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The Second Mutation por midhiel

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The Second Mutation

Capítulo Dos: Aceptar

Como lo habían acordado la noche anterior, Erik se dispuso a marcharse. Bajó al sótano donde Charles estaba de traje y corbata supervisando el entrenamiento que Mystique y Beast les daban a los jóvenes, para despedirse.

Charles lo intentó por última vez.

-¿Cómo puedo convencerte para que te quedes?

-Tú eres el psíquico, Charles – contestó Erik antes de retirarse -. Puedes convencerme de hacer lo que sea.

-Adiós, viejo amigo.

-Buena suerte, profesor.

Para Charles fue doloroso decirle adiós. Era un idealista pero también un realista que sabía que no podía someter a la persona de la que estaba enamorado a tener su propia visión y sus mismos ideales si no los compartían. Lo dejó marcharse sin influir en su mente porque lo amaba.

Por su parte, Erik sufría el peso de una misión que él mismo se había impuesto como un mecanismo para lidiar con la muerte de Nina. Sentía que le había fallado al no protegerla del flechazo. Su fallecimiento había sido un accidente pero la culpa lo consumía. Así que decidió viajar lejos en un intento desesperado por sanar.

La tarde del día que Erik partió, Charles discutía con Mystique los pasos a seguir para un mejor entrenamiento de los jóvenes en su estudio, cuando Hank los interrumpió para avisarle que Moira había llegado de sorpresa.

-Le debemos mucho – observó Raven -. Especialmente Erik porque habló a su favor y le salvó el pellejo.

-Voy a recibirla aquí – decidió Charles -. Tráela, Hank, por favor. Raven, platicaremos luego.

Raven y Hank intercambiaron miradas de suspicacia porque aunque Moira les caía bien, sabían lo que Charles sentía por Magneto. Erik se había marchado por la mañana y Charles lógicamente debía seguir sintiéndose triste. Raven iba a opinar pero Hank la detuvo tomándola del brazo. Los dos decidieron despedirse y dejarlo solo.

Moira entró más tarde vestida formalmente con un traje oscuro y tacones. Venía directamente de la oficina de la CIA. Charles la invitó a sentarse y se alejó del escritorio para acercarse a ella y así crear un ambiente más distendido.

Moira era una persona resuelta y fue directo al grano.

-Con el divorcio aprendí que no se debe desaprovechar el tiempo cuando se trata de aquellos que nos importan. Tenemos solo una vida para vivir y disfrutar, Charles. Por eso vine a proponerte mudarme aquí, contigo, si tú me lo permites.

-Moira – suspiró Charles. No le había leído la mente así que la propuesta lo tomó por sorpresa.

-Ya sé que suena impulsivo pero han pasado veinte años. Además estoy sola aquí en Nueva York. Mi ex marido ahora vive en Chicago y mi hijo estudia allí.

-¿No lo extrañas? Me refiero a tu hijo.

-Más de lo que te imaginas – reconoció Moira con tristeza.

-Estás sola y sientes que aquí tendrás compañía.

Moira lo tomó de las manos.

-No, Charles. No necesito la compañía de los otros, solo la tuya.

Charles bajó la mirada. Ella se merecía que fuera sincero.

-Moira – trató de sonar lo más suave posible -. En otra ocasión, créeme que me hubiera sentido dichoso. Me siento halagado, eso sí. Pero no voy a engañarte. Te guardo un cariño enorme pero hay alguien más a quien debo olvidar si quiero hacerte feliz.

-Te refieres a Erik Lehnsherr – contestó Moira con soltura.

Charles simplemente asintió.

Moira suspiró.

-Te comprendo, Charles, y te agradezco que seas sincero conmigo. Pero para esto vine, para comenzar a vivir contigo, los dos, tú y yo, juntos. Permíteme ayudarte a sanar tu corazón y a protegerte como tú me protegiste a mí.

Descreído, Charles sacudió la cabeza.

-Moira, no quiero que te ilusiones.

-No se puede recuperar el tiempo perdido – adujo ella y Charles se echó hacia atrás, sintiéndose culpable por haberle quitado los recuerdos -. Pero podemos darnos la oportunidad de ser amigos al menos. Los dos estamos solos, Charles. Déjame quedarme aquí y veremos qué sucede, sin forzar nada, ¿te parece?

Charles permaneció en silencio un rato y, luego, la miró fijo a los ojos para responderle.

-Si lo que buscas es combatir la soledad, esta es tu casa también. Pero si lo que estás buscando es una relación formal . . .

-No estás preparado para eso y te entiendo –terminó Moira con una sonrisa comprensiva.

Charles le sonrió también. Iba a entrar en su mente para sentir cuáles eran realmente sus emociones y proyectos pero aún le dolía el haberle borrado la memoria y prefirió confiar en ella. Al fin y al cabo, Moira MacTaggert era una persona inteligente y madura que sabía lo que quería y si se sentía sola y extrañaba a su hijo, el ambiente cálido y bullicioso de Westchester podría ayudarla a sobrellevar la pena.

Esa misma noche Moira volvió a su departamento para buscar elementos personales y regresó a la mansión después de la cena. Le prepararon una habitación alejada de las que compartían los jóvenes, casi al final del pasillo, cerca de la de Raven.

Charles no pegó el ojo en toda la noche pensando en Erik que había partido, y Moira que se alojaba bajo su mismo techo. Casi al alba consiguió dormitar un rato y despertó sobresaltado con la voz gutural de En Sabah Nur, que lo llamó en sueños. Sin embargo, sabía que lo habían vencido y él mismo había sentido cómo la conexión se cortaba mientras desaparecía, así que se tranquilizó, se acomodó de lado y trató de conciliar el sueño por lo menos un par de horas.

…………………

La paciencia y la discreción eran dos de las virtudes de Moira. No importunaba a Charles ni la quitó su espacio, solo vivía en la mansión el tiempo que no trabajaba, y esperó a que el telépata la buscara para estar juntos.

Charles sentía que su corazón le pertenecía a Erik pero era consciente de que estaba lejos y de que no iba a regresar. Merecía darse la oportunidad de disfrutar de la vida con alguien. Una semana después de su llegada, Charles invitó a Moira a cenar. Se divirtieron contándose anécdotas y así Charles descubrió que era una agente prestigiosa que estaba haciendo carrera y llevaba años teniendo acceso a documentos secretos referidos a sucesos paranormales. Por este medio había dado con la secta adoradora de En Sabah Nur y conocía del gen x casi tanto como Charles. Al regresar a Westchester, antes de salir del coche, Moira apagó el motor y él la besó. Sus labios no sabían a Erik ni tenían su pasión posesiva y cariñosa, pero Charles necesitaba olvidarlo y Moira estaba dispuesta a ayudarlo a hacerlo.

Al entrar en la mansión, todos dormían. El telépata buscó una botella de champagne y fueron a su estudio para continuar con los besos.

Charles había estado antes con otras mujeres. En la universidad se había ganado la fama de un seductor exitoso. Pero jamás había engañado a ninguna y no quería hacerlo con Moira. Por eso esperó dos semanas para tener sexo con ella. Entonces, recién la relación entró en el terreno formal. Hank se sintió contento y los jóvenes también, especialmente Jean y Scott que estaban descubriendo lo que era el romance. Solo Raven los observaba con recelo, no porque no confiara en los dos, sino porque sabía lo que Erik significaba para Charles y no se convencía de que Moira pudiera sanarlo.

Charles deseaba empezar de cero y se preguntaba por qué no podía él mismo borrarse la memoria así hacía desaparecer a Erik de su mente y podía pensar solo en Moira. Como ella se lo había dicho, merecían disfrutar de la vida. Así que decidió darse una oportunidad. Sin embargo, Erik seguía presente en su cabeza y Charles se enfurecía y sufría por ello.

Dos meses después de su partida, el telépata comenzó a sufrir náuseas por las mañanas y, en varias ocasiones más, la voz de En Sabah Nur volvió a despertarlo por las noches. Se preocupó y dudó el haberlo destruido. Pensó indagar para ver si Jean percibía algo también pero no quería asustarla.

Una mañana despertó y junto con las náuseas le llegó una sensación extraña dentro del vientre. Primero creyó que formaba parte de su malestar pero después percibió que se trataba de una materia, que se estaba alojando en su cuerpo. Cerró los ojos para concentrarse y vio células diminutas generándose y manchas de luz. Centró más la atención y se dio cuenta de que de las manchas emanaba vida.

-Una criatura – suspiró sin dar fe a lo que pronunciaba.

Era imposible. Él era un hombre. Pero recordó que en los estudios avanzados de genética mutante se planteaba la posibilidad de que en un futuro, los hombres pudieran engendrar, como un paso más de la evolución. Excitado, esperó a sentirse mejor para salir de la cama y dirigirse derecho a la biblioteca. Encontró allí a Hank, que leía unos libros para preparar su clase. El joven se sorprendió al verlo a esa hora, en ese lugar, todavía con el pijama puesto.

-Buenos días – lo saludó Charles, tratando de sonar casual y se dirigió a sacar los tomos que recordaba que mencionaban el tema.

-Buenos días – contestó Hank, y dejó de leer para observarlo -. ¿Está todo bien?

Charles no le respondió y se dirigió con los libros en cuestión a la mesa. Se puso a hojear y leer compulsivamente. Hank cerró los suyos y se le acercó.

-Charles, ¿qué te ocurre? ¿Qué descubriste?

El telépata cerró finalmente los libros y lo miró. La ansiedad se le escapaba por los poros.

-Por favor, Hank. Necesito que seas discreto – requirió. El joven asintió serio -. Necesito que vayas a una farmacia y me traigas un test de embarazo.

-¿Qué?

-Sé que suena absurdo – contestó Charles con calma -. Pero tengo que comprobar algo.

-¿Qué tienes que comprobar? – demandó Hank, acomodándose los lentes.

-Que las náuseas y la sensación que tengo en el vientre no se relacionan con un embarazo – confesó con soltura. Hank era una de las personas en quien más confiaba después de todo lo que habían vivido.

El joven se quitó los anteojos y se rascó la cabeza sin creerle.

-Lo que dices es absurdo.

Charles abrió los libros para enseñarle.

-Mira, es una posibilidad que se investiga desde hace años. Nunca se dio en la realidad pero quiero descartarla.

-Pero si lo estuvieras, sería algo inaudito.

-Solo tráeme la prueba y veremos qué hacer.

-De acuerdo – obedeció Hank y llevó sus libros para guardarlos antes de retirarse.

Charles se echó hacia atrás en su silla. Rogaba que se hubiera equivocado.

……………

Después de la prueba de embarazo, Charles le pidió a Hank que le hiciera una de sangre y otra de orina en el laboratorio y ahora observaba en la soledad de su estudio los resultados.

Charles Xavier no lo podía creer pero la ciencia no comete errores y los datos eran irrefutables. No sabía cómo había ocurrido pero estaba gestando una criatura. El no saberlo es un decir porque recordaba perfectamente la noche que habían disfrutado él y Erik un par de meses atrás. Claro que jamás había podido imaginar que tuviera semejante consecuencia. Bueno, se acarició el vientre. Ya estaba hecho. Tenía que indefectiblemente comunicarse con Magneto y platicar con Moira.

Suspiró mientras cerraba los ojos. Una criatura, un hijo de su propia carne. Sentía un afecto especial por los niños y los jóvenes, de hecho, había llenado su casa con ellos, los quería y los protegía. Pero un hijo suyo era algo que no se había planteado hasta este momento.

Deshacerse de él quedaba descartado. Sentía que si lo hacía, no podría volver a mirar a la cara a los pequeños que acudían en busca de su ayuda o su cariño.

Oyó golpes en la puerta y autorizó a pasar. Era Hank, que cargaba una charola con una taza de té caliente y algunas galletas.

-“Earl Grey,” tu favorito.

-Gracias – suspiró Charles, mientras esbozaba una sonrisa.

Hank depositó la taza y las galletas en un espacio que había en el escritorio de roble, y se metió las manos en los bolsillos, un tanto nervioso.

-En realidad no sé qué decir en estos casos . . . felicitaciones, supongo . . .

-Gracias, Hank – Charles asintió.

-Charles, si necesitas ayuda para lo que sea, sabes que me tienes, nos tienes porque Raven te va a acompañar como yo. Si quieres que guarde el secreto, lo guardaré – se acomodó el puente de las gafas -. Creo que deberías pensar en algún especialista, ya sabes, mutante.

-Sí, claro que lo pensé – contestó Charles tratando de sonar tranquilo -. Te agradezco tu apoyo. Sé que cuento contigo y con Raven – volteó hacia el ventanal con un suspiro -. Tendré que platicar con Moira, supongo que esta noche después de la cena.

-¿Y Erik? ¿Qué hay de él?

Charles lo miró intensamente.

-Me conectaré a Cerebro en la madrugada. No sé dónde diablos está, pero trataré de conectarme cuando esté durmiendo para que no tenga su casco.

-¿Crees que esté todo el tiempo con su casco puesto? – inquirió Hank, descreído.

-Sí, lo está, Hank – respondió Charles con tristeza.

-Vaya – exclamó el joven y bajó la mirada -. Pero cómo lo sabes si tú . . . Solo podrías saberlo si lo . . . Ah, ya lo buscaste antes. . .

Charles no dijo nada y su silencio lo dijo todo. Había intentado conectarse con él varias veces en esa semana de su partida antes de decidirse a invitar a Moira a cenar y besarla. De hecho, había decidido empezar una relación con ella porque Erik había cortado todo lazo de comunicación con él.

-Bueno – concluyó Hank, tratando de consolarlo -. Sabes que cuentas con nosotros para lo que sea. Ahora me voy, creo que necesitas estar solo.

Charles asintió.

Hank se marchó y cerró la puerta a sus espaldas.

Charles se frotó la cara y exhaló. Estaba nervioso y preocupado en extremo. Una criatura le cambiaría la vida. De hecho, era una vida que traía al mundo. Toda una responsabilidad que no sabía cómo podría asumirla y llevarla a buen puerto. Pero además estaba Erik. Rápido trató de quitárselo de la mente. No pudo. Lo único que logró fue beber el té antes de que se enfriara.

……………..

Esa noche, después de cenar y cuando los niños ya estaban en sus camas, se sentó con Moira en una habitación a solas y le explicó el asunto. Moira quedó blanca como una sábana y con toda lógica quiso refutar las pruebas. Pero la realidad era irrebatible.

Charles la tomó de las manos y se las llevó a sus labios. Moira temblaba.

-Lo único que necesito de ti es tu apoyo – le pidió el telépata, abriendo su corazón -. Nunca te engañé y no quiero engañarte ahora. Trataré de comunicarme con él y temo que no vaya a conseguirlo. Pero pase lo que pase, necesito que estés conmigo, por favor.

-Claro, cariño – suspiró Moira y lo fundió en un abrazo.

Charles estaba tan tenso que no quiso leerle la mente. Por eso no supo lo que ella realmente pensaba de su embarazo masculino y de una criatura engendrada con Erik Lehnsherr.


………….

¡Hola!

Quiero aclarar que este es uno de los capítulos que más me ha costado escribir. Es que tener que poner a Charles y Moira como pareja no es de mi agrado pero sí necesario para la trama.

Les aseguro que la principal es Erik x Charles, no lo olviden.

Besos





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