Dedicado a @KiKaLoBe
La conexión entre ellos había sido inmediata al conocerse, Erik lo recordaba con nitidez. ¿Cuántos años habían pasado desde que se encontraron en el fondo del mar y Charles lo calmó para que no se ahogara tratando de detener el submarino? Décadas.
Ahora, después de idas y venidas, de encuentros y desencuentros donde aprendieron a consolidarse como pareja a distancia, Erik se encontraba listo para enfrentar a la joven, que Charles amaba como si fuera su propia hija: Jean Grey. Se cubrió con un tapado negro y se calzó el casco que guardó durante años dentro de un baúl junto con recortes de periódicos que relataban sus hazañas más gloriosas. Así quedó nuevamente convertido en Magneto. Estaba determinado a matar a la muchacha.
-Esto es una guerra – se dijo a sí mismo a modo de excusa porque sabía lo que la muerte de Jean provocaría en Charles -. Y en la guerra hay bajas.
Ojo por ojo, diente por diente. Jean Grey pagaría con su vida el haber herido de gravedad a Peter y haber destruido Genosha. Poco importaba lo que Charles pudiera sentir con su muerte. Erik necesitaba vengarse.
De repente, la conexión que había establecido con el telépata a través del afecto que se guardaban, lo hizo recordar su expresión emocionada cuando le dijo después de que Magneto moviera el satélite “Hay mucha más bondad en ti de la que crees, Erik, y cuando aprendas a canalizar tu ira, poseerás un poder más grande que el mío, más grande que el de cualquiera.”
Conmovido, Erik recargó el brazo contra la pared. No podía luchar contra el amor: ansiaba vengarse pero seguía enamorado de Charles. Cerró los ojos para concentrarse en percibir la cólera que le permitía cumplir las misiones más sanguinarias. Luchó por olvidar el rostro de Charles y recordar el despiadado de Jean, que estaba poseído por la Fuerza Fénix. Le costó pero lo consiguió finalmente.
-Perdóname, Charles – murmuró con la mirada enceguecida y determinada, y partió por los aires para buscar a su enemiga reciente.
Sin embargo, el amor por el telépata seguía en su corazón y nadie podía anticipar el final de esta batalla.
……….....
La batalla fue más difícil de lo que Magneto había imaginado. Jean Grey era demasiado poderosa y había conseguido volarle el casco y arrojar a Erik por la ventana. Pero Magneto se había aferrado al marco y había vuelto a entrar, agotado y malherido. Fue el momento que Charles buscó para intervenir e intentó dialogar con ella para hacerla entrar en razón. Pero Jean estaba poseída por el mal mismo y no escuchaba argumentos.
-Jean, por favor, déjame ayudarte – suplicó Xavier con los labios trémulos y envuelto en lágrimas.
La joven sonrió desafiante y se elevó por los aires hasta el último peldaño de una escalera caracol.
-Ven a buscarme, entonces.
-Sabes que no puedo – gimió Charles.
Jean alzó los brazos y Charles sintió que una fuerza potente lo obligaba a elevarse y pisar, sí, pisar el primer escalón.
-Sube – ordenó la muchacha sin conmoverse.
El telépata percibió que esa fuerza lo empujaba y lo obligaba a doblar las rodillas para que subiera. Charles lloraba de dolor porque las piernas se le torcían como si estuvieran hechas de barro y el torso amenazaba partírsele por el esfuerzo.
-Jean, por favor, detente – suplicó, doblegado por la agonía.
Erik estaba agotado. Se recostó en el piso junto a la ventana, respirando profundo para recuperar el aliento. Quedó en un estado de letargo y cerró los ojos. Oyó el llanto lastimero de Charles y los abrió. Vio la escena y la rabia lo transformó. Sintió en sus dedos el magnetismo entero del planeta y escarbó hasta las entrañas de la tierra para captarlo. Se puso de pie y con las manos hacia abajo consiguió arrancar el metal que yacía en las distintas capas terrestres. Lo lanzó directo hacia Jean. Ella estaba demasiado concentrada torturando a su mentor y no lo vio venir. La azotó de lleno.
La joven cayó inconsciente y la cabeza pegó en el mármol del piso.
Charles estaba demasiado aturdido para reaccionar. Apenas podía sostenerse y se desplomó pero antes de que rodara por los escalones, Magneto llegó hasta él, lo tomó en brazos y lo llevó para sentarlo en su silla de ruedas.
-Erik – murmuró Charles sin dar fe todavía a lo que había pasado -. ¿Qué ocurrió?
Erik le acarició la mejilla con la palma y le sonrió con esa sonrisa que solo le dedicaba a Charles.
-Todo se acabó, Charles – le aseguró con cariño y confianza -. Ya estás a salvo.
-¡Erik! – lo abrazó llorando -. ¡Me salvaste!
Magneto lo apretó contra sí. Estaba herido y cansado pero ver a Charles seguro en sus brazos lo hacía feliz. No necesitaba de la telepatía para comprender que Charles se preocuparía por Jean, después de todo la adoraba como a una hija. Así que se cercioró de que su amante estaba sano y sí, lo estaba, solo tenía algunos magullones y el dolor por el esfuerzo que había hecho, y subió para socorrer a la joven. La llevó por los aires hasta un hospital cercano y regresó para buscar a Charles, que lo aguardaba impaciente.
-Jean va a sobrevivir – le avisó. El telépata asintió con alivio -. Ahora quiero que regresemos juntos, Charles, pero no a Westchester sino a mi casa.
-Es lo que deseo ahora, Erik – sonrió Charles y se besaron ardientemente antes de partir hacia Genosha.
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