Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lovers at Midnight [Remake] por carina_mew12

[Reviews - 0]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Ch VIII. Identifying the Enemy

- Yami, lamento si te hice esperar- le saludó sentándose junto a él- Toma, traje algo para que comas- le entregó un emparedado, un paquete de galletas y un jugo de manzana- ¿Encontraste algo interesante?

- Sí, muy interesante, pero te extrañé- profirió dejando su almuerzo a un lado y tomando su mano. En ese instante el sonrojo regresó al rostro de Yugi; esas palabras y la mano de su yami estrechando la suya hacían revolotear en su pecho ese sentimiento que no estaba seguro en qué momento nació

- Ya... Yami, no tienes por qué... tomar mi mano todo el tiempo- dijo nervioso Yugi

- Ah, perdona- el mayor lo soltó en ese momento, lo que menos deseaba era causar problemas

- No, está bien. Sólo quiero saber por qué lo haces

- Porque me siento seguro. No sé por qué pero... si no estás a mi lado me siento indefenso, débil e inseguro... es como si... como si...

- ¿Como si tuvieras miedo?- le ayudó a completar la frase, a lo que el faraón asintió y desvió su mirada- Atem, es normal que tengas miedo, sobre todo si estás en un lugar que no conoces, no tienes de qué avergonzarte- Yugi le ofreció su mano de nuevo, con una sonrisa amable- anda, toma mi mano si quieres, no me molesta en lo absoluto

- No sé qué sería de mí si no estuvieras a mi lado- el mayor le devolvió la sonrisa, cogió su mano y siguieron almorzando.

- Oye Yami, ¿puedo preguntarte algo?- con el bocado en la boca, el mayor no pudo hacer otra cosa sino asentir- ¿Tuviste… un mal sueño anoche?- ante la pregunta, el faraón abrió los ojos con desconcierto- desperté en la madrugada y noté que estabas llorando. Quería saber si podía ayudarte en algo…- Yugi sólo pudo ver cómo el semblante del otro decayó hasta que dejó de comer y sus ojos se humedecieron- ¡Olvida mi pregunta! ¡No es nada!- sus manos se agitaron nerviosas frente al mayor- ¡A-aun no me dices qué hiciste hoy!- era mejor desviar su atención a otra cosa, no deseaba verlo sufrir

- Hay cosas… muy interesantes…- pese a su voz quebrada, respondió lo más natural que pudo-¿Podrías enseñarme más cosas cuando regresemos a casa?

- Claro- al poco rato de terminar su almuerzo se oyó el timbre que anunciaba que los alumnos debían regresar a clase- Tengo que irme. Nos vemos a las 3pm en este mismo lugar- Yugi se levantó deprisa y se alejó mientras se despedía con un ademán

- Yugi, ¿cómo voy...?

- ¡cuando la manecilla grande esté en el 12 y la pequeña en el 3!- dijo adivinando lo que su yami quería preguntarle y después se perdió en esa oleada de estudiantes que regresaban al edificio. Atem permaneció otro rato sentado antes de seguir explorando.

*****************

La clase de literatura de Kaiba era lo suficientemente aburrida como para mantenerlo ocupado en el teléfono respondiendo algunos correos. Si fuera cualquier otro alumno se ganaría una reprimenda segura, pero era Seto Kaiba, el Ceo de la corporación más importante del país. Su mirada sólo se desvió de su celular al distinguir por el rabillo del ojo una silueta familiar e inconfundible. El castaño se levantó de golpe, atrayendo la atención de todos a él

- ¿Sucede algo joven Kaiba?- le preguntó la profesora un tanto asustada

- Una emergencia- Seto salió prácticamente corriendo a buscar al que creía era el faraón sin siquiera esperar a que su profesora le respondiera. No tardó mucho en encontrarle, después de todo sí era él. El Ceo no perdió tiempo y haló al tricolor hacia el baño de varones

- ¡¿Kaiba, qué crees que haces?!- el faraón estaba tan confundido que no supo qué había pasado hasta que vio a su agresor de frente, cuando éste le acorraló contra la pared y le cortó el camino con ambos brazos

- ¿Qué estás haciendo aquí?- Atem le mostró el carnet que colgaba de su cuello, pero el otro sólo le dio un vistazo y lo arrojó a su pecho con fuerza- ¡No me refería a eso, imbécil! ¿A qué viniste a esta época?

- No es algo que haya decidido. Y además, ¿Por qué me preguntas eso? Pensé que no creías en nuestros "cuentos de hadas"- dijo sarcástico

- ¡Claro que no creo en sus mentiras! Sólo quiero saber qué es lo que me está...- un fuerte dolor de cabeza no le permitió seguir hablando. Algunos fragmentos de un pasado que no conocía vinieron a su mente. El ojiazul terminó de rodillas en el suelo, tratando de soportar ese dolor.

- ¡Kaiba!- quizá no era amigo de ese presumido pero no podía evitar preocuparse. El faraón se agachó a su altura, buscando su mirada- ¿Kaiba, qué sucede?- colocó su mano sobre el hombro del Ceo, quien inmediatamente dejó de quejarse y se quedó inmóvil- ¡Deja de asustarme y habla, Kaiba!

- Siempre dando órdenes, ¿verdad su alteza?- su voz se oía un poco más grave, y al levantar su mirada, se podía decir que en sus orbes no se reflejaba la misma persona. Conocía esa mirada penetrante y sin sentimientos

- Seth...- pronunció Atem aun incrédulo ante lo que veía- ¿Cómo es que...?

- Todo esto es culpa suya mi faraón; es porque usted está aquí, tratando de arreglar sus errores

- ¿Qué?

- Los eventos del pasado están destinados a repetirse...- dijo en un tono casí místico, provocando escalofríos en el tricolor- No permitiré que arruinen lo que he logrado- un nuevo dolor de cabeza apareció en el castaño, quien puso una de sus manos sobre su sien para intentar mantener el control- ¿Dónde está?- preguntó con dificultad- El cetro, ¡¿Dónde está el cetro del milenio?!

- No-no lo sé…

- ¡Responde maldita sea! ¡¿Dónde está mi cetro?!

- ¡Ya te dije que no sé!- el rompecabezas, el cual se mantenía colgando junto a su carnet de su cuello, se iluminó y golpeó el cuerpo de Seto con un halo de luz, dejándolo inconsciente en el suelo. Atem se levantó para irse, pero no pudo dejar al ojiazul a su suerte. Salió del baño para buscar a alguien, y al encontrarse con un par de chicos, éstos le ayudaron a llevar a Kaiba a la enfermería.

*******************

Aún faltaba mucho para encontrarse con su luz, seguía deambulando por la escuela, pensando en el incidente con Seto y el sacerdote. En eso estaba cuando vio en una de las puertas una palabra que sí le era familiar entre todo ese mundo desconocido que lo rodeaba: "Biblioteca". Entró con interés y al ver esos escritos no pudo evitar sorprenderse; al parecer esos objetos rectangulares eran el equivalente a los pergaminos de su época. Tras deambular entre los estantes un rato, abrió uno de ellos al azar y comenzó a hojearlo

- Mahado...- susurró nostálgico para sí mismo. Si Mahado estuviera con él, seguro sabría qué hacer. Tomó varios libros y los llevó a un escritorio, donde comenzó a leerlos mientras se perdía entre sus páginas.

***************

- Yami, con que aquí estabas- le habló Yugi en voz baja, interrumpiendo su lectura- Me tenías preocupado- el mayor miró el reloj, no sabía bien qué hora era, pero estaba seguro de que ya era tarde

- Lo siento, perdí la noción del tiempo- se excusó- Quería ver si podía terminar de leer los libros antes de irnos

- Pero son bastante extensos- o eso intuía Yugi por su grosor- ¿Por qué mejor no te lo llevas a casa?

- ¿Puedo?

- bueno, técnicamente yo lo voy a llevar. Sólo los estudiantes pueden pedir los libros prestados. Ven- lo cogió de la mano y fueron con la bibliotecaria, hicieron el papeleo necesario para llevarse algunos de los libros en los que el mayor mostró mayor interés y juntos regresaron a casa

*****************

Ya en la residencia Motou

-¡Abuelito, ya llegué!- anunció Yugi al entrar a su hogar, mas no obtuvo respuesta. Buscó por toda la casa pero no encontró a su abuelo.

- ¡Ya llegué!- se escuchó la voz de Solomon en la puerta, por lo que Yugi y su yami detuvieron la búsqueda para ir a donde el anciano

- ¿Abuelito, dónde estabas? Se suponía que llegarías hoy por la mañana

- Mi vuelo se retrasó- respondió divertido. Aunque al ver que su nieto estaba acompañado, se llevó una mano al mentón y examinó a su invitado de pies a cabeza- Vaya, con que éste es el faraón

- Sí, pero prefiere que lo llamen por su nombre

- Entiendo. Es un placer conocerte Atem- éste se sonrojó un poco e hizo una reverencia- ¡Ya sé! ¿Qué te parece si preparo una cena muy especial para celebrar su llegada?

- Suena grandioso abuelito, yo te ayudo- los dos Motou entraron a la cocina y Atem no tardó en seguirles. A los ojos del faraón, que una persona hiciera más de una tarea le parecía fascinante, por lo que se mantuvo a distancia mirándoles en silencio para no entorpecerlos.

*****************

En otro sitio de Ciudad Domino

Al llegar a casa, Ryou encontró un paquete junto con una carta en la entrada. Lo examinó un momento e incluso se dio el lujo de agitarlo un poco para adivinar su contenido; no era muy pesado, pero sí escuchaba algo de ruido, como si algo viniera suelto dentro. Sacó sus llaves para abrir la puerta y la cerró con la misma cautela una vez que estuvo dentro, no quería que “alguien” se escapara de nuevo.

- Mantener a alguien encerrado contra su voluntad es ilegal, y yo sé de ilegalidades- Bakura le miraba desde los primeros escalones de las escaleras, donde permanecía sentado con los brazos cruzados y el ceño fruncido.

- No tendría que hacerlo si permanecieras quieto - Ryou caminó hasta la sala, donde arrojó su mochila a un sofá mientras se sentaba en otro. Abrió la carta que había recibido junto con el paquete y la leyó en silencio, ésta decía lo siguiente:

"Hola Ryou, esperamos que estés bien. Lo siento hijo, pero este mes tampoco podremos ir a visitarte, sé que comprenderás. Te enviamos algunos regalos, ojalá te gusten. En la cuenta también debe haber llegado el dinero de este mes. No te olvides de revisarlo.

Trataremos de ir el mes que viene, cuídate mucho hijo. Te quieren, mamá y papá"

- ¿Tus padres?- Ryou no había notado que su yami estaba detrás de él leyendo la carta, por lo que se sobresaltó- ¿Dónde están ellos?

- En Alemania, son investigadores. Se fueron cuando tenía 10 años. Siempre están muy ocupados, así que sólo vienen a visitarme una vez al mes, pero hace ya casi un año que no los veo. Prometieron que cuando fuera mayor de edad podría ir con ellos, pero a veces pienso que me están mintiendo- cogió el paquete y lo abrió. En él venía una fotografía de sus padres, una caja de chocolates y una memoria USB. Comió un chocolate y le ofreció uno a Bakura. Al principio el mayor pareció mirar con asco el contenido de la caja, pero finalmente tomó uno y lo comió

-¿Qué es?- era un sabor dulce sin llegar a ser empalagoso y tenía una textura suave que se deshacía con el calor de la boca. No recordaba haber probado algo así antes

- Chocolate. Es un dulce hecho a base de azúcar y cacao- le explicó levantándose del sofá y se dirigió a su cuarto. Bakura, como era su costumbre, lo siguió.

Ryou encendió la computadora y mientras ésta se iniciaba guardó la fotografía en un cajón y lo cerró con llave. Puso su caja de chocolates en el mueble junto a su cama y se sentó frente a la computadora, Bakura se acercó a ver. Ryou introdujo la memoria USB y al abrirla encontró una carpeta llena de imágenes de algunos lugares de Alemania y un video. Abrió el video adjunto, en él estaban su padre, diciendo lo mucho que lo quería y que pronto él y su madre llamarían por teléfono para hablar de algo importante. El resto del video explicaba cómo iba su investigación, los avances y contratiempos, también se disculpaba por su madre por no estar presente para saludarle. Bakura no entendía mucho de lo que sucedía, pero sabía que era lo suficientemente grave como para hacer llorar al menor

- Oye...

- Déjame solo...- nunca fue muy bueno con las palabras, por lo que Bakura sólo le dio unas palmadas en su espalda y salió de la televisión.

Mientras esperaba a su luz, Bakura fue a la sala a ver televisión. Era su pasatiempo favorito desde que llegó a esa época; era una forma de saber del mundo exterior sin salir de casa. Además también estaban esas historias ficticias que parecían más emocionantes que la vida real. Su cena no fue más que un tazón de manzanas que encontró en la cocina y un vaso con agua; Ryou le prohibió poner las manos en cualquiera de los otros aparatos desde que uno de ellos se incendió.

Pasaron varias horas antes que Ryou se animara a salir de su alcoba ya con el atuendo que usaba para dormir. Prefirió no preguntar nada para no incomodarle y sólo le vio ir y venir por todos lados.

- Bakura, encontré algo de ropa para que te cambies, la dejé sobre mi cama- si bien su yami era más alto y de proporciones más marcadas que él, entre su ropa tenía algunas cosas que podían quedarle- deja tu ropa sucia en el cesto- entró al baño a lavarse su cara. Ya era algo tarde para cena o para los quehaceres de la casa; prefería levantarse temprano al otro día para hacerlo - Bakura, me preguntaba si...- al entrar, se llevó la sorpresa de su vida al encontrar a su yami sin prenda alguna cubriéndole- ¡¿Qué haces paseándote desnudo en mi habitación?! ¡Pervertido!- enseguida se giró, cerrando los ojos con fuerza y  sintiendo su cara arder

- Como si fuera la primera vez que vez desnudo a alguien- se mofó Bakura, estirándose desvergonzadamente- Además, siempre me ha gustado dormir desnudo

- ¡No me importa, ponte la maldita ropa!

- tch, que molesto… ya está- al girarse, Ryou sólo lo encontró vestido con la ropa interior que le compró el día anterior- ¿Contento?

- Supongo que con eso basta- sabiendo que había perdido esa batalla, Ryou tendió las sábanas de su cama para dormir.

Bakura dormía en un futón acomodado junto a su cama y que usaba cuando tenía visitas. Le había ofrecido la cama, pero su mayor nunca la aceptó. Una vez apagadas las luces, ambos albinos se acomodaron en su respectivo sitio para dormir.

- Ryou, ¿Estás feliz que esté aquí?- de pronto la voz de Bakura murmuró entre el silencio de la noche- Si me quedo contigo, ya no estarás solo... puedo cuidar de ti…

- Bakura...- Ryou se levantó sólo para asegurarse que no estaba soñando. Desde su cama miró hacia donde estaba su yami, quien permanecía dándole la espalda- Tú…

- ¿Me das otro chocolate?

- Sólo si repites lo que acabas de decir- espero un momento, pero el mayor no respondió- Sabes, hoy Yugi llevó al faraón a la escuela- Bakura se cubrió de pies a cabeza, escondiéndose de él- cuando estuve con él dijo cosas muy raras- recordó lo que sucedió con el faraón y se puso un poco rojo- Bakura, sé que estás despierto. Nadie se duerme tan rápido... ¿No quieres el chocolate?- ni siquiera con ese pequeño soborno obtuvo respuesta- Buenas noches Bakura- tras un suspiro, volvió a acostarse- y, Bakura... gracias...

Continued…


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).