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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Petrificado se quedó en el umbral. Los últimos cabellos de la joven se regaron por el suelo, sus ojos abiertos pero con un brillo que destilaba la magia utilizada. Brillantes, de color verde, los jades de la serpiente se entornaron en cuanto se toparon con el invitado no deseado.

-Oh mi cielo... no se supone que estés aquí.- Su voz, felina y provocativa solo ponía de punta los vellos de su nuca. Aren quiso parpadear para saber si no era acaso un sueño indeseado, algo que le apuntase a que no era la realidad. Que delante de él no veía desperdigados los cuerpos de cuatro ases que no parecían haber perdido la vida, pero seguramente tendrían un dolor de cabeza cuando despertasen.

-¿Las has asesinado?

Los cabellos negros de Syn se movieron como una cascada cuando rió por lo bajo.

-No, solo las he dejado sin conocimiento, será mejor así.

De pronto se apartó y dejó a la vista al joven de la tez clara que con una mueca algo más relajada que la de antes, reposaba en calma.

-Loki.- Intentó acercarse pero Syn le cerró el paso. Como cuchillas sus ojos se clavaron, como dientes de reptil se clavaron en su faz. Aren comprendió que estaba viendo no una mentira, sino una verdadera identidad.

-No han sido los únicos que ocultan grandes secretos... jötuns.

Intentó calmar sus gestos pero Aren pareció delatarse en cuanto escuchó las palabras. Las perlas de su boca titilaron.

-Será mejor que te mantengas a la raya, si quieres salir de esta, Aren.- Le amenazó sin dejar esa sonrisa y confianza en su voz. Oh Loki, ¿por ello te sentiste atraído por ella la primera vez? ¿pudiste oler la farsa que se tenía montada? ¿es algo entre hechiceros? Seguramente ella también poseía un impresionante poder. 

Tragó saliva.

-¿Piensas lastimarlo? Tendrás que pasar sobre mi cadáver.

-No sería difícil...

En su fuero interno, sabía que efectivamente, difícil no sería.

-Pero no es mi intención.

Le abrió el camino.

-Llévatelo, ya está sano, yo me ocuparé de ellos.- Refiriéndose a los que seguían en el suelo.

-¿Lo saben? ¿Saben qué somos?

-¡Por supuesto que lo saben!... pero ese será mi problema, ahora vete.

-Parecen ajustadas tus cadenas.- Habló con ese mismo tono.

Aren tragó saliva nuevamente asustado y se sentó en el suelo para poder estar a una altura más apropiada para hablar. Permaneció en silencio, cuando ella estuvo delante de él perduró un poco más el mutismo de ambos.

-Sigues con esa expresión en tu rostro.- Habló ella primero.

-No se puede poner otra cara a la incertidumbre... ¿a qué has venido?- Ir al grano le haría de una vez por todas enfrentar el temor a lo desconocido.

Syn se sentó sobre sus blancas vestiduras.

-Vengo hablar contigo.

-¿Sobre lo que ocurrió esa noc--...?

-No sé de que estés hablando.- Le cortó con una mirada fugaz. Aren cayó en cuenta, al parecer los acontecimientos durante aquella noche no habían llegado a los oídos de los regentes. Prefirió no continuar intentando entablar diálogo.

-¿Llegaste a pensar en todo lo que iba a suceder una vez que se viesen descubiertos?

Pensó su respuesta.

-Por supuesto que no, sabía que no sería fácil, pero si necesario. No podía huir de mis acciones.

Syn rodó los ojos.

-No sirven esos discursos sosos. 

Se sintió ofendido por la ligereza de esas palabras. Poniéndose de pie, comenzó a recorrer con lentitud el espacio alrededor del jötun que no la buscaba con la mirada. El roce de sus pies sobre la piedra le carcomía los nervios, no parecía ser del todo miedo, pero... ¿quién era ella? ¿había hecho bien en no contarle a Loki?

-Seré más específica... ¿qué esperabas que Liv te dijera?

Casi se desnuca cuando giró bruscamente. No dijo nada.

-La embarazaste y huiste, ¿qué querías que ella hiciera? ¿pensaste siquiera en eso?

La gran herida en su pecho que se había mantenido al margen se abrió con un desgarre que le hizo perder el aliento, escalofríos le recorrían la piel. Tenía una acusadora cruzando su espacio personal y su mente con peligrosas preguntas.

-No pensé que fuese posible. Es decir... soy... otra cosa.

-Entonces... ¿solo fuiste idiota? ¿creíste que solo por ser de otra raza no iba a ser posible? - Lo dejó callado, alzó la voz con sus preguntas que retumbaron casi como taladros en su consciencia. En eso, cambió el tono de su voz y con un semblante realmente afectado le preguntó:

-¿Es por ello que te acercaste a ella? ¿para divertirte creyendo que nada pasaría?

La voz de Aren fue ahora la que la sorprendió.

-¡NO, POR SUPUESTO QUE NO! LIV ES...

Se rascó la calva, las cadenas de sus muñecas resonaron.

-Lo único bueno que he hecho desde que nací, fue aprender a amarla. 

Sus ojos parecían ponerse vidriosos pero desvió la vista.

-Por supuesto que pequé de ingenuo al creer que nada pasaría más allá, yo sabía que mi vida tenía un final trágico, que estaba destinado al Hel.

Bajó el tono de su voz aún más.

-Pero creí que si podía llevarme el recuerdo de lo vivido, por lo menos estando en el Hel podría haber dicho que estuve en el Valhalla sin haberlo estado realmente.

Guardaron silencio, solo podías escuchar las cadenas resonando, Aren se había puesto a jugar con ellas con una intención de desviar la ansiedad que sentía.

-Vaya que te pareces a tu hermano.- Declaró ella.

-¿Cómo dices?

-¿Eres hijo de Laufey, no es así? 

Asintió.

-Es cierto que ustedes tienen ambos sexos en su interior aunque por el exterior todos tengan apariencia masculina.

Aren se sintió contrariado por las repentinas clases de educación sexual.

-¿A qué viene eso?

Syn se acercó:

-El hijo que crece en el vientre de Liv, ¿pone en riesgo su vida? Después de todo, ustedes son de tamaños colosales.

Meditó su respuesta.

-Es posible que no, después de todo, mi hermano es...

Cerró la boca de golpe. Syn sonrió por lo bajo, no era de extrañarse que Aren hablase con naturalidad sobre el asunto, no se había dicho a los cuatro vientos pero era fácilmente detectable.

-Loki no es un jötun de sangre pura, ¿cierto?

Tardó unos segundos pero después Aren negó con la cabeza.

-A diferencia de mi, el nació siendo 100% hombre, no tiene manera alguna de concebir. 

Syn, quien se había dado vuelta sonrió por lo bajo.

-Entiendo. Bien... entonces todo está listo.

El cambió de tono de voz lo desconcertó.

-¿Listo?

La sonrisa del inicio se hizo presente al mismo tiempo que un brillo de color verde que reptó por los dedos de la mujer. Los escalofríos llegaron al cuerpo del jötun cuando vio como la magia convocada se abalanzaba sobre él, ni tiempo le dio de gritar.

Escuchó el aleteó lejano de los cuervos que se alejaron pronto, las cartas en sus delgadas patas eran el grito de júbilo del pueblo y el deseo del pronto regreso del rey Vanir y de Heimdall.

El deseo de rey, que encontrasen la razón de la tardanza de los de Muspelheim y si algo había sucedido... informarlo inmediatamente. Por ahora, estando en el palacio debía primeramente poner orden a la entrega de los víveres.

Antes de que pudiera sentarse, se asomó por la puerta la rubia cabellera de Fandral.

-¿El rey estará disponible en estos momentos? - Decía con un tono tontarrón. Thor bufó un momento de risa e hizo una seña para que entrara.

-¿Qué tal todo? ¿podremos comer lo suficiente?

-Al menos por ahora, sí, es lo prioritario que cada asgardiano tenga algo que llevarse a la boca.- Tomó la tinta de un pequeño frasco y se dispuso a escribir sobre un largo pergamino con detalles en dorado. Garabateó algunas cosas, unas sin sentido, sabía a qué había venido su compañero y amigo, pero de alguna manera parecía querer evitar la incógnita.

-Supuse que querrías que te informara de... él, el sujeto de prueba, vaya estuche de monerías que es.- Decía con gracia, todavía con la imagen fresca de verlo en acción. Thor no parecía muy cómodo, dejó la pluma con la que escribía y le miró, Fandral miraba algún punto en el espacio, recordando...

Una vez que el hielo descendió de nuevo sobre la explanada donde había vuelto a haber vida, sus brazos también lo hicieron, permaneció quieto por unos momentos.

-¿Estas bien? - Preguntó Fandral desde lejos.

-Si, solo estoy recobrando el aliento.- Susurró en respuesta. Se dio media vuelta y caminó con lentitud hasta quedar lejos del acantilado donde estaba momentos atrás.

-He terminado.- Declaró y con la capucha que cubría su cuerpo y rostro fue escoltado nuevamente ladera abajo.

Por delante Loki y de cerca el espadachín con su arma a la vista. Esta vez no lo presionó para que apurase su andar, sin embargo pronto sintió la impaciencia de saber si abajo habían conseguido un resultado óptimo para la nación.

Bufó cansado pero tuvo que despabilar cuando nuevamente por su estado Loki tropezó y antes de poder estampar su rostro en el suelo, fue detenido tiempo.

-De verdad que eres un dolor en el trasero.

-Que extraño, no hemos tenido esa clase de contacto, ¿o sí? - bromeó el jötun con el particular tono sarcástico que usaba cuando se molestaba.

Fandral se sintió ofendido y bufó por lo bajo.

-Ya basta, pitufo inválido, al parecer estas muy dispuesto para las bromas pero no es mi caso.

-¡¿Pero que...?!

Antes de poder decir algo, el brazo por donde lo tenía sujeto lo pasó por encima de su cabeza y el cuerpo del jötun que era muy liviano se colocó en la espalda del rubio.

-Iremos más rápido así. Tal vez tu ya estés acostumbrado al hambre, pero yo no.- Y con premura continuó el camino. Loki se estaba intentando deshacer del agarre.

-Escúchame, sucio asgardiano, bájame en este instante no soy un puto animal para que me eches a cuestas de esta manera.

-Ya cállate, más fácil sería dejarte aquí pero seguro que tu solito de matas tropezándote con la próxima hormiga que se cruce en tu camino.

-Eso lo veremos, podría matarte en esta posición.

-Hazlo, y veamos qué dirá Thor.

Calló por un momento.

-¿Le temes, pitufo inválido?

-Por supuesto que no, no me subestimes.

Fandral volvió a bufar con risas. 

-Vino a verte, ¿sabes?

De nuevo silencio, probablemente el jötun tendría una impresión de sorpresa en el rostro.

-Estuvo inspeccionándote durante el tiempo que estabas con el conjuro, supuse que no te habrías dado cuenta.

Sintió como los músculos se relajaban tras de sí, parecía calmarse y dejarse cargar.

-Es un gran alivio saber que no te vino a distraer, seguro que habrías dejado todo sin terminar por verle también.

-Te estás ganando una patada en el trasero, aún tengo libres mis piernas.- Regañó el joven quien batió las extremidades con rapidez. Sin embargo no lograba alcanzarlo. 

-Ya basta, es inútil paleta de hielo parlante. 

Los comentarios y críticas continuaron por todo el camino hasta que llegaron a las afueras del palacio, nadie debía verlo así que Fandral se dirigió con el hombre todavía a cuestas, pidió con una seña que se le abrieran los túneles e ingresó con la poca luz que las antorchas arrojaban.

-Supongo que ya estás acostumbrado a esto.- Decía el rubio viendo la celda al fondo. Con una habilidad incomparable sacó las llaves de su bota y abrió la reja que rechinó como los mil demonios.

-Muy bien Doctor Frío estamos llegando a sus aposentos.- Decía burlándose, dio un giro a su carga y justo cuando estaba por ponerlo en el sitio escuchó:

-¡Recuerdo haberte dicho que no usarás más motes conmigo! - La posición finalmente le ayudó y la pierna que salió disparada lista para golpearlo, Fandral apenas sintió el golpe en el estómago y abrazó contra si la pierna. Ambos perdieron el equilibrio.

-Que sugestivo y oportuno.- Habló Fandral después.

Loki quien había apretado los ojos esperando el golpe, no se encontró con el dolor en su cuerpo, sino con la suave superficie de la cama que ocupaba actualmente. Encima de él, emanando una respiración agitada, estaba el guardían. Con ambos brazos apoyados a los costados de su rostro, Fandral puro mirarle con el tronido de las antorchas.

Ahora entendía a qué se refería Thor con enviarlo a él, al corazón de hielo a cuidar del jötun. La capucha se había salido de si y lo dejó al descubierto.

La sola imagen le parecía inmaculada, los ojos rubí entornados, las facciones tan delicadas como marcadas y la cascada negra de sus cabellos regados por todo el lecho. Esta bien, tal vez el chico si poseía ese tipo de magia.

Siguió las líneas tan típicas en el cuerpo de un gigante de hielo, trazos místicos y que no hacían sino resaltar la belleza que su naturaleza. ¿Así eran todos? Hacía tanto tiempo que no veía uno, que no los recordaba tan hermosos.

Continuaron en el silencio y Fandral rompió la inmovilidad cuando posó su mano en la mejilla de él.

Loki respingó a los pocos segundos y se apartó. Quedaron los dos sentados en la superficie. El rubio rodó los ojos, mirando la espalda cubierta de los largos cabellos negros que llegaban hasta el suelo y el cuerpo que subía y bajaba a causa de la respiración agitada.

-Creo que ahora entiendo por qué eres tan agresivo. No sabes aceptar el cariño.-Susurró para sí.

-¿Qué dices?

-Que de seguro tienes hambre, iré a ver si pueden traerte algo.

Se puso de pie y se dirigió con su rey.

-Tierra a Fandral, ¿qué pasa contigo?

-¿Puedo solicitar que se le dé de comer? Si adelgaza un poco más, desaparecerá y lo necesitamos para que haga ese conjuro las veces necesarias.- Explicó.

Thor asintió comprensivamente.

-Está bien, algo que sea lo suficiente para... él.

Fandral notó de nuevo un leve desconcierto en la mirada del regente, quien retomó la pluma y continuó escribiendo.

-Gracias mi rey.- Hizo una reverencia y se alejó hasta finalmente salir de la sala donde se encontraban. 

Una vez fuera, Thor miró el camino por donde se había ido. Dejó de nuevo la pluma de lado y se cruzó de brazos, se dejó caer en el respaldo del asiento. Respiró hondamente, en su mente surgían ideas de una en una y todas ellas eran catastróficas para su estado mental, podía ver los cabellos negros moverse con el viento, la mandíbula definida cuando sonreía, sus ojos verdes torneados bajo la luz de la mañana. Y después, estaba la imagen de una piel azul, ojos color sangre y una sonrisa malévola.

Todavía en su interior, se debatía por entender... ¿quién era el verdadero? ¿se enamoró de la ilusión? ¿o del verdadero ser? cual fuera la respuesta no dejaba de molestarlo en gran medida, si había sido de la ilusión eso lo decepcionaba en gran manera, de ser así, sus padres tenían razón, no servía para intentar ser un regente digno pues no supo discernir la realidad de una vaga mentira.

Por otro lado... Si se había enamorado de la parte real, del despiadado que demostró ser en la frontera con Jötunheim, entonces, ¿qué clase de autorespeto tenía? Se sentía tan conflictuado.

Y aun así su interior se empeñaba en hacerlo sentir extasiado con los sueños que se manifestaban con deseos carnales tan vanales. Tuvo que apretar las manos para contener la emoción que ebulle en su vientre. Llegaba la sensación de las manos de él subiendo y bajando y cuando creía que iba a explotar aparecían sus ojos verdes y le decía:

-Te gusta cómo se siente, ¿no?        

-¿Es que acaso he vuelto a tener 100 años? ¿por qué me comporto como un maldito puberto?- Se restregó las manos en el rostro.

La carnal necesidad que presentaba no podía estar fomentada en sus sentimientos, rogaba porque fuera así, que su mismo desprecio lo ayudase a olvidarlo.

A olvidarlo... ¿pero cómo olvidarlo, si siempre que lo intenta es porque vuelve  a recordarlo?

Dejó sus manos en el rostro y deseó desaparecer. Lo que estaba haciendo podía esperar, ahora debía apaciguar lo que en su pecho palpitaba a gran velocidad.

La puerta apenas se escuchó abrir, su mano permaneció en el marco del portal. Las hojas de las flores más próximas se movieron con una fresca brisa. Se abrió un camino ante sus pies, por el cual todos los que la visitaban transitaban.

Con singulares movimientos Syn entró. Debía buscar a Liv lo más pronto posible, tenía que hablar con ella. Decirle la verdad.

Se adentró con pasos temerosos, miraba por encima de su cabeza las grandes ramas y gruesos troncos de los árboles que ahí dentro se desarrollaban. 

¿Cómo era posible? Estaban en la torre más alta. Como una princesa atrapada en un cuento de hadas, intentando liberarse de la pluma del autor despiadado. Este poder y manifestación únicamente podían venir de una deidad... De una Diosa.

La misma que vio ante sus ojos. Estaba recostada sobre un gran tronco que era mecido por dos gruesas lianas. Los cabellos ondulados y dorados caían en cascada, símbolo de que estaba tranquila, sus ojos cerrados y tarareaba una canción al mismo tiempo que acariciaba su vientre abultado. 

Una diosa de la fertilidad siempre era hermosa, siempre tan radiante y ahora que estaba en estado gestante no hacía sino enriquecer todo su ser. Lo sabía porque así era como la conoció, tan jovial y pura. Abrió la inmensidad de los mares en sus ojos y la miró y ensanchó una sonrisa.

-Syn, has vuelto. ¿Todo está bien?

Con un poco de trabajo se logró sentar sobre el tronco que dejó de mecerse en ese momento e intentó bajar, primero un pie desnudo y después el otro.

La hechicera extendió sus brazos para recibirla con precaución, Liv lo agradeció y una vez estuvo de pie la miró.

-¿Qué pasa? estás más callada que de costumbre.- De pronto acercó su mano a la mejilla de ella y se aproximó.

-Estas helada, debe ser por el descenso del hielo sobre las colinas.- Los ojos verdes de Syn se movieron con nerviosismo, no respondió, no podía en el estado en el que estaba.

-No sabes lo bien que me he sentido, aunque estoy un poco agotada por drenarme de energía no puedo creer todavía lo que logramos. Oh por las nordas, logramos ayudar al pueblo ¡y de qué manera! Seguramente mi tío Odín estaría sumamente contento.- Habló con la melodiosa voz que recordaba tiempo atrás.

-Debo admitir que he subestimado a ese joven. El tal Lygar, Lougar una cosa así.- Habló.

-Espero mi querido Thor se encuentre bien... Después de todo, muchas cosas han cambiado.-Esto último lo decía con un aire de tristeza.

-Me enteré de que Fandral ahora estaba con la obligación de vigilarlo 24/7.

Se acomodó el cabello y se acercó al pasto que crecía en el ojo de agua donde solía tomar el baño. De pronto su melena rubia se tornó blanca.

-Sé que lo que hicieron fue horrible, pero... no sé, a veces quisiera preguntarles su versión de los hechos, tal vez dimos demasiadas cosas por sentadas y no vimos con otros ojos.

Metió los dedos al agua, moviéndose con lentitud formó círculos donde pudo ver su reflejo resquebrajarse.

-Quería preguntarte... ¿lo viste?

La pregunta se quedó en el aire. Liv no le dio importancia al mutismo de la hechicera, se llevó de nuevo la mano en el vientre.

-Creo que desde que llegó al palacio, el pequeño también parece sentirlo, es extraño.

Las hojas de los árboles crujían y se mecían con primaveral fragancia.

-Me pregunto si estará bien. 

Recordó lo que aquella anoche aconteció. Los ojos de él posados en su figura y con casi lágrimas en los ojos la llamaba por su nombre.

-Me pregunto si esa reacción fue sincera, a veces sueño en que es así... Pero al despertar, continúo con esa incógnita y... -rió por lo bajo.- sé que dirás que soy una tonta pero, quisiera preguntárselo, saber de una vez por todas si todo fue verdad con tintes de mentira o una siniestra ilusión. 

Guardó silencio.

-Admito que me gusta pensar en que fue cierto lo que vivimos, me gustaría sostener la fe que creo aún tenerle.

Tras de ella escuchó cómo Syn se desplomaba en el suelo.

-¡Syn! ¿qué pasa?

Se sostenía sobre sus dos brazos y su cabellera cubría su rostro. De pronto entre el ajetreo, Liv pudo escuchar un quejido, después un susurro y finalmente pudo escuchar el llanto de la muchacha.

-¿Syn? - La llamó por su nombre e intentó buscar su rostro, pero la mujer le tomó la mano bruscamente en el aire. Fue entonces que los ojos verdes se clavaron en los azules.

-No lo merezco.- Dijo entrecortadamente por el llanto.

-¿Cómo dices? - Susurró.

-No lo soporto, por favor, basta.- Entre sorbos y quejidos decía y gordas lágrimas corrían por sus mejillas hinchadas.

-Syn no entiendo, ¿qué es lo que no mereces?

Continuó sosteniéndola de la mano pero desplazó su agarre a su rostro, Liv se acercó a ella y con maternales caricias cubrió el rostro de Syn.

-No merezco si quiera que preguntes por mí.- Murmuró.

Una aguja entró directo a su corazón... No respondió. 

-¿Qué?

-Lo que hice fue terrible y aún con mis pecados encima... Deseé verte. Pero... Verte hablar así de mí... No puedo.

Mecánicamente Liv reiteró el contacto con la piel de Syn... Estaba fría. 

Una piel fría... como la conoció, una piel que recordaba. 

Esta vez sus ojos comenzaron a derretirse en gotas saladas. Apartó el agarre de su rostro pero no se alejó.

-¿A-aren?

Y con solo pronunciar su nombre, el impostor soltó un grito ahogado, como un niño pequeño. Liv lo tomó de los brazos violentamente.

-Dime que eres tú. ¡Dímelo!

-¡Lo soy! ¡En verdad lo soy! 

Se quedaron a centímetros de rozarse las narices. Liv podía ver el disfraz, el que estaba frente a ella era la persona por la que sus sueños gritaban todas las noches. Fugazmente se enterró entre los brazos del gigante disfrazado, Aren se fue de espaldas y aún si poder reaccionar aprisionó de la misma manera a la joven que no escondía sus gemidos en el pecho de su amado.

Como niños abandonados a la interperie de la violenta noche, se abrazaron como no lo hacían y compartieron el dolor de una separación y un rencuentro que resultaba amargo y después de pasar ese momento, apenas el dulzor de la bienvenida en sus corazones nacía.

Las ramas y flores se desplazaron como arena del mar y las grandes hojas y gruesos troncos los cubrieron totalmente, la luz que entraba desapareció pero el calor de sus almas fue suficiente. Había néctar en el ambiente, flores que gritaban a los cuatro vientos el dulce ser de su existencia.

Como bruma marina, fueron engullidos.

-¿Estás bien?

-Ahora lo estoy.- Respondió él y llevo su nariz al hueco del cuello de Liv.

¿Sería una tonta? Literalmente se arrojó a los brazos de la mentira que ahora parecía perseguirla.

-¿Te irás de nuevo?

-Debo regresarle este cuerpo a esa mujer.

Soltó una risita que como coro de valkirias llegó a sus oídos.

-Creía que eras capaz de cambiar de forma.

-No, ese es mi hermano, a mi solo me disfrazó a su gusto.

-¿Él cómo está?

Aren no respondió. Liv saltó en duda.

-Estará bien, lo sé. Pero ahora, no me preguntes por nadie más, no soporto que hables de alguien más en estos momentos.

Aspiró el dulce aroma de la mujer.

-¿Siempre fuiste así de territorial?

-Lo soy desde que creí perderte para siempre. 

-Yo no fui la que huyó.

Claro estaba que en algún momento no todo iba a ser el reencuentro feliz, sabían que había muchas asperezas que limar.

-Me arrepiento por cada segundo que ha pasado.

Ella respingó cuando sintió en sus entrañas el movimiento constante de su bebé, de igual manera sintió el frío de la mano de Aren sobre su vientre.

-Dime que han estado bien.

Hablar en plural y con ese tono, tenía que ser cierto, tenía que creerle. Era él, estaba ahí de nuevo y proclamaba en sus actos y en sus palabras que la seguía amando como siempre fue.

-Ahora estamos bien.- Respondió ella y lo abrazó con fuerza.

Mientras tanto, en los oscuros interiores del palacio, un hombre dejaba un plato largo y rebosante de comida sobre la mesa.

-Aprovecha.- Dijo Fandral con una sonrisa.

El bao que desprendía tan deliciosa comida llegó hasta sus fosas nasales, no pudo contener la expresión de su rostro, se sentía morir de hambre.

Comió en silencio, ante la mirada atenta del espadachín que le miró con curiosidad, en verdad era todo un estuche de sorpresas, se preguntó, ¿cuántas más cosas esconderá ese jötun frívolo?

 


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