Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Joya de la Corona (Riren/Ereri) por Tesschan

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Descargo: Shingeki no Kyojin y sus personajes le pertenecen a Hajime Isayama, yo solo los he tomado prestados para esta historia.

CAPÍTULO 15:

RAPTO

 

Y en cuanto a mí no olvides que si despierto y lloro

es porque en sueños sólo soy un niño perdido

que busca entre las hojas de la noche tus manos,

el contacto del trigo que tú me comunicas,

un rapto centelleante de sombra y energía.

(Pablo Neruda, Cien sonetos de amor).

 

 

 

Tras subir al carruaje con la ayuda de Erwin y esperar a que este se pusiese en marcha con un traqueteo constante, Isabel —sentada recatadamente con las enguantadas manos sobre su regazo cubierto de celeste seda y blanco encaje— miró por la ventana hacia el paisaje en movimiento, contemplando como el atardecer arrancaba sombras rojizas y oscuras a los árboles circundantes, convirtiendo los edificios en un juego de luces a su paso.

Intentando ralentizar los acelerados latidos de su corazón nervioso, realizó unas cuantas inspiraciones lentas y pausadas que le hicieron desear morir a causa del maldito corsé; aun así, las ganas de vomitar o arrojarse coche abajo no se fueron del todo, más todavía al notar como sus manos seguían temblando ligeramente, por mucho que intentaba controlarlas.

En aquel momento, cada una de las indicaciones que Carly le había dado durante los últimos días rebotaban sin tregua alguna en su cerebro demasiado exaltado, recordándole todo lo que debía y no hacer, las mentiras que debía decir como si fuesen verdades de toda una vida, y, sobre todo, como debía ganarse la confianza de aquellos desconocidos a los que estaba a punto de ser presentada; un grupo de extraños que si supieran quien era ella en realidad, de donde provenía, no dudarían ni un segundo en despreciarla y humillarla tan solo por el origen de su nacimiento, sintiendo que se lo merecía, aunque no fuese así en absoluto.

Nerviosa, Isabel toqueteó con disimulo su muslo izquierdo, donde llevaba sujeta bajo la liga de las medias la daga de plata que Levi le había dejado a su partida, sintiendo que se calmaba un poco con aquel simple acto. Por supuesto, Carly había puesto el grito en el cielo cuando la vio ocultarla allí, pero tras otra ronda de sus acaloradas discusiones que parecían no llegar a ningún sitio, la mujer terminó accediendo a regañadientes a su capricho, autoconvenciéndose de que nadie sabría nunca que Isabel estaba tan loca como para ir armada a una fiesta de los altos mandos reales.

—Realmente luces muy hermosa hoy, Isabel. Sin duda Carly ha hecho un excelente trabajo contigo —la halagó Erwin, rompiendo el silencio entre ambos y haciendo que ella se volviese a verlo, notando con avergonzado enfado como un calor furioso le abrasaba las mejillas.

—Gracias, supongo —le dijo, intentando ocultar sin mucho éxito su bochorno—. Aun así, ella no ha dejado de recordarme que debo mantener la boca bien cerrada el mayor tiempo posible, ya que no soy más que un desastre andante. Por lejos el peor castigo que le ha tocado enfrentar en su muy sacrificada vida.

Nada más oír sus quejas, Erwin se echó a reír abiertamente, por lo que su ceño fruncido también acabó desapareciendo junto con su frustración. Casi como si fuese magia, pensó Izzi. Casi como si aquella salida juntos no fuese solo una farsa, sino que un momento correcto en la vida de ambos.

Perfecta y pulcramente ataviado con su verde y negro uniforme de gala —decorado con innumerables condecoraciones que Isabel no lograba diferenciar—, Erwin, como siempre, se mostraba lleno de seguridad en sí mismo; aquella confianza que decía a gritos que podría conquistar el mundo si así lo desease, y la cual a veces la llenaba de envidia. Sentado frente a ella, contra la marcha del carruaje, este no dejaba de observarla con sus atentos ojos azules, haciéndola sentir casi como si estuviese siendo diseccionada; un sentimiento no demasiado agradable si se tenía en cuenta que su estado nervioso no era precisamente el mejor.

—Si te sirve de consuelo —comenzó Erwin, una vez más—, Carly suele alabarte mucho cuando estamos a solas, ¿sabes?

Izzi bufó con incredulidad.

—Esa debe ser una de sus peores mentiras, comandante. Y eso que mi lista de quejas contra usted no para de crecer —le recordó—. Esa bruja no deja de recordarme, hasta el hartazgo, que no soy más que una golfilla bruta y malagradecida. En verdad me odia mucho, muchísimo; siempre lo ha hecho en realidad.

—Carly solo lo hace para que no bajes la guardia, Isabel. Ella sabe de primera mano lo muy difícil que puede llegar a ser la vida, sobre todo en días como este. Recuerda que hoy nos espera un trabajo delicado y complicado, en el que no podemos fallar —le dijo Erwin, regalándole una suave sonrisa que calentó un poquito su aterrado corazón—. Además, sorpresivamente tendremos más suerte de la esperada.

Inspirando con fuerza y más miedo del que le gustaría admitir, Isabel inquirió:

—¿Va a asistir el rey Rod?

Erwin negó con un gesto, el cual provocó que las luces del atardecer arrancaran tonos de bronce y oro envejecido a su cabello rubio.

—La princesa. Será la princesa Historia, según lo que me ha dicho uno de mis informantes. Por lo visto, ella asistirá en representación de su padre, por lo que nuestro camino para llegar a ella será mucho más corto de lo esperado.

La forma en que el joven comandante dijo aquello, fría y calculadamente a pesar de que sus labios seguían sonriendo, hizo que ella se estremeciera un poco, alegrándose de estar —al menos de momento— en el mismo bando de aquel hombre.

Una vez se decidió que también asistiría a aquella velada como acompañante de Erwin, este se había asegurado —en tan solo una semana— de atraer la atención del resto de los invitados sobre Isabel, ansiosos por descubrir quién era la misteriosa protegida de uno de los hombres más leales al rey; una atención que, según Carly, le sería necesaria para conseguir su objetivo de reunir información para el comandante y hacerse un camino hacia el círculo de confianza del monarca del reino. Si no iba a abrirse de piernas para aquellos imbéciles, le había dicho la otra mujer, entonces tendría que ganarse la confianza de las esposas, amantes y prometidas de estos, logrando que hablasen más de la cuenta; después de todo, la necesidad de darse importancia y presumir frente al resto, era algo que todo aquel grupo tenía en común, según esta, por lo que, con la motivación y las preguntas adecuadas, sería fácil hacerlos caer en su trampa.

Aun así, la noticia que Erwin acababa de darle significaba un enorme cambio de planes, e Isabel se sintió temblar de terror ante ella. Su objetivo ya no sería solo un grupo de mujeres chismosas y entrometidas que pudiesen ponerla en vista del círculo más cercano de su majestad, sino que sería nada más y nada menos que la mismísima princesa real y futura reina de Paradise: Historia Reiss.

—La princesa… —comenzó, notando la boca tan seca como un desierto—. ¿Qué pasará si no le agrado y no permite que me acerque a ella?

—Por supuesto que le agradarás, Isabel, eres una muchacha encantadora, lista y bien educada cuando te lo propones —le aseguró Erwin, sin una pizca de duda en sus palabras—. Además, la princesa ha estado muy sola desde el fallecimiento de su hermana mayor, por lo que necesita urgentemente compañía de su edad; y Carly te ha estado preparando bien para que seas de su completo agrado.

Aunque no debería haberle dolido, porque eran una absoluta verdad, las palabras del comandante fueron para ella un feo recordatorio de toda su falsedad dentro de aquella historia. Lo quisiese o no, le gustase o no, Isabel no era más que una simple marioneta en manos de otros, tan solo porque, debido a su desfavorable posición, no tenía salida ni escape posible.

Durante aquella última semana, Erwin había compartido mucho de su tiempo libre con ella, platicándole sobre todos aquellos a los que, probablemente, conocería en aquella reunión, y señalándole a quienes debía acercarse o, por el contrario, mantener a distancia. Este, a diferencia de Carly, era un maestro mucho más paciente y amable, por lo que Izzi se había sentido secretamente feliz de que la otra mujer se hubiese visto obligada a darles un poco de espacio, volviendo a ser solo ellos dos, como al comienzo de su extraña convivencia.

Por supuesto, las lecciones de Erwin habían abarcado también al reino de Paradis y su historia a lo largo de todos aquellos siglos, así como su decisión de entrar a formar parte de la Guardia Real, determinado a servir y ser útil a su nación, como lo había sido antes su padre, quien fue uno de los tutores del rey Rod. Aun así, y bajo toda la amable lealtad a la monarquía que este profesaba, Isabel se percató de que algo más se ocultaba; un pequeño secreto que no lograba descubrir del todo, pero el cual ella notó volvía los azules ojos de Erwin un poco más oscuros y atrayentes cuando hablaba, como si ocultase algo peligroso tras de estos; el mismo tipo de mirada insondable que siempre había asociado a Levi, siendo el hombre más peligroso de todo el bajo mundo.

Al recordar a este, un doloroso aguijonazo atravesó su pecho, provocándole unas profundas ganas de llorar. Llevaba meses sin ver a sus hermanos, sin ser la familia que por tantos años habían sido, y el peso de aquella soledad la golpeó de manera aplastante en apenas un segundo, porque pese a saber que estaba haciendo todo aquello por el bien de quienes amaba y la amaban, no solo sentía que los tres se hallaban cada vez más distanciados, sino que, injustamente, a ella le había tocado la parte más fácil en aquella historia. Sus miedos y sus dudas no hacían más que acrecentarse a cada nuevo obstáculo, a cada nuevo día que pasaba, por ello, no podía siquiera imaginar como debían ser las cosas para sus hermanos en esos momentos, cuando era sus vidas las que estaban en peligro.

—Regresarán mucho antes de lo que esperas, Isabel —la consoló Erwin, sorprendiéndola al haber leído con tanta precisión sus temores, y tomando luego su mano enguantada entre la suya—. Regresarán habiendo cumplido su parte del trato para reclamarte, y entonces sentirás que todo esto no ha sido más que un muy mal sueño. Solo ten un poco más de paciencia.

Ella asintió en silencio, decidida a tragarse lo mejor posible el miedo y ser valiente como siempre lo era en las malas circunstancias, porque aquello era algo que Levi y Farlan le habían enseñado, grabándoselo a fuego en el corazón.

Aun así, con la mano de Erwin todavía sujetando la suya y el cálido peso de la daga de plata contra su muslo, dándole seguridad, no pudo evitar preguntarse qué tanto habría cambiado el mundo para ella una vez despertase y volviera a abrir los ojos a la realidad.

 

——o——

 

—¿Qué demonios es lo que está ocurriendo aquí? —preguntó Erd, a nadie en particular, contemplando como, a diferencia de sus planes, el mercado no estaba ya comenzando a cerrar y la gente marchándose a sus casas, sino que, todo lo contrario.

Sintiendo como un mal presentimiento le oprimía el pecho, Levi miró con detenimiento la ciudadela a su alrededor, donde el mercado de coloridos y llamativos tenderetes bullía en una ferviente actividad, a pesar de que la noche ya prácticamente había caído y las primeras farolas estaban siendo encendidas por los encargados de la iluminación.

—Parece una especie de celebración o algo así —comentó Farlan con el ceño fruncido ante tanto alboroto—. ¿Y qué se supone que es eso que hay allí, donde se reúne tanta gente? ¿Un escenario?

Al mirar hacia el sitio donde su amigo indicaba, comprobaron que este tenía razón. En medio de lo que parecía ser la plaza central de la ciudad —repleta de pobladores entusiasmados, hablando y riendo como si estuviese a punto de celebrarse algo importante—, una gran estructura de madera se alzaba al centro de todo, atrayendo la atención de quienes pasaban y se aglomeraban a su alrededor. Al mirar con mayor atención el lugar, Levi notó que algunas de las casas que circundaban la zona incluso se mostraban engalanadas con flores y cintas coloridas, como si estuviesen festejando una fiesta; además, pese a que la tarde era notablemente gélida, porque el invierno aún no se retiraba del todo, la mayoría de las personas vestían, lo que supuso eran, sus mejores galas. Ciertamente aquello era una celebración.

Mezclándose entre un grupo de animados pobladores que se dirigían hacia la plaza, avanzaron junto a estos, intentando no llamar demasiado la atención; no obstante, en cuanto el centro de aquel espectáculo al fin fue visible, Levi sintió como la sangre se congelaba en sus venas de golpe al comprender lo que realmente era y el porqué de que los pobladores pareciesen tan emocionados: un cadalso para quema. Lo que se llevaría a cabo aquella noche, era nada más y nada menos que una ejecución.

—Colt —murmuró Gabi en un gemidito ahogado, sujetándose de su brazo y contemplándolo con castaños y enormes ojos desesperados—. Todo esto es porque van a ejecutar a Colt. La condena y el castigo para un traidor a la Corona.

La tentación de negar aquello y asegurarle a la mocosa de que estaba en un error, de que todo saldría bien, cosquilleó en labios de Levi hasta un punto insoportable; sin embargo, una sola mirada a Erd y Farlan le confirmó que los tres estaban pensando lo mismo. Si las cosas se complicaban demasiado, solo podrían cumplir una parte del plan, y no había duda alguna de cual sería esta, a pesar del horrible dolor que eso traería a los niños.

—Si ya han condenado a Colt y están preparando su ejecución para esta noche, eso significa que no lo podremos rescatar, ¿verdad? —preguntó Udo, intentando mantenerse calmo y racional a pesar de su evidente miedo.

—¡Nada de eso! —Pasando un brazo por los hombros del mocoso, Connie le sonrió y alzó una de sus delgadas cejas—. No olvides que Jean y Sasha están junto a sus amigos, y ellos dos son los mejores, te lo aseguro, así que van a rescatar a Colt tal como estaba planeado. Pero por ahora, nosotros solo debemos concentrarnos en nuestra parte del plan. Si nos retrasamos más de lo necesario, no podremos reunirnos con ellos en el sitio acordado, ¿verdad?

Ya fuese por la confianza absoluta presente en las palabras del joven marinero, o porque simplemente necesitaban tener esa pequeña esperanza para no perder la cordura, ambos niños asintieron con entusiasta fervor infantil, a pesar de seguir pareciendo algo preocupados por la suerte del otro muchacho.

Casi de forma imperceptible, Erd asintió en dirección a Connie, dándole silenciosamente las gracias por lo que acababa de hacer. El chico, no obstante, solo se encogió de hombros, restándole importancia al hecho, y posó una mano en el hombro de Udo, contemplando todo a su alrededor mientras dejaba escapar un largo silbido de admiración.

—A pesar de que no es mi primera vez en Liberio, nunca deja de sorprenderme lo espectacular, bonita y próspera que es esta ciudad —les dijo—. Lástima que todo sea prácticamente una mentira.

—¿Pero acaso una mentira no puede convertirse en una verdad si la repites hasta que todos llegan a creérsela? —replicó Farlan, sin esperar respuesta a cambio. Luciendo preocupado, tanto que sus clarísimos ojos celestes parecían dos profundos pozos cerúleos que en nada se asimilaban al mar en calma que casi siempre reflejaban, este inquirió—: ¿Qué demonios vamos a hacer ahora con toda esta maldita gente pululando por aquí? ¿Cómo se supone que nos acerquemos al palacio sin llamar la atención?

Aquella duda, era algo que también inquietaba a Levi en ese momento. Parte de su plan, una vez divididos en dos grupos, se basaba en que ambos aprovechasen el regreso a casa de los pobladores —que vivían a las afueras del castillo de Liberio— para así acercarse a este sin llamar la atención, teniendo mayores posibilidades de colarse dentro antes de que los notasen los guardias. El grupo de Jean, por su lado, se dirigiría hacia las mazmorras, situadas en la parte norte del palacio real, mientras que ello, con ayuda de Connie, cruzarían los impenetrables muros de la fortaleza a través de los conductos de agua subterráneos, con objetivo de llegar a las estancias del rey sin tener que atravesar medio castillo a vista y paciencia de todo el mundo. Sin embargo, con prácticamente todo el pueblo en espera de la ejecución, cual, si fuese una fiesta, ¿cómo demonios se suponía que iban a lograr acercarse al castillo de la colina sin llamar la atención?

—Gabi —dijo Erd a la niña, ante lo que esta lo miró—, ¿crees poder encontrar otra ruta para nosotros? Ya sabes, con tus amigos…

Evidentemente dudosa y muerta de nervios, la mocosa se mordió el labio inferior con tanta fuerza, que sus dientes dejaron marcas en este; no obstante, al contemplar una vez más el cadalso construido en el centro de la plaza, sus oscuros ojos castaños se llenaron de determinación, asintiendo con un gesto seco.

—Podría intentarlo, pero necesitaré salir de aquí. Si alguien más me llegase a ver…

Comprendiendo el terrible riesgo que sería para todos ellos que la niña llamase la atención de los pobladores de ese modo, pobladores que condenaban la magia en cualquiera de sus formas, siguieron a Erd, escabulléndose hacia uno de los callejones más alejados de la plaza, el cual parecía por completo vacío debido al revuelo de la celebración.

Una vez se aseguraron de no ser vistos por ojos curiosos, la mocosa apoyó la espalda contra un muro y cerró los ojos con fuerza, cubriéndose los oídos con sus pequeñas manos morenas mientras murmuraba incansablemente para sí misma, pese a la algarabía reinante.

Nada más ver brillar en un rojo incandescente la marca en la muñeca de esta, Levi sintió como algo cambiaba a su alrededor, casi pudiendo oler la magia que emanaba de la niña.

Como si hubiese sido invocado de la nada, un enorme perro negro hizo su llegada al callejón unos cuantos minutos después; sin embargo, ignorándolos por completo, el animal dirigió sus silenciosos pasos hacia donde se encontraba Gabi, contemplándola como si fuese una vieja y querida amiga.

Poniéndose en cuclillas para así quedar a la altura del perro, la mocosa pasó sus delgaduchos brazos por su cuello, en una especie de abrazo. Al ver como sus labios se movían junto a la negra oreja del animal, Levi intuyó que seguramente esta le estaría dando alguna orden; sospecha que se vio confirmada en cuanto Gabi liberó al perro y se puso de pie, indicándoles que la siguieran en la dirección que aquella bestezuela callejera acababa de tomar, rumbo al bosque circundante.

—Por Dios, no puedo creer que estemos siendo dirigidos por un animal —protestó Farlan, moviendo pesarosamente su rubia cabeza bajo la capucha—. Aunque, ¡qué demonios! De todos modos, vinimos a este sitio obedeciendo las órdenes del bastardo de Smith, y lo seguimos haciendo hasta ahora. Creo que incluso me siento más a gusto con este chucho como cabeza pensante.

Levi ahogó una risilla, pero sintió una emoción extraña anidar en su pecho al ver que, a pesar de haberlo oído claramente, Erd no hizo nada aparte del lanzar una mirada de rubias cejas arqueadas y una mueca de advertencia a su amigo, la cual este devolvió con una socarrona sonrisa. Aunque fuese egoísta de su parte, muy egoísta, saber que el tipo de amistad llena de camaradería que siempre había compartido con Farlan estaba siendo dirigida también para alguien más, no era un sentimiento del todo agradable.

Las afueras de la ciudad pronto fueron visibles para ellos, un terreno de árboles altísimos y vetustos, cuyas sombras se alargaban como gigantes al ser proyectadas sobre el suelo de aquella tarde ya desfalleciente. A la distancia, la ciudad se iluminaba entre el negro crepuscular y el dorado anaranjado de las llamas crepitantes de las farolas, lo cual le otorgaba un aire de irreal ensueño y la hacía parecer casi un espacio atrapado en el tiempo.

Aunque desde las puertas de la ciudadela el majestuoso palacio real sobre la colina aparentaba estar mucho más cerca, el recorrido les tomó más de una hora completa de marcha sin pausa, por lo que cuando finalmente llegaron a las murallas que rodeaban este, la noche ya había caído por completo sobre ellos.

Aprovechando que aún se hallaban protegidos dentro del bosque, los seis, junto al perro, tomaron asiento sobre la hojarasca durante unos instantes, bebiendo toda el agua que les quedaba mientras luchaban por calmar los nervios, cada vez más y más tensos.

Udo y Gabi —que acariciaban a su improvisado guía entre las orejas— comenzaron a susurrar entre ellos, de seguro preocupados por el hermano mayor del otro crío, cuyo destino ya parecía echado y condenado. Farlan, por su lado, había entrado en un silencio meditabundo que Levi conocía muy bien; aquel que siempre presagiaba que la ansiedad y el temor de su amigo se encontraban al borde, pero los cuales se obligaba a controlar para que su trabajo resultase lo mejor posible.

Finalmente, Connie fue el primero en ponerse de pie para acercarse a los niños y decirles algo, a lo que Erd lo imitó, uniéndose a ellos.

—Se supone que ahora es cuando esos endemoniados críos deben hacer su parte, ¿no? —inquirió Farlan, alzando el rostro para observar al joven guardia.

Él se encogió de hombros.

—Tch, eso creo. Se supone que el mocoso, Udo, debe invocar al viento para preguntarle por la joya y su ubicación. Si tenemos suerte, no nos veremos obligados a entrar a la Cámara Real completamente a ciegas, y al fin sabremos que joya de mierda es la que debemos buscar, joder.

Al pensar en la misión suicida que les esperaba esa noche, Levi sintió como el estómago se le encogía dolorosamente a causa de los nervios. No era la primera vez que se ponía en esa clase de peligro, por supuesto, pero robar a hombres demasiado ricos, imbéciles y pagados de sí mismos, no era igual que hurtar al poderosísimo monarca de un reino enemigo, sabiendo que con ello podría desatarse una guerra. Además, si entrar al palacio sería una cosa difícil, salir de este con la joya robada y llegar de una sola pieza al puerto, sería mil veces peor.

El repentino viento silbante que se coló dentro del bosque removiendo las ramas de los árboles, provocó una ronda de follaje susurrante que hizo danzar en círculos las hojas caídas. Una vez más, aquella extraña sensación que siempre lo embargaba al ver a los mocosos utilizando sus habilidades mágicas con tanta facilidad, brotó en su pecho. El comprender que, pese a todo el dolor que arrastraban debido a que su propia gente había sido masacrada debido a ello, seguían atesorando su herencia con todo el corazón y sin vergüenza alguna.

La noche se volvió un ser sobrenatural sobre ellos, gimiente y en constante movimiento, como si toda esta quisiese complacer al niño contándole su historia y brindándole su ayuda. Udo, con el negro cabello vuelto un desastre y concentrados ojillos curiosos tras las gafas, oía con atención todo lo que el viento al parecer tenía para contar, no siendo ya solo un crío de doce años como minutos atrás, sino que un ser mucho mayor, repleto de mil vidas vividas además de la propia.

Ya fuese porque los nervios lo dominaban, Levi perdió el concepto del tiempo transcurrido durante aquella espera. Cada una de sus respiraciones resultaba tan eterna como una vida completa, y cada uno de sus latidos apenas un microsegundo que se perdía en la inmensidad. Era consciente de seguir vivo, pero apenas, como si observando la escena que se desarrollaba frente a sus ojos, la realidad y la fantasía hubiesen borrado por fin la fina línea que las separaba, fusionándolas en una sola.

El viento se acalló de golpe, succionando el sonido reinante como si este jamás hubiese existido. Poniéndose de pie, Udo los contempló a todos ellos, ya no con la inseguridad del niño asustado ante la posibilidad de perder al último miembro adulto de su preciada familia, sino que siendo el hechicero que se suponía debía ser; aquel que dominaba al viento y lo convertía en una parte de sí mismo, porque era su naturaleza y su legado; era para lo que había nacido.

—La joya —comenzó este, pasándose la lengua por sus labios resecos—. La joya del rey se encuentra resguardada en el ala este; la más alejada del palacio.

—¿No en la cámara real? —se extrañó Erd.

El niño negó.

—No, se encuentra en el ala este; en un pabellón privado. Nadie aparte del rey y un grupo selecto tiene permitido ir hasta allí.

—¿Ámbar o esmeralda? —inquirió Levi, sintiendo la anticipación correr por sus venas como un ser vivo—. ¿Te ha dicho el viento que tipo de jodida joya es la que debemos buscar?

—No —admitió el niño, con evidente pesar—. Solo me dijo que la joya guarda un secreto, que es especial, más que ninguna otra; aunque no ha querido contarme cual es ni porqué. Pero me advirtió que obtenerla no será algo sencillo.

El gruñido de frustración de Farlan resonó en concordancia con su propio malestar, porque si ya robar una joya real sería un problema que les haría jugarse el cuello, robar una, que parecía ser una completa putada, probablemente sería un suicidio.

Tras compartir otra mirada de resignación con su amigo, Levi se preguntó, una vez más, cuanto en realidad le costaría cumplir todas las promesas que al parecer lo ataban.

 

——o——

 

Habiendo nacido y crecido en los terribles suburbios de Mitras, si a algo estaba acostumbrado Levi en la vida, era a las zonas asquerosas y oscuras, y a las ratas; muchas ratas. Aun así, tener que caminar por los húmedos y malolientes acueductos subterráneos del palacio real, siendo guiado por un pequeño grupo de aquellas criaturas escurridizas y chillonas, no era para nada agradable.

El camino, como no, lo encabezaba Gabi junto a Connie, siendo esta la que llevaba el control sobre los peludos animalejos que ahora los conducían por el laberinto que era aquel oscuro lugar, donde la luz de los quinqués que cargaban consigo apenas alcanzaba a iluminar algo, siendo casi completamente tragada por los gruesos y mohosos muros.

Aquel plan tan alocado y desconcertante, había sido por completo idea de Jean, durante su viaje rumbo a la capital. Cuando este descubrió lo que los mocosos podían hacer, creyó que sería buena idea contar con su ayuda dentro de lo que ya tenían planificado con anterioridad; no solo sería una excelente manera de romper las predicciones sobre sus movimientos que al parecer estaba haciendo el enemigo, les dijo, sino que también tendrían mayores posibilidades de que tanto el robo de la joya como el rescate de Colt, resultaran ser un éxito.

Debido a la habilidad de Gabi para poder controlar animales y a que Connie poseía un sentido de la orientación admirable, el contramaestre del Titán señaló que sería una buena estrategia ingresar al castillo por debajo de este en vez de trepar los muros como era su intención inicial. Nadie estaría atento a los conductos de agua, ya que técnicamente eran un laberinto sin escape alguno, pero si ellos utilizaban a las ratas para guiarlos, la situación podría ser completamente diferente y les otorgaría una enorme ventaja, pudiendo entrar al palacio sin ser notados antes de tiempo.

El chapoteo de sus pasos, sobre el agua maloliente, fue repentinamente roto por Connie maldiciendo de manera ferviente. Al apuntar su quinqué en dirección de este, Levi se percató de que el chico observaba con las manos posadas en las caderas un muro sin salida, sobre el cual parecía haber sido tallada una escalera natural de piedra, la que ascendía hacia, lo que supuso era, el exterior.

—Me temo que no todos lograremos pasar por allí —les dijo Connie, señalando la pequeña abertura que era visible desde donde ellos estaban—. Las ratas nos han traído a un punto ciego.

—Nos han traído al punto más cercano y seguro del ala este —lo contradijo Gabi, pareciendo más que dispuesta a defender al grupo de bichejos que revoloteaban a sus pies como una marea viva.

—El jodido agujero luce demasiado estrecho —masculló él, mirando a Farlan que se hallaba a su lado, temiéndose ya lo peor.

—Lo es —respondió Connie, dando un salto hacia el suelo tras haber trepado unos cuantos peldaños de la escalera, para examinarlo mejor—. Los niños podrán pasar a través de él sin problemas, y quizá nosotros dos, con algo más de esfuerzo. Pero Farlan y Erd de seguro se quedarían atorados; son demasiado corpulentos.

—¿Y no hay otro camino? —inquirió Erd, con semblante preocupado.

—Las ratas dicen que no, a menos que deseemos llamar la atención de los habitantes del palacio —apostilló Gabi, acariciando al gris roedor que descansaba en sus manos—. El sitio donde nos dirigimos está resguardado por muchos guardias, y el siguiente punto seguro, sería en la otra punta del castillo.

Levi gruñó con frustración, aunque en el fondo bien sabía que su enfado era más que nada una forma para canalizar el horroroso miedo que sentía. Su plan de asalto al palacio siempre había sido con Farlan a su lado; Farlan, que se complementaba perfectamente con él ya que llevaban años trabajando juntos. Farlan, que siempre le había cuidado las espaldas para permitirle correr los riesgos más demenciales a la hora de llevar a cabo sus robos, porque Levi sabía que este jamás lo dejaría caer; entonces, ¿cómo demonios se suponía que haría aquello él solo?

—Farlan y yo abriremos la puerta de fortificación y robaremos algunos caballos de los establos —dijo Erd repentinamente, sacándolo de sus sombríos pensamientos.

Levi lo miró con asombro, frunciendo a continuación el ceño.

—Oi, bastardo, ¿es que has perdido la puta cabeza?

—Nada de eso, pero debemos tomar decisiones rápidas. Desde que las cosas comenzaron a torcerse en este plan, hemos tenido que ir improvisando sobre la marcha. Si todo resulta bien y logras hacerte con la joya, entonces necesitaremos huir de aquí a toda prisa para reunirnos fuera de la ciudadela con el grupo que rescatará a Colt, como acordamos —le recordó el joven guardia real—. Tenemos que llegar al puerto antes del amanecer, Ackerman, cuando el Titán haga su aparición.

—Abrir las puertas será llamar la atención de todo el mundo sobre nosotros, idiota. Lo comprendes, ¿verdad? —le dijo Farlan, sin embargo, no había signo alguno de combate alguno en sus palabras, solo genuina curiosidad.

—Lo hago, pero de seguro el robo de la joya también lo hará —reconoció Erd—. Si esta se encuentra tan protegida como el viento le dijo a Udo, sacarla de allí sin que lo noten será realmente complicado.

—Bueno, que así sea entonces —intervino Connie, cortando de golpe el oscuro humor de todos—. Yo subiré primero y luego los niños, cuando les avise que sea seguro. Levi, tú irás al último, por si surge algún problema. Hagan un buen trabajo chicos; nuestra huida dependerá de ustedes —dijo, haciendo un saludo con la mano a los otros dos—. Nos vemos luego.

Antes de que ninguno de ellos pudiese decir nada más, Connie trepó por la escalerilla labrada usando manos y pies, comenzando el ascenso. Levi oyó a las ratas chillar bajito por el suelo, estremeciéndose un poco al sentir su agitado contacto contra sus piernas. No obstante, su repulsión menguó al ver como Gabi se inclinaba hacia estas para hablarles en susurros, sintiéndose agradecido y aliviado cuando la niña informó a Erd de que los bichejos los guiarían hacia una nueva salida, esta vez, más cercana a las caballerizas.

A pesar de que el miedo que sentía era evidente, Udo siguió a Connie cuando este lo llamó desde arriba, acompañado luego por la otra mocosa, quien trepó como un ágil mono por el muro. Levi sabía que él era el siguiente y que el tiempo estaba en su contra, pero, aun así, la idea de separarse de Farlan en esas circunstancias no solo era aterradora, sino que también dolía, algo que este debió notar porque pasó un brazo sobre sus hombros, dejando luego un beso sobre su cabeza pese a su gruñido de protesta.

—Solo un poco más de esfuerzo, viejo amigo —le dijo Farlan con una sonrisa que por un instante apartó las sombrías nubes que Levi sentía lo cubrían—. Hemos aguantado durante todos estos malditos meses y al fin estamos aquí, así que solo un poco más de esfuerzo, ¿está bien? Y una vez consigamos la joya y regresemos a casa, ambos, recuperaremos nuestras vidas, no lo olvides. Así que no se te ocurra fallar o morirte, idiota malhumorado.

—A ti tampoco, bastardo —replicó él, golpeando suavemente el corazón de su compañero con su puño en respuesta—. Hagamos que este trabajo sea espectacular, Farlan, después de todo, es nuestra retirada del jodido mundo delictual, ¿no?

—Completamente, Levi, completamente. Haremos que esta noche Marley jamás se olvide de nosotros.

Lo que él no fue capaz de dimensionar en ese momento, fue cuánta razón su amigo tendría en un futuro, no tan, tan lejano.

 

——o——

 

Decir que había un número considerable de guardias reales vigilando el ala este del palacio, realmente era quedarse corto, en opinión de Levi. Todo el pequeño patio central que al parecer circundaba el recinto, se hallaba repleto de hombres vestidos con uniforme añil, quienes recorrían de una punta a otra los alrededores, sin pausa alguna ni dejar espacios libres. Además, él intuía que dentro del edificio de dos plantas que allí se alzaba imponente y majestuoso, debía haber también una cantidad considerable de hombres del rey.

Ciertamente la joya debía ser en extremo valiosa si el monarca de aquel reino consideraba que esta necesitaba un resguardo tan férreo.

—El viento me ha asegurado que la joya se encuentra en la segunda planta, justo donde se halla aquel balcón —les indicó Udo una vez la brisa nocturna que había invocado volvió a aquietarse, señalándoles con el dedo una de las habitaciones oscurecidas, donde la luz de las antorchas que iluminaban el patio apenas llegaba.

Entrecerrando sus ojos grises lo suficiente para afinar la vista, Levi contempló el sitio indicado por el niño, sintiéndose aliviado. La piedra plomiza y porosa que forjaba las paredes del castillo ciertamente no era la mejor para una escalada en vertical, pero al menos una hiedra fuerte y espesa cubría buena parte de la estructura hasta el mismísimo balcón, por lo que no solo tendría soporte gracias a ella, sino que también protección durante el ascenso.

—Te ayudaré durante la primera parte de la subida y luego cuando bajes —susurró Connie junto a su oído. Los cuatro se hallaban ocultos tras el pequeño muro de piedra que separaba una parte del ala del edificio del resto del palacio, como si fuese una zona independiente de este—. Aunque me temo que, con tanta vigilancia, el problema será encontrar un momento adecuado para poder acercarnos y hacerlo.

—Bueno… quizá yo podría distraerlos un poco —se ofreció Gabi, solícita, atrayendo la atención de ambos sobre ella.

Udo rio por lo bajo al oírla, ganándose de inmediato una mirada de puro rencor por parte de su amiga.

—Es que a Gabi se le dan bien todos los tipos de alimañas, especialmente las nocturnas. ¡Parecen amarla!

—¡No lo hagas sonar como si fuese algo ridículo o malo! —protestó ella en un susurro indignado.

—Bueno, yo creo que, si es útil, no deberías avergonzarte de ello —le dijo Connie a la cría, palmeando su cabeza—. ¿Crees poder sacar a algunos cuantos guardias de aquí, Gabi? Realmente nos vendría bien librarnos de ellos al menos por un rato.

Tras pensárselo unos momentos, esta finalmente asintió. Tomando la mano de Udo como si aquello fuese algo a lo que ya estuviesen habituados, ambos murmuraron las mismas extrañas palabras a la vez, haciendo que sus marcas resplandeciesen en rojo furioso mientras una nueva brisa salvaje hacía acto de presencia por el lugar, desconcertando a los sorprendidos guardias, quienes no entendían que demonios ocurría con aquel tiempo cambiante.

Durante unos cuantos minutos nada ocurrió, siendo el silencio solo roto por los ruidos nocturnos y el viento aullante agitando el follaje una vez más; no obstante, cuando menos lo esperaba, Levi oyó un sonido vibrante y estremecedor, el cual pareció absorberlos por completo en cuanto una mancha negra y aleteante entró al patio central, haciendo que Connie y él contuviesen el aliento.

—Oh, joder, ¡si son murciélagos! —masculló con arrebatado asombro, ante lo que la mocosa asintió.

Sin apartar los castaños ojos de las criaturas aladas y sus manos de las de Udo, el pequeño rostro de Gabi se hallaba contraído en una dolorosa mueca debido al evidente esfuerzo que le generaba no perder el control sobre los murciélagos, quienes parecían seguir las ordenes que ella murmuraba, incansablemente.

—¡Vayan por la joya, ya! —los apremió el otro niño, sosteniendo con más firmeza las manos de su amiga—. Controlar un grupo de animales salvajes nunca es fácil, menos uno tan grande. Gabi no podrá durar mucho tiempo.

Nada más oír aquello, Connie se puso de pie y sujetó un brazo de Levi para tirar de él, obligándolo a que lo siguiese. Mientras corrían agachados contra el muro para no ser descubiertos, oyeron las exclamaciones aterradas de los guardias. Estos, siendo incapaces de librarse de la inesperada plaga que los atacaba, corrieron desesperados a buscar refugio dentro del edificio principal, dejando, para su fortuna, el patio por completo vacío.

Hábil como era, Connie trepó sin dificultad alguna el muro cubierto de vegetación que separaba el patio del edificio privado que conformaba aquella ala del palacio. Tendiendo su mano hacia Levi una vez estuvo arriba, lo ayudó a subir en un par de segundos, logrando al fin cruzar hacia el otro lado.

El jardín de invierno que encontraron una vez aterrizaron de su caída, era un sitio precioso y lujoso, lleno de flora extravagante que él no había visto en toda su vida, e inmobiliario tan caro que Levi estaba seguro de que con solo vender alguna de aquellas piezas, una familia de cuatro podría alimentarse perfectamente al menos durante un año. Aun así, no tuvo tiempo de admirar nada más de lo que lo rodeaba, porque tras el sonido burbujeante proveniente de la fuente de agua que decoraba el centro del lugar, algunos guardias se hicieron visibles dentro de la estancia interior, obligándolos a esconderse en un rincón poco iluminado.

—Oi, mocoso, treparé por la hiedra que cubre el muro, así que ayúdame a darme impulso —pidió a Connie, quien asintió con un gesto, sin apartar sus ojos de los hombres del rey.

Tras arrastrarse por el jardín, con cuidado de no ser vistos, finalmente llegaron a la zona bajo el balcón. Acuclillándose para hacer de soporte, el joven marinero del Titán le indicó a Levi con un gesto que estaba listo, ante lo que él se trepó en su espalda con agilidad y equilibrio perfecto, sujetándose de la espesa enredadera para tirar de ella. Al notar que esta era tan gruesa y firme como esperaba, un suspiro de alivio escapó de sus labios. Teniendo cuidado de no hacerse notar más de lo necesario, comenzó finalmente la escalada, agradeciendo de corazón sus innumerables años de práctica en ese tipo de situaciones, a base de robos a más de un cabrón adinerado en Mitras.

Llegar hasta el balcón fue mucho más fácil de lo que esperaba, sobre todo porque la estancia se encontraba oscura como las fauces de un lobo. La cristalera batiente que hacía de ventana era enorme, lo que le hizo preguntarse cuanto tiempo le tomaría forzar la cerradura sin llamar la atención; no obstante, nada más posar sus dedos sobre el frío cristal, esta cedió, dándole paso al interior en una especie de muda bienvenida.

El silencio dentro de la habitación era pesado y angustiante, aunque quizá la angustia fuese solo cosa suya debido a la ansiedad que lo embargaba, la cual hacía que su corazón latiese a una marcha de locura.

Durante unos instantes, Levi permitió que sus ojos se adaptasen a la escasa luz nocturna que se colaba desde el balcón, sorprendiéndose enormemente al darse cuenta de que aquello no era un despacho o cámara como había esperado, sino que una alcoba como cualquier otra, donde una cama ocupaba el centro de todo, fundiéndose entre las sombras.

Contó hasta diez antes de dar su siguiente paso, y hasta treinta antes de atreverse a ingresar del todo, ya por completo convencido de que no había nadie más en aquel lugar, por lo que era seguro arriesgarse.

El sonido del desastre provocado por los murciélagos de Gabi aún era audible en el exterior, pero había ido decreciendo poco a poco, por lo que supuso que su tiempo también estaba marchando ya en contra. Debía hallar cuanto antes la maldita joya, se recordó Levi. Mientras antes pudiese largarse de ese sitio, más posibilidades tendrían todos ellos de salir vivos de ese maldito reino de pesadilla.

Al cerrar sus ojos por un momento, la imagen de Isabel y Farlan fue todo lo que repletó su mente, por lo que elevando una plegaria a quien estuviese dispuesto a oírlo, rogó porque aquel robo de locura resultase bien para así poder regresar algún día junto a ellos. Sin embargo, una vez se convenció de que así sería, fue Eren y su promesa de ayudarlo lo que lo instó a no bajar la guardia. Una vez la joya estuviese en su poder y Farlan regresara a Paradis para recuperar a Izzi, él todavía tendría mucho que hacer en aquel lugar.

Como si el pensamiento del chico de sus sueños hubiese avivado algo dentro suyo, notó la marca en su pecho comenzar a quemar nuevamente un poco; no de forma terrible como en otras ocasiones, pero sí como un recordatorio para que no perdiese la determinación ni la perspectiva de su misión.

Una vez llegó junto a la chimenea, sus dedos tantearon la parte superior de esta hasta dar con las cerillas, encendiendo una y mirando a su alrededor para poder orientarse antes de comenzar a buscar; pero, cuando su mirada recayó en la cama, su aliento se quedó atascado entre sus labios, sintiendo su corazón detenerse en cuanto sus ojos se encontraron con aquellos otros verdeazulados, tan conocidos y, al mismo tiempo, tan nuevos para él; tan añorados que lo hicieron sentir abatido por un rayo y caer de rodillas sobre el alfombrado suelo, contemplando como las lágrimas fluían de estos sin pausa alguna, al igual que lo hacían de los suyos.

—Eren —fue todo lo que dijo al reconocer a este, pero tampoco necesitaba más.

Finalmente… finalmente se habían encontrado.

Notas finales:

Lo primero, como siempre, es agradecer a todos quienes hayan llegado hasta aquí. Espero de corazón que el capítulo resultase de su agrado y valiera la pena el tiempo invertido en él.

Por lo demás, disculpas por la demora en traer este a pesar de que ya estaba escrito, pero entre una cosa y otra a veces pierdo un poco la noción del tiempo. Pero bueno, esta vez sí Eren y Levi finalmente se han encontrado ya, no en sueños, sino que, en la realidad, lo que me tiene muy feliz y espero que a ustedes también. Podría decirse que, a partir de este punto en realidad, su relación ya tomará un rumbo más sólido de lo que han tenido hasta ahora, ya que ambos deberán aprender a conocerse y comprenderse a pesar de lo muy diferentes que han sido sus vidas hasta ahora.

Espero poder traer la siguiente actualización pronto, así que me esforzaré para no retrasarme tanto como a veces me ocurre entre una historia y otra. Y si ven que me demoro, por favor siéntanse libres de tirarme las orejas, jaja.

Dato bobo aparte, los temas que ayudaron a dar vida al capítulo en mi cabeza, como siempre en esta historia, pertenecen a Lindsey Stirling: Heist y Mirror House para toda esa preparación de asalto y rapto por parte de Levi y su grupo; y para el final, en su encuentro con Eren, por supuesto, Waltz.

Para quienes leen el resto de mis historias, aviso que en estos días saldrá el capítulo 4 de Tormenta, entre jueves o viernes si todo va bien, y si hay suerte, también el 3 de Anonymous que está en proceso de escritura en estos momentos.

Una vez más gracias a todos quienes leen, comentan, envían mp´s, votan y añaden a sus listas, marcadores, favoritos y alertas; siempre son el mejor incentivo para continuar por aquí.

Un enorme abrazo a la distancia y mis mejores deseos para ustedes.

 

Tessa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).