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Ópalo por Momino

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Notas del capitulo:

¿A que no me esperaban? Agradezcanselo a las personitas que me dejaron sus comentarios <3

Capítulo 14

Fingiendo estar enfermo el martes, me quedé en casa y vegeté en el sofá. No podía ir a la escuela. Mirar a Karin y saber que su mejor amiga se encontraba muerta y fingir que no sabía nada. Simplemente no podía hacerlo, todavía.

De vez en cuando, veía la cara de Sakura. Había dos versiones: antes de ayer por la noche y después. Cuando la veía con su hermoso cabello rosa en mis recuerdos, mi pecho dolía, y cuando veía esos ojos inmensamente vacíos, quería llorar.

Y lo hacía.

Mamá no insistió. Por un lado, muy raramente faltaba a la escuela. Y en segundo lugar, parecía mierda. Estar enfermo no quedaba tan lejos de eso. Ella pasó la mayor parte de la mañana mimándome y lo disfruté, necesitando a mi madre más de lo que ella podría saber.

Más tarde, después de que ella subió a su habitación para dormir un poco, Sasuke apareció inesperadamente. Llevando un gorro negro, entró y cerró la puerta detrás de él.

—¿Qué estás haciendo aquí, dattebayou? —era la una de la tarde.

Me tomó de la mano, tirando de mí hacia la sala de estar. —Bonita pijama.

Ignoré eso. —¿No deberías estar en la escuela, teme?

—No deberías estar solo ahora, dobe. —giró la gorra hacia atrás.

—Estoy bien, de veras.

Sasuke me lanzó una mirada sabelotodo. En realidad, era feliz de que él estuviera aquí, porque necesitaba a alguien que supiera lo que estaba pasando en realidad. Todo el día había sido desgarrado violentamente, atrapado por la culpa y la confusión, sacudido por el dolor que no podía comprender.

Sin decir palabra, me llevó hasta el sofá y se recostó, sosteniéndome a su lado. Su brazo fuertemente alrededor de mi cintura era un peso calmante. Manteniendo nuestras voces bajas, hablamos de cosas normales —cosas seguras que no cortaban a través de él o de mí—.

Después de un rato, me volví en sus brazos para que nuestras narices se rozaran. No nos besamos. No había nada sexual pasando entre nosotros. Sólo nos abrazamos el uno al otro y eso fue mucho más íntimo que cualquier cosa que pudiéramos haber hecho. La presencia de Sasuke me aliviaba. En algún momento, nos quedamos dormidos, nuestros alientos mezclándose.

Mamá tuvo que haber bajado en algún punto y nos había visto juntos en el sofá, tal y como estábamos cuando desperté: la cabeza de Sasuke apoyada sobre la mía, mi mano apretando su camisa. Fue el aroma a café lo que me despertó alrededor de las cinco.

De mala gana, me zafé de su abrazo y pasé mis manos por el pelo. Mamá residía en la puerta, una pierna cruzada sobre su tobillo mientras se apoyaba contra el marco. Una taza humeante de café estaba entre sus manos.

Mamá llevaba pijamas de Lucky Charms.

Oh, por Kami. —¿De dónde las sacaste, ttebayou? —pregunté.

—¿Qué? —tomó un sorbo.

—Esas...horrendas pijamas—le dije.

Se encogió de hombros. —Me gustan, ttebane.

—Son lindas —dijo el Uchiha, quitándose el gorro y pasándose su mano por su pelo desordenado. Le di un codazo y él me dio una sonrisa descarada.

—Lo siento, Señora Uzumaki, no fue mi intención quedarme dormido con...

—Está bien —lo desistió—, Naruto no ha estado sintiéndose bien y me alegro que quisieras estar aquí para él, ttebane, sólo espero que no te contagies con lo que tiene.

Él me lanzó una mirada de soslayo. —Espero que no me hayas pasado tus piojos.

Resoplé. Si alguien estaba difundiendo piojos extraterrestre, era el bastardo.

El celular de mamá sonó, y ella lo sacó del bolsillo de su pijama, chapoteando café sobre el suelo. Su rostro se iluminó de la misma manera en que siempre lo hacía cuando Jiraiya llamaba. Mi corazón cayó a mis pies cuando ella se volvió y se dirigió a la cocina.

—Jiraiya —susurré, poniéndome de pie sin darme cuenta.

Sasuke estaba justo detrás de mí. —No lo sabes con certeza, dobe.

—Lo sé, teme. Está en sus ojos, él la hace brillar, dattebayou. —quería vomitar, como, mucho. De pronto, vi a mamá en el suelo del dormitorio, sin vida, ida como Sakura. El pánico floreció y echó raíz. —Tengo que decirle por qué Jiraiya se acerca a ella, de veras.

—¿Decirle qué? —Bloqueó mi camino—. ¿Decirle que se acercó a ella para llegar a ti, qué la usó? No creo que eso vaya a disminuir el dolor, usuratonkachi.

Abrí la boca, pero él tenía un punto.

Puso sus manos en mis hombros. —No sabemos si era él llamando o qué ha pasado con él. Mira a Sakura —dijo, hablando en voz baja—. Su mutación fue inestable. No le tomó mucho tiempo para que...hiciera lo que tenía que hacer.

—Entonces, significa que funcionó, Sasuke —Él realmente no me estaba haciéndome sentir mejor acerca de nada en ese momento.

—O significa que se desvaneció, dobe —Intentó de nuevo—. No podemos hacer nada hasta que sepamos a qué nos estamos enfrentando.

Me removí incómodamente, mirando sobre su hombro. El estrés se sentó en mí como una pelota de siete toneladas, su peso sobre mis hombros. Había tanto con que tratar.

—Uno a la vez —dijo Sasuke, leyendo mis pensamientos—. Vamos a enfrentarnos a las cosas una a la vez. Eso es todo lo que podemos hacer.

Asintiendo con la cabeza, tomé una respiración profunda y la dejé escapar lentamente. Mi corazón aún estaba acelerado.

—Voy a ir a ver si era él, ttebayou.

Me soltó y dio un paso a un lado, me apresuré a la puerta.

—Me gustan más tus pijamas, Kitsune —dijo y me volví. Sasuke me sonrió su sonrisa torcida, esa que sugería risa.

Mi pijama no era mucho mejor que la de mamá. Tenían, como, miles de pequeños sapos de color verdes y amarillos. —Cállate, teme —le dije.

Él regresó al sofá. —Estaré esperando.

Fui a la cocina justo cuando mamá estaba colgando, su expresión agria. El peso en mis hombros aumentó. —¿Qué está mal, ma?

Parpadeó y forzó una sonrisa. —Oh, nada, cariño.

Agarrando una toalla, limpié la azúcar derramada. —No parece ser nada, de veras.

De hecho parecía ser mucho de algo.

Mamá hizo una mueca. —Era Jiraiya. Aún está en el oeste, ttebane. Piensa que contrajo algo en el viaje. Va a estar fuera hasta que se sienta mejor.

Me congelé. Mentiroso, quería gritar.

Tiró su café y enjuagó su tasa. —No te quería decir esto, cariño, porque no quería traer malos recuerdos, pero Jiraiya...bueno, estuvo enfermo una vez, al igual que tu padre.

Mi boca se abrió.

Confundiendo mi sorpresa, dijo—: Lo sé. Parece cósmicamente injusto, ¿verdad? Pero Jiraiya ha estado en remisión. Su cáncer era completamente curable, ttebane.

No tenía nada que decir. Nada. Jiraiya le había dicho que estaba enfermo.

—Pero, por supuesto, yo me preocupo. —colocó la taza en el lavaplatos, pero no cerró la puerta completamente. La cerré por costumbre. —Es inútil preocuparme por algo como eso, lo sé. —se detuvo frente a mí, colocando su mano en mi frente—. No te sientes caliente. ¿Te sientes mejor, cariño?

El cambio de conversación me confundió. —Sí, me siento bien, dattebayou.

—Bien. —mamá sonrió entonces y no fue forzada—. No te preocupes por Jiraiya, cariño. Él va a estar bien y de regreso antes de darnos cuenta. Todo va a estar bien, ttebane.

Mi corazón se estrujo. —¿Mamá?

—¿Sí?

Estaba tan cerca de decirle todo, pero me quedé congelado.

Sasuke tenía razón. ¿Qué podía decir? Negué con la cabeza. —Estoy seguro...Jiraiya está bien, de veras.

Se inclinó rápidamente, besando mi mejilla.

—Él va estar encantado de que estés preocupado.

Una risa histérica se arrastró hasta mi garganta. Estaba seguro que lo iba a estar.

Más tarde ese mismo día, después de que mamá se había ido a trabajar, estaba de pie al lado del lago, observando una pila de relucientes piedras negras y peligrosas, Strunz.

Kakashi y Sasuke no habían dicho mucho desde que llegamos, y hasta Pain estaba anormalmente callado. Todos sabían lo que ocurrió la noche anterior con Sakura. El pelinegro habló con Pain temprano en el día; toda la conversación había transcurrido sin puños siendo lanzados y me lo perdí. Aparentemente, el surfista nunca había sido testigo de un híbrido inestable con sus propios ojos. Sólo había oído hablar de ellos.

Pero Itachi lo había sido.

Vio a las personas que habían sido traídas a él, eran personas normales antes de la mutación y después otras días más tarde. Arrebatos violentos eran comunes antes de entrar en modo autodestructivo. Todos ellos recibieron el suero que yo recibí. Sin él, de acuerdo con Pain, la mutación perduraría,  era raramente y en la mayoría de las veces, las mutaciones se desvanecían.

Desde que llegué al lago, Itachi se quedó a mi lado mientras Sasuke y Kakashi manejaban el strunz con cuidado.

—Tuve que hacerlo una vez —dijo Itachi calladamente, viendo el cielo nublado.

—¿Hacer qué, dattebayou?

—Ver un híbrido morir así. —Tomó un respiro, entrecerrando los ojos—. El tipo se volvió loco, y nadie pudo detenerlo. Eliminó a uno de los oficiales y luego hubo un destello de luz. Como una especie de combustión espontánea, porque cuando la luz se desvaneció, él ya no estaba. No quedó nada. Sucedió tan rápido, que no hay manera de que haya sentido algo.

Recordé cómo Sakura estaba temblando, y sabía que ella tuvo que haber sentido eso. Sintiéndome mareado, me centré en Sasuke. El strunz estaba en un agujero, y él se arrodilló delante de él, hablando en voz baja con el de bufanda, Kakashi. Me alegré que el resto del grupo no estuviera.

—¿La gente que te traían sabían por qué estaban allí, ttebayou? —pregunté.

—Algunos, muchos de ellos se inscribieron para ello. Otros fueron sedados. No tenían ni idea. Creo que eran personas sin hogar.

Eso era repugnante. Incapaz de permanecer allí, me dirigí a la orilla del lago. El agua ya no estaba congelada, pero si calmada y cálida.

Completamente en desacuerdo en cómo yo me sentía en el interior. Itachi me siguió. —Sakura era buena persona. No se merecía esto. ¿Sabemos por qué la eligieron?

Negué con la cabeza. Había pasado una buena parte del día pensando en todo. Incluso si  la pelirrosa hubiese sabido acerca de los Luxen y hubiera sido sanada por uno, Jinchuriki estaba involucrado. Lo sabía. Pero el cómo y por qué eran misterios. Como lo era la piedra que vi en su muñeca.

—¿Nunca viste algo sobre los híbridos? ¿Cómo una piedra negra que parecía tener fuego dentro de ella, Itachi?

Las cejas del mayor se juntaron. —Ninguno de los míos lo lograron excepto Deidara. Ellos nunca tuvieron algo. A los otros nunca los vi. Terrible...era terrible.

Tragué saliva, pero mi garganta se sentía apretada. Una suave brisa agitó el lago, y una ola onduló de una piedra a la otra. Como una ola de choque...

—¿Chicos? —llamó Sasuke, y nos volvimos a él—. ¿Están listos?

¿Qué si estábamos listos para entrar a la casa del dolor? Uh, no. Pero nos acercamos a ellos. El pelinegro menor se puso de pie, sosteniendo una pieza circular de strunz en su mano enguantada.

Se volvió hacia Pain. —Este es tu show.

El nombrado respiró hondo y asintió con la cabeza. —Creo que lo primero que tenemos que probar es si tengo resistencia al strunz. Si lo hago, entonces eso nos da un punto de partida, ¿no? Al menos sabremos que podemos construir una tolerancia.

Frente a él, Sasuke miró hacia el strunz en su mano y se encogió de hombros. Sin preámbulo, se echó hacia adelante, colocando la piedra negra contra la mejilla de Pain.

Mi mandíbula tocó el suelo.

Kakashi dio un paso atrás. —Kami.

A mi lado, Itachi se rió bajo su aliento.

Pero no pasó nada por varios segundos. Finalmente, Pain se alejó del strunz, sus fosas nasales dilatadas.

—¿Qué diablos?

Decepcionado, Sasuke tiró la piedra en la pila. —Bueno, al parecer tienes una tolerancia contra el strunz y aquí estaba yo, esperando que no lo hicieras.

Puse mi mano sobre mi boca, ahogando una risa. Él era un cabrón, y así lo amaba.

El pelinaranja lo miró fijamente. —¿Qué pasa si no hubiese tenido una tolerancia? Por un demonio, como que quería prepararme para eso.

—Lo sé —Sasuke sonrió.

Kakashi negó con la cabeza. —De acuerdo, de nuevo en marcha, chicos. ¿Cómo sugieres hacer esto?

Acercándose a la pila mortal de piedra, Pain agarro una. Hubo una ondulación leve de malestar, pero la sostuvo. —Sugiero que Sasuke vaya primero. La sostendremos contra la piel hasta que ya no puedas. No más.

—Oh, carajo—murmuré.

El azabache se quitó los guantes y extendió sus brazos. —Adelante.

No hubo un momento de vacilación. Pain dio un paso adelante y presionó el strunz contra la palma del moreno. Inmediatamente, su rostro hizo una mueca y trató de dar un paso atrás, pero el strunz lo mantuvo en su lugar. Un temblor comenzó en su brazo y viajó a través de su cuerpo.

Itachi y yo dimos un paso al frente. Ninguno de los dos pudo evitarlo. De pie aquí, mirando el dolor oscurecer su bello rostro, era demasiado. El pánico se disparó en mí. Pero después el ojigris se alejó y Sasuke se dejó caer de rodillas, golpeando sus manos sobre el suelo delante de él. —Mierda...

Me precipité hacia él, tocando sus hombros. —¿Estás bien, teme?

—Está bien —dijo Pain, poniendo la piedra en el suelo. Su mano derecha tembló cuando nuestros ojos se encontraron—. Comenzó a quemar. Debe haber un límite a mi tolerancia...

Sasuke se puso de pie tambaleándose. —Estoy bien, dobe —luego le dijo a su hermano mayor, quien miraba a Yahiko como si quisiera arrojarlo a través de una ventana: —Estoy bien, Itachi.

—¿Cómo sabemos que esto va funcionar? —exigió Kakashi.

—El tocar strunz es completamente diferente que ser rociado con ella.

—He salido de esas puertas antes y no pasó nada. Y no es como si me hubieran rociado strunz en mi cara antes. Esto tiene que ser.

Recordé que dijo que todo lo que tocaba estaba encerrado en una joya brillante. —Está bien. Hagámoslo, dattebayou.

Sasuke abrió la boca, pero lo interrumpí con una mirada. Él no iba a hablar de esto.

Recogiendo el guante, el de perforaciones sostuvo el strunz diferente ahora. No vino a mí, sino a Kakashi. Lo mismo ocurrió con el antiguo Luxen. Él estaba de rodillas, jadeando por aire, y entonces fue el turno de Itachi.

Le tomó un poco más de tiempo, lo que tenía sentido. Él había sido expuesto al aerosol como yo y fue torturado con esas cosas una y otra vez. Pero después de diez segundos, se derribó y su hermano menor masacró el idioma japonés.

Luego fue mi turno.

Cuadrando mis hombros, asentí. Estaba preparado para esto, ¿verdad? Rayos, no. ¿A quién engañaba? Esto iba a doler.

Pain hizo una mueca y siguió adelante, pero el segundo Uchiha se puso en su camino. Usando el guante, tomó el strunz y se paró frente a mí.

—No, teme —le dije—. No quiero que tú hagas esto, de veras.

La fuerza determinada en su mandíbula me enfureció. —No voy a dejar que él lo haga, Naruto.

—Entonces deja que alguien más lo haga, ttebayou.

No había manera de que él fuera quien pusiera el strunz en mí.

—Por favor —Sasuke sacudió su cabeza, y quise darle un puñetazo—. Esto no está bien, de veras.

—Soy yo o nadie, dobe.

Y entonces entendí. Estaba tratando de salirse con la suya. Tomando un suspiro, me encontré con sus ojos. —Hazlo.

La sorpresa brilló en sus ojos negros y luego la ira se profundizo en ellos. —No me gusta esto —dijo, en voz lo suficientemente alto para que sólo yo escuchara.

—A mí tampoco, dattebayou. —La ansiedad atacó mi garganta—. Sólo hazlo, Sasuke.

No apartó la mirada, pero sabía que quería hacerlo. Cualquier sea el dolor que sabía estaba a punto de sentir, sería simbiótico. Él lo sentiría —no físicamente, pero la angustia viajaría a través de él, como si fuera el suyo—.

Era lo mismo como cuando Sasuke estaba sufriendo.

Cerré los ojos, pensando que le ayudaría. Parecía, porque diez segundos después, sentí el frío del strunz contra mi mano y lo áspero de su guante. Nada pasó inmediatamente, pero entonces lo hizo.

Un ardor creciendo rápidamente viajó a través de mi mano y luego se disparó a mi brazo. Un millar de diminutos pinchazos de dolor radiaron por mi cuerpo. Me mordí el labio, ahogando mi quejido. No pasó mucho tiempo después de eso antes de que tocara el suelo, tragando aire mientras esperaba que el ardor se desvaneciera.

Mi cuerpo se estremeció. —De acuerdo... Bueno... No fue tan malo, de veras.

—Mierda —dijo Sasuke, poniéndome de pie—. Naruto...

Me solté, tomando más respiraciones profundas. —De verdad, estoy bien, teme. Necesitamos continuar.

Él parecía como si quisiera echarme sobre su hombro y salir corriendo como un hombre de las cavernas, pero continuamos.

Una y otra vez, cada uno de nosotros tocó el strunz, sosteniéndolo hasta que nuestros cuerpos se negaron a cooperar. Ninguno aumentó en el tiempo, pero estábamos empezando.

—Es como ser electrocutado con una pistola eléctrica —dijo, Kakashi mientras dejaba caer un trozo de madera contrachapeado sobre el strunz, entonces puso dos piedras pesadas sobre la madera.

Era tarde y todos estábamos cansados. Incluso, Pain. —No es que haya sido electrificado, pero me imagino que así es como se siente.

Me pregunté si no habría algún efecto a largo plazo por esto. Como ritmo cardíaco acelerado o estrés postraumático. Lo único bueno que resultó de esto fue que entre el alucinante dolor y viendo a otras personas sucumbir a él, realmente no había pensado en otra cosa.

Cuando terminamos y comenzamos a cojear de vuelta a casa, Pain redujo su velocidad hasta que estuvo a mi lado. —Lo siento, Naru —dijo. Yo no dije nada. Metió las manos en sus pantalones vaqueros. —Me gustaba Sakura. Deseo...

—Si los deseos fueran peces, estaríamos todos en redes, ¿no? ¿No es eso lo que dicen, ttebayou? —el dolor afiló mi tono.

—Sí, eso es lo que dicen. —Hizo una pausa—. Las cosas se van a poner locas en la escuela.

—¿Por qué te importa, Pain? Vas a irte tan pronto como cuando tengas a Nagato, dattebayou. Sólo vas a ser uno de esos chicos que desaparecen en el aire, en serio.

Se detuvo, la cabeza inclinada a un lado. —Me quedaría si pudiera. No puedo, sin embargo.

Frunciendo el ceño, miré hacia adelante. Sasuke había disminuido su paso, claramente haciendo todo lo posible para no aumentar la distancia entre Pain y yo. Por un segundo pensé en preguntarle al surfista sobre la piedra extraña que había visto. Él sabría, ya que trabajó para Jinchuriki—aún trabajaba—. Pero era demasiado arriesgado. Pain afirmaba estar jugando al doble agente. Palabra clave: afirmaba.

Envolví mis brazos a mí alrededor. Sobre nosotros, las ramas se agitaban unas contra las otras, como un tambor bajo y constante.

—Me quedaría —dijo de nuevo, colocando una mano sobre mi hombro—. Yo...

El pelinegro estaba allí en un instante, retirando los dedos del menor de mi hombro. —No lo toques.

Pain palideció mientras liberó su mano y dio un paso atrás. —Amigo, no estaba haciendo nada. ¿Demasiado sobreprotector?

Colocándose entre nosotros, el otro dijo—: Pensé que teníamos un entendimiento. Estás aquí porque no tenemos otra opción. Sigues vivo porque él es mucho mejor persona que yo. No estás aquí para consolarlo. ¿Comprendes?

La mandíbula del ojigris se tensó. —Como sea. Los veo después.

Lo vi pasar junto a Kakashi e Itachi. —Eso fue algo sobreprotector, bastardo.

—No me gusta que te toque, usuratonkachi —gruñó. Sus ojos comenzaron a brillar— No me gusta que esté en la misma zona horaria que tú. No confío en él.

Levantándome de puntillas, le di un beso en su mejilla. —Nadie confía en él, ttebayou, pero no puedes amenazarlo cada cinco segundos.

—Sí, sí puedo.

Reí y lo abracé, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura. Bajo mi mejilla, su corazón latía a un ritmo constante. Sus manos se deslizaron por mi espalda mientras su cabeza se inclinó sobre a la mía. —¿De verdad quieres hacer más días como éste? —preguntó—. ¿Días interminables y llenos de dolor?

No estaba en el top de mi lista. —Sirve como una gran distracción, y necesito eso ahora, de veras.

Esperaba que discutiera, pero no lo hizo. En cambio, besó la parte superior de mi cabeza. Nos quedamos así por un momento. Cuando nos separamos, Itachi y Kakashi había desaparecido. La luz de la luna comenzó a aparecer a través de las ramas. Tomados de la mano, caminamos de regreso a nuestras casas, y él se fue a limpiar.

Mi casa estaba a oscuras y en silencio,  mientras estaba de pie en la base de la escalera, tuve dificultades para respirar. No podía tener miedo de mi dormitorio. Eso era estúpido. Puse mi mano sobre la barandilla y di un paso.

Mis músculos se tensaron.

Era sólo una habitación. No podía dormir en el sofá para siempre, no podía entrar y salir de mi dormitorio como si un Arum estuviera detrás de mí. Cada paso fue una lucha contra mi instinto que me decía dar la vuelta y correr en la otra dirección, pero continué hasta que me paré en la puerta, con las manos cruzadas bajo mi barbilla.

Sasuke y Sai habían limpiado como dijeron que lo harían. Mi cama estaba hecha. Mi ropa estaba guardada, y todos los papeles estaban apilados en mi escritorio. Mi portátil destruida ya no estaba. Había una alfombra circular sobre el lugar donde Sakura había estado. Era de color caoba. Sasuke sabía que no era fan de los colores pálidos, no como Sai. Aparte de eso, la habitación parecía normal.

Conteniendo la respiración, me obligué a entrar. Me moví alrededor, recogiendo libros y poniéndolos de nuevo en el orden en que los tenía, manteniendo mi mente en blanco. Después de un tiempo, me puse una camisa vieja y calcetines, después me metí debajo de las mantas y rodeé sobre mi lado.

Más allá de la ventana de mi dormitorio, las estrellas rompieron en el cielo oscuro. Una cayó, dejando un corriente de luz detrás cuando se estrelló contra la Tierra. Envolviendo mis dedos alrededor de la manta, me pregunté si era una estrella fugaz o algo más. Todos los Luxen estaban aquí, ¿no?

Forcé mis ojos a cerrarse y me concentré en mañana. Después de la escuela, Sasuke y yo iríamos a Kirigakure en busca de Yagura. El grupo pensaba que sólo queríamos pasar tiempo juntos. Tal vez después de nuestra visita, sabríamos un poco más sobre lo que le pasó a Sakura.

Dormí durante ratos esa noche. Tenía que ser tarde cuando sentí a Sasuke acostarse a mi lado, su brazo firmemente alrededor de mi cintura. Medio dormido, decidí que tenía que ser más cuidadoso. Si mi mamá lo encontraba de nuevo en mi cama, las cosas se pondrían feas.

Pero estaba feliz en sus brazos y me recargué contra él, siendo arrullado por su cálido aliento detrás de mi cuello.

—Te amo —Creo que dije. Puede que sea un sueño, pero su brazo se apretó y su pierna se deslizó alrededor de la mía. Tal vez esto era sólo un sueño, porque había una calidad surrealista a ello. Incluso si lo era, era suficiente.

 

Al día siguiente, Karin prácticamente me abordó en el instante en que entré a la escuela. Ni siquiera había llegado a mi casillero. Agarrando mi brazo, me jaló hacia la habitación cerca de la vitrina de trofeos.

Supe desde el momento en que la vi que de alguna manera ella sabía que algo malo había ocurrido. Su rostro estaba pálido, ojos ensombrecidos detrás de sus anteojos, y su labio inferior temblando. Nunca la había visto tan alterada.

—¿Qué ocurre, ttebayou? —Forcé mi voz a salir.

Sus dedos apretaron mi brazo. —Sakura está desaparecida.

Sentí la sangre drenarse de mi rostro y en voz ronca dije—:¿Qué?

Con los ojos rojos y brillantes, asintió. —Tenía gripe, ¿recuerdas? Y aparentemente se puso muy enferma en los últimos días, con fiebre alta. Sus padres la llevaron al hospital. Pensaban que tenía meningitis o algo así. —dejó escapar un suspiro tembloroso—. No supe nada hasta que sus padres me llamaron esta mañana preguntándome si yo la había visto o hablado con ella. Y yo estaba como “No. ¿Por qué? Ella ha estado demasiado enferma como para hablar por teléfono y todo.” Y me dijeron que desapareció un par de noches atrás en el hospital. Sus padres han estado buscándola y la policía no puede hacer un reporte de desaparecida hasta que pasen cuarenta y ocho horas.

El horror que me atravesó no fue falso. Dije un par de cosas y realmente no supe que pronuncié. Karin no estaba procesando nada, de todos modos.

—Creen que salió del hospital... Que estaba enferma y probablemente esté en alguna parte pérdida y confundida —su voz tembló—. ¿Cómo es que nadie la ha visto o reportado?

—No lo sé, Karin... —susurré.

Ella se abrazó a sí misma. —Eso no puede estar pasando, ¿verdad? No puede ser. No Sakura.

Mi corazón se sentía como si estuviera roto. La mayoría de las veces quería decir la verdad y confiar en Karin, pero este era uno de esos momentos cuando no hay nada en el mundo que me hiciera querer ser el portador de esa noticia.

No había nada que yo pudiera decir, pero envolví mis brazos alrededor de ella y la abracé hasta que la primera campana sonó. Nos dirigimos directamente a clase sin nuestros libros. No importaba. Las noticias de la desaparición de Sakura habían comenzado a extenderse, y nadie prestaba atención en clase.

Tenten anunció que al final de la clase la policía organizaba un grupo de rescate al terminar la escuela. Ella y Sakura no eran amigas, pero eso no importaba, comprendí. Demasiados chicos habían desaparecido, y esto tocaba la vida de todos. Miré por encima del hombro a Sasuke, y él me dio una sonrisa tranquilizadora. Me calmó un poco. Yo era un manojo de nervios. Cuando la clase acabó, Karin me esperó.

—Creo que me iré a casa —dijo ella, parpadeando rápidamente—. Yo no... yo no puedo seguir aquí.

—¿Quieres que vaya contigo, dattebayou? —pregunté, no queriendo dejarla sola si ella necesitaba hablar con alguien.

La pelirroja sacudió la cabeza. —No. Pero gracias.

Le di un rápido abrazo y luego la vi salir apresuradamente de la clase, mi corazón dolió.

Sasuke no dijo nada mientras presionó un beso en mi sien. Él sabía que no había nada que decir. —¿Crees que tenemos tiempo para unirnos a los grupos de búsqueda antes de irnos, Sasuke? —pregunté.

Ambos sabíamos que no tenía sentido, pero parecía deshonrar su memoria no darle este respeto. ¿O era equivocado hacerlo sabiendo lo que realmente ocurrió? No lo sabía.

El azabache tampoco parecía saber, pero acepto. —Claro, dobe.

Quería irme de la escuela, también. Especialmente porque todos hablaban de Sakura y encontrarla. Las personas tenían muchas esperanzas en encontrarla, porque parecía imposible aceptar que ella pudiera terminar como Kiba.

La culpa y la ira luchaban dentro de mí, y durante todo el día iban a mi lado. Sentarme en clase parecía inútil cuando tantas cosas pendían de un hilo. Estas personas —estos chicos— no tenían idea de lo que ocurría a su alrededor. Vivían dentro de una alegre burbuja de ignorancia y ni siquiera las desapariciones podían estallarla. Sólo había pequeños agujeros producidos con cada desaparición y yo estaba esperando a que finalmente estallara.

En el almuerzo, por primera vez, nos sentamos todos juntos. Incluso Pain se nos unió. Mi falta de apetito no tenía nada que ver con la misteriosa comida que ocupaba mi plato.

—¿Van a unirse a los grupos de rescate? —preguntó Sasori.

Asentí. —Pero todavía tenemos que hacer nuestras propias cosas después...

Pain frunció el ceño. —Seriamente, creo que ustedes deberían esperar.

—¿Por qué, ttebayou? —pregunté antes de que Sasuke le arrancara la cabeza de sus hombros.

—Necesitas trabajar en ser más tolerante, no es el mejor momento para una noche de citas —Frente a él, Ino asintió—. Eso no es lo que importa en estos momentos.

Sasuke miró en su dirección. —Cállate.

Con las mejillas sonrojadas, Pain se inclinó sobre la mesa. —Necesitamos aprovechar todos los días que podamos si tenemos alguna esperanza de hacer esto pronto.

Un músculo se flexionó en la mandíbula de Sasuke. —Un día no va a cambiarlo todo. Ustedes pueden practicar o no. No me importa.

El pelinaranja comenzó a protestar, pero Itachi lo interrumpió. —Déjalos irse. Necesitan esto. Nosotros estaremos bien.

Cogí el tenedor, sintiendo mis mejillas arder. Todo el mundo pensaba que yo necesitaba salir, relajarme, y no quería que sintieran lastima o se preocuparan por mí. Pero esta noche no era noche de cita. Lo que Sasuke y yo íbamos a hacer era tan difícil como jugar con el Strunz.

Como si intuyera mis oscuros pensamientos, él se acercó más a mi lado y su mano encontró la mía debajo de la mesa. Me dio un apretón y por alguna razón sentí ganas de llorar. Me estaba convirtiendo en un cobarde y todo era su culpa.

Pude haber soñado con él la noche anterior, porque al amanecer, él se había ido y la almohada a mi lado no llevaba ese aroma que yo podía reconocer en cualquier lugar. Pero me gustaba creer que fue real. Que no fue un sueño que me abrazaba con fuerza, sus manos calientes sobre mis caderas o sus labios viajando por mi cuello.

Si yo lo imaginé todo... demonios, mis sueños serían muy realistas. No podía preguntárselo, porque sería demasiado vergonzoso, por no hablar de que el ego de Sasuke no tiene necesidad de ser alabado diciéndole que soñé con él.

Pensar en su reacción si se lo dijera, lo cual traería un montón de comentarios a la mesa, me hizo sonreír un poco. El pelinegro lo notó y mi corazón dio un vuelco, ya que su corazón saltó primero.

Algunas veces, la cosa extraña de la conexión tenía sus ventajas. Como esto, que me decía que yo afectaba a Sasuke tanto como él me afectaba a mí, y en días así, necesitaba aferrarme a momentos como este.

 

La patrulla de búsqueda era justo como las que había visto en la televisión y en películas. Las personas agolpándose en una directa y horizontal línea detrás de los policías y sus perros de búsqueda. Todo era una pista para inexperto, un montón de papeles desordenados; una rasgada y vieja pieza de ropa; desvanecidas huellas.

Era un asunto lamentable.

Principalmente porque había tanta esperanza...esperanza de encontrar a Sakura, que estuviera bien aunque un poco cansada, y todo regresara a la normalidad. Ella no sería el último caso de personas perdidas, porque su situación era diferente. Ella aparentemente salió de un hospital.

Sin embargo, tuve un tiempo difícil creyendo eso. Jiraiya había sido un implante en el centro médico local, y no tenía que ser un investigador para deducir que no era el único. Mi suposición era que Sakura tuvo ayuda dejando ese hospital.

Sasuke y yo salimos después de las cinco, dirigiéndonos hacia nuestras casas. Entré a cambiarme para nuestra “cita de esta noche”. No todo estaba saliendo como la última vez. Me decidí por un par de jeans negros y bastante ajustados, mis converse, y un aprobado por Karin ajustado suéter que mostraba un poco de abdomen.

Mamá estaba en la cocina haciendo onigiris. Sus ojos se salieron de las orbitas cuando tiré del dobladillo de mi abrigo. Me miró por encima de su hombro, echando unos huevos y fallando la mayor parte de la sartén.

Llevaba La Cocina del Infierno a un nuevo extremo.

—¿Saldrás esta noche con Sasuke, ttebane?

—Síp —dije, agarrando una toalla del papel. Recogí los huevos antes de que el olor a quemado pudiera llegar a mi reflejo de vomito—. Vamos a ir a cenar y luego una película, dattebayou.

—Recuerda tu toque de queda. Es noche de escuela, querido.

—Lo sé, mamá —Tiré la toalla y sostuve mi suéter con una mano—. ¿Has oído algo sobre Sakura?

Mamá cabeceó.

—No estaba trabajando en el Central cuando fue ingresada o durante los últimos dos días, pero el hospital está plagado de policías y los jefes están haciendo sus propias investigaciones.

Ella había cambiado sus turnos en Sunagakure.

—Así que, ¿piensan que realmente sólo salió de allí, ttebayou?

—Por lo que he oído, estaba tratándose por meningitis y eso puede venir con una fiebre alta. Las personas hacen cosas extrañas cuando están así de enfermos. Es por eso que estaba tan preocupada por ti cuando enfermaste en noviembre —apagó la estufa—. Pero, no hay ninguna excusa para lo que pasó. Alguien debió haber detenido a la pobre muchacha. Esas enfermeras del turno de noche tendrán mucho que explicar. Sin médicos, Sakura... —Se cayó, enfocándose en verter los huevos hacia su plato. Unos pedazos rociaron el suelo. Suspiré—. Cariño, encontrarán a Sakura.

No, no lo harán, quería gritar.

—No pudo ir lejos —continuó mamá mientras yo recogía los grumos amarillos rellenos con pimientas y cebollas—. Y esas enfermeras no permitirán que algo tan descuidado como esto pase de nuevo.

Dudé que fuera un acto de descuido. Probablemente girarían la mejilla o ayudarían. El deseo de vengarme o por lo menos caminar en ese hospital y abofetear a un montón de personas, era casi demasiado difícil de ignorar.

Despidiéndome de mamá y prometiendo no estar fuera pasado el toque de queda, besé su mejilla y luego agarré mi chaqueta. Sasuke estaba solo al lado. Todo el mundo estaba junto al lago, ya sea poniéndose a través del indescriptible dolor o viéndolo.

Se pavoneó hacia mí, sus ojos cayendo directamente a la diminuta muestra de piel... y algo cambió en su rostro.

—Me gusta éste más que el otro conjunto, usuratonkachi.

—¿En serio, teme? —me sentía expuesto cuando me miraba como si estuviera mirando fijamente una pieza de arte simplemente hecha para él—. Creí que te gustaba el short.

—Sí, ¿pero esto...? —tiró de mi cinturón e hizo un sonido profundo en la parte de atrás de su garganta—. Realmente me gusta éste.

Calor barrió a través de mí, debilitando mis rodillas.

Sacudiendo su cabeza, dejó caer su mano y sacó las llaves de su bolsillo.

—Tenemos que continuar. ¿Tienes hambre? No comiste nada en el almuerzo.

Me tomó un momento calmarme.

—Podría ser una Cajita Feliz, teme.

Se rió mientras salíamos.

—¿Una Cajita Feliz?

—¿Qué hay de malo con eso? —Tiré de mi abrigo—. Es perfecto, de veras.

—¿Es el juguete, verdad?

Sonreí cuando me detuve en el lado de pasajero.

—Los chicos obtienen los mejores juguetes, es una mierda.

Sasuke se volvió de repente, poniendo sus manos en mis caderas y acercándome a él. Sobresaltado, dejé caer mi chaqueta cuando tomé sus brazos.

—¿Qué...?

Me silenció con un beso que me emocionó y asustó. Cuando me besó, fue como si hubiera alcanzando mi alma.

Lo gracioso era que él ya tenía mi corazón en sus manos.

Lentamente, me bajó y me puso en mis pies. Aturdido, lo miré fijamente.

—¿Por qué fue eso, dattebayou?

—Sonreíste. —Sus dedos se arrastraron a lo largo de mi mejilla, luego bajaron a mi garganta. Abotonó mi suéter rápidamente—. No has estado sonriendo mucho, dobe. Extraño eso, así que decidí premiarte por hacerlo.

—¿Premiarme? —Reí—. Kami, sólo tú pensarías que besar a alguien es un premio.

—Sabes que lo es. Mis labios cambian vidas, dobe. —Sasuke se agachó, agarrando mi chaqueta del suelo—. ¿Listo?

Tomando la prenda, salté en el auto con rodillas temblorosas. Una vez a mi lado, aceleró, y nos dirigimos al pueblo, parando por el local de comida rápida para que pudiera tener mi Cajita Feliz.

Me consiguió una de varón también.

Su cena incluyó tres hamburguesas y dos órdenes de frituras. No tenía idea de dónde fueron esas calorías. A su ego, ¿tal vez? Parecía probarlo después de su último comentario acerca de los labios. Tenía hambre más a menudo después de la mutación, pero no como Sasuke.

En el camino a Kirigakure, empezamos con un juego de Yo Espío, pero Sasuke hizo trampa y no quise jugar más.

Se rió profundamente, el sonido creciendo.

—¿Cómo puedo hacer trampa en Yo Espío, dobe?

—¡Sigues escogiendo cosas que ningún humano en este mundo puede ver, bastardo! —Luché con una sonrisa ante su expresión ofendida—. O escoges c, sigues escogiendo c. ¡Espío con mi pequeño ojo, algo que comienza con una c, dattebayou!

—Carro —dice, sonriendo—. Camino. Chaqueta. —Hace una pausa, dándome una malvada mirada de reojo—. Culo.

—Cállate, idiota. —Lo golpeé en el brazo. Unos momentos de silencio después, y estaba desesperado por encontrar otro juego. Esta tontería mantenía mi mente en blanco. Cambiamos al juego de las matriculas, y juro que pasaba a los autos tan rápido, que así no podía verlos. Él tenía una cruel vena competitiva.

Antes de saberlo, nos dirigíamos a la salida y ninguno de nosotros estaba ya en humor de jugar.

—¿Crees que entraremos, teme?

—Sí.

Le lancé una mirada.

—Ese guardia era muy grande, de veras.

Sus labios se curvaron.

—Oh, Kitsune, ¿ves? yo trato de no decir cosas malas.

—¿Qué?

La sonrisa se extendió.

—Diría que el tamaño no importa, pero lo hace. Lo sabría. —Él pestañeó, dejé salir un gemido asqueado. Rió—. Lo siento, te acercaste a eso. En serio, sin embargo, el guardia no será un problema. Creo que le agrado, dobe.

—¿Q-qué dices, ttebayou?

Deslizó la camioneta alrededor de las curvas.

—Creo que le agrado, como... realmente le agrado.

—Tu ego no conoce límites, ¿sabes eso, bastardo?

—Lo verás. Sé lo que te digo.

De lo que recordaba, el guardia pareció querer matar a Sasuke. Sacudiendo su cabeza, me senté otra vez y comencé a mordisquear la uña de mi pulgar. Mal hábito, pero los nervios estaban consiguiendo lo mejor de mí.

La estación de gas abandonada apareció delante. La camioneta golpeando sobre el camino irregular y agarré la manilla de la puerta. Autos alineados en el área frente del club, como esperaba. Una vez más, Sasuke estacionó a Sharingan lejos de otros automóviles. Recordé deshacerme de mi chaqueta esta vez. Lo envolví alrededor y lo dejé en el piso. Hicimos nuestro camino alrededor de los autos.

Deteniéndonos en la primera fila, me desordené el cabello, más de lo normal. Pasé mis manos por mi cabello, esperando lucir sexy y no como si hubiera tenido mi cabeza fuera del auto.

Sasuke me miró fijamente.

—Eres lindo, dobe.

—Eres raro, teme —Me levanté y le di un rápido beso en la mejilla antes de que me tambaleara a través del césped.

El guardia gorila apreció de la nada, aún en ese overol. Brazos tamaño barril cruzados a través de su pecho.

—¿Pensé que les dije que se olvidaran de este lugar?

El azabache se movió en frente de mí.

—Necesitamos ver a Yagura.

—Yo necesito muchas cosas en la vida. Como desearía poder encontrar un corredor de bolsa decente que no pierda la mitad de mi dinero.

Bieeen. Aclaré mi garganta.

—No tardaremos mucho, dattebayou, pero por favor, realmente necesitamos verlo.

—Lo siento —dijo el guardia.

Sasuke inclinó su cabeza a un lado.

—Tiene que haber algo que podamos hacer para convencerte.

Oh, hombre, por favor dime que él no...

El guardia levantó una ceja y esperó.

El bastardo sonrió, esa sexy curvatura de sus labios que tenía todas las chicas  y donceles en la escuela tropezando, y yo... quería arrastrarme bajo un auto.

Antes de que pudiera morir de vergüenza, el celular del guardia sonó, y lo sacó de su bolsillo delantero.

—¿Qué pasa?

Tomé el momento para codear a Sasuke.

—¿Qué es, dobe? —dijo—. Estaba funcionando.

El guardia rió. —No hacía mucho. Sólo hablaba con un fanfarrón y un lindo doncel.

—¿Perdón? —dijo Sasuke, sorprendido.

Me ahogué en mi risa. Hubo una amplia sonrisa, y luego el guardia suspiró.

—Sí, están aquí por ti. —Hizo una pausa—. Seguro. —Colgó el celular. —Yagura los verá. Entren y diríjanse directamente a él. Ningún baile ésta noche, o lo que fuera que hicieron la última vez.

Incómodo. Bajé mi cabeza y pasé al guardia. En la puerta, él detuvo a Sasuke. Miré sobre mi hombro.

El guardia le pestañeó al Uchiha mientras le daba algo que parecía una tarjeta.

—No eres normalmente mi tipo, pero puedo hacer una excepción.

Mi boca cayó abierta.

Sasuke tomó la tarjeta con una sonrisa y luego abrió la puerta.

—Te lo dije, dobe —me dijo.

Me negué a darle el beneficio de una respuesta, en cambio me concentré en el club. Nada había cambiado desde la última vez. La pista de baile estaba llena. Acompañando las jaulas colgadas del techo, balanceándose por los movimientos en el interior. Personas moviéndose al fuerte ritmo. Un diferente y extraño mundo en el epicentro de la humanidad.

Y el lugar todavía me atraía de una manera extraña.

Por el pasillo oscuro, un hombre alto esperó en la puerta por nosotros. Juzo, el Luxen misterioso que conocimos la última vez. Asintió a Sasuke, abriendo la puerta, y luego se hizo a un lado.

Esperaba ver Yagura tirado en el sofá, jugando DS como la última vez, así que me asusté cuando lo descubrí en el escritorio, viendo una laptop, su rostro arrugado en concentración.

La pila de billetes se había ido. El niño no levantó la mirada.

—Por favor siéntense. —Señaló hacia el sofá cercano, todo un profesional.

Mirando al azabache, me moví con él hacia el sofá y me senté. En la esquina, una alta vela amarilla extendía un olor de melocotones a través de la habitación. Ésa era toda la decoración. ¿La puerta detrás del escritorio llevaba a otra habitación? ¿Yagura vivía aquí?

—Oí que ustedes chicos no llegaron muy lejos de Jinchuriki la última vez. —Cerró la laptop y cruzó las manos bajo la barbilla.

—Acerca de eso —dijo Sasuke, inclinándose hacia adelante—. ¿No supiste sobre los escudos de strunz?

El chico, el pequeño mini magnate/capo de la mafia/lo que sea se quedó inmóvil. La tensión llenó la habitación. Esperaba que algo explotara. Sólo que no fuera ninguno de nosotros.

—Te advertí que puede haber cosas de las que no soy consciente — dijo—. Ni siquiera yo sé todo del Jinchuriki. Pero creo que Pain está en el buen camino. Está en lo cierto sobre el material brillante negro-rojizo. Quizá si construimos una tolerancia no nos veremos afectados por los escudos de strunz.

—¿Y si no es así, ttebayou? —pregunté, odiando la sensación helada recorriendo mis venas.

La mirada amatista de Yagura se concentró.

—¿Qué si no lo es? Tengo la sensación de que no va a detenerte de intentarlo de nuevo. Es un riesgo y todo tiene riesgos. Tienes suerte de que te sacó de allí la última vez antes de que cualquiera comprendiera lo que pasaba. Tienes otra oportunidad. Mucha gente no.

Hablar con este chico era raro, porque tenía los gestos y patrones de habla de un adulto bien educado.

—Tienes razón, dattebayou —dije—. Aún vamos a intentarlo, de veras.

—Pero, ¿conociendo todos los peligros por delante parece injusto? —Se metió un mechón de pelo rubio, su angelical rostro impasible—. La vida no es justa, cariño.

Sasuke se tensó a mi lado.

—¿Por qué tengo la sensación de que hay mucho que no nos estás diciendo?

Los labios de Yagura formaron una media sonrisa.

—De todos modos, ¿viniste aquí por un motivo diferente de los escudos de strunz? Vamos al grano.

Molestia cruzó el rostro del pelinegro.

—Un híbrido inestable atacó a Naruto.

—Eso es lo que las personas inestables hacen, híbridos o no.

Contuve una réplica.

—Sí, nos dimos cuenta, pero ella era mi amiga, ttebayou. No dio ninguna indicación de que sabía algo acerca del Luxen, de veras. Estaba bien, enfermó, y luego fue a mi casa y se volvió loca.

—Tú no diste ninguna indicación sobre qué ET llamara a casa.

Que mocoso. Tomé una respiración profunda.

—Lo entiendo, pero esto fue de la nada, en serio.

Yagura se inclinó hacia atrás en su silla, golpeando sus piernas sobre el escritorio. Cruzó los tobillos.

—No sé qué decirte sobre eso. Ella pudo haber sabido de los Luxen, se hirió, y un pobre inocente lo intentó y no la sanó. O el hombre la sacó de la calle como lo hacen a veces. Y a menos que sepas alguna maldita técnica buena de tortura y están dispuestos a emplear a un oficial del Jinchuriki, no veo como alguna vez lo sabrás.

—Me niego a aceptarlo, ttebayou —susurré. Sabiendo que traería algún tipo de final y justicia.

Se encogió de hombros.

—¿Qué le pasó a ella? —la curiosidad coloreó su tono.

Mi aliento se atoró en mi garganta cuando apreté las manos en puños.

—Ya no está...

—Ah —murmuró Yagura—. ¿Hizo lo de la combustión espontánea? —la mirada en mi cara debió haber sido respuesta suficiente porque él suspiró tristemente—. Eso apesta. Lamento eso. Una lección de historia retorcida para ti, ¿conoces todos los casos inexplicables de combustión espontánea en toda la historia?

Sasuke hizo una mueca.

—Tengo miedo preguntar.

—Es curioso que no haya muchos casos conocidos, pero que ocurren en el mundo novato. —extendió sus brazos para indicar el mundo fuera de la oficina. —Híbridos, mi teoría por lo menos. Y tiene sentido si lo piensas, muchos hacen lo de la autodestrucción en las instalaciones, pero algunos lo hacen fuera. Por eso no les ocurre con frecuencia a los humanos.

Todo esto era bueno y un poco inquietante si lo pensabas, pero no era por lo que estábamos aquí.

—Mi amiga llevaba una pulsera...

—¿Tiffany? —preguntó y sonrió.

—No. —sonreí—. Era justo como la que llevas, de veras.

La sorpresa cruzó por la cara del niño como una ola. El pequeño punk dejó caer sus piernas hacia el suelo y se sentó recto.

—Nada bueno.

Escalofríos recorrieron mi piel cuando Sasuke se concentró en el menor.

—¿Por qué no es bueno?

Él pareció debatir si debería hablar sobre eso y luego decidió.

—Oh, qué demonios. Me deberás, espero que entiendas. ¿Pero que ves allí? —Yagura pasó su dedo a través de la piedra—. Es un ópalo negro, tan raro que sólo unas minas pueden desenterrar éstos bebés. Y es sólo éste tipo.

—¿Los únicos que lucen como si tuvieran fuego en ellos? —pregunté, inclinándome para obtener una mejor vista. Realmente lucía como un orbe negro con una llama dentro—. ¿De dónde se extraen, dattebayou?

—Australia, normalmente. Hay algo en la composición de un ópalo negro como un impulso de poder. Sabes, como Mario lo obtiene cuando golpea un hongo. Imagina ese sonido. Es lo que un ópalo negro hace.

—¿Qué tipo de composición? —preguntó Sasuke, los ojos entrecerrados con interés.

Yagura desenganchó la pulsera y lo sostuvo en la tenue luz.

—El ópalo tienen ésta notable habilidad de refractar y reflejar específicas ondas de luz.

—De ninguna manera —respiró el Uchiha, y al parecer esto era súper genial. Estaba todavía perdido en toda la cosa de la piedra y luz.

—Sí. —sonrió el menor a la piedra, como un padre sonríe a su hijo pródigo—. No sé quién lo descubrió. Alguien del Jinchuriki, estoy seguro. Una vez que dedujeron lo que podría hacer, lo alejaron de los Luxen y de los nuestros.

—¿Por qué? —Me sentí estúpido por preguntar, principalmente porque ambos me miraban como si lo fuera—. ¿Qué? No tengo un título en mineralogía extraterrestre. Demonios.

Sasuke dio golpes a mi muslo.

—Está bien, dobe. Refractando y reflejando ondas de luz que nos afectan, como el topacio afecta a los Arum y el strunz nos afecta.

—Bien... —dije suavemente.

Los ojos púrpura de Yagura brillaron.

—La luz refractada cambia la dirección y la velocidad. Nuestros amistosos vecinos alienígenos están hechos de luz, bien, hechos de más que eso, pero déjenme explicarlo de esta manera: digamos que su ADN es luz. Y digamos que cuando un humano es mutado, su ADN está ahora encerrado en ondas de luz.

Recordé a Sasuke tratando de explicar esto antes.

—Y el strunz rompe estas ondas de luz, ¿correcto? Los hace rebotar un poco y volverse locos, dattebayou.

El niño asintió.

—La habilidad del ópalo de refractar permite a un Luxen o a un híbrido ser más poderoso, refuerza nuestra habilidad de refractar la luz.

—Y la parte de reflejar... vaya—Intimidado, Sasuke sonrió abiertamente.

Logré entender toda la cosa de la refracción. Seguro, súper velocidad, capacidad de tirar de la Fuente más fácilmente, y probablemente un montón de otros beneficios, pero, ¿reflejar? Esperé.

Sasuke me codeó.

—Parpadeamos o nos desvanecemos porque nos movemos rápido, dobe. Y algunas veces nos ves desvanecernos dentro y fuera, solo es reflejo. Algo en lo que todos tenemos que trabajar para controlarlo cuando somos jóvenes.

—¿Y es difícil cuando estás emocionado o disgustado, ttebayou?

Asintió.

—Entre otras cosas, pero, ¿controlar el reflejo? —se fijó en Yagura—. ¿Estás diciendo que puedes hacer lo que creo que puedes?

Riendo, él mafioso enganchó la pulsera alrededor de su muñeca y se sentó, dejando caer sus piernas de nuevo en el escritorio.

—Los híbridos son buenos. Nos podemos mover más rápido que los humanos, pero con las proporciones de obesidad hoy en día, las tortugas pueden moverse más rápido que la mayoría de los humanos. A veces somos aún más fuertes que los Luxen regulares cuando viene de la Fuente, es la mezcla de ADN humano y alienígena que puede crear algo poderoso, pero eso no es normal. —una sonrisa autosuficiente estiró los labios de Yagura—. Pero dale a un Luxen uno de éstos, y ellos pueden reflejar completamente la luz.

Mi corazón se saltó un latido.

—Quieres decir... como, ¿invisible?

—Muy genial —dijo Sasuke, mirando la piedra—. Podemos cambiar la manera en que nos vemos, pero ¿volvernos invisibles? Sí, eso es nuevo.

Confundido, sacudí mi cabeza.

—¿Podemos ser invisibles, ttebayou?

—No. Nuestro ADN humano se interpone en el camino de eso, pero nos hace tan poderosos como el más fuerte Luxen y algo más. —se movió un poco en su asiento—. Así que puedes imaginar que ellos no querrían que ninguno de nosotros tengamos éstos... especialmente uno que no ha demostrado ser estable, a menos que...

Un soplo de aire frío se disparó por mi cuello.

—¿A menos que, qué?

Algo de entusiasmo desapareció de su rostro.

—A menos que no les importara qué tipo de daño causara el híbrido. Tal vez tu amiga era una prueba de funcionamiento de un incidente mayor. —concluyó Yagura.

—¿Qué? —el pelinegro se tensó—. ¿Crees que hicieron esto a propósito? ¿Conectaron a un híbrido inestable y la enviaron a lo salvaje a ver qué pasaba?

—Juzo cree que soy un teórico de la conspiración con un toque de paranoia esquizofrénica. —Él se encogió de hombros—. Pero no puedes decirme que Jinchuriki no tiene un plan maestro bajo la manga. No voy a poner una sola cosa más allá de ellos.

—Pero, ¿por qué ella vendría detrás de mí, ttebayou? Pain dice que no saben de la mutación. Por lo tanto, no es como si la hubiesen enviado tras de mí, de veras.—Hice una pausa—. Y, bueno, eso es si Pain está diciendo la verdad...

—Estoy seguro de que se trata de la mutación —respondió Yagura—. Si no lo fuera, no estaría sentado aquí. Mira, no estoy seguro de que incluso Jinchuriki sabe todo lo que esta piedra es capaz de hacer y cómo nos afecta. Aún estoy aprendiendo.

—¿Y qué has aprendido? —preguntó Sasuke.

—Para empezar, antes de que tuviera mis sucias manos en uno de estos, no podía reconocer a otro híbrido si uno brincara frente a mí. Supe el momento que tú y Pain llegaron a Kirigakure, Naruto. Fue raro, como una respiración recorriendo mi cuerpo entero. Tu amiga probablemente te sintió. Esa es la probabilidad menos terrible.

El ojinegro soltó una larga respiración y luego desvió la mirada por un momento.

—¿Sabes si puede reforzar las habilidades de los Arum?

—Me imagino que podría si estuvieran llenos de los poderes de un Luxen.

Abrumado, me recliné y luego salí disparado hacia adelante.

—¿Crees que el ópalo puede, como, neutralizar el strunz, dattebayou?

—Es posible, pero, no lo sé. No he abrazado ningún strunz recientemente.

Ignoré el tono sarcástico.

—¿Dónde podemos conseguir algo de ópalo?

Yagura rió y quise patear sus piernas del escritorio.

—A menos que tengas aproximadamente treinta mil dólares alrededor y conozcas a alguien que extraiga ópalo, o quieras pedirle algunos a Jinchuriki, estarás de suerte. Y no te daré el mío.

Mis hombros cayeron. Genial, otro callejón sin salida. No podíamos tomar un descanso.

—Da igual, ya es hora de que ustedes salgan a la carretera. —Él inclinó su cabeza hacia atrás, mientras cerraba sus ojos—. ¿Asumo que no tendré noticias de ustedes dos hasta que estén listos para ir a Jinchuriki?

Ah, fuimos echados. Cuando me levanté, debatí en aproximarme a Yagura y agarrar su pulsera. La forma en que sus ojos se volvieron delgadas rendijas me advirtió que olvidara esa idea.

—¿Hay algo más que puedas decirme? —instó Sasuke.

—Seguro, tengo algo más. —El rubio levantó esas largas pestañas—. Realmente no debes confiar en nadie en este juego. No cuando todos tenemos algo que ganar o perder.

Continuará...

Notas finales:

¿En quien confian más: en Yagura o Pain? y ¿por qué? me gustaría saber lo que piensan sobretodo del personaje de Yagura, jiji.

Esperaré ansiosa sus comentarios, ya ver que me sirve para animarme y actualizar lo más rápido posible, la verdad.

¿Nos leemos pronto?


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