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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Las rocas resonaban por entre las gastadas monturas de los alces. Se abrieron camino mientras algunos soldados tomaban los bridales y conducían a las bestias a los establos para que descansaran y además para desmontar el gran apoyo que el rey Vanir había escoltado hasta las puertas de Asgard.

Vanir hizo una reverencia y dejó el lugar, tras él, los soldados comenzaron a desdoblar las hojas que mantenían protegidos y preservaban los animales y demás alimentos que había hecho llegar para apoyar a los ases. De reojo miró las colinas y cubiertas de nieve fue una imagen que no lo hizo sentir bien recibido. Bufó por la bajo.

Fue recibido con grandes ovaciones y múltiples agradecimientos.

-Por favor, solo deseo ver al rey Odín.

Fue llevado presto a donde estaba. La sala estaba iluminada y el fulgor creciente del sol daba de lleno al trono del rey. Sentado, imponente aunque con un rostro realmente cansado se encontró con el viejo ojo de Odín.

Se atrevió a inclinarse pero fue interrumpido.

-No hay acción que valga más que lo que has hecho por nosotros, Vanir. No te inclines, cuéntame lo que has visto ahora fuera de este horrible panorama.

-Los midgardianos no son realmente importantes en este momento, mi señor.- Dijo solemnemente.

-Pero, siguen siendo tan prósperos como siempre.- Agregó con alegría. 

Odín asintió con su cana cabeza. De pronto el sonido de una puerta abriéndose llamó la atención del rey.

-Syn.- Pronunció el nombre de su hija y ésta se reunió con él tomándole de las manos.

-Has vuelto, padre.- Murmuró y le acarició el dorso de la mano.

-La princesa es toda una maestra en el arte que usted mismo ha compartido generación tras generación.- Alabó Odín.

Vanir sonrió por lo bajo. Se acercó al trono y se sentaron frente a frente a conversar las siguientes maniobras para poder salir de ese funesto invierno. 

-Hugin y Munin se encuentran ahora mismo con el príncipe, desconozco la descripción que haya sobre Alfheim pero Thor ha tomado tanto tiempo en ello que probablemente llegue con todo un ejército de aliados.- Sonreía Odín con una mueca cansada pero esperanzada.

-Así será mi rey.- Asintió Vanir. Llegaron con una copa y se la ofrecieron, notó que en el recipiente había agua y sin chistar la tomó con sumo agrado.

Fue imponente darse cuenta de lo mucho que las cosas habían cambiado en tan poco tiempo y no porque se deba a que no haya vino, sino porque las medidas de guardar la mayor cantidad de recursos era una medida algo extrema pero en el ambiente tan ambivalente que existía, era mejor estar preparados.

Regresó la mirada a Odín, con algunas arrugas de más y sus cabellos canosos desbordándose. Movía todavía sus labios pero Vanir poco entendía de todo aquello. En un momento cambiando el tema de manera brusca le llamó:

-Mi rey, ¿está usted seguro de lo que está haciendo? Es exigirse demasiado el permanecer de pie ahora mismo.- Dijo con un dejo de ternura como un padre hablando con un hijo.

El rey negó con la cabeza.

-Simplemente no puedo, no debo, Asgard me necesita.

-Tienen a Thor.

-Pero...

-¿Por qué desconfías tanto de tu hijo, Odín?- La pregunta, pasando a lo personal, dejó mudo al rey.

-Debes entenderme, Vanir. Es mi único hijo, no quisiera que nada ni nadie lo lastimase... Ahora mismo vivimos en mucha incertidumbre y... no quiero perder a mi hijo.- Esto último con un vago suspiro sopesó en el corazón del rey Vanir. Sus ojos se oscurecieron y de reojo miró a Syn que permanecía con la atención puesta en la conversación de la reina Frigga.

-Te entiendo... Mucho más de lo que crees.

Odín percibió un halo de misterio en sus palabras, estando a punto de volver a preguntar escucharon un sonido sumamente alentador.

¡CRAAA! ¡CRAAA!

Dos aves de plumaje negro entraron furtivas, al mismo tiempo que las armaduras de los soldados que gritaban.

-¡HA VUELTO! 

Odín se levantó al instante.

-¡EL PRÍNCIPE HA VUELTO!

Frigga llegó hasta los primeros escalones del trono y conteniendo la respiración ahogó un grito cuando vio ondearse la capa roja de su hijo y tras él sus valientes camaradas.

-¡Thor! - Gimió de gozo y se arrojó a sus brazos, él la recibió con gusto y un gran abrazo, ella le besó el cabello y las mejillas como cuando era niño y él solo se podía poner levemente sonrojado.

-¿Por qué no has enviado una misiva? ¡Algo!

Los ojos azules de su hija se entristecieron.

-Lo que vengo a decirles, no se puede contener un pedazo de papel, madre.

La simple frase hizo que Odín palideciera, cayó casi sin fuerzas sobre el trono. Vanir y Syn se apresuraron a tomarlo y revisar si su cuerpo estaba bien como los buenos curanderos del cosmos.

Los guardias y pajes que asomaban su rostro con renovada esperanza se tornaron pálidos y se tomaban las manos en un temeroso gesto de esperar lo peor.

Thor subió uno, después dos, después tres escalones y llegó frente a su padre. El silencio, tan denso que podría ser cortado con una espada se destruyó cuando los labios del príncipe se abrieron.

-Alfheim fue tomado por los jötnar... No queda nadie.

Un grito ahogado, incluso una muchacha cayó inconsciente a lo lejos y la reina con los ojos desbordados en lágrimas.

-¿Cómo?- Preguntó Odín.

En ese momento Hugin y Munin se posaron en los hombros de Thor y éste les hizo un gesto con la cabeza. Las pequeñas bestias emplumadas se posaron en el antebrazo del rey cansado. Éste, como el ritual que siempre había sido se apartó el parche de su ojo y descubriendo la esfera nublada de gris y azul, la ceguera de su ojo que le brindaba el poder de escuchar y ver lo que aquellas poderosas criaturas tenían por decirle.

Como si de un túnel se tratara, las aves igualmente posaron sus ojos sobre el ojo con velo del rey y pasó como un rayo todo aquella información que guardaban en sus picos con gran peso.

Pudo ver con claridad el terrible panorama, el cielo cubierto de algo parecido a la ceniza, los árboles carcomidos por el frío, las hojas quemadas y desmoronadas en el suelo. Y al final de todo aquél lugar que solía ser un paraíso, estatuas silenciadas por el terrible frío de las montañas. 

Freyr y Freyja se sujetaban las manos, pero sus cuerpos ya no podían acercarse más, estaban congelados al igual que todo el mundo de los elfos, detenidos en el tiempo y condenados a la muda soledad.

Odín tuvo que cubrir nuevamente con dolor su ojo. Se llevó una mano a la sien. 

Thor se apresuró.

-Padre, ¿estás bien?

-¿Por qué tardaste tanto entonces? ¿qué estuviste haciendo todo este tiempo? ¿Jugando? ¿Buscando a ese muchacho que desapareció? ¿no me equivoco?

Al fondo, Fandral y los demás compartían miradas nerviosas.

-Dejaste a tu pueblo a un lado por ir detrás de un par de ojos coquetos.

-¡YA BASTA!

El martillo rompió el gran halo de asombro cuando cayó un rayo sobre él. Thor, con la fuerza del trueno recorriendo sus venas se irigio sobre su propio padre.

-En cuanto supimos que no había nada que hacer por los elfos, desvié mi camino a Muspelheim. Hablé con Surtur, nos enviarán ayuda en el menor tiempo posible, aunque no haya Byfrost que los pueda comunicar enseguida, ellos ya deben estar en camino ahora mismo, así que no padre, no perdí mi tiempo como tu lo llamas. 

Frigga miró con tristeza a su esposo y notó en sus ojos el verdadero arrepentimiento. 

Enfurecido, Thor dio media vuelta y cruzó a su grupo de amigos.

-Vamos. Nos toca tomar un poco de comida para seguir ayudando acá.

Los guerreros se inclinaron hacia el rey como despedida y salieron de la sala. En silencio, con el rostro compungido Odín se empequeñeció sobre su trono.

-Ya no es un niño.- Susurró y se llevó la mano a los ojos, realmente fatigado.

-Thor.

No hubo respuesta.

-¡Thor!

Tampoco.

-¡Thor, responde!- Su musculoso brazo fue casi detenido por el de Sif.

-No permanezcas en silencio cuando sabemos que estás furico.

-¿Y qué quieres que diga? Amo a mi padre, jamás podría maldecirlo o algo así, pero me desespera que sea un necio que cree conocerme.- Detenidos cerca de los establos, reanudaron el paso. 

-Mi príncipe, pase por favor, le hemos preparado la mesa como ordenó.- Dijo una voz dulce, una chica que le abría el paso a las caballerizas y al comedor que aunque era de los cuidadores, era siempre el mejor lugar para los amigos.

-Gracias.- Asintió y tomó lugar en la mesa. Se sintió golpeado, había un mediano faisán cocinado en la mesa, algunas porciones de verduras y otro más de pan. Bastante austero a lo que estaba acostumbrado. No dijo nada más, agradeció nuevamente y tomó lugar.

Los demás hicieron lo mismo, aunque al que más se le notó el desanimo visual fue a Volstagg. Todos agradecieron y procedieron a tomar sus sagrados alimentos. Thor tomó los últimos sorbos de una sopa de verduras y unas cuantas costillas de cordero.

No se dijo nada más, todos estaban con el ánimo por los suelos, no solo por lo sucedido en las tierras de los elfos, sino por el arranque entre el rey y el príncipe. Thor comía en silencio pero sus cejas fruncidas no dejaron de ser el motivo aparente de su mutismo. 

En ello cuando terminaba su copa de agua fresca, contempló su plato vacío. Giró la cabeza buscando a alguien y la misma chica se le acercó:

-Diga usted, alteza.

-¿Ella ya comió?

La muchacha sonrió por lo bajo.

-Debe estar terminando igual que usted mi señor.- Asintió.

-Deberías ir a hacerle compañía.- Agregó Volstagg con la boca llena de pan.

Solo hasta entonces se asomó un poco de luz en el rostro del príncipe. Tomó unas cuantas uvas de un plato y salió de prisa. Los guerreros que terminaban sin prisa sonrieron entre sí.

Entre los pasillos miró aquél que conducía de vuelta al trono de su padre, seguramente seguirían allí. No quiso verle el rostro a nadie más que a la chica de la torre más alta y se alejó. Sin percatarse de los ojos que miraban su trayectoria en total silencio.

Brillaron como dos gotas de oro fundido y enseguida volvió la vista a la sala que el príncipe había ignorado. Con un movimiento tosco de cuerpo se movía por entre el gran pasillo.

Llevaba unos largos vendajes alrededor del cuello. 

Cuando estuvo lo suficientemente cerca de la puerta, no tuvo que tocar ni hacer ruido alguno pues ésta se abrió. Crujiendo levemente, los soldados le abrieron el paso. Estando lo suficientemente cerca, Odín fue el primero en replicar.

-¿Pero qué haces aquí, hombre? - Se levantó presuroso.

Los guardias tomaron del pecho al pobre hombre que parecía cojear. Él asintió esperando lo soltasen pero no fue así. 

-Heimdall, por todas las nordas ¿qué haces vagando por el palacio en el estado en el que te encuentras? - Decía con sincera preocupación.

-Mi señor... Tengo que advertirle, mis ojos se han curado gracias a todos los cuidados pero... es precisamente de eso a lo que vengo.

El tono de su voz no dejó tranquilo al rey. Acto seguido mandó que los pajes y la mitad de los guardias saliese de la sala. Le trajeron agua y un sitio donde poder descansar.

-Casi me he topado al príncipe, pero es necesario que lo sepa usted antes que nadie.- Hablaba rápidamente. 

-Habla pronto muchacho, ¿qué sucede?

-Han vuelto... No sé cómo, pero no por un medio común.- Sonaba entrecortada su voz.

-¿Qué? ¿quién ha vuelto? ¿estamos bajo ataque?

-No lo sé... pero volvieron.

-¿¡Quiénes!?

Los ojos dorados del moreno se clavaron en su rey y con toda la fuerza reunida le dijo:

-¿Cómo estuvieron las uvas?

Liv dejó el plato limpio.

-Deliciosas, muchas gracias. ¿Estuvo bien que las tomaras?

-Estaban en la mesa de nosotros y decidí que las necesitabas más que yo.- Sonrió Thor.

 Liv posó su mano sobre la mejilla de su primo.

-Me da tanto gusto saber que estás de vuelta y sano.- Agregó con ternura. Su cuerpo todavía era cubierto por una gran sábana de flores y hojas. Las flores crecían de colores diversos, altos tallos, flores de vivos colores y aromas embriagantes.

-¿Cómo te has sentido? - Preguntó él y llevó su mirada a la pronunciada curva en su vientre.

-Bien, en general me da un poco de nervios saber que es bastante tranquilo.- Decía acariciándose.

-¿Te gustaría que fuese más salvaje?- Soltó una pequeña risa.

-Algunas patadas no estarían mal, si. Sé que está bien, pero es extraño...

Su voz no se podría decir que se apagaba, pero sonaba mucho más melancólica. Sus ojos fijos en su barriga y el cabello se tornó azul marino.

-No sé como sentirme, desearía que...

Algunas flores se mecieron con un suave vaivén aunque no había una corriente aire.

-Desearía poder conocer su reacción si él estuviese aquí.- Con un hilo de voz, escondió el rostro entre sus azules cabellos cambiantes y se abrazó a sí misma.

Thor no supo que decir, la pérdida de los hermanos dejó un gran vacío en ambos y ninguno tenía con quién sacar aquello, después de todo, el entorno les impedía poder comunicar la desolación que los embargaba.

Liv no supo más de él aquella noche y Thor, vio con sus propios ojos como era secuestrado por uno de los gigantes. Sin motivo aparente, solo... se lo llevó. Ambos desaparecieron de la vida ellos.

Guardaron silencio pero el príncipe tomó en brazos a su casi gemela.

-No te preocupes, sé que tal vez no sea lo que deseas, pero ese niño podrá crecer aquí si lo deseas. Yo me ocuparé de él como un padre.- Aseguró y buscando las rechonchas mejillas de su otra mitad enjuagó sus lágrimas que caían en silencio.

-En el pasado, nuestros pueblos desearon unirnos y el amor fraternal que nos tenemos lo impidió. Sin embargo, ese mismo amor fraternal es y puede ser el excelente vínculo para ofrecerle a este pequeño una gran familia.

Enlazó su mano con la de ella.

-Créeme, nada le faltará. Yo estaré siempre aquí.

Liv soltó un suspiro y una amplia sonrisa.

-Temo que seas demasiado consentidor.- Añadió con una risa ahogada.

-Por supuesto, cuando era niño me quedé con ganas de montar un equino alado de valkiria, este pequeño no tendrá que quedarse con esas ganas.

Fulminándolo con la mirada con semejante propuesta peligrosa se llenaron de risas y olvidaron por un momento la soledad que había en sus corazones. Ella ya había sido acogida por los cariños, atención y empatia de él, pero...

Sin soltarse de las manos, Liv habló:

-¿Tu cómo has estado? Sobre eso, también.

Intentó sonreír pero no podía, su rostro se mostraba sereno aun así.

-Es curioso, cada noche al dormir, pienso que solo han pasado unas horas desde que lo vi por última vez. Creí que no podría conciliar el sueño una vez que él ya no estaba pero, parece ser que cuando llego al lecho existe una esperanza por la mañana que vendrá... aunque, sé que no ocurrirá.

Los ojos azules se clavaron en las manos de su otra mitad. Liv pudo ver algunas pequeñas lagunas de lágrimas queriendo asomarse en sus ojos, pero pronto desaparecieron, se preguntó, cuánto tiempo llevaría tomando para sí esas lágrimas que tanto parecían querer salir. De pequeños, Thor se divertía de hacer llorar a Liv y a los niños con los que jugaba.

Sin embargo, estar del otro lado de la moneda, no le daba ninguna satisfacción. Liv mucho sabía del sufrimiento de Thor por parte de las decisiones del rey Odín. Negarle el trono y siempre tratarlo por inmadurez ilusoria que el anciano padre tenía.

Mucha de aquella injusticia había ensombrecido el brillo del joven. Ahora, en la soledad de la habitación, con las flores como únicas acompañantes, podía ver una pequeña hebra de lo que Thor realmente sentía y no era felicidad.

-Quisiera poder acabar con todo esto.- Susurró Liv. Thor la miró.

-Estoy segura de que eso has de estar pensando ¿no es así?

El rubio se acomodó algunos cabellos, intentando apartar la atención de los sentimientos anteriores.

-¿Puedo confesarte algo?

-Sabes que sí.

-Desearía poder ya estar en guerra con los gigantes de hielo.

La sola palabra "guerra" puso los pelos de punta de la chica, comprendía de donde venía ese sentimiento.

-¿Crees que por qué no hay enfrentamientos directos la guerra aún no existe? - Le cuestionó.

-No, no es eso lo que quiero decir. Es solo que...

-Desearías acabar todo con violencia.

Los toscos brazos del príncipe que habían rehuido las interrogaciones de la chica se dejaron caer pesadamente.

-Me he entrenado tanto para la batalla, me he convertido en gran estratega... Quisiera poder demostrarle eso a mi padre y si con ello acabamos con esos bastardos ¡que mejor noticia que esa!

Su sonrisa fue rápidamente apagada y bajando la voz dijo:

-Solo quisiera que esto tuviese un final rápido.

Recordó de nuevo, aquél encuentro con la extraña mujer en las fronteras de Jötunheim.

Una guerra relámpago está gestándose, príncipe. Es mejor dejar las cosas como están sucediendo.

¿Cómo podía? Cuando sus músculos pedían a gritos la adrenalina de tomar a Mjölnir y estampar la nación de gigantes contra el suelo. Desaparecer a ese vestigio de un pasado remoto y arcaico. ¡Qué importaba que los jötnar fuesen quien gestaran las naciones actuales! Ahora mismo, habían dejado de ser importantes figuras de sapiencia, y se volcaron a la involución del salvajismo.

Apretó el puño.

-¿Tanto necesitas acabar con ellos?

Intentó calmarlo, en verdad que fue eso, pero él había abierto un riel de pensamientos agresivos, se levantó con furia.

-¡Claro! Liv, ¡ellos se llevaron a Loki y a Aren!, ¡no supimos más de ellos después de aquella noche!, ¡Míranos, estamos en provisiones contadas todo por aquellos malditos!

Caminó en círculos con molestia.

-¿Crees que eres el único que sufre por ello?

-Sabes que eso no es lo que quise decir.

-Solo porque yo no pueda explotar como tu lo haces, no significa que no sienta rabia.

Su cabello se tornó negro. Símbolo de algo que ocultó en su ser también afloraba.

-¿No creerías en mi impotencia al perder a mi amado y al padre de mi hijo solo porque no grito y pataleo como tu?

Thor negó la cabeza con cierta frustración.

-Vamos Liv, sabes que no es eso. - Regresó a su lado y se sentó con ella. Las flores también lo recibieron y la hamaca que la sostenía se amplió quedando los dos recostados.

-Por favor, olvida lo que dije, no quiero hacerte pasar más molestias.- Tomó un mechón negro de ella y lo acarició.

Los ojos de ella trataron de encontrar la calma y finalmente volvió más en su juicio. Buscando los brazos de Thor se acobijó cuando él la acurrucó en su pecho.

-Espero Odín no te haga llamar pronto.

-No te preocupes, no lo hará. Lo hice rabiar hace un largo rato.

-Pero si hace nada que llegaste.

-Ya sabes... Amor paternal no es su segundo apellido.

Soltaron carcajadas por un buen rato. Las flores parecían volver a llenarse de vida y calor. Entre recuerdos y añoranzas, pudieron reír, a veces estar serios y lejanos a ellos mismos soltar unas cuantas lágrimas que no deseaban que nadie más pudiese ver.

Habían estado tan callados por un largo rato que no se percataron en qué momento se habían quedado dormidos. Soñando con un par de hermanos desaparecidos que cada noche aparecían en aquella tierra de lo onírico. Entre ellos, semejanzas había, Thor deseaba estrechar a ese chico entre sus brazos y Liv soñaba con sentirse elevada por un par de fuertes brazos.

Desear reencontrarse con ellos... No iba a ser difícil, pero... reconocerlos, será la parte menos oscura del camino que les tocaba recorrer a los dos.

Así fue como el preámbulo aquella oscuridad se extendió con un gemido de Liv. Se levantó con fuerza. Thor no tardó ni medio segundo en reaccionar.

-Liv, ¿qué pasa? ¿es el bebé?

-Thor...-Dijo con un hilo de voz.

-Tengo... mucho frío.-Agregó.

De pronto, sin poder reaccionar, los dos vieron cómo las flores que tanto abrigo les daban se transformaban, sus pétalos en todo esplendor cambiaron a un tono índigo y sin importar si se tratasen de girasoles o rosales, los pétalos extendidos en garzo color se tiñeron por toda la gran habitación.

-¿Qué sucede?- se preguntó Thor confundido. Liv soltó unos gemidos más de dolor y algunas gotas de sudor le recorrían la frente.

-No, es muy pronto, pequeño, espera...

Thor le tomó de la mano.

-Tengo que ir por ayuda, espera aquí.

-¡No, no te atrevas a dejarme sola!- Gruñó.

-Liv, necesito que alguien te revise, no tengo idea de qué hacer en estas situaciones ¡Soy un inútil!

-¡Cállate idiota! 

Calló al instante. No sin dejar de mostrar una mueca de preocupación, observó como el acelerado ritmo de respiración de ella se tornó cada vez más tranquilo. Finalmente, tras varios minutos pudo estar más calmada.

-¿Cómo te sientes?

Estiró su brazo a la jarra a su lado y sirviendo agua le extendió el brazo a Liv.

-Bebe.

Sin chistar se acabó el líquido.

-No tengo idea. Fue como si de repente se hubiese puesto a luchar dentro de mí.

Thor no comprendía la jerga de las embarazadas. ¿Qué acaso su sobrino era un maltratador de mujeres?

-Solo se puso demasiado inquieto. Pero... sentí un escalofrío cuando el frío avanzó por mi cuerpo.

-¿Frío?- Preguntó Thor sin comprender del todo.

-No sé explicarlo, pero fue como si de repente fuese invierno dentro de mi cuerpo.- Se abrazó a sí misma recobrando el calor que le fue arrebatado momentos antes.

-Necesito llevarte a las cámaras de sanación. Será mejor echarle un vistazo al Florencio.

-¿Florencio?

-Es un lindo nombre ¿no crees? seguro que es niño y será igual de floripondio que tu.- Mostrando una tonta sonrisa recibió un pequeño golpe de su igual y soltó una risa delgada.

-¿Puedes caminar? - Le extendió la mano y pudo salir de la espesa hamaca de flores.

-Si, solo tenme paciencia con los escalones.

-Si hasta crees que te dejaré bajarlos, esos los harás en mis brazos. Vamos.

Ambos con un ánimo un poco más recuperado salieron de la sala.

-Enseguida regreso.- Dijo a las flores y estás vibraron todavía bañadas en azul.

Caminaron con calma y seguridad por los pasillos. Silenciada por un largo rato, Thor no paraba de mirarla de reojo, esperando que su mutismo solo se debiese a la fatiga experimentada.

-¿Todo bien?- Quiso preguntar para asegurarse.

-¿Eh? Si, todo bien. Solo pensamientos extraños que llegan a mi cabeza.- Aseguró.

-¿Ah si? Cuéntame de ellos en lo que vamos.

Liv le sonrió y sin que el príncipe se diese cuenta se sonrojó sin poder evitarlo.

-Me preguntaba cómo se vería una ventisca de invierno cubierta de flores.- Dijo con hilo de voz mucho más fresco que el anterior.

-Polos opuestos, eh. Sería un espectáculo grandioso estoy seguro, aunque lo veo un poco imposible.- Aseguraba su príncipe.

Cruzaron un par de pasillos más y algunas puertas hasta que estuvieron a solo una plaza de distancia. La noche ya había caído y las estrellas estaban más visibles ahora, algunas nubes lejanas que extendían igualmente el frío pero al menos la luminosidad de los astros les trajeron un dejo de quietud.

-Espera... ¿qué está pasando allí? - Liv apuntó con el dedo una puerta a lo lejos.

Era la que comunicaba con el trono de Odín, como se había decidido ahorrar en aceite, solo las antorchas necesarias estaban encendidas, sin embargo, terminando el pasillo, estaba la puerta custodiada por dos grupos de guardias y por los extremos se podía ver que la sala estaba iluminada.

-¿Por qué hay tanta seguridad? ¿será una reunión? - Preguntó la mujer.

-No creo que Surtur haya llegado tan pronto.- Aseguró Thor. Liv pareció girar en dirección a la sala.

-Espera, ¿a dónde piensas que vas? necesito llevarte a...

-Ya estoy mejor, será mejor que averigüemos que está sucediendo. ¿Por qué mi rey Odín no te hizo llamar?

-Sabes que lo suyo no es la comunicación padre-hijo. Déjalo por ahora.

-¿Estás seguro?

No había nada de seguridad en la mirada del príncipe. Pero no se permitiría dejar de lado el estado delicado de Liv solo por irse a reñir de nuevo con su padre.

-Mira, solo echaré un vistazo con los guardias. ¿De acuerdo? Seguro que no es nada de importancia.  Espérame aquí.

Liv asintió y se sentó en una banca cercana. Thor se alejó a paso presuroso. Sin embargo, algo en la palma de sus manos le hizo escozor, un escalofrío le recorrió la nuca y sentía que su boca estaba más húmeda de lo normal. ¿Qué era ese extraño presentimiento?

Sintiendo que el pasillo era más lejano de lo que en realidad era finalmente llegó con los guardias, los cuales sin proferir saludo alguno tomaron las armas.

-Solicito saber el motivo de tan importante reunión aparente.- Dijo con autoridad. Sin embargo, los guardias se miraron los unos a los otros y ninguno dio respuesta. Thor no era vengativo, pero tampoco era muy paciente.

-¿Qué sucede? ¿piensan desobedecer a su príncipe?

-¡Thor!- Escuchó a Fandral acercarse.

-No pierdas el tiempo, no responden y tampoco permiten el paso. Intentamos hace poco saber qué sucedía, si el rey necesitaba algo. Me sorprende verte aquí y no allí dentro.- Explicó y llegaron tras él los demás guerreros.

Thor consternado dirigió mirada a sus amigos y a los guardias que estoicos seguían sin proferir palabra alguna. Para ese momento Liv ya estaba allí. 

-¿Por qué están todos tan quietos? ¿qué está pasando?

Thor la tomó de los hombros intentando calmarla, algo en su mirada parecía decir que también se sentía muy ansiosa por toda esa atmósfera de misterio.

-No lo sé aún, espera por favor.

Pero antes de decir algo más, la bajita y rolliza imagen de Liv se plantó ante los guardias.

-VAMOS A VER, ¿LE VAN EL NEGAR EL PASO A UNA MUJER EMBARAZADA BOLA DE GUARURAS?

Los guardias temblaron un poco ante la voz potente que salió de los labios de la mujer. Nadie le creía capaz de tal ferocidad.

-Lo sentimos my lady, pero el rey Odín pidió expresamente que nadie más entrase.

-¿Nadie más? ¿quienes están ahí? - Interrogó Thor con el mismo ahínco. No dijeron nada nuevamente.

-Por favor príncipe, incluso nosotros desconocemos el por qué de la situación, pero seguimos órdenes expresas de...

-¿Saben que yo seré el próximo rey, no es así?

Ante tal pregunta guardaron silencio pero a los poco momentos asintieron.

-¿Qué clase de seguridad les puedo brindar a ustedes y a todo el pueblo si le esconden los problemas incluso a su propio gobernante?

Se miraron los unos a los otros.

-Mi padre está luchando contra la profecía de su lecho de sueño, y eso no me exime de responsabilidades. Ahora más que nunca, debo estar presente para que cualquier cosa futura pueda ser afrontada. ¿no es así?

Ante tal discurso político los guardias dudaron con sólida incertidumbre.

-Odín no podrá hacerles castigo alguno, se los aseguró. - Se posó de manera autoritaria. Los guardias no se movieron.

-Perdónenos, su alteza. Nosotros no podemos darle el paso.- Aseguró, sin embargo, con una voz ligeramente distinta habló:

-Nosotros no podemos, pero hay una fuerte ventisca entrando por el balcón principal, seguramente sería bueno cerrarlo antes de que alguien coja un resfriado.

Balcón. Abierto. 

Palabras clave que el príncipe agradeció con una sonrisa.

-Esperaremos aquí.- Dijeron los guerreros.

-Voy contigo.- Se apresuró Liv dando pasitos que intentaban simular un trote común.

-¿Cómo te voy a exponer a un balcón abierto? ¡no seas necia!

-¡No me llames necia! ¡es una orden! ¡llévame ahí dentro!

Nuevamente la rudeza de su voz hizo estragos en el varón. No tuvo más remedio que tomar en brazos a su otra mitad y emprender un trote rápido a la plaza. Thor miró hacía arriba. Efectivamente pudo ver algunas cortinas púrpuras ondeándose, los guardias tenían razón. 

-¿Estás segura?

-Deja de hacer preguntas.

Thor se acomodó unos cabellos tras la oreja antes de tomar fuertemente a Mjölnir. Apretó a Liv contra él y tras darle varias vueltas salieron volando con velocidad impresionante, la suficiente fuerza para no sobrepasar el balcón y caer sobre él con un silencioso golpe.

-...decid pues sus intenciones.- La voz en eco de Odín sonaba rasposa.

Se separaron y caminaron teniendo mucho cuidado de no hacer ruido. A través de las suaves cortinas podía ver a su padre sobre su trono, empuñando a Gungnir la lanza dorada. ¿Qué ameritaba semejante imagen estoica?

Notó el silencio que se produjo. No había respuesta a las solicitudes del rey. Liv tomaba el brazo de Thor y se acercaban paso a paso.

-El silencio no es el mejor aliado en estás situaciones, muchacho.- Aseguró.

-No serán nuevamente bienvenidos aquí si no expresan con claridad sus intenciones. 

¿Bienvenidos? Un escozor volvió a sentirse en las palmas del príncipe y con mayor punción sintió el escalofrío recorrer su espina. Podía sentir incluso tal vez una lejana urgencia de ir corriendo, de destrozar aquellas cortinas como pétalos y traspasar hacia la sala.

Se lo imaginaba tan nítidamente, sintiéndose poseedor de su cuerpo entero y de la chica que le seguía de cerca. Con furia, esperanza e inocencia revelándose ante el rostro atónito del rey y la reina.

Caray... Las imaginaciones no se vuelven vívidas hasta que uno comete la acción.

Creyéndose presa de una ilusión, Thor dejó caer a Mjölnir y casi con el mismo peso a raudales fluyeron cascadas de los ojos de Liv que llevándose una mano a la boca guardó silencio.

-Thor... Liv.- Susurró Odín, ya muy tarde.

Estaban estupefactos, petríficados en vida, arrancados de toda serenidad y posible buen juicio o sentido común. Golpeados por una ilusión que era demasiado hermosa pero demasiado dolorosa.

Por favor, dime que esto es un sueño.

No, no lo es.

¿Entonces... es una pesadilla?

El preámbulo hacia el cielo es siempre el sinuoso y tenebroso camino de la muerte.

Tenía los cabellos un poco más abundantes que antes, pero, sus ropas, eran las mismas que aquella noche en la que fue arrebatado de su vida. Los ojos verdes crisparon como lo haría el mismo fuego del Hel. Como si el tiempo nunca hubiese transcurrido. Lo tenía de frente y no sabía qué hacer.

-Lo...

-Lo...

Sus pies se movieron solos pero fue detenido por la imponente voz de su rey.

-No des un paso más, Thor.

Solo entonces le devolvió la mirada y fue como una calumnia. 

-¿Liv? - Y ella se rompió en llanto al escuchar su nombre salir de aquellos labios que la habían abandonado meses atrás.

-¿Eres de verdad tú? - Preguntó incrédula.

Aren pudo ver la silueta de la mujer que con tanta adoración había tomado en muchas noches y hacía reír muchos días. La miró pálida, con los cabellos más rubios que nunca como el mismo sol, con sus ojos nadando en mares de sal.

-Por todos los cielos... ¿estás...?-Su voz entrecortada por algún nudo en su garganta le hizo detenerse.

Echó una risa.

-Es tuyo... ¡Es tuyo!- Se tomó el vientre abultado y Aren intentó correr hacía ella, pero fue detenido en seco por los guardias que no dudaron en apuntar sus armas hacia el cuello blando del joven. Se detuvo pero no podía quitarle los ojos cargados en emoción por el estado de ella. 

Loki, por otra parte, permanecía sereno y a un lado de su hermano. No cruzaba mirada con Thor, aunque quisiera, no podía y de esto se percató inmediatamente el príncipe. Algo iba mal. Muy mal.

-Padre, ¿qué significa esto?

El hecho de usar la conotación padre, lo hacía ver que era una situación personal y no política, se refería a él como su progenitor y no como su rey. Thor tomó a Liv de los hombros.

-No te muevas.- Le ordenó pero ella no podía conciliar la información y la imagen del hombre que la miraba con felicidad.

Miró a Loki, quería gritarle que lo mirase, que le dijese que era lo que sucedía, pero el joven con una silueta mucho más delgada que antes no le devolvió el gesto. Odín miró a su compañero a un lado e hizo un ademán con la cabeza. El moreno se levantó.

-Mi príncipe.- La voz de Heimdall resonó. El hombre que pronto se recuperaba de sus heridas se acercó.

-Vine hasta el rey Odín, con la noticia de que dos extranjeros se hallaban entrando a Asgard a través del mar congelado; sin la ropa adecuada, sin montura alguna y sin señales de cansancio por lo que debía ser un largo viaje.

Los señaló como si de unos delincuentes se tratasen.

-Se han escondido en el silencio y no han hecho otra cosa que pedir un asilo que ya no puede ser permitido dadas las circunstancias.

Esta vez se dirigió hacía ellos.

-O hablan... O serán expulsados.

-¡No, por favor! - Habló Aren con premura.

-Por favor, atiendan a mi solicitud, necesito hablar con el rey a solas.- Agregó, pero nuevamente escuchó la respuesta del solicitado.

-No hay nada que deba oír a escondidas.- Aseguró con la lanza brillando en su mano. Con visible cansancio Odín se levantó.

-Llegaron sin ayuda, sin provisiones ni cobijo, su desaparición ya fue lo suficientemente misteriosa y ahora que vuelven milagrosamente exigen hablar conmigo a solas. ¿No piensas que tengo demasiadas pruebas para mandarte encerrar por espionaje o traición? Nada en lo que respecta a ustedes, desde que aparecieron en Alfheim es claro. La persona que juraba conocerlos y que desobedeció mis órdenes fue asesinado brutalmente por los gigantes de hielo. Tengo a mi pueblo a marchas forzadas por comida, la tierra de donde provienen pereció y estamos incomunicados con los demás mundos. Nadie más puede saber qué diablos son ni de donde vienen. Si buscan un trato igual, será mejor que comiencen a ser claros o los mandaré encerrar enseguida.

Aren dejó caer los brazos con frustración.

-Nosotros...- Susurró.

-Nosotros...

Pero nada coherente salía de su boca. Esta vez, con un pie desnudo se abrió paso el siguiente hermano. Con la mirada en el suelo, habló:

-Lo que tenemos por decir, nos llevará de ser posible a la muerte segura, rey.- Dijo.

La voz aterciopelada, la misma que le susurraba y le gimoteaba en el oído. Thor podía arrojar a Mjölnir contra cualquiera que se atreviese a detenerlo, pero se iría contra el chico que se adelantaba a pasos serenos aunque hubiese lanzas apuntadas a su cuerpo. 

-Esperen.- Dijo Thor apresurado por el agresivo gesto, pero estos guardias no escucharon.

-Explícate.- Exigió Odín.

-Lo que hemos hecho, nos ha manchado desde generaciones pero lo que queremos hacer aquí es lo que probablemente salve a todos los nueve reinos.

Frigga esta vez intercambió miradas con el rey Vanir que atentó con su hija escuchaban. 

-Hemos venido aquí ha advertirles del terrible destino que tiene Asgard sino se prepara contra los gigantes de hielo.

Hubo un mutismo general, algunas miradas encontradas y murmullos ahogados.

-¿Qué podrían saber ustedes, dos elfos, de lo qué traman los gigantes? Ellos han estado escondido por centenares de años, ni siquiera nuestros ejércitos han podido encontrarlos. Y ahora me vas a venir a decir a mí, que vienes con una advertencia. ¿Qué clase de charlatanería es esta?

-¡Ninguna!- Exclamó.

Intentó llevar sus ojos hacía donde podía sentir el brillo solar de los cabellos del príncipe. Quería verlo y poder explicarle, desnudarse en intenciones y hacerle los motivos que generaron sus acciones, tenía tantos deseos de volver a sentirlo, pero...

Tenía que primero entregarse.

-Podrá diezmar nuestros cuerpos al escuchar nuestra historia, pero si hemos vuelto a una muerte segura es porque tenemos la esperanza de que podrá escucharnos y buscar la solución para ambos reinos.

-¿Hablas de Alfheim? - Preguntó Odín.

Loki, llegado a ese punto, sintió que la lengua se escondía muy debajo de su cuello, que el aire no funcionaba y no podía proferir palabra alguna. El miedo a verse finalmente descubierto, ni siquiera por los de su especie sino por los ases le generó una terrible oleada de pavor.

Probablemente se hubiese quedado completamente callado de no ser por la mano que estrechó su mano en un cálido agarre. 

Aren estaba con él. Habían decidido salir juntos y lucharían juntos... Buscar proteger lo que más aman, aunque les cueste la vida.

Pudo sentir un gemido de su hermano, ¿lloraba? Claro que sí, las lágrimas que corrían por el rostro de Aren eran de arrepentimiento seguro, pero también de aflicción, sin tener que decir palabra alguna, deseaba que acabase ese calvario, que los disfraces fuesen sacados de la escena.

-Responde, ¿hablas de Alfheim?- Repitió Odín.

-No.- Habló Loki con renovada fuerza.

-Hablo de... Jötunheim.

Incluso el mismo Odín tuvo que guardar un suspiro de sorpresa. Thor no quitaba la vista del joven, le miraba tan hermoso como siempre pero tan distinto. Lo anhelaba tanto, pero ahora, con aquellas palabras parecía que la imagen se desdibujaba. La nitidez de su persona se perdía en la confusión de sus palabras. 

-Hemos venido aquí, para buscar acabar lo antes posible con la tiranía del rey Laufey y la sanación de todas las tierras que fueron afectadas.

Laufey, un terrible nombre que llevaba centenares de años sin pronunciarse en la tierra asgardiana.

Odín, esta vez su voz fue de un total desconcierto, antes sonaba como un calculador cuestionador, pero ahora... solo había curiosidad nefasta en su voz.

-¿Quienes son ustedes? - preguntó casi en susurro. Bajó un escalón de su gran trono, deseaba conocer la verdad y a la vez le temía.

Loki tragó saliva ruidosamente. El agarre con su hermano fue más fuerte, como dos niños que se ofrecen al castigo de sus travesuras no dejaron de mirar el suelo.

Yo estoy contigo

La voz de Aren resonó en su cabeza.

Lo sé

Aren miró a Liv y sintió que sería la última vez que lo haría.

-Pedirte perdón sería muy ruin de mi parte y proclamarte mi amor, sería muy osado. Lamento no poder darte respuestas, solo te pido que puedas darme tu una contestación.

Liv no comprendía y se ajustó todavía más al brazo de Thor quien permanecía congelado.

Hazlo, descúbrenos, hermano.

Un sudor frío recorrió su espalda y Loki... cerró los ojos. Al mismo tiempo, se cerró el telón de la puesta en escena.

Un brillo emergió de los cuerpos de ambos, una ráfaga invernal cubrió con pequeños copos la cerámica del suelo. Los guardias retrocedieron pero ajustaron aún más sus armas en las manos.

La figura de Aren fue la primera en distorsionarse, comenzó a erigirse como si un gran pilar o un árbol creciera en ese mismo lugar y momento. Creció y creció, tan alto que la figura era de la altura de cuatro hombres promedio. A su lado, un cabello largo y oscuro que se tendió sobre el suelo. Unos brazos desnudos, unas marcas peculiares, unos cuernos que crecían en su frente y dos pares de ojos rojos que finalmente hicieron acto de presencia.

Fin del primer acto.

La lanza de Odín resonó imponente en el suelo.

-¡PRESÉNTENSE! - Gritó.

El hermano mayor, el de los cuernos alargados y cabello negro dio unos pasos muy seguros y se postró sobre una rodilla ante el rey Odín.

-Mi nombre es Lygar, hijo de Laufey, príncipe de Jötunheim.

Enseguida el gigante de sangre pura y de mayor altura dio solo un paso pequeño e hizo el mismo ademán de ponerse sobre una rodilla. Aunque ya no tenía cabellera, sus rasgos eran los mismos.

-Mi nombre es Býlestir, hijo de Laufey, príncipe y heredero legítimo al trono de Jötunheim.

Hincados, sin levantar la vista, así permanecieron varios minutos ante el asombro, un grito ahogado y la indignación de toda una nación.

-Pónganse de pie, no merecen siquiera darme ese gesto después de todo lo que han hecho.- La voz puramente bélica del rey estremeció la sala.

Así lo hicieron, en completo silencio. Era impresionante la escena, apenas hace unos minutos eran unos pobres diablos que nadie podía darle crédito y ahora resultaba ser que tenía delante de él al futuro rey de Jötunheim y un hermano bastante peculiar.

No había duda... Era él... Era el guardián con el que se había enfrentado en las fronteras. Lo reconoció enseguida y se sintió tan desgraciado cuando su figura en vez de fomentarle odio, sintió una sorpresa inesperada.        

Apenas cubiertos con un pareo y algunas joyas en sus cuerpos, ahora eran dos jötuns en medio de Asgard, la raza que había desaparecido ahora hacía acto de presencia ante ellos.

-¿Qué más desgracias piensan traer a mi pueblo? - Escupió la pregunta el rey.

Býlestir aunque miraba el suelo su altura era tal que podía ver perfectamente la sala completa. No quiso ni pensar en desviar la mirada hacía la chica que tenía a unos pasos.

-Cómo futuro rey... Ninguno, pero si hemos de estar aquí, ante usted es porque deseamos encontrar el camino hacía la paz... Ambas naciones lo necesitan. Mi pueblo incluso está cansado de esta terrible guerra fría que hasta ahora se había mantenido inerte.- Su voz, mucho más gutural que antes resonó todavía con la seguridad de un futuro gobernante.

-Tu hermano y tu ya han traído suficientes plagas para nosotros.

Estaba casi seguro de que lo siguiente sería la muerte.

-Serán hechos prisioneros, decidiremos pues su destino ahora que se han entregado a nuestras manos como dos pichones bajo la lluvia.- Animó Odín y los guardias se acercaron con cadenas.

Los ojos azules de ambos rubios jamás habían estado más grisáceos como hasta ese momento. Thor notó el escozor que le provocó la gruesa cadena sobre su cuello, los tobillos que ahora se tambaleaban por el peso, las manos detrás de la espalda inmovilizándolo.

¿Quién era ese?

Ese no era Loki...

Nunca lo fue, en realidad...

Todo había sido una mentira... Una farsa, el verdadero, el pusilánime gigante que tanto se había prometido acabar estaba delante suyo con un rostro tan indefinido que ni sus labios ni ninguna parte de su cuerpo lo pudo expresar, solo era eso... La nada.

Sentirse dentro de la nada, puesto todo había sido una ilusión, la misma ilusión que los mantuvo bajo disfraces.

La figura de Aren se redujo en tamaño bajo los conjuros de la reina Frigga que se había apresurado a tomar las riendas del asunto viendo que su esposo estaba fatigado hasta el agotamiento. Ya Vanir lo estaba tomando en brazos cuando el cuerpo del gigante se redujo lo suficiente como para ser similar a la de su hermano mayor.

-Llévenselos.- Masculló por lo bajo y su mirada dorada no dejó de mirar con recelo a aquél que no había deseado mantener contacto visual con nadie, al mayor de los hermanos. El de la complexión delgada pero musculosa, con largos cuernos y una cabellera que incluso podía arrastrarse por el suelo.

Regresó la vista. Liv había caído inconsciente.

-¡LIV!- Gritó Aren intentando girarse pero fue golpeado por Mjölnir, acto seguido cayó igualmente inconsciente.

-¡NO!- Gritó esta vez Loki y sus ojos se pusieron verdes, pero un golpe certero en la nuca le hizo caer igualmente desmayado, tras él y autora de la llave estaba Syn... con el rostro sin emoción alguna.

Los hermanos cayeron en total silencio y como si de bueyes se tratasen, fueron arrastrados fuera de la sala.

Thor seguía sin apartar la vista, ni siquiera cuando los vio caer, ni el rostro descompuesto del hermano menor, ni de la presencia del hermano mayor.

¿Qué clase de fantasía estaba viviendo ahora?

Abrazó a su otra mitad fuertemente.

-Liv... La guerra ya había comenzado hace mucho.- Se dijo con gemidos de dolor y finalmente apartó la vista de los intrusos embusteros cuando la puerta se cerró con un estrépito que le duraría grabado toda la vida. 

-.-.-.-.-.-.-.-.-.

 

 

 

 

Notas finales:

¡Vaya, hasta que por fin he llegado a ésta parte de la historia, no saben las uñas que me comí por las ansias de ya escribir este capítulo! Espero les haya gustado, es bastante corto creo yo pero como dice el título, las cosas importantes siempre suelen suceder tan rápido que eso mismo hace que sea difícil digerirlas al igual que Thor y a Liv.

Me gustaría poder leer sus comentarios, sus sentires tanto buenos como malos y seguir explotando emociones en sus palabras. Lamento tardarme un tanto en los capítulos, últimamente he estado con varios pendientes. Quisiera compartirles que estoy feliz de seguir trabajando con la literatura de cerca que tanto me gusta, además de escritora soy locutora de radio y tengo un programa con mi voz donde leo fragmentos de libros o cuentos o poemas que la gente me pide y ha ido evolucionando de maravilla. No es fácil dedicarse a la cultura en este mi país México, y es difícil encontrar el valor cuando hay tanto movimiento de emociones por lo que ocurre políticamente en toda latinoamérica.

Pero, me agrada saber que algo de ello queda plasmado en mi forma de escribir, que ustedes puedan leerlo y compartirlo, es lo que me hace más feliz. Muchas gracias sinceras. Ya estaré escribiendo enseguida el siguiente capítulo.

 

PD: Igual y les parece extraño pero uso mucho música y soundtracks de series, caricaturas o animes para escribir. Creo que encontré la pizca perfecta de inspiración para la revelación de las verdaderas identidades de Aren y Loki con este soundtrack de una de mis caricaturas favoritas ¡STEVEN UNIVERSE! Muy semejante en contexto, me apoyo mucho de la música para poder escribir, les comparto el link por si gustan imaginarse la escena con esta bella melodía de fondo, me parece que quedó muy acorde.

Gracias de nuevo. Saludos desde México.

https://www.youtube.com/watch?v=cweVa5AGK5Y&t=7s


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