Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

POSSESSION por Fanny21

[Reviews - 22]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hoy me sentí inspirada, así que actualización doble.

Misaki se levantó de un salto de la cama en cuanto la puerta de su habitación fue abierta. Corrió descalzo hasta saltar a los fuertes y reconfortantes brazos del hombre por el que había estado esperando todo el día. Sentirse protegido y amado era la sensación más agradable del universo, al menos para Misaki era de esa manera.

 

Ijuuin sonrió con ternura y sentándose sobre la cama, dejó que Misaki se acomodara en su regazo. Misaki era como un gatito que buscaba atención las veinticuatro horas del día y él no tenía problemas con dárselas. Le gustaba que Misaki fuera así, mimoso y cariñoso. El castaño era una especie de luz al final del túnel, una luz que no dejaría desapareciera nunca.

 

Y entonces Misaki ya estaba atacando sus labios, con los brazos alrededor de su cuello y su cuerpo haciendo la máxima presión posible, deseoso de fundirse sobre su piel.

 

Por un buen rato, Ijuuin deja que Misaki lo bese a su ritmo, para luego tomar el control del mismo e intensificarlo. Piensa que lo está haciendo bien, que lo está llevando de la mejor manera y que Misaki no se daría cuenta, pero se equivoca.

 

Hay algo en la manera en la que Ijuuin lo está besando, que deja a Misaki confundido. Es como si el mayor estuviera pensando en otra cosa. Es así, que Misaki baja los brazos de su cuello y acariciando el impecable rostro de su pareja y dándole cortos besos en la boca, decide preguntar:

 

―¿Qué sucede?

 

Espera pacientemente una respuesta. Ijuuin no es de las personas que dicen las cosas de buenas a primeras y decide darle su espacio. En cuatro años, la confianza entre los dos ha tenido que ser constantemente fortalecida a través de la comunicación y esta vez no sería la excepción.

Ijuuin niega con la cabeza e intenta acariciar su mejilla, pero Misaki se lo impide. Espera encontrarse con esos ojos oscuros, y decirle que todo estará bien. Porque Misaki sabe perfectamente que sus padres tenían razón acerca del trabajo que realizaba el padre de Ijuuin, sabe que para el pelinegro no es fácil acostumbrarse de la noche a la mañana a ello y menos, ser el sucesor del señor Kyo.

 

―No pasa nada, está bien ―dice Misaki con ternura―. Puedes decirme ―lo alienta, aun sabiendo que un dolor intenso se instala en su pecho, algo así como una premonición y no una buena.

 

Al cabo de unos minutos en los que Ijuuin ha estado acariciándole la palma de la mano, se decide a responder y Misaki siente que esperaba esa noticia desde hace tiempo, solo que se lo ha estado negando una y otra vez.

 

―Mi padre me ha exigido casarme… ―Misaki quiere decirle que ya no hable, pero se queda callado y escucha con desconsuelo―. Ella es la hija de un gran enemigo que tiene, y no ve otra solución más que esta alianza.

 

Misaki se baja de su regazo y se sienta a su lado. Su mirada está perdida, siente que le están arrebatando la felicidad de sus manos. ¿Pero qué esperaba? El señor Kyo lo odiaba, no toleraba su presencia. Y Misaki sabía porque el padre de Ijuuin se comportaba de esa manera con él: Porque es Misaki quien es la única debilidad de su hijo. Es Misaki quien lo hace sentirse vulnerable, perdido y al mismo tiempo seguro y feliz. Ahora el señor Kyo ha descubierto la mejor manera de separarlos para siempre.

 

―Mi padre quiere un heredero que una para siempre a las dos familias.

 

Eso fue lo que bastó para que los sueños de Misaki se vinieran abajo. Siente su mano temblar y su cuerpo ser testigo de invisibles espasmos.

 

―¿Qué has dicho? ―pregunta, incrédulo ante tal información.

 

Ijuuin se muerde el labio inferior y exhala con desesperación. No es más fácil para él, de ninguna manera lo es.

 

―Lo siento, cariño. Será cuestión de tiempo, esto no tiene por qué afectarnos ―dice, trabándose con las palabras.

 

―¡Pero nos afecta de igual manera! ―Misaki levanta la voz―. Tu padre no me quiere, es por eso que hasta ahora no me has pedido casarme contigo ¿verdad? Es porque él te lo ha prohibido.

 

El silencio de Ijuuin lo dice todo. Tampoco es que Misaki creyera fundamental el hecho de casarse, pero es algo con lo que se ha hecho ilusiones desde los dieciséis años. Formar una familia al lado de Ijuuin, ¿acaso era algo tan malo de imaginar?

 

―Sabes que te amo. Te amo solamente a ti ―Ijuuin se arrodilla frente a él y besa sus manos―. Siempre fue así y siempre lo será.

 

―Me amas, pero ese sentimiento no es más fuerte que el respeto que sientes por tu padre, Ijuuin.

 

―¡No es verdad! ―niega el pelinegro―. Ahora mismo no puedo ser exigente con la situación, tú más que nadie sabe lo que significaría ir en contra de la corriente.

 

Los besos de Ijuuin se vuelven desesperados y frenéticos. Misaki apenas se dio cuenta del momento en que fue acostado sobre la cama, con el cuerpo ajeno a ropas del mayor sobre el suyo. No dice nada, no piensa en nada, ni siquiera mira el rostro del hombre que tanto ama. Solo se deja hacer, escuchando el sonido de su bata al ser desgarrada, sintiendo esas suaves manos acariciándolo, abriendo sus piernas sin el menor cuidado, otorgándole ese placer que ahora parece también se lo arrebatarán.

 

Abre su boca, permitiendo que Ijuuin intensifique aquellos adictivos besos. Su cuerpo se derrite con la fricción que el mayor ejerce contra él. Lo desea, lo necesita, lo quiere todo, quiere todo de Ijuuin, pero no es capaz de corresponderle como de costumbre y eso enloquece al pelinegro, que se vuelve un poco más tosco y violento al momento de tomar a Misaki.

 

Misaki lo vio, él vio como Ijuuin se ponía un condón antes de tomarlo con fiereza, y piensa en el hecho de no ser él quien le pueda dar ese bendito heredero al señor Kyo.

 

"Deja de pensar, deja de pensar", se repite, tratando de concentrarse en el momento. Las rudas embestidas son un sinónimo de que Ijuuin quiere sentirlo de la misma manera en la que él lo desea. Entonces las embestidas se vuelven tan violentas, que Misaki se aferra con fuerza a los brazos del mayor, araña su piel y con ello, trata de descargar un poco del sufrimiento que las palabras dichas con anterioridad le han ocasionado. Ambos se vuelven salvajes a su manera, pero es solo su momento. Un momento en el que nadie puede intervenir, ni siquiera la prometida de Ijuuin.

 

Misaki deja escapar jadeos de su boca, no quiere, pero tampoco puede frenarlos. Cuando ambos alcanzan la cúspide de su placer, Ijuuin se tumba sobre Misaki, tratando de que su peso no afecte en nada al menor. Misaki mira el techo y deja que silenciosas lágrimas rueden por sus mejillas, mientras acaricia el suave cabello de Ijuuin.

 

La felicidad no es eterna, era obvio que este día llegaría… se dice con firmeza.

 

 

****

El auto de su mejor amigo se estaciona en el jardín del club al que Misaki acostumbra ir todos los jueves. No es una novedad verlo ese día por allí, de seguro ya estaba enterado de las últimas noticias.

 

―Bonito día ―saluda él, con ese habitual tono serio y distante.

 

Misaki enarca una ceja y abre los brazos.

 

―Vamos, Masamune, no estoy de un gran humor el día de hoy ¿sabes? ―dice a la espera de que su mejor amigo se digne en apoyarlo en estos momentos difíciles.

 

El hombre alto y de ojos color miel, se encoje de hombros y sin prisas corresponde el abrazo. Misaki sigue siendo tan pequeño como cuando tenía cinco años.

 

―¿Cómo tomaste la noticia? ―pregunta, luego de que ambos se sentaran en una de las mesas que disponían frente a la piscina y ordenaran algo para comer.

 

Misaki bebe su jugo de manzana, sin querer responder del todo. Ha pasado una semana y media desde esa noche y aun siente como si no terminara por digerir bien aquella información. Ha tratado de evitar a Ijuuin, desde cerrar con seguro la puerta de su habitación, hasta evadir los desayunos con él y demás, pero Ijuuin es Ijuuin y nada lo detiene, ni si quiera una puerta. Las noches han sido muy intensas, llenas de promesas y juramentos… o sea, solo palabras acompañadas por fuertes deseos.

 

―Ijuuin dice que todo seguirá como de costumbre. Él dice que nada tiene porque cambiar y creo que tiene razón.

 

Masamune juega con el hielo de su bebida. Rememora en el pasado, buscando algún indicio de las veces en las que Misaki fue tan moldeable y manipulable, pero no encuentra rastros de nada, porque nunca fue de esa manera.

 

―¿Acaso te estás escuchando? ―le pregunta, con un tono acercándose al reproche― “Él dice, él dice”, ¿qué tienes, cinco años? No puede ser posible que creas todo lo que él dice.

 

―Me ama ―apunta Misaki.

 

―Mira nada más, que grande es su amor por ti, que se casará con otra. Y no solo eso, sino que también tendrá un hijo con alguien que no es la persona que ama ―dice con brusquedad, sin inmutarse por el cambio de ánimo repentino que refleja el semblante de Misaki―. Que irónico es el amor, Misaki.

 

―¡Tú no entiendes! ¿Cómo podrías entenderlo si nunca te has dignado en ofrecer ese sentimiento a nadie que no seas tú mismo? ―le acusa el castaño con la voz a punto de quebrársele.

 

―Y pretendo seguir de esa manera. Sabes como soy, y no quiero terminar viéndome morir de amor como tú.

 

―¡Eres un cretino! ―le enfrenta Misaki, dejando de lado toda pasividad que normalmente lo posee―. Si has venido desde Tokyo para decirme eso, puedes regresarte ahora. No necesito que me digas lo lamentable que me veo.

 

Masamune bebe de su vaso y hace caso omiso a lo último dicho por Misaki.

 

―No era mi intención ofenderte. Solo digo lo que veo.

 

―Nadie te ha pedido tu opinión. Además, no te afecta en nada.

 

―¿Bromeas, cierto? ―ahora el indignado era Masamune―. Eres como el hermano que nunca tuve ¿Te piensas que estaré tranquilo sabiendo que el imbécil de Kyo te tendrá a su merced, pero esta vez como un sucio amante?

 

Misaki abrió la boca para decir algo, pero nada salió. No había argumentos para defender lo indefendible. Era la verdad, cuando Ijuuin se case, Misaki solo pasaría a ser un aborrecible amante.

 

―Entonces dime, ¿qué piensas hacer? ―inquirió Masamune, esta vez un poco más calmado.

 

Negar todo, eso era fácil. Hacer como si no supiera nada. Ijuuin le había dicho que se divorciará ni bien aquella mujer engendre a su hijo. Hasta estaba pensando en criarlo a su lado. Y esta vez el señor Kyo no iba a entrometerse. Ijuuin se lo juró, él le dio su palabra.

 

―No haré nada. Y ya deja de inmiscuirte en esto, Masamune. Eres mi mejor amigo, y como tal, sabes muy bien de lo mucho que hemos tenido que pasar Ijuuin y yo para seguir juntos. Esto es solo una prueba, es como una fase que pasará… pasará.

 

En el mundo existían personas estúpidas de nacimiento, otras se hacían estúpidas en el camino y otras simplemente se cegaban ante la realidad, convirtiéndose de esa manera, en el peor tipo de las tres mencionadas. Masamune niega fervientemente en silencio, una y otra vez, pero así como sabe lo dulce que puede llegar a ser Misaki, también conoce lo testarudo que suele ser en ocasiones.

 

 

Notas finales:

Fin de mis actualizaciones por hoy. Espero y la trama os atrape tanto como a mí al momento de escribirlo. Nos vemos.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).