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Tu la guerra, yo la muerte. por MichaelJ2099

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Se sentía inquieto, no podía sino girar por la cama revolcándose entre las sábanas. Algo le mantenía preso, su sueño o tal vez una pesadilla. Pudo poner fin solamente gritando y se levantó casi vomitando del rápido movimiento. Tenía los cabellos casi unidos a su piel por el sudor, la salinidad en su boca, se había mordido un labio y había terminado haciéndolo sangrar. Su respiración agitada fue lo único que lo convencía de que finalmente había despertado. Tensó los brazos y sintió el rechinar de sus dientes. 

Todavía no acostumbrado a la oscuridad de la noche escuchó un par de golpes en su puerta.

-Mi señor ¿se encuentra usted bien?-Habló el siervo del otro lado, sonaba nervioso, tal vez lo había hecho despertar de improvisto.

Se limpió el sudor del rostro y finalmente suspiró agotado.

-Sí, estoy bien. Olvida lo que ha sucedido.-Le dijo y esto último se lo dijo tan bajo que más parecía que se lo había dicho a sí mismo. No reparó en la respuesta del otro lado mientras se ponía de pie y se cubría con una capa que ajustó en su cuello.

Abrió la cristalera puerta, el golpe del clima exterior le vino como gloria al cuerpo. Sintió que el alma le regresaba. El amplio balcón le recibió con una preciosa imagen de la luna sobre la ciudad de Asgard. Desde ahí, pudo contemplar la estrecha noche que aún era joven. 

-Tenía tanto tiempo sin revivir esas horribles pesadillas.- Se dijo una vez que llegó a la balaustrada orilla. Aún tuvo motivo para tallar sus ojos con el palmar de su mano. 

Las cascadas de recuerdos llegaban a él. Las imágenes de su pesadilla seguían ahí tan frescas y él tan poco dispuesto a soportarlas. Nadie más había podido adivinar los meollos existenciales que cubrían a Thor enseguida de ese sueño. Todavía hace más años se prometió no volver a hablar del sopor nocturno. Una extraña experiencia en tierras hostiles le hizo creer que era mejor no volver a entablar palabra sobre ese extraño comportamiento.

Sin embargo, el extraño sentimiento de adrenalina y furia le hacían a su vez mantenerlo con una pizca de vida. No era de extrañarse, muchas veces Thor llegó a la conclusión de que su llegada al mundo había sido en épocas de guerra entre los reinos. El ambiente le había bañado en virtud de siempre estar expectante de batallas. Se sentía como si fuese parte de ella y a su vez se repudiaba de sentirlo, era como si el mismo vaticinara que su futuro reinado solo se trataría de búsquedas de pleitos por cualquier rincón. 

No quería llegar así ante su padre. 

Negó con la cabeza finalmente colocando sus pensamientos en su debido lugar. Quiso apartarse, pero no podía entregarse de nuevo a los intentos de dormir con el miedo de volver a tener sueños desagradables. Pronto salió y vio a su paje salir de la habitación contigua.

-¿Necesita algo, mi señor?-Preguntó temeroso. ¿Es que siempre estaba en vigia? Ese muchacho iba a perder la cordura sino descansaba un poco. 

Thor negó y pasó a su lado. Notó algunas ojeras.

-Será mejor que vuelvas a dormir Haakon, soy un príncipe pero no significa que sea un pobre niño. Iré a dar un paseo, no importunes a nadie.-Dijo sereno y el chico enseguida le respondió con una reverencia de aceptación aunque algo ruborizado debido a que escuchar decir su nombre en los labios del monarca era poco común.

A paso ligero hondeó su capa un poco y desapareció por el pasillo. Conducido por la inestabilidad del insomnio caminó tanto por las caballerizas como por la gran explanada bañada en luna. Sus pensamientos iban y venían y sus pies parecían llevarlo sin rumbo. Al menos eso pensó hasta que llegó a una puerta inmensa. Recobrando un poco más el sentido, se dio cuenta de que había llegado al umbral de la biblioteca.

No era un sitio que frecuentara, realmente solo lo hizo cuando era niño. Aquellas aburridas lecciones de los textos anales, largas historias de la creación de Asgard y sus regentes. No era que no las hubiese aprendido, pero las clases que tuvo fueron un suplicio para un enérgico príncipe. Sin pensarlo demasiado decidió entrar. Escabulléndose por los pasillos topó hasta una gran mesa dispuesta de pilas de libros, probablemente en período de reubicacion. Tomó algunos entre sus manos, sin prestarles demasiada atención, solo quería mantenerse activo aunque fuesen esfuerzos insulsos. 

Escandalosamente, uno de ellos cayó de sus manos y aterrizó cerca de su pie. Maldijo por lo bajo, no deseaba advertir a nadie de su presencia. Así que lo tomó rápido pero las letras doradas escritas en su tapa le hicieron respingar un poco. Lo miró un poco más. No era un título relevante pero lo abrió. 

Hojeó un poco, solo se detenía en algunas imágenes, hechas a mano, relatando quien sabe cuantas hazañas de sus antepasados. De momento solo le atrajo una hoja completa que había sido escrita en letras doradas, casi pudo jurar que se trataba de oro líquido.

-Lengua feroe.-Se dijo cuando vio el idioma en el que estaba escrito. No todo era fuerza bruta en Thor, él mismo se consideraba un decente entendedor de otros idiomas además del asgardiano.  

-Pero hay muy poca luz.- Y en verdad lo que sea que estuviese escrito no alcanzaba a verse, por entre líneas Thor leyó.

-...tierras donde mana la leche y la miel, donde la fertilidad está en los ojos claros de sus vástagos, llevad... ¿qué carajos dice aquí? -Balbuceó.

-Traer la raíz del Yggdrasil, tomar y clavad sus ramas en mi pecho, mostradme lo que ha hecho brotar del pico del gran Gullinkambi, así sea, así es ya.

El entorno pronto se desdibujo y se deformó a tal punto que Thor se sintió caer. No pudo gritar, ni siquiera suspirar. Alzó las manos intentando sujetarse de algo cuando se vio engullido por una oscuridad que lo devoraba del suelo de donde antes era la biblioteca.

Trató de ver hacía donde caería pero no había más que una profunda oscuridad. Alzó su brazo esperando que la reliquia sagrada, Mjölnir llegará a él. Pero nunca ocurrió. 

Nunca supo cuanto tiempo estuvo cayendo, si fueron unos segundos, minutos o tal vez horas. Perdió la consciencia hasta que un brillo en medio de ese manto se abrió como la única salida. No era posible saber si estaba corriendo o volando. Inclinó su cuerpo tratando de llegar a esta. Cerró los ojos ante la imposibilidad de ver más que el cegador brillo y pronto sintió un agarre que le aprisionaba firmemente la muñeca.

Por fin sintió el suelo, chocó contra él de lleno, sin hacerse daño. Todavía no terminaba de reaccionar cuando se puso en pie buscando algún enemigo que fuese el causante de semejante desvarío (si es que podía llamarlo así).

En vez de eso, se topó con un hermoso panorama. El sol naciente y un mar de olas sonaras le hicieron permanecer quieto como una estatua.

-¿Dónde estoy?-Se preguntó y se vio encima de un gran acantilado. Se acercó lo más que pudo a la orilla y vislumbró un poco más el sitio. No parecía reconocerlo, tampoco parecía habitado. Solo el inmenso mar y colinas de verdes bosques que llegaban hasta perderse en una linea verdosa. 

Giró su cabeza buscando algo más, una señal, alguien, algo. Pero solo se vio rodeado de una naturaleza tan pacífica que le infligió temor. ¿Qué clase de hechizo era ese?

-Ningún hechizo.-Hablaron detrás de él. 

Se giró violentamente. Lo que tuvo ante él, no es posible describirlo en palabras.  Inmaculada en un manto que flotaba como si estuviese sumergido en agua. Cabello dorado ondeándose del mismo modo y unos ojos tan azules, que parecían realmente dos gotas de agua helada. ¿Alguna diosa? Thor no tenía habilidades psíquicas, aquello le pareció más que extraño.

Relajó la postura.

-¿Quién eres? ¿qué es este lugar?

La mujer no respondió enseguida, se acercó un poco más a él y tras una mirada penetrante, sonrió.

-Bienvenido a las antiguas aguas que regaron el árbol de la vida.-Dijo sonriente.

-Mi nombre es Eivor y soy una hamingja, un espíritu protector que provee de buena suerte y felicidad.-Se inclinó levemente, aunque Thor pensó que era mejor que él fuese el que se inclinase.

-¿Qué estoy haciendo en este sitio?-Preguntó de nuevo girándose un poco para no sentir más el pesado mirar de la fémina. Ella sin temor estuvo a centímetros de la orilla.

-Príncipe, ¿es que acaso no reconoces a tu propia tierra cuando la ves?

Y le hizo un ademán para que mirase con detenimiento. Los árboles, el inmenso mar y las grandes nubes que se menguaban a su alrededor. Todo ello tenía un aroma sin igual.

-Es Asgard.

Y ella asintió concediéndole la razón.

-Mucho tiempo antes de que fuese fundada.-Añadió ella. Thor la contempló analizando sus palabras.

-¿Por qué me muestras el pasado? - Antes de poder salir de ese extraño sueño, tenía que obtener respuestas. La mujer no respondió enseguida y borró la sonrisa de su rostro. Caminó unos pasos alejándose. Thor la siguió.

-Espera, ¿a dónde vas?

Pero antes de poder tocarla el mundo nuevamente se volcó sobre él y le llevó a otro sitio que tampoco reconocía. En el suelo aún, abrió los ojos esperando encontrarse con la extraña figura. Estaba esperándolo frente al caudal de un río.

Se acercó prudente, sin intentar mostrarse ofuscado por el ajetreado viaje. Ella le señaló el río que a lo lejos, cuesta abajo, era alimentado por una gigantesca cascada a la lejanía.

-Vanaheim.-Respondió Thor rápidamente, si contestándole podía salir de allí, lo haría. 

-Mucho antes de que su padre Odín llegase al mundo, los aesir y los vanir vivían en paz juntos. Al igual que los elfos de luz y los de la oscuridad, la raza de los aesir y los vanir tuvieron la misma cuna pero encontraron caminos distintos. Uno era la guerra y la unidad, el otro era la sabiduría y la riqueza. Ahora sus ríos convergen en paz.

Thor esperó que no volviese a suscitarse un nuevo viaje dimensional, pero por si acaso apretó los ojos y se inclinó un poco sobre el suelo. 

-¿Qué es lo que hace, príncipe?

Pero nada sucedió, en vez de eso Thor estaba en una posición boba, cuando abrió un ojo entendió que no volvería a haber viajes astrales. Se irguió rápidamente y tosió para evadir la atención.

-Si, bueno. ¿A qué vienen estas clases de historia?

Ella sonrió de nuevo y su rostro se refrescó.

-Mi príncipe, habrás de ver estas imágenes para aprender los primeros balances del mundo, comprender como sucedieron las cosas, te ayudará a prever el futuro.

-No entiendo como.-Se apresuró.

-Lo verá.- Se acercó a su rostro y le miró a los ojos como buscando algo en ellos. El as se removió en su lugar, visiblemente incómodo.

-Aún antes de los vanir y de los aesir, entienda que existió meramente los instintos y la recia naturaleza. Los jotnar, sus infames enemigos han estado aquí aún antes que su raza, príncipe. Así que no muestre altanería al tratarlos, menos ahora.

Esta vez su voz se alzó peligrosa, como una fuerte reprimenda. Thor al escuchar el nombre jotnar también tensó el cuerpo.

-¿Menos ahora? ¿a qué te refieres?

Ella se alejó y pronto la imagen comenzó a desvanecerse, todo a su alrededor fue dispersándose en pinceladas. 

-Ellos podrán ser su destrucción, pero si lo busca, también pueden ser su salvación. Nunca dude que la fuerza que los distingue no sirve solo para matar, sino también para unificar y apoyar. El color índigo en su piel también es símbolo de paz. Busque el apoyo jotnar. Habrá quienes le ayuden.

Su voz pronto desaparecería, ahora solo ecos eran posibles de escuchar. Thor fue golpeado por una extraña nube de lo que parecía arena. Cubriéndose el rostro sintió que de nuevo el suelo desaparecía y volvía a caer. Esta vez gritó tan fuerte como pudo. Sin caso, fue tragado.

El golpeteo incesante le sacó de trance. Respingó violentamente. Abrió los ojos.

Era de día, estaba casi desnudo en su cama mientras las sábanas estaban enredadas en su torso. Respiró con dificultad. Se palpó los brazos y la cara.

-¿Estoy de vuelta?-Se llevó las manos a su pecho desnudo. Sí, todo estaba en su lugar. 

-¿Qué ha sido eso?-Susurró. Pronto fue sacado de sus cavilaciones escuchando nuevamente el llamado violento a su puerta.

-¡Haakon!-Llamó y antes de terminar el chico ya había entrado casi tropezándose.

-¡Mi señor, su padre le reclama su presencia en la sala del trono!-Dijo casi escupiendolo. Thor quedó pasmado, aún no recobra sentido de los hechos. 

-¿Llamarme?

El chico tartamudeó un poco y no supo si hablar. Thor supo que tal vez estaba por colapsar, así que solo se puso de pie y llegó a zancadas a él. Le tomó de los hombros.

-Calma chico, no voy a hacerte daño, siempre me ves como si fuese un espíritu chocarrero.-Le recriminó aunque con una voz calmada. Recobró la compostura.

-¿Y bien?-Le animó a hablar. 

-Han atacado la ciudad de Fensalir durante la noche. Durante la mañana se recibieron noticias. No sé nada más.-Respondió finalmente con voz clara. Pero su postura de chico confiado se desvaneció en un segundo.

-¿¡QUÉ!?

Gritó Thor y toda la sala sucumbió. Nuevamente echo casi un ovillo salió el chico y pálido quedó cerca de la puerta. Unos momentos después saldría el as en gran carrera.

-¿Padre?-Habló. 

Odín se encontraba con rostro severo junto a otros militares. Reconoció algunos, incluso llegaron a él Fandral y Vostalgg.

-Hogun ha salido con algunas tropas hacia Fensalir.-Se adelantó el espadachín rubio. 

-Tu caballo está listo, tan pronto nos llames, viajaremos contigo.-Añadió el león de Asgard.

-Thor.-La voz de Odín resonó y el mencionado se aproximó a grandes pasos.

-Nos ha llegado la infructuosa misiva de un ataque al asentamiento militar de Lars. Ha sucedido en las condiciones más extrañas y ahora mismo me pondré en contacto con Freyr y Vanir.

-¿Condiciones extrañas?

-Ya te enterarás, ¿recuerdas que te dije que irías en cuanto la estación cambiará? Nos adelantaremos a esto, llega con los bersekir que he dispuesto, ordenen filas.

Thor asintió y antes de poder darse media vuelta Odín le tomó del hombro obligándolo a verlo.

-Sé precavido. Lo que vas a ver, amerita la discreción. Sé que no es tu rubro, pero, investiga antes de tocar el mango de Mjölnir.-Le susurró al oído. 

Thor ni hizo un ademán, solo se alejó. Dio una mirada a sus amigos y estos echaron a terminar los preparativos.

Sif le alcanzó enseguida.

-¿Listo, general?

El aludido solo bufó.

-Y que lo digas. ¿Lista está tu amada yegua Ilsginar?

-Esperando órdenes al igual que yo.-Dijo la guerrera.

Caminaron un poco más, ella volvió a hablar.

-¿Estas bien? A mis oídos llegó el comentario de que te vieron vagar por el palacio por la noche.-Esto último lo dijo casi en susurro alejándose del tumulto de caballerizas moviéndose.

Thor recordó a momentos el extraño ¿sueño? ¿visión? 

-No te preocupes, estoy bien. Supongo que algo dentro de mi intuía que algo así pasaría. No debimos bajar la guardia, se lo dije a mi padre.

Sif rodó los ojos.

-¿Sigues con eso?

El as la miró con molestia.

-Escucha.-Le detuvo el paso.

-No quiero ofuscarte con el tema, pero tu bien sabes que no es bueno llevar la mente nublada a la arena, ¿estas bien?-Preguntó con énfasis. Thor esta vez le sonrió. Supo en su interior que era mejor reservarse esos extraño sueños. Agradeció la preocupación sincera de su amiga.

-Lo estoy. Vamos, ahora, nos esperan.

El criador trajo al corcel de ocho patas, Sleipnir. Le entregó las bridas a Thor. Presurosos salieron enseguida hacia el Bifröst. En la cámara donde el portero esperaba también lo hacía la reina. Thor estuvo por descender pero su madre se acercó a él haciendo el además de que no lo hiciera.

-Solo venía a despedirte hijo, que la gloria bañe a tu gente y puedan traer la paz.-Dijo y recibió un beso de su príncipe. 

-Lleva de mi, la tranquilidad. Velaré tu sueño, tanto como pueda y he podido.

Esta vez Thor le miró un poco confundido, pero ella no dijo nada más. Se despidió y pronto dieron la orden de transportarlos. El sentirse bañado en colores le hizo volver en su rol de general. Podía acostumbrarse a este tipo de travesías, no como las de anoche en sus sueños. Negó con la cabeza como sacudiéndose los pensamientos.

Pronto llegaron a Fensalir. Fueron recibidos en ovaciones y algunas reverencias. 

-Fandral, pide a los hombres que descarguen, lleven provisiones y medicinas a donde se necesita y reúnanse conmigo tan pronto la tienda este puesta.-El rubio asintió y pronto se dispusieron las tareas. Thor descendió y extendió las bridas al escudero. Con disimulo se alejó de la conglomeración.

Pronto se encontró mezclado entre el tumulto. Le pareció extraño el sitio. Se encontraban en la frontera directa de Alfheim con Vanaheim. Esta estaba custodiada además por bosques mágicos de los ancestrales elfos luminosos. Sin embargo, la imagen parecía distanciar mucho del recuerdo del príncipe. Los árboles estaban corroídos, algunos incluso desechos. Extensiones de la naturaleza que llevaban milenios en ese sitio. ¿Quién habría osado destruir semejantes remanentes de sabiduría y vida?

No eran demasiado los heridos, pero muchos de ellos perecían en un estado mental anormal. Escuchó algunos quejarse de un fuego que los consumía, a pesar de que estaban sin rastros de el. Otros decían estar ciegos y enredarse entre su desesperación. 

Pronto llegó hasta la tienda donde debía estar el extranjero de Asgard, Hogun. Lo encontró sin demoras mientras extendía un gran mapa de color amarillento. Advirtiendo su presencia, Hogun lo recibió con un ademán de que se acercase.

-¿Qué ha pasado aquí?-Preguntó.

-Lo que nunca creímos ver.-Respondió.

-Durante la noche, las tropas habían estado informando sobre el avistamiento de varias huldras que estaban merodeando a las afueras del bosque. Algunos de los hombres menguaron su comportamiento dejándose llevar por las leyendas de su insaciable apetito sexual.

-No los culparía, son hermosas. ¿Qué con eso?

-Qué estas no tardaron en abalanzarse al primer inocente y asesinarlo.-Finalizó Hogun. Thor alzó la ceja.

-No es posible, son espíritus elementales. Protectoras de los bosques. Si bien son traviesas, no son mortales.

El oscuro guerrero hizo un gesto con el rostro dándole la razón, sin embargo, caminó del otro lado de la larga tienda.

-Y estas en el correcto, pero...

Cogió una sábana que parecía cubrir una caja. Al sustraerla quedo evidencia una criatura de figura mediana. Una huldra.

La figura femenina tan pronto se vio descubierta se arrojó a los fuertes barrotes que la mantenían encerrada y con sus garras intentó hacerse del serio guerrero. Agitaba su cola violentamente mientras aullaba con furia.

-Así como la ves, es como estaban las demás.

Thor no alcanzaba a comprender, porque un ser de esa índole se había vuelto violento. 

-¿Qué les han hecho a las demás?

-No tuvimos más opción que asesinarlas.-Esta vez su voz cambió por una más seria. Era un grave acto el asesinar a un ser mágico de los bosques. Thor pudo leer en su mirada que en verdad se sentía arrepentido. Tuvo que concederle la razón. Hogun volvió a cubrir la jaula de la bestia mientras seguía vociferando gruñidos.

-No solo eso, algunos otros animales han salido del bosque, no sabemos si guiados por las huldras. Jabalíes, osos e incluso aves atacaron el campamento. Una revolución que empezaba por las bestias de los bosques, simplemente no tiene sentido.-Hogun tomó algunas botellas que contenían pociones.

-Por Odín, tenemos a los Ámsvartinir combatiendo los hechizos propios de las huldras. Como habrás visto, están sumidos en delirios no comunes.

-Tenemos que--

Fueron interrumpidos abruptamente por varios hombres que entraron a la tienda. Dos guardias con el rostro cubierto escoltaron a un hombre de enardecidas facciones. Adulto, con vestimenta blanca, un vanir.

-¿¡Cómo es posible que hayan cometido semejante atrocidad!?-Replicó enseguida a Hogun. Thor lo reconoció enseguida.

-Mi señor Sven.-Enseguida captó su atención. El mencionado lo recorrió con una mirada y no reparó en saber quien era así que el príncipe se adelantó.

-Soy Thor, hijo de Odín. Hemos llegado aquí para saber de los hechos que acontecieron por la noche.

Esta vez arqueó la ceja. Era común, muchos vanir no salían más allá de sus murallas a menos de que fuese estrictamente necesario. 

-La gloria te colma, hijo de Odín. Haz crecido en fuerza y vigor por lo visto. Si estas aquí, tu padre debe estar enterado ya de todo.-Se olvidó de Hogun quien no le prestó importancia a su indiferencia.

-De ser así, dinos bajo qué argumento tus hombres han atacado a las preciosas criaturas que custodian los bosques con Vanaheim. He de decirte que cada vida que tomaron, era aliada nuestra y han manchado nuestros campos con su sangre bendita, quienes además, colmaban de gracia nuestras cosechas.-Siguió molesto.

-Lo entiendo perfectamente, no ha sido un honor para nosotros tomar esas vidas en nuestras manos, pero no nos ha quedado de otra.

-¿¡Qué clase de explicación es esa!?

Enseguida Thor miró a Hogun y casi telepáticamente se comunicó. El guerrero volvió a tomar la manta que cubría la jaula y jaló de ella. Nuevamente la bestia en su interior comenzó a bramar horribles sonidos guturales.

El hombre llamado Sven se llevó una mano a los labios como acallando un gritito.

-Si son sus aliados, también quisiéramos una explicación a su comportamiento. No hemos manchado nuestras espadas en vano, hemos recibido la ofensa primero y solo nos defendimos de su comportamiento hostil. ¿Qué tiene usted que decir?

Guardó un silencio casi sepulcral mientras no podía retirar su mirada de la pobre criatura que lloraba y soltaba bufidos hostiles.

-No solo han fallecido hombres aesir, Sven.-Sonó otra voz. No habían visto pero tras el hombre Sven había entrado también un hombre de avanzada edad. Encorvado por su edad se abrió camino entre los guardias del vanir.

-Mi nombre es Egil, soy el protector de estar tierras junto con el general de ejército, Lars.-Sus puntiagudas orejas denotaban que era de ascendencia élfica.

-Sven, si has venido a soltar alaridos contra ellos que han defendido mis tierras déjame decirte que también ofendes a Alfheim con semejante actitud.-Le reprimió de frente. Sven se quedó callado. El anciado Egil se acercó a Thor.

-Por las barbas de tu padre estamos salvados. Siéntete bienvenido en el castillo de Lars y mío.

Thor agradeció con un asentimiento de cabeza.

-Lamento mucho que su gente también se haya visto amenazada por el extraño comportamiento.

El negó con la cabeza recordando los sucesos de la noche anterior.

-Terribles, ciertamente. Por favor, insisto en mi invitación.

-Muchas gracias, pero no puedo dejar a mis hombres atrás, velaré porque todos ellos sean atendidos pronto y podamos abastecernos si ustedes nos lo permiten.

Sven y Egil asintieron.

-Sea pues tu voluntad, estemos en contacto.-Y el anciano salió seguido de Sven y sus guardias, este último ya no pudo volver a musitar palabra alguna pero antes de salir dijo.

-Aún así, están advertidos de su falta.-Y se retiró.

Hogun bufó.

-Los salvas y esto es lo que obtenemos a cambio.-Dijo molesto. Thor contempló un poco más la salida de los personajes y regresó su vista al mapa. Más adelante se les uniría el general Lars. Trazaron una ruta segura en busca de más seres hostiles, esperando no encontrarlos a su vez que investigaban las crecientes oleadas de frío constante.

Tan pronto las filas se vieron un poco recuperadas Thor envió una misiva a Egil excusándose de no poder aceptar su hospitalidad, debían marchar pronto a investigar en los alrededores y fijar la paz para que no hubiese otro altercado. Así fue pues a los días llegaron a las puertas del camino que unía ambos reinos, decidieron comenzar por ahí, llevando la ladera. El asgardiano dio órdenes de que Volstagg se quedase con Sif para adiestrar las tropas que Lars había dispuesto antes del ataque.

-Sven es bastante volátil, pero no hay que tomárselo a la ligera, es uno de los principales en el consejo del rey Vanir, estará de cerca viendo nuestros movimientos, seamos prudentes.-Decía Lars quien colmaba de atenciones a Thor ante la búsqueda en medio del bosque. Le seguían de cerca Fandral, Hogun y un grupo de cinco ulfhednar. No habían encontrado más rastro de las ofensivas bestias, en cambio habían visto pastar tranquilamente los ciervos, las aves retozar en un lago y algunos jabalíes con sus familias.

-No parece haber rastro de las huldras, espero que no hayan acabado con todas ellas.-Decía Fandral.

-Sé que estabas deseoso de verlas, tanto como yo. Pero, no aparecen, aún así no creo que todas hayan perecido.-Dijo Thor.

-Es probable de que estén de luto y muy molestas con el ejército as, después de todo, todas ellas son hermanas.-Habló Hogun.

Parecía obvio. Sin más patrullaron la zona un par de veces más, pero el paisaje seguía siendo el mismo, un pacífico bosque. Regresaron, venían entrando al campamento cuando Thor descendió de su caballo, pronto alguien le recibió las bridas y él pudo descansar un poco.

Debía generar un mensaje a su padre, explicarle los hechos. Sin embargo, no sabía por donde empezar, la situación se había formado de manera tan extraña que era difícil poder describirla. Se cruzó de brazos contemplando el bosque por donde habían salido. Sintió que los minutos se le iban en ese estado meditativo, pronto tendría que volver a sus obligaciones.

Suspiró hondamente. Estaba dándose media vuelta cuando escuchó un ligero crujir, no se giró, pero levemente regresó los oídos hacia el sitio de donde provino el sonido. Nada más. Con calma dio media vuelta pero solo pudo ver nuevamente el bosque. Lo contempló un poco más, hasta que finalmente dentro de la espesa vegetación, pudo fijar su mirada en dos orbes verdes. Abrió los ojos aún más intentando encontrarle forma. No tuvo tiempo puesto que estas desaparecieron casi en un segundo.

Tomando el camino, echó a correr otra vez al interior. Escuchaba los pasos pero no podía ver a la persona o al animal. Le siguió hasta donde pudo escucharlo, tras varios arañazos insulsos de los árboles se abrió paso a un pequeño claro, diminuto en realidad. Entraban los rayos del sol de lleno. 

Pudo por fin ver a su acosador.

Un ciervo...

Casi maldijo por perder su tiempo. Lo miró con una ceja arqueada, ciertamente era un ejemplar hermoso, un macho de cornamenta impresionante. Sus fuertes patas clavadas en la tierra y su mirada penetrante casi expectante.

-Deberías echarte a correr.-Le dijo Thor sabiendo que no obtendría respuesta. El animal movió sus orejas. Lo siguió contemplando esperando que se echase a correr, pero no fue así. En vez de eso, notó el gran brillo en sus ojos verdes.

Nunca antes había visto unos ojos verdes en un ciervo pero eso no fue lo que más le confundió. Sino la profundidad con la que la bestia lo escrutiñó. Poderosas gemas verdes que lo miraron de arriba a abajo, con consciencia. 

De pronto otra figuración se interpuso en sus pensamientos. Dos lunas sobre un panorama desolado. Pero esta vez no eran dos esferas rojas, sino de color aceituna. La misma pesadilla que lo molestaba desde que era niño. 

Sintió que se iba de espaldas, el ciervo ante él por poco pierde el piso también, como si la tierra se hubiese movido. Thor recobró la compostura y antes de poder hacer algo más, el animal se había perdido en medio del bosque. Con un dolor en el pecho regresó al campamento. No dijo lo que vio, solo se internó en su tienda.

Al poco tiempo, salió un heraldo con una carta de Thor, nadie se había dado cuenta. Mientras tanto él esperó mientras seguían las investigaciones, reabastecimientos y entrenamientos a las tropas de Lars.

Poco antes de que cayera la noche, el mismo heraldo llegó y le entregó el papel a Thor quien se excusó y salió presuroso.

"Sea usted bienvenido"

Era lo único que se leía. Thor pidió a Sleipnir y salió a la frontera con Vanaheim. Pidió que estuviesen todos atentos, que él regresaría pronto. Se internó con sigilo en la ciudad que aún no dormitaba. Entre sus calles y extensas plazas se mezcló con la gente. Dejó a Sleipnir en un establo para que le diesen de comer y aseo. Con pasó pesado se internó entre las casas del pueblo. Como si de su palacio se tratase llegó a una puerta y tocó.

No tardó mucho en escucharse el sonido metálico del seguro que era quitado del umbral. La puerta se abrió y solo era oscuridad. Sin temor se introdujo, la puerta tras él se cerró sin que una mano la tocase.

-Disculpe la oscuridad.-Habló un hombre que salió de las penumbras con una vela en la mano. Tenía los ojos cerrados.

-Pero no ocupo la luz.-Dijo con calma. Thor pudo prever cuando abrió los ojos por un momento, un velo gris cubría su mirar, el hombre era ciego.

-Me extraña el modo con el que hoy se presenta el enaltecido hijo del padre de todo, ¿en qué puedo servirte?-Hospitalariamente le cedió un asiento de madera y pronto estuvieron frente a frente.

-Gracias por recibirme, no sabía si iba a reconocerme.

-Bueno, realmente no puedo reconocerte.-Le inquirió sarcástico y Thor frunció los labios dándose cuenta de lo que había dicho.

-Una disculpa.

-No se preocupe, reconozco que no ha cambiado mucho, sospecho que debe ser de gran presencia como lo es su padre, su voz me lo demuestra. Pero su esencia sigue sin mancillarse. 

Thor no supo que decir, pero rió por lo bajo un poco.

-Lo escucho nervioso, casi igual como cuando vino a darme las gracias de algo que fue arrebatado de mí.

El príncipe endureció la mirada. Era cierto, no era la primera vez que estaba en esa pequeña casa, ni tampoco era la primera vez que conversaba con el personaje ante él. No quiso preguntar directamente, pero pronto se formuló algo en su mente.

-Yo, quería hablarte de lo sucedido en las minas de Muspelheim.

El vanir apenas hizo un respingo, seguía tan calmado que poca diferencia notó, iba a continuar:

-Pero.

-Mi señor, lo lamento, pero no puedo decirle nada.

La respuesta cortante lo volvió a sacar de sí, sin comprender miraba el inexpresivo rostro del hombre, ¿es que acaso debía guardar silencio por los hechos acontecidos? ¿habrá sido castigo de su padre? Después de todo, él tuvo la culpa. Thor intentó buscar las siguientes palabras.

-No puedo ayudarle por imposición externa, sino por imposibilidad.

Aún no salía de su desentendimiento.

-¿A qué te refieres?-Preguntó secamente esperando conseguir respuestas por los buenos modales. El vanir se levantó un momento y con cuidado palpando todo aquello que topaba, llegó hasta una ventana la cual cerró. Del mismo modo, con lento caminar volvió a su sitio.

-Porque mis recuerdos fueron hurtados.-Respondió enseguida pero en susurros.

Thor parpadeó varias veces sin entender.

-¿Cómo dices? ¿Robados?

Asintió.

-Así es, lo que voy a decirle, no me consta, pero... A los pocos días que llegue con graves heridas, me habían llenado de preguntas en cuanto cobre el sentido. Sin embargo, no pude responder a ninguna de sus quejas. No sabía de que misión me hablaban, ni de que tipo de encuentro tuve, yo solo sabía que había despertado en la sala de curanderos.

Thor esperó que continuara.

-Mis compañeros me contaron que había ido junto a ellos a una expedición en las tierras de Surtur, donde además tuve el placer de conocer personalmente a usted y a su padre. En las inmediaciones del túnel fuimos atacados.

Casi como si fuese un hechizo, los recuerdos llegaron a él y le hicieron sentir el ritmo de su corazón acelerarse.

-Solo tengo recuerdos del momento donde alguien coloca su mano sobre mis ojos, seguido de ello siento el calor de mi sangre que emanaba de mi garganta y comencé a desangrarme. Lo demás ya se lo he contado.

El príncipe se levantó bruscamente del asiento. Comprendía sus palabras, pero ahora se veía ahogado en un secreto que lo engullía cada noche. Ya no deseaba más pesadillas, ni más apariciones fantasmales en ellos.

-Lo siento.-Murmuró Thor.

El vanir alzó la vista a pesar de que no podía enfocar nada.

-Usted solo era un niño, nosotros teníamos el deber de protegerlo. Así que lo que me haya pasado, no dudo que haya sido en nombre de las órdenes que seguí. 

-Pero te he condenado a vivir fuera de palacio.

-Esa fue mi decisión, príncipe Thor. Mi vista se perdió a los pocos días que desperté. No tenía sentido pertenecer a la corte si un mago era incapaz de poder conectar con sus cinco sentidos, cedí mis posesiones al rey y con lo poco que conservé me hice de esta pequeña casa donde estoy seguro que pasaré mis últimos años tranquilo.-Explicó con una voz tan calmada que parecía dar miedo. En verdad no parecía haber rencor en sus palabras, ni frustración o tristeza. Solo la inexorable paz a un destino que parecía haberse tergiversado y aún así, su placidez contrastaba sobremanera.

-Lamento no serle útil.-Repitió.

-Aún puedes serlo. Aunque tus recuerdos de esos días se hayan desvanecido, dudo mucho que lo hayan hecho todos los años de conocimiento que tuviste en su educación dentro de la corte.- Dijo enseguida con voz apurada mientras volvía a estar de frente.

-Cierto es, pero, ¿qué otra cosa podría pedirme?

-Los sueños.-Respondió casi a tropiezos.

-Necesito saber, cómo deshacer los malos sueños que acechan mi persona. No es de buen augurio que un monarca y futuro rey tenga semejantes desvarios nocturnos. Aunque no recuerdes, yo en su momento pude hablar con ustedes a cerca de un recurrente velo que acechaba mi dormir.

El vanir le escuchó en silencio.

-No son de mal augurio mi señor, con mayor razón al ser un monarca, es proclive a ser testigo de visiones de sus ancestros. De aquellos que desean que guíe su pueblo con sapiencia. Puede que a eso se deba.

Thor negó con violencia, se negaba a creer que esas horribles imágenes eran un vistazo al futuro. No era posible que su nación cayese de la nada.

-No puedo creer eso. Lo lamento.

El ciego se levantó enseguida y trastabilló cuando tocó el hombro del guerrero as. Permanecieron en silencio un momento.

-Los sueños, son guías, mi señor. Si no se tratan de visiones, entonces se tratan de caminos que ante usted se forman, habrá de escoger el que más le parezca. No tema de ellos, en vez de eso, enfréntelos.

-¿Cómo?

-Hablando...

¿Qué? Parecía absurdo pero Thor tuvo que pedir que se lo repitiese.

-Hablando mi señor, se entiende la gente. Si lo que usted ha visto en esos sueños recurrentes le preocupa, pregunte.

-¿A quién?-Replicó el joven.

-A quién sea, los seres que habiten en ese sueño. 

De pronto la imagen de la mujer mística de dorados cabellos que le había hablado la noche anterior llegó. La conversación que el vanir le decía que tuviese puede ser que ya haya tenido lugar en aquella visión. Había salido buscando respuestas y lo que obtuvo eran nuevas preguntas. 

Cansado bufó, no tenía más caso.  Se levantó enseguida para despedirse. 

-No se precipite, si esos sueños han vuelto a usted de manera más nítida, es posible de que vayan a cumplirse poco, o que las medidas decisivas estén prontas a presentarse, sea paciente. 

Le tomó del brazo infundiéndole valor.

-Calma. Las respuestas siempre llegan en el momento adecuado.

Thor ya no dijo nada más. Agachó la cabeza recobrando el aliento. Pronto se despidió y retomó el camino a casa. Sobre Sleipnir llegó a paso ligero. Seguía meditando las palabras que el vanir le había dicho. Se sentía tan perdido como antes, deseaba poder dormir mejor. 

A unos cuantos metros vio las antorchas de su campamento, la actividad había cesado al igual que los gritos de aquellos que habían sido afectados por las alucinaciones.  Se quedó un momento contemplando el sitio. Pronto llevó sus ojos al gran astro nocturno, la luna tan quieta y muda que los contemplaba. Se preguntaba cómo era posible que elemento tan más hermoso podía serlo también el suplicio en su mundo onírico. 

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Corre

Escucha en sus sueños. Nuevamente un gran campo verde ante él que inunda cada pupila. El fresco aire que no es gélido a comparación de su tierra natal. Tenía que ser una ventana al paraíso.  Todo aquello que siempre soñaba conocer le esperaba. 

Corre

Volvía a escuchar y con dar una última mirada hacía atrás y sin sentirse perseguido se echaba a correr tan fuerte como sus piernas azules le permitían. Lo había logrado, había desecho el yugo maldito de su padre, librarse de todo aquello que le lastimaba. 

De nuevo, como cada noche, el mundo de los sueños se tergiversaba. Tras él llegaba una inmensa ola que lo arrastraba con furia.

Gritó. Siempre era lo mismo, la terrible agua que lo devoraba, que le impedía respirar y finalmente vivir, que lo atraía al fondo de un mar que él no había podido ver antes. El azul, ese color tan propio de él se apoderaba de cada sentido. Su peso reducido a cenizas, su voluntad. Todo aquello desaparecía, el paraíso nunca existió y el moría ahogado un mar inhóspito. Maldito color. 

Sacó un grito ahogado, tosió fuertemente intentando calmarse, pero podía sentir tan nítida el agua que se alojaba en sus pulmones. Sabía que había sido solo una horrible experiencia imaginaria, nada había pasado, no existía el paraíso ni tampoco el mar que lo consumía. Ahora estaba recostado en esa cama con blancas sábanas que lo acobijaban. 

Se llevó la mano a la garganta cuando finalmente pudo recobrar todo el aliento. 

-¿De nuevo esas pesadillas, Loki?-Escuchó.

Un hilo de luz había entrado, no se había percatado de la presencia de su hermano.

-Býleistr.- Murmuró.

-Sh, recuerdo que ahora soy Aren.-Le musitó como regaño cerrando la puerta tras él. La habitación aún en penumbras poco a poco parecía iluminarse.

-¿Qué pasa?

-Ahora mismo debe estar muriendo el viejo. Estate listo, no dudo que por la mañana nos manden llamar.-Habló con una mueca muy típica de su padre. 

Loki se volvió a tumbar en la cama. Soltó un par de bufidos y solo de reojo miró la luna que se colaba por la ventana. Ahora mismo, ella era testigo de algo que debía irse formando como un tétrico rompecabezas.

-¿Estas seguro de que así procederán las cosas?-Preguntó el jötun rebautizado como Aren.

-No lo dudes, ellos no dejarán que salgamos de aquí tan fácil, es la primera brecha a la guerra.-Respondió. 

Ambos perdieron su mirar en la gran luna llena. Mañana sería el inicio de una nueva vida, que no sabrían si era próspera o inquietante, solo debían estar listos para sobrevivir, como si no tuviesen pasado alguno.

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-¡EL ANCIANO EGIL HA MUERTO!

 


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