Bienvenido, Peter.
Especial “Día del Padre” para el Grupo Team Cherik.
Con el pelo platinado revuelto, sus gafas especiales para correr a gran velocidad y que no se le secaran los ojos, su mochila a cuestas y una seriedad increíble en el semblante tanto que ocultaba sus hoyuelos, Peter, de siete años, y mutante como su papá, observó cómo su madre tocaba el timbre del edificio de departamentos donde éste vivía. Hacía un mes que su progenitor, Erik Lehnsherr, estaba saliendo con una persona que hoy el niño tenía que conocer. Se trataba de un hombre dos años menor, lo que lo hacía de unos ¿cuarenta o algo así? (A Peter le costaban las matemáticas), que no vivía en la ciudad sino en Westchester, que era genetista, o genético, o lo que fuera con el prefijo “gen,” y, ¿qué más? ¡Ah! Según su padre, adoraba a los niños y era mutante como ellos.
Magda esperó a que su ex marido bajara, se despidieron amistosamente y dejó a Peter con él. El pequeño acompañó a su progenitor, cargando su mochila llena de dulces y juguetes, hacia el ascensor y allí dentro se sacó la lengua y se la refregó por los labios como hacía cuando estaba muy ansioso. Erik sonrió para sus adentros. Llegaron al piso, caminaron por el pasillo y cuando abrieron la puerta, el niño vio que la sala de su padre estaba adornada con globos, banderines colgantes, guirnaldas y sobre la mesa de café había muchos dulces, todo como si se tratara del cumpleaños de alguien.
─Bienvenido, Peter ─ habló una voz serena y un hombre bajo y atractivo, de unos fascinantes ojos azules, se les acercó. Besó a Erik en la boca con cariño y se puso de cuclillas para estar a la altura del pequeño ─. Hola, Peter. Mi nombre es Charles. Tu papá me contó que adoras correr y que tienes el don de la velocidad.
Peter se quitó las gafas para observarlo mejor.
─ ¿De quién es el cumpleaños?
─ ¿Cumpleaños? ─ repitió Charles y lanzó a su novio una mirada cómplice ─. Se trata de tu fiesta, Peter. La fiesta que preparamos para darte la bienvenida a la familia que queremos iniciar contigo.
El niño sonrió y se le dibujaron los hoyuelos. Rio con ganas, su padre lo cargó en brazos y se acercaron los tres a la mesa de dulces. Esa tarde Peter aprendió que Charles era telépata, o sea, que podía leer mentes, que le gustaba jugar con él y que se llevaba maravillosamente bien con su papá. Tan feliz estaba que después de la cena, llamó a su mamá para pedirle que esa noche no lo buscara, sino a la mañana siguiente. Magda aceptó. Así el niño aprendió a partir de esa tarde que se podía tener dos familias, a cuál más querida y divertida, un día de la madre, una Navidad y un día del padre especial para dos papás.
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Hola. Hacía mucho que no actualizaba los mini fics y espero que les haya gustado.