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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Podía sentir cómo las sábanas se pegaban a su cuerpo, afanadas en no dejarlo ir. Se removía en el  alcolchonado lecho que por muy suave que fuese no podía sentir descanso alguno. Sus nervios estaban a flor de piel, la respiración no alcanzaba a llenar sus pulmones y los dientes rechinaban en la noche intranquila.

Intentaba por todos los medios que no lo apresara, quería huir de él, pero se sentía acorralado. Porque las dagas que podía sentir se clavaban en sus oídos y aunque gritase, sabía que no había algo que pudiese evitar su sufrimiento en esos momentos.

Cada noche desde hacía varios meses había sido un continuo camino de tortura, desde las imágenes casi borrosas, hasta recuerdos tan nítidos como la tinta en el papel, cuando creía que las cosas quedarían allí en un pasado vergonzoso, ahora cobraba la noción de que podía hablar, que de sus labios salían frases elocuentes y su cerebro se encargaba de que no las olvidase. Así fue como, evocaba frases y pronto estas tomaron un cauce tan distinto a como las recordaba.

Aquellas memorias se volvían más y más independientes de los hechos reales. Tomaba otra postura, otra mirada y ahora lo tenía allí, acechándolo en el onírico mundo.

Hasta esa noche, en la que decidió abandonar los recuerdos y ser parte de su realidad, escondido en la oscuridad de la habitación le susurraba al oído. No era de sorprenderse, si pudo escapar con facilidad de las ataduras mágicas de su madre, esto debía ser pan comido. 

Su cuerpo no podía hacer ningún movimiento, seguramente estaba bajo otro de sus hechizos.

Estúpido Thor, no debiste haberlo dejado fuera de la vigilancia, debiste matarlo enseguida.

Se decía internamente. Incluso sus pensamientos acallaron cuando escuchó el chistar de unos labios que no podía enfocar.

-Sshh amor mío... - Su voz como un ronroneo le envolvió enseguida.

-No hay razón para entrar en pánico, ¿me recuerdas? Soy aquél al que llamabas paraíso.

Negó con la cabeza pero se dio cuenta de que ésta no le respondía. Simplemente era un simple pedazo de carne inmóvil en aquella cama. La voz volvió a presentarse. 

-Es inúti luchar por despertar, amor mío. No verás nada ahora mismo, nuestro vínculo aún no es tan fuerte. En este momento, solo puedo visitarte en el estado en el que te encuentras ahora mismo, entre la consciencia y el sueño profundo. Tan vulnerable... Tan intuitivo... Así como me gusta.

Podía sentir su aliento más cerca de sus labios, estaba a punto de conectarse con su ser cuando finalmente alzo el puño en un intento de defenderse.

Estaba casi seguro de que había oído una risa, pero se esfumó mucho más rápido de lo que creyó.

Se encontró con la respiración agitada, y con la posibilidad de la fuerza en su cuerpo, buscó por toda la habitación; no había nadie. 

-Ese desgraciado.- Masculló.

Se dio cuenta de que no volvería a conciliar el sueño, así que se puso de pie, se pasó la mano por el torso desnudo y sintió escalofríos. Algo más, debajo de su vientre le dijo que lo que había pasado no era normal. Negó con la cabeza intentando no prestarle atención y caminó hacía la ventana donde recorrió la alta cortina. Por el grisáceo horizonte pudo notar como iba amaneciendo, poco a poco, el sol se levantaba con nada más que una gran pereza como no deseando que se hiciera de día. 

Vio también los trozos de hielo macizo, hacía apenas unas horas atrás estaban luchando contra una horda de aves que no solo hicieron destrozos sino que dejaron sin comida a todo el pueblo. ¿Cómo iba a solucionarlo?

-¡Por favor!  Rey Thor, ¡escúcheme!

El rubio casi desistió pero el timbre de su voz sonaba sumamente ansioso, lejano a lo engreído. 

-¿Qué es lo que quieres? habla rápido antes de que llame a los guardias.

Agresivamente iniciando una conversación con el gigante, fue que se encerraron en la lejana habitación donde nadie debía verlo. Todavía era un secreto para la nación la vuelta de los hermanos, solo aquellos guardias que estuvieron cuando regresaron estaban enterados y fueron puestos bajo estrictas órdenes de no revelar la presencia de los azules sujetos.

-Quiero terminar con las hostilidades que mi padre se ha encargado de continuar.

Permanecía con gordos grilletes sujetando sus muñecas. Además de una gran cadena naciendo del collarín de acero.

-¿Te deslindas de todas las acciones de tu padre, entonces?

Aren lo pensó un momento. No podía decir que si, sabía que él tenía tanta responsabilidad por lo sucedido.

-No, después de todo nosotros fuimos enviados aquí para...

Guardó silencio de pronto. Pensó en su hermano, esperaba que sus siguientes palabras no lo condenaran. En la habitación estaban únicamente Thor al frente y Fandral con Volstagg sujetando al jötun.

Aren titubeó.

-Mi encomienda era, aprender de las técnicas de combate de los ases, Loki estaba con la orden de enviar la información en cuanto se tuviese el llamado y ...

Thor se impacientó por las pausas alargadas.

-Habla, carajo.

-Él era quien estaba a cargo de abrir el portal de los jötuns hacía Asgard.

Las cadenas se estremecieron y el rostro de Aren terminó en el suelo. Su mejilla fue pronto asediada por la bota de alguno de los guerreros, no pudo distinguirlo.

-¿¡FUERON USTEDES!? ¿¡CÓMO TE ATREVES A QUERER SOLUCIONAR ALGO QUE PLANEARON?! 

Volstagg desenvainó la espada y la dirigió al cuello del gigante azul, no dudó por un momento y bajo la hoja hasta que chocó contra el suelo, chocó contra el suelo cuando el gigante gritó y logró llamar su atención.

-LAUFEY TIENE UN ARMA INDESTRUCTIBLE

Fue lo único que hizo que la hoja afilada no acabara con su vida.

Respirando entrecortadamente, tragó saliva intentando buscar el aliento que se había ido por la sobreexaltación de casi morir momentos antes.

-Nos pusieron una trampa, no,le pusieron una trampa a Loki.

Ese nombre. Le provocaba un revoltijo en el estómago.

-Si claro, le pusieron una trampa cuando habían logrado su cometido, ¿no es así?

-¡NO!- Gritó de nuevo.

-Se suponía que a él le iban a informar antes de la invasión para que de alguna manera el se posicionara en el puente arco iris y abriese un portal, sin embargo, no lo hicieron, sino que...

Se revolvió en el suelo hasta que apartó la bota de la mejilla que le impedía hablar claramente.

-Mi hermano menor, Helblindi, fue quien hizo el contacto conmigo, no sé cómo exactamente, ni por qué, ya que yo no cuento con los inmensos poderes de Loki y me había dicho que la invasión se realizaría pronto pero en vez de llamar a Loki, simplemente se crearon las filas y Asgard fue atacada, justo cuando nosotros estábamos con la guardia baja. 

-¿Me estás diciendo que tu padre le puso una trampa a una de sus cartas más fuertes que es... tu hermano?

Aren asintió y agregó:

-Ni siquiera sé como fue que cruzaron hacia Asgard.

-¿Por qué no dijiste nada, entonces? ¿O acaso lo sabían y no hicieron nada?

-Intentamos hacerlo pero... no supimos como, si lo hacíamos, nos delatábamos... Y...

Era el momento menos indicado para pensar en Liv, pero es que su corazón hizo una carrera hasta su imagen y la atrajo a su pecho, para abrazarla y acobijarla en pensamiento.

-Encontramos muchas cosas hermosas aquí, viniendo de un sitio salvaje y desprotegido, dejamos que el embelesamiento nos nublara el razonamiento.

El rey apartó la mirada. No quería encontrarse con sentimentales confesiones y traer de vuelta otra vez ese dolor en su pecho. Continuó con el interrogamiento.

-¿Acaso no decías que tu hermano era el mejor hechicero de todos los reinos? ¿por qué tu padre quiso deshacerse de él?

Aren escogió con cuidado sus siguientes palabras.

-Thor.- Le miró a los ojos.

-Ni siquiera yo conozco los límites de los poderes de mi hermano. A Laufey no le convenía tener a alguien de esa magnitud tan cerca del trono.

Y el hombre gigante calló. Él no era nadie para decirle la verdad a Thor, decirle sobre el desprecio de su cuna que Laufey sentía por Loki, la inferioridad de su rango, los maltratados continuos, no podía decirlo y mucho menos cuando estaban los oídos atentos de sus lacayos. La integridad y dignidad de Loki debían mantenerse intachables.

-Queremos justicia, rey. No queremos continuar con esta guerra estúpida.

-¿Por qué? ¿no te conviene tener en poder esta tierra del mismo modo que lo hicieron con Alfheim?

Le golpeó con la punta de la bota y un hilo de sangre brotó de la comisura de sus labios.

-Nosotros no fuimos autores, Thor. ¡FUIMOS MARIONETAS, ENTIÉNDELO! Todo esto lo hago por mi pueblo y porque... mi puesto como rey también está en riesgo y quiero hacer lo mejor para poder tomar el trono y ayudar a mi gente a salir de ese oscurantismo. Pero... tienes que creernos.

El rey se movió por el recinto negando varias veces, incrédulo de lo que escuchaba decir al gigante azulado. Tenía que recavar toda la información posible, debía hacerlo y estaba contrarreloj. A lo lejos todavía pudo escuchar el júbilo del pueblo que salía del escondite, comprendió que pronto solo habría silencio, la victoria no parecía ser suficiente si ahora la hambruna llegaba a ellos.

Vanir estaba fuera indagando las acciones en las fronteras junto con Heimdall y Vanaheim estaría también muy ocupado con sus propios protocolos de seguridad como para que volviese a enviar víveres.

-¿Deseas derrocar a tu padre?

-Si.- Aseguró sin pensarlo mucho.

La voz gutural del rubio salió casi como un gruñido y una advertencia en sus ojos se podía leer.

-Si la información que dices es cierta, lograremos acabar con el legado injusto de Laufey, pero debes darme algo a cambio.

-Pleitesía y el eterno favor de mi nación en cuanto está quede restaurada en sus cimientos.

-Dar eso sin saber el rumbo de esta guerra no tiene sentido, eso lo veremos. 

Thor pensó un poco más.

-Dices que tu hermano, es muy poderoso, ¿no es así? Deberá demostrarlo.

El jötun se miró extrañado. 

-Debe quitar todo ese maldito hielo de mis tierras, solo así Liv podrá hacer que renazca la vegetación.

La cabeza calva negó rotundamente.

-El hielo terrible del cofre de los antiguos inviernos es una reliquia del mismo cosmos, no será fácil.

El rubio subió una ceja inquiriendo. Aren replanteó sus palabras.

-Pero sé que él podrá encontrar una solución.- Aseguró.

No hubo más relevancia en sus siguientes palabras, se llegó al acuerdo de que Loki tenía ese día para recuperarse de sus heridas y después idear un plan para ayudar a la retoma de alimentos que fueron perdidos en el ataque. 

Aren fue llevado lejos y puesto en una celda pero con un poco más de 'lujos' podía tener una cama y un espacio de aseo. Se discutió mucho su vigilancia y se decidió que serían los mismos guardias que estaban a cargo del hermano mayor.

Mientras tanto...

-Fandral... tengo que pedirte un favor como amigo, y una orden como rey.- Habló cuando estuvo a solas con el espadachín.

Ahora se miraba en el reflejo de la ventana, de vuelta en su cuarto, retomando aquellas palabras. El sol nacía como una flor después de la tormenta. Hoy debían encontrar una solución y tenía que hacerlo sin volver a la cama. El sueño no prometía ser bueno, así que tan pronto como se separó, comenzó con su rápido aseo y se vistió. Pronto tomó camino hacía las celdas, debían estar cubiertos todos los protocolos de seguridad.

Bajó las escaleras. En su camino por los largos pasillos pudo ver el rostro de algunos que se encontraban ahí, se veían cansados, algunos incluso pálidos.

Muy cierto es que los asgardianos no son como los demás, pero el adjetivo dios no es sinónimo de inmortal, por lo que mucho sufrían las consecuencias de la historia que se les venía repitiendo desde hace meses. Thor pudo ver en sus ojos, el sufrimiento, algunos habían perdido familiares y personas amadas en el primer ataque. El primer ataque directo en años.

Malditos jötnar, los tenían atrapados condenados a morir en la soledad de sus fronteras. Apretó los puños, no lo permitiría.

Llegó hasta donde la luz de las antorchas no llegaban, con un poco de esfuerzo estuvo frente a una angosta puerta vigilada por un guardia desde adentro.

-Majestad.- Dijo con voz lúgubre y le abrió la puerta con un rechinido ahogado. A paso seguro se adentró a las mazmorras más escondidas, en algún pasado se usaban para contener a los peores malechores que mal habían hecho, ahora estaba vacío pero... solo una de estas celdas estaba ocupada.

Con dos antorchas a su lado lo llamó:

-Fandral.

El rubio se giró, sus claro ojos azules brillaron como diamantes, eran mucho más claros a los del rey y eso siempre le prodigó de un encanto, facilidad de palabra e hinchado ego.

-Mi rey.- Hizo una señal de respeto.

-¿Está todo listo?

-Si, ahora mismo están terminando de acomodarle las tobilleras.

Era un artilugio que Thor no creyó volver a ver en uso. Se trataban de fuertes pedazos de metal que abrazando el tobillo impedían la huida de su capturado, ¿cómo? muy fácil, si se le ocurría correr, simplemente tenían que presionar un manuscrito sagrado y las tobilleras estallarían. 

No tendría posibilidad de huir. Aunque Thor estaba escéptico de las herramientas, era mejor cubrir cualquier posible huida del hombre.

Por el rabillo del ojo vio una de las gruesas cortinas moverse, alguien estaba detrás de ellas donde se encontraba además la celda completa. Miró con el ceño fruncido, era él seguramente, escondiéndose como una rata de alcantarilla.

-Vamos, pues.- Ordenó, Fandral volvió a hacer una reverencia y Thor se apresuró a salir. No deseaba estar en la misma habitación que él.

Su corazón casi destruía la armadura, lo que había estado evocando en sueños no le dejaba tranquilo y no era momento si quiera de verlo de cerca, quería repelerlo a toda costa.

-Adelante.- Ordenó Fandral una vez que Thor se alejó y se acercó al escondite del azulado hombre.

-Vamos pitufo tímido.- Le dijo en broma, Loki murmuró alguna obsenidad que Fandral no se molestó en recriminar.

-Te gustará estar bajo mi guardia.- Respondió de manera sarcástica. En silencio, salieron captor y capturado.

-Más vale que funcione, sino, no estaré muy complacido de agarrar tu cabeza cuando ésta ruede.- Molestó Fandral con sus comentarios.

Cubierto con una capucha de pies a cabeza salieron por los túneles donde el pueblo se había escondido el día de ayer, ahora estaban desiertos.

-Debemos llegar primero.- Agregó el rubio.

Sin tener un interlocutor que le contestase, comenzó a seguirlo agobiando.

-El día de ayer no parabas de hablar, ¿qué pasa contigo hoy?

Los ojos de rubí le miraron por una milésima de segundo y volvieron al suelo.

-Vamos, hacerte el misterioso no funcionará conmigo... corazón.- Esta última palabra la hizo como un ronroneo que desconcertó al jötun. Mientras se internaban en la frontera del bosque, el rubio recordó como había acabado en aquella situación.

-¿Quieres que yo lo vigile? - Decía Fandral con un desconcierto visible en su rostro. No obtuvo respuesta inmediata.

-Debo decir, que me siento ligeramente halagado pero aún así, no sé si debas quitarle un ojo de encima a ese fenómeno.

-¿No crees poder con la tarea? - Preguntó de tajo. Fandral negó.

-Tu sabes que no es eso, pero...

Le tomó del hombro con aprecio.

-Pero te conozco, ¿por qué deseas que alguien mas se ocupe?

Fue entonces que pudo ver en la comisura de los labios del rey una pizca de confusión, sin embargo apartó la mirada.

-No puedo, Fandral. Simplemente no puedo ni siquiera verlo... Yo... 

Negó con la cabeza para intentar apartar los recuerdos que venían.

-Casi ligo mi vida a él. No puedo tenerlo cerca.

Dándole la espalda, sintió el toque amistoso del rubio.

-Te entiendo, corazón de pollo. Yo me encargo, aunque admito que me sorprende, creí que Volstagg estaría mejor preparado.

-Necesito a alguien de corazón frío como tu.

-Ouch... ¿gracias? - Respondió el espadachín.

-Si me hizo algo a mí, significa que fui vulnerable. De todos los que conozco, no sé de otro más que sea tan desalmado para rechazar la más pura confesión de amor.

Fandral sonrió.

-Estas diciendo, que ¿me escogiste por ser el que tiene corazón de condominio? Oye, tal vez sea partidario del pluriamor, pero también tengo mi corazoncito.

-Si, y lo tienes repartido en todas las féminas del país. 

Asintió admitiendo las palabras del rey con descaro.

-Buen punto.- Respondió.

-No debes dejar que te hechice ¿de acuerdo? - Dijo Thor. En eso Fandral pasó su rostro a uno serio, miró a su rey con un dejo de sorpresa. El regente no comprendía el mensaje en sus ojos.

-¿Qué?

-¿De verdad crees que usó magia negra en ti?

Thor no respondió. Fandral estaba de acuerdo con que era mejor quedarse callado. Sonrió sin dejar de ser cortés y se retiró con la certera idea de que a su rey le gustaba autoengañarse.

Continuaron su trayecto hacía el punto indicado en el mapa, Loki no debía ser visto por nadie y permanecer escondido de la vista de todos. La ropa que le cubría apenas dejaba a la vista algunos mechones negros. Fandral giró su brazo rápidamente para sostener al prisionero que casi se estrellaba en el suelo. El jötun no dijo nada, solo recompuso su postura.

-¿Qué pasa contigo? ¿todavía tienes secuelas del ataque de las aves?- Se acercó intentando buscar la mirada del joven, no parecía haber fingido el trastabillar de sus pies. Notó que escabullía su mirada, Loki retomó el camino.

El rubio dejó que se alejara un par de pasos más, con sumo disimulo y cuidado Loki se apoyaba en los árboles a su alrededor y sus pies aunque seguros, no se separaban demasiado del suelo.

-¿Los de tu clan te hicieron eso?

No hubo respuesta.

-Mira, no es que me interese, es tu problema ¿sabes? pero mi trabajo es tenerte con los ojos puestos en tu culo todo el día y la noche, así que por lo menos debiste decirme que--

-No le digas a nadie.- Dijo cortante. 

El espadachín no insistió.

-Como quieras pitufino necio, solo no causes problemas.- Se colocó de nuevo delante de él.

-Vamos, sígueme.- Ordenó y así lo hizo el joven de largos cabellos negros.

Del otro lado Thor, ayudaba a los cargamentos que llegaban de la zona segura de Asgard. Sobre sus hombros llevaba el peso de decenas de herramientas de campo. Canastos y demás filosas herramientas para el recoger de los alimentos.  

¿Será suficiente? Contempló las curvas hojas listas para ser tomadas por los ases. Pronto se encontró con uno de sus guerreros, Sif le saludó:

-Están llegando con lo necesario, mi rey.- Aunque su voz sonaba con energía, había un dejo de decepción. ¿Y si fallaba? Eran sus primeras órdenes como rey, su padre había caído en el sueño profundo antes de poder darle una buena asesoría sobre cómo reinar. 

Recordar eso, le entristecía y lo molestaba. Si tan solo sus padres hubieran creído en él, hubiera dejado de sentir ese pesar en esos momentos, en los momentos en los que debía probar su verdadero valor como rey. La oscuridad de su corazón, seguía latente, hiriéndolo y no dejándolo solo. 

-Todo estará bien.- Susurró Sif alejándose de los protocolos de comportamiento.

Thor le miró con una sonrisa.

-Ellos confían en ti, aunque sus ánimos hayan decaído, toma de base la confianza que tienen en ti, es la única manera en la que podrás hace lo correcto. ¿No me crees?

Thor se cruzó de brazos.

-Solo míralos.

Mientras tanto, en las grandes explanadas de las gélidas tierras infértiles de Asgard se congregaban más y más ases, muchos con el rostro cansado y demacrado, aún así, llegaban con canastos, con carretillas, con más herramientas de campo.

-Ellos llegan con todo lo necesario, porque sin saber el plan, ellos están seguros de que se irán con las manos llenas de comida... Eso es fe. Cree en ellos tanto como debes creer en ti, Thor.

Sonrió ampliamente. Sif le golpeó el brazo pero en vez de un común saludo, el rey la tomó entre sus brazos.

-Gracias.- Le susurró. Aunque Sif sabía que era sinceramente amistoso su gesto, también comprendía que se debía a la ansiedad que el regente guardaba. 

-Mi señor.- Un guardia habló. Thor le miró.

-Ya está posicionado el esplendoroso, glorioso y fabuloso Fandral en su sitio.- Habló con su fuerza que le proveía su imagen pero sus palabras eran demasiado extrañas.

Sif trató de ocultar por todos los medios su inminente carcajada.

-Te pidió que dijeras eso, ¿no es así? - dijo Thor hastiado.

-Si mi señor.- Respondió con el mismo tono de respuesta militar.

-Gracias.- Agradeció el mensaje y el soldado se retiró.

-Voy a matarlo.- Añadió cuando se hubo ido. Sif se adelantó.

-¡Liv! - Llamó a la joven que bajaba con la mano de apoyo de Syn. La mujer de largos cabellos negros la acompañó hasta que el rey estuvo frente a ella.

-¿Cómo te sientes?

Sonrió con falsedad.

-Estoy bien.- Respondió. Thor no era tonto, pero también sabía que era inútil insistir. 

-De acuerdo, Fandral ya está en su sitio.

-Tomaré mi sitio.- Se apresuró Liv y escoltada por Syn fueron ambas al punto medio del lugar. Los ases permanecieron sobre los puntos estratégicos. En grupos de veinte, esperaron a que un milagro ocurriese, que de manera sorprendente ese terrible hielo y los abrigos que llevaban sobre si mismos fuesen solo temporales, que pronto volverían a ver llover el verde en la gran explanada.

-Es hora.- Fandral se acercó al joven.

Las cadenas resonaron, justo en medio de la gran sala del rey, Volstagg junto a otros tres más, mantenían las espadas y las flechas tensadas hacía el cuello del gigante.

Aren sabía las condiciones del trato que había aceptado con Thor, pero no significa que ahora tuviese su confianza. Dependía de Loki saber conseguir un poco más de tiempo y poder salvar a Jötunheim de una tiranía y a todo el cosmos de la locura de su padre. Siguió sometido, ante los filos de las armas sobre su cuello. Rogó al cielo y a la nordas porque el plan que su hermano había trazado funcionase.

Las runas seguían sumándose alrededor del joven jötun, desde el alto de un risco, miraba el panorama helado.

-En el cielo, elevo tu maldición... 

Sus runas escritas en verde titilaban, Fandral miró extrañado mientras mantenía su espada lista por si se quería pasar de listo. En una posición recta, poco a poco Loki alzó los brazos y las venas de éstos se marcaron debido al gran esfuerzo. Rechinó los dientes, los cuernos en su frente crecieron de tamaño y comenzaron a brillar.

En el campo, Liv sostuvo su respiración controlada y saliendo de sus labios, el néctar de la vida se desprendía como una gota luminosa.

-Que nazca de tus cenizas todo aquello que nos mantiene vivos.

Levantando sus brazos, los asgardianos casi gritaron de la emoción cuando la nieve se alzó por encima de sus cabezas, los trozos de hielo macizo subieron como si de plumas se tratasen y se perdieron por encima de las nubes. El plan parecía funcionar, pero debían apresurarse, el poder de Liv recorrió a una velocidad impresionante el campo extenso y como una pintura se revistieron los campos de verde y los árboles de frutos.

Sin poderlo creer, pero seguros de los que hacían los ases se adelantaron y tomaron los regalos que pronto crecieron, distribuidos en grupos tomaron frutos y cuanta semilla brotó de la milagrosa situación.

Sif sonrió al igual que todos, contagiada por la emoción. Las canastas pronto se llenaron, las carretillas encontraron su rumbo de retorno al palacio y de regreso. Mientras ayudaba, buscó con la mirada a Thor, pero éste ya no estaba.

-¿A dónde se fue? - Girando la cabeza a todos lados. 

El martillo giraba nervioso en su mano. 

-Se supone que lo tendrías vigilado.

-Relájate, lleva así bastante, no creo que siquiera 'esté aquí', ¿me entiendes?- Respondió Fandral quien permanecía sentado con la espada apoyada en una roca cercana. Parecía despreocupado. 

-¿Hablas de un trance?.- Se acercó a la estatua que seguía con los brazos extendidos hacía arriba, la mirada clavada en el claro y con los ojos rojos brillando como carbón vivo. No se movía ni un ápice incluso no podía saber si aún seguía respirando. En verdad estaba sumido en una inacción tal que ni sus ojos parpadeaban ni su pecho subía y bajaba. Fue entonces arrebatado de la situación, cuando sus ojos azules se posaron en el perfil del azulado, en cada parte de su faz.

¿Tenía algún defecto? No, seguía siendo él. En la silueta coloreada del cielo, pudo ver los mismos hoyuelos junto a los labios, los cuales seguían siendo proporcionalmente perfectos, incluso en la posición entreabierta podías ver la blancura de sus dientes.

Las cejas pobladas y bien definidas sobre sus relucientes  rubíes. La larga línea de su yugular corriendo por su cuello, trayendo la caliente sangre que el podía sentir casi palpable como un elixir embriagador.

Negó con la cabeza rápidamente y se alejó.

-Debo regresar.

Fandral le miró de reojo cuando se fue. Luego regresó la vista a su prisionero.

-Ojalá supieras lo que acabas de provocarle.- Rió por lo bajo y siguió sentado con la espada a un lado. 

Liv movía sus manos como si hiciera una cuna con sus brazos y continuaba con un arrullo muy bajo, procuraba que su conjuro fluyera como el mismo aire, mientras a su alrededor se aislaba de todo el barullo de gente irradiando felicidad y del sonar de sus herramientas. Sintió un escalofrío, parecía volver a tener frío, abrió los ojos y miró al cielo. El hielo venía descendiendo en forma de copos de nieve... Claro, el hechizo era temporal.

Dentro del palacio con la hoja de un sable bajo su mentón, Aren rezaba porque ella se encontrase bien, que pudiesen hacer lo posible para salvar a los ases, que Loki en verdad hubiese encontrado una pista.

-Lamento no poder estar ahí contigo, sé que será difícil para ti fingir que estás bien.

-No me trates como un juguete roto.

-No lo hago, por favor no te molestes conmigo.- Rogó el menor al ver a su hermano sentarse en la cama, apoyarse en una rodilla y ver el resto de la ahora nueva 'celda'.

-¿Podrás en verdad? Jamás he sabido de alguien tan poderoso como tu, pero levantar la voluntad de una reliquia del cosmos es otro nivel.- Agregó Aren.

-Me las arreglaré. Tal vez no pueda levantar la maldición pero si puedo levantar un poco de su poder momentáneamente.

Recordar la charla en la celda, a su hermano con un brazo curado pero con probabilidades de seguirse haciendo daño. ¿Había sido correcto regresar? Se preguntó el futuro rey de Jötunheim.

Sintió la mano de su hermano en la cabeza.

-Estaré bien, deja esa expresión.- Le pidió como queja. No soportaba la lástima que brotaba de su hermano menor. Se volvió a recostar esta vez dándole la espalda.

Regresando a su posición endeble, rogó porque el barullo afuera fuese de victoria y no de frustración.

-¡LO LOGRAMOS!- Gritó Sif con Hogun a su lado. Volstagg por un momento levantó la hoja.

-¿EN VERDAD? ¡¿HAY COMIDA!?

Los guerreros asintieron. Aren sintió como el peso se liberaba con una gran suspiro. Dejó caer la cabeza mientras escuchaba los cascos de los guardias golpeándose unos a otros como gesto de amistad. 

-Bien hecho.- Escuchó. 

Volstagg le hizo ponerse de pie.

-Vamos.- Con un gesto de cabeza encomendó a los guardias y escoltó al gigante de nuevo a su celda. Como un cuento de princesas, estaría recluido en la torre más alta.

Se sintió más relajado.

-Tuvieron suerte, será mejor que continúen así las cosas.- Añadió el gran guerrero pelirrojo cuando lo dejaron en su sitio.

-Volstagg... ¿Puedo ver a mi hermano?

El hombre miró por el rabillo del ojo hacía afuera.

-Eso será solo si el rey lo ordena.- Y cerró la puerta tras de si. Aunque no era el comentario más alentador, sonrió al escuchar los gritos tras las puertas.

-¡VAMOS A COMER! - Gritaba Volstagg.

Sonrió por lo bajo. Pronto su mente se disipó e intentó buscar un descanso, aunque renuente no llegaría.

Las palanganas, carretillas y todo ropaje con capacidad de albergar algún fruto fue llenado hasta el tope. Irradiando belleza, los estómagos de los ases se llenarían como debía ser.

-Es posible que necesitemos hacer esto una vez por semana, solo así podremos sobrevivir.- Comentó Syn a Liv quien venía con el rostro pálido sobre el palanquín que era tirado por dos corceles. 

En cuanto pudieron poner pie sobre tierra fue recibida por Thor además. Hizo una reverencia y Thor le miró con reproche aunque ella pronto repuso con una mirada juguetona. 

-¿Cómo te sientes?

-Bien, estoy embarazada, no enferma.- Aseguraba sobando su vientre con ternura.

-La escoltaré a sus aposentos.- Agregó Syn. Thor asintió, se retiraron. Antes de terminar de girarse ya tenía encima los gritos profundos y los brazos inmensos de Volstagg.

-¡ESE ES EL MEJOR REY!- Gritaba con júbilo. El rey avergonzado pero evidentemente satisfecho de todo le hizo un gesto donde chocaron sus cabezas como dos animales salvajes.

-Ya sabía que no te mantendrías feliz sino regresaba con tu cena, cariño.- Le dijo con burla.

Rieron.

-¿Cómo resultó todo lo que te pedí?- Preguntó bajando la voz, intentando mantener el secretismo pero Volstagg no pudo debido a la felicidad y casi gritó:

-¡Ah, ese maldito de Aren! Si, ahora mismo está en su celda.

A lo lejos Liv que casi se había alejado por completo giró con brusquedad.

-¿Celda?

Syn la tomó de los hombros.

-Yo iré a ver.-Aseguró y se acercó casi corriendo a los guerreros, Thor fulminaba con la mirada molesta. Con una reverencia Syn habló:

-Rey, solicito su permiso para solicitar unas palabras con el sujeto en encarcelamiento.

La propuesta desconcertó al rey.

-¿Qué tendrías que hablar con ese monstruo?

Syn le miró y después giró con discreción su cabeza hacía donde Liv se encontraba, la joven todavía esperaba al inicio de las escaleras. Su primo, que aún detestaba la idea de que los dos ¿enamorados? se viesen. Pero comprendía la ansiedad de su adorada otro mitad.

-Está bien. Volstagg, lleva a Liv a sus aposentos.

Ambos hicieron una reverencia.

-Como ordene.- Aún no parecía sentirse del todo cómodo con las etiquetas pero trató de ignorarlas por el momento, ahora mismo debía enviar unas cuantas cartas que Hugin y Munin debía entregar con premura.

El rey Vanir y Heimdall habían salido de viaje para investigar si la ruta escogida por los hijos de Muspelheim no estaba en mal estado, debido a que parecían estar demorando demasiado para llegar a Asgard y era necesaria su ayuda. Aunque Liv y el otro hicieron una proeza, él sabía que el elixir creado por ella se tenía que hacer con algunas específicas instrucciones y tomaba mucho tiempo, debían encontrar una solución y aliados para poder enfrentar a los salvajes de Jötunheim.

Se fue directo donde podría encontrar papel y tinta.

En la gran torre, Aren se sobresaltó cuando la puerta se abrió, todo el recinto, tan inmenso como él se llenó del eco de las cadenas cuando se sacudió. Syn lo miró con calma, no había en sus ojos reproche ni intento de humillación. 

-Llámenos si sucede algo.- Aclaró el guardia por fuera.

-No será necesario.- Respondió y prosiguió con elegantes pasos mientras su vestido pristísimo se movía con suavidad. Aren no sabía como actuar.

La mujer que se acercaba con la tranquilidad en su rostro, como si de un ángel se tratara, pero... Aren sabía que no podía ser cierta esa faceta, tenía que ser una mentira, una máscara. Resulta que si ellos estaban montando una obra de teatro, ella se llevaba la medalla ganadora por ser la mejor mentirosa.

La mejor mentirosa.

El futuro rey de Jötunheim recordó ver los cuerpos inconscientes de las enfermeras que curaban a su hermano, la noche en la que fuero y que fueron puestas en ese estado mientras en la oscuridad brillaban un par de ojos verdes. Aren no se suponía que debía estar ahí, pero lo vio todo. Como una serpiente ella extendió sus labios en una tétrica sonrisa mientras su mano se posaba en el pecho desnudo de Loki.

-Oh mi cielo... no se suponía que vieras eso.

Aren tragó saliva cuando esa misma mueca estaba nuevamente delante de él.


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