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Ópalo por Momino

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Notas del capitulo:

Les comento que este capítulo es uno de los más largos que tiene esta historia. Espero que sea de su agrado.

Capítulo 11

Sai estaba sentado en el escalón inferior, cómo un duende loco a punto de desatar el santo infierno. Su cabello estaba bruscamente más peinado, sus ojos de un negro brillante y febril. Sus labios formaban una línea delgada. Sus dedos se cerraron sobre sus rodillas como navajas afiladas listas para cavar.

—Él está aquí —dijo, con la mirada centrada en la ventana al lado de la puerta.

Eché un vistazo a Sasuke. Una sonrisa gatuna se dibujó en su rostro.

No estaba preocupado en absoluto por los deseos asesinos de su hermano menor. Tal vez que Pain viniera aquí no fue una buena idea.

El pelinegro más pequeño saltó del escalón, abriendo la puerta antes de que Pain incluso llamara. Nadie lo detuvo o incluso se adelantó.

Sorprendido, el pelinaranja bajó la mano.

—Eh, hola...

Sai echó hacia atrás un delgado brazo y golpeó su puño derecho en la mandíbula del mayor. El impacto lo derribó a unos buenos tres pies.

Mi boca se abrió.

Sasori se rió.

Girando alrededor, dejó escapar un largo suspiro.

—Está bien. He terminado.

Lo vi avanzar hacia el sillón y sentarse, sacudiendo la mano.

—Le prometí un buen golpe.

Sasuke, riendo entre dientes dijo—: Va a comportarse ahora.

Me quedé mirándolo.

Pain se tambaleó por la puerta, frotándose la mandíbula.

—Está bien —dijo, haciendo una mueca—. Me lo merecía.

—Te mereces algo mucho peor que eso —dijo Sasori—. Ten eso en mente.

Asintió con la cabeza y miró a su alrededor. Seis Luxen y un híbrido bebé, yo, le devolvimos la mirada. Tenía el sentido de lucir nervioso, incluso con miedo. La animosidad de la habitación era palpable.

El surfista se movió de modo que su espalda estaba contra la pared. Un tipo inteligente. Poco a poco, metió la mano en el bolsillo de atrás y sacó un papel enrollado.

—Creo que deberíamos acabar con esto rápido.

—Supongo que sí —dijo Sasuke, arrebatándole el papel—. ¿Qué es esto?

—Un mapa —respondió—. La ruta que debemos tomar está indicada en rojo. Es un camino de acceso de incendio y nos llevará hasta la entrada trasera del lugar.

Sasuke desenrolló el mapa en la mesa de café. Itachi se asomó por encima del hombro de su hermano de en medio, pasando el dedo a lo largo de la línea roja.

—¿Cuánto tiempo se tarda en llegar por este camino?

—Unos veinte minutos en coche, pero no hay forma de lograr pasar un coche desapercibido allí —dio un paso tímido hacia delante, mirando a Sai, que le estaba echando un vistazo hacia atrás. Una marca roja se le marcaba en la mejilla derecha. Eso iba a ser un moretón—. Vamos a hacerlo a pie y rápido.

—¿De qué velocidad estamos hablando?

Kakashi le preguntó en su puesto en la puerta del comedor.

—Tan rápido como inhumanamente sea posible —respondió él—. Tenemos que ir a la cosa de la velocidad de la luz. Yagura nos está dando quince minutos y no podemos andar por Jinchuriki, esperando por minutos más. Tenemos que llegar allí unos cinco minutos antes de llegar a la carretera y lo más rápido posible.

Me senté de nuevo. Sólo una vez llegué a las velocidades necesarias para lo que estaban hablando. Fue cuando había estado persiguiendo el culo del pelinaranja.

El Uchiha de en medio me miró.

—¿Puedes hacer esto, dobe?

—Sí, ttebayou —Teniendo en cuenta las razones, estaba seguro de poder hacerlo. Espero. Sai estaba sacudiendo la cabeza.

—¿Qué tan rápido pueden correr realmente?

—Lo malditamente rápido que sea necesario —dijo Pain—. Ven conmigo otra vez, y te enseñaré lo rápido que puedo correr.

Sai soltó una risita.

—Apuesto a que todavía te alcanzo.

—Tal vez —murmuró y luego dijo—: Tienes que practicar todo el día de mañana. Tal vez incluso ésta noche. No podemos tener a nadie que nos haga más lentos.

Me tomó un segundo darme cuenta de que él me estaba hablando a mí.

—No voy a frenar a nadie, dattebayou.

—Sólo me aseguraba, Naru —Sus ojos se agitaron cuando encontraron los míos.

Aparté la vista rápidamente. El hecho de que yo era, obviamente, el eslabón más débil me quemaba. Sai o Ino, probablemente serían una mejor opción para esto, pero sabía que podía hacerlo.

—Él no es tú problema para qué te preocupes—espetó Sasuke.

Kakashi se adelantó, poniéndose entre el pelinegro y Pain.

—Está bien. Sabemos que tenemos este camino para seguir, pero quieres que nos quedemos atrás ¿dónde los vigilaremos?

Sasuke se cruzó de brazos, con los ojos entrecerrados.

—En la parte inferior de la carretera de acceso, esto debe darles una oportunidad para salir corriendo si algo nos sale mal.

—Nada va a salir mal —dijo Ino, mirando al bastardo Uchiha—. Vamos a esperar allí por ti.

—Por supuesto —dijo el ojinegro, sonriendo para tranquilizarla—. Vamos a estar bien, Ino.

Me pellizqué el muslo.

Él no la quería. Él no la quería. Él no la quería.

Eso ayudó.

—Confío en ti —dijo la rubia, reteniendo sus ojos con adoración. Como si Sasuke fuera un santo o algo así.

Me pellizqué duro el muslo, de nuevo.

Voy a pegarle. Voy a pegarle. Voy a pegarle.

Eso no ayudó.

Pain se aclaró la garganta.

—De todos modos, Yagura dijo que hay una antigua granja en el fondo de la carretera de acceso. Debemos ser capaces de aparcar los coches allí.

—Me parece bien —Itachi dio un paso atrás, poniendo sus manos sobre sus caderas. Un mechón de pelo cayó hacia adelante—. Una vez que estemos allí, tenemos quince minutos, ¿no?

Sasuke asintió.

—De acuerdo con el líder de la mafia, Yagura, eso es lo que tenemos.

—Y este chico, ¿es digno de confianza? —preguntó el Hatake, mientras se arreglaba su bufanda.

—Yo puedo hablar por él.

 Miré a Pain.

—Eso no parece ser un rotundo respaldo, dattebayou.

Sus mejillas se sonrojaron.

—Es digno de confianza...

—¿Crees que es suficiente tiempo? —Le preguntó Itachi a su hermano —¿Para llegar allí, agarrar a Deidara, Nagato, y salir?

—Debería serlo —Sasuke dobló el mapa y lo introdujo en su bolsillo trasero—. Vas a llegar Deidara, y la mierda de aquí obtendrá a Nagato.

El pelinaranja rodó sus ojos grises.

—Sasori, el dobe y yo vamos a cubrirlos. Esto ni siquiera debería tomar quince minutos —el pelinegro se sentó a mi lado y niveló una mirada puntiaguda en Pain—. Y entonces tú tendrás a Nagato y te largarás de aquí. No tienes ninguna razón para volver.

— ¿Y qué si lo hace? —Preguntó Sai—. ¿Y si encuentra otra excusa para chantajearte y lo ayudas?

—No lo haré —dijo Pain, y sentí su mirada—. No tengo una razón para volver.

Sasuke se tensó.

—Si lo haces, vas a obligarme a hacer algo que no quiero hacer, probablemente disfrutaré de ello, pero no quiero hacerlo.

El surfista sacudió la barbilla.

—Comprendido, Uchiha.

—Está bien entonces —dijo Kakashi, dirigiéndose a la habitación—. Nos reunimos aquí a las seis y treinta mañana. ¿Tienes las cosas cubiertas, Naruto?

Asentí con la cabeza.

—Mamá piensa que estoy haciendo una fiesta de pijamas con Karin, de veras. Ella trabaja de todos modos, dattebayou.

—Ella siempre trabaja —dijo Ino, mirando sus uñas—. ¿Siquiera le gusta estar en casa?

No estaba seguro si era una interrogación o no, mantuve mi temperamento bajo control.

—Está pagando una hipoteca, comida, gastos, y todos mis gastos por su cuenta, ttebayou. Tiene que trabajar mucho.

—Tal vez deberías conseguir un trabajo —sugirió ella, sus ojos moviéndose—. Como algo después de la escuela que lleve cerca de veinte horas o menos de tu vida...

Crucé los brazos, mis labios fruncidos.

—¿Por qué estás sugiriendo eso, eh, dime por favor?

Una sonrisa gatuna apareció, cuando su atención se deslizó a mi lado.

—Creo que si estuvieras preocupado por tu mamá a fin de mes, la ayudarías.

—Estoy seguro de que es por eso, dattebayou—me relajé cuando Sasuke deslizó una mano por mi espalda.

Ino notó el gesto y dio una pizca amarga en los labios.

Toma eso.

—Sólo hay una cosa por la que tenemos que preocuparnos —dijo Pain, como si en realidad sólo hubiera una cosa que podía salir mal—. Tienen las puertas de emergencia cerradas que cada tantos pies cuando las alarmas suenan. Las puertas también tienen un arma defensiva. No se acerquen a las luces azules. Son láseres.

Todos nos miraban. Wow, sí, eso era un gran problema.

El ojigris sonrió.

—Pero no deberían ser un problema. Debemos entrar y salir sin ser vistos.

—Está bien —dijo Sasori lentamente.—¿Algo más? Como, ¿una red de Strunz por la que tengamos que preocuparnos?

Pain se echó a reír.

—No, eso debería cubrirlo.

Sai quería que Pain se fuera una vez que los planes estaban en marcha. Sin protestar, se dirigió a la puerta y se detuvo como si fuera a decir algo. Sentí su mirada una vez más, pero luego se fue. Nuestro grupo se disolvió, dejando a los hermanos detrás.

Apreté mis manos juntas.

—Quiero poner en práctica la cosa de la velocidad. Quiero decir, sé que puedo hacerlo tan rápido como ustedes, pero sólo quiero practicar, dattebayou.

El segundo menor de los Uchiha  se concentró en el brazo del sofá, retirándose con un profundo suspiro.

—Podemos hacer eso —Itachi sonrió torcidamente—. Podría usar la práctica para mí.

Sasuke se estiró hacia atrás, pasando un brazo alrededor de mi cintura.

—Está un poco oscuro ahora. Probablemente vas a terminar rompiéndote el cuello, dobe, pero lo podemos hacer mañana.

—Gracias por el voto de confianza, ttebayou.

—Ya lo tienes, usuratonkachi.

Le di un codazo cuando me volví a Sai.

Seguía mirando los muebles como si buscara la respuesta en algo. Sin encontrar nada.

—Quieres... ¿quieres ayuda, Sai?

Él abrió la boca y luego la cerró, sacudiendo la cabeza. Entonces, sin decir una palabra, se giró y se dirigió escaleras arriba.

—Va a entrar en razón, dobe —dijo Sasuke, y me dio un pequeño apretón—. Sé que lo hará.

Dudaba, pero asentí. Mi ex mejor amigo nunca iba a entrar en razón. No sé por qué me molestaba en intentarlo.

Itachi se sentó a mi otro lado, confusión marcaba su expresión.

—No sé qué pasó con él mientras yo no estaba. No lo entiendo.

Apreté los labios.

Yo sucedí.

—Todos hemos cambiado, hermano —Sasuke me tiró de nuevo, así que estaba a su lado—. Pero las cosas... las cosas pronto van a volver a la normalidad.

Él nos miró, con las cejas apretadas. El dolor se deslizó en sus ojos, botando su color oscuro y vibrante. Me pregunté qué pensaba cuando nos veía juntos. ¿Recordaba cuando él y Deidara se abrazaban en el sofá? Entonces parpadeó y apareció una sonrisa.

—¿Maratón de Ghost Investigators?

—No hace falta que me lo preguntes dos veces —el menor pelinegro levantó la mano y el control remoto se disparó hacia él—. Tengo, como, seis horas grabadas. ¿Palomitas de maíz? Necesitamos palomitas de maíz.

—Y helado —dijo Itachi—. Tengo frituras.

El reloj de pared decía que eran las siete y media. Iba a ser una noche larga, pero mientras me acomodaba a un lado de Sasuke, me di cuenta que no quería estar en ningún otro lugar.

El pelinegro rozó sus labios a lo largo de mi mejilla, cuando llegó a nuestras espaldas, tiró una manta de la parte de atrás del sofá. Nos cubrió a los dos, permitiendo que la mayoría de la manta me cubriera.

—Está volviendo en sí Itachi, teme ¿no es cierto?

Me volví hacia él, sonriendo.

—Sí, dobe.

Sus ojos se encontraron con los míos.

—Vamos a hacer que mañana no pase nada malo.

 

 

A la una de la tarde del día siguiente, estaba cubierto de barro y sudando como un cerdo en el infierno. Lo había hecho mejor de lo que me temía, capaz de mantenerme al día fácilmente con Itachi y sólo caí, como... cuatro veces. El terreno era implacable.

Caminé pasando a Sasuke, y me golpeó. Le eché un vistazo que devolvió con una sonrisa pícara.

—Tienes suciedad en la mejilla —dijo—. Lindo.

Como de costumbre, se veía perfecto. Ni siquiera había comenzado a sudar, por todos los cielos.

—¿Es siempre así de molesto, dattebayou?

Itachi, que lucía tan mal como yo, asintió con la cabeza.

—Sí, es el mejor en este tipo de cosas de luchar, correr, cosas físicas.

Su hermano sonrió mientras yo golpeé el barro de mis zapatos y le dije—: Chúpamela.

Sasuke rio.

Le saqué la lengua y volví a estar al lado de los hermanos. Estábamos en el borde de los bosques que corrían mi patio delantero. Tomé un par de respiraciones profundas y le di la bienvenida a la Fuente corriendo a través de mí. Esa sensación de montaña rusa estaba de vuelta y mis músculos bloqueados.

—Preparados —dijo el azabache menor, deslizando las manos a los costados—. ¡Vamos!

Empujando, saqué mis pies del suelo, luego corrí contra los hermanos Uchiha. Aire volaba a mí alrededor mientras aceleraba. Ahora que sabía que tenía que estar atento a las ramas podridas y piedras, mantuve los ojos fijos en el suelo y mi entorno. Había un poco viento en mis mejillas, pero era un buen tipo de ardor. Quería decir que yo era rápido.

Los árboles se borraban cuando me lanzaba a su alrededor y debajo de ramas bajas. Saltando sobre arbustos y rocas, me moví por delante de Itachi. La velocidad desgarró mi pelo, desordenándolo y haciéndolo bailar por todos lados.

Una risa escapó de mi garganta. Mientras corría, me olvidé de los celos estúpidos, el problema persistente de la voluntad, e incluso de lo que tenía que hacer ésta noche.

Corriendo así, tan rápido como el viento, fue liberador.

Sasuke voló por delante de nosotros, alcanzando la corriente unos diez segundos antes de que nosotros lo hiciéramos. Disminuir la velocidad fue un problema. No podía parar, no a esta velocidad. Podía quedar de cara en el suelo en cuestión de segundos. Saqué mis pies, levantando sedimento y roca suelta, ya que me deslicé los últimos centímetros.

El brazo de Sasuke salió disparado, envolviéndose alrededor de mi cintura, así no terminaría en el lago. Riendo, giré alrededor y lo alcancé, besando su mejilla.

Sonrió.

—Tus ojos están brillando, dobe.

—De verdad, ¿cómo los tuyos? Como, ¿un conjunto de diamantes rojos y brillantes?

Itachi se detuvo, quitándose la mata de pelo de la frente.

—No, sólo el color es de un azul luminoso. Es bonito.

—Es hermoso —corrigió Sasuke—. Pero es mejor tener cuidado de no hacer eso delante de la gente —Cuando asentí con la cabeza, se acercó a su hermano mayor, dándole una palmada en la espalda—. ¿Por qué no lo dejamos? Ambos están bien para ir, y me muero de hambre.

Un estremecimiento de orgullo despertó en mi interior hasta que me acordé de lo importante que iba hacer esta noche. No podía ser el eslabón más débil.

—Chicos vayan adelantándose. Voy a hacer algunas carreras más, dattebayou.

—¿Estás seguro, dobe?

—Sí, teme. Quiero correr en círculos a su alrededor, de veras.

—Nunca sucederá, Kitsune. —Se contoneó hasta mí y me besó en la mejilla.—Puedes renunciar a ello.

Empujé a su pecho juguetonamente.

—Uno de estos días vas a comer polvo, teme.

—Dudo que alguno de nosotros vaya a estar ahí para verlo —Itachi sonrió a su hermano menor.

Mi corazón se detuvo cuando vi a los dos bromear, y me obligué a que mi expresión siguiera siendo la misma, aunque vi a Sasuke vacilar un poco.

Sin darse cuenta de la importancia del intercambio, Itachi se retiró el pelo hacia atrás de nuevo para hacerlo una coleta y se dirigió a la casa.

—¿Una carrera, tonto hermano menor? —llamó Itachi.

“Ve”, le articulé a Sasuke.

Me envió una rápida sonrisa y luego corrió hasta su hermano.

—Sabes que vas a perder, Itachi.

—Probablemente, pero oye, es bueno para tu ego, ¿verdad? — Como si necesitara ayuda con eso, vi sonreír sinceramente al mayor mientras con su mano le picaba la frente, riendo divertido por la reacción de su gruñón hermano menor.

 Sonreí, me sentí cálido y difuso cuando bromearon y luego se fueron. Esperé unos minutos, aclarando mi mente, luego corrí hacia la casa. A velocidad normal, me tomó cerca de cinco minutos si estaba contando correctamente. Una vez en la línea de árboles, me di la vuelta y me preparé. Sintiendo la presión de la Fuente saliendo, me puse en marcha hacia adelante.

Dos minutos.

Lo hice otra vez y lo temporicé.

Un minuto y treinta segundos, el segundo viaje. Lo hice una y otra vez, hasta que mis músculos quemaron junto con mis pulmones y el trote de cinco minutos me tomó cincuenta segundos. No creo que pudiera conseguir algo mejor que eso.

Y lo curioso es que a pesar de que mis músculos temblaban, no me dolían. Como si hubiera estado corriendo de esta forma durante años,  que prácticamente salía corriendo de la parte delantera de la tienda de libros a la sección de nueva versión, y eso era todo.

Estirándome, vi el sol filtrar a través de los árboles y rebotar en arroyo parcialmente congelado. La primavera no estaba demasiado lejos.

Empujé mi cabello y me sequé el sudor de la frente. Esto sería el mismo resultado si lo hiciéramos cuando lleguemos a Jinchuriki en la noche.

—Estaba equivocado. Realmente no necesitabas práctica, Naruto.

Me volví al oír la voz de Pain. De pie a varios metros de distancia, se apoyó en un árbol grueso, con las manos en los bolsillos. La inquietud y discordia hizo una bola en mi estómago.

—¿Qué haces aquí, dattebayou? —exigí, manteniendo mi voz.

Pain se encogió de hombros.

—Mirarte.

—Sí, eso no es raro ni nada...

Sonrió con fuerza.

—Probablemente debería haber pensado en una mejor manera de decir eso. Te estaba mirando correr. Los chicos son buenos... tú eres genial. Al Jinchuriki le encantaría tenerte a bordo.

La bola en el estómago creció.

—¿Es una amenaza, bastardo?

—No —parpadeó, sus mejillas ruborizadas—. Kami, no, yo sólo quería decir que eres muy bueno. Eres lo que quieren en un híbrido.

—¿Igual que tú?

Bajó la mirada al suelo.

—Si, como yo.

Esto era incómodo y respirar el mismo aire que Pain me irritaba. Normalmente, no guardo rencor, pero he hecho una excepción con él.

Empecé a volverme hacia la casa.

—¿Estás preocupado por ésta noche, Naru?

—No quiero hablar contigo, de veras.

Estaba a mi lado rápidamente.

—¿Por qué no?

¿Por qué no? ¿En serio? ¿Por qué no?

Esa pregunta me enfureció. Sin pensarlo, me giré bruscamente y cerré el puño en su plexo solar. Expulsé su aire fuera y la satisfacción plantó una sonrisa en mi cara.

—¡Demonios! —gruñó, doblándose—. ¿Qué pasa con ustedes los donceles que siempre me golpean?

—Te mereces algo mucho peor que eso, dattebayou —Me giré antes de que lo golpeara de nuevo y reinicié mi caminata—. ¿Por qué no quiero hablar contigo? ¿Por qué no se lo preguntamos a Gaara?

—Está bien —Me alcanzó, frotando su estómago—. Tienes razón. Pero ya he dicho que lo siento.

—Lamentablemente las cosas no se solucionarán de esa manera, ttebayou.

Tomé aire, entrecerrando los ojos a la luz dura del sol atravesando las ramas. No podía creer que estaba teniendo esta conversación.

—Estoy tratando de compensarlo.

Me reí de la ridícula idea de que podría compensar todo lo que había hecho. Desde la noche que Gaara murió, una parte de mí entiende la Pena de Muerte y por qué se creó. Quizás no es una vida por una vida, pero tengo toda la cosa de la vida en la cárcel.

Me detuve.

—¿Por qué estás realmente aquí en este momento, Pain? Sabes Sasuke probablemente va a fastidiarse cuando se entere, y él golpea más fuerte que Sai y yo, de veras.

—Quería hablar contigo —su mirada se inclinó hacia arriba—. Y yo sé que hubo un momento en el que te gustaba hablar conmigo.

Sí, antes de que él resultara ser la encarnación del demonio, era un tipo genial.

—Te odio, dattebayou —le dije, y lo dije en serio. El nivel de animosidad que sentía por este muchacho era un tope gráfico.

Pain dio un respingo, pero no apartó la mirada. Viento rugía entre los árboles, azotando mi pelo alrededor de la cara y haciendo que se elevara hacia arriba.

—Nunca quise que me odiaras, Naru...

Solté una breve carcajada y empecé a caminar de nuevo.

—Apestaste totalmente en la parte no-me-odies, en serio.

—Lo sé —siguió el paso a mi lado—. Y yo sé que no puedo cambiar eso. Ni siquiera estoy seguro de que lo haría si tuviera la oportunidad de hacerlo de nuevo.

Le corté con una mirada de odio.

—Por lo menos eres honesto, ¿no? Como sea.

Se metió las manos en los pantalones vaqueros.

—Harías lo mismo si estuvieras en mi lugar, si con eso pudieras proteger a Sasuke.

Un escalofrío recorrió por mi columna vertebral cuando mi mandíbula se quedó fija en su lugar.

—Lo harías —insistió tranquilamente—. Podrías hacer lo que hice. Y eso es lo que te molesta más que nada. Somos más parecidos de lo que quieres admitir, Naruto.

—¡No nos parecemos en nada, ttebayo! —Sin embargo, mi estómago subió, porque en el fondo, como le había dicho a Sasuke antes, me parecía mucho a Pain.

Saber eso no significaba que iba a darle el placer de admitirlo, sobre todo porque lo que había hecho me había cambiado. Mis manos se cerraron en puños mientras pisoteaba las ramas y arbustos.

—Eres un monstruo, Pain. Un verdadero monstruo, que respira... yo no quiero ser eso.

No dijo nada por un momento.

—No eres un monstruo... —Mi mandíbula dolía de lo duro que estaba rechinando los dientes.—Eres como yo, Naruto, realmente, pero mejor. —Hubo una pausa y luego dijo—: Te he querido desde el momento en que nos conocimos. Aunque sabía que era estúpido que me gustaras, lo hago.

Estupefacto, me detuve y lo miré.

—¿Qué?

Las puntas de sus mejillas ardían rojas.

—Me gustas, Naruto. Mucho. Y sé que me odias y amas a Sasuke. Lo entiendo, pero yo sólo quería que lo supieras en caso de que la mierda golpeara el ventilador esta noche. No es que lo haga, pero ya sabes... lo que sea.

Ni siquiera podía procesar lo que estaba diciendo. No había manera. Di media vuelta y emprendí el regreso a la casa que ya estaba a la vista, sacudiendo la cabeza.

Él me llegó a gustar. Mucho. Es por eso que traicionó a mis amigos y a mí. Mató a Gaara y luego volvió a nosotros con chantaje. Una risa histérica se formó en mi garganta y una vez que me eché a reír, no podía parar.

—Gracias, Naru—murmuró—. Me expresé y te ríes de mí.

—Deberías estar contento de que me estoy riendo, dattebayou. Debido a que la otra opción era que te golpeara de nuevo, que todavía estoy considerando, de veras...

El pelinaranja se estrelló contra mi espalda, me tiró al suelo. Aire voló de mis pulmones en una ráfaga y con su peso inmediatamente preparé mi cuerpo para una pelea.

—¡No, espera!—susurró en mi oído, con sus manos envolviendo mis brazos—.Tenemos compañía, y no de las buenas...

 

Mi corazón saltó en mi garganta. Mientras me las arreglaba para mirar hacia el frente, esperé ver una flota de agentes del DOD reunidos contra nosotros.

No vi nada.

—¿De qué estás hablando, dattebayou? —Pregunté en voz baja—. No veo nada.

—Silencio...

Me enfurecí pero me mantuve en silencio. Después de unos pocos segundos estaba convencido de que él estaba intentando insinuarse o algo. —Si no te levantas de mí, realmente voy a lastimarte, ttebayou.

Y luego vi de qué estaba hablando. Arrastrándose, solo, por el borde de mi casa había un hombre con traje negro. Algo en su apariencia me lucía familiar, y luego recordé dónde lo había visto antes.

Él había estado con Senju Tsunade el día en que el DOD apareció, mientras Sasuke y yo estábamos en el claro dónde luchamos contra Momoshiki.

El oficial Orochimaru.

Luego vi su Expedición aparcado más abajo en la calle.

Tragué saliva. —¿Qué está haciendo aquí, ttebayou?

—No lo sé —El suspiro de Pain fue caliente contra mi cuello y apreté mis dientes—. Pero el obviamente está buscando algo.

Un segundo o dos más tarde, un movimiento en la casa de Sasuke atrapó mis ojos. La puerta del frente se abrió y el azabache salió. Para un ojo humano, el desapareció del porche y reapareció en mi calle, a unos pocos metros del Oficial Orochimaru. Pero se movió tan rápido, que éste no pudo haberlo notado.

—¿Hay algo con lo que te pueda ayudar, Orochimaru? —Su voz llegó en la distancia, aunque sin emoción.

Sorprendido por la silenciosa aparición, Orochimaru dio un paso atrás y presionó su mano en el pecho. —Sasuke, Kami, odio cuando haces eso.

El Uchiha no sonrió y lo que sea que el Oficial haya visto en sus ojos, hizo que vaya directo al grano. —Estoy haciendo una investigación.

—Bien.

Orochimaru lanzó su mano al bolsillo de su traje y extrajo un pequeño block de notas, abriéndolo de un tirón. Su saco quedó enganchado en la funda de su pistola. No estaba seguro de si eso fue a propósito no. —El Oficial Kabuto ha estado desparecido desde antes del Año Nuevo. Estoy revisando todas las posibles pistas.

—Mierda —murmuré.

Sasuke cruzó sus brazos. —Tsk... ¿Y por qué me iba a importar o iba yo a saber qué le pasó?

—¿Cuándo fue la última vez que lo viste?

—No lo he visto desde ese día que tus chicos aparecieron para hacer su revisión y todo lo que querían era comer en el asqueroso buffet Chino —respondió el pelinegro, su voz tan convincente que casi le creo—. Todavía no me recupero de eso.

El pelilargo le dio una sonrisa renuente. —Sí, la comida era terrible—Escribió algo y luego deslizó el block de notas devuelta en su bolsillo—. Así que ¿No has visto a Kabuto en lo absoluto?

—No —dijo.

El otro hombre asintió. —Sé que ustedes dos no eran grandes fans de él. No pensé que haría ningún tipo de visitas desautorizadas, pero tenemos que ver todas las posibilidades llegados a este punto.

—Entendible —La mirada de Sasuke aterrizó en los árboles entre los que estábamos escondidos, yo aguanté la respiranción—. ¿Por qué estabas inspeccionando la casa del vecino?

—Estaba verificando todas las casas —repuso—. ¿Sigues siendo amigo del doncel con el que te vimos?

Oh, no.

Sasuke no dijo nada, pero incluso desde mi posición boca abajo, pude ver la forma en que sus ojos se estrecharon en el Oficial.

Orochimaru rió. —Sasuke, ¿Cuándo vas a soltarte? —Le dio una palmada en el hombro mientras pasaba junto a él—. No me importa con quien... inviertas tú tiempo. Sólo estoy haciendo mi trabajo.

El menor siguió los movimientos del Oficial, girando hacia él.

—Entonces, si decido tener citas exclusivamente con humanos y sentar base con uno, ¿No me reportarías?

—Mientras no vea evidencia indiscutible, no me importa. Esto es sólo un trabajo con una buena jubilación, y tengo la esperanza de llegar a ese punto —Empezó a ir hacia su vehículo pero se detuvo, mirando al Uchiha—. Hay una diferencia entre la evidencia y mi instinto. Por ejemplo, mi instinto me dijo que tu hermano estaba en una relación seria con el doncel humano con el que desapareció, pero no había ninguna evidencia.

Y por supuesto, nosotros sabíamos cómo el DOD descubrió a Deidara e Itachi: Jiraiya. Pero ¿estaba este chico insinuando que él no sabía nada de Itachi?

Sasuke se apoyó en la SUV de Orochimaru. —¿Viste el cuerpo de mi hermano cuando lo encontraron?

Un momento de tensión siguió, y el pelilargo bajó la barbilla. —No estaba allí cuando dijeron que encontraron el cuerpo junto con el del doncel. Sólo fui instruido de lo que pasó. Soy solo un Agente —levantó la cabeza— Y no he sido informado de nada diferente. No soy nada en el gran esquema de cosas, pero tampoco soy ciego.

Contuve la respiración, de nuevo. Sentí a Pain hacer lo mismo.

—¿Qué estás diciendo? —preguntó el azabache

El mayor sonrió forzadamente. —Sé quién está en tu casa, Sasuke. Sé que me mintieron, a muchos de nosotros nos han mentido y no tienen idea de lo que realmente está pasando. Sólo tenemos trabajos. Lo hacemos y mantenemos la cabeza baja.

Sasuke asintió. —¿Estas manteniendo tu cabeza baja ahora?

—Me dijeron que registre los posibles paraderos de Kabuto y eso era todo —Hizo un gesto hacia su auto y el Uchiha se paró lejos de él. Sé que no debo abordar nada que no me sea dicho. Realmente quiero el plan de retiro —Se subió al auto cerrando la puerta—. Ten cuidado.

Sasuke retrocedió. —Nos vemos, Orochimaru.

Los neumáticos levantaron la grava mientras el Expedición se retiraba por la carretera, arrojando humo por el tubo de escape.

¿Qué diablos acaba de pasar? Mejor aún ¿Por qué Pain seguía encima de mí?

Lancé mi codo hacia atrás, conectado con su estómago a lo que le siguió un gruñido. —Aléjate de mí, de veras.

Se puso de pie, sus ojos brillando. —Te gusta pegar, Naru.

Me levanté, saliendo a la vista. —Necesitas irte de aquí, ttebayou. Precisamente ahora, no necesitamos encargarnos de ti.

—Buen punto —retrocedió, su sonrisa desapareciendo—. Te veo más tarde en la noche.

—Lo que sea —murmuré, volviendo hacia donde Sasuke estaba caminando por la calle. Troté fuera de los bosques hasta llegar a su lado—¿Está todo bien, teme?

Sasuke asintió. —¿Escuchaste algo de eso, dobe?

—Sí, estaba de regreso cuando lo vi, dattebayou—Me imaginé que si Sasuke no sabía sobre la pasada actuación de Pain siendo un Señor Repulsivo antes de que asaltáramos Jinchuriki era una buena señal— ¿Le crees?

—No lo sé —Arrojó sus brazos sobre mis hombros, dirigiéndome devuelta hacia su casa—. Orochimaru siempre ha sido un hombre decente, pero eso no quiere decir que me siente bien.

Crucé un brazo alrededor de su cintura y me apoyé contra él.

—¿Qué parte?

—Todas ellas... todo este escenario, dobe —dijo, sentándose en uno de los escalones de arriba. Me tiró sobre su regazo, manteniendo sus brazos alrededor de mí—. La parte en la que el DOD —Incluso Orochimaru— saben malditamente bien que Itachi está de vuelta, y ellos se dan cuenta que nosotros sabemos que nos mintieron. Y no están haciendo nada —cerró sus ojos mientras yo presionaba mi mejilla contra él—. Y lo que estamos haciendo esta noche... Puede funcionar, pero es tan descabellado. Una parte de mí se pregunta si ellos ya saben que estamos yendo.

Suavizando su mandíbula con mi pulgar, presioné un beso contra su mejilla, deseando que haya algo que pueda hacer. —¿Crees que estamos caminando hacia una trampa, dattebayou?

—Creo que ya hemos estado dentro de la trampa todo el tiempo y sólo estamos esperado a que la primavera termine —Capturó mi sucia mano en la suya y la mantuvo en alto.

Un suspiro tembló a través de mí. —¿Y vamos a continuar haciendo esto?

La determinación en sus hombros fue respuesta suficiente. —No tienes que hacerlo, dobe.

—Tampoco tú, teme —Razoné en voz alta—. Pero ambos lo hacemos.

El mayor inclinó su cabeza hacia atrás, sus ojos reuniéndose con los míos. —Eso somos nosotros.

No estábamos haciendo esto porque teníamos un deseo de muerte o porque éramos estúpidos, sino porque había dos vidas en juego, probablemente más, que valían tanto como las nuestras. Quizá todo el esfuerzo era sacrificable, pero si no terminábamos con aquello, perderíamos a Deidara, Nagato, e Itachi. Pain era una pérdida aceptable.

Un atisbo de pánico se apodero de mi pecho, a pesar de todo.

Tenía miedo...miedo de mi mente. ¿Quién no lo estaría? Pero nos llevé a este punto y ahora esto es más grande que yo, más grande que mi propio miedo.

Arrojando un suspiro tembloroso, hundí la cabeza y besé sus labios.

—Creo que voy a pasar un poco de tiempo con mi mamá antes de que nos vayamos, ttebayou —Mi garganta se sentía espesa—. Ella debería estar despierta pronto.

Él me devolvió el beso, sus labios lentamente. Su tacto era en parte de anhelo y en parte de desesperación con aceptación. Si las cosas iban mal esta noche, realmente no había habido tiempo suficiente para nosotros. Tal vez nunca haya suficiente, de todas formas.

Finalmente él dijo con voz áspera, cruda: —Esa es una buena idea, Kitsune.

 

Cuando el momento de meterse en la SUV de Sasuke llegó, y comenzamos a manejar a través de las montañas, el ambiente era tenso. Y por una vez, no tenían nada que ver con la presencia de Pain.

Hubo arrebatos de risas y maldiciones, pero todo el mundo estaba un manojo de nervios.

Ino se subió al asiento del pasajero en el vehículo de Kakashi.

Estaba vestida toda de negro —medias negras, zapatillas negras, y un jersey negro con cuello de tortuga—. Lucía como un ninja. Junto a ella, Sai estaba vestido de azul marino. Aparentemente había obtenido el memorándum de quedarse en el auto. A menos que Ino planee mezclarse con los cojines del auto, no estaba muy seguro de por qué se había vestido ella de esa manera.

A parte del hecho de que se veía insanamente caliente.

Por otro lado, yo llevaba unos pantalones de ejercicio oscuros y un térmico negro no lo suficientemente largo para que le quede bien a Sasuke. Tuvo que haber sido de sus años como preadolescente, porque no pasaría incluso por su cabeza ahora, y yo luzco como si estuviese yendo al gimnasio.

Era un total fracasado al lado de Ino, pero el bastardo dijo algo sobre mí usando sus ropas que envió a recorrer la sangre a cada parte de mi cuerpo y no me importó si lucia como un jorobado al lado de la rubia.

Itachi y Pain estaban viajando con nosotros, el resto con Kakashi. A medida que nos retirábamos de la carretera, mis ojos se pegaron a mi casa hasta que la lejanía la hizo desaparecer de la vista. Las pocas horas que pasé con mi mamá habían sido geniales... realmente geniales.

Los primeros treinta minutos del viaje no estuvieron mal. Pain se mantuvo callado, pero cuando empezó a hablar, las cosas desde allí fueron cuesta abajo. Unas pocas veces pensé que Sasuke iba a detener el auto y estrangularlo.

No creía que Itachi o yo quisiéramos pararlo.

El mayor de los Uchiha se movió, dejando caer su cabeza entre sus manos.

—¿Alguna vez paras de hablar?

—Cuando estoy durmiendo —replicó el pelinaranja.

—Y cuando estés muerto —agregó Sasuke—. Tú pararás de hablar cuando estés muerto.

Los labios del surfista se apretaron. —Ya capté.

—Bien —el Uchiha de en medio se enfocó en la carretera—. Intenta mantenerte así por un momento.

Escondí mi sonrisa mientras me giraba al pelilargo. —¿Qué vas a hacer cuando veas a Deidara, dattebayou?

La inquietud cruzó las facciones de Itachi, y sacudió su cabeza lentamente.

—Oh hombre, no lo sé. Respirar... finalmente sería capaz de respirar.

Movido por las lágrimas, le di una acuosa sonrisa. —Estoy seguro de que él se sentirá de la misma manera, de veras —por lo menos, eso esperaba. La última vez que había visto a Deidara, él no estaba muy bien de la cabeza. Pero aún si yo no conociese nada acerca de Itachi, sé que él podría manejarlo porque lo ama. Él tiene el mismo tipo de amor que mis padres.

Por el rabillo de mis ojos, vi los labios de Sasuke levantarse en las esquinas. Algo dentro de mi pecho se agitó.

Succionando una suave bocanada de aire, me enfoqué en Pain.

La palma de su mano estaba contra la ventana mientras miraba hacia afuera, a la oscura noche. —¿Qué hay de ti, ttebayou?

Su mirada se deslizó hacia la mía. Durante algunos segundos, él no respondió. —Nos iríamos de aquí y nos dirigiríamos hacia el oeste. La primera cosa que haríamos seria ir a surfear. Solía gustarle el mar.

Me di la vuelta, mirando mis manos. A veces era difícil odiar sin sentir pena. Y sentía pena por su amigo. Incluso sentí pena por Pain. —Eso... eso es bueno.

Ninguno de nosotros habló después de eso, al principio el ambiente era sombrío y pesado con memorias y probablemente cientos de “Que pasaría si...” además de una docena de escenarios de cómo sería esta noche para Itachi y Pain, pero en lo que pasábamos Sunagakure y cruzamos sobre el río, pude ver las sombras oscuras del lugar al que tanto estaba evitando sobre nuestras cabezas, el estado de ánimo cambió.

Los chicos estaban tensos, arrojando testosterona a montones.

Ansiosos y listos para hacer sólo esto, le lancé una mirada a la hora.

Veinte minutos para las nueve.

—¿Cuánto tiempo más? —preguntó el Uchiha mayor.

—Tenemos tiempo, dattebayou.

El SUV se puso en una marcha más baja cuando empezamos a subir la montaña. Junto a nosotros, Kakashi nos seguía de cerca. El conocía las direcciones. El acceso a la carretera estaba supuestamente casi un kilómetro de distancia antes de la entrada. Sasuke había tipiado las direcciones en el GPS, pero más o menos las escupió de regreso.

Un celular sonó y Yahiko Pain sacó el suyo. —Es Yagura. Él quiere estar seguro de que estamos a tiempo.

—Lo estamos —respondió Sasuke.

Su hermano mayor se acercó a los asientos delanteros. —¿Estás seguro?

Sasuke rodó los ojos. —Sí, estoy seguro.

—Sólo quería comprobarlo —el pelilargo se quejó, sentándose nuevamente hacia atrás.

Ahora Pain estaba entre los asientos. —Todo bien, Yagura está listo para hacer esto. Quiere recordarnos que sólo tenemos quince minutos. Si algo va mal, tenemos que salir e intentarlo de nuevo más tarde.

—No quiero intentarlo de nuevo —Uchiha Itachi protestó. —Una vez que estemos ahí, tenemos que seguir adelante.

El pelinaranja frunció el ceño. —Quiero sacarlos tan desesperadamente como tú, hombre, pero tenemos un límite de tiempo. Eso es todo.

—Nos apegaremos al plan —Sasuke reunió su mirada con la de su  hermano mayor en la ventana. —Eso es todo, Itachi. No voy a perderte nuevamente.

—Nada va a ir mal de todas maneras, de veras —interrumpí antes de que se arme una verdadera pelea en el auto. —Todo va a ir como lo planeamos, dattebayou.

Me concentré en el camino. La carretera era de cuatro carriles y estaban abarrotadas de densos árboles de sur a norte. Era una confusión de sombras. No tenía idea de cómo Sasuke pudo encontrar el camino, pero él empezó a  disminuir la velocidad e inclinarse hacia el carril izquierdo.

La presión se asentó en mi pecho mientras el giraba a un camino apenas visible. No había señalizaciones —ninguna señal de que ahí había incluso un camino. Dos faros nos guiaron hacia la estrecha entrada, la cual no era más que tierra y grava en vez de pavimento. Cerca de setenta metros adentro, bajo la luz pálida de la luna, una vieja granja apareció a la derecha. La mitad del techo había desaparecido. La maleza ahogada el frente y los costados.

—Espeluznante —murmuré—. Apuesto que tus chicos fantasmas dirían que este lugar está embrujado, ttebayou.

Sasuke rió entre dientes. —Ellos dicen que cada lugar está embrujado, dobe. Eso es el por qué los amo.

—Esa no es la verdad, hermano —dijo Itachi mientras aparcábamos y Kakashi lo hacía a nuestro lado.

Ambos autos apagaron las luces y los motores, dejándonos sin otra fuente de luz; estaba tan negro como el petróleo. Mi estómago dio un vuelco. Nueve menos cinco. No había vuelta atrás ahora.

El celular de Pain sonó de nuevo. —Sólo se está asegurando de que estamos listos.

—Kami, él es un niño pequeño bastante molesto —murmuró el bastardo de Sasuke, mirando dónde había aparcado el peliplateado —Estamos listos para hacer esto. ¿Sasori?

Él se deslizó inadvertidamente susurrándole algo a Sai y a su hermana. Luego se volvió, arrojando lo que juro eran señales pandilleras.

—Estoy listo.

—Vaya... —murmuró Pain.

—Nos apegaremos al plan. En ningún momento, ninguno de nosotros—Sasuke se dirigió directamente hacia su hermano mayor—, se desviara del plan. Todos volveremos a casa esta noche.

Hubo murmullos de acuerdo. Con mi pulso acelerando hasta llegar al terreno de un paro cardíaco, abrí la puerta.

El Uchiha de en medio apoyó su mano en mi brazo. —Mantente cerca de mí, usuratonkachi.

Mis cuerdas vocales parecían haber dejado de funcionar, así que asentí. Luego los cuatro estábamos fuera del auto, respirando el aire de la helada montaña. Todo estaba oscuro —con algunos cortes de la luz de la luna a lo largo del camino. —Probablemente estaba de pie junto a un oso y no tenía idea.

Me deslicé por el frente del vehículo y me detuve junto a Sasuke.

Otro movimiento junto a mí y me di cuenta que era Pain.

—Tiempo —dijo el pelinegro.

Hubo un rápido destello de la luz de un celular, y el ojigris dijo: —Un minuto.

Aspiré una bocanada poco profunda, pero se detuvo. Podía sentir mis latidos en cada parte de mi cuerpo. Fuera en la oscuridad, Sasuke encontró mi mano y la apretó.

Podemos hacer esto, me dije a mi mismo. Podemos hacer esto. Lo haremos.

—Treinta segundos —dijo Pain.

Trabajé en mi mantra, porque recordé algo sobre las leyes del universo y que si creías en algo podrías hacerlo ocurrir. Kami, espero que ellos estén en lo correcto.

—Diez segundos.

Sasuke me dio un apretón más, y me di cuenta que él no me iba a dejar ir. Desearía que vaya más lento, pero no había tiempo para protestar por ello. Un estremecimiento pasó a través de mis brazos. Sentí la Fuente vibrar y despertar. Mi peso balanceándose atrás y adelante.

Junto a mí, el pelinaranja se inclinó hacia adelante. —Tres, dos, ¡vamos!

Me lancé, dejando la Fuente correr a través de mí, expandiendo cada célula con luz. Ninguno de los chicos estaba brillando, pero todos ellos estaban corriendo, prácticamente volando. Mis tenis derraparon sobre el camino. Trepamos, manteniéndonos junto al camino, evitando las líneas de luz. En la parte de atrás de mi cabeza, me di cuenta de que mantenerles el ritmo nunca había sido la cuestión. Era mirar dónde íbamos.

Pero la mano de Sasuke se mantuvo en la mía y él no me estaba empujando, sino que estaba más como guiándome a través de la noche, alrededor de baches con el tamaño de cráteres, y arriba del tortuoso camino montañoso.

Setenta y cinco segundos después, porque los conté, una valla de seis metros de alto quedó a la vista bajo las luces. Fuimos disminuyendo a medida que llegábamos a la última línea de árboles donde nos detuvimos.

Expulsé el aire, mis ojos azules bien abiertos. Señales rojas y blancas enmarcaban la valla que parecía estar electrificada. Más allá de eso había un campo de football de espacio abierto y una estructura enorme.

—¿Tiempo?

—Un minutos antes de las nueve —Pain pasó una mano por su pelo en puntas—. Está bien, tengo un guardia en la puerta. ¿Ves algún otro?

Esperamos por casi un minuto para ver si no había patrullas, pero tal y como Yagura dijo, era el cambio de turno. Sólo la puerta estaba cubierta. No podíamos esperar más.

—Dame un segundo —dijo Sasori, escapándose lejos de los árboles, arrastrándose hacia el guardia vestido de negro.

Estaba a punto de preguntar qué diablos estaba haciendo cuando lo vi bajar su mano y ponerla en la tierra. Chispas azules volaron y el guardia comenzó a girarse hacia él, pero la sobrecarga de electricidad lo alcanzó.

Un violento temblor corrió por el cuerpo del hombre, y dejó caer el arma. Un segundo después, él estaba tirado junto a ella. Los chicos se dirigieron hacia el frente y yo los seguí, echando un vistazo al guardia. Su pecho subía y bajaba, pero estaba fuera de combate.

—Él no sabrá qué lo golpeó —Sonrió Sasori mientras soplaba su aliento entre sus dedos—. Estará fuera cerca de veinte minutos más o menos.

—Lindo —dijo Itachi—. Me freiría el cerebro si intentase eso.

Mis ojos se abrieron.

Sasuke estaba en movimiento, acercándose a la puerta. El teclado blanco parecía poca cosa, pero solo era la primera parte de la prueba.

Solo podríamos desear que el niño Yagura haya apagado las cámaras y nos haya dado los códigos correctos.

—Matatabi —dijo Pain en voz baja.

Asintiendo, los hombros de Sasuke se tensaron mientras el tipiaba rápidamente el código. Hubo un sonido mecánico, unas bajas vibraciones le siguieron, y luego la puerta tembló. Esta se abrió, invitándonos como a introducirnos en la alfombra roja.

Sasuke nos hizo seña hacia adelante. Pasamos a través del campo tomándonos un par de segundos para llegar a las puertas que Yagura y Pain habían confirmado. Fui junto al azabache menor mientras ellos buscaban el muro.

—¿Dónde está el maldito teclado? —Demandó Itachi, posicionándose entre las puertas.

Di un paso atrás y forcé mi mirada a moverse de izquierda a derecha lentamente. —Ahí —Señalé hacia la derecha. El teclado era pequeño, estaba escondido en el revestimiento.

El pelilargo trotó hacia él, mirando sobre sus hombros. —¿Listos?

Miró hacia mí y luego a la puerta del medio en frente de nosotros.

—Sí.

—Chōmei —murmuró Sasuke detrás de nosotros—. Y por favor, escríbelo correctamente, hermano.

Su hermano mayor se rió e introdujo el código. Quería apretar los ojos en caso de que terminemos con una docena de armas frente a nuestros rostros. La puerta se abrió ante nosotros, revelando el espacio centímetro a centímetro.

No armas. No gente.

Dejé salir el aire que estaba conteniendo.

Más allá de la puerta, había un túnel anaranjado y, al final de éste, estaban los elevadores. Ni siquiera a cientos de metros, y todo lo que teníamos que hacer era tomarlos y bajar seis pisos. Pain conocía las celdas.

De verdad íbamos a hacer esto.

La puerta era lo suficientemente angosta para que dos personas se puedan mover a la vez, pero Itachi dio un paso al frente primero.

Entendible, considerando lo qué tenía para ganar al final de la noche. Lo seguí por atrás, siendo el segundo en entrar. Mientras se movía bajo el marco de la puerta, se oyó un ruido de liberación de aire, un pequeño ruido resoplando.

Itachi cayó como si hubiera recibido un disparo, pero no hubo ninguna explosión. Un segundo él estaba en el marco de la puerta y al siguiente estaba del otro lado, desbastado en el suelo, su boca abierta en un grito silencioso y de expresión dolorosa.

El tiempo se detuvo. Los cabellos detrás de mi cuello se erizaron. Miré arriba. Una hilera de pequeñas boquillas, apenas perceptibles a la vista. Demasiado tarde, me di cuenta con horror. El sonido de resoplido volvió ahora pero en mi cuerpo por segunda vez.

Dolor al rojo vivo quemaba a través de mi piel, como si miles de pequeños cuchillos estuviesen cortándome desde adentro, atacando cada célula. Cada parte de mi cuerpo estalló cuando di una aspiración de aire que me parecía dolorosamente abrasadora. Mis piernas se desmoronaron y caí, incapaz incluso de aliviarnar la caída. Mi mejilla se estrelló contra el concreto, mirando de reojo el cuerpo del Uchiha mayor a mi lado, inerte por el dolor, al igual que el mío.  Un destello de dolor para nada comparado con el fuego que arrasaba mi cuerpo.

Las células del cerebro mezcladas y retorcidas. Los músculos contraídos en pánico y dolor. Mis párpados estaban despegándose abiertos. Los pulmones tratando de expandirse para aspirar el aire, pero algo estaba mal con el aire —quemó mi boca y garganta. —En algún lugar, una parte distanciada de mí que aún continuaba funcionando, supo qué era todo esto.

Strunz pulverizado, aquella sólida piedra negra había sido convertida en un arma silenciosa.

Continuará...

Notas finales:

Bueno, no me queda más que decirles que espero que les haya gustado. Si les gustó me encantaría que me lo hicieran saber mandándome sus mensajes, así como también me gustaría saber qué es lo que creen que pasará a continuación. Recuerden que sus comentarios me animan muchísimo a seguir esta historia.

Espero tener tiempo suficiente para volver con ustedes, y haré todo lo posible para actualizarles lo más pronto posible.

¿Nos leeremos pronto?


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