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Los árboles se movían al compás del viento que soplaba ni tan suave mi tan fuerte, metiendo levemente los cabellos tricolores de Yugi, quien miraba hacia el exterior con nostalgia.
-Aibou...
-¿Qué pasa Yami?
-Eso quería preguntarte, ¿Estás bien?
-Si, no te preocupes.
El mayor acarició suavemente la mejilla de su pareja para luego dejar un beso en la frente de este último.
-Quiero mostrarte algo aibou
-¿Uh?
-Cierra los ojos
El menor obedeció sin chistar, una vez que acató la orden de su pareja, sintió unos brazos rodear su cintura para luego dejar un beso en su mejilla, se dispuso a guiar a su pareja lejos del barandal y bajar las escaleras de la cabaña con sumo cuidado para que no se lastime.
Al bajar las escaleras siguió guiando a su compañero pasando por algunos arbustos grandes junto a varios árboles, se detuve lentamente haciendo lo propio con el menor.
-Abre tus ojos aibou
Yugi abrió despacio sus ojos y un poco desconcertado al ver que estaban en medio de grandes y frondosos árboles, se giró a su pareja pero antes de formular alguna pregunta, la mano del oji-rojo se posó en los labios del menor y le susurró en el oído.
-Acercate al árbol de tronco grueso y agachate
-¿Eh?
Con gran confusión, se acercó y descendió notando un pequeño agujero a un lado del tronco del árbol, del cual venían pequeños sonidos.
Se acercó un poco más para notar como unos cachorros de lobo estaban llorando por falta de su madre.
-Oh, Yami...son tan tiernos
El de ojos rojos se acercó hasta colocarse a un lado de su pareja para sonreír y acariciar el cabello del menor.
-¿Cómo los encontraste?
-Cuando fui a buscar leña para la fogata de ayer, los encontré pero si estaban con su mamá.
Yugi tomó a uno que quería escapar y lo puso en su regazo, el cachorrito se restrego contra su pecho.
-Son realmente lindos
-Al igual que tu aibou
-¡Y-Yami!
-¡Auuu..!
Un aullido suave pero firme a la vez se escuchó, ambos tricolores miraron a una loba de color gris pero sus patitas delanteras eran de color negro y las traseras de blanco.
Los demás cachorros al escuchar a su madre dejaron de llorar y empezaron a soltar pequeños aullidos realmente tiernos.
-Así que ella es tu mamá, ve con ella pequeño
Yugi colocó al cachorrito en el suelo y este empezó a correr en dirección a la loba, la cual lo olfateo y dándoles varias lamidas lo llevó con los otros cachorros.
-¡Mira Yami!
Unas luces pequeñas empezaron a aparecer formando un camino.
-Luciérnagas
-¡Vamos!
Siguieron las luces de las luciérnagas y llegaron a un pequeño prado que era iluminado por la luz de la luna llena.
-Aibou mira el cielo
Haciendo caso levantó la mirada, sus ojos se iluminaron por la hermosa y espectácular vista, el cielo nocturno estaba completamente estrellado.
-Oh Yami, gracias por mostrarme todo esto
-Al contrario aibou...gracias a ti, por compartir este momento conmigo
-Te amo Yami
-Yo también aibou
Se dieron un pequeño beso, tomándose de las manos, se recostaron en el césped para observar mejor el bello cielo que se les ofrecía aquella noche.
-¡Una estrella fugaz!
-¡Rápido un deseo!
Ambos sin soltar sus manos, cerraron con fuerza los ojos pidiendo un deseo, cada uno con la misma intensidad, diferentes cosas pero se relacionan de la misma manera de una u otra forma.
-¿Qué desearte aibou?
-Es un secreto...¿y tú mou hitori no boku?
-Es un secreto~
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