ahorcaría a Clark, y luego a Guy, por llevarse la maldita nave sin avisar.

Les dijo en la anterior reunión del concejo de guerra, que transportar heridos, con una nave que a lenguas se notaba que no era de los habitantes, no sería buena idea para ser vista en una guerra civil. Si hubieran esperado unas horas más, hubieran tomado la nave de carga ya reparada en los hangares de los N`jobus.

Pero no, ignorando su orden, y cuando fue a respirar un poco de aire fresco, por el aroma dulce de omega de Hal que lo perturbaba adentro, fue golpeado por una ráfaga de viento fuerte, lo ultimo que vio fue la nave elevarse y tomar la hiper velocidad, desapareciendo por el occidente, directo al frente.

Tampoco le hizo gracia que, en una silla reclinable, con una hielera y estéreo, estuviera el mismísimo diablo sonriéndole, saludándolo como que no quiere la cosa.

Habían movido su campamento varias veces, hasta llegar a una especie de desierto, con unos cuentos grupos de arboles extraterrestres en oasis, del resto, pura arena y tierra blanca como la sal.

Viendo mejor al linterna, se pregunto si ya sabia lo que iba a pasar, porque tenía sombrilla y todo.

Las opciones: o sufrir de insolación, o irse a sentarse con el ardiente piloto.

Gruño descontento, no era un maldito mocoso para actuar así, paso 4 días desde la confesión abierta tu me gustas, no sabes cuánto me encantas abiertamente por parte del Jordán, y le estaba huyendo como cobarde. Tenia que comportarse como el adulto que era, aunque no decía lo mismo sus piernas, que daban pasos como bebé.

-¿tu lo sabias no?- pregunto con molestia.

El peli-café sonrió, quitándose los lentes de aviador, mirándolo con burla.

-saque las cervezas antes que se fueran- meneo la lata en su mano, dándole un trago.

Hizo de todo para no ver la gota de agua deslizarse por el cuello del héroe intergaláctico.

-ignorando mi orden, y ahora nos dejan en la mitad del puto desierto. Ya se acordarán de mí, cuanto tengamos una guerra tocando nuestro planeta por estar de metiches aquí- gruño.

-relájate, ya me estas mareando con ese olor. Ya están grandecitos como para que Papá gallina ande tras ellos, y si hay guerra, siempre se puede pagar con sacrificio humano, por idiotas- palmeo la silla reclinable a su lado, debajo de la sombrilla.

-no creo que se buena idea Hal- negó ante la petición.

-¿Por qué? ¿aun te asusta que me encantes? - rio ante la expresión exaltada del murciélago.

-no me asusta nada Jordán. Solo que mi celo esta cerca, eso es todo- se cruzó de brazos.

-excusas y más excusas, ya tomé mis supresores, así que no entraras en celo ahora. Además…¿podrás soportar el sol, que una deliciosa sombra?- alzo la ceja curioso.

Batman se lo pensó mucho, no emanaba sus feromonas omegas, así que su instinto no hará algo que no debe. El que le guste al piloto no debe asustarlo como ratón, pero aun no sabia que hacer ante la declaración, nunca se había quedado tan indeciso. No le gustaba el sol, para nada.

Respiro rendido, estándose en la silla reclinable de estambre, desabotonando los primeros botones de su camisa y darse un poco de aire. Vio de reojo al linterna, que tenia a gorra tapando su rostro, con la respiración constante, suponía que estaba tratando de dormir. La tensión en sus músculos se relajó un poco, y trato de meditar, arre costándose también, permitiéndose relajarse en todos esos días de estrés.

Se preguntaba que estaban haciendo sus hijos. Tim estaba cerca de terminar su proyecto de ciencias para la preparatoria, Jason le había comentado que comenzaría armar motocicletas en el garaje y venderlas. Dick tenia planes de comprar un nuevo departamento, entre la limítrofe de Gotham y Bludhaven. Damián al termino de sus vacaciones, empezara a dar clases de arte de Juliart.

Sus cuatro hijos tenían planes, y el encantado quería ayudarles en todo lo que podía. No podía esperar a llegar a la tierra, y consentirlos uno cuantos días. Tim en un año o dos podría comenzar su vida independiente, fuera de la mansión. Jason es un alma libre, muy impredecible, quedándose solo con Damián. ¿Qué haría cuando Damián también creciera y se fuera? Algún día sus avecillas deben dejar el nido, y el debe dejar ir a sus hijos, para que tengan su propia aventura en el mundo. No lo negaría, se sentiría muy solo, y le asustaba que pasara el tiempo muy rápido.

- ¿qué estás haciendo Hal? - pregunto en murmuro, al sentir unas manos acariciando sus brazos con una crema.

-no queremos que se queme esa piel blanca, tan suave y delicada- burlón y cantarín, siguió aplicando el bloqueador solar, en los fuertes brazos del alfa.

Bruce abrió los ojos, quedándose más pálido al ver al linterna prácticamente sentado encima de él.

-Bájate- gruño demandante.

-No- se sentó casi en la entrepierna del millonario, sonriendo cual Joker, frotando sus manos con el bloqueador.

-Hal, por favor, ya tengo dolores de cabeza-

-sin duda eres un viejo. Tranquilo ratoncito, déjate cuidar- la sonrisa torcida no le relajo, menos al sentir las manos tocar la piel de su pecho.

-no- lo detuvo agarrando de la muñeca, al ver que desabotonaría su camisa negra.

-Shh, no estés asustado ratoncito, el corazón está que te estalla- insistió otra vez en quitarle los botones.

-No estoy asustado- gruño a través de su garganta.

-entonces si tan machito eres, déjate, ¿no tienes nada que temer o sí? - Bruce definitivamente olio el reto, y como su orgullo lo dictaba, lo acepto, cediendo el agarre.

Hal sonrió, comenzando a desabotonar la camisa del murciélago. Se obligo a no gemir el ver aquel torso de revista, la piel blanca y con cicatrices, que lo hacía más varonil. Esparció más bloqueador en sus palmas, comenzando a frotar por los bíceps del murciélago.

Bruce estaba tenso, muy tenso, sintiendo las manos del omega acariciar su pecho. La ansiedad que la sangre este desviándose hacia abajo lo tenía del nervio.

Hal miro al murciélago, admirándolo con la lengua humedeciendo sus labios. Ese hombre era perfecto, digno de fantasías humedad en las noches. Se le hacia tan tierno la tensión evidente del hombre, y sus ojos firmemente cerrados.

-perfecto- dijo, también desabotonándose su playera.

-¡¿Qué haces?!- entro en pánico cuando vio al piloto quitarse la playera Hawaiana, mostrando la piel bronceada perfecta, y unos respetables músculos para su casta.

-Shh, tranquilo- susurro arre costándose hacia delante, quedando cara a cara con el alfa.

Bruce estaba con la mente dando vueltas, sin saber qué hacer, hace mucho que no tiene este tipo de situaciones.

Lentamente le dio un beso en la barbilla, uno casto y dulce, seguidos de otros más en la mandíbula áspera del Magnate. Por otro lado, apretaba el estambre de la silla tenso, aspirando el aroma de omega fértil.

-Hal…- murmuro perdido, entre la fragancia intensa del menor y las caricias a su cuerpo.

-hmp-

-yo…no estado con un…-

-Shh, tranquilo, ya lo sé- murmuro, chupando una porción de piel del pecho del mayor.

El sonido de una cremallera bajando le paralizo el cuerpo al justiciero de la noche, bajando su mirada abajo.  El piloto desabotono sus pantalones, bajando con lentitud la cremallera, ni se había dado cuenta en qué momento le había quitado los zapatos.

-Hal, estas yendo…-

-Shh, déjate hacer- el ronroneo omega lo detuvo, obedeciendo al instante aquella orden.

Nunca había estado con un omega, no porque los odie, si no que era débil ante ellos, simple naturaleza, y jamás le había gustado la idea de dejarse domar. Pero el ronroneo de Hal, y su mandato, no lo hizo sentir mal, no se sentía arrinconado en estar sometiéndose.

El aviador con lentitud, bajo los pantalones oscuros del caballero de la noche, poco a poco, acariciando de paso los gruesos muslos, y las musculosas pantorrillas del murciélago. El bóxer corto de licra azul le hizo tener una contracción en su útero, viendo el delicioso bulto del frente.

-mi celo…-

-Shh- calmo al mayor al darse cuenta de su ansiedad.

Hal deshizo también su pantaloneta, con lentitud, mostrando las piernas largas, sin una pisca de bello corporal en ellas, como lo dicta la naturaleza. Bruce las miro, inconsciente se relamió, tan delgadas, cremosas y listas para morder.

La trusa gris del linterna causo que poco a poco la sangre endurezca el miembro, respondió con la testosterona elevándose, agridulce y exquisito al olfato del menor.

Se volvió a sentar en la entrepierna del murciélago, dando algunos círculos con sus glúteos alrededor del miembro que estaba a medio hinchar. Los ojos azules metálicos del millonario era una tentación, al ver dilatadas las pupilas y la saliva alfa comenzando a desbordarse de sus labios. No lo resistió, ataco la boca de Batman, en beso francés con deseo y cariño a la vez, bebiendo del coctel hormonal de la saliva.

Sintió la dureza en medio de sus glúteos, con las leves embestidas del millonario desesperadas. Abrió los ojos admirante al ver el enorme bulto en los bóxer, con una mancha grande de preseminal a la vista en la licra.

Se volvió a sentar encima del murciélago, con los dedos rozantes en el elástico de la única prenda que definirá todo el momento. Miro a bruce, que tenia el deseo en cada perla de sudor en su piel. Hace mucho que le gustaba el murciélago, ahora a que lo ama con locura, que paso al deseo, lo deseaba tanto en sus solitarias noches, en sus celos, en el vacío de su cama. Este hombre era su ruina, que la leve mirada lo hacia derretir. De un solo quito la prenda faltante, saliendo el miembro grueso del alfa, con el olor al sexo denso y el nudo de la base hinchado.

Si, él había tenido sexo hace un buen tiempo con algunos alfas, a veces cuando su celo llegaba aun limite doloroso, pero nunca dejaba que lo penetraran sin condón, no le gustaba que terminaran dentro. Pero la idea que este hermoso semental lo montara, no le importaría que lo llenara con la esencia caliente.

Pero…

Debía considerar que alguien como Bruce, debía ir lento y con calma. No era de sexo casual y relaciones espontaneas, tenia conocimiento que ha estas alturas, no le atraía eso, tal vez primero las 20 citas y luego algún toque. Odiaba, pero a la vez le encantaba tanto eso del millonario, porque no quería ser solo un acoston, no como las relaciones pasadas que había tenido, quería algo duradero, y él no iba arruinar todos sus esfuerzos. Debía siempre considerar los sentimientos y decisiones del otro, Bruce solo está ido por las feromonas y su celo próximo, lo quería consciente si el momento llegara a darse.

Lo que el amor te hace…. Pensó con cansancio. Primero el amor, luego la pasión.

No iba a tener sexo, pero tampoco diría que no aun arrumaco con él.

Se quito por completo su trusa, quedando igual de desnudo que el murciélago. Bruce miro con deseo el cuerpo del piloto, los glúteos carnosos, el miembro omega que deseaba probar y la humedad notante entre sus piernas. al contrario de lo que esperaba el alfa, Jordán solo se acurruco en la unión de su hombro y cuello, cambiando su aroma de lujuria por uno más refrescante.

-Hal…-gimio desesperado, sintiendo su erección doler.

-No Bats, no es el momento-

Permitió que el mayor inhalara sus feromonas, con la frescura y somnífero en ella. El hombre paso sus brazos por la cintura del héroe intergaláctico, y sentir al menos que aquel omega era suyo. Hal leyó en una revista que las caricias debajo de la mandíbula ayudaban a relajar a un dominante, ya que tienen sus colmillos sensibles retractiles ahí. Le dio risa, que cual gatito se dejo ante el toque. La niebla del deseo poco a poco desaparecía de la mente del murciélago, siendo mas consciente de donde estaba.

-mierda…- murmuro a la nada

-sí, estamos jodidos…- rio.

-¿hicimos…?- pregunto con miedo.

-no, claro que no. Pensé que no era lo mejor- dijo distraídamente, dibujando círculos en el pecho del maduro.

El aire frio le golpeo la piel, dándose cuenta que estaba como la vida lo trajo al mundo, junto al linterna que estaba en las mismas.

-Hal…-

-Antes que digas algo, déjame aclarar que no tuvimos sexo si eso crees. Mira… lo que dije es verdad Bruce, tomate en serio lo que dije, me encantas. Y no me juzgues por mi edad, que yo no te quiero utilizar para una cogida de una sola noche, no me gusta eso. Solo…que difícil ¡joder!, solo te pido que lo pienses. Y si estás dispuesto a intentar… bueno, puedo esperar-

Bruce parpadeo ante el vomito de palabras tan rápido del linterna, necesito al menos 5 minutos para procesar por completo las palabras de Hal. Si, se asusto que hubiera sido dominado por su celo y lo hubiera violado, pero agradeció tanto la consideración del piloto. Aunque aun no se explica que hacen desnudos los dos, acurrucados en aquella silla reclinable de playa. No se sintió incomodo, el toque intimo con otra persona después de tantos años le era agradable, sin haber hecho coito antes claro. Pensó al principio que alguien tan joven como Hal, buscaba burlarse de el, o solo una noche de pasión según chismes de hace años, en el desempeño sexual que tuvo con sus amantes, y no sabía si podía seguirle el paso a alguien 13 años menor que él. Pero estando confesándole que iba en serio, con la paciencia de esperarlo a su ritmo, se dijo ¿Por qué no darse una oportunidad? Tan diferentes que le daba mucha curiosidad por conocerse mas a fondo. Podría gustarle más de lo que veía, ya debía dejar aun lado ese trauma con Talía, no todos querían meterse en sus pantalones, tener un hijo en secreto para entrenar en su asesinato. Hal era demasiado honesto y trasparente, considerado e idiota, quería darse la oportunidad con él.

-cuando volvamos a la tierra, conozco un Bar en las afueras de Jump City- fue todo lo que dijo, y todo lo que quería escuchar el linterna.


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