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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Engullía el paño como si de él dependiese su vida, y a la vez así era. Esa rugosa tela era lo único que aún lo mantenía en tierra puesto que su razón había escapado en los forcejeos de su cuerpo. Ahora mismo sentía una presión que no era insoportable pero que no lo dejaba respirar con regularidad. Miró su cuerpo, cubierto de  varios cardenales de color púrpura sobre su lechosa piel. Miraba los dedos marcados que en su paso violento dejaron. 

Su cuerpo mismo era engullido y escupido con fiereza y no podía decir o hacer algo que lo detuviera. Su cuerpo  gritaba no con sonidos sino con el ascenso de sus vellos por los brazos, del ardor presente en sus muñecas que eran sujetadas para que la tortura se prolongara. Su mente se había sumergido en un pantano cubierto de bruma. 

La vegetación salvaje que se movía, los animales que acechaban. La oscuridad de sus aguas profundas e inhóspitas. Solo esa imagen podía intentar recrear.

¿Podré salir con vida de esto?

El corazón arremetía contra su pecho intentando escapar, no parecía darse cuenta de que ya se encontraba en las fauces del terrible depredador. Ahora solo tocaba ver cómo era devorado, enterarse de las entrañas que se removían, de las extremidades arrancadas de su voluntad. Ahora no quedaba nada más que ver el festín que la bestia se daba. 

Moriré, sin duda alguna.

Las lágrimas escurrían por la comisura de sus ojos, intentando empañar el momento, para que este no lo atormentase aún más, para que solo fuese un recuerdo borroso.

¿Cómo acabé aquí? Ante las puertas del infierno y del cielo. 

.:UN DÍA ANTES DE LA TORTURA:.

Una descarga de frío recorrió su espalda y tiriteó un poco, ¿cómo era posible que su esencia de jötun fuese tan frágil a la gélida atmósfera? Giró sobre sus talones, percatándose de nuevo, de aquél sueño que tanto lo perseguía. 

A su alrededor solo estaba una imponente tormenta de nieve, una oscuridad de la noche que engullía todo, de no ser por las luces fugaces de los copos de nieve que formaban. Dio un paso mientras sentía la planta de su pie hundirse sobre el suelo invernal. 

-¿Es este el mismo sueño?-Se preguntó.

Lo era, en parte. Por alguna razón que aún no descubría no se encontraba corriendo, alejándose de toda aquella nevada terrible, no había un prado lejano al cual querer acercarse con toda la fuerza de sus piernas. Solo estaba él y invernal tierra a su alrededor. 

No había ningún mar que lo engullera, no había extrañas persecuciones. De pronto se detuvo en seco, un susurro, un extraño sonido gutural que se mezclaba con el azote del aire.

Giró la cabeza buscando encontrarse con aquél que estuviese con él, pero no veía a nadie. Otra vez escuchó ese susurro y volvió a girarse para buscar al autor pero nada ahí parecía indicarle que estaba acompañado. 

-¿Estás aquí?

Finalmente escuchó y tuvo que mantener el equilibrio antes de irse de espaldas, la voz antes lejana, sonaba ahora tan clara y gutural como la primera vez. Loki volvió la vista a donde creía que debía estar el cielo pero era el mismo paisaje.

-¿Quién eres?- Preguntó bruscamente alzando mucho la voz.

La voz le respondió con una risa grave, con grandes espacios entre risa y risa, como si de un anciano se tratase. Esa risa tan tétrica giraba en cada rincón de sus oídos, estaba en todo y en ningún lugar a la vez.

-Te he preguntado quién eres.- Volvió a decir.

La respuesta tardó en llegar:

-El pasado que recorre tus venas.- Le respondieron. Al inicio no comprendió, pero tras unos cuantos momentos volvió a hablar.

-Un pasado que recorre mis venas.- Se decía lentamente, reflexionando.

-Eres acaso, ¿algún antepasado? ¿mío tal vez?

-¡JA! ¿Tuyo? Más pareciera que tu eres más mío que yo tuyo.- Le respondió en sonoras carcajadas el extraño.

Se estaba impacientando.

-Si no es así, entonces de una vez de quién se trata.- Le refutó.

-Estoy aquí, ahora que me has escuchado, lo sabes. Estoy aquí.

Y la voz comenzó a alejarse, nuevamente la voz gutural se volvió susurros lúgubres y desapareció. Poco a poco una estela de luz aparecía en vez de copos de nieve e irradiaba más luz conforme los segundos pasaban. 

-¿Pero qué...?

Hasta que tuvo que cubrirse por la luz, despertó.

Se levantó con algo de apuro, jadeando ligeramente.

-¿Una pesadilla?- Escuchó tras él. Casi instantáneamente sintió el alivio en cuanto notó la presencia de esa persona. Se giró tras de si.

-Parecías dormir muy tranquilamente, discúlpame, debí despertarte.-Habló Syn.

Él negó con la cabeza y volvió a la postura antes de despertar, la de colocar su cabeza sobre sus piernas.

-¿Quieres hablar de ello?- Preguntó la fémina.

-No, no tiene importancia.-Habló y volvió la vista a los ojos verdes que lo miraban con cierta ternura. Tras de estos, un árbol de preciosas hojas bailaba y cantaban con el aire que se mecía.

-Debe ser el calor de verano.- Dijo con soltura mientras tomaba en el aire, la mano de la mujer con él. La atrajo hacia su pecho, hinchó este y exhaló con gran tranquilidad en un suspiro. 

-Mañana llega el solsticio de verano, es normal que el clima se encuentre tan sofocante.- Su voz melodiosa seguía siendo un hechizo perpetuo. Loki entornó los ojos hacia ella, habían pasado ya algunas semanas desde que su único objetivo era estar con esa mujer, lo que había empezado como un cosquilleo en su pecho se convirtió en una serenidad tan grande que prevalecía siempre que ella le miraba.

-Sigue hablando, por favor.- Le dijo dulcemente.

Ella sonrió, sus ojos esmeralda brillaron y sin sentirse apenada mostró las perlas de su boca.

-¿Qué es lo que te gusta de mi voz?

Él se encerró en una mirada seria, buscando encarecidamente una respuesta digna. Primero contempló el cielo, luego el árbol, después los cabellos azabaches de ella. 

-Al escucharte, siento dentro de mí el rumor de una cálida fuente. 

Estrechó su mano y él se acurrucó con ella todavía más. Los lánguidos dedos de la mujer recorrieron la cabellera negra de él. Pronto él cambió su expresión.

-Sé que sonará muy extraño, pero, a veces, es como si conociera tu voz. 

Los ojos de ella se abrieron en sorpresa por un momento.

-¿Ah sí?

-Si, y es como si esta fuente tan cálida dentro mío fuese un recuerdo, de algo que ha pasado.

Aguardó un momento.

-Cuando era más pequeño, por alguna razón tuve en mente una melodía que se repetía constantemente.

Cerró los ojos, no para entregarse a dormir, sino como queriendo entrar en un mundo onírico de muchas noches atrás. Una visión que poco a poco tomaba nitidez lo hizo verse a sí mismo. Cubierto de una cálida piel blanca de alguna bestia, mientras estaba sentado en la soledad de una habitación.

Solo el infantil sonido de un tarareo circulaba por aquellas paredes. La habitación estaba perfectamente decorada y dispuesta para una estadía cómoda. Había cómodas, estantes repletos de libros, una larga y mullida cama. Un biombo que cubría una profunda bañera a desnivel del suelo. Toda una habitación de la realeza.

Una realeza, que no debía ser conocida por nadie.

Movió un pie pequeño y a su vez sonó el chirriante sonido de una larga cadena que se  movía pesadamente en su tobillo. Aunque la situación resultaba horripilante, él seguía sin prestar atención a este hecho, como acostumbrado. Meneaba la cabeza y repetía una serie de notas que en su mente resonaban.

El recuerdo se desvaneció.

-Ahora mismo ya no la recuerdo con exactitud, pero ni siquiera recordaba que tenía esos borrones de pasado en mi cabeza.

La miró con calma.

-Tal vez... No fui criado como los demás niños.- Esto no tenía nada de mentira, pero supo encubrirlo como una inocente mentira cubierta del oscuro pasado.

-Sin embargo, dentro de ello, ahora que conozco los matices de tu voz me has traído al presente un recuerdo que creía perdido para siempre.

Sonrieron ambos. Loki pronto absorto nuevamente en el paisaje fue tomado por sorpresa cuando ella le preguntó:

-¿Recuerdas esa melodía?

Con notoria sorpresa no dijo palabra alguna. Se incorporó de nuevo e intentando complacer a su compañera se puso a pensar.

-Hace muchísimo tiempo que no la he vuelto a recordar pero...

Cerró los ojos con fuerza y profirió un quejido que intentaba afinar de acuerdo a esa mítica música. Negó con brusquedad admitiendo su error.

-No, no, espera.

Syn soltó una risita al ver el empeño que ponía por traer de vuelta aquello que creía perdido.

Tras varios intentos que parecían fallidos una decente tonada parecía salir de aquellos tarareos. Loki cerró los ojos, y nuevamente se repetían esas escenas en la oscura y sola habitación donde había crecido todos estos años. 

Se veía a sí mismo jugando con la magia que le había regalado el destino. Se mecía en su cama hasta caer de esta y se veía repartiendo los libros alrededor de él para escoger cuál releer nuevamente. 

Muchas otras veces también permanecía quieto, sin saber si era de día o de noche. Meditaba y pensaba, en la extensa habitación él se encontraba más cerrado que nunca.

Con sumo esfuerzo supo recordar algunos fragmentos de la melodía. Una vez que sintió la seguridad de que lo hacía correctamente lo repetía con más volumen y más entusiasmo.

Incluso el volver a traer a sus oídos ello, le hizo sentirse realmente extasiado. Como un niño que encuentra un juguete que creía perdido para siempre. La repitió tantas veces como si voz pudo hasta que convencido de que había recordado la mayoría regresó finalmente su vista a su compañía.

Sin embargo, estos recuerdos tan gratos pronto parecieron desaparecer. Ante él, ya no estaba la sonriente faz de la mujer. Seguía tan hermosa, pero ahora una ligera estela de lágrimas  pequeñísimas adornaban sus ojos.

-¿¡Qué pasa!? ¿Tan malo soy cantando?

Ella río por encima de que sus lágrimas cayeron con un poco más de fuerza.

-No, no, ha estado perfecto. Me parece que es una melodía muy tierna, casi como una canción de cuna. 

Con el antebrazo de su ropaje se secó las saladas muestras de algo que Loki no podía interpretar ¿felicidad? ¿tristeza?

-Abandonemos ese tema. No deseo que mis caprichos sean motivos para verte así.- Hablaba intentando consolarla.

-Todo está bien, me ha hecho mucho bien conocer esa parte de ti.- Susurro y en sus palabras podía sentir algo más, pero no supo qué era.

-Dime, ¿había también letra en aquella música?

No sabía si continuar con ese tema.

-Vamos, no ha sido más que una extravagancia mía.- Resolvió y lo animó a continuar.

-No, o al menos esa parte si está borrada de mi mente, solo recuerdo la melodía, pero no estoy seguro de si existía una letra. Siempre pensé que era una rareza que tuviese un acercamiento a la música, puesto que...

No continuó, temía no saber encubrir la verdad. Apartó la mirada.

-Podemos agregarla si es que no tiene una.- Añadió, por un momento su pecho subió clara evidencia de que estaba tomando aire y sus labios se abrieron.

Pero en eso, ella misma se detuvo cuando sintió su mano sobre su cuello, sobre esa parte de donde profería su voz y notas.

-Bueno, creo que es mejor que el experto me ayude con la parte musical.

Loki por su parte estaba más que ensimismado y emocionado al ver que pudo escuchar la voz de Syn transformada en música.

-¿Por qué no lo intentas? Jamás he conocido voz tan cándida y hermosa como la tuya, seguro que suena mejor en ti que en mi.

Pero negó con la cabeza.

Pronto alzó la mirada exaltada. Esta señal ya la conocía Loki.

-¿Tu padre?

Ella asintió un poco apenada.

-Debo ir, está buscándome. Parece que nuestro encuentro por hoy terminó.

Se levantó con calma y apartó de su vestido las pequeñas hojas que habían caído. Él le tomó del brazo antes de que fijase un rumbo.

-Dime que mañana volveremos a estar juntos.

Syn le sonrió.

-Recuerda que mañana es la fiesta por el solsticio de verano. Estaremos junto a los reyes.

Loki se desanimó, pero ella agregó:

-Sé de alguien que estaría encantado de tenerte cerca en la fiesta.- En su faz notó la picardia de sus palabras, entornó los ojos y le miraba intuyendo el recuerdo de cierta persona que se colaba en sus visiones.

Una cabellera dorada, unos ojos azules relampagueantes y una tonta sonrisa.

Loki se sonrojó y casi sin darse cuenta deshizo el agarre que tenía sobre Syn. Agachó la mirada.

-Reanuda el camino por ese sendero que escogiste.- Fue lo único que dijo. Aún sin decir nada preciso, parecía entender cada peso de cada palabra que le fue prodigada. Syn le hizo una reverencia de despedida y retornó sus pasos dentro del palacio.

Preso del mutismo se quedó en el mismo sitio por un largo rato, hasta que el viento le desacomodó los cabellos. Al mismo tiempo que sentía el calor de la estación, un respingo le removió las entrañas.

Hizo algunas conjeturas antes de tomar camino a sus aposentos. Fikir lo alcanzó en un sitio cercano a donde estaba y le acompañó igualmente en silencio. Cuando estuvieron cerca Fikir susurró:

-El señor Aren, lo está esperando.

A penas se detuvo un segundo, pero no dudo en entrar a la habitación. A media luz y con las ventanas abiertas pudo ver a un Aren que sentado movía su pierna intensamente como nervioso. 

-Pareces nervioso últimamente.-Fue lo único que dijo y Aren clavó sus ojos sobre él. Guardó silencio.

-También parece que disfrutas estar cada vez más lejos de mí. Cómo hubiera agradecido que fueras así... antes.

Se giró y tomó una copa dispuesta con un vino que no parecía perder su delicioso sabor frío. Aren seguía sin decir palabra alguna y Loki le miró, hacía unas semanas que lo veía solamente al despertar (ya que Loki era alguien que prefería estar levantando antes del sol) pero eran las únicas veces que podía verlo. 

Desde que, bueno. 

-Saldré con Liv.- Finalmente profirió palabra alguna.

-¡Vaya que sorpresa! ¿No has estado saliendo con ella desde hace...? no sé, ¿3 semanas?

Hablaba con sarcasmo y le sonreía. Aren siempre parecía más que entusiasmado pero ahora, no borraba esa linea recta de su rostro. Finalmente una ligera preocupación cruzó la mente de su hermano mayor.

-¿Salir?- Preguntó como si no hubiese entendido.

Aren agachó la mirada. Se puso de pie y con el mismo aferro al nerviosismo caminó por la sala de estar.

Loki temió las palabras siguientes que fuesen a salir de él.

-Como bien sabes mañana será la fiesta del solsticio de verano y hoy habrá una ofrenda al último atardecer y la última luna antes de ello, irán en góndolas al mar y rendirán ofrendas de linternas para el sol, ya sabes, costumbres asgardianas.

Su hermano mayor se cruzó de brazos invitándole a proseguir.

-Estaba pensando en ir.

Fue la resolución final. Loki aguardó un momento, esperando que añadiera alguna frase tonta como: "Estoy bromeando" pero viendo que no aparecían dichas palabras y su hermano menor parecía más esperanzado en escucharlo.

-Por supuesto... Que no.

-¡No haré nada malo con ella!

Loki se llevó los dedos a la sien.

-No es por eso, idiota. Me estás diciendo que quieres ir FUERA del palacio. Sabes que tenemos estrictamente prohibido salir de estos muros.

El joven de mayor corpulencia se revistió de estrés en su rostro.

-Pero no pasará nada si tu me ayud--

En menos de un segundo, una blanca mano se posó en la boca de Aren y le impidió proseguir. Los ojos abiertos de Loki comenzaron a destellar luz verde.

No digas más. No hay discusión en ésta resolución.

Como ocasiones anteriores, utilizó la telepatía para responder a la petición de su hermano. Aren le fulminó con la mirada, una mirada que respondía entre el odio y la tristeza. Sin intenciones de parecer decir algo más, apartó de su boca su agarre y se apartó de él. 

En una lucha entre ojos que demostraban molestia siguieron callados. Loki nuevamente tomó una copa y comenzó a servirse más vino, por unos milisegundos fue todo lo que se escuchó hasta que:

-Por favor.

Golpeó la jarra contra la mesa y apenas unas gotas salieron del recipiente.

-¡HE DICHO QUE NO! NO PUEDES, NO DEBES Y NO LO HARÁS.

Gracias a Odín, Fiki no intentó interceder y permaneció fuera de la situación. Aunque se giró hacía la puerta no sabiendo que hacer.

Aren le miró con rudeza.

-Y tu, ¿por qué si puedes salir con la hija de ese rey que sino mal recuerdo fue bastante explícito con nosotros?

Aunque fue una simple oración, el ardor y calor de un enojo reciente seguía subiendo por las extremidades de Loki.

-Tus chantajes no funcionan conmigo.- Se dijo.

-No es chantaje, quiero que seas justo.

-No hay nada que discutir, si yo estoy dentro y tu quieres ir fuera.

El hermano menor se cruzó de brazos.

-Vaya, solo por el hecho de que tu no tengas el valor de hacer nada con alguien, no significa que puedas obligar a los demás a esa misma postura.

Fue la gota que derramó el vaso. No hubo movimientos explosivos, ni tampoco recriminaciones. Solo silencio, gélido y profundo silencio. No tomó más vino. Giró sobre sus talones con extrema lentitud y una elegancia que en Loki era sinónimo de graves problemas. 

Aren temió por un segundo pero recobró la compostura.

-Nunca había estado en un lugar así, Loki.

Los ojos verdes de su hermano mayor seguían relampagueando.

-Hasta ahora, me di cuenta que vivía en un encierro igual al tuyo.- Agregó con calma.

-Tu jamás, sabrás por lo que yo he pasado.-Masculló siseante, como un ofidio al acecho.

Aren intentaba encontrar las palabras para poder llegar al punto cúspide que su hermano no veía.  Cuando intentó abrir los labios para decir algo más, simplemente meneó con la cabeza.

-Antes ni siquiera hablábamos entre nosotros. 

Cual león enjaulado se movía de un lado para otro.

-¡Ahora míranos! Yendo y viniendo, incluso discutiendo. Dormimos y despertamos a una puerta de distancia.

Esta vez la tenaz mirada del mayor se desvió al suelo y meneó la mandíbula como si estuviese apenado.

-Jamás creí verte sonreír de una manera que no fuese sarcástica o sádica (la mayoría de las veces sádica).- Sintió un escalofrío al recordar las miles de veces que él había sido objeto de sus más temibles miradas.

Se acercó hasta quedar frente a frente.

-¿No te alegra sentirte parte de algo?

Sin embargo, él seguía con una mirada que no parecía mermar ni un milímetro la barrera que había puesto.

-Nunca he pertenecido a ningún sitio, ni aquí, ni... allá.

Podía leerse el cansancio de tener que hablar de ello. Aren tomó la copa que su hermano había dejado y dejó que el alcohol delicioso fluyera por su garganta.

-Liv me contó cosas de ella; me dijo que su cabello cambia de color conforme al momento del día y a veces hasta con su estado de ánimo si este fluctúa demasiado.- La copa dejada en la mesa sonó entre los muros de piedra.

-Me contó, que ella al igual que el príncipe, no posee un poder completo, que es por ello que aunque forma parte de las deidades, sus funciones son solo abastecer de conocimientos naturistas a los reinos acaecidos por la ignorancia o el hambre. Aun así, creo que esto es genial.

Acercándose al gran espejo circular se acomodó los mechones negros. Tras una breve pausa miró a su hermano por el reflejo.

-...La quiero. Lo sé, porque el que ella me haya contado todo esto, solo me hace pensar que ha abierto un lugar en su corazón para mí y ese lugar, también es mi hogar. Él lugar donde Volstagg me recibe a golpes por jugar, donde Hogun me regaña por no cuidar las armas, el lugar donde Liv me espera todas las noches a escondidas. He formado un espacio aquí.

Sintió un vacío en el estómago. Unas cuantas semanas habían sido el mayor potencial para que su hermano pudiese expresar algo que ni siquiera Loki se atrevía a pensar. Por miedo, por estrés, por una tonta negación.

-Sabes que no debe--

-¡Estoy cansado de lo que debo hacer! ¡Quiero hacer, lo que en verdad quiero hacer! - Exclamó girándose.

-Lo que quieres hacer, no está en tu destino, en el día de mañana ella no forma parte de la ecuación.

-Ya no quiero pensar en el mañana. Quiero estar aquí hoy, por hoy, quiero estar con ella.

Aguardaron por largo rato. Loki solo se giró para retirarse a la zona de descanso.

-¿Quieres más a la hija del rey Vanir que al príncipe?

Ni siquiera pudo dar el paso completamente, su pie casi trastabilló. En esos segundos su cuerpo se volvió tan rígido como una estatua. Finalmente relajó los hombros.

-No sé de que hablas.

Ignorando esto, Aren continuó:

-Es increíble cómo ella pudo tener control sobre ti hace a penas unas semanas, y aún así, nunca te había visto tan huidizo como con el príncipe Thor. Con ella te comportas como un cachorro de felino y con él, como un miedoso cervatillo. Ambos te ponen en tales extremos que simplemente jamás había visto. No me puedes mentir diciendo que no sé de que hablo.

Siguió sin respuesta y sin que él lo mirase de frente.

-Al menos admite que eres capaz de sentir algo por uno de ellos.

Después de un largo silencio, reanudó la pregunta.

-¿Estás más enamorado de ella que de Thor?

-No te lo puedo contestar.- Habló rápidamente. Finalmente había accedido a responder.

-Cuando él no está aquí... Pienso que es a ella a quien quiero, pero... cuando a él lo veo, todo cambia. A su lado me siento tan excitado, un revuelo en mis acciones y palabras... Pero no sé, no sé... 

Había sido mucho más de lo que Aren esperaba y no pudo evitar quedarse boquiabierto.

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-¿Qué es lo que debo hacer una vez que esté allí?

Odín con una faz grave, tomaba su barba entre los dedos.

-Creo que no estás midiendo mis palabras.-Aseguró.

Thor llevaba un buen rato de pie ante sus padres y reyes. Su rostro demostraba la más grande seriedad pero su interior reborboteaba en una extraña combinación de éxtasis e incertidumbre.

-Padre, entiendo perfectamente lo que me estás pidiendo. No estoy volviendo una nimiedad tus palabras, pero el shock principal ya pasó, dime ahora qué necesito para cumplir tus órdenes.

Su padre le miraba altivo y sin comprender desde hace cuánto su hijo se había vuelto tan serio y tan entregado en un rol que hace algunas décadas, juraba no encajar en él.

-Como sabes, mañana es el día en que entra el verano finalmente, es la temporada en la que sus fuerzas disminuyen considerablemente. Es necesario estar preparados por si encontramos algún indicio de vida y actuar rápidamente. 

Explicó a su vez que se mostraba el desolado y frío panorama a través del poder del Hlidskjálf, el trono donde solo Odín y su esposa podían sentarse y ver los nueve mundos. Las tierras inhóspitas de Jötunheim.

-Solo durará unas horas, en el momento en el que se alineé el sol sobre ellos, será su momento más vulnerable. Después de este regresarán a un estado de total quietud.

Thor sonrió como si pudiera saborearse la victoria. La imagen se diluyó. Thor volvió la vista hacía su padre.

-Pero no te confíes... Debes ser muy precavido, es el último momento que tenemos para poder buscar respuestas, después del verano llega el invierno y muy bien sabes que es la época en la que debemos estar más alerta.- Finalizó Odín.

Su hijo guardó silencio. Hizo una reverencia colocando a Mjölnir en el suelo.

-Padre, juro por ti y por Asgard que no fallaré.

Un viaje de ida y vuelta a las fronteras de Jötunheim. Odín quiso buscar la seguridad y tranquilidad que necesitaba, pero ésta nunca llegó. Se puso de pie y caminó hacía su vástago mostrando un porte digno de la realeza. Con su esposa a su lado, ambos se toparon con los ojos marinos de su hijo. 

En los tres había todavía un arraigado sentimiento de culpabilidad. Acaloradamente habían discutido tiempo atrás y si un defecto tenía la familia de Odín, era que el diálogo no era muy recurrente en ellos. 

Frigga fue la primera en separarse de su esposo, tomó entre sus manos el rostro de aquél hijo a quien había llevado en su vientre.

-Estaremos pendientes de ti en todo momento y esperamos puedas llegar para divertirte con todos en la fiesta.

Thor sonrió sintiendo que las asperezas que tenía con su madre habían sido poco a poco sanadas. Ensanchó su sonrisa haciendo sus ojos se vieran más pequeños, era esa misma sonrisa infantil.

-Iré ahora mismo a preparar a los hombres que me acompañarán por el río Iving*. 

*Río que separa Jötunheim de Asgard

Odín tuvo en ese instante su oportunidad de solidificar su relación padre-hijo.

-Ya lo he hecho, de los pormenores.- Habló.

Thor parecía sorprendido de las delicadezas de sus padres, pero agradecía que se mostrasen así.

-Por ahora, ve con Liv. Pronto las góndolas saldrán para ofrecer las gracias al nuevo sol de verano.-Dijo Frigga con una sonrisa que develaba su tranquilidad por hacer las paces con su hijo aunque fuese en indirectas.

El chico sonrió, dentro de sí tenía deseos de ofrecerles un abrazo, pero su orgullo aún herido era necio. Volvió la vista a la salida y continuó. 

Las grandes puertas del recinto se cerraron tras de sí. Conforme avanzaba suspiró. Antes de doblar en el siguiente pasillo una vocecilla salió como disparada tras uno de los grandes pilares.

Un gritillo aguado salió de la boca del estoico Thor. Su prima se carcajeó por un momento.

-¿Y... qué tal te fue? Has salido con una cara muy oscura.- Dijo Liv sonriente. Su primo la miró con cierta molestia pero pronto fue disipada.

-Bonita manera de tratarme.- Dijo despechado.

Continuaron andando. Conversaron un poco antes de que Liv no dijese palabra alguna.

-¿Qué pasa?- Preguntó Thor, ambos salieron a los extensos jardines y sobre los balastros se acomodaron, a lo lejos, fuera de las murallas del palacio se podía ver la imagen de los asgardianos cargando coloridas cestas de flores, grandes construcciones de carrizo que llevaba en brazos los esbeltos muchachos.

Las mujeres corrían de lado a lado, mientras se escuchaba una mullida risa. Era palpable la felicidad de la nueva estación. Thor contempló a su pueblo sin esa pizca de temor que siempre cargaban desde hacía ya un milenio y tanto.

Este vago recuerdo le siguió para borrar su sonrisa. En el silencio, Liv lo reconfortó:

-No han habido ataques desde hace mil años, Thor, cada vez más tu pueblo se acostumbra a la sosobra de una tragedia que nunca parece llegar.- Decía.

Llena de razón llevaba su boca, entre las sonoras carcajadas y las miradas iluminadas podía verse como se extinguía un miedo que acaecia como serpiente en la oscuridad. Poco a poco, los ases irían descansando más durante las noches, disfrutarían más los atardeceres. Podían sentirse más cercanos de la vida pacífica.

-Quiero creer que el próximo invierno pasará sin nada nuevo como los años anteriores.- Se dijo.

Liv suspiró y le miró tiernamente mientras se sentaba en los balaustros. Se respiraba tanta tranquilidad, la sal marina que llegaba de la lejanía, el calor abrasador que ponía a todos felices y extasiados. Los aromas de las flores que nacían de esta mezcla de euforia y energía del calor. El sol parecía prepararse para recibir y despedirse a la vez de todo aquello que trajo la primavera. Ahora tocaba la estación de la exploración. La primavera había venido en tiernos pajarillos, en mujeres resueltas con listones pastel en sus cabellos, en jóvenes que embelesaban.  Ahora la atracción se volvía una pasión, eso era el verano que se acercaba.

Nuevamente miró a su primo, este, ya no tenía una faz de paz, sino de una perpetua conducta que lo llevaba pensar "¿qué irá a pasar el día de mañana?" Ella suspiró y sacándolo de sus pensamientos dijo:

-Thor, estás preocupado por lo que fue y por lo que va a ser. Para ello, hay un dicho: "El ayer es historia, el mañana es un misterio pero el hoy es un obsequio"

Se acercó susurrante:

-Por eso se llama presente.

El príncipe comprendió sus palabras e intentó relajar aún más su imagen, pero habían sido tantos años de esperar lo peor, de la incertidumbre de aquellas lejanías que prometían acabar con su familia, con su pueblo, con todo lo que amaba.

Relampagueando en su mente iban y venían las imágenes que tan terribles pesadillas protagonizaban. Los ojos sangrantes que contemplaban toda la decadencia de Asgard, todo el pueblo yerto ante sus pies. La mueca de frialdad en su madre y padre que habían perdido la vida. Ahí mismo donde él se quedaba solo ante aquello que lo observaba y se reía con vehemencia.

-Tienes razón.- Se limitó a contestar.

-¡Aren! - Le escuchó gritar. Un desnivel abajo se encontraba Aren que con atención se prestó a ver el espectáculo de los ases. Se giró en cuanto la miró. La saludó efusivamente.

Thor por su parte chasqueó una vez los dientes. Era cierto que en su primer encuentro fungió como cupido entre ellos dos, por simple broma y casualidad. Se había sentido orgulloso de hacer que Liv se interesara en alguno de los hermanos pero, el interés había sobrepasado lo que él creía. 

Ahora, aquella simple diversión y burla que ejercía sobre su prima se transformó en una constante manifestación de celos paternales. Liv prestaba demasiada atención a ese joven que era un simple despistado. Había sabido ocultarlo de sus padres, fingiendo demencia y pidiendo a su madre que no interviniera.

"Liv siempre es enviada lejos, dejen que regrese los buenos tiempos donde se relacionaba con los ases" 

Recordó que le decía a su madre y ésta no muy convencida, aceptó por el simple hecho de que era su hijo, el mismo que le había recriminado tiempo atrás su extrema protección en temas afectivos.

Aunque inútil y a la vez tierno, los jóvenes y prematuros enamorados se veían a escondidas. Ahora Liv no aparecía perseguir a Thor como en tiempos anteriores y aunque ésto le resultaba 'molesto' extrañaba esa familiaridad.

El rubio se mostró nuevamente tenso cuando Aren finalmente los alcanzó. Liv con disimulo y un poco de pena (puesto que Thor estaba ahí) se acercó a él y le tomó del brazo.

-Dime, ¿qué te ha dicho tu hermano? ¿crees que nos pueda acompañar?

Ahí fue donde la expresión del príncipe cambió. 

-Loki.-Susurró lo suficientemente alto para que la pareja ante él lo escuchase.

Aren sintió el nerviosismo y comenzó a tartamudear. Thor intentó apartar ese descuido, aunque en su fuero interno volvía a abrirse una herida que no quería cerrar. Justo antes de que las planes de la fiesta estuviesen concluidos, el hermano mayor de los forasteros, casi había desaparecido.

Digo desaparecido, puesto que en vez de verlo rondar los pasillos con un libro bajo el brazo, de descansar a momentos por los amplios balcones, ahora solo sonaban sus pasos acompañados de los de la fémina que el rey Vanir tenía por hija. 

Se mordió la lengua. Thor no se atrevía a perjurar defectos sobre Syn, la princesa Vanir había demostrado ser una dama en toda la extensión de la palabra, muy diferida de la imagen que cuando él era niño había guardado, de la misteriosa mujer encapuchada que lo protegió en las minas de Muspelheim. Era guardiana había cambiado su forma de ser totalmente y ahora se paseaba galantemente mientras Loki casi babeaba y echaba flores por donde pasaba.

Muchas veces intentó llamar su atención, pero incluso en ello fallaba, era rara la vez que se lo topaba (y aunque se sentía traicionado disfrutaba estos pequeños momentos). Loki siempre parecía apurado por desaparecer de la vista del príncipe asgardiano y Thor no podía impedir que ese objeto de deseo que finalmente había admitido tener se alejaba más y más de él. 

-¿Thor?

-¿Qué?- Respondió sin percatarse de que su mente se había desconectado del presente. Liv le miró extrañada.

-Te preguntaba si tu también ibas a venir a la ceremonia del solsticio.

Asintió con euforia. 

-Si, claro. A eso también iba a buscarte, será mejor que nos adelantemos, sino perderemos algún buen sitio para verlo.

-No creo que el heredero de Asgard tenga que sufrir con esos inconvenientes.- Respondió risueña.

-Liv.- Habló quedamente Aren. Ella hasta ese momento le tomaba del brazo y lo animaba a seguir a Thor pero no se movía.

-¿Qué pasa?

Aren agachó la mirada con preocupación. Sabía que debía decirle la verdad a Liv aunque fuese muy vergonzosa para él. 

Con gracia apartó su mano de la de él.

-Lamento mucho esto, pero no podré acompañarte. Yo...

El Thorpe no era tan torpe. Agachó los brazos como molesto y sonrió para sus adentros, finalmente podría tener un momento a solas y de carácter familiar con su adorada prima. Contempló por unos segundos el rostro desanimado del joven de cabellos negros y verdes ojos. Después posó su mirada en Liv y tuvo que retractarse.

En verdad sentía el sobrepeso de no poder contar con la presencia del joven, Liv le miraba entre confundida  y desanimada. Rara era la vez que podía ver a Liv triste, tan es así que su cabello verde se tornó gris opaco. Ella no le prestó atención.

-¿Qué? ¿Por qué? ¿tu hermano no te ha permitido salir?- Preguntaba con ansiedad.

Aren negó.

-No, yo... bueno, nosotros...- Intentó explicar.

-Liv, ellos no tienen el permiso de salir del palacio, es una orden de mi padre.- Aclaró Thor su garganta y respondió guturalmente.

La chica le miró y en sus ojos pudo ver incluso el indicio de unas lágrimas casi infantiles que querían desbordarse.

Thor sintió una presión en el pecho.

¿Qué había pasado entre ellos dos, que una simple separación como ésta podía ser capaz de provocar el llanto en el hermoso rostro de su adorada Liv? 

Continuaron callados, Aren sumergido en una vergüenza y una tristeza que aunque la situación no la ameritaba, su corazón si que resentía el hecho de verse separado en oportunidad tan más loable de estar cerca de ella. 

Los cabellos grises se menearon con el viento. Thor en el pasado hubiese estrellado la cabeza de ese chico contra el pavimento por haberla hecho sentir así, pero no podía, ni siquiera ella se lo permitiría, pero... llevarle la contraria a una orden de su padre. Mucho avance había hecho con él y su madre como para echarse para atrás.

"Es Liv" se dijo y en un segundo cedió.

-Lok-- ... ¿está tu hermano en su alcoba?

Alzando la vista, Aren asintió con la cabeza. Thor bufó y se acercó a ellos.

-Vayan por la puerta de la cocina que está al fondo del ala este, de ahí salgan por la ladera unos cuantos metros, claro ésta no la recorran toda, se internan entre los matorrales (como antes hacíamos Liv) y saldrán más pronto que antes a las primeras calles del pueblo.

Con cada palabra, una estrella de luminosidad se añadía al rostro de ambos. Se miraron entre ellos y luego a Thor casi con luceros en vez de ojos y asintieron extasiados. Se separaron de Thor, susurraron entre ellos y Liv le tomó de la mano para conducirlo a las instrucciones que Thor les dio.

Ese último gesto provocó una mueca de molestia en el príncipe as. 

-Osh, "sé cupido" dije yo, "será divertido" dije yo. ¡Estúpido!

Mascullando se fue internando nuevamente en el palacio. Casi por inercia se movió en la dirección exacta mientras seguía luchando internamente con su resentimiento por haber intercedido en un par de tontos que ahora parecían uña y mugre.

Antes de lo previsto y sin que él pudiese sentirse plenamente preparado, llegó al mismo pasillo que con anterioridad gustaba de recorrer siempre deseoso de sacar al ocupante de la alcoba última.

Fikir le miró de lejos y previó su acercamiento así que se inclinó. 

-Es un hon--

-Sshhh

Llegó hasta donde él en unas cuantas zancadas y le tapó la boca con la mano, incluso el pobre muchacho abrió los ojos desmesuradamente.

-Oh por las barbas de Odín, el príncipe Thor me ha tocado... Ya no me puedo casar.

-¿Qué?

El chico se desvaneció en un segundo, apenas el príncipe pudo tomarlo en brazos, si se hubiese caído hubiera generado un ruido muy grande, pero no pudo prever que justo a su lado había una maravillosa vasija, la cual ante los movimientos bruscos del paje se tambaleó y finalmente se estrelló para hacerse añicos en el suelo.

Thor se quedó quieto, con el casi occiso muchacho en brazos. Finalmente el estruendo ocasionado se perdió en los largos pasillos, Thor abrió los ojos que tenía fuertemente cerrados esperando encontrarse con algo peor.

Giró sobre sí (mientras el chico se tambaleaba como muñeco), no había nadie ni nadie parecía haber escuchado.

-Vaya, que suerte.- Dijo.

-Fikir ¿qué son esos ruidos?

Y ahí lo tenía.

El mismísimo diablo, delante suyo con un libro entre dedos, con los ojos bien abiertos mientras veía la siguiente escena.

Una vasija echa pedazos, un joven en estado de ebriedad y un príncipe violador que se quiere aprovechar de la situación.

-No es lo que--

La puerta se escuchó cerrarse con fuerza.

¿Por qué siempre parecía arruinar los momentos que necesitaba más seriedad? Dejó al chico tirado en una silla cercana.

Tocó la puerta un par de veces.

-Loki, necesito entrar.

No obtuvo respuesta. Ya se lo imaginaba. Con molestia quiso golpear más fuerte pero apartó el puño, mientras dejaba su frente reposar sobre ésta.

-Escucha, sé que últimamente no hemos podido... vernos.

¿Qué clase de discurso era ese?

-No estoy seguro de si es por mí, o... por otra persona pero... Al menos quería decirte que hoy será el despido del sol de primavera.

Del otro lado se escuchó quedamente.

-¿Solo vienes a 'decirme' eso?

Un atisbo de esperanza se cruzó en la garganta de Thor.

-Si, digo no. Lo que quiero preguntarte es si deseas ir a verlo... conmigo.

Esta vez el silencio fue su respuesta. Probablemente le había parecido absurdo y ahora se lo imaginaba caminando rumbo al más cómodo rincón a leer. Fue muy tonto al creer que accedería. Se separó de la puerta dispuesto a retirarse, derrotado.

Pero el chirrido en el umbral le hizo girar la cabeza. Unos ojos verdes se asomaron con cautela.

-Creí que teníamos prohibido salir del palacio. ¿Acaso Aren te lo sugirió?

Thor se acercó a hurtadillas y le hizo un ademán de que bajara la voz.

-Digamos que le agregaremos el factor misterio.- Susurró. Loki le miró:

-¿Me estás diciendo que sin pedir permiso?

Thor bufó como intentando no darle importancia a eso.

-Bueno, no es para tanto, estarías conmigo, quien además soy el príncipe, no habrá inconveniente alguno.- Se movía torpemente intentando sonar seguro de sí mismo. Loki encaró una ceja. Sus labios pronto formaron la silueta de un "no" perooo

"La quiero Loki. Y no quiero pensar en el mañana, quiero pensar en el hoy"

Malditos sentimentalismos. Carraspeó la garganta.

-Bueno, creo que de la seguridad ya te encargaste.- Dijo cuando vio a FIkir que continuaba inconsciente en una extraña posición sobre la silla.

-Ya se le pasará.-Respondió Thor entusiasmado. Olvidándose de ello tomó a Loki de la mano, gesto que el moreno sintió como si lo tomase casi en brazos.

-Vamos.- Susurró cerca de él y aunque fue por unos milisegundos fueron suficientes para acelerar su corazón.

Cautelosos los dos se movieron por entre los largos pasillos, esquivando la perpetua vigilancia entre pajes y guardianes. 

-¿A qué es divertido? - preguntaba Thor en tono infantil. Loki se imagino que esta actividad debía ser muy recurrente en el príncipe asgardiano.

Le sonrió de medio lado, concediéndole la razón. 

-Vamos.- Dijo nuevamente tomándolo. Pronto encontraron la salida más próxima hacia el camino que Thor les había indicado a Liv y Aren. Antes de salir por la puertilla de madera, alcanzó a tomar un par de manzanas.

-Debemos tener cuidado, suelen traer provisiones ahora más por la fiesta de mañana.- Susurró agazapado. Entre risitas y sonrisas ladinas se abrieron paso entre algunos matorrales. Transcurrieron largos minutos entre la espesa vegetación que crecía a los alrededores. 

Conforme avanzaban en su camino, el bullicio, las siluetas moviéndose se iban intensificando. Cada vez más el sonido subía de decibeles y Loki tuvo que tomar el aire suficiente para no sentirse apabullado enseguida.

-¡Llegamos!- Exclamó el rubio que emprendía el nuevo camino hacía los muelles. 

Mientras el joven que venía con él, se había quedado convertido en estatua.

Algunas risas, chillidos de uno que otro bebé juguetón. Los golpes de espalda entre hombres, rostros parecidos, distorsionados y nuevos. Una sociedad que se movía como olas en el mar, que llevaban colores en el rostro y estrellas en sus voces.

Que si se veían bien, que si debían apresurarse, que si el verano sería amable con ellos. Apenas pudo girar la vista, jamás había visto tanta gente reunida en un solo lugar y encontrarse de frente contra esa imagen le impactó de sobremanera. Algunas miradas curiosas le fueron dedicadas por segundos. Bellas doncellas, jóvenes delicados, hombres robustos y mujeres de canas en sus frentes cayendo. 

¿Qué mundo tan extraño era ese? Giró sobre sí mismo, a donde voltease veía el mismo espectáculo. Una armonía burbujeante. 

-Loki, ¡Loki!

Escuchó apenas llamándole. Thor regresó con él.

-No te quedes atrás, creí que te había perdido.- Comentó y lo tomó del brazo. Se abrieron paso tan fácilmente, todos parecen estar en los asuntos de la ceremonia, los mil aromas golpeaban de lleno sus sentidos. 

Flores, comida, cerveza y sudor febril. Todo ello en un solo sitio, en un hombre que no había sitio para nada.

Callado permaneció y caminaron por largo rato, a momentos a lado del príncipe, en otros siendo sujetado por éste para evitar perderlo entre la multitud. Avanzaban con más rapidez, como impacientes.

A ratos Loki le miraba de soslayo y le veía feliz. Sonriendo a todo aquél que se topase de frente. 

-Ahí están Liv y Aren.-Susurró. Y lo jaló hacía él para cubrirlo pronto con su capa. 

-¿Qué estás haciendo?- preguntaba nervioso pero no obtuvo respuesta. 

El sonido de las aguas inquietas, del salitre en el viento y la marea que subía y bajaba. Loki llegó casi de frente con Aren quien le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Viniste!

Fue acallado por los ases enseguida.

-Bien, deberemos olvidarnos de estar en la góndola donde van tus padres, Thor.-Dijo Liv, era obvio, el plan debía hacerse con la mayor discreción posible.

-Esta vez, abandonaremos la idea de una góndola grande, iremos en estas dos.- Continuó la muchacha con tanto esmero y felicidad, ahora su cabello refulgeaba en luz dorada. Tras ellos, escondidos entre barriles y redes de pescar había dos góndolas efectivamente, mismas que ellos podrían abordar. 

Entre discutiendo los últimos detalles, se llegó al acuerdo de que Loki y Thor debían salir primero. 

Así lo hicieron, los muchachos arrojaron con esmero cuidado. Thor saltó dentro de la pequeña embarcación y enseguida estiró su mano para ayudar a su acompañante que ahora mostraba el rubor en sus mejillas.

-Ven, siéntate a mi lado.- Le dijo y pudo casi sentir algo más en su voz. No dijo nada, apenas pudo hacer un respingo cuando el príncipe se sentó a su lado, muy cerca y con la capa que traía se cubrieron ambos.

-Hasta que nos alejemos de la orilla, navegaremos así.- Explicó Thor.

-Creo que llamamos más la atención así.- Susurró Loki.

-Pero es una buena excusa para tenerte así.- Le respondió Thor mientras le guiñaba un ojo. 

La barca se alejó un poco, lo suficiente para que se pudiera maniobrar con los remos. Pero Thor los miró de soslayo.

-Bah, no los necesitamos.

Con calma metió la mano en la líquida superficie.

-He estado practicando.- Añadió.

-Oh por Odín, no quiero salir disparado otra vez.- Habló Loki fingiendo sobresalto, Thor se sintió un poco torpe.

-Calla, de verdad he practicado.

Movió sus muñecas con delicadeza y debajo de sus dedos formó pequeños remolinos formados por agua y aire, finalmente la barca cobró dirección y velocidad y se pudo colocar a la delantera. Loki quiso mirar atrás.

-No me gusta admitirlo, pero Aren sabrá cuidar a Liv.

Sonrió de medio lado.

-¿Celoso?

El rubio sonrió con ligera molestia.

-Mucho.

Continuaron un tramo más largo en silencio y todavía cubiertos por la capa de granate. El atardecer se estaba colocando en su punto más alto, pronto el sol iniciaría su descenso y la luna saldría victoriosa en una noche que prometía ser hermosa. Los demás asgardianos sobre sus propios barquillos sonreían extasiados, se apresuraban a sacar las linternas flotantes de papel. Jóvenes y viejos se amontaban en sus sitios para sacar el más grande o mejor decorado de las ofrendas que estaban por dar. 

A su alrededor se respiraban risas y emociones a flor de piel. Sin la capa encima pudo ver más aún el panorama. 

Que mundo tan extraño.

Pensaba. 

O tal vez, yo soy el único extraño aquí.

Esto último lo comenzó a desanimar. Sin embargo hizo un respingo cuando sintió la presión sobre su cuerpo de la compañía de Thor.

-Oh, por ahí están mis padres ¡escóndete!

Y volvieron a la súper discreta cubierta de tela roja. Metiendo su mano nuevamente se alejó de la muchedumbre y se alejaron lo más que pudieron, quedaron casi a las orillas de la congregación de ases. Loki vio cómo se encendían las ofrendas, como pequeñas luciérnagas que ven el jardín nocturno fresco, listas para salir.

Sin darse por enterado, sonrió.

En la lejanía de ellos, se vio una luz azul. El cetro del rey. Todo el bullicio calló de inmediato, aunque lejano la voz del rey y Dios Odín se escuchaba fuerte y clara.

-Venid hijos míos, regocijense y agradezcan a este último sol. El mismo fértil astro que nos trajo tanta vida y sustento. En igual medida, hemos de agradecer sus fuertes y cálidos rayos que no solo han hecho crecer nuestros árboles y flores, sino también nuestro espíritu. Los ases, son hijos del sol y ahora, hemos de agradecer por esta nueva etapa que comienza.

De la barca dónde se encontraba él y su esposa, salieron 3 linternas unidas por un largo listón. Pronto subieron por el calor de las velas en su interior.

-Es una representación de la familia real.- Susurró Thor.

-La de en medio, me corresponde a mí, y es la que está más arriba. 

Loki no podía despegar la vista del espectáculo.

-Mi camino hacía el trono es cada vez más cercano y mi presencia se muestra como la más cercana al sol por tanto.- Terminó de explicar.

Pronto las demás embarcaciones tuvieron listas y dispuestas sus linternas. Tan solo con la diferencia de distancia, éstas comenzaron a subir poco a poco. El sol se ocultó por completo y pronto relucieron como estrellas. Se reanudaron las risas y la alegría.

Un verano nuevo, un año que continuaba en paz. 

-Lo siento, creo que nos hemos alejado demasiado de la verdadera fiesta, yo--

-Es perfecto.

Thor lo miró, algo en su voz no sonaba como comúnmente era. Cuando le miró, pudo ver una luz distinta a la que reflejaban las linternas. Sus ojos verdes se movían lentamente, entornaban el manto nocturno, dedicaba suma atención a las ofrendas del sol. Enmarcando esa mirada de inocencia, pudo ver una curva en sus labios. 

El príncipe también sonrió. Nunca lo había visto así y rogó por ser el primero que lo hacía. De todo esto no se percató el jötun disfrazado, en silencio y completa paz disfrutaron del espectáculo. 

De pronto de un paño escondido en su ropaje, Thor sacó dos manzanas y le ofreció una a su acompañante que no puso objeción. Con sonrisas de complicidad tomaron el alimento que fue hurtado de manera noble de la cocina del as.

Las estrellas fugaces que eran linternas pronto subieron tanto que solo estelas luminosas se volvieron. La que habían soltado los reyes ya había desaparecido. Loki se había ensimismado en querer encontrarla pero ya no hubo modo alguno. 

La luna llegó y engullio todo aquél resplandor. El verano había comenzado. Se sentía además en las perlas de sudor que adornaban la frente del rubio y la nuca del moreno. Todavía contemplando ya el negro cielo, notaron también cómo se iban alejando las barcas.

-Oh diablos, teníamos que habernos adelantado a ello, ahora será imposible aparcar cerca de la costa con todos bajando.

Loki no puso importancia. El vaivén de las aguas, el maravilloso espectáculo y (suspiró), la presencia del príncipe en la misma barca le hizo entrar en un estado casi de letargo. ¿Qué habrá sido de Aren? ¿estará feliz de estar con Liv? 

Miró al cielo y después a Thor quien seguía mirando con preocupación cómo irían a regresar a tierra con disimulo.

Si, seguro que esta feliz.

Se respondió internamente.

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-

-¡Ha sido fantástico!- Exclamó el joven alzando los brazos enérgicamente, la embarcación se tambaleó un poco. 

Liv le miró sonriendo. Ella también compartía la emoción. 

-Mi linterna no ha sido la más rápida-

-¡Pero ha sido la mejor decorada!- Se apresuró a decirle Aren. Se le colorearon las mejillas. Con el firmamento oscuro, las estrellas luminosas y la luna serena se acercaron a la orilla donde tocaron muelle. Aren en un salto ágil logró salir y se dio media vuelta para extender su mano a la muchacha.

-Ven.

Ante el tacto frío de la piel masculina, sintió un escalofrío en su vientre. Las emociones que se habían ido preparando ahora parecían estallar en borboteos incesantes. Bañado en luz nocturna le sonrió. Sin embargo, su embelesamiento no le hizo ver que debía dar un paso más extenso del que había dado. Su pie trastabilló en la orilla de la húmeda madera.

-¡Ah!

Pronto se escuchó el chapoteo del agua, era la barca que había sido movida bruscamente, gracias a Odín, Liv no tuvo el infortunio de terminar en el agua, solo fue a parar en el pecho de su acompañante que en el momento la supo sacar del apuro.

En vez de sentirlo cálido, abrasador. La sensación que la recorría era meramente la fría atmósfera de su piel. Permaneció en esa posición un buen tiempo, no dándose por entendida cómo era posible que chico tan afable tuviese una atmósfera tan fría. 

En el bullicio de los ases que iban desembarcando, escuchó un repique constante. Alguna nueva muestra de festividad se estaba llevando a cabo en la lejanía. Podía escuchar un tambor que repicaba contra sus oídos. Al principio, de presencia lejana, después, iba acortando distancia.

Pronto se percató de que el retumbar de aquél instrumento no estaba presente en el ambiente, un sonido de eco y sincronizado. 

Como un palpitar.

Alzó la mirada y finalmente dándose cuenta de su confusión, vio que el sonrojo del muchacho había ocasionado que su corazón latiese desbocado y era ese mismo sonido el que Liv había encontrado tan encantador. 

No dijeron palabra alguna, ella todavía podía escuchar el sucumbir de su pecho y el de ella misma. Unidos en un abrazo improvisado permanecieron estáticos, a sus alrededores solo las figuras de los ases que se desdibujaban, tan ajenos de la escena que se estaba llevando en ese instante. 

La miraba como si fuese una obra de arte, perenne y silenciosa. Nada comparado a las toscas estatuas de su mundo natal. Cada movimiento de su melena rubia, cada palpitar de sus párpados abiertos. El acompasamiento de su pecho, cada cosa la describía como una eterna ilusión.

¿Se acabará pronto? 

¿Tendrá algún fin semejante monumento ante él?

"Tú eres la pieza más importante de este plan". Recordó.

"El lazo está creado, hermano". La gélida voz del gemelo malvado.

Todo podía acabar en un instante, y la divinidad que en sus brazos temblaba tal vez se esfumaría. La muerte acaecería sobre un pueblo desprevenido y él, sería quien llevase la batuta.

Pero su cuerpo se relajó, sorprendentemente. 

Sucedería, tal vez, pero por ahora, todo se encuentra en paz. De igual manera, su alma estará en paz siempre que esté con ella.

Acariciando su mejilla se acercó y entrecerrando sus ojos la invitó a olvidarse de las futuras penurias y contemplar el idóneo escenario donde ellos son felices, sin importar qué...

Ella aceptó y atrayéndolo hacía si cerraron el pacto en completo silencio.   

Solo los tontos se pondrían a pensar cuánto duró aquél beso. Aunque había sido en medio del lugar, nadie más prestó atención y esto fue lo mismo que hacerlo en la soledad de una habitación, sin cuestionamientos ni curiosidades. Ellos perdiéndose como lágrimas en el mar y uniéndose a la sociedad que querían pertenecer. 

Explorando las carnosidades de sus bocas descubrieron que también querían conocer todo aquél envoltorio de tesoros. Se separaron y hallaron ante ellos una nueva mirada, repleta de luz y sin lugar a dudas. 

Sonrieron tontamente como si fuese un hábito de muchos años el besarse. Se enraizaron en un abrazo más profundo y engullidos por lo que sentían se alejaron disimuladamente a un lugar donde pudieran seguir explorando cada quién ese nuevo universo de emociones. En silencio continuaron unidos sino en un brazo, sino en sus ojos y en su manos, esperando el momento en que todo aquél bullicio se volviese a presentar en cada rincón de sus cuerpos.

¿Quién era Thor? ¿Quién era Loki? Hace dos besos atrás ya se habían olvidado completamente de ellos. Un último revuelo de viento nocturno meció los largos cabellos de ella y pronto la misma corriente de aire se alejó.

Mucho muy apartado del gran sonido de voces y aclamaciones de dioses venerando sus propios poderes, sus legiones, su pasado y pueblo. 

Alejándose, entre soplidos y bufidos, llegó a despeinar ahora los rubios cabellos de otro que ignorante de todo, se habría paso a desembarcar.

-¿Estás seguro de que es bueno que lleguemos aquí? No sabemos si Aren o Liv nos estén buscando.- Habló Loki con un recelo de preocupación aunque la situación donde estaba tampoco le era desagradable. 

-Será mejor que no nos vean a todos juntos, sería difícil explicar eso si es que nos topamos con alguien que pudiera ser un riesgo.

Ambos saltaron fuera de la embarcación y a empujones la hicieron encallar en la orilla cubierta de diminutas piedras. Estaban casi del otro lado de la ciudad donde pronto terminaban las murallas del palacio y comenzaba el extenso mano verde de vegetación. 

No prestando atención a sus botas mojadas, Loki inspeccionó el paisaje a oscuras, sus ojos estaban muy bien acostumbrados a sitios así.

Sin guardias. Sin extensas murallas o atalayas de vigilancia. Que lugar tan desierto y desprotegido y a la vez, tan puro. 

Thor lo alcanzó y al igual que él se puso a contemplar los alrededores.

-Se ve bastante calmado, es un buen indicio. Podremos subir por la colina y buscar alguna entrada o improvisar alguna.- Sugirió el príncipe. Sin embargo, notó que no era escuchado. 

Su acompañante solo tenía un semblante de seriedad y casi de indiferencia. Esto le hirió. No parecía querer escucharlo o prestarle atención, no desde qué...

La imagen de la princesa Vanir llegó corriendo a su mente. 

Desplazado, sería la mejor palabra para describir lo que sus entrañas le decían. Lo que meses antes había sucedido entre ellos.

Escuetas clases de magia, encuentros improvisados, el príncipe espiándolo de lejos cuando salía de la biblioteca solo para tener una excusa y toparse con él. Conversaciones donde Loki parecía lo más renuente a quedarse callado pero...

Dentro de ese mutismo, siempre había sentido el llamado a no rendirse sobre lo que sus acciones movían. Dentro de ese silencio característico de él, también venían de la mano el rubor en sus mejillas, el nerviosismo de sus manos y el tic nervioso de acomodarse el cabello tras la oreja.

Si ella le daba paz, él le daba la intensidad, desconcierto y ...

¿Qué más puede hacer alguien sino darle entusiastas razones para creerlo enamorado? Cuando llegó Liv no tardó en mostrarse intranquilo con la presencia de la muchacha y la buena relación que llevaba con el príncipe. 

Loki, que siempre parecía reacio a no tenerlo cerca, parecía siempre contrariado con sus acciones. Podía sentir que quedaba insatisfecho cuando le hacía marcharse, cuando discutían, cuando pasaban en silencio el tiempo.

¿Es esperanza lo que te quieres ofrecer, Thor?

La esperanza de que tal vez, él también es un necio más duro que tu, que no sabe prever ni manejar emociones que parecen erróneas. Que tiene deseos de sacar algo más de lo que lleva dentro. 

Sino fuera así... Si en verdad él fuese indiferente en totalidad. No hubiera increpado en tu mente ni en tu corazón con aquella muestra de afecto, ¿la recuerdas, Thor?

Le miraba taciturno, bajo la wisteria. Sonriente y casi pacífico tomó un extremo del paño blanco que él portaba. Con suavidad presionó sus labios contra el objeto y pronto lo colocó sobre los labios de su acompañante.

Eso, ¿contaba como un beso? Creo que Thor ni siquiera lo había podido ver de este modo, había sido tan idiota en creer que apenas era un acercamiento cuando en realidad era una declaración clara de alguien que simplemente no sabía como lidiar con las palabras y acciones sinceras de su corazón.

Esperanza nueva llegó. Ahora, descubre si tienes el poder de finalmente sacarle la verdad, descubre si lo que siente por ti es lo suficientemente fuerte como para vencer esa fingida indiferencia.

Thor no se percataba de la ancha sonrisa que adornaba su rostro hasta que sintió la presión de sus mejillas por mantener tanto tiempo el gesto. El chico de cabellos negro se dio por enterado cuando notó la pronunciada mirada que le regalaba.

-¿Pasa algo?- Arqueó la ceja intentando parecer calmado. 

No respondió enseguida. Más bien se contoneo engreidamente. 

-¿Has visto lo que he podido hacer con mis manos?- Decía, refiriéndose a qué habían logrado navegar sin ayuda de remos sino de los pequeños poderes del príncipe. 

Se acercó a la orilla, donde el agua ululaba contra las piedrecillas. Se quitó la capa y la arrojó lejos, después la armadura del pecho, hombres y manos. Con un estruendo ahogado terminaron en la orilla.

-¿Qué haces?- Preguntó Loki notando como se descubría.

Finalmente quedó solo arropado por un paño que le dejaba los brazos descubiertos. Volvió a meterse en el agua, hasta donde sus rodillas llegaban, movía ambas manos y el agua parecía obedecerle sin chistar. Loki no comprendía el cambio repentino de humor.

-Vamos, es mejor que estar yendo en cuclillas por todo el palacio.- Decía nuevamente el rubio sin mirarlo. 

Un último vistazo al palacio, a punto de replicar se calló por enésima vez. Aunque la razón le decía que lo mejor era evitarse un posible castigo, la luna reflejada en el mar, Thor chapoteando como niño en el agua y la serenidad de la noche fueron un grandioso señuelo.

Apenas quiso sonreír y se acercó. Thor que le daba la espalda temía que solo escuchara los pasos de Loki alejándose pero pronto desechó ésta idea mientras escuchaba como él también se descubría lo suficiente. Quedando únicamente en una prenda color negra e igualmente de brazos descubiertos, se quitó las botas y se arremangó los ropajes. 

 Con trémulo se adentró y llegó hasta donde estaba el joven. Se sorprendió de lo agradable que podía ser sentir una ligera capa de vegetación haciéndole cosquillas por la planta de los pies. 

-Está fría por la noche pero se te quitará.- Añadió el príncipe. 

Loki sonrió nervioso... Claro, él no sentía frío.

Miró al joven que intentaba volver a hacer pequeños remolinos bajo el agua. Se esforzaba de sobremanera.

-¿Recuerdas cuando me hiciste aquella jugarreta para dejarme caer el agua encima? - Preguntó el príncipe. 

Ahogó una risa tonta.

-Claro que no.- Murmullo con un atisbo de sonrisa. Thor le miró recriminante y ladino a la vez. 

En silencio continuaban chapoteando, dejando que la humedad no le impidiera relajarse. A momentos se miraban y a momentos alejaban sus ojos, como temiendo que algo saliera de éstos. 

-Cuando era niño, mi padre alguna vez llegó a llevarme en barco a diferentes encomiendas del pueblo. Muchas naves llegué a navegar, era algo muy divertido. 

Le escuchaba atentamente, pensaba además en toda clase de historias que podría contarle. De entre todos los libros que había leído, probablemente Thor sería el ejemplo más grande de que las historias no siempre están encuadernadas, sino que cobran vida y andan por el mundo. Thor podía contarle tantas cosas en la libertad en la que vivía. 

¿Me contará muchas historias? Pensaba. 

-Aunque de las cosas que más me gustaba, era siempre mirar abajo e intentar atrapar esos pececillos de colores que aún hoy en día nunca he podido alcanzar.

En ese momento una pequeña numeración de esos mismos peces se movía sigilosamente por sus pies y piernas. Miró a Loki animado, dándole a entender que intentaría capturarlos.

Tras unos segundos donde se quedó quieto arremetió contra ellos y metiendo las manos de lleno se empapó todo el rostro de agua. Claro ésta que en esas condiciones nadie podría ver bien y los pececillos que tranquilamente paseaban habían desaparecido en un rápido nado. 

Soltó una pequeña carcajada al ver los rubios cabellos escurrir agua.

-¿Qué parte de esa idea de hizo creer que los ibas a atrapar?-Decía riéndose todavía de él. 

Era increíble que ese chico era el próximo rey de Asgard. 

Se sacudió un poco cual animal salvaje para quitarse el exceso de agua y mojando a su compañero de paso. 

Las travesuras que le siguieron fueron el tema principal, entre carcajadas y chapoteos terminaron los dos empapados. Ya con las últimas exhalaciones de risas siguieron conviviendo. En silencio Loki miró al horizonte nocturno. 

Una extensa línea azul y blanca entre los destellos de los adornos de la noche. ¿Expediciones con su padre? ¡Ja! Eso ni en sueños lo había considerado, ni pedido. Era mejor no entrar en detalles. 

Olvidándose de ello, siguió mirando el extenso mar. ¿Quién lo hubiera podido adivinar? En sus sueños la vívida imagen del mar le producía terror y ahora, lo veía tan sereno, tan afable.

¿Será solo la visión del mar real lo que le daba tranquilidad?

O tal vez... 

A su derecha estaba Thor exprimiendo su melena para desaparecer el exceso de agua en sus cabellos. Su rostro se fue apagando.

Otra vez sentía miedo. Nuevamente sentía que debía salir de ahí, que tenía que correr y alejarse de aquél incentivo que incendiaba su razón y volvía cenizas los proyectos de Jötunheim. 

"¿A quién quieres más?" La voz de Aren retumbó en sus oídos. La mirada fulminante que le brindó, que le exigía la verdad, pero más que para satisfacer su curiosidad, era para que él mismo admitiera lo que sentía. 

Pero Syn...

Ella se había portado con gracia y bondad. Con caricias tiernas y dulces palabras. La rememoraba y cándido sentía la paz que tanto anhelaba sentir junto a Thor.

¿Cómo? Se sorprendió por el rumbo que sus pensamientos tomaron por un instante. Anhelar la pacífica atmósfera que ella parecía brindarle pero su persona favorita encabezando la escena sería el príncipe de Asgard.

¿A quién quiero más?

Se preguntaba. Cerrando los ojos, supo comprender que la felicidad y calma que le prodigaba una, no era comparable con la ardiente pasión que intentaba guardar para con el príncipe. A Syn, había aprendido a quererla en tan poco tiempo, y la sentía tan cercana como.. Como Aren, como si un hilo de sangre los uniese, una conexión inexistente pero... que parecía tan real que se había dejado llevar por él, confundiéndole con un cariño de pareja.

A tales conclusiones había llegado, en medio de una efusiva convivencia con el autor de sus desvarios. A su lado, sin sospechar estaba quién de más debía cuidarse. Por un segundo que él no dejó que nadie más mirase, sonrió para sí mismo, creyéndose el más tonto de todos los nueve reinos. 

¿Qué hago ahora?

Se preguntó. Pronto olvidó esto cuando sintió el roce de unos pececillos que nuevamente se habían acercado a la orilla para poder comer de la vegetación que abrazaba las rocas. Los miró por largo rato, se movían lentamente y de improvista arremetían y se alejaban. Regresaban y reanudaban una danza extraña.

Thor pronto parecía acallar, estaba ensimismado en ver el cielo, quizá buscando las linternas que horas antes habían hecho volar. Una idea extraña llegó a sus manos y juguetón movió con sigilo y efectuó su magia escondida.

Los ojos verdes brillaron.

-Mira esto.- Le dijo suavemente.

Con una estela de luz verde brotando de sus manos, logró hacer que la superficie acuosa le hiciese caso, y con algunos movimiento más ésta misma se alzó por encima de sus cabezas. Creó un domo hecho totalmente de agua y lo suficientemente grueso para que los habitantes acuáticos pudiesen seguir navegando por el agua que era su hogar. 

El domo los cubría a ambos. Thor no cabía en su sorpresa.

-Tal vez no los puedas tocar, pero al menos podrás verlos tan cerca como hubieras querido de niño.- Decía Loki observando su obra de arte.

Era cierto, los peces inocentes que ignoraban lo que sucedía se seguían moviendo con naturalidad, navegando sobre sus delgadas aletas, ondeando su cola para llegar lejos de los ojos curiosos del príncipe. 

-Es grandioso.- Habló el joven y esto hizo que ruborizándose por un momento Loki estuvo. 

Moviendo sus manos con delicadeza la magia seguía recorriendo el precioso obsequio acuoso. La atmósfera seguía moviéndose sobre ellos, invitándolos al onírico paisaje que tenían ante ellos. Así lo sintió el jötun disfrazado que continuaba observándolos. 

Llegó un punto donde Thor intentando abarcar todo a lo que su alrededor sucedía, se topó con la imagen del joven a su lado. El moreno que no despegaba su mirar de lo que estaba haciendo. Tan sereno, tan jovial.

¡Era una imagen tan distinta a la que había tenido momentos atrás! Ahora le veía tan radiante, la ropa que ya no llevaba dejaba al descubierto los brazos de mármol, limpios y fuertes, delicados y seguramente tersos. El perfil que mostraba, con la silueta de su nariz perfectamente recta. Los ojos verdes que deslumbraban, los cabellos húmedos que aún tenía pegados a su faz por la humedad.

Y dentro de ese perfecto marco, dos rosadas montañas a las que nunca antes había prestado tanta atención.

Pronto su mirada se hizo indiscreta y Loki le miró sintiéndose altamente escrudiñado.

-¿Qué pasa? ¿Ya te aburriste? - Preguntó algo ofendido. 

Los labios de Thor no se abrieron para dar respuesta. Loki continuaba ejerciendo su magia. En eso, Thor sacó el pañuelo donde había tenido envueltas las manzanas que consumieron durante la festividad. Miraba el paño recordando acciones pasadas.

-Hace tiempo, usaste este mismo artefacto para tomarme desprevenido.- Hablaba con cierto tono seductor y Loki lo pudo prever.

De mil colores se puso su rostro.

-Y-yo...

-Supongo que es hora de que te devuelva el gesto.

Y besando con delicadeza la esquina del paño se acercó a Loki. Éste a su vez no dejaba de ver aquella prenda que ahora prometía acercarse a él de manera distinta. Precisamente era esto lo que quería el príncipe, pues Loki, por estar tan al tanto de lo que hacía el joven rubio con el paño no comprendió porqué en un segundo la servilleta se escapó de sus manos y en vez de eso, los labios del joven se unieron con los de él.

"..Que haya un rayo de esperanza:
el don que te concedo.
Y no con la muerte, sólo en profundo
sueño la fatal profecía se cumplirá.
Y del sueño hechicero despertarás
al calor de ese primer beso de amor."

El hechizo se rompió y el agua que venía controlando tan bien cayó sobre los dos, pero a diferencia de lo que se podía esperar, esto no detuvo el acto silencioso que se llevaba a cabo. Aún no podía cerrar sus ojos de la impresión y con ellos tampoco podía enfocar nada, puesto que esa parte se había desconectado finalmente de él.

Le recibió en caricias húmedas. Cuando le tomó de las mejillas y el moreno le permitió el acceso a su boca. No había ya pero alguno que valiera, ni muralla alta que detuviese lo que ambos sintieron en esos instantes. Tras varios momentos, embriagado de un vino divino, dejó que su cuerpo fuese absorbido y que sus manos y labios fuesen los que actuasen. Le abrazó con cariño y pidió aún más su cercanía.

Húmedos y con la piel erizada, continuaron besándose por largo, largo tiempo. Nublados de mente y cuerpo, no recordaban realmente cómo fue que lograron entrar al palacio sin ser vistos, solo recordaban que en cada momento que podían, se detenían, cada muro y cada pilar era excelente lugar para retomar los besos y caricias. 

Se reían entre ellos y cosquilleantes emociones les hacían parecer un par de bobos ebrios. 

Se contemplaban a momentos, se volvían a besar, caminaban de la mano, después regresaban los besos.

Pasos, un beso en la mejilla, risas y besos, pasos y un empujón hacía el muro, nuevamente caricias y besos. 

Si ellos fuesen arquitectos de caminos, cualquiera se perdería o terminaría demasiado extasiado para recorrerlo en su totalidad. 

Ebrios, si, pero aquello que por meses habían acallado. Ahora expeliendo lo que ahora inundaba los pasillos, cada pequeña fisura del suelo y del techo. 

Cegados, sus siluetas se perdieron en alguna parte del castillo. Tal vez en algún jardín, en alguna banca bajo un árbol, más arriesgado, tal vez en una habitación, entre sábanas. 

¿Lo sabremos algún día?

 

FALTAN 24 HRS PARA LA TORTURA DE LOKI

 


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