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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Su mano intentó detener el flujo de sudor de su frente.

-Demonios.-Masculló mientras tomaba apoyo de un balaustre.

Tras haber cerrado la puerta de la habitación donde se encontraba Aren se había descubierto ya muy tarde andando sin rumbo fijo por los pasillos del gran palacio. Se percató de que estaba en lugares que él no conocía, tal vez incluso prohibidos para él. Sin embargo, algo más que el desconcierto y la sorpresa le hicieron mella en su cuerpo.

Se pasó el antebrazo por la faz intentando quitarse el sudor.

-Maldito verano.- Seguía maldiciendo.

La nueva verdad que acogía con severa imparcialidad externa no era la misma por dentro. Sintiéndose casi enfermo, sin estar seguro de si era por la noticia previa o por el hecho de que era el día primero de verano.

Claro que te debilitarás... Es el día más peligroso para los jöt-

No terminó ni siquiera la frase en su mente. Golpeándose el hombro contra el muro de piedra se giró sobre este para quedar de espaldas y alzar el cuello en busca de más aire.

¿Qué diablos soy?

La pregunta brotó fuerte y clara, feroz como una cascada y tan nítida como un golpe en el estómago. En su mente seguía viendo los labios de Aren moverse, echando de su propia mano el balde de agua fría. Los veía moverse, lento, rápido.

Y sin embargo, no escuchaba nada.

-¿Qué clase de mirada era esa?

Se preguntó recordándolo. ¿Lástima? ¿vergüenza?

La imagen de Aren moviéndose lentamente y luego rápido, y luego lento y otra vez rápido corría terriblemente. Le estaba produciendo una fuerte punzada en la cabeza.

-¿Qué me está pasando?

Se decía e intentaba no desfallecer. No era posible que tales palabras tuviesen ese efecto. Cuando era mucho más joven, mil y un veces se precipitó a pensar que probablemente en sus venas no corría lo mismo que los gigantes que había fuera de su encierro. Que era por eso mismo que se veía excluido, rechazado.

Al ser indigno de la sangre real, sería un desterrado. Pero de ser así, ¿por qué lo mantuvieron con vida tanto tiempo?

Se sorprendió sobre el rumbo que tomaron sus pensamientos. Hace mucho tiempo que ya no pensaba en la muerte. Se recordó mudo, sin nadie con quien hablar, ni con quien compartir la vida. Si estaba condenado a ser así su oscuro destino, ¿qué motivos habría para vivir? Solo era un juguete en una jaula de oro, imposibilitado de siquiera tener voto.

Eso no era vivir, simplemente era no morirse. Había una inmensa brecha en ambas afirmaciones. El tiempo pasaba y la frialdad con la que fue tratado en su temprano desarrollo nunca tuvo respuesta. Siendo un indefenso bebé, fue cuidado por cuantos gigantes pudo haber, pero ninguno de ellos prodigaba una caricia, un arrullo, una mirada de ternura. Cuidaban de él como un constructor la pared que se le ha mandado levantar.

Viviendo, o más bien, no muriendo de esa forma, Lygar desarrolló la idea de que no debía entonces importar qué pasaría con él. En cualquier momento alguien podría entrar con toda la intención, con mil ojos de espectadores y acabar con su vida en ese instante. Porque no había valor en él.

Llegó un día. El mismo día, en el que fue utilizado como carne de cañón para que las tropas de los jötnar se entrenasen. Cuando se vio desprovisto de arma alguna, en medio de la gran explanada, supo llegar a la idea de que él no era más que una inutilidad, una masa de carne sin productividad que mantenían con vida, solo hasta el momento en el que les fuese fuente de diversión.

Lygar observó a los terribles gigantes que se acercaban a zancadas a su pequeño cuerpo. A la inmensa diferencia de fuerza y ferocidad. Los vio, y supo que todo había acabado ya. Como nunca había abrazado la idea, de que la muerte sería siempre el camino que llevaría su destino.

Morir en el olvido, en el anonimato. A final de cuentas, morir, sin haber vivido.

Sintiendo su cuerpo destrozarse, algo más brotó en él. Morir, sí... Pero morir como último recurso. Perseguir la mejor muerte, la más deseable, la inolvidable. Fijar como meta, la muerte más legendaria.

Hace algunos meses, él había mantenido una charla con el príncipe Thor. Había definido, que el origen de su poder residía en un sentimiento: el que siente por la muerte.

Tergiversando la historia, contó cómo se sintió en la total soledad y en el blanco fácil que era él.

"Es como si mi vida se hubiese acabado en ese sitio y a la vez, hubiese comenzado de cero" (Capítulo: Emociones)

Se recordó a sí mismo proclamando esas palabras. ¿Qué importancia tenía ahora saberse lejano de la raza que lo vio crecer? Que ellos fueron quienes lo esclavizaron, lo humillaron y lo raptaron de toda vida pública. Ellos no lo dejaban vivir, pero le enseñaron el poder de la muerte, de tomar lo que aquellos consideran preciado.

Si no soy uno de ellos, tuvieron la mala suerte de enseñarme a serlo.

Solo hasta ese día, en el que media milicia cayó muerta por flechas mágicas que Lygar esparció, se le dio un uso. Justo en el día, en el que los jötnar negaron su vida, le aceptaron solo para prolongarla. Cuando Laufey descubrió el misterioso río de poder que su primogénito guardaba, vio en él, una baraja de combate muy poderosa.

Una muralla, no sería suficiente para mantener alejados a los ases, enfrentamientos y desordenes en los nueve reinos, no le llevarían lejos. No, Laufey quería ver más allá, quería conocer cada camino, cada futuro posible.

Hace mucho, mucho tiempo. Un niño que había aprendido con suma rapidez la manipulación de energía mágica, alzó ante la sorpresa de los nueve reinos, un muro impenetrable. Escondiendo para siempre, una civilización, una raza de gigantes que se acogerían en el silencio para planear su próxima jugada.

Si Heimdall era el que veía todo, Lygar había sido quien logró esquivar la vigilia perpetua.

-Por eso no me mataron. Por ello me mantuvieron con vida.

Y a la vez...

-Por eso, me mantuvieron encerrado...

No eres un jötun de sangre pura.

-No soy lo que ellos, pero me dieron utilidad y me condenaron a la censura.- Seguía diciéndose.

Y nuevamente como un río descontrolado, los nuevos pensamientos golpeaban su cabeza, una punzada le hizo doblarse de dolor. Terminó de espaldas a los muros y se dejó caer. Con las manos temblorosas, con las piernas sin responder y el cuerpo escurriendo sudor y dolor.

¿Duele, cierto?

Insoportable voz gutural que llegaba ahora.

El saber, siempre duele. El conocimiento, puede hacer estallar tu cabeza.

-Tu otra vez.- Loki supo reconocer esa misma voz, era la que le había interrogado con extrañas intenciones en medio de un sueño que no era apacible.

Hace unos días, esa entidad se había presentado cuando dormía plácidamente en el regazo de Syn. En una tormenta de nieve, se había reído de él, casi burlándose.

.:FLASHBACK:.

-¿Quién eres?

-Soy el pasado que corre en tus venas.

-¿Eres acaso un antepasado mío?

-¡JA! Tu eres más mío que yo tuyo.

.:FIN DEL FLASHBACK:.

Ahora, estaba en su cabeza.

-Me estoy volviendo loco.- Se dijo con soltura, a momentos dejándose consumir por el dolor de la cefalea.

No, no lo estás. Aunque, a veces la sabiduría puede generar que pierdas la cabeza.

Río con esa risa lúgubre.

Pero no es tu caso. Tu no perderás la cabeza como yo.

No entendía que pasaba, no sabía si contestar o si luchar por ponerse de pie. No podía seguir ahí tirado en medio de un pasillo en donde cualquier as podría aparecer y levantar sospechas. Tenía que salir ahí a toda costa.

Te ayudaré, te demostraré que estoy contigo, hasta que todo esto tome el cauce que siempre debió ser.

-¿De qué demonios hablas?

Mientras le respondía y lo cuestionaba, luchaba por ponerse de pie, no sabía si el portero, el vigilante eterno Heimdall podía estar ahora mismo dando aviso de lo que le estaba ocurriendo, no sería nada bueno. La descripción que daría de lo que veía sería algo como: "Mi rey, el forastero está hablando solo en el ala de su habitación, está loco señor, de remate"

No, no te preocupes, nadie te mira en estos momentos.

¿Cómo podía saberlo? Solo era una voz en su cabeza, una clara manifestación del sobre estrés.

Ahora, levántate y ve a cumplir el destino que ella y yo te hemos encomendado.

Casi como si de un golpe le volviese el aire a los pulmones, sintió el cuerpo tan liviano y lejano, como si nada de aquella lapso de trance hubiese ocurrido. Su respiración volvió a la normalidad y los brazos y piernas le respondieron totalmente. Se puso de pie lo más rápido que pudo.

Esperanzado en que lo que le había dicho esa voz, fuese cierto, que Heimdall el eterno vigilante no lo hubiese podido ver en ese estado.

Se quedó quieto unos minutos, temeroso de que volviese la voz o el dolor. Pero nunca ocurrió. De pronto hizo frente a las últimas palabras que le profirió este ser sin cuerpo propio.

" ...A cumplir el destino que yo y ella te hemos encomendado."

¿Qué sarta de sandeces era esa? ¿Destino? ¿Encomienda? ¿Ella?

No había pies ni cabeza a eso. Loki no sabía que pensar, no solo había descubierto su ilegitimidad jötun, sino que ahora, tendría que lidiar con un tipejo que hacía monólogos dentro de su cabeza.

-Basta, tienes que descansar.- Se dijo a sí mismo, dispuesto a tirarse (si era necesario) al vacío, con tal de simplemente olvidar lo que había ocurrido.

Justo dando el primer paso, algo le detuvo. Petrificado en el sitio, agudizó el oído. Una ráfaga de viento parecía que había traído unas cuantas sílabas. Giró ligeramente su cabeza.

Llegó a sus oídos nuevamente esa misma línea de palabras.

No... Un susurro.

Alguien susurraba.

Me descubrieron.

Pensó. Seguramente había tras la siguiente esquina una pareja de ases que estaban discutiendo qué decirle al gran rey sobre el joven aquél que hacía unos momentos parecía moribundo. Tenía que actuar rápido.

Irse y fingir, o ir en busca de esos quienes lo habían visto y escarmentarlos. Tal vez robarle sus memorias, hace ya tiempo que no lo hacía.

La presión, le llevó a girar sobre sus talones. Con sigilo y naturalidad caminó, procurando que ni su calzado ni su ropaje hiciera ruido alguno. Muy cerca del muro, recorrió los últimos metros hasta donde terminaba el largo pasillo bordeado de pilares.

Cual felino asomó medio rostro. Fue fulminado por un rayo de sol. Las voces que ahora se escuchaban más cerca cobraron nitidez.

-...que están bien ellos, tienes que decirme. No puedes pretender que actúe siempre sin dirección ni conocimiento.

Escuchó. Quise tallarse los ojos, para lograr acoplarse al brillo solar.

-¿Por qué no confías en lo que te estoy diciendo?

Syn, sin duda alguna esa voz era de Syn. Sonaba igual de suave y aun así, firme. Su interlocutora guardó silencio. ¿Quién era la persona que le acompañaba? Tenía que admitirlo, lo mejor era simplemente dar media vuelta y alegrarse de que tal vez no lo habían visto momentos atrás.

Tienes que irte.- Decía en su cabeza.

Pero sus piernas parecían volver a congelarse. Cuando se hubo acostumbrado a la luz del sol, pudo descubrir dos figuras, una de ellas era Syn y la otra, más bajita y con el cabello alborotado. Tras ellas se abría un extenso jardín.

-Es mi madre Syn, no me puedes pedir que la ignore así como así, ni a mi rey Freyr.

¿Estaban hablando de los reyes de Alfheim?

-Liv, sé que las cláusulas por las que te traje aquí no te han parecido lo más claras posibles, pero tienes que entender que entre menos sepas, es mejor. Ya bastante tienes con guardar el secreto del encierro de los elfos en sus propias tierras.

Loki abrió los ojos desmesurado.

¿Los elfos estaban prisioneros en sus propias tierras? ¿Cómo era eso posible? ¿No se suponía que Liv venía de allí? ¿qué venía por encargo de su madre y el rey Freyr?

Escuchó un leve sollozo. La prima de Thor, Liv, estaba llorando.

-No los he podido ver. Me trajiste directamente desde Midgard a Asgard, me dijiste que tenía que esperar noticias de ellos. Que les mintiera a los reyes Odín y Frigga. He vivido la mentira de no saber qué le ha pasado a mi pueblo, ni a mi reyes.

¿Qué estaba pasando? Loki permaneció helado. ¿Por qué se habían roto las conexiones con los elfos? ¿por qué Syn parecía saber algo en conjunto con Liv? ¿Por qué...? ¿Por qué...?

Mi padre, él tiene que ver con esto.

Pensó de inmediato. El rey de los gigantes de hielo, había hecho algo, no lo dudaba. Algo que estaba fuera de su conocimiento.

Tengo que decirle a Aren, padre ha comenzado a moverse y tenemos que estar preparados.

Seguía diciéndose en su cabeza. Sintió una fuerte ligereza en sus piernas, como si éstas quisieran fallarle. Giró su pie y éste generó un pequeño chillido contra el mármol. Maldijo por lo bajo. El más leve ruido podía ponerlo en evidencia.

Se quedó de piedra. Espero a que se reanudara la plática entre las mujeres, pero no ocurrió. ¿Lo habían descubierto? Permaneció en esa posición unos momentos más, pero al no haber respuesta ni sonido alguno, regresó a la posición donde estaba antes. Igualmente asomó solo la mitad de su rostro.

Al fondo del pasillo, seguía deslumbrando tanto como antes, pero ya no había nadie al final, en el verde césped no había nadie más que él.

Tal vez se habían ido, tal vez escucharon su presencia y decidieron apartarse lo más pronto posible. Relajó la postura un poco, se asomó un poco más y confirmo que ya no había nadie. Encaró una ceja.

-Será mejor que me vaya de aquí.- Se dijo a sí mismo dando media vuelta.

Fue entonces cuando una mano le cubrió el rostro. No pudo sino proferir únicamente un gemido de sorpresa.

La mano que le cubría los ojos pronto ejerció una fuerza mágica y de los dedos delgados brotaron delgadas serpientes casi transparentes. Podía ver sus ojos de esmeralda, la piel cubierta de escamas y como corrían alrededor de su rostro.

No pudo decir nada, su garganta se cerró por completo. Finalmente, perdió el conocimiento.

Syn seguía profiriendo un susurro casi inaudible mientras llevaba a cabo su magia. El cuerpo de Loki fue perdiendo equilibrio y finalmente sumido en un sueño su cuerpo se vino a abajo. Syn le tomó de la espalda para evitar que se golpease. Mientras con su mano izquierda evitaba su caída con la derecha iba creando una pequeña esfera de energía que iba incrementando en tamaño. Ésta misma era alimentada directamente desde las sienes de Loki hasta la mano de Syn.

Transcurrieron unos momentos más y finalmente la magia acabó. Syn tomó entre brazos a Loki como si de un niño se tratase.

-Nos escuchó.- Dijo Liv que ahora estaba seria.

-Esta bien, cuando despierte no recordará nada de lo que pudo haber oído o visto.

Liv le miró consternada.

-¿Le has quitado sus memorias?

-Algo así.

Palideció un poco y casi perdía el equilibrio.

-¡Syn! ¿estás bien? ¡resiste!

Pero la mencionada le hizo acto seguido un ademán de que guardase silencio.

-Estoy bien, tranquila. Solo que utilice un poco de mi poder y eso me debilitó, no se suponía que lo iba usar hasta...

Apagó su voz de golpe. La debilidad que sintió a instantes casi le hizo proferir información indebida.

Liv comprendió. Así que no hizo más preguntas. En silencio se incorporaron y Syn llevó en brazos a Loki hasta el jardín.

-Vamos, será mejor que terminemos con esto cuánto antes.

La prima de Thor no apartaba la mirada del joven que había caído en el ensueño bajo la magia de la hechicera. Le miró con curiosidad. Cuando estuvieron las dos en medio del jardín, Syn se sentó con Loki en su regazo.

-Así que... es él, ¿no?

Susurró.

Syn le miró sin aparente asombro. Después regresó su vista al joven dormido.

-Si...

Liv notó que no recibiría más respuesta así que prosiguió con su misión secreta.

-¿Estás segura de que nadie nos puede ver?

-La barrera que he creado ha disipado nuestra presencia de todos los ojos, incluyendo los de Heimdall.

-Entonces, ¿por qué Loki nos ha visto? me supongo que a él tampoco lo han debido ver.

Ella sonrió, la chica era lista y asertiva.

-Porque deseé que así fuera...

La chica rellenita se puso de cuclillas. Con su mano abrió un pequeño agujero en la tierra y de su cintura abrió una pequeña bolsita de cuero.

-Por favor, que esto sea suficiente para proteger al dios Odín y a la diosa Frigga.- Decía la joven.

Se traba de dos semillas. Diminutas y de color marrón. Las escondió bien entre la tierra y regresó la tierra que había removido. Dejó la palma de su mano descansar sobre donde había trabajado. Inhaló un poco.

A su mente corrieron recuerdos... Hermosos recuerdos.

Un joven de pie, con los ojos llenos de asombro. Una mueca tonta y una curiosidad que brotaba desde su hondo pecho.

"Me gusta el frío" Le había dicho ella en su primer encuentro. Lo había tomado del brazo y tras varias conversaciones tontas, habían establecido un contacto que lejos de ser frío se tornó cálido.

"Aren... ¿quisieras ir conmigo a la ceremonia de verano?" Aunque en sus extremidades sentía el gran nerviosismo, éste se disipó cuando notó la gran mueca de felicidad de él. Había aceptado. La había tomado con delicadeza y ahora navegaban en góndolas.

En medio de aquél espectáculo tradicional. Se olvidaron por completo de prestar atención a las linternas. En esos momentos, sus ojos se habían conectado y no se separaron en toda la velada.

Igual que sus ojos, tampoco pudieron encontrar suficiente motivo para separar la unión que sus labios habían formado. Ese beso largo y cándido. Obligando al bullicio de la gente a desaparecer y a escuchar únicamente el respirar y palpitar del otro.

Los ojos casi como cristales que ella notó en él. La mano que la tomó con delicadeza ya no parecía un bloque de hielo, por sus venas corría una ardorosa llama.

Liv soltó una especie de suspiro, uno que le hizo retroceder. Recordó lo avergonzada que estaba de escucharse a sí misma profiriendo semejantes sonidos.

Murmullos, quejidos y la humedad que se expandía en el aire.

Los mismos ojos verdes que la miraban inocentemente ahora la devoraban. Sentía que era dominada por movimientos y miradas que nunca antes había sacado a relucir. Movimientos repetitivos, oleadas de placer, gemidos acompañados de gruñidos y sus cabellos repegados al contorno de su rostro.

Había perdido la vertical. Él había estado sobre ella, después a la inversa, a momentos le daba la espalda y en otros le miraba de frente.

Los labios hinchados de las mordidas que él le regalaba y palabras que salían en susurro. Recordó la tormenta que se generaba en su cabeza, como había llegado a un punto cúspide y de pronto era jalada a la fuerza hacía el suelo.

Había ahogado un grito en los labios de su compañero y unidos permanecieron toda la noche. Reanudando varias veces la misma danza creada hace eones.

Abrió los labios quedamente. Reuniendo todo aquello ejerció la magia que Syn le había enseñado meses atrás. Su cabello se tornó rojo y finalmente..

La gente en góndolas va a pasear.
Conociéndose cada vez más.
Un amor de verano tal vez,
que siempre recordarán.
Tristeza y felicidad, repitiéndose una vez más.
Este amor de verano, eventualmente terminará,
pero yo sé, que se quedará en mi mente por la eternidad.

Acalló su canto en un sofocado llanto. Las lágrimas corrieron a raudales por largos momentos. El hechizo estaba hecho y bajo la tierra unas cuantas raíces comenzaron a crecer apresuradamente.

Syn guardó silencio por respeto a su amiga. Pronto notó como Liv se secaba las lágrimas con el antebrazo y se ponía de pie. Se giró con una sonrisa, como si nada de lo que previamente había ocurrido haya sido verdad.

-Listo.- Dijo ella.

La hechicera asintió con la cabeza dando su aprobación. Ahora mismo se mecía quedamente.

Los ojos verdes de Liv le miraron con curiosidad.

-¿También lo deseas, no es así?

Syn sonrió sin apartar el rostro de Loki que seguía dormido.

-Si, pero él ya escogió su camino.

La chica sonrió de medio lado mientras su cabello volvía a ser blanco.

-Espero que sea muy feliz con él... con Thor.

El rostro de la hechicera se apagó un poco, acercó su faz hacía la de él.

-Si... Pero al menos lo pude tener entre mis brazos.

Y así acabó.

.:EN LA FRONTERA DE JÖTUNHEIM MOMENTOS ANTES:.

Thor se cernió abrazándose aún más a su capa lanuda. El clima de los gigantes de hielo no era nada agradable, algo a lo que difícilmente podría alguien acostumbrarse. No solo eso, justo en esos momentos corría una tremenda tormenta de nieve, su rostro ahora cubría con paños de piel que evitaban que los guijarros de hielo le lastimasen.

-¡Príncipe, estamos por llegar! - Gritaron a su lado. Llevaba grandes y robustos guerreros asgardianos que lo seguían de cerca.

Ya habían cruzado el mismo paisaje durante las últimas dos horas. Habían decidido dejar sus monturas lejos de la tormenta hace ya kilometros atrás, para evitar perderlas por el terrible clima.

Ahora a pie, se movían torpemente pero decididos. Prontamente sintieron el gruñir de la tierra, como si ésta les reclamase su presencia indeseada.

-Hemos llegado.

Dijo alzando la voz para ser escuchado. Sus hombres se pusieron en guardia y sacaron entre lanzas, espadas y hachas.

Muchas veces le habían contado cómo era, cuál era el aspecto de aquella división territorial. Donde la tormenta acababa y solo había soledad y silencio... solo así sabrías que habías llegado a Jötunheim.

Con pasos decididos, avanzaron.

-No se separen.- Habló Thor con voz calmada una vez que cruzaron la tormenta y se adentraron en un plano totalmente discorde, ya no había tormenta alguna, ésta había quedado pasos atrás, como si de una cortina se tratase.

Ahora solo se veía la nieve y el hielo, kilómetros y kilómetros de blanquecina y muros de hielo tan altos que no podías ver la cumbre. Delante de ellos, únicamente había un camino, bordeado por estos bloques inmensos de hielo. Un camino que era mejor recorrer acompañado. Solo para cerciorarse que de ahí, nada salía.

-Vamos.- Ordenó el príncipe y le siguieron leales.

Andaron, largamente y pesadamente, mientras el tiempo seguía transcurriendo. El largo y flanqueado camino no mostraba cambio alguno. Thor sabía, que nadie había llegado a un sitio tal cual. Simplemente parecía un extraño laberinto sin fin, en el algún punto eras arrastrado al inicio. En caso de que eso pasase, entonces todo quedaba en quietud y podían estar tranquilos por ahora.

Con los escudos al frente prosiguieron. En el mejor de los casos, no tendrían nada a lo qué enfrentarse y todo acabaría en un parpadeo. Sus brazos no dejaron de tensar el mango de su martillo.

El camino comenzó a desdibujarse, una extraña neblina avanzó hacía ellos. Los nudillos apretaron las armas.

No tuvo que decir nada, los hombres a sus espaldas rápidamente lo cubrieron. Thor a la cabeza, protegía a su gente y éstos le respondían cuidandole.

La neblina comenzó a volverse más espesa, tanto que pronto se desorientaron y no sabían si estaban caminando en línea recta. Lo más conveniente era regresar, pero... ¿dónde estaba el camino?

Justo cuando Thor miró sobre su hombro, un terrible trueno salió de las fauces de un animal.

Contra ellos se arrojó una especie de felino de grandes proporciones, cubierto de pelo blanco y largos colmillos. Apenas pudieron esquivarlo. Thor le miró y pedía a sus hombres que se mantuvieran al margen de su cuerpo, si uno se perdía, no sabría si podrían recuperar el camino.

El animal se preparó. Justo cuando se recostaba sobre sus patas delanteras y las traseras las alzaba habló:

-Morirán aquí.

Y se alzó nuevamente listo para destazar a cualquiera que se cruzase en su zarpa. Thor alzó a Mjölnir y un raro cruzó el cuerpo del animal partiendolo en dos justo por la barriga. La mitad que tenía la cabeza rodó un par de metros más alejada de la parte de la cola.

Regresó el silencio. Thor sonrió. Había sido relativamente fácil.

-Debemos buscar una salida de aquí.- Dijo.

Antes de poder girarse nuevamente, fue empujado lejos del grupo de asgardianos. Una zarpa nuevamente le había movido con fuerza.

Era la misma bestia que ahora se regodeaba de haberlo separado de su escolta. El animal se arrojó de nuevo y Thor repitió el proceso partiéndolo a la mitad. Le miró con recelo y solo entonces pudo ver como la nieve, reconstruía las partes amputadas, de la parte que tenía la cabeza crecía una barriga y unas patas traseras. De la parte trasera, crecía un largo cuello y dos zarpas delanteras.

Ahora eran dos, en vez de uno. Repitieron el proceso y lo acechaban. Solo hasta entonces notó que ahora estaba solo, la neblina espesó y escuchaba a lo lejos y cerca los gritos de sus hombres que blandían las armas.

Los terribles felinos volvían a reproducirse, de donde moría uno, nacían dos y no perdían el tiempo en contraatacar.

-¡No los maten! - Gritaba Thor esperando que su orden pudiese alcanzar a los asgardianos.

-¡No los maten!- Seguía diciendo.

Primero por delante, después por detrás y por los lados, Thor ahora solo ejercía la fuerza de su escudo para apartarse de sus pesados cuerpos. Le miraban con burla, hambrientos de su carne y de su sangre.

-Morirás aquí.- Repetían en coro. Aunque era obvio que no tenían labios, una voz salía de sus fauces.

-Ni lo sueñen.- Les respondió Thor antes de abalanzarse sobre el suelo tomando a Mjölnir. Con un grito de guerra golpeó el suelo y una poderosa ráfaga de aire los hizo volar, chocar contra los muros de hielo y en vez de destruirse los cuerpos, éstos estallaron en nieve.

-Muñecos de nieve.- Dijo Thor dándose cuenta del truco. Esperando que volviesen a regenerarse no sucedió.

La misma fuerza que hizo apartar a las bestias hizo que la neblina se dispersara. Thor giró sobre sus talones cansado, no veía por ningún lado a sus hombres.

Desolado contempló la posibilidad de haberlos perdido. De que habían sido...

Apretó con fuerza el mango de su martillo.

-Interesante.- Escuchó tras de si y se giró más rápido que un rayo.

Abrió los ojos con inmensa sorpresa y el rugido de su garganta fue apagado como un balde apaga una fogata. Sus ojos azules se centraron únicamente en aquél que ahora ocupaba toda su atención.

Sus movimientos no creaban ruido alguno, su rostro era fino y estaba colmado de los cabellos negros en melena que caían moviéndose por el gélido viento.

A pesar de la terrible temperatura, llevaba su cuerpo al descubierto, solo por ligeras prendas que le acompañaban, que cubrían su sexo y todavía llevaba en sus orejas largos pendientes dorados. Le miró con atención con los ojos entornados. Sonrió ligeramente y la curva de sus labios terminaron por apremiar el único adjetivo que Thor pensó en ese momento.

Hermoso.

Un terrible, gélido y hermoso jötun le miraba de frente. Con una mirada sombría y tétrica, con largos cuernos sobre su frente que se giraban sobre su cabeza y cuajado de largos cabellos negros siguieron mirándolo con interés. Con los ojos como rubíes y el cuerpo de zafiro.

Sus labios se fruncieron.

-Tu debes ser Thor.- Habló el espectro con una voz oscura pero casi melodiosa.

El mencionado se retiró dos pasos hacía atrás. No era el miedo el que lo movía, era el asombro. Él nunca había podido apreciar a un gigante de cerca, jamás los había visto cuanto éstos desaparecieron de la faz de los nueve reinos. Ahora mismo, se encontraba delante de él, uno de ellos y hablaba.

Rió al ver que el asgardiano parecía mudo.

-Parece que mis mininos te han comido la lengua.- Dijo feliz mientras alzaba la palma de su mano y de ésta brotaba un daga hecha totalmente de hielo.

-¿Quién diablos eres? - Finalmente habló.

El jötun le miró divertido.

-El guardián de este camino. Ahora que lo sabes, prepárate a morir.

La figura índigo se hecho sobre él y justo cuando sentía que su pecho era atravesado. Una poderosa luz fue lo que lo salvó de morir apuñalado.

Solo escuchó por el momento el aullido de dolor del jötun.

-¡AH, MI CABEZA! - se decía y retrocedía en sus pasos. Llevaba las manos pegadas a sus sienes.

Siguió meneándose sin rumbo, carcomido por un dolor que lo estaba matando. Thor aprovechó para tomar su martillo. Debía destruirlo ahora, o él sería destruido.

Mjölnir rompió el aire y con un último grito de dolor, el jötun desapareció en una ráfaga de viento al momento en que su imagen era suplantada por una creciente oleada de luz blanca.

Thor tuvo que cubrirse una vez más. Una fuerza ajena le hizo soltar el martillo y cayó de rodillas. Cuando creía que en cualquier momento recibiría un ataque sorpresa una voz le llamó:

-Príncipe... Príncipe, arriba...

Con los ojos lastimados por la luz, poco a poco pudo ver la silueta ante él. Era esa mujer. La misma que le había visitado en sueños. Hace ya meses.

-Eres tú de nuevo.- Le dijo una vez que cobró la compostura. Inmaculada en un manto que oscilaba como si estuviese sumergido en agua le sonrió como la primera vez que se vieron.

-Lamento mucho haber desaparecido todos este tiempo.- Se disculpó con una reverencia. Thor igualmente se puso de pie.

-Perdón, no recuerdo tu nombre. Eres la hamingja ¿no es así?*
(N/A: Aparece en el capítulo 6)

-Si, mi príncipe. Mi nombre se lo recuerdo, soy Eivor.

Se acercó a él y Thor pudo jurar que el frío había desaparecido.

-¿Qué es este lugar? ¿qué haces aquí? - Apresuró las palabras. Ella le miró.

-Esta usted en territorio jötun.

-¿Cómo es posible eso?, si yo lo único que veía era un extenso camino. Después aparecieron esos gatotes y ...

Recordó la imagen del joven anterior.

-¡El jötun! ¡DEBO MATARLO!

Se apresuró a tomar a Mjölnir.

-No hace falta, lo que usted vio era solamente una ilusión.

-¿Cómo dices? - Preguntó sumido en la sorpresa que solo arrojaba más y más preguntas.

-El cuidador de la gran muralla de los jötnar, ese fue al que vio. Al menos una de las imágenes que él dejó. Estuvo realmente cerca de perpetrar en sus tierras.

Thor miraba a su alrededor pero estaba rodeado solamente de la luz que emanaba el espíritu ante él.

-¿El guardián?

-Los jötnar han permanecido escondidos por milenios, desde que usted era un infante. Ha sido el primero en llegar tan lejos y eso debe ser porque es el primer día de verano o...

No prosiguió.

-¿Qué? ¿por qué guardas silencio?

Eivor cambió de expresión.

-Necesita regresar a Asgard.

-No, me acabas de decir que rocé las murallas de esos malditos seres, es mi momento de tomar el asedio, de hacer venir a mis hombres y-

-Aún no es momento.

Thor calló cuando ella puso su dedo blanquecino sobre sus labios. Alejó su mano de él y Thor continuó callado, la siguió con la mirada.

-¿Momento? ¿momento para qué? Escucha... Desde la primera vez que te apareciste, solo me has hecho estar más y más confundido, ¿no puedes por una vez hacerte ver con explicaciones lógicas? Estoy harto de estos acertijos.

Eivor tensó el rostro. Dubitativa habló:

-Una guerra relámpago.

-¿Qué? ¿relámpago? ¿entre quienes?

Eivor le miró:

-La razón contra el instinto.

-No más acertijos, ya te dije.

Ella negó con la cabeza.

-No se me tiene permitido hablar.

-¿Quién?

Tampoco respondió:

-¿Alguien te envió a cuidarme? tu propósito es ese ¿no?

Asintió una vez.

-Ese alguien, ¿sabe lo que va a ocurrir?

Negó una vez. Thor se sintió cansado de ese interrogatorio sin fin, no tenía ni una sola pista.

-No entiendo.- Masculló.

-Lo siento, no puedo decirlo. Solo puedo contarle lo que se me permitió decirle, aunque no sea expecífico.

A las alturas del partido, Thor no podía pedir nada más, le cedió la palabra. Eivor tomó aire, se movió elegantemente y miró al as.

-Una guerra comenzará, la persona antes de la persona que me envió a usted me hizo saber que los grandes reinos tendrían conflictos entre ellos, grandes barreras invisibles les separarían y esto provocaría el caos. Ahora mismo, ese plan sigue en curso.

Esta vez el as se puso en guardia sumamente molesto y con la frente arrugada.

-¿Somos acaso peones de un juego sucio?

-No, pero es mejor que continúe así, si es que desea la paz para la mayoría de los reinos.

Thor pudo escuchar en esas palabras, anécdotas de su padre hablando del mismo modo:

-¿Estas diciendo que tendrá que haber un sacrificio por esa paz?

Eivor asintió.

-Por ahora, no está escrito que usted se enfrente al pueblo jötnar ahora mismo. Es mejor que continué el curso de la historia.

La mujer le miró con un intento de sonrisa.

-Sé que sabrá hacer lo correcto. Yo, estaré a su lado, tal cual me fue encomendado cuidaré de usted, siempre.

La imagen comenzó a desdibujarse. Thor se apresuró a intentar tomarle la mano, pero donde ésta estaba Thor solo cruzó con el aire que pronto se volvía frío.

-Yo estoy con usted... y esa persona también. Por favor, sepa perdonarla, pues él es parte del camino a lo que más desea.

-¿a quién? ¿a quién debo perdonar?

-Al joven de los cabellos negros.

Y su imagen finalmente se desvaneció. Thor sintió que la tierra temblaba y cayó al suelo. El golpe seco contra la húmeda nieve le hizo volver a la realidad. Se giró sobre si tomando a Mjölnir.

No sabía si estaba todavía en un lugar seguro. Una nueva tormenta se reanudó a su alrededor. Probablemente estaba...

-Estoy fuera.- Se dijo.

Fuera de las tierras de los gigantes. Eivor lo había sacado de allí.

-¡Príncipe! - Escuchó a lo lejos y esperó que fuese ella de nuevo, pero no fue así. Se trataba de su escolta, se movían presurosos a encontrarse con él. Thor los contó, no faltaba ni uno e incluso ninguno mostraba signos de pelea, cómo si los felinos que anteriormente le habían atacado, no hubiesen existido.

-¡Príncipe! - Decían cuando llegaron ante él.

-Lo perdimos de vista entre la nieve ¿se encuentra usted bien?

Tal vez, ese encuentro salvaje, no había ocurrido, para ellos.

-Si, estoy bien.- Dijo mintiendo, estaba bien, pero su instinto le dijo que era mejor guardarse el tema de los felinos.

Eivor seguía en su cabeza.

Siga el camino, príncipe. Y perdone al chico de los cabellos negros.

Justo cuando ya habían llegado a la frontera de Asgard, Thor miró por encima de su hombro. Una imagen fugaz cruzó su mente.

Ese jötun... Extrañamente pequeño...¿ Extrañamente extraño?

Lo recordó por última vez, sentía una inquietud en su fuero interno. Era imposible que así fuese, pero parecía como si él conociese esa mirada.

Negó con la cabeza.

No, el no conoce a ningún jötun.


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