Había considerado solicitar un descanso. El contar con alguien a quien podría llamarle "amigo" y salir de su vida de riesgos por una corta temporada, le hicieron desear intentar obtener una vida fuera del ambiente militar. Pero fue llamado para servir en un pequeño país que permaneció por mucho tiempo en el medio de la guerra.
Sokovia.
La misión era simple: Debían evacuar a los civiles.
El problema era que los terroristas a los cuales combatirían estaban dispuestos a utilizar a los ciudadanos como escudos humanos. Inclusive, obligarlos a fingir estar de su lado, secuestrando a sus familiares, amenazándolos de muerte sino cooperaban. Esto complicaba la situación, ya que cualquier civil podría ser un enemigo y cualquier aparente enemigo ser un civil.
Rogers no tuvo opción, él y su escuadrón eran los más calificados en armamento. Eran clave para la defensa de los grupos refugiados y para el rescate de los que fueron tomados como rehenes.
Los primeros días fueron los peores, debían acostumbrarse al entorno e intentar descifrar el idioma de los Sokovianos. Conforme transcurría el tiempo, lograron un ritmo y aprendieron qué calles evitar o identificaban a los terroristas de los que no lo eran. Ya casi era momento de irse, no quedaban muchas personas para evacuar, pero descubrieron un edificio aparentemente abandonado donde tenían a chicos huérfanos. Los cuales nadie recordaría si los hubiesen dejado atrás.
El Capitán envió a unos cuantos soldados, eran al menos 15 chicos de edades muy distintas. Cada militar cargó y llevó a rastras a los que podía sin ser un blanco demasiado grande para los francotiradores escondidos en las construcciones abandonadas. Steve llevó consigo a un chico y una chica, por como los halló fuertemente abrazados, dedujo que eran hermanos.
Los llevó rápidamente a un escondite cerca al helipuerto de evacuación. Ordenó como pudo que se mantuvieran quietos mientras llegaba un helicóptero vacío, pero los chicos no entendían su idioma. La niña más pequeña era la más alterada. Steve volvió a ordenar con un grito, tal vez no comprendió, pero la niña se asustó lo suficiente como para cerrar la boca.
El rubio se apresuró, corriendo rápidamente al lugar donde aún se encontraban sus compañeros y el resto de los niños. Pero al alejarse escuchó algo que detuvo su andar, congelándolo al instante.
Un disparo y gritos más agudos de la misma niña inundaron las calles desoladas. Steve tuvo que volver, presenciando cómo uno de los terroristas había disparado contra el hermano mayor de la niña, quien la había protegido con su cuerpo. Actuó como acto reflejo, disparando a su cabeza. Ambos yacían sobre el suelo y la niña ahora lloraba desconsolada.
Inmediatamente, el sonido de una bomba estalló cerca a sus oídos. El lugar donde sus compañeros y los niños restantes continuaban atrapados se había desplomado. Fueron una carnada.
El último helicóptero había llegado. Steve tomó a la niña en brazos, así como a otros tres que habían logrado poner a salvo. La pequeña continuaba en shock, cubierta de la sangre de su hermano y de quien lo había asesinado.
Esta vez Rogers debía ayudar en los campos de refugiados.
Un país aledaño había brindado apoyo a los Sokovianos mientras el ejército "limpiaba" la zona hasta que fuese seguro volver. Además de cubrir las necesidades médicas, salubres, de alimentación e hidratación, debían averiguar qué hacer con los pocos niños que se habían salvado. Algunas familias se ofrecieron a adoptarlos, tanto de Sokovia como el país que les brindó apoyo, ya que aún eran pequeños y podrían adaptarse. Pero había alguien a quien no lograron colocar, la pequeña que había perdido a su hermano.
La niña se las ingeniaba para hallar a Steve cada que aparecía en las tiendas del campo que le habían asignado, incluso en los que no le correspondían. El Capitán siempre debía obligarla a volver a su cama, a pesar de aún no saber cómo comunicarse con ella.
Después de meses, otros escuadrones lograron asegurar el diminuto país, comenzando el operativo de regreso. Steve preguntó por la situación de la niña, la cual se enteró que se llamaba Wanda Maximoff.
Wanda y su hermano Pietro quedaron huérfanos luego de que su madre muriera por enfermedad. Su padre los había abandonado hacía muchos años. Al parecer, terminaron en un orfanato, el cual fue tomado, usado para atraer a los militares y después hacerlo volar.
La niña terminaría nuevamente en un orfanato, a la espera de una nueva familia. Pero con el estado actual del país, eso podría demorar años o incluso nunca suceder.
Steve no estaba dispuesto a permitirlo. Menos cuando recordó las palabras de la niña cuando se alejó, segundos antes de que su hermano muriera.
"Tse za vamy."
Aquella frase tuvo que consultarla con la traductora del escuadrón, quien dijo que significaba: "Detrás de ti."
La culpa lo invadió, haciéndose responsable indirectamente de la muerte de ese chico.
Sólo pudo ocurrírsele que debía saldar su deuda dándole una mejor vida a su hermana, por lo que decidió adoptarla.
El trámite Sokoviano de adopción condicionaba a la pareja o familia interesada en ser propietaria de una casa en el país, así como dominar el idioma de forma hablada, escuchada y escrita, además de poseer un mínimo de ingreso económico estipulado por el gobierno. Al menos así era antes de la guerra. Dado que los registros habían sido destruidos en el caos y cerca de la mitad de la población se encontraba muerta o a punto, gracias a las heridas, a ninguno le importaría el paradero de una niña huérfana que nadie había deseado adoptar, al menos no en Sokovia.
Steve presentó su solicitud, esto sorprendió demasiado a sus superiores, pero un general de confianza le prometió hacer todo lo posible para ayudarle. El Capitán estaba a punto de retirarse, gracias al éxito de la misión, tendría una muy adelantada jubilación que significaba ingresos constantes. Además de que sus condecoraciones le respaldaban.
La embajada americana aceptó la propuesta con algunas condiciones: Wanda debía aprender el idioma e incorporarse a una educación acorde a su edad. Steve debía solventar todas sus necesidades. Un trabajador social le visitaría, llevando un control mensual de sus avances.
De no cumplir con esas condiciones, Wanda sería enviada a un orfanato en USA o deportada a Sokovia, dependiendo de la demanda de la institución pre asignada.
Steve aceptó las cláusulas, comprometiéndose a cuidarla a pesar de no saber en lo que se metía.
Volvieron en avión, Wanda se comportó todo el camino, pero notó a Nueva York más ruidosa que su país. Se asustaba con la gran cantidad de personas y usualmente se escondía detrás de Steve como hacía con Pietro.
Rogers tuvo que improvisar un lugar para ella en su departamento, eliminando su estudio y uniendo los sofás de la sala de estar como una cama temporal. Compró algo de ropa que Wanda se rehusó a usar, prefería su vestido que nunca se quitaba, en vez de las prendas nuevas. ¿Qué clase de niña prefería el color negro y rojo al rosa? Aquello no lo comprendía.
El lograr que se diera un baño también fue una proeza. Al parecer, el orfanato les hacía ducharse una vez cada dos semanas.
Su departamento siempre estaba lleno de gritos por ambas partes. Steve debía buscar en internet el lenguaje Sokoviano, ya que no existían diccionarios ni traductores. Intentaba aprender lentamente con un cuaderno de anotaciones, basándose en películas de Sokovia con subtítulos en francés que después traducía. Terminó aprendiendo primero francés.
Las visitas al dentista eran una tortura, Steve debía sostenerla con fuerza para que no tuvieran la necesidad de sedarla por completo, ya que pataleaba y mordía. Pero lo peor fueron las visitas al médico, no sólo por las vacunas, sino por los estudios de sangre.
Todos suponían que Wanda tenía 10 u 11 años, pero las pruebas indicaron que tenía poco más de 13 años. La desnutrición logró que su pubertad se atrasara.
Steve tuvo que reportarlo en sus visitas de Trabajo Social, lo cual redujo las exigencias. Wanda ya no estaba forzada a terminar la preparatoria, la ley le pediría sólo hasta secundaria y sería suficiente con que sólo aprendiera a comunicarse por medio del habla. A pesar de ello, Wanda superó las expectativas.
Con el paso de dos años, dominó el idioma y logró alcanzar el grado que le correspondía. No tenía muchos amigos, pero estaba inscrita a varias clases extra curriculares, todas enfocadas al arte o a otros idiomas.
Steve aspiraba que algún día lograse ingresar a la universidad, pero su trabajo como guardia no era suficiente para costear una gran colegiatura. Wanda deseaba volver a Europa, conocer los distintos países y regresar a Sokovia, tal vez algún día como embajadora, ya que le habían otorgado una doble nacionalidad.
Debido a esto, ambos trabajaban. Wanda inició como mesera y posteriormente ingresó a un museo, ayudando como guía políglota. Nunca salieron del departamento para poder ahorrar lo más posible. Había cumplido los 18 años y esperaba que dentro de un año más pudiera ingresar a una escuela modesta, aunque tuviera que solicitar un préstamo estudiantil.
Esto a Steve le causaba gran tristeza y sobretodo estrés. Wanda era ya su hija, luego de 5 años cuidando de ella. Le había dado grandes remordimientos como alegría, pero también había hecho a un lado su vida personal. De vez en cuando extrañaba el ejército, por ello comenzó a trabajar como guardia de seguridad, pero no era lo mismo. Tampoco tenía demasiados amigos, sólo ex compañeros de su mejor época, pero ellos también tenían una familia.
Wanda era su única compañía, pero inclusive notaba que ella deseaba marcharse, construir su propia vida. ¿No es eso lo que todo padre aspira en sus hijos? Estaba orgulloso, pero también comenzaba a sentirse solo.
¿Qué debía hacer?