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Dark Flowers por LadyDeltaPhantomhive

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Todo lo que Erik escucha en primer lugar son susurros. Susurros venidos de las calles, de sus misiones. Son vagos y llenos de incertidumbre.

Erik se niega a creer en ellos, se niega a ser afectado por ellos. Él es el líder de la Hermandad. Él es Magneto; el doblador de metal al que ambos, seres humanos y mutantes, temen. Pero mientras los seres humanos lo odian y tratan de atraparlo, algunos mutantes lo admiran y desean unirse a él, a pesar de su miedo.

Ellos salen en misiones. Erik entrena a los niños y jóvenes, a cualquier persona que haya sido abandonada por los humanos o que quieran pertenecer a algún lugar. Erik les ofrece comida, refugio y entrenamiento. A cambio, él espera que luchen por él. Todos lo hacen.

Muchos mueren.

A Erik no le importa, los ve como daños colaterales.

Pero cada vez que sepulta a alguien en el jardín, en la mente de Erik llega la desaprobación silenciosa de Charles apuntándolo con un dedo, culpándolo. Erik está seguro de que es tan sólo su propia conciencia disfrazándose de Charles.

En cualquier caso, no importa. Erik no quiere pensar en Charles.

No después de todo lo que sucedió.

Erik se niega a ser atormentado por el fantasma de alguien que todavía está vivo.

Pero, cuando los susurros y rumores se vuelven más altos, Erik siente una punzada de preocupación en su pecho. ¿Y si es verdad? Quimera, una secreta organización armada creada por los humanos, y nombrada así en referencia a la criatura mitológica griega, iba cazando a los mutantes. De alguna manera, Quimera sabía exactamente dónde estaban los mutantes y cuáles eran sus poderes. Ellos eran implacables, rápidos y mortales. Nadie tenía la mínima oportunidad con ellos; era como si Quimera supiera lo que estaba por venir. Uno a uno mataban a los mutantes. Y, con el tiempo, se volvían más poderosos. Ellos estaban esparciéndose en todas partes, deshaciéndose de mutantes de los cuales ni siquiera la Hermandad había oído hablar. Incluso niños.

Al final, Erik no podía ignorar a Quimera.

O tal vez, sí podía. Sin embargo, los rumores comenzaban a no dejarlo dormir durante la noche.

»Quimera secuestró el telépata más poderoso del mundo.

Ellos lo están usando como un arma.

Lo corrompieron.

Vendrán por todos nosotros.«

Erik miró al techo, odiando cómo se le hizo un nudo en el estómago al solo pensarlo.

«El telépata más poderoso del mundo.» Los humanos podían ser estúpidos, pero no cometían errores cuando se trataba de los poderes de Charles.

Tenía que ser Charles. Sólo podía ser él. No podría ser cualquier otra persona.

Erik sintió una súbita y profunda satisfacción obscura al saber que Charles sufría tortura y cautiverio como él lo sufrió. Primero en su infancia, y después, en la prisión del Pentágono. Charles, por fin comprendería su dolor y agonía, los que lo llevaron a ir tras Shaw y lo motivaron a terminar con su vida.

Pero esos pensamientos fueron rápidamente dejados de lado. Charles, dulce e ingenuo. Paralítico. Charles el idealista. Su Charles. Capturado.

Eso provocó una rabia tan feroz en Erik, que casi lo asustó. Casi.

Erik había evitado a Charles y su grupo de mutantes todo ese tiempo. Rara vez se cruzaban. Sin embargo, la Hermandad no había escuchado nada de la escuela en seis meses. El silencio parecía amenazante ahora que Erik volvía a pensar en ello.

Y el miedo en su pecho empezó a empeorar.

¿Y si realmente se habían llevado a Charles? ¿Y si Quimera estaba torturando y obligando a Charles a usar sus poderes para rastrear mutantes? ¿De la misma forma que él hacía con cerebro?

El pensamiento asustó a Erik mucho más de lo que quería admitir.

El idealista y pacifista de Charles no era una amenaza para él. Nunca lo habia sido. Pero ¿usarlo como arma?

Charles, quien podía leer mentes, cuyo alcance telepático era mayor que cualquier otro, quien podía controlar a las personas y sus deseos, crear ilusiones, manipularlas físicamente.

Erik sabía que si los rumores eran ciertos, cada mutante sobre la faz de la Tierra estaría en peligro.

Realizó búsquedas día y noche. Manipuló, mintió, uso influencias e incluso mató para obtener más información. Usó tanta violencia como fuera necesaria.

Quimera era buena - la organización, toda ella, apenas dejaba pistas.

Pero incluso los enemigos más astutos cometen errores. Siempre hay una falla en el sistema. Siempre.

Además, tenía a su disposición las habilidades de los mutantes de la hermandad.

Entonces, después de tres semanas, lograron rastrear la sede principal de Quimera.

En un corto espacio de tiempo, considerando lo bien escondida que la organización estaba, pero, extrañamente, Erik sintió el peso de cada día que pasaba como si fuera él a quien estaban torturando. Él dejó todo de lado por ir detrás de Quimera.

«Estamos haciendo esto por el bien de la especie mutante. Estamos haciendo esto por un bien mayor.»

Erik se negaba a admitir que todo en lo que podía pensar era en Charles, en sacarlo de aquel enfermo lugar.

“Eres una adorable rata de laboratorio Charles,” Erik le dijo una vez en broma.

Ahora el pensamiento lo enferma.

Sería el eufemismo del año decir que sus sentimientos con respecto a Charles no eran contradictorios, pero ahora lo único que Erik sentía era determinación. Él iba a derribar a Quimera con la Hermandad. No dejaría viva alma humana detrás de sí. Frío y rápido. Erik dejaría de ser Erik y se convertiría en Magneto.

Magneto era implacable. Magneto era tranquilo. Magneto podría arrancar estadios del suelo si le diera la gana. Magneto no se preocupaba por un mutante, se preocupaba por la seguridad y el futuro de todos los mutantes. Magneto liberaría a los mutantes capturados. «Pero tú, Erik, tú tienes sólo una prioridad,» su mente le susurró.

Erik aplastó la pequeña voz con rabia.

Se forzó a tener una tranquila y gélida expresión mientras la Hermandad se acercaba a la sede de Quimera en su jet privado.

«Charles no es tan importante. Él es alguien que tú necesitas encontrar para completar esta misión. Deja de pensar en él. Deja de preocuparte. Como si el idiota ingenuo no hubiera luchado. Está bien, sólo tienes que sacarlo de aquí. Al igual que a todos los demás.»

«Concéntrate.»

Erik ajustó el casco en su cabeza al mismo tiempo en que gritaba órdenes. Sus mutantes obedecieron sin preguntar, como debería ser.

Cuando la sede de Quimera finalmente estuvo a la vista, una sonrisa sádica apareció en los labios de Erik. «Humanos patéticos.»

Después, la sede entera se llenó con el sonido estridente de las alarmas.
Notas finales: Bueno, creo que en el anterior no salió esto (y no se por qué 7-7)

Pensamientos: « »
Conversaciones telepáticas: < >
Flashbacks: “ ” ya sea de escenas o diálogos pasados
Esto: » « Fue para separar los susurros que Erik va escuchando. En palabras simples, los chismes xd

Eso es todo por ahora, cuidense ?(^u^)/

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