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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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.:FLASHBACK:.

Solo un aullido recorrió veloz el oscuro pasillo. Ni una respiración o un suspiro, solo silencio.

Orbes de color amarillo flotaban quietas, iluminaban el camino de plata de los castillos de Vanaheim, ni ellas se movieron un ápice cuando el retumbar de los pasos se abrió camino.

Reflejados en los muros de plata, una escolta de Vanirs cubiertos hasta el rostro por velos blancos escoltaban a un par de jóvenes que preferían agachar la cabeza. Avanzaron y cuando se encontraron con los guardias estos movieron sus armas en gesto de reverencia. No hubo palabra alguna dicha, solo el movimiento de los ropajes de aquellos seres inmaculados y rebosantes de conocimientos.

Cruzaron varios arcos iluminados de centelleantes joyas y pronto estuvieron en el umbral de una gran puerta de celosía que estaba cubierta de arabescos.

La escolta que llevaban los refugiados hicieron gestos sincronizados y de sus lenguas silbidos en forma de lenguaje antiguo recitaron como un respiro los conjuros.

El arabesco de las puertas cobró vida y se comenzó a mover, las ramificaciones de celosía se torcieron y otras se abrieron hasta finalmente dejar ver el candado y la apertura de éste.

Con los crujidos graves y el serpentesco movimiento las puertas se abrieron de par en par con vehemencia. Una vez estuvo totalmente abierta entraron los jóvenes. Pronto con la misma lentitud y fuerza la puerta se cerró tras un estrépito que hizo que el más joven y alto de los dos se girase.

¡Quiero una puerta así!

Calla. Ahora es momento de no pensar en nada. 

Relájate un poco hermano, nada fuera del plan va a pasar, Lygar. 

Calla, he dicho. Hasta que tu padre no efectúe movimiento alguno nosotros seremos rehenes y se acabó. 

Con el rostro impávido se movieron y llegaron hasta una nueva sala que se abrió a los laterales descubriendo que era de forma circular. En medio, había un pequeño estanque circular, lo suficientemente hondo para que un adulto se zambullese. Lygar observó esto y enseguida tensó el cuerpo.

Dieron solo unos últimos pasos y la escolta se detuvo con el eco que murió pronto. Ninguno de los hermanos alzó la cabeza. 

-Déjenme verlos.- El silencio creado fue roto por esa voz grave y madura.

La escolta se movió sin dejar de flanquear a los hermanos y ante ellos se abrió paso el imponente hombre de cabellos encanecidos. 

Los jóvenes seguían mirando el suelo.

-¿Saben por qué están aquí, verdad?

No respondieron. En realidad, nadie esperó que lo hicieran. El rey, que ahora estaba sumido en una faz que no decía otra cosa más que frialdad rodeó a los hermanos examinándolos de pies a cabeza, buscando algún defecto, pero al no encontrar ninguno se apartó.

Enseguida volvió a hacerse a ellos un hombre, de pose más engreída y cejas inquisitivas. Sven, mano derecha del rey, de grandes dotes pero explosivo temperamento y falto de tacto aunque leal a su nación.

-Están aquí para ser cuestionados por mi rey, deberán confesar con la verdad, aunque en tales circunstancias...-No terminó la frase mientras miraba la imperturbable agua color turquesa.

-No es como que se pueda evitar.- Sonrió con malicia. Hizo un gesto con los ojos y los guardias tomaron a los jóvenes por los brazos, éstos no pusieron resistencia.

Se les despojó de las prendas que cubrían la parte superior de sus cuerpos y fueron introducidos al ojo de agua. Había sido un trato cruel, el agua estaba helada, cualquiera hubiese castañeado los dientes enseguida, ellos no, pero tuvieron que fingirlo si querían credibilidad. El agua les cubría hasta el cuello y habían sido colocados uno frente al otro.

Sven se acercó de nuevo.

-Esto no es un baño reparador.-Siseó con desprecio.

-Sven.- El rey Vanir le llamó la atención con solo decir su nombre. El mencionado hizo una reverencia de disculpa pero prosiguió y volvió su mirada dura hacía los jóvenes que mojados sus cuerpos blanquecinos se tergiversaban en el agua.

-Los aesir han manchado nuestros bosques con la sangre bendita de las hermosas huldras y de las bestias que pacíficamente vivían allí. Ahora mismo, Alfheim ha tenido la espantosa muerte del regente de Fensalir y a nosotros...

Guardó silencio.

-Hemos sido acusados de homicidio, en un entorno en el que es clara la manipulación de evidencia.-Mascullaba con irritación.

Lygar ésta vez se atrevió a mirarle. Sven sostuvo la mirada desafiante.

-Ahora, hemos de buscar la paz en nuestro pueblo, reivindicar nuestro nombre y buscar al culpable de quienes actos tan atroces fue autor.

Los jötnar se miraron a los ojos cuando vieron como el sujeto se descubría los brazos.

-Las aguas en las que ahora mismo están, fueron sacadas del mismísimo río del Yggdrasil, las fuentes de la sabiduría. Éstas llevan más año que todos los aquí presentes juntos, serán el espejo en cual se refleje la verdad de todo hecho al cual consultemos.

El rey Vanir se acercó está vez y presidió un círculo alrededor de los dos muchachos.

-Si son inocentes, nos lo dirán de su propia boca, sino... 

A lo lejos parecía escucharse el acero de un cuchillo que lamía su vaina y el sonido metálico heló la sangre. Una pequeña desconfianza brotó de los ojos del hermano menor, Býlestir, pero el mayor no se despojó de su mirada fría. En vez de eso, los ojos verdes de Lygar comenzaron a brillar como luces de estrellas.

Los vanir comenzaron a recitar nuevamente un silbido cargado de misticismo.

-Es hora de dormir.- Habló Lygar de pronto.

Las voces callaron. Býlestir le miró esperando que algo más pasara. Los ojos brillantes de su hermano se envolvieron de una sonrisa divertida y una fuerte ráfaga recorrió la habitación. De pronto los cuerpos de los hombres se separaron y deshicieron el círculo. Callados se apartaron con la mirada perdida.

El jötun mágico no dijo nada, solo salió del ojo de agua mientras escurría el agua mágica. Su hermano comprendió que ya se habían comenzado a mover. Salió de prisa.

-¿Ya, así? ¿Cómo supiste que funcionaría?

Lygar no respondió, no tenía que porqué hacerlo. Tomó al engreído tipo que los había estado interrogando. Ese tal Sven.

-Tu serás el perfecto conejillo de indias al igual que ese aesir.- Acercó sus labios a la sien del hombre.

-Me dirás dónde está lo que busco.

Los ojos del hipnotizado se le volvieron de un brillante color azul, ahora estaba a merced de la magia del gigante de hielo. Se levantó sin protesta, se acercó hasta la gran puerta. Con un movimiento de mano, todo aquél conjuro que habían realizado 5 hombres lo hizo él en dos segundos, la puerta se volvió a mover.

Estando el camino libre con los guardias igual en trance salieron los tres. 

-¿Nadie verá lo que estamos haciendo?

-No.-Respondió cortante el hermano mayor.

Los arcos tan altos que antes habían cruzado ahora comenzaban a hacerse más y más pequeños, la luz del sol, dejó de llegar los pasillos y el eco se volvió mudo cuando la pared de plata se volvió de mármol y pronto de piedra.

Býlestir lo seguía de cerca, pasaban a un lado de los guardias y estos simplemente no se movían. Tenía que ser una magia muy poderosa.

-No sabía que eras capaz de semejante cosa.- Dijo el joven de un momento a otro resuelto en su felicitación.

-¿Cuándo lo aprendiste? - Volvía a decir. 

-No soy yo, Býlestir. Solo soy el vehículo del poder que tiene tu padre ahora.

El mencionado hizo una mueca de desagrado. Llegaron  a una pared oscura, alejada de la brillante atmósfera.

-¿Te refieres a...?

El vanir en silencio comenzó a efectuar una serie de movimientos con sus brazos y tras un suspiro, la pared cedió dejando ver una escalera oscura que descendía.

-Después de ti.- Dijo burlonamente hacía el vanir hipnotizado.

El gigante de hielo siguió a su hermano.

-Hablas de la 'cosa' esa que padre fue a buscar hasta Helheim. La que lo dejó... así.

Hizo un gesto de asco. Lygar sonrió de medio lado, incluso uno de los hijos que sí quería tampoco sentía empatía por él. Recordó como había sido aquella noche. Lygar estaba en su habitación cuando el intruso de su hermano llegó con él, diciéndole que había algo que captó la atención del padre de ambos.

La misteriosa arma y su viaje acabo con 12 de los 20 gigantes que habían ido a la expedición a los terrenos de la diosa de la muerte. Ahora el rey Laufey de Jötunheim había regresado en un endeble estado físico y mental. Cuando la risa macabra que retumbo en los gélidos muros, Lygar y Býlestir se preguntaron hasta dónde sería capaz de llegar su progenitor.

-Si, es la que ha mantenido a los vanir en ese estado. Será mejor que te calles, ya casi hemos llegado.

Prosiguieron en silencio, cuando tuvieron cuidado de cruzar un puente delgado de mármol sobre un vacío oscuro. Solo a través de ese diminuto puente llegaron a una explanada que parecía flotar en el aire. Las orbes amarillas que también alumbraban el palacio se encendieron cuando el vanir pasó a su lado.

-Allí está.- Habló Býlestir en voz baja.

Efectivamente, el encanto había surtido efecto. El tonto vanir había caído junto con todo su séquito bajo el poder del arma misteriosa y les había conducido a una reliquia de los jötnar que se creía perdida para siempre.

Brillante, palpitando y susurrando terribles gemidos estaba allí, el terrible casco que en su interior llevaba desolación.

En batallas pasadas, los asgardianos combatieron y recluyeron a los gigantes a su sórdida tierra helada. Aunque el rey de este reino cayó; el costo fue muy grande. Aún así, se dispuso arrebatarles la fuente de su gran poder.

El cofre de los antiguos inviernos.

Oculto con los Vanir, quienes en el pasado habían concebido que Odín estaba guardando demasiadas reliquias poderosas. Ambos hermanos lo contemplaron con admiración, era aquél elemento que estaba en todas las leyendas donde Jötunheim era un sitio y cuna de conquista y victorias descarnadas. 

-¿Lo tomamos?-Preguntó Býlestir.

-No, tenemos que enviarlo a Jötunheim, ellos sabrán que hacer, una vez que lo hagamos volveremos al sitio aquél donde nos tenían ahora mismo los Vanir.

El hermano menor ya no dijo nada más. Lygar cerró los ojos y comenzó a proferir palabras en lenguas muertas que nadie ya conocía.

Los ojos le brillaban todavía más que antes y como dos esmeraldas relampaguearon, hasta que justo encima de ellos se abrió un pequeño agujero. 

Un portal. El responsable de tantos hurtos como el que estaba llevando a cabo, como el que llevó en las minas de Muspelheim robando todo aquél mineral.

El cofre de los antiguos inviernos fue engullido por el portal y desapareció rápido como el viento. Volvió el silencio, el poder de Lygar descendió hasta que sus ojos dejaron de titilar. Se dio media vuelta y regresó por donde había entrado.

Su hermano lo siguió todavía sorprendido y tras ellos el Vanir hechizado.

-¿Qué haremos con el interrogatorio?

-Cuando regresemos, creerán que ya lo han efectuado y que no hemos dicho nada que nos inculpe por el asesinato de ese elfo. Solo tenemos que volver.

Býlestir sonrió.

-Próxima parada... ¡Asgard!

Todo iba según el plan.

.:FIN DEL FLASHBACK:.

Habían pasado ya muchas noches desde ese acontecimiento, las mentiras y el teatro habían forjado el éxito que pronto tomaría forma y color. Loki sintió el correr caliente de su sangre, la adrenalina y la curiosidad de saber qué iba a pasar ahora.

Ellos estaban en el ruedo esquivando los cuernos, pero pronto eso iba a acabar. Solo tenía que esperar a que de igual manera que sucedió en el interrogatorio de Vanaheim, su padre usara el arma que ahora poseía. Ser objeto una vez más de sus jugadas y cuando Laufey tuviese lo que quería, él se iría. Sin más.

Pronto negó con la cabeza. Sorprendido de lo que estaba pensando, parecía que se hubiese olvidado de lo capaz que era de no olvidar el origen de todo su proceder: buscar la muerte más digna. Cabizbajo continuó su paso.

Cuando menos se lo esperó, habían cruzado el gran telón lateral donde estaba el gran trono de Odín, discretamente Aren y él se colocaron a la distancia de cinco peldaños del trono. El rey ya se encontraba sobre su sitio y con su mujer a la derecha, Loki discretamente entornó buscando al hijo de ambos.

Pero no estaba. 

El lateral derecho se abrió en un gran telón y entraron a distancia de 3 escalones el rey Vanir, su hija y Liv. Syn vestía un entallado vestido dorado con un precioso escote de encaje en blanco que continuaba por sus brazos, el cabello negro caía en cascada con un tocado de joyas. Sujeta bajo el brazo de su padre se colocó en su lugar. 

Liv rebosante de una gran sonrisa que hacía empequeñecer sus ojos azules vestía de largo vestido con flores azules y esponjado de la cintura para abajo, llevaba su cabello suelto en color plata con una flor en su sien a juego con el vestido. 

Los hermanos abrieron la boca en gran asombro. Liv se sonrojó en cuanto sintió la mirada de Aren que le veía con brillosos ojos, esto provocó que su cabello se tornase naranja y no combinase con el atuendo pero no le importó, con un gesto inocente saludó a Aren y este apenas pudo responderle con una sonrisa boba y una mueca torcida de satisfacción.

Syn le dio una pequeña mirada a Loki sonriendo igualmente y éste le contestó el gesto aunque tuvo que cortarlo cuando sintió cómo el rey Vanir lo miraba por el rabillo del ojo. Regresó la mirada pero se percató de que alguien hacía falta.

Disimuladamente buscó a un lado del trono o de la reina, pero no había nadie. Contempló el gran palacio que abría sus puertas a nobles y plebeyos y todos se reunían en algarabía ante ellos. Nadie parecía crear un camino o abrir paso. Solo se reunían.

¿Dónde estaba Thor?

Un tic nervioso llegó hasta su oreja izquierda. 

No, no, nada extraño ocurrió en la frontera, no había nada fuera de lo normal.

Pensaba con una ligera desesperación que intentaba calmar. Pero, ¿y si algo había sucedido? El guardián, la ilusión que él tenía de sí mismo ya no estaba. Solo puede desaparecer si alguien la enfrente y la derrota, pero eso nadie lo había hecho antes, siquiera antes de llegar morían.

¿Por qué no podía recordar que había pasado en ese lapso?

-Te encontramos inconsciente en el pasillo.- Recordó la voz de Syn explicándolo.

La miró de reojo  nuevamente, ¿sospechar de ella? no, claro que no, pero no es común que él tenga esos achaques de salud como para irse por ahí desmayando, probablemente en ese lapso fue cuando Thor estuvo en enfrentamiento en las divisiones con Jötunheim.

Apretó los puños y rogó porque estuviese bien.

El bullicio acalló y enseguida del silencio le siguió la fuerte presencia y estruendo de la lanza de Odín golpeando el suelo de manera imponente. Como el rayo más fuerte, todos se inclinaron incluyéndolos.

Con su casco dorado y su parche a juego se acercó altivo hasta alcanzar a ver dónde todo su pueblo se reunía. Su voz rugió como un volcán al hablar.

-Hijos míos, el cielo, los dioses, y el bendito hidromiel del Yggdrasil nos bendice con gloria y prosperidad. Nos encontramos con un año más, que casi comienza a declinar como el sol por la tarde y ahora conmemoramos el gesto de nuestros aliados y su ayuda. Confirmando así, nuestra paz duradera. 

Un paje de canoso cabello llegó con una copa dorada, rebosante de vino y sin levantar la vista se la ofreció al Dios que la tomó enseguida.

-Que nuestro yugo siempre esté libre de agresiones, que nuestra espada siempre esté con el filo necesario, que nuestra alma siempre esté en paz para lidiar con las adversidades.

Le siguió un pequeño respiro.

-Que nuestro pueblo perdure... ¡POR ASGARD!

En coro le siguió la misma oración y retumbó como cañones por todos los pasillos del gran palacio. Se alzaron de nuevo las voces y las risas. En algún momento, entraron engalanados sirvientes que engalanaron las mesas con largas, apetitosas y deliciosas bandejas de ofrendas para el estómago. 

Aren fue el primero en sonreír con un hilo de baba. 

-Compórtate.- Masculló su hermano mayor.

Se escuchó por debajo la risa paternal del Dios.

-Será mejor que vayan a divertirse, los jóvenes están para eso. 

Hizo un ademán para invitar a los dos hermanos a Liv y a Syn a que se unieran a la gran fiesta. Así lo hicieron, iban bajando uno a uno los escalones cuando Loki notó un singular golpeteo.

- Esposo, ¿estás bien? - La voz de la reina.

- Si, Frigga querida, estoy bien, solo que de repente me he sentido cansado. - Contestó.

- Será mejor que estemos prudentemente a la distancia de todo el barullo y el bochorno.- Agregó Vanir.

Loki siguió su camino reanudando el paso. ¿El rey Odín cansado? Eso podía ser un...

-Eres un hechicero.- Susurraron enfrente de él. Casi choca de frente con Liv.

No supo responder enseguida, se sintió sorprendido por la oración y lo que podía significar, estando él tan a la defensiva, no podía sino pensar lo peor, pero solo veía de frente a la princesa con una de las mejillas hinchadas.

-No puedo creer que hayas podido ocultarlo tanto tiempo.

De nuevo ese tic en la oreja izquierda. Su rostro se puso de piedra afrontando las palabras que la mujer le prodigaba.

-No puedo creerlo...

Se acabó tal vez, lo habían descubierto. En cualquier momento le caerían encima diez mil guardias y terminaría en un calabozo de la gran cárcel de Asgard.

-No puedo creer que no hayas podido darme ni siquiera una pista de cómo Aren iba a venir. Y aún así, saber qué íbamos a venir vestidos del mismo tono.- Dio unos brinquitos de felicidad mientras apretaba los puños.

Loki sintió su cuerpo derretirse. Vaya susto. Tuvo que componer la mirada para no levantar sospecha.

-Ya sabes, los hermanos tenemos conexiones místicas.- Susurró ladino mientras acomodaba uno de los cabellos plata de la muchacha. Era una versión muy linda y tierna del príncipe Thor.

Liv sonrió un poco apenada, se acomodó el vestido y habló:

-Será mejor que aproveche con Aren la velada.

-Tenlo vigilado es capaz de acabarse con la degustación de todo el reino.

La chica rió por lo bajo.

-Bien podría yo hacerle segunda.- Le dio un guiño y se alejó, cuando estaba a metros se giró:

-No te preocupes, él vendrá, debe estarse preparando para hacer alguna de sus entradas pomposas, le gusta ser presumido.- Exclamó y la flechada fue suficiente, estaba hablando de Thor y había sabido interpretar el dejo de preocupación que tenía la mirada de él mientras le buscaba entre los invitados.

Loki suspiró con una sonrisa de medio lado y pronto perdió de vista a la muchacha que corría. Ésta se abrió camino entre todos los que reían y se divertían. El aroma del vino, los baos de las risas contagiosas, los hermosos vestidos de seda y las risas masculinas. ¡Cómo le encantaban las fiestas a la joven!

Se puso de puntitas para alcanzar a ver por dónde se dirigía. Finalmente entornó la mirada hacía la mesa donde un corpulento joven de alta estatura estaba agachado mientras tomaba y tomaba todo lo que en la mesa había.

Aren estaba ahí. Tarareaba como un gordo sesentón que se servía mil y un cosas en un plato de fina cerámica blanca.

-Uy, chuletas. ¡Oh, espárragos, odio las plantas! Aquí hay un poco de esto, y me serviré de esto otro y esto...

Continuó por uno momentos, varios invitados le dedicaban miradas de sorpresa, era increíble todo lo que ese joven podía llevarse al estómago. No había terminado cuando Fikir apareció.

-Aren, te enfermarás de nuevo si comes todo eso.

El mencionado le contempló, con ropas más sencillas pero no menos elegantes.

-¡Fikir! ¿te unes a la fiesta, eh?

-Tengo que tener vacaciones de vez en cuando, señor.- Dijo no olvidando su porte. Aren le dio una palmada en la espalda que casi lo manda a volar.

-Haces bien, chico. Ve a divertirte.

Entre tos y risas Fikir asintió, antes de irse le extendió una copa del embriagador líquido.

-Lo necesitará para engullir todo eso.- Pronto se fue y Aren le dio las gracias.

Estaba a punto de darle un trago.

Býlestir.

Inhaló con un gemido. Abrió los ojos despavorido. ¿Quién le llamaba con ese nombre? Con su nombre verdadero.

Býlestir.

Cuando menos supo, miró el líquido en la copa. Una imagen, ondeante y no quieta le miraba con ojos bañados en sangre.

¿Te diviertes, hermano?

No respondió, no podía, su voz se había apagado. En el diminuto charco de líquido le miraba Helblindi, su hermano gemelo. Contenía una mueca divertida y una mirada perturbadora. ¿Qué estaba pasando?

-¿Qué es esto? - Susurró.

-Vino de la mejor cosecha.- La femenina y dulce voz de Liv lo sacó del trance. Sonreía con un plato igual de rebosante que el de él. 

-¿Estas listo, guapo? Está fiesta promete ser de lo mejor.

Se acercó a él y le tomó del brazo.

-Más, si estoy a tu lado.- Melosamente apoyó su cabeza pero no duró el agarre. Aren se apartó con un brusco gesto. Liv le miró consternada.

-¿Qué pasa?

No podía decirle, no podía contarle que estaba viendo la imagen de su hermano gemelo malvado en el vino. 

-N-no, n-no me siento bien, creo que comí mucho. Necesito tomar un poco de aire.- Dejó su plato en la mesa y se abrió camino entre los invitados a quienes pedía disculpas si los empujaba sin querer.

La chica de cabello plata arqueó la ceja y miró el platillo que su pareja había dejado, no había sido tocado. La comida seguía intacta. Regresó la vista por donde se había alejado y lo siguió.

Mientras tanto, Aren se había apartado de la muchedumbre, apartó uno de los grandes telones que cubría el recinto y atravesó hacía los pasillos. Estaban desiertos gracias a Odín. Mejor para él.

Caminó tambaleante, de pronto le había comenzado a doler la cabeza de manera terrible.

¿A dónde vas, hermano? 

Se golpeó la sien un par de veces.

Recuerda que he formado un vínculo entre nuestras almas, ahora puedo echar un vistazo a través de tus ojos a placer.

Negó con la cabeza y chocando contra los muros terminó llegando de lleno a un gran espejo que colgaba silencioso. Se miró reflejado, jadeante, con la frente cubierta de perlas de sudor. En ese mismo instante la imagen se tergiversó, mostró a un Aren recuperado, con la mirada inquisitiva y sonriente aunque era un gesto que nada tenía de inocencia.

Al menos ahora ya no entras en crisis cuando hago contacto contigo, pero, ¿por qué te resistes? 

-Vete... Por favor.

La imagen del espejo arqueó la ceja aún más.

¿Irme? ¿De qué estás hablando? 

Aren intentó relajar su respiración.

-¿Qué es lo que quieres?

Helblindi sonrió a través de él.

Todos los preparativos han concluido, estamos listos. Quería saber cómo iban las cosas antes de que fuéramos por ti. 

Sonrió maliciosamente.

No te preocupes, hermano. Ya no tendrás que seguir escondiéndote en ese nido de ratas asquerosas, pronto volverás a casa... Estaremos juntos de nuevo. Los hombres están impacientes porque vuelvas a liderar las filas, padre no ha sido tan gentil con ellos pero los ha mantenido fuertes y obedientes por ti mientras no estabas.

Los calambres y el dolor de cabeza fueron disminuyendo, sin embargo, ahora estaba comenzando a ver borroso.

-¿Irme? Parece que hablas solo de mí.

Helblindi no era especialmente inteligente pero comprendió a qué se refería.

Si, 'ese' es otro punto a tratar. No es que me agrade mucho, pero padre quiere saber cómo se ha comportado el roñoso de Lygar. 

-Pensé que primero se comunicarían con él. A través de 'eso'.

Si, bueno, cambio de planes. Padre no le tiene confianza y lo sabes. Ahora, si me permites hermano, tomaré prestado tu cuerpo unos momentos. Si solo uso tus ojos se vuelve muy inestable y no quiero que te desmayes en medio de toda esa basura de aesirs.

La imagen del espejo salió de éste y le tomó por los hombros.

-No... Espera... No puedes.

Helblindi sonrió otra vez, esa mirada que Aren igualmente poseía pero que no había efectuado desde hace meses.

Esto no te dolerá.

Su cuerpo sucumbió ante el cansancio que sus ojos sentían y de sus labios salió un bao de color azul, cuando estuvo vacío, otro del mismo color se introdujo en él. Casi se va de cuesta, se detuvo contra el muro cuando los calambres comenzaron a disminuir rápidamente al igual que la respiración agitada.

Aren apretó varias veces los puños.

Ya no había dolor. Se puso de pie lo mejor que pudo y acomodó sus ropas. 

-¡Aren!- Escuchó al final del pasillo mientras la chica corría hacía él tomándose las enaguas del vestido.

-¿Estás bien?- Preguntó con la voz entrecortada cuando concluyó su carrera hasta él. El joven le miró de arriba a abajo. Hubo un silencio.

Liv esperó respuesta.

-Si.

Ella sonrió de medio lado, un poco abrumada. Apartó de su cabeza las extrañas ideas y le tomó del brazo con la sonrisa renovada en ilusión.

-No deberíamos estar aquí, la mesa de comida se acabará sino nos apuramos. ¡Vamos!

Le jaló y Aren se vio obligado a dar unos pasos. Justo cuando estaba por seguirla, miró de reojo el espejo y esa sonrisa maliciosa estaba de nuevo ahí, solo que en el cuerpo físico de Aren.

¡NO LE HAGAS DAÑO, HELBLINDI! ¡TE LO ADVIERTO!

Sonó la voz ajetreada del verdadero Aren en su cabeza. Helblindi sonrió de medio lado.

-Ya te oí... pero solo recuerda hermano, cuando éramos niños solíamos compartir nuestros juguetes, ¿no es así? - Susurró con una mueca de malicia y siguió a la muchacha.

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Llevaba ya casi media hora con la copa entre sus manos, el vino comenzaba a calentarse pero no podía prestarle atención. La multitud parecía encajar en todo momento, no había una mirada perdida ni una mano sin ser sujeta por otra. Cada quien tenía una palabra en la boca continuando así la diversión y el hervir de emociones.

Vio a unos niños correr, un par de gemelos que rodeaban las enaguas de su madre y ésta alzaba a uno y tomaba de la mano al otro. No quiso impregnarles importancia pero siguió con la mirada a la mujer y sus niños que se alejaban mientras se meneaban de un lado a otro con la música que pronto estaba comenzando a sonar.

En una de las esquinas, elevados a varios metros sonaba un conjunto de cuerdas y vientos. La gente se reunía y se disponían a realizar los bailes tradicionales. Entre la multitud pudo ver a Volstagg que invitaba a Sif y ésta aceptaba la invitación. Un poco más apartado estaba Fandral quién era jaloneado por varias doncellas pidiéndole el primer baile. Parecía estar un poco en problemas. Hogun, el mas callado solo observaba la escena aunque con una sonrisa de satisfacción, un gesto no propio de él pero sincero. 

Todos ahí eran como un rompecabezas perfectamente acomodado. Lo había notado desde la fiesta de solsticio. Del mismo modo que aquella ocasión se había sentido superfluo, fuera de lugar.

Cabizbajo contempló el líquido color uva.

-Vaya, se ve que te diviertes.

Exaltado una gotita de vino terminó en el suelo ante la sorpresa. Syn rió por lo bajo y se acercó hasta él con un aroma que no había podido percibir antes, olía a flores y a mar. Su vestido brilló con las miles de incrustaciones de joyas.

-No estoy muy acostumbrado a ver tanta gente reunida.- Habló con soltura, era cierto.

Ella sonrió.

-Si, me imagino, todos estos aesirs deben verse aterradores, en cualquier momento se irán a tu yugular.

Loki hizo una mueca de desagrado pero terminó bufando con una risa. Syn se alegró de poder hacerlo pensar en algo más.

-Te ves muy bien.-Añadió. El chico se coloreó un poco mientras desviaba la mirada. 

-T-tu también.

-Gracias.

Guardaron silencio, quisiera o no, agradeció que los comentarios hechos le quitaran un poco de peso a la tensión que tenía. La miró de reojo,  contemplaba la pista de baile. Se veía muy alegre y muy hermosa. 

Loki recordó el extraño encuentro con su padre, la manera en la que le había hablado. Terminó aclarando que protegería a su hija de cualquier cosa. Aunque no había podido desviar su atención del dejo de nostalgia que sentía. El rey Vanir parecía mirar a Syn como algo inalcanzable, algo de un pasado que ya no podía ser salvado. La miraba con sobreprotección pero también con nostalgia. 

¿Sería corrector preguntarle? En las semanas anteriores habían mostrado un gran acercamiento, pero no sabía si cuestionar sobre su vida familiar privada era demasiado. Quiso pensar que no, tal vez, algo sutil.

-¿Te gusta el baile?

Ella le miró:

-Mmm... no realmente, no soy muy buena moviendo los pies al compás de alguien más. Me gusta bailar sola.

-¿O será por qué tu padre se pone celoso de que bailes con alguien?

Encaró una ceja y sonrió de medio lado.

-¿Tan pequeña me veo? - Soltó una risita.

-Disculpa... No era lo que quería decir, es que tu padre... Bueno, procura mucho tu bienestar.

Comprendió a qué se refería pero no quiso evidenciarlo. No podía admitir que ella había estado escuchando la conversación que mantuvieron ambos antes de la ceremonia. Sin embargo, también deseaba hablar con él, contarle tantas cosas. Quería sincerarse, pero no podía. Aún no parecía el mejor momento.

- ¿Hablaste con él o por qué sacas esas conclusiones?

Su voz era ahora seria y ya no sonreía.

- No, bueno. No son conclusiones, son más bien... ammm... ¿suposiciones?

- Creo que eso es peor. 

Acalló bruscamente, no tenía el tacto necesario cuando se trataba de ella. Se sentía avergonzado, él, que era un excelente orador y mentiroso se sentía desprotegido con ella. 

- ¿Quieres conocer una anécdota graciosa?

Hizo un ademán de curiosidad. El bullicio de la fiesta se alzó nuevamente. Tuvo que cubrirse una oreja. Syn le tomó del brazo.

-Vamos, tomemos un poco de aire. 

Con su brazo enredado al suyo, caminaron los dos juntos hasta la terraza dispuesta para los que disfrutaran del sereno de la tarde. Se abrieron paso fácilmente y entre las parejas que ya se hallaban ahí encontraron un espacio donde poder descansar.

Entre las risas y festividades, unos ojos verdes lo miraba con atenta actitud. 

-¿Aren? ¿Qué pasa? Me has dejado de nuevo plantada en la mesa.

Él no respondió enseguida, no quiso apartar la mirada de aquél a quién debía estar vigilando.

-Aren te estás portando muy raro.

El joven giró su cabeza lentamente y la contempló de arriba a abajo.

-Oh, me hablas a mí.- Dijo con aire altivo.

Liv hizo una mueca y soltó una risa de nervios y confusión.

-¿Hay alguien más aquí que se llame Aren? - Preguntó sarcástica.

¡Que nombre tan extraño había escogido! Pensaba en su hermano. Supuso que debía mantener lo mejor posible la fachada, sino habría problemas. Se acercó a Liv de manera peligrosa. La tomó de la cintura y la apartó de la gente.

Liv chocó de manera brusca contra los muros de piedra.

-Escucha, cariño. Me siento un poco cansado con todo lo que comimos, ¿por qué no mejor me traes algo para humedecer la garganta?

La muchacha abrió sus ojos azules totalmente perpleja. La presión que ejercía en su cintura le estaba provocando un ardor que iba ahora recorriendo su espalda.

-Me estás lastimando.- Susurró con un hilo de voz. La imagen ante él le provocó un vuelco de emociones agradables en el estómago. Sonrió mostrando los dientes blancos.

Helblindi tenía la gran diferencia de Býlestir de ser un sádico.

¡YA BASTA!

Casi se va de espaldas con una mano en los ojos. Se separó de golpe de ella, Liv lo alcanzó con un fuerte agarre. Algunos invitados lo miraron, probablemente era el primero al que se le subía la bebida.

-Aren, ¿estás bien?

¡TE ADVERTÍ QUE NO LA LASTIMARAS! ¡HELBLINDI, DÉJALA!

Todavía con la mano en los ojos, contestó:

-Agh... Será como tu digas, hermano. Por ahora.

-¿Qué has dicho?- Preguntó Liv que no había comprendido sus palabras. Aren se recuperó y se puso de pie lo mejor que pudo.

-Discúlpame, Liv... Creo que no estoy acostumbrado al vino de Asgard y he perdido noción de mis extremidades. ¿Te he hecho daño? 

Su voz dulce era fácilmente de imitar, incluso por el gemelo. Liv sonrió, tal vez solo había sido su imaginación. Ahí estaba de nuevo su dulce elfo. Sonrió.

-No te preocupes, no es nada. Espera aquí, iré a traerte un poco de agua.- Respondió feliz. Lo dejó en una silla y se fue dedicándole algunas miradas tiernas. Aren sonrió en contestación pero en cuanto desapareció, borró la expresión de su rostro. 

De reojo miró por la terraza que se abría. Loki seguía ahí, con esa mujer.

-¿De niña?- Preguntó.

-Si, cómo puedes imaginarte, fue hace mucho, mucho tiempo. Asgard era joven y de igual manera el rey Odín. - Miró al horizonte.

-Verás. Mi padre decidió que era momento en el que debía visitar y conocer los nueve reinos. Llegué a recorrer los nueve mundos, como conocimiento práctico de una heredera al trono. Sin embargo, era muy vivaz, imprudente y cabezota. 

Rió por lo bajo. Loki sonrió imaginándose a una pequeña de cabellos oscuros desobedeciendo a un rey que aún guardaba sus cabellos azabaches.

-El último reino por visitar, pero no menos importante era Midgard. Cuando todavía sus habitantes tenían las raíces de su existencia, de su origen y destino, antes de que quedaran en el oscurantismo de la decadencia que ellos llaman "humana". No teníamos que irnos por ahí escondiendo, podíamos entrar y salir a placer.

Imaginándose los largos caminos verdes y la convivencia que tenían unos con otros. Un mundo que dejó de existir por el egoísmo y el antropocentrismo. No había limites, todos eran un solo pueblo. 

-Tenía muchas ganas de conocerlo, en verdad. Sin embargo, a mitad de camino, mientras el gran Heimdall nos transportaba, pues...

Hizo una mueca de remordimiento al recordarlo.

-Creí que si uno salía del camino arco iris podías llegar más rápido.

-¿Te saliste del puente arco iris cuando te estaban transportando?- Preguntó incrédulo el joven que escuchaba atento.

- Si, bueno, que te puedo decir, era muy joven y tonta. En fin, cuando pasó eso, terminé en un punto lejano a donde debíamos llegar. Más exactamente en medio de...

Guardó silencio.

-Caí en medio de un mar inmenso. Perdí la consciencia por el golpe contra el agua y estuve debajo de la superficie... Varios minutos, creo. 

Loki hizo una mueca de asombro.

-No le veo lo divertido a esta historia.- Dijo con un poco de sarcasmo.

Syn se rió.

-Tienes razón, creo que solo yo lo veo gracioso por ser una anécdota de la infancia. Al final, unos midgardianos me encontraron y me llevaron a mi padre quién estaba vuelto loco porque no me había encontrado al llegar. No desperté hasta tres días después de lo ocurrido.

Mirando al horizonte, con una sonrisa más ancha tomó un sorbo del vino.

-Vaya aventura.

-Ni que lo digas, a partir de ahí...

Mientes.

Syn apartó esas ideas.

-A partir de eso padre se volvió muy protector conmigo, tal vez por eso tienes esa impresión de él.- Finalizó con un trago a su propia copa.

Se quedaron en silencio, contemplando el atardecer. Loki había olvidado por completo su falta de empatia con todo el gremio de los asgardianos y solo disfrutó de la compañía que le brindaba la mujer. 

Al menos eso intentó. 

Fandral apareció de la nada. Tomó a Loki del hombro y le obligó a verle de frente.

-Vamos... Es hora.

-¿Qué?

No pudo decir nada, quiso protestar pero Syn le respondió con una despedida de mano y diciéndole "Adiós", antes de regresar a donde estaba todo el pueblo la escuchó decir:

-Diviértete.

Fandral casi lo jalaba hacía donde mandase. No tenían la suficiente conexión ni comunicación para llevarse de ese modo, pero no alcanzaba a determinar si debía detenerlo o solo seguirlo. Pronto el rubio entre abrió una de las cortinas que evitaba que los invitados cruzasen hacia los pasillos. Se percató de que no había nadie y continuó.

-¿A dónde me llevas? - Preguntó el chico.

-Ssh.

Recorrieron lo que parecía ser más allá de la mitad de la sala y eso de mucho. Los pilares que sostenían el palacio los vio pasar como una ilusión que se repetía. No había podido decir otra palabra alguna.

-Fandral, por aquí.- Escuchó en cuchicheo.

Se les unió al grupo Sif y Volstagg. Tomaron a Loki, le quitaron la copa, le acomodaron el cabello, arreglaron los ropajes y no paraban de murmuras cosas sin sentido.

-¿Qué es todo esto?

Mientras era manoseado por todos, se escuchó por detrás de los grandes telones el sonar de varias trompetas. Algo estaba ocurriendo, algo importante. Quiso detenerlos pero fue muy tarde, lo condujeron por un tramo más, hasta un pilar que era especialmente ancho y distinto a los demás, una escalera de caracol enroscaba el gran pilar.

-Desde ahí podrás verlo mejor y él te verá.- Susurró Sif.

El corazón comenzó a latir de manera más rápida y con más fuerza. Se giró y vio ante ellos la mirada cristalina de los tres guerreros.

-No te preocupes, si algo fallase, Hogun está listo para hacerlo voltear para acá.- Añadió Volstagg.

-Es extraño admitirlo...- Añadió Sif.

-Pero como los mejores amigos del príncipe, sabemos que lo primero que Thor querrá ver...

- Es a ti.- Susurraron en coro.

Loki se coloreó de pies a cabeza.

-¿Q-qué? No... Yo...

-Sin peros chico, no puedo creer que seas el hermano mayor de Aren y seas tan retraído. Vamos, vamos...

Volstagg con su gran cuerpo le marcó el camino sobre los escalones de piedra. Se vio obligado a subirlos con algo más que solo nerviosismo.

Deseaba verlo, anhelaba verlo... Pero... Le gustaba ser discreto. 

Tragó saliva ruidosamente. 

- Listo, quédate ahí.- Añadió Volstagg y pronto bajó las escaleras corriendo como un niño que acaba de hacer una travesura. Loki estiró la mano.

-Espera...

Pero no se detuvo. Ahora estaba solo, sobre esa plataforma. Observó los balaustres de piedra blanca. Tenía que asomarse desde ahí... Si quería ser visto.

¿Quería que Thor lo viese? ¿proclamar su puesto en el corazón del príncipe? Bien podía simplemente mantenerse a raya de la estructura, nadie lo vería.

Sería mejor, escapar de los ojos azules que tanto estupor le habían estado ocasionando en los últimos meses, no tener que ver la sonrisa boba del tipo que noches atrás le robó caricias y mordidas. Alejarse de la melena rubia que se movía con el viento, quería...

Cuando menos pudo darse cuenta, las trompetas se detuvieron y él...

.

.

.

.

.

 

Ya estaba esperando ver entre la multitud al joven de los ojos de mar y la cabellera solar.

FALTAN 6 HORAS PARA LA TORTURA DE LOKI

 

 

Notas finales:

 


Muchas gracias a todos por continuar con la historia. Ya estoy emocionada porque estamos por comenzar el meollo del asunto. Me ha gustado mucho que han estado sacando sus propias conclusiones de la historia, eso significa que los tiene prendados. Espero seguir haciendo un buen trabajo para ustedes.


Disculpen sino he actualizado muy seguido, hace ya unos meses había estado batallando porque no tenía trabajo y cuando finalmente lo encontré la jefa que tenía me corrió.


Ahora mismo estoy de nuevo sin trabajo y con un poco de confusión, pero espero pronto se solucione todo, mientras tanto me gusta olvidarme de mis problemas cuando escribo mi fanfic. Por favor sigan comentándome todo lo que les gusta, adoro leerlos. Nos leemos en el próximo capítulo. Saludos desde México.


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