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Y es color azul por alex solano

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Era muy bueno en la ley del puto hielo.

Ha pasado solo dos días desde esa madrugada, en que él encerrado trataba de secar sus ojos y no derramar una estúpida lagrima, y Grayson suplicando que le abriera la puerta.

Fue testarudo y no salió hasta la cena. Su hermano le había dejado su comida a la puerta, el sándwich aun tibio, justo como lo prefería, unas galletas de sal que hace Alfred con un chocolate. Una cena muy Grayson. Junto con la nota que salía a patrullar y se cuidara. Rodo los ojos al ver la grande frase al final del papel perdóname.

Había salido del cuarto a penas y termino la comida. Dejo los platos limpios en el guarda losas. Vio unas botellas de vodka en el cubo de basura. Frunció el ceño. Grayson no era de tomar, rara vez lo hacía. Un pequeño fuego de preocupación en su pecho se encendió. Pero se obligó apagarlo con el agua de ignorar. No quería salir afuera, patrullar conllevaría a ir con su hermano.

Le verdad le enojaba sentirse así, haciendo un berrinche como niño malcriado. No quería volver a sentir ese carbón en el estómago cuando vio aquella escena en la torre. Le causaba inseguridad, ira, traición y cólera. Pero la sensación era algo persistente. Sentir algo por el acróbata era demasiado complicado y prohibido. Era más contras que cosas buenas. Mejor quedarse en silencio por el resto de su vida. Aun así, no era justificable que estuviera en esas condiciones con su hermano. Mintió sí, todos mienten. No están en una relación, así que no debería sentir traición. De verdad quería salir del cuarto cuando escuchaba los pasos del mayor al otro lado de la puerta para dejarle su desayuno, pero la mente traicionera le recuerda eso de nuevo, deteniendo la mano a centímetros de la perilla. No le gustaba como estaban. No le gustaba sentir que las cosas estaban mal con el mayor. Sus otros hermanos era otra historia, apuñalo a Tim pero no sintió el más mínimo remordimiento.

Tenía ganas de llorar.

Se había repetido la misma Escena en las siguientes noches hasta el presente, su hermano mayor llevándole algo de comer, llamándolo por su nombre preocupado. Luego contándole su día, recargado contra la puerta, sin saber que su hermano menor estaba exactamente en la misma posición escuchando. Un ruego más que saliera y lo perdonara. Un periodo de silencio y luego el suspiro del mayor cansado, parándose del suelo y salir hacer sus quehaceres.

Hoy fue la misma rutina en la mañana. Le dijo que tenía que ir a monte justicia por un llamado, regresaría en la madrugada, que hiciera sus tareas del instituto pendientes para después de vacaciones, no se comiera las galletas del horno y si quería podría patrullar, sin temer que él lo siguiera.

El menor quería abrir la puerta antes que se fuera, pero el fantasma de su abuelo, las enseñanzas de su madre lo dejaban paralizado. Pero tomo el valor y abrió la perilla de la puerta, corriendo por el pasillo hasta la sala. Buscando al primer Robin, pero ya no estaba. El sonido de una motocicleta en la calle lo hizo mirar por el ventanal, mirando a Grayson en civil conducir por las calles hacia monte justicia.

 

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Nigthwing se permitió echarse acostado, en el gran sofá de la sala de estar de monte justicia. En los próximos sillones no fue diferente con Conner y Megan, aun teniendo energías para acaramelarse. Le dio algo de risa la mueca de asco de Wally y la expresión indignada de Artemisa por hacer espectáculo en público, y la bofetada que le dio a chico flash de darles el ejemplo y meterse lengua profunda hasta la garganta.

Dick rio, viendo la convivencia con sus compañeros. Aun recordaba la vez en que llego con flecha roja y Wally a la falsa Atalaya. Sus primeras misiones como equipo, la amistad comenzando a nacer y a la vez el romance. En su opinión, demasiado dulce.

-quita esa mirada de envidia. Si quieres puede unirte- el juego de cejas del pelirrojo se ganó otra bofetada de la rubia.

-¿con esa lengua larga?, no gracias. Aun no me explico cómo se la metes en la boca y aun no sale por el trasero- valió la pena decirlo, incluso el golpe de la bota de la chica en plena cara.

-son unos cerdos- la arquera dio media vuelta a los vestidores.

-¿quieres que vaya contigo?- el tono sugerente del alfa pelirrojo dejo en claro el mensaje trasfondo, con los “uuu” de los demás.

-vete a la mierda Wally. Espíame y te arranco los huevos- el tono amenazante con la cara sonrojada de la beta no coincidían. La rubia siguió con su camino y perderse de vista de los demás.

-tiene humor de mil demonios- suspiro divertido el velocista, quitándose la máscara, echándose en el diván.

Dick aun no entendía como pudieron ellos terminar siendo pareja. Tan diferentes en personalidad y parece que son tan complementarios entre ellos. Entre la actitud precavida, analítica y prudente de la beta, con la impulsiva y despreocupada del pelirrojo.

La imagen de Damián golpeándolo con su mochila la vez en que lo recogió en la limusina enfrente del instituto le hizo reír. El pequeño indignado por semejante show que armo. Le pareció divertido vestirse como Alfred y hacer una dramática escena, inclinándose exageradamente, lamerse la palma de la mano y peinar los mechos fuera de su lugar, gritando a voz alta de cosas de bebés, su oso de peluche y demás cosas que lo avergonzaron, en pleno público. Para los demás estudiantes le pareció entretenido mirar al principito golpear duramente al supuesto mayordomo, que reí en el suelo. Colin grababa todo en su celular, como buen espectáculo para conseguir seguidores en sus redes sociales.

La vista le causo una leve sonrisa.

Los dos eran tan diferentes, pero no imaginaba la vida en que un día llegara Damián a desaparecer. Era tan vital la presencia de su pequeño hermano en su vida. No entendía como sus hermanos no veían lo que él podía ver en Damián.

Podía ver lo fuerte pero a la vez lo frágil que era. El brillo en sus ojos al ver un nuevo animal en su camino. El supuesto desagrado que lo abrazara sorpresivamente, sintiendo el cálido cuerpo del adolecente, el olor dulce en su cabello y el pulso cardiaco.

Damián olía a casa, a su hogar. Olfateo la misión, era su hogar, pero al a vez no olía completamente como su hogar. El menor olía completamente a un hogar, como el hombre que llego después del trabajo, siendo recibido por su familia con una comida casera caliente. Los cachorros insistiendo en jugar con él, y un beso en la mejilla de su pareja. Ese era el aroma cliché de las películas en su olfato.

 Bruce olía a manada, a un amigo, un padre, pero no a bienvenida.

Tim olía también a hermano menor, manada, aliado, pero no a familia.

Jason olía a hermano menor, manada, un amigo en quien confiar, pero no a comida caliente.

Damián olía a su hogar, olía a todos sus hermanos y padre juntos. Su aroma era del cálido hogar antes de quedar huérfano.

Pero su hogar estaba peleado con él, sin abrir la puerta para entrar. Nunca había estado peleado tanto tiempo con la pequeña bola de odio. Le pesaba la sensación de estar en esas condiciones con él.

-oye párale a tus pensamientos. Hueles horrible- Wally lo saco de su ensoñación, parpadeando para fijarse en donde estaba.

No le gustaba la mirada de su mejor amigo, ni menos la analizante de la pareja que paro sus besuqueos.

-oye, hueles a tristeza viejo. ¿Todo bien en casa?. No me digas que Jason volvió a estrellar el Bati-móvil y te echo la culpa.-

-no, no es eso. Solo…que las cosas están un poco tensas con…-

-¿tensas con quién? ¿Estas saliendo? Oh, ¿Quién es?- la marciana le brillaron los ojos.

Dick hizo una mueca, le era incomodo el modo que lo acosaba en buscarse una pareja. Ya se le hacía cansado que resaltaran su soltería. Menos los planes de Megan en tener una tripe cita cuando consiga pareja.

-¿es Zatanna? No espera, ¿Harley?- Wally enumero.

-¿con una villana? ¡cómo se te ocurre Wally!- la de piel verde le dio un zape.

Dick se rasco un poco la nuca, una sola vez tuvo un enredo con la compañera del Joker en sus inicios de Nigthwing. En su defensa, estaba atado en una cama y la villana se cambiaba de ropa enfrente de él, no era de piedra. Fue un consuelo que Bruce le haya dicho que había tenido enredos peores con Talía y Gatubela.

-¿Diana?-sugirió Conner.

-¿la mujer maravilla? ¡Cómo se te ocurre!-

-¿Flecha roja?, él es un alfa sexi- canturreo la marciana.

-¿a Dick le gustan los alfas?-

-¿volvió con Kori?-

-no que yo sepa. Debe ser el señor Jordan ¿no? Es omega y aun joven-

-¿linterna?, es diez años más viejo que Dick-

Miraba incrédulo a sus amigos, buscándole y adivinándole pareja.

-¡basta! ¡No estoy saliendo con nadie ¿de acuerdo?-

-pero tú dijiste…-

-sí, pero con mi hermano menor. Damián- aclaro.

No le pasó desapercibida la mueca que pusieron los tres. El calor del enojo comenzaba a encenderse en su pecho.

-¿Damián?- pregunto insegura la marciana.

-¿el demonio?- pregunto Conner.

-cuida tu boca- siseo enojado al Kent, que alzo las manos en gesto calmante al sentir el aroma agresivo.

No todos los presentes les gustaba la compañía del menor. Para Megan, era muy arisco y grosero la primera vez que lo conoció. Para Conner, muy sanguinario y poco amistoso. Iba a visitar a Tim pero entro en la habitación equivocada, ganándose un golpe con manopla de Kriptonita, dejándolo O.K . Para Wally, una gran masa de odio y maldad, quería armar lo que llamada un Desmadre con Dick, haciendo un escándalo en la mansión, siendo recibido por un golpe en la cabeza, dejándolo inconsciente. Al despertar, fue recibido por las ratas entre la basura, enfrente de la reja de la mansión. Artemisa era sensata y solo lo saludaba si era estrictamente necesario.

Megan y Conner evitaban encontrárselo cuando iban a la mansión. Wally no pensaba igual, haciendo una guerra campal con el menor con bromas pesadas, siendo el al final encontrado atado dentro de la fuente. Siendo rescatado por la beta que lo reprendía.

De verdad no podían evitar compararla con la película mi pobre angelito. Siendo ellos los viles ladrones, que tan a la mínima provocación, serian víctimas de las jugarretas del menor de los Wayne.

-¿Qué sucedió?-pregunto Wally interesado.

-me he peleado con él. No ha salido de su habitación. Me tiene angustiado. Me humillaría incluso enfrente de una plaza con que salga y me hable- confeso, bajando la mirada al suelo.

Los tres lo miraban incrédulo. Aun no podían entender como Damián Wayne seguía siendo la luz de sus ojos, el tierno niño, un peluche para apachurrar, el angelito que no quiebra un plato. Un misterio.

Pero era conscientes de lo mucho que se querían. Aun recordaban como Dick abrazo libremente al menor, restregando su mejilla contra la del omega, como peluche que necesitaba mimos, mientras le menor suspiraba resignado. Siendo la primera vez que veían al Robin sanguinario dejarse abiertamente recibir un gesto de cariño.

Pareciera que el menor tenía una relación especial con el hermano mayor, además de su padre y el hijo del hombre de acero. Para el resto de las personas, las veía como una molestia en sus zapatos.

-¿Qué paso?-

-es algo complicado- se rasco la cabeza Nigthwing.

Siendo honesto ni el mismo se entendía. La verdad es que había sentido incomodidad cuando asistió a esa fiesta, como algo indebido. Había prometido asistir al aniversario, pero también al menor de ir al teatro. En la mañana iba a negarse a asistir, pero se encontró con Chico bestia, que insistió que le ayudara comprar los adornos y decorar la torre. La presión y emoción que tenían los demás al reunirse lo hizo sentirse arrinconado. No sabía cómo, pero le mintió a su hermano menor, yendo a la torre. Le beso con su ex le pareció algo normal y casi aburrido. El oír el nombre de Damián en voz alto lo congelo. Mirando al actual Robin en el ascensor, mirándolo enfurecido.

Se había despedido inmediatamente a pesar de las quejas. Pero tarde bajo cuando miro las marcas de neumático de la motocicleta en ruta hacia fuera. El sentimiento de haber cometido traición no se iba. No se entendía, pero había cometido traición de alguna forma que no podía explicar. Su hogar le aterraba la traición y la despreciaba.

Lo busco primero en el departamento, pero no estaba. Por todo Bludhaven pero no había señal, más que un laboratorio de químicos asaltado. Se alarmo al pensar que había sucedido algo malo con el menor, pero espantapájaros había desaparecido con Frio. Su instinto gimoteaba en busca de él. El alivio en su teléfono al ver que la motocicleta de Robin había entrado a la ciudad nuevamente. La tristeza al sentir el golpe de la puerta con su mejilla, echándolo fuera de su habitación. La leve esperanza al ver que no rechaza los alimentos que le daba. La angustia que este conflicto se extendía por más tiempo.

-le mentí. Lo engañe y siento que lo he traicionado de alguna forma.-

-bueno. Eso pasa seguido con primos. Supongo que si lo haces sentir en familia y no excluido se le pasa-

-¿en familia?, ¿recuerdas la familia que tengo?-

Wally hizo una mueca, la Bat-family no era tan unida y expresiva en el plano sentimental. Solo había que mirar al padre de familia.

-Jason ni de broma lo haría. Tim ni siquiera volverá hasta que no termine en Stark City, no le gusta que interrumpan en sus casos. Casandra no le gusta Damián. Bruce está ocupado siempre. Solo me tiene a mí- tan pronto lo dijo, fue consiente de cómo estaba su familia. Casi nunca tenían tiempo de estar unidos como familia. Esta era una de las razones por que protegería siempre a Damián. Quería darle el calor de un hogar, no quería que tuviera la soledad de una mansión vacía, la indiferencia de sus hermanos, el poco tiempo con Bruce. El odio de Talía. Quería ser su hogar, su refugio, su hombro para llorar.

No quería que pasara lo mismo, no iba a permitir que se partiera la familia más de lo que ya está. No dejaría a Damián solo. No dejaría que el hogar se fuera.

Si hogar era la respuesta, debía hacerle sentir a Damián como su hogar. Y no como un intruso.

-¿sabes qué? Wally de has dado una idea- se paró, trotando directo a los vestidores.

-em ¿de nada?- dijo el pelirrojo confundido.

Dick guardaría hasta la tumba haberse colado en una tienda PhotoShop en medio de la noche. Golpeando la impresora y leyendo el manual en internet de como imprimir una foto tamaño grande.  Eso sí, vestido de incognito, cubierto de pies a cabeza. Seria ya el colmo que fuera de Nigthwing. No tenía el valor de romper las cámaras, se veian que costaban una fortuna para los dueños. Ni hablar cuando al fin descubrió como se imprimía se le olvido traer siquiera un USB con fotos. Suerte que traía su teléfono consigo.

Apenas y termino, dejo el efectivo en la mesa, con una nota de disculpa y que se había comido los Brownies de la mesa.

Seria cómico ver al justiciero de la noche, saliendo torpemente por la ventana con un retrato grande de madera, que difícilmente salía. Dick rogaba que no se enterara Bruce.

 

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Damián pateaba fuertemente contra las rejas de la celda de la comisaría de policía de Bludhaven al ladrón y violador que pillo de infraganti. El oficial de turno lo miro con miedo, tendiéndole el papeleo correspondiente a llenar. Ni hablar de la recepcionista, que se debatía entre hacer de vista gorda o llamar a los demás para que el Robin no mate al pobre agente.

Damián miro al pastor alemán atado en un escritorio, que jadeaba con la boca afuera.

-dame un plato- ordeno.

Sin rechistar el uniformado le entrego un tazón de porcelana. Como pedro por su casa se caminó hasta la cocina y sala de descanso de la comisaria, con los oficiales apartándose de su paso. Era conocido que el Robin actual y compañero de Nigthwing no era muy amistoso. Lleno el tazón con agua del fregadero, volviendo a la recepción, tendiéndoselo en suelo, que gustoso el can tomo.

-dame- exigió la tabla con el papeleo.

El menor no estaba en su mejor humor, pero era consiente que los demás no debían pagar tan caro por su mal humor. El zape que le dio Dick en esa misma sala le había dolido al grítale a una detective de su incompetencia. Mejor resignarse y llenar los datos e irse lo más pronto.

No sabía si por esto había renunciado su hermano mayor de ser oficial aquí en la comisaria, lo entendería, aquí los oficiales no hacen mucho. El ambiente era aburrido, siendo Nigthwing un justiciero de acción, no lo veía como uno que se sienta hacer el papeleo.

Tan pronto como entro se fue, ignorando las miradas de los agentes y los gritos de la vieja de evidencia, que gritaba que los niños no deberían combatir y que los omegas deben estar siempre en casa.

Eso último le cabreo. Ya se iba voltear para patear a la vieja y empezar una discusión sobre los omegas. Le enfurecía que le desacreditaran por su casta, ni hablar cuando un alfa se atrevía a utilizar su voz de mando en él. Hoy en día un omega podía ser lo que quiera ser, desde bombero hasta presidente de los malditos estados unidos. La vieja parecía ciega, casi la mitad de los agentes de la ley a su alrededor eran omegas.

Ya le iba a cantar sus tablas, pero Cassie, al antigua compañera de su hermano, conocedora de sus identidades secretas, le suplico con la mirada negando, que no se metiera en más problemas. Chasqueo la lengua, diendo media vuelta a su motocicleta haciendo de oídos sordos.

Los aires de la madrugada le dieron la bienvenida, con el tono leve naranja del sol saliendo. Hizo una parada en McDonalls para pedir un café en el autoservicio. Le dio algo de gracia cuando la chica en turno le entrego el late con la boca abierta.

Estaba cansado, mentalmente cansado. Esa tensión y ley del hielo con Dick hacia estragos en su mente. La sensación de vacío cuando estuvo solo en aquella sala le dejo mareado. Sentado en la terraza viendo la nada.

Bajo la pata de su motocicleta, a parqueándola al lado de la de Nigthwing. Miro con fastidio las barras que tenía que escalar hacia el décimo-octavo piso. Paso a paso comenzaba a ser consiente que haría cuando llegara a la sala y se encontrara con su hermano. Mejor dejar la mente en blanco, lo único que quería era un cama para echarse a dormir.

Corrió el librero falso, apenas mirando la sala que era leve iluminada por los primeros rayos de sol. Se quitó la capa, lanzándola al sofá junto con la katana. El cinturón con sus herramientas lo arrojo a la mesita isla en medio de la cocina. Abrió el refrigerador, tomando una caja de avena en su mano.

Se echó en el sofá, arre costado perezoso con los pies encima de la mesita de cristal a su frente. Tomando el líquido a travez de la pajilla.

-Dami…- canturreo el veinteañero en su oído.

Dio un leve brinco en su asiento, tosiendo escandalosamente.

-¡estúpido! ¡¿estás loco?! ¡Casi me matas!- le grito sobándose la garganta.

El menor chasqueo la lengua enojado, mirando a Dick, que como si nada se sentó a su lado, sin disculparse del susto.

El mayor paso su brazo alrededor de los hombros del menor, acurrucándose en el cómodo sofá negro.

El silencio se hizo presente, además del ruido de succión de la avena. Damián no sabía cómo actuar ahora, hasta ahora sabía que estaban peleados, y la actitud relajada del acróbata lo tenía desconcertado. ¿No estaban enojados?

Pero siendo sinceros, estaba muy casando que las cosas siguieran así, no lo soportaba. La sensación cálida del cuerpo de su hermano mayor contra el suyo le era tan nostálgica como si pasaron años. El olor agridulce del alfa era un bálsamo a la tensión.

-Grayson yo…-

-¿no notas algo diferente Dami?-le interrumpió el mayor, silbando como que no quiere la cosa, apretándolo más contra su cuerpo.

El menor lo miro desconcertado. Analizo de pies a cabeza el cuerpo del justiciero, no notaba nada fuera de lugar. Debía entonces referirse algo de la casa. Los mismos muebles, el mismo florero, los mismos platos, el mismo agujero en la pared de una bala de Jason, la mismas fotografías en el estante, el mismo cuadro de el con su hermano, también el…

¿Qué mierda?, pensó el menor parándose de su sitio.

El maldito cuadro ocupaba casi 2/4 de la altura de la pared. Aquí lo que más llama la atención, es lo que hay en el cuadro. Una selfie de él con Dick. Cabe recalcar que en aplicación SnapChat que la consideraba muy estúpida, con las típicas orejas y nariz de perro en sus respectivas cabezas y narices. El estando mirando indiferente a la cámara con un libro, y el mayor sonriendo como si nada junto a él. Grayson acostumbraba a tomar muchas fotos con él, que llenaba su teléfono en cuestión de un mes. Así que se permitió cuestionar, por qué su hermano, entre todas las fotos existente, tenía que imprimir esa. Aunque tan pronto como llego el pensamiento se fue, siendo remplazado por el calor cálido que inundaba su pecho.

-Dami…- la voz de su hermano le saco de su letargo.

Frunció el ceño al mirarlo con un pañuelo en su mano, pasándolo delicadamente por debajo de su ojo izquierdo. No fue consiente hasta ese momento que le ardían los ojos como si pelara cebollas.

-de todas…tenías que elegir la más estúpida- susurro.

-pero es la más grande de todas ¿no?- sonrió, quitándole el antifaz de su rostro, rebelando los ojos jade del menor.

Maldecía al sentir su labio temblando. Oculto su rostro en el cuello del alfa, pasando sus brazos por el cuello del mayor. No quería si quiera que el mayor viera su expresión en ese momento.

-¿me perdonas?- acaricio la espalda del menor.

Un apretón por parte del menor alrededor de su cuello le hizo saber todo lo quería. No había nada que perdonar. Sin importarle las protestas del menor, paso su brazo por debajo de la piernas del adolecente y la otra por su espalda, cargándolo nupcial a su habitación.

Robin estaba muy cansado para siquiera pelear, tantas emociones a la vez necesitaba un descanso.

Dick lo arre costo en la cama doble, quitándole los cordones de las botas, deslizándolas por sus piernas suavemente hasta quitárselas, colocándolas en el suelo. Lo desvistió con cuidado, dejándolo en boxers rojos Calvin en la cama. Era habitual que en su armario tuviera prendas de Damián, una camiseta simple gris encontró. El menor estaba prácticamente dormido, aspirando el olor de hogar en el ambiente. Dick lo sentó difícilmente, colocándole la camiseta de dormir por su cabeza, los brazos delgados por las mangas cortas y darle un beso en la frente.

En la mansión de vez en cuando dormían juntos, no era diferente en Bludhaven. Hizo lo mismo con su ropa, demasiado agotado para tomar una ducha, solo un pantalón largo de algodón negro con el torso libre, lo abrazo a su lado.

Notas finales:

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