Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'SAINTSEIYA. Entregado por Dios {HadesxSeiya} por amourtenttia

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Lamento la demora~ No tengo mucho que decir sobre este capítulo, más que espero que lo disfruten ^^ Yo lo adoré jajajaja


Nos leemos ^^

 

  

.

.

.

—Considero que estabas errado desde el comienzo—confiesa el Dorado a la muda pregunta que el Fénix pronuncia ante su inesperada llegada— Tu idea de que fuese su prisionero... Has estado equivocado

Ikki tuerce el gesto mientras que continúan observando a la distancia la interacción entre quienes dieran vida y forma a los meteoros Pegaso, a la vez que son escoltados por el Juez del Infierno con dirección a los Templos.

—Hemos hablado con él ahora... El Patriarca me ha sacado alegando que tu presencia debería ser también requerida, incluso cuando tu y yo sabemos lo que opinas al respecto...

—Su hogar está donde Seiya esté—es la cruda respuesta de Fénix, mientras continúan mirando el andar de la familia del subsuelo— Si decide llevárselo, ¿quién soy yo para detenerlo?

Gioele suelta apenas una risa.

—Ojalá pudieras oírte. Ni siquiera tú crees que seas capaz de soltarlo. Y honestamente todos tenemos el mismo temor que tu aquí—confiesa, desviando su atención del menor para mirar la oscura cabellera de Teo perdiéndose a unos metros

—¿A qué te refieres?—cuestiona receloso Fénix

—Si se va ahora, siendo que ya tiene lazos aquí... ¿Será realmente feliz?

Ikki hace un esfuerzo sobrehumano para no descomponerse.

—Lo mejor es que esté con su familia. Lo necesitan de vuelta.

Death Mask suspira apenas.

—No te negaré que es lo que ellos necesitan. Un hijo no es cualquier cosa, y antes de que te quejes, sé que es tan tuyo como de Seiya pero... No intentes mentirnos, o mentirte a ti mismo, Ikki... Incluso si lo adoramos tanto, nuestro amor no se compara con el de sus padres.

—La sangre no lo es todo.

—Ciertamente, mocoso. Ciertamente no lo es... Pero es importante. Y dado que sus padres realmente lo aman, y han sufrido tanto, ¿cómo comparar siquiera las maneras en que se sienten? 

—Quizá sea mi turno de sufrir su pérdida... Como Seiya lo ha hecho.

—Eso es lo interesante, Fénix...

—¿El qué?

—No creo que tengas que extrañarlo pronto, no en un primer momento...

El nombrado frunce el ceño, sin entenderlo.

—Incluso si Hades hiciera temblar la tierra misma, no es tiempo. Hijo de Dios o no, Teo no podrá salir del Santuario aún.

—¿Eso es lo que vienes a decirme? ¿A jugar con lo que estoy sintiendo?—se queja entonces el más bajo, molesto.

¿Cómo atreverse a negarle a Seiya más tiempo?

—Shion demanda una respuesta tuya, y Hades te arrancará la cabeza ni bien pronuncies ésta delante de él.  Siendo que estarás de acuerdo a mantenerlo contigo tanto tiempo.Dímelo ahora, Fénix, y regresaré a informar tal como me fue ordenado, sin que sea tu presencia necesaria para que puedan saberlo...

—Respondería si preguntaras directamente, cangrejo. Deja de darle tantas vueltas.

Cuando el Dorado sonríe teme por apenas un breve instante. Su postura se tensa notablemente.

—Ikki de Fénix, ¿estarías dispuesto a morir por tu hijo si los Cielos demandan su cabeza de nuevo?

El Caballero de Bronce no duda ni un ápice al responder.

— Moriría por él... Protegeré al hijo que me fue Entregado por Dios a costa de todo y todos. Ya sea en este mismo Santuario, o en los Infiernos. Nada va a pasarle si estoy allí para defenderle.

Gioele asiente entonces, completamente satisfecho antes de desaparecer tras un simple:

—Ya sabía yo que eso era lo que ibas a contestar. Siendo que los dorados hemos dicho algo similar.

.

.

.

.

 

 

El caballero de Pegaso observó a su vástago con la devoción escrita en sus orbes, Teo, delante suyo, era inconsciente de que le miraba con esa misma intensidad mientras le dedicaba una pequeña sonrisa. El gran caballero de Wyvern, quien custodiaba celosamente a su madre, había cumplido las órdenes dadas minutos antes al escoltarlos de regreso hasta el Templo de Sagitario. Su papi se les había sumado unos cuantos minutos más tarde, mientras que su autonombrado tío Aioros les recibía con tranquilidad. El menor del grupo sintió algo de curiosidad cuando el castaño fue regañado por el guardián del Templo con una voz apenas suave.

—Si se entera de que le desobedeciste de esa manera, no serás el único que pague las consecuencias, ¿no es verdad?

El príncipe encontró aquel comentario bastante singular, proviniendo de uno de los más serenos caballeros que había llegado a conocer en los últimos tiempos. Le pareció que sonaba incluso ligeramente preocupado. El que su madre sonriera de la misma forma nerviosa que él cuando rompía algo sin querer le provocó un calor agradable en el pecho. En eso se parecían también.

—Mientras no lo sepa, no le dolerá... Ésa es mi filosofía—declara Seiya de manera aparentemente despreocupada, provocando que su hijo le mire como si fuese un ente incomprensible a sus ojos. No le ha creído ni una palabra.

Conforme la noche va ganando terreno en el cielo que poco a poco permite observar las constelaciones ya familiares en el firmamento, Teo comienza a cuestionarse si este día particular de su vida no es más que un sueño de esos que experimenta con cierta frecuencia...  Sueños donde una familia que no conocía llegaba a buscarlo. Pocas veces estos momentos se volvían pesadillas donde era arrebatado de los brazos de su papi, mayormente eran sueños mucho más agradables, donde un hombre juraba protegerlo hasta el fin de los tiempos.

Su padre le confesó desde siempre que aún cuando su corazón le adoraba, no estaban atados por la sangre que le atraía a su verdadero progenitor. Ikki de fénix había sido lo suficientemente perceptivo como para notar que su protegido era mucho más consciente del mundo alrededor suyo desde los primeros momentos... En aquel entonces, desconocía la razón verdadera. Semidioses varios eran llamados seres fuera de lo ordinario, pero su hijo iba un paso más allá. Una consciencia propia de un joven apenas de mayor edad que el propio pequeño, y un poder que rivalizaba fácilmente con cualquier aprendiz experimentado. Ése era verdaderamente Teodosio, hijo de Hades y Seiya. Atrapado en un angelical niño, descansaba la consciencia de quien reinaría un día el Inframundo. Pero esto era aún desconocido por el divino ser. Rodeado entre aprendices varios, y distintos caballeros de bajos rangos, ningún Dorado consideró prudente mencionar nunca el nombre de hombre que fuera su padre. Éste mismo hecho había llegado a desesperar al menor, hasta que Ikki le explicó:

"—El día en que llegaste al mundo, ése mismo día terminaste en mis brazos... Te he amado como un padre amaría a un hijo desde el primer instante, y es por que te amo que tanto temo por tu seguridad...  Él me advirtió que Dioses intentarán venir por ti... No le fallaré. Ni a él. Ni a ti... No me hagas mentirte, Seiya. Lo mejor es que continúes en la ignorancia por ahora. Cuando sepa que es seguro para ti, entonces hablaré. No permitiré que te aparten de mi fácilmente. Ni siquiera sé si soportaré perderte cuando venga por ti para llevarte. Tu padre... Sé que él debe seguir buscándote"

A pesar de que Teo gustaba de repetirle incansablemente que su hogar estaba siempre a su lado, no dejaba de sentir que mentía cada vez más al pronunciar esas palabras. Era feliz con su papi. Tanto que la pequeña duda en su pecho le hacía sentir culpable cuando se permitía ser embargado por esa clase de sentimentalismos mundanos. Había comprendido demasiado rápido que él no era como cualquier otro niño de su edad. Adquirió consciencia incluso antes de ser capaz de caminar... Pudo darse cuenta de ello cuando soñó con ellos por primera vez.

Esa única noche que pasó fuera de los brazos de su papi mientras éste se las arreglaba para conseguir dinero para mantenerlos, el pequeño Seiya se quedó completamente solo en el departamento que el mayor hubiese adaptado para ellos dos. Fue incapaz de conciliar el sueño rápidamente, siendo que estaba lejos del reconfortante calor del fénix. Y cuando finalmente estaba empezando a reaccionar como cualquier niño de su edad, a punto de llamar a gritos a su desconocida madre, lo escuchó. Un arrullo tan suave, apenas perceptible en las suaves brisas que la noche llevaba hasta él. Un llanto que acompañaba ese canto melodioso que, aunque lleno de dolor, le llenó de paz. Se permitió ser envuelto por éste. Desde el Infierno, Pegaso cantaba una canción de cuna como cada noche que la ansiedad era más de lo que podía soportar. Y al dormir, pudo oírle con más intensidad.

"—Será un niño tan hermoso, cariño... Si se parece a ti aunque sea un poco, no habrá ser en nuestro mundo que posea belleza similar—" comentaba una voz serena, tal grado era su seriedad que parecía incluso frívola al confesar "—Ningún ente será digno de mirarle siquiera..."

Ésa es la primera vez que escucha la risa que guardaría celosamente en su mente.

"—No empieces a sobreprotegerlo desde tan temprano, mi amor... Él no ha nacido siquiera..."

"—Suenas tan convencido de que será un varón, Seiya..."

"—¿Eso te molestaría?"

"—El fruto de nuestro amor, ¿qué importancia tiene si es varón o no? Será el bebé más amado"

Escuchó esa risa de nuevo. Y fue arrullado por ella mientras Pegaso decía, a la vez que acariciaba el hinchado vientre.

"—Sí, definitivamente, ningún bebé será más amado que él"

—eo...

Teodosio no responde inmediatamente.

—Teo....

Le cuesta regresar a sus cinco sentidos.

—Teo, cariño, ¿te encuentras bien?

Sus ojos vuelven a observar la realidad frente a él cuando siente un calor agradable sobre su frente, parpadea confundido unos segundos mientras que la vergüenza adorna su rostro al encontrar el de su madre delante de él. Seiya le mira con preocupación, y él se siente un poco culpable. A un lado del castaño, Ikki también le mira con una duda razonable. Sabe que no es enfermedad lo que está afectando a su hijo... Nunca ha pescado un resfriado siquiera. Puede darse una idea de qué pasó.

—Estoy bien, madre... No necesitas preocuparte—informa, en voz pausada, no intentando ser demasiado cortante.

Antes su nana Dita le ha reñido por ser un tanto arisco con sus comentarios. Ese rasgo particular lo aprendió de su papi.

—¿Estás seguro? Parecías tan ido hace un segundo... ¿O será que fue el golpe? Oh Dioses, realmente lamento haberte dado tan duro...

Teo niega con una pequeña sonrisa en los labios al notarlo alterarse. Toma las manos que están a centímetros de las suyas. Debido a que Seiya continúa hincado delante de él, tiene este tipo de opciones. Abraza las palmas ajenas mientras le sonríe ampliamente.

 

.

.

.

 

 

 

—Madre... Si te contara algo... ¿Podrías prometerme no decirle a mi papi?

Seiya miró a su hijo extrañado. Apartados del resto, el menor había solicitado con pequeños gestos que le acompañara a la zona más alejada. Ikki había intercambiado apenas una mirada con él, recomendándole que fuera con el moreno con apenas una sonrisa pequeña.

—Claro, cariño... Si me pides guardar un secreto, nadie más va a saberlo...—promete sin dudar el mayor, regresando su total atención al joven príncipe.

Teodosio asintió, y se acercó algo más, a lo que Seiya se agachó hasta quedar nuevamente a su altura. Escuchar su voz suave en su oído fue extraño. Y resulto bastante curioso para ambos. El que se sientiera correcto reafirmó los pensamientos del pequeño.

—Sé que no nos habíamos visto antes... Pero... Creo que te estuve esperando desde hace mucho tiempo.

El mayor agradeció que su pequeño fuese incapaz de ver su expresión contrariada cuando lo abrazó a los pocos segundos. A unos pasos, Ikki no necesitó demasiado esfuerzo para escuchar la voz del Pony pronunciando un muy bajo:

—No, Teo... Yo soy quien estuvo siempre esperando.

.

.

.

Hades ingresó al santo recinto con una expresión estoica que, aunque imperturbable, daba señas claras a los actuales habitantes el submundo para saber su mal humor. Tras él, Death Mask y Aioria caminaban con expresiones no muy distintas. La seriedad total no era tan inusual en el cangrejo, pero aquel gesto incierto en el Caballero de Leo causó curiosidad en el resto.

Desde el centro de la sala que servía de recibidor en el hogar de Sagitario, Seiya intercambió una mirada con su esposo. El hijo de ambos no perdió detalle de la conversación que pareció desarrollarse ajena al resto de los presentes. Se mostró algo receloso ante la incomodidad del castaño, y se agarró con más fuerza a él cuando lo sintió abrazarlo con firmeza.

Salvo por nana Dita, él difícilmente seguía sintiéndose cómodo en los brazos de otra persona. Era porque Piscis destilaba un aura de amor a su alrededor que era tan fácil ser consentido por él. Tratado como el niño que meses atrás dejó de ser.

—No... —escuchó que pronunciaba su madre— Es muy pronto... Es temprano aún... No quiero dejarlo...

Teodosio miró a su padre con cierto rencor. Nadie iba a lastimar a madre delante suyo. En su intención estaba discutir sobre algo que aún desconocía cuando encontró tristeza en los orbes de color aguamarina.

—No podemos permanecer aquí más tiempo, Seiya... He extendido las horas cuanto tu cosmo me ha pedido, pero ni siquiera yo puedo controlar en un tiempo donde no reino... Tenemos que irnos.

El Pegaso dudó, el cuerpo entre sus brazos se agarró de él con más fuerza.

—No está en tus planes que regrese ahora, ¿no es así?—comenta, en tono acusador.

Leo se obliga a intervenir cuando la culpa le gana. Por supuesto, no ha sido Hades quien ha sugerido abandonar al príncipe del Infierno allí.

—No seas inconsciente, Pegaso... No hay manera en que Teo pueda librarse tan fácilmente de la protección del Santuario. Todos sospecharían. Será imposible para nosotros dar motivos por el cual ha desaparecido, o por qué no hacemos nada por encontrarlo.

—¡Pero es mi hijo de quien estás hablando, Aioria! ¡¿Cómo puedes pedirme algo así?!

Hades se interpuso antes de que pudiera lanzarse contra el Dorado. Sus intenciones asesinas eran notables incluso cuando su expresión no demostraba toda la furia que sentía en ese instante.

—Seiya...

—¡No! Esperaría esto de ellos, pero no de ti. ¡Nunca lo creería de ti!

—Es por su bien, y el nuestro—replica con fingida tranquilidad el Dios —Teo no puede venir. No de esta manera... Una vez que entre, sabes bien que no podrá librarse tan fácilmente.

—Me permitiste salir antes... Y yo...

—Las leyes de los Dioses no se aplican los mortales... —dice solemne, y el menor refunfuña cuando el otro les alcanza— Entiéndelo, Seiya. Si Teo regresa a casa ahora, le negarás la opción de volver a verlos...

Toman las manos que todavía sostienen al niño, y dice en voz baja.

—Antes fui demasiado soberbio, creyendo que Zeus ignoraría nuestros movimientos... Él debe continuar observando. Si permanecemos aquí, no soy lo suficientemente fuerte como para protegerlos a ambos.

—Puedo defenderme solo... No necesito de tu protección.

—¿Y estás seguro de que será suficiente para defenderlo a él? ¿Y a todo el Santuario?

El castaño no supo responder.

—Doce Dorados no fueron suficientes para detenerme a mí, y los Cinco de Bronce tuvieron sus propios problemas contra Poseidón mismo... ¿Qué te hace pensar que podrán contra el Dios de Dioses?

Los ojos de su amante se humedecieron ante la imagen. Las palabras del Dios del Infierno calaron hondo en su mente.

—Es demasiado pronto, amor mío... Ésta batalla es una que ahora mismo no seremos capaces de ganar... Hasta que tengamos la certeza, nuestro hijo no debe acompañarnos.

—Pero volverán para verme, ¿no es cierto?—se permite pregutnar el pequeño, tras un silencio.

Los ojos de su padre le observan con un amor que solo puede rivalizar con el que le profesa al Pegaso.

—A la menor oportunidad, estaremos aquí para verte, mi niño...—promete, mientras una de sus manos alcanzan su rostro, sin soltar la otra de su esposo.

Es la primera vez que se dirigen la palabra más directamente, y aunque no es ni de lejos tan intenso como la afinidad que Seiya goza junto a su pequeño, ambos pudieron sentirlo.

El llamado de la sangre, pero más fuerte que eso, sus cosmos encontrándose finalmente.

.

.

.

.

 

En el momento en que ambos hombres ingresaron de vuelta al Inframundo fue notable el cambio de ambiente en éste. Incluso cuando tristeza cursaba el semblante del consorte del Infierno, la calidez que emergía de su cosmos fue notable. Pandora, quien les esperaba pacientemente a unos metros de la habitación que ambos compartían, realizó una ligera reverencia tan pronto como les observó.

—Mi señor... Si me permitiera un momento, hay algo que desearía decirle —expresó hacia el más alto, quien tras intercambiar una mirada con el castaño asintió.

—Necesito hablar con Radamanthys—fue la sencilla frase que soltó su pequeño antes de apartarse, siendo seguido de cerca por el nombrado, quien se volviese su sombra desde hace años.

Gobernante y dama les observar ir en dirección a los jardines en silencio para luego dirigirse al lado contrario, perdiéndose en los pasillos aledaños antes de alcanzar el despacho del Señor del Inframundo, quien es saludado por cuanto Espectro se le cruza con total solemnidad.

—¿Debo empezar a preocuparme por un posible ataque ahora, Pandora, siendo que eres más callada que de costumbre?—inquiere el mayor en cuanto cruzan las puertas de la habitación.

Ella baja la cabeza apenas en cuanto el tono helado es dirigido a su persona.

—Ninguna mala noticia viene de mi boca en este momento—afirma, levanta el rostro para continuar— Pero no consideré prudente hablar de esto delante de su esposo...

—¿Pasa algo con él?—musita con cierto recelo el Dios

Pandora parece dudar por apenas un breve instante antes de que la seguridad adorne sus ojos.

—Antes de este día lleno de dicha, los sanadores acudieron a mí debido a los cambios que notaron en él.. —al notarlo tensarse se atreve a continuar, sin darle oportunidad de interrumpir— Su cosmos se debilitaba más rápidamente que el suyo, y siendo que es usted su creador, temíamos que su mal lo llevara con él...

—No he creado nada en mi esposo, Pandora. Egoísta incluso ha sido mi actuar...—le recuerda, serio

—Y no me atrevería a usar tal expresión si no fuera porque ninguna otra se compara—admite ella a su vez

Hades asiente entonces notablemente satisfecho.

—¿Qué te preocupa entonces, querida? ¿Qué tema provocó tu intranquilidad?

—Las antiguas runas hablan sobre que la tristeza profunda es suficiente para debilitar hasta a los más grandes... Cielo, Infierno y Océano mismo no son nada comparado a la pérdida de un ser amado en su totalidad... No di validez a tales palabras sino hasta que la prueba estuvo indudablemente delante de nosotros.—explica— Su esposo, nuestro joven amo... Seiya moría de tristeza... Y lamentable como es, nosotros, sus sirvientes, fuimos ciegos al no notarlo antes.

Aunque el hecho sorprende verdaderamente al más alto, su expresión cambia apenas unos pocos milímetros. El imperceptible gesto es evidente para su mano derecha, quien teme ahora una amenaza de que no llega en ningún momento.

—¿Moría, dices? ¿Se encuentra mejor ahora?

No necesita reprochar directamente para que ella confiese.

—Tan pronto como se me informó de su estado tuve intención de explicárselo, pero debido a que usted me dijo sus planes de acudir a la tierra consideré prudente esperar un poco más. Ciertamente me estaba negando a aceptarlo.

—Solo un corazón tan puro como el suyo sería capaz de morir de tristeza—observa el Dios, pensativo, reconociendo que aunque intentó negarlo, el cambio fue evidente en ambos.

Incluso él, siendo el tormentoso ser que era, tenía aun un grado de pureza innegable.

Tampoco creía en esos cuentos antes. Dado que ni él ni sus hermanos sufrieron nada similar, ¿cómo creer que perder a quien más adoraban podría pasar factura de aquella manera? ¿Un Dios como ellos muriendo por una simple ausencia? ¡Qué simpleza tan mortal era su gran debilidad!

—Temí por la seguridad de nuestro joven amo y la suya, mi señor.. Me disculpo por mi imprudencia al omitir semejante calamidad...

—Hiciste bien en callar delante de él, querida mía... —le dice Hades, sereno— Pero sabes cuanto odio que ocultes cosas a mi persona...

—No volverá a pasar—promete ella inmediatamente, a lo que él asiente

—No comentes nada de ésto con él, Pandora—advierte— Su salud continúa preocupándome ahora, incluso cuando su cosmos comienza a vibrar de nuevo alrededor de él, temo que cualquier disgusto sea un paso atrás...

—Ninguna palabra escapará de mi boca, mi señor... Pero, ¿qué debo hacer si llegase a cuestionar el motivo de esta reunión? Sabe bien que me prohibió mentirle...

—¿Es esta tu manera de expresar directo el favoritismo notable que tienes por él?—cuestiona, divertido

Ella sonríe ligeramente, la petulancia adorna apenas sus labios.

—Cuando llegó aquí me ordenó tratarle como su igual, sin importar mucho que fuese prisionero o amante. ¿Ha cambiado de parecer, señor?

—El descaro que exhibes es notable. Es bueno que entiendas bien su lugar, y el tuyo... No oses mentirle nunca, Pandora. Yo seré lo suficientemente justo como para escucharte... Pero él te matará si llega a enterarse.

—Y es por eso que el Infierno ganó el mundo, siendo que ahora gobierna con usted.

.

.

.

.

 

El Caballero de Wyvern observa a su joven amo mientras que éste continúa caminando de un lado a otro, indeciso entre exponer la demanda que baila en sus labios o acallar el deseo que posee de dar una nueva orden al guardián que ha decidido cuidarlo. El más alto no necesita cuestionar qué es lo que continúa rondando al preocupado Pegaso.

—La misión que desees encomendarme, la cumpliré sin dudarlo—promete en cuanto el silencio se ha prolongado demasiado, Seiya no voltea a mirarlo.

—Lo sé... Créeme que lo sé... —admite todavía contrariado el castaño, ahoga un suspiro pesado mientras sus pasos finalmente le dejan quieto delante del otro— Pero, ¿estás seguro de que estarás bien obedeciéndome a mí en su lugar?—cuestiona, mientras le mira con preocupación.

El que Radamanthys continúe exhibiendo aquel aura devota a su persona le preocupa tanto como le agrada.

—Hades es tu Señor. No me debes lealtad alguna...

—Usted es el esposo de mi maestro, y es por tanto mi joven amo... —le recuerda, sereno

—He dejado de ser joven en algún momento... —musita Seiya, ligeramente triste

Entre batallas, guerras y tantas muertes, ¿como creer que seguía siendo como cualquier chico de 18 años, perfectamente inocente?

—Eres un niño aquí, y lo seguirás siendo siempre, Seiya...—es la respuesta del rubio, con una sonrisa apenas notable, sus ojos demuestran con más claridad la serenidad que siente en ese instante— Más que mi juramento hacia mi Dios, no prometí lealtad ante ti debido a la relación que comparten... ¿O es que acaso necesitas verme repetirlo?

Seiya, quien estaba ya dando media vuelta dispuesto a emprender marcha de nuevo, suelta una ligera risa mientras que dice:

—Dioses, no... Suficientemente vergonzoso ha sido una sola vez—comenta, cuando su mirada regresa al otro se horroriza al velo arrodillado de nuevo— ¡Radamanthys!

Fuera de la seguridad del Palacio, y dado que estaba demasiado orgulloso presentándole a su adoración, no le tomó mucha importancia al mismo gesto que realizó horas atrás. Sin importarle que estuvieran delante de Ikki, o del propio Death Mask. Era muchísimo más vergonzoso estando allí solos que delante de los demás.

—Levántate, no hagas eso...

—Ordéname protegerlo, como sé que deseas hacer, y juro que no volveré a fallarte, Pegaso.

El castaño siente un creciente deseos por palmearse el rostro en un gesto lleno de resignación. Son estas extrañas actitudes de parte de los Tres Jueces las que todavía no llega a entender por completo. No consigue acostumbrarse siquiera, incluso si hacen los mismos gestos. Respira con algo más de calma conforme pasan los segundos. Incluso cuando ha suplicado a Radamanthys ser más informal, todos sus intentos continúan teniendo ese aire "correcto". Es su respeto hacia el guardián lo que le hace responder

—Caballero de Wyvern...

El nombrado pronunció más su inclinación hacia el menor.

—Tengo una misión que solo confiaré a ti...

—Cumpliré los deseos de mi señor, así me vaya la vida en ello.

Seiya intenta que la oración no le cause demasiado malestar. Sabe que si debe dar la vida por protegerlo... Esta vez no fallará en ello. Sus manos van a su cuello, uno de sus dedos delineando la forma del colgante que por años le ha cuidado a él, y que ahora debe dejar ir.

—Mi cosmos no es lo suficientemente fuerte para contener el de ambos... Y dudo ser capaz de semejante milagro una vez más pero... Mientras pueda hacerlo, cuidaré de ti—promete el consorte, mientras la preciosa pierda se aleja de él.

El rubio levanta la mirada cuando siente lo pesado de la ajena sobre él, hay apenas un atisbo de incredulidad en sus ojos que acompaña también a su voz

—Lo que contiene el cosmos del príncipe... ¿Ha sido usted?—inquiere, sin poder creerlo

El más joven sonríe con cierta tristeza.

—Era la única manera de protegerlo... La razón por la cual perdimos en ese entonces delante de los Olímpicos es totalmente mi responsabilidad.

Radamanthys se guarda cualquier respuesta.

—A sabiendas de que sería incapaz de defenderme, preferí entregarle cuanto necesitara de mí para salvarlo. Ocultar su cosmos del mundo era mi única prioridad...

—Su actuar salvó su vida, de eso no puede dudar...

—Y he pagado tanto por ello... —musita, por lo bajo, luego su mirada va hacia el cielo— ¿No es demasiado egoísta enviarte a ti solamente, siendo que te pondré en peligro al hacerlo?

—Cuidará de mí mientras pueda hacerlo, ésa es su promesa...—le recuerda sus mismas palabras, y Seiya sonríe al regresar una mirada más segura hacia su más leal Caballero.

Más que un sirviente, es el mejor amigo que tiene aquí.

—Regresa al Santuario, Rada... Y cuida de él como cuidas de mí ahora. Éso es lo que te pido.

—Señor...

—Esconderé tu cosmos del resto tanto como me sea posible, pero si llegase a fallar... Por favor, incluso si es un riesgo más... No te atrevas a abandonarlo de nuevo.

—Lo haré.

Cuando el colgante es depositado en las manos del más alto éste observa al menor con seguridad. Seguramente ni el propio hombre entiende el peso detrás del solo gesto, pero parece seguro cuando dice:

—Dáselo en sus manos en cuanto tengas oportunidad, ¿de acuerdo? Dile que lo visitaré en cuanto pueda... Y estaré observando siempre que Pandora me de oportunidad.

—Mi señora cumplicará cada demanda suya, si son sus deseos.

—Hades me negará el gusto de verlo por demasiado tiempo... Incluso yo comprendo que no será sano para mí, siendo que no podré ir por él todavía, por mucho que quiera hacerlo...

—Vigilaré cada paso de él y cuando sea momento lucharé contra los propios ángeles si con eso lo traigo de regreso a ti.

Cuando el castaño le sonríe en una mezcla de tranquilidad y pena él se siente algo preocupado.

—Lo lamento... Realmente lo siento...

—¿Por qué siente algo similar?

—Porque si fallas protegerlo esta vez, Radamanthys, no será Hades el único que te quiera matar. Y sé bien que ni siquiera él será capaz de detenerme.

.

.

.

.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).