Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

'SAINTSEIYA . Amor Sincero por amourtenttia

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 

.

.

.

AMOR SINCERO

SEGUNDA PARTE 

 

 

Cuando el mayor de los antiguos jóvenes de bronce ingresó a su departamento no se sorprendió ni un momento al distiguir una sombra acechándolo dentro. Al pasar a un lado suyo, el Caballero de Wyvern se permitió ser observado por cualquier mirada que no estuviese entrenada para encontrarlo.

Ikki prefirió ignorar el frío color oro mientras se dirigía con pasos calmados hasta su habitación. Se desvistió sin pena ni gloria bajo la enfadada mirada de su antiguo amante mientras que las marcas de su reciente encuentro se exhibían por lo largo y ancho de su desnuda piel. Radamanthys de Wyvern no era tan inocente como para esperar que el joven Fénix considerara siquiera mantener una fidelidad que nunca le pidió, pero ni siquiera con pleno conocimiento de ello fue capaz de evitar la tristeza que el hecho le provocaba. Ikki no le necesitaba. No hacía falta para él. Nunca lo había hecho.

El que meras coincidencias los unieran por primera vez a las afueras de su natal hogar habían sido meros accidentes que poco o nada decían del destino que les esperaba. Romántico empedernido en completa negación de los sentimientos que el menor le provocaba, el Caballero de Wyvern intentó convencerse de que todo fue una mera casualidad. Desde la manera en que sus ojos se conectaron en aquel sitio perdido de la mano de los Dioses, a pesar de la distancia, hasta la forma en que sus cuerpos parecieron encajar perfectamente la primera vez que compartieron una noche juntos.

—Has conseguido pareja entonces... —comenta con voz seca el Juez que alguna vez causara pavor en los Infiernos.

—Difícilmente podría llamarlo de esa manera—responde secamente Ikki, a la vez que medio desnudo, le mira sobre el hombro con total indiferencia— No difiere tanto de lo nuestro... Pocas horas juntos, y solo cuando uno está dispuesto.

Radamanthys parece enojarse con la sola comparativa que refiere el otro, y su voz se vuelve helada al pronunciar.

—¿Te gusta que jueguen solo contigo, Fénix? Nunca fuiste ese tipo de hombre...

—No me conoces tanto como para saberlo—es la dura respuesta de Ikki, quien aparta la mirada mientras la camisa en sus manos es apretada con fuerza— Ni el tipo de hombre que soy ahora, ni el que llegué a ser contigo antes.

El frío tacto sobre la piel desnuda de su espalda le deja en una pieza, pero finge demasiado bien que no hay sorpresa alguna ante semejante acto. Desearía ser capaz de mentir de mejor manera, puesto que en el momento en que la mano pálida del otro delinea su figura su postura comienza a relajarse. No ha perdido ni un ápice del poder total que posee sobre su cuerpo. Y el solo pensamiento le lastima tanto como le enfada.

—Sé el tipo de amante que eres, Ikki... El hombre que te empeñas en ser... —dice el más alto, mientras su voz provoca un temblor en el menor, quien ahoga una maldición al oírlo cerca de su oído—Sé que eres solo mío, incluso si te niegas a aceptarlo.

Cuando Fénix le aparta con rudeza no puede sorprenderse demasiado, incluso cuando su rechazo es tan doloroso como hubiese sido si hubiese sido realmente inesperado. Ahoga un suspiro cansado a medida que se aleja varios pasos.

—Lo que tuvimos es pasado, Caballero de Wyvern. Lo que prometí antes expiró. Te negaste a aceptarlo, y fue una oferta de única ocasión.

Radamanthys frunce el ceño notablemente cuando el otro termina de vestirse y camina fuera del cuarto. Le sigue pocos pasos detrás, mientras la inconformidad sigue creciendo en su pecho. En cada pequeña oportunidad este mismo hombre continúa negándose a escucharlo. Con el paso de los meses el Juez esperaba un cambio en su arisca actitud, y sin embargo ha terminado recibiendo justo lo que quería evitar. Una frivolidad que creyó quedó atrás tras esa única noche en que la confesión salió de sus labios. Era cierto. Furtivos encuentros no los hacían una pareja convencional, no eran como otros. Eran hombres que prestaron su vida para proteger sus propios intereses en una guerra milenaria, ¡¿qué clase de normalidad esperaba Ikki de él?!

—Han pasado solo meses, Fénix. Y te di mi respuesta esa misma noche... —le recuerda, molesto.

Pero más que furia o tristeza, es frustración en su mirada lo que escapa sin remedio alguno.

El moreno le observa con el reclamo escrito en sus endurecidas facciones. 

—Te fuiste. Ésa fue tu respuesta—dice, todavía herido.

El que el Caballero de Hades sea capaz de observar cuánto continúa doliendo realmente es algo que lo enfada más. Darse cuenta de lo mucho que se abrió ante él. No hablando solo de su maldito cuerpo. Ilusamente Ikki entregó lo único que se juró no volver a usar. ¿Qué tan imbécil tenía que ser realmente como para irse a enamorar de otro hombre? ¡Y uno como Radamanthys, para empezar!

—Incluso cuando la guerra a terminado, mi lealtad está con él. No puedes pedirme abandonarlo... —replica Radamanthys, tan herido como el propio Fénix, quien desvía la mirada

—No te pedí nada similar... Pero si ahora cambiara de opinión al respecto, incluso los Dioses deberían reconocer que mereces una vida lejos del Infierno ahora que la paz ha llegado.

En cada ocasión es lo mismo. Las contadas veces que se han permitido hablar del tema a sus maneras particulares, Ikki siempre demanda algo que Radamanthys no está dispuesto a entregar. Entregó tanto de sí mismo en el subsuelo que hoy día no tiene vida fuera del Inframundo. ¿Y esperaba que se olvidara de lo poco que le quedaba para regresar a la tierra solo porque él estaba ahí? Una promesa que no sería capaz de cumplir seguro.

Siendo que él observaba almas ir y venir cada cierto tiempo, no había en esa habitación quien pudiese comprender mejor lo efímero que es el amor realmente. Lo inevitable de su final, o lo irremediable de la propia muerte. Hades no le juró vida eterna, pero sí que los Dioses prometieron algo más tranquilo para todos. Sin embargo, ni todo el poder de los Dioses juntos podía cambiar lo que el destino ha escrito.

Una vida al lado de Ikki suena mejor que cualquier anhelo que pudiese cumplirse en los Campos Elíseos, pero no es más que una ilusión... Porque conociéndolo como lo hace, sabe que no podrá cumplir lo que ha jurado antes. Mejores oportunidades le esperan fuera de él, y Radamanthys prefiere escudarse en ello, y en sí mismo.

—Incluso si estos son los años más prósperos en décadas, no quita el hecho de que miles de almas ingresan al Inframundo día con día. Mi presencia es requerida allí. Te lo dije entonces, y lo repito ahora... Si tu me lo permites, vendré a ti cada que llames. Pero no demandes todo mi tiempo, puesto que mi servicio sigue las órdenes de Hades—informa, con el aire solemne que en un principio el otro encontraba hasta encantador.

Ha dejado de ser lindo que profese tal lealtad por un hombre que no es él. Y es todavía peor porque sabe que no es necesario. Ya no más.

—Athena misma me dijo que ningún Caballero está atado a sus Dioses por más tiempo—le confiesa, rencoroso— Somos libres ahora... Si realmente quisieras, podrías darme más que esas asquerosas promesas de una noche, y palabras vacías de un amor que no sientes.

El mayor le mira con cierto pesar. 

—Tu sabes qué me detiene, Ikki. Cuáles son mis temores aquí..

Ikki pretende ignorarlo de nuevo. 

—Contrario a ustedes, seguidores de Athena, nosotros no tenemos esa libertad con la que ahora te escudas.  Una vez que renuncie a mi Señor, no habrá lugar en el mundo donde pueda sentirme completo de nuevo. No hay vida para mí aquí.

—Conmigo serías feliz, Radamanthys. Tu mismo lo has dicho—responde, ofendido.

—¿Y cuánto durará eso, Ikki? Porque ahora mismo haces parecer que no te importa realmente... —declaró, acallando cualquier reclamo sin pensarlo dos veces, su voz adquirió aquellos tonos que mandaban al resto a guardar silencio— Si no estuviese yo aquí, nunca habrías intentado contactarme. Has ido tan lejos como para buscar otro que te de el calor que no puedo entregarte. Escudándote en una blasfemia.

—¡Tu te marchaste! —responde más molesto que nunca el Fénix— ¡¿Por qué tendría que buscarte?! ¡¿Por qué mantener una promesa que tú no podrías?! ¡No bromees conmigo, Radamanthys de Wyvern! ¡Fuera de mi vista, no puedo saber lo que ocurre en verdad!

Cuando el inglés le dedica una mirada llena de dolor que se esconde fácilmente detrás de una frialdad que no siente, Ikki da un paso atrás. No hay manera en que ellos llegasen a luchar aquí y ahora. El miedo que le recorre poco o nada tiene que ver con la fuerza que posee detrás de la aparente serenidad que intenta vender. Sus palabras y su actuar. Éso es lo que provoca más temor en él.

—Contrario a ti, amor... —dice finalmente Radamanthys, con un tono por demás cansado— Te he sido fiel cada día desde esa noche. Nadie puede darme lo que tu me das.

Fénix no piensa caer tan fácilmente. Su orgullo es, por mucho, mayor que el de Radamanthys

—¿Nadie es lo suficientemente honesto contigo, bastardo infeliz? ¿O no hay calor en los Infiernos que igualen lo que te entregué en la cama?—escupe, más molesto que antes.

Nunca se esperó que ese hombre no llegase a ceder al menos una vez a la pasión de cualquier otro Espectro. Se había convencido a sí mismo que lo que hiciera con su cuerpo sería poco comparado con el sinvergüenza de Wyvern. ¿Y ahora se venía a enterar de que fue el único que falló aquí? El rubio podría ser todo un villano... Pero desde que volvió a encontrarlo, no hay mentira que escapase de sus labios.

—Nadie me ama de la manera en que tú lo haces... O al menos, no hay mentiroso mejor que tú en donde yo habito.

El menor tuerce el gesto.

—No he mentido en lo absoluto—replica casi por un solo reflejo, se arrepiente inmediatamente cuando Radamanthys recupera su compostura lo suficiente como para permitirse ser bastante frívolo.

—Tu amor tiene fecha de caducidad, Fénix. Éso es lo que has repetido. Por un momento pudiste engañarme. Hacerme creer que me amarías del modo en que yo me encuentro amándote... 

—¿Realmente quieres que crea algo como eso? ¿Me acusas tú a mí de ser deshonesto?

El que la orgullosa postura le supere es algo que le hace sentir mal. Porque, por esta vez, el maldito hombre tiene motivo suficiente para sentir que ha ganado.

—Intento comprenderte, Rada. Créeme que lo he intentado. Pero no es fácil contigo. Nada es sencillo aquí.

—¿Eso es lo que te deja dormir tranquilo? El que no pueda darte lo que deseas.

—El que seas incapaz de ser honesto contigo. Éso me da tranquilidad, y me hace rabiar más que nada en la tierra... 

—¿Quién es verdaderamente deshonesto aquí, Ikki? Juraste que me amabas lo suficiente para entender lo que quisiera confesar, y a la mínima provocación me pusiste en una situación imposible. Quedarme contigo, o regresar al mundo donde habito.

—Tenías la opción de quedarte, Wyvern. Pudiste elegirme a mí, por sobre tus miedos estúpidos.

—¿Me prohíbes entonces sentir miedo de compartir mi vida contigo? Pensé que podrías entender al menos eso, Fénix... 

El peso detrás de esas palabras hace que el menor le mire de nuevo, esta vez sin poder creerlo. Cuando Radamanthys se acerca de nuevo a él, mientras que toma su rostro entre ambas manos Ikki no puede apartarse. Incrédulo no es suficiente para explicar su sentir. Tan concentrado en sus propias emociones, se negaba a siquiera intentar comprender. Hades mismo no es razón suficiente para el mayor. Su señor, aunque maldito, es quizá el único justo que habita en la existencia actualmente.

Radamanthys es libre de ir donde dese, ¿pero qué encontrará realmente si decide marcharse?

—En el Inframundo al menos tendré la certeza de que mis días serán siempre los mismos... Mi juramento me ata a cumplir un mismo propósito hasta el final de mis días. Sin cambio alguno en ningún momento. Me ofrece seguridad... ¿Qué me ofreces tú, en cambio? A tu lado el solo amanecer a contigo será incierto. Si decidieras marcharte de un momento a otro, no tendré armas para retenerte a mi lado.

—Yo no...

—Eres ese tipo de hombre, Fénix. No juegues conmigo... Incluso cuando amas, tu cuerpo no sabe mantenerse en un solo sitio... ¿O quieres que piense que solo Shaka de Virgo ha probado tus labios?

Cuando el menor se tensa Radamanthys desearía no saberlo. Pero poco o nada, esa faceta suya ya la maneja a la perfección. ¿De qué otro modo, si no, Ikki ha cedido ante él por primera vez? Estaba acostumbrado a complacer cuanto amante se cruzaba en su camino. ¿Y tenía que ser Radamanthys quien sufriera por ello?

—No sabes conformarte con nada de lo que cualquiera te ofrezca. Y no sabes mantener ni siquiera tus propias promesas cuando se trata de tus sentimientos.

Cuando sus labios buscan lo del menor, se aparta con rudeza al verlo reaccionar por instinto.

No es tan iluso como para creer que es porque su cuerpo lo desea solo a él. Que lo extraña de la misma manera en que él continúa anhelando su calor. Su ser entero. Al dar media vuelta para irse sus palabras quedan grabadas con fuego en la mente del alterado joven.

—No iré tan lejos como para decir que no me hieres, Ikki de Fénix... Pero no intentaré detenerte. Ten tantos amantes como desees... Nadie te entregará lo que yo, voluntariamente he dado. Ningún amor será tan sincero como el mío. Y eso lo sabes bien.

Ciertamente, Ikki no puede negarlo.

.

.

.

.

.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).