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'KKM! Cortejo {WolfYuu} por amourtenttia

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Notas del capitulo:

Hola~ Me alegra que continuen leyendo esta historia. Estoy realmente picada redactándola y de vez en cuando tengo que regresarme entre capítulos para revisar que no se me escapen ciertas ideas que de pronto van y vienen jajaja.


Recientemente he empezado a ver los CD-Drama de KKM! en Youtube, por lo que apenas caigo en que, ciertamente, los cumpleaños no son celebrados realmente en Shin Makoku. Debido a que los próximos capítulos ya tienen esa trama, solo diré que este AU Yuuri promueve la celebración de esas festividades, especialmente por Greta :3 So~ Espero puedan entenderme ejejeje


 


No sé si sea adecuado ponerlo aquí, pero en mis cáculos aproximados, fueron 7-9 años desde que Yuuri llegó a Shin Makoku por primera vez -nuevamente, tiempo es relativo aquí, es la base de la historia, así que tampoco le tomen mucha importancia-. Lo comento por si llegase a chocar en algún lado. Solo piensen... MAGIA.


 


Gracias por leer!

En un principio, Yuuri pensaba que la constante vigilia de sus cuñados y las parejas de éstos eran demasiado. Luego de aquel paseo junto a Wolfram —bajo la atenta mirada de un despreocupado Yozak—, Yuuri poco a poco fue mostrándose menos receloso ante la idea. Su rubio lograba distraerlo siempre, haciéndole olvidar la compañía que iba con ellos en cada oportunidad. El Maou constantemente se consolaba con una sola idea en la cabeza. Era mejor un par de ojos, a todo el castillo cuchicheando alrededor de ambos.
 
Pronto una semana se transformó en un mes, el siguiente estaba ya a la vuelta de la esquina. Con el permiso de su guardián, Yuuri había conseguido salir cada vez más frecuentemente junto con el otro. Ambos jóvenes aprovechaban el visto bueno del pelinaranja y de vez en cuando se perdían por los jardines para besarse sin reparos, aunque con decencia. Wolfram nunca intentaba llegar algo más lejos que un intenso intercambio entre sus labios, e incluso Yuuri juraría que era el primero en apartarlo cuando se daba cuenta de que él quería dar un paso más allá. A veces le decepcionaba un poco, pero le recompensaba con una sola mirada. Y un murmullo que terminaba con sus inseguridades. Unas que desconocía que tenía.
 
—Te deseo, Yuuri... Pero no podemos hacer esto ahora.—le recordaba con voz tranquila, contraria a la ansiedad que sentía el menor en sus dedos al notarlo acariciar su rostro, o sus costados.
 
¿Desde cuando le había comenzado a preocupar no ser del interés del otro? ¡Ya habían confesado sus sentimientos antes! O lo más cercano a ello... ¿Entonces por qué? Negó ligeramente, la imagen de esas tardes a su lado le revolvía las entrañas. El trabajo continuaba consumiendo gran cantidad de su tiempo, luego invertía más en sus propios planes, dedicaba también tardes a disfrutar lo que restaba de la infancia de su hija. Agradecía que los años apenas aparecieran en su semblante... A los 15 apenas parecía que hubiese pasado algo de tiempo desde que la recibieran en casa. Yuuri necesitaba a veces obligarse a no olvidar verla al menos una vez al día. Wolfram le había explicado que, al menos allí, los cambios próximos a la adolescencia y o a la vida adulta no tomaban tanto como en su mundo.. De un momento a otro, ella sería distinta. No radicalmente. Pero si continuaba perdiéndola de vista, seguro si se impactaría por los cambios. Cerró los ojos mientras apartaba las manos de las pilas de documentos.
 
Su familia requería su atención también.
 
—Gunter, ¿podemos dejar todo esto para mañana? —inquirió a su consejero, mientras comenzaba a ponerse de pie. Con o sin permiso, seguramente ese día no continuaría allí.
 
El pelilila le observaba desde varios minutos antes, por lo que al verle rendirse ante los pensamientos que le ocupaban no le sorprendió. La carga de trabajo era enorme, especialmente con sus tardes de estudio —ahora mucho más pesadas—, aunadas a otras responsabilidades. Asintió a su majestad, y se dedicó a ordenar los papeles que el otro había dejado de lado. Yuuri había estado trabajando incansablemente toda la semana, se había ganado esa tarde de descanso. El monarca le agradeció sinceramente por darle esa oportunidad. El menor se estiró un poco, mientras el mayor decía:
 
—Continuaremos las lecciones mañana también, pienso que una tarde libre le permitirá estar más concentrado mañana.
 
El chico asintió, aunque sintió un poco de miedo ante la idea. Vaya, cuando pensaba que las exigencias de su consejero no podían aumentar, su nuevo rol de compañero llegaba a decirle cuán equivocado estaba. Le sonrió nervioso.
 
—Por supuesto, mañana prestaré la atención adecuada —respondió, seguro.
 
Gunter sonrió satisfecho. Le invitó a acompañarle a la salida, y el chico le siguió. Dejaron el despacho mientras una conversación trivial comenzaba, luego, mientras avanzaban hasta el comedor —dado que Yuuri sentía deseos de probar bocado ahora—, a lo lejos distinguieron las siluetas inconfundibles de la guardia. Al Maou le brillaron los ojos al distinguir los trajes azules, Gunter evitó sonreír. ¿Habría sido así él cuando se enamoró de Gwendal?
 
—El príncipe no se encuentra con ellos hoy... —le informó sereno, mientras continuaba avanzando, ignorando el hecho de que el otro estaba quieto.
 
Yuuri pronto le dio alcance, sin creerle.
 
—¿Dónde está Wolfram entonces? —quiso saber, curioso
 
El pelilila le miró de reojo, sin detenerse.
 
—Su prometido y la joven princesa salieron a dar un paseo desde temprano. Debido a que su cumpleaños se acerca, la princesa le solicitó permiso para pasear sin la guardia real acompañándolos...
 
El moreno no pudo evitar sorprenderse. ¿Su cumpleaños? ¿En qué fecha estaba exactamente? ¿Cuánto tiempo llevaba encerrado con todo su trabajo? Gunter pareció adivinar sus preocupaciones, por lo que, al momento en que entraban al comedor, se dedicó a explicar.
 
—Falta una semana para su cumpleaños. Han pasado casi 6 meses desde que regresó, majestad. El cumpleaños número 16 de la princesa...
 
—¿Quién lo está organizando? —le cortó Yuuri, sin poder evitarlo, deteniendo sus pasos.
 
Gunter se sorprendió un poco, se detuvo también, y se giró para mirarlo con curiosidad. La cuestión le descolocó por unos segundos, y respondió con obviedad.
 
—Lord Bielefeld, por supuesto... —dijo, solo hasta ese momento entendió, su desconcierto pasó a formar una sonrisa discreta— Aunque... Si usted quiere, podría probar lo que hemos estado estudiando haciéndose cargo de la celebración...
 
Ante el silencio de su majestad agregó en un tono que simulaba un secreto agregó.
 
—Su prometido ha colocado las expectativas por lo alto, debo advertirle... Desde su primer cumpleaños, la princesa ha celebrado su cumpleaños en un gran evento.
 
Yuuri no podía más que darle toda la razón. Recordaba perfectamente haber sido él quien pidiera la ayuda del rubio en esa ocasión. Gunter y Gwendal habían estado necios con eso de tenerle hasta el cansancio, desechando cualquier posibilidad de preparar algo para la pequeña. Entonces él, esperando que el evento sirviera para limar asperezas entre padre e hija —que en aquel entonces no eran tan cercanos como ahora—, solicitó la ayuda del príncipe. Y Wolfram no le había decepcionado. Había incluso superado todas las expectativas.
 
—Su cumpleaños número 16, ¿eh? —repitió en voz baja el moreno, algo triste, provocando curiosidad en el mayor— Cuesta creer que pasé tanto tiempo fuera...
 
Gunter le sonrió de modo conciliador, mientras ponía una mano en su hombro.
 
—Usted quería pasar un tiempo con su familia, majestad. Fue comprensible... —le recordó
 
—Abandoné una familia por otra, fue irresponsable —corrigió, luego suspiró, dejando ese trago amargo de lado, levantó la vista y le sonrió al otro con seguridad— Quiero hacerlo, Gunter. Permíteme organizar la fiesta...
 
El consejero no pudo sino sorprenderse ante el abrupto cambio de ánimo, pero se mostró complacido.
 
—Necesitará consultarlo primero con su prometido. Wolfram es muy celoso al respecto —admitió, avergonzado— Al parecer le tomó algo de gusto a organizar ese tipo de eventos. Especialmente sus cumpleaños...
 
No quiso comentar que varias veces intentó ayudarle, y terminó siendo rechazado. Incluso cuando Wolfram había ocupado el cargo de monarca ante la ausencia de su futuro esposo, no pasó ni un solo año sin que Shin Makoku celebrara el aniversario de nacimiento del monarca número 27. Un evento que el futuro consorte planeaba solo.
 
—¿Cuáles cumpleaños? —preguntó Yuuri, curioso, sin querer adelantarse.
 
—Los cumpleaños de su majestad, por supuesto —respondió Gunter, seguro, con el orgullo en el pecho
 
No, él no había hecho nada por ello, no tuvo permiso para hacerlo. Pero como consejero, cuñado, y amigo cercano, familia incluso, no podía evitar sentirse realmente orgulloso del trabajo del rubio. Mismo que el Maou desconocía. Lo notó sorprenderse un instante, antes de que una sonrisa adornara su enamorado semblante, igual sonrió.
 
—Él nunca cambiará, ¿verdad? —comentó, divertido
 
Si era como su último cumpleaños junto al rubio, ya se imaginaba lo elegante del evento.
 
—Era la mejor manera de honrarlo en ese momento, después de todo —observó Gunter, igualmente contento.
 
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El sol se encontraba en su punto más alto cuando Yuuri caminó con dirección a la entrada, luego de que se le avisara del regreso de su familia. Había desayunado en compañía del consejero, y había pasado parte de su libre tiempo en discutir algunos detalles junto con éste con respecto a los planes que tenía para celebrar a su hija. Gunter le había explicado que otro de los talentos que los compañeros cultivaban era ser magníficos anfitriones, y trabajan duro en ello. Especialmente cuando se trataba de organizar eventos. Al moreno le causó gracia pensar en el rubio haciendo todo eso. Wolfram no era conocido por su paciencia, por lo que imaginárselo discutiendo porque las cosas no iban como pedía era un escenario casi real.
 
Se distrajo de esos pensamientos cuando escuchó los cascos a la distancia. Dos caballos se acercaban a toda velocidad. Distinguió el sonido de las risas de Greta, sacándole una sonrisa. Pronto dos hermosos caballos pasaban las puertas del castillo, acercándose a su posición.
 
—¡Yuuri! —gritó alegremente la castaña al verle, saludándole con una mano
 
A su lado, Wolfram le dedicó una sonrisa.
 
El Maou observó maravillado a la pequeña. Aunque ella ya no lo era. Su hija comenzaba a crecer —tal como el rubio predijo—, en unos pocos meses su pequeña figura se iba alargando. Sospechaba que no sería mucho más alta que alguno de ellos, pero parecía estar haciendo su lucha. Su rostro dejaba de ser ligeramente redondeado para irse volviendo más bien ovalado. El cabello era ahora más largo. Ese había sido el principal cambio la primera vez que le vio a su regreso. De sus hombros, ahora caía en cascadas hasta por debajo de los omóplatos. Más brilloso y más sedoso de lo que recordaba. Yuuri suspiró para sus adentros... Si seguía concentrándose en los pequeños cambios, la preocupación por la cantidad de pretendientes también comenzaría a acosarle.
 
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, él caminó los pasos que los alejaban y la ayudó a bajar del corcel. Sabía que no lo necesitaba realmente. Wolfram se había encargado de enseñarle, así como le corrigió a él tantas veces antes. Pero el ver que aceptaba su ayuda con una sonrisa le hizo sentirse feliz también. La abrazó fuerte una vez que estuvo segura en tierra. Le causaba gracia saber que incluso aunque creciera, seguía preocupándose como la primera vez.
 
—Greta, ¿te divertiste con Wolfram? —inquirió curioso, mientras la miraba con cariño, Wolfram bajaba de su caballo también, para seguidamente entregar a los caballos a uno de los guardias que se acercaban para tal labor— Pensé en que desayunáramos todos juntos pero habían salido antes de que me diera cuenta —confesó, ahora mirando al otro, casi acusándolo.
 
—Lo lamento, pensamos que estarías ocupado hasta la tarde. De saberlo, pudimos haberte esperado para salir los tres —se excusó Wolfram, de verdad arrepentido
 
Ambos pensaron justo lo mismo. Habría sido una oportunidad única. Solos junto a su hija.
 
Yuuri negó, restándole importancia.
 
—¿Tienen hambre? Gunter me ha dado el día libre. Podríamos almorzar juntos. ¿O prefieren descansar un rato?... Wolfram, me gustaría hablar contigo sobre algo...
 
Padre e hija intercambiaron miradas, pronto Greta respondió por ambos.
 
—¡Comamos! ¿Podemos hacerlo en el patio? Hace mucho que no vamos ahí juntos —pidió, con su mirada brillante, las gruesas pestañas castañas enmarcaban los ojos color chocolate, Yuuri asintió— ¡Avisaré! —declaró, separándose de ellos, dándoles privacidad también
 
Sus padres le miraron ir corriendo, uno al lado del otro, ambos con una línea de pensamientos muy similar.
 
—No sé que haré cuando venga pidiendo permiso para irse con algún chico... —confesó Yuuri, decaído
 
—Lo interrogaremos primero, por supuesto —respondió Wolfram, seguro, aunque se notaba igual intranquilo por la idea. Lo escuchó suspirar, antes de pasar una mano por su cabello— Pero aun falta tiempo para eso... 
 
El moreno asintió, esperando a que tuviera razón. Se quedaron en silencio un momento, antes de que el mayor cuestionara con verdadera curiosidad:
 
—¿Ocurrió algo, Yuuri? ¿De qué querías hablar?
 
Wolfram no pudo ocultar el tinte de ligera preocupación que se le escapó. Yuuri, en cambio, perdió el valor que había reunido antes en segundos. Abrió la boca, luego la cerró. Pasó una mano por su nuca, nervioso. Si Gunter tenía razón, Wolfram diría que no seguro. No supo cuando cerró los ojos, solo los abrió cuando sintió algo tibio en su frente, una de las manos del otro reposaba allí.
 
—¿Estás bien?
 
—Sí, sí... Perfecto —dijo, nervioso, tomó aire antes de decir— Es sobre Greta.
 
Wolfram frunció el ceño de manera pronunciada. De un modo muy similar a su hermano mayor. Yuuri pensó que no era la mejor manera de iniciar la conversación. Sintió la mano apartarse. Ahogó un suspiro.
 
—¿Qué pasa con Greta? —cuestionó serio el mayor.
 
—Ella está bien —se obligó a decir, temiendo su furia por alguna razón. —No es nada malo. En serio... Yo solo quería preguntarte algo... Con todo esto de mi ausencia realmente me ha tomado algo de tiempo ponerme al día. Y las peticiones tampoco dejan de llegar. Sé que hiciste un trabajo formidable, como esperaba de ti pero, aun así el trabajo se acumuló y yo...
 
—Yuuri, ¿qué pasa con Greta? —repitió con fingida calma el rubio, mirándole con ojos entrecerrados
 
El Maou quiso salir corriendo. Pocas cosas volvían a su prometido un hombre más peligroso de lo que era. Su seguridad era la primera... Pero si era totalmente honesto, era una persona completamente diferente cuando se trataba de ella. Ambos eran bastante protectores con ella.
 
Bajó la mirada, huyendo de las esmeraldas que le observaban atento.
 
—Gunter ha estado ayudándome a estudiar. Sé que sigo estando un poco verde con el tema de ser un compañero, y no quiero hacerlo si tú no quieres pero... En serio me gustaría organizar la fiesta de cumpleaños de mi hija.
 
Ante el silencio, alzó la mirada. Wolfram parecía confundido, lo miró fruncir el ceño levemente, relajarse, y repetir el gesto. Finalmente soltó el aire que retenía, en un suspiro que se notaba hasta aliviado.
 
—Comenzabas a asustarme —confesó,Yuuri no quiso preguntar— Entiendo... Pero... —repitió el gesto de confusión, lo  rectificó en segundos, antes de mirarlo— Sé que puedes hacerlo, y me encantaría que te hagas cargo de ello... Pero la fecha está muy cerca ahora. 
 
Notó como pasaba una mano por su cuello, sopesando la idea. Lucía conflictuado por el asunto. Y no era para menos. Wolfram necesitaba de al menos un mes de preparativos para organizar la fiesta de su hija. Casi medio año le tomó el último evento —el cumpleaños de su prometido—. Confiaba en el otro, pero aunque pusiera toda su fe en ello, una semana sonaba insuficiente. Volvió a mirar al moreno cuando éste tomó sus manos entre las suyas, mirándolo con seguridad.
 
—Quiero hacerlo... Puedo hacerlo... Un compañero debe ser capaz de hacer estas cosas...
 
—Yuuri...
 
—No es solo por eso. Realmente quiero involucrarme más en ello. Sé que la adoras tanto como yo, pero cuando la adoptamos no te pregunté tu opinión. Solo asumí que estarías de acuerdo. Luego me deslindé totalmente. No he sido justo contigo, Wolfram. Mucho menos con ella. Así que, por esta vez, dame la oportunidad de hacerlo.
 
Wolfram no estaba seguro de qué lo había convencido. El calor de las manos sobre las suyas, o la seguridad en los orbes color onix que le observaban atento, a la espera de una respuesta. Suspiró bajo, sonriendo ligeramente. Negó de manera imperceptible. Yuuri sonrió al saberse victorioso por ese simple gesto.
 
—De acuerdo. Pero si necesitas ayuda, solo debes decirme... —respondió, mirándolo con cariño
 
—Puedo hacerlo —afirmó, con una sonrisa ilusionada, luego presionó ligeramente sus labios en una mueca que al otro no le pasó desapercibida
 
—¿Pasa algo? —quiso saber, preocupado, acercándose un poco más
 
Yuuri se sonrojó cuando sintió la respiración del rubio tan cerca de su rostro. Justo eso pasaba. Fue consciente de lo cerca que estaban. Y la relativa soledad en la que se encontraban.
 
—¿Puedes besarme? —pidió, en un murmullo, sacándole una sonrisa al rubio, cuando lo sintió acercarse levantó ligeramente la mirada, encontrándose con el amor en sus ojos verdes
 
—Siempre, Yuuri —respondió su prometido, antes de que sus labios se encontraran.
 
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