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Ópalo por Momino

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Notas del capitulo:

Bueno, pues oficialmente solo me quedan dos capítulos para terminar de escribir esta historia,y paraa no decirles la cantidad exacta son como aproximadamente 20 tantos capítulos.  Me siento orgullosa de mí misma porque ahora sí podré actualizar más seguido para ustedes. 

Muchas gracias a las personitas que se tomaron el tiempo de mandarme sus mensajes, sin duda por ustedes aún continúo aquí.

Lean! <3

Capítulo 4

 

Como era de esperar, la escuela se reanudó el lunes, no había nada peor que volver después de una pelea inesperada y con todos los profesores zumbando por allí para recuperar el tiempo perdido.

Añadiéndole el hecho de que Sasuke y yo no habíamos hecho nada después de nuestra pelea y, bueno, los lunes siempre apestaban.

Me dejé caer en mi asiento, sacando mi enorme libro de trigonometría.

Karin me miró por encima del borde de sus gafas anaranjadas.

Otras nuevas. Una vez más. —Te ves totalmente emocionado por estar de vuelta.

—¡Yupi! —dije sin entusiasmo.

La simpatía enmarcó su expresión. —¿Cómo... cómo está Sai? He intentado llamarlo un par de veces, pero no ha devuelto ninguna de mis llamadas.

—Ni las mías —agregó Sakura, sentándose delante de Karin.

Ellas no tenían ni idea de que Gaara no murió realmente en un accidente de auto, y teníamos que mantenerlos en la oscuridad. —Él no habla con nadie en este momento, dattebayou. —Bueno, además de Sasori, lo cual era tan bizarro que apenas podía creerlo.

Sakura suspiró. —Me hubiera gustado que el funeral fuera aquí. Me hubiera gustado ofrecer mis respetos, ¿sabes?

Al parecer, los Luxen no hacían funerales. Así que inventamos una excusa sobre que el funeral sería fuera de la ciudad y únicamente la familia podría asistir.

—Esto apesta —dijo, mirando a Karin—. Pensé que quizás podríamos llevarlo al cine después de la escuela esta semana. Para desconectar su mente.

Asentí. Me gustaba como sonaba eso, pero dudaba que pudiéramos llegar muy lejos con el pelinegro menor. También era tiempo de iniciar el Plan A —El cual era reintroducir a Itachi a la sociedad. Incluso cuando yo estaba en la lista de popo de su hermano, Itachi ayer le explicó a Kakashi que él estaba abordo en nuestro año. Probablemente no se descubriría hasta mediados de la semana, pero saldría a la luz.

—Sin embargo, él no podrá hacer ningún plan para esta semana, de veras—dije.

—¿Por qué? —La curiosidad brilló en los oscuros rojos de Karin. Me gustaba la chica, pero era una jodida chismosa. Lo cual era exactamente lo que yo necesitaba.

Si la gente esperaba la reaparición de Uchiha Itachi, no sería una sorpresa cuando ocurriera. La pelirroja lo esparciría por todo el mundo.

—Chicas, no van a creer esto, pero... Uchiha Itachi regresó a casa, dattebayou.

Sakura se volvió varios tonos más pálida, y Karin gritó algo que sonó muy parecido a «¿Qué mierda?»

Mantuve mi voz baja, pero sus expresiones llamaban mucho la atención. —Sí, aparentemente, él está vivo. Huyó y finalmente decidió volver a casa, de veras.

—De ninguna manera —jadeó Sakura, sus ojos jade muy abiertos—. No puedo creerlo. Quiero decir, son buenas noticias para todos... bueno, tú sabes.

La de anteojos estaba totalmente en shock. —Todo el mundo pensó que él estaba muerto.

Me forcé a encoger los hombros casualmente. —Bueno, no lo estaba, ttebayou.

—¡Vaya! —Karin apartó un mechón lacio de sus anteojos—. Ni siquiera puedo procesarlo. Mi cerebro está sobre trabajando. Por primera vez.

La pelirrosa hizo la pregunta que probablemente pasaría por la mente de todos. —¿Sabe si Deidara volverá?

Manteniendo mi rostro en blanco, negué con la cabeza. —Al parecer, huyeron juntos, pero Itachi quería volver a casa, dattebayou. Y él no. Itachi no sabe dónde está.

Sakura se me quedó mirando mientras Karin seguía jugueteando con su cabello. —Eso es... muy extraño. —Hizo una pausa, regresando su atención a su cuaderno. Una mirada extraña, que yo no pude descifrar, se deslizó por su rostro, pero después, su expresión volvió a la de «¿Qué mierda?»

—Quizás está en Europa. ¿No es de allí él? Sus padres volvieron allí, creo.

—Quizás —murmuré mientras me encogía de hombros, preguntándome qué demonios se suponía que haríamos si no conseguíamos liberar a Deidara. No era como si pudiéramos mantenerlo aquí. Seguro, él tenía dieciocho ahora y era legalmente un adulto, pero su familia se encontraba en una zona horaria diferente.

El calor se extendió por encima de mi cuello, y miré al frente de la clase. Unos segundos más tarde, Sasuke entró caminando. Mi estómago se apretó, me obligué a mí mismo a no bajar la mirada. Si yo argumentaba que era capaz de manejar las cosas malas, no podía ocultarme de mi novio cuando teníamos una pelea.

El Uchiha arqueó una ceja al pasar, sentándose después detrás de mí. Antes de que mis amigas pudieran atacar verbalmente a Sasuke con todas sus preguntas relacionadas con Itachi, me retorcí en mi asiento.

—Hola, teme—dije,  luego me sonrojé, porque no había nada de malo en saludar.

Él pareció pensar lo mismo y lo demostró mientras un lado de su labio se curvaba hacia arriba, dándome la sonrisa marca Sasuke. ¿Sexy? Sí. ¿Exasperante? Oh, sí. Me pregunté que sería lo que él diría. ¿Se disculparía por haberme gritado por hablar con su hermano ayer? ¿Me pediría disculpas?

Porque si él se disculpaba, yo saltaría sobre su regazo justo aquí, en medio de la clase. ¿O haría su siempre fiel comentario de «Necesitamos hablar en privado». Mientras Sasuke amaba tener audiencia, yo sabía que no se mostraba como realmente era ante el mundo, y si él iba a abrirse, vulnerable hasta la médula, no quería tener a la gente observándolo.

—Me gusta tu cabello así, dobe—dijo.

Mis cejas se arquearon. Bien. No era lo que yo esperaba. Levantando mis brazos, alisé inútilmente los costados de mi cabello con mis manos. La única cosa que había hecho diferente era cepillármelo para atrás. Nada asombroso. —Umm, ¿Gracias...?

La sonrisa permaneció en su rostro mientras seguíamos mirándonos el uno al otro, y mientras más pasaban los segundo, más crecía mi irritación.

¿En serio?

—¿Hay algo que quieras decir, ttebayou? —pregunté.

Se inclinó hacia delante, deslizando sus codos sobre el escritorio.

Nuestros rostros a centímetros. —¿Hay algo que tú quieras decirme, dobe?

Tomé una profunda respiración. —Un montón de cosas, teme.

Bajó sus gruesas pestañas,  su voz era suave como el satén. —Eso apuesto.

¿Pensaba que estaba coqueteando? Luego habló de nuevo—: Hay algo que me gustaría que dijeras. ¿Algo cómo, «lamento lo del sábado», dobe?

Quería golpearlo. Quitarle toda esa arrogancia, lo juro. En lugar de ser sarcástico, le lancé una mirada de fastidio y me giré. Lo ignoré el resto de la clase, e incluso me marché sin dirigirle la palabra.

Por supuesto, él estaba a dos pasos detrás de mí en el pasillo. Mi espalda se estremeció bajo su escrutinio, y si yo no lo conociera mejor, creería que le divertía todo esto.

Las clases de la mañana transcurrieron. Biología fue raro, ya que el asiento a mi lado estaba vacío. Karin lo notó con un ceño fruncido. —No he visto a Pain desde que terminaron las vacaciones navideñas.

Me encogí de hombros, mirando fijamente el proyector de pantalla que Kakashi estaba utilizando para la clase. —No tengo idea, dattebayou.

—Ustedes eran mejores amigos, ¿Y no tienes idea de dónde está? — La duda nubló su tono.

Sus sospechas eran totalmente comprensibles. Konohagakure era como el Triángulo de las Bermudas para los adolescentes. Muchos venían.

Algunos nunca volvían a ser vistos de nuevo, mientras que otros resurgían de la nada. En ese justo momento, me encontré queriendo soltar la sopa como lo hacía de vez en cuando. Ocultando el hecho de que él era un asesino.

—No lo sé. Mencionó algo sobre visitar a su familia en Hokkaido, ttebayou. Quizás decidió quedarse. —Kami, era terriblemente bueno mintiendo—. Konohagakure es un poco aburrido, de veras.

—Sin lugar a dudas. —Hizo una pausa, limpiando las lentillas de sus lentes—. ¿Pero no te dijo si volvería o no?

Mordí mi labio. —Bueno, como Sasuke y yo estamos saliendo ahora, Pain y yo no hemos hablado, en serio.

—¡Ja! —Su rostro se transformó con una sonrisa de complicidad—. Sasuke no parece ser del tipo que le gusta que hables con otros chicos. A él no le agradaría que fueras muy amigable con otros chicos.

Un sonrojo cubrió mis mejillas. —Oh, el teme está de acuerdo con que tenga amistades... —Mientras no maten a sus amigos. Froté mi frente, suspirando—. De todos modos, ¿Cómo te va con Suigetsu?

—¿Mi chico del momento? —rió volviendo a ponerse sus anteojos nuevos—. Él es perfecto.

Me las arreglé para mantener la conversación centrada en Suigetsu y cuan cerca estuvieron de hacerlo. Por supuesto, la pelirroja quería saber sobre Sasuke y yo, y me negué a contarle algo, muy a su pesar. Ella admitió que quería ser como yo.

Después de Biología, me detuve en mi casillero como de costumbre, y me tomé todo el tiempo del mundo cambiando mis libros. Dudaba que Sai quisiera ver mi cara. El sentarnos en la cafetería sería muy incómodo, y yo aún seguía molesto con su idiota hermano. Para cuando terminé de guardar mis libros, el pasillo estaba vacío y el murmullo de las conversaciones era distante.

Cerré la puerta del casillero y me detuve en medio pasillo, cerrando el cierre de la bolsa de mensajero que mamá me dio en navidad. Algo se movió al final del corredor vacío, pareció salir de la nada. Una figura alta y delgada en el extremo del pasillo, obviamente un hombre por la rápida mirada que di,  usaba una vieja gorra de béisbol; eso era una violación al código de vestimenta del instituto. Era una de esas espantosas gorras de camionera que todos los chicos usan alguna vez en su vida.

Drifter estaba escrito en negro y detrás de las letras había una figura ovalada... que se parecía mucho a una tabla de surf.

Mi pulso se disparó y parpadeé, dando un paso atrás. El chico desapareció, pero la puerta de al lado se cerró lentamente.

No... no, esto no podía ser. Debía estar completamente loco para volver aquí, pero... Sosteniendo con fuerza mi mochila, comencé a caminar y luego a trotar antes de darme cuenta. Golpeé la puerta, abriéndola.

Corriendo hacia la barandilla, miré alrededor. El misterioso chico estaba en el piso de abajo, como si estuviera esperando a que la puerta se abriera.

Pude ver el gorro de camionero con más claridad. Sin duda era una tabla de surf.

Pain había sido un ávido surfista cuando vivía en Hokkaido.

Luego, una mano bronceada, como si la persona pasara su vida debajo del sol, se envolvió alrededor de una perilla plateada, y una ola de familiaridad erizó los diminutos vellos de mis brazos.

Oh, mierda.

Una parte de mi cerebro se apagó. Bajé los escalones de tres en tres, mi aliento atrapado en mi pecho. El pasillo estaba más lleno en la primera planta, ya que la gente se dirigía a la cafetería. Oí a Sakura gritar mi nombre, pero yo estaba concentrado en la gorra moviéndose hacia el gimnasio y la puerta trasera, la cual llevaba al área del estacionamiento.

Lancé a un lado a una pareja que demostraban su afecto en público, me deslicé entre amigos platicando, y perdí de vista la gorra por un segundo. Maldición. Todo el mundo parecía atravesarse en mi camino.

Choqué con alguien, murmuré una disculpa, y seguí caminando. Cuando llegué al final del pasillo, el único lugar a donde él pudo haber ido fue salir por la puerta. No lo pensé dos veces. Empujé las pesadas puertas dobles y salí. El cielo cubierto de nubes volvió todo sombrío y frío, y cuando mis ojos recorrieron el lugar y más allá del estacionamiento, noté que él se había ido.

Sólo dos cosas en este mundo podían moverse así de rápido: los alienígenas y los humanos mutados por extraterrestres.

Y no tenía duda de que a quien había visto era Pain, y él quería que yo lo viera.

 

 

Encontrar a Sasuke no fue para nada difícil. Se encontraba tumbado contra el mural con el dibujo de la mascota escolar de la cafetería, hablando con Hyuga Neji, un chico de nuestra clase de trigonometría. Cartón de leche en una mano, y un pedazo de tomate escurriendo jugoso. Una combinación asquerosa como el demonio.

—Tenemos que hablar, dattebayou —dije, interrumpiendo el tiempo de chicos.

Sasuke mordió su último bocado mientras Neji me observó. Debió haber visto algo en mi mirada, porque su sonrisa se desvaneció, y levantó las manos, retrocediendo lentamente.

—De acuerdo, bien, te hablo más tarde, Sasuke.

Él asintió, sus ojos fijos en mí. —¿Qué hay, Kitsune? ¿Vienes a disculparte?

Mis ojos se estrecharon,  por un breve momento, me entretuve con la idea de sacudir su cuerpo en el medio de la cafetería. —Uh, no, no estoy aquí para disculparme, bastardo. Tú me debes a mí una disculpa, ttebayou.

—¿Así es cómo lo ves, dobe? —Tomó un trago de su bebida luciendo inocentemente curioso.

—Bueno, para comenzar, no soy un imbécil. Tú lo eres.

Se rió entre dientes mientras miraba a un lado. —Ese es un buen comienzo.

—Y puse a Itachi sobre sus pies, de veras. —Sonreí victorioso cuando sus ojos se estrecharon—. Y... Espera. Esto ni siquiera es importante. Mierda, siempre haces esto.

—¿Hacer qué? —Su mirada intensa osciló de nuevo hacia mí sin un rastro de ira. Algo más como diversión y algo realmente inapropiado, dado el hecho que estábamos parados en un salón de comidas. Maldición...

—Distraerme con lo inane, dattebayou. Y en caso que no sepas lo que significa, es tonto, siempre me distraes con algo tonto, de veras.

Terminó de masticar. —Sé lo que significa inane, usuratonkachi.

—Qué sorpresa, teme —repliqué.

Una lenta sonrisa del tipo gato que atrapó al canario se formó en sus labios. —Debo realmente distraerte, porque aún no me has dicho sobre qué tenemos que hablar.

Diablos. Tenía razón. Ugh. Tomando una bocanada profunda de aire me enfoqué. —Vi...

Sasuke me tomó por el codo, dio un giro, y comenzó a caminar por el pasillo. —Vayamos a un lugar más privado.

Intenté tironear mi codo de su agarre. Realmente me molestaba cuando se ponía en plan He-Man y comenzaba a darme órdenes. —Deja de arrastrarme, Sasuke. Puedo caminar solo, maldito zopenco.

—Ajá. —Me guió por el pasillo, deteniéndonos frente a las puertas del gimnasio. Colocó sus manos a cada lado de mi cabeza, encarcelándome mientras se inclinaba. Su frente apenas tocando la mía—. ¿Puedo decirte algo?

Asentí.

—Encuentro increíblemente atractivo cuando te vuelves todo arisco conmigo, dobe—Sus labios rozaron mi sien—. Eso probablemente me hace lucir un poco trastornado. Pero me gusta.

Sí, lucía un poco mal, pero había algo... ardiente sobre lo rápido que me defendía cuando algo sucedía.

Su cercanía era tentadora cuando su aliento era seductoramente  cálido y estaba tan cerca de mis labios. Convocando a mi fuerza de voluntad, coloqué mis manos en su pecho y lo alejé levemente. —Enfócate, teme—dije, no muy seguro de si le hablé a él o a mí—. Tengo algo más importante que decirte que las cosas perturbadoras que te ponen ardiente, dattebayou.

Sus labios se curvaron en una sonrisa. —De acuerdo, de vuelta a lo que viste. Estoy enfocado, dobe. Con la cabeza en el juego y todas esas cosas.

Me reí para mis adentros, pero me despejé con rapidez. No había forma de que el azabache respondiera bien a esto. —Estoy bastante seguro que vi a Pain hoy, ttebayou.

Sasuke inclinó su cabeza a un lado. —¿Has dicho qué?

—Creo que vi a Pain aquí, de veras, justo hace unos minutos.

—¿Cómo estás tan seguro? ¿Lo viste, su rostro? —Ahora era todo negocios, sus ojos agudos como los de un halcón y su rostro establecido en líneas sombrías.

—Sí, vi... —No había visto su cara. Mordiendo mi labio, miré hacia el pasillo. Los estudiantes apilados fuera de la cafetería se empujaban los unos a los otros, y reían. Tragué—. No vi su rostro, dattebayou.

Soltó un largo suspiro. —De acuerdo. ¿Qué fue lo que viste?

—Un gorro, un gorro de camionero. —Kami, eso sonaba lamentable— Tenía una tabla de surf. Y vi su mano... —Y eso sonaba aún peor.

Sus cejas se alzaron. —Así que, déjame entender esto. ¿Viste un gorro y una mano, dobe?

—Sí, ttebayou—suspiré, dejando caer mis hombros, hice un puchero con mi boca.

Sasuke suavizó su expresión y colocó un pesado brazo sobre mis hombros. —¿Estás realmente seguro que era él? Porque si no lo estás, está bien. Has estado bajo mucho estrés, usuratonkachi.

Arrugué mi nariz. —Recuerdo haberte oído decirme algo como eso antes, bastardo. Ya sabes, cuando intentabas esconder lo que eras. Sí, recuerdo eso, de veras.

—Ahora, Kitsune, sabes que esto es diferente. —Apretó mis hombros—. ¿Estás seguro, Naruto? No quiero volver a todo ese mundo loco si no estás seguro.

Lo que había experimentado fue más con un sentimiento que haber visto a Pain. Kami sabía que un montón de chicos rompían las reglas de vestimenta con atrocidades como gorras de camioneros. La cosa era, que no había visto su rostro, y recordando, no podría estar cien por ciento seguro de que era el pelinaranja.

Miré a la intensa mirada del Uchiha y sentí mis mejillas arder. No había juicio en su mirada. Era más como compasión. Creyó que me quebraba bajo la presión de todo lo sucedido. Tal vez imaginaba cosas.

—No estoy seguro...  —dije finalmente, bajando la mirada. Y esas palabras fueron agrias para mi estómago.

 

 

Más tarde esa noche, él y yo cumplimos deber de niñeras. A pesar de que Itachi había prometido no llevar a cabo su propia misión de búsqueda y rescate, sabía que Sasuke no lo iba a dejar solo en su casa, y Sai quería salir esta noche, ver una película o algo.

Yo no fui invitado.

En su lugar, me encontraba sentado entre los dos hermanos Uchiha, por cuatro horas con un zombiethon, con un tazón de palomitas de maíz en mi regazo y un cuaderno descansando en mi pecho.

Habíamos estado ideando planes para rescatar a Deidara, llegando tan lejos como anotando dos lugares que deberíamos visitar, antes de decidir hacer vigilancia este fin de semana para ver qué tipo de seguridad tenían. Para el comienzo de Land of the Dead, los zombies se habían vuelto más feos e inteligentes.

Y me divertía.

—No tenía idea que eres fanático de los zombies, dobe. —Sasuke tomó una mano entera de palomitas—. ¿Qué es? ¿La sangre y tripas, o las connotaciones sociales refregadas en tu rostro?

Reí. —Principalmente, la sangre y tripas, ttebayou.

—Eso es tan poco adecuado de tu parte —comentó el pelinegro menor, sus cejas marcando su punto cuando un zombie intentó usar su cuchilla de carnicero para tirar una pared abajo—. No estoy muy seguro de esto. ¿Cuántas horas nos quedan?

Itachi alzó su brazo y dos DVDs volaron hacia su mano. —Uh, tenemos Diary of the Dead y Survivial of the Dead.

—Genial —murmuró su hermano.

Rodé mis ojos. —Gallina.

—Lo que sea, dobe. —Me codeó, haciendo que un grano de maíz volara entre mi entrepierna y el cuaderno. Suspiré—. ¿Quieres que lo limpie por ti? — preguntó.

Lanzándole una mirada, lo desenterré y se lo arrojé en el rostro. —Vas a estar agradecido cuando el Apocalipsis zombie ocurra y sepa qué hacer gracias a mi fetiche zombie, dattebayou.

Lucía dudoso. —Hay mejores fetiches ahí fuera, Kitsune. Podría mostrarte algunos.

—Uh, no, gracias, de veras —Pero sí me sonrojé. Y hubo un montón de imágenes que de repente contaminaron mi mente.

—¿No se supone que tienes que ir al supermercado más cercano o algo así? —preguntó el mayor, dejando que los DVDs flotasen de nuevo a la mesita de café.

Sasuke se giró lentamente hacia su hermano mayor, incrédulo. — ¿Y cómo sabrías eso tú?

Se encogió de hombros. —Está en la Guía de Supervivencia Zombie, hermano.

—Lo está, ttebayou. —Asentí con entusiasmo—. Un buen supermercado tiene todo lo que necesitas, paredes gruesas, comida y suministros. Incluso venden armas y municiones. Puedes refugiarte allí por años mientras los zombies buscan su comida, de veras.

La boca de Uchiha menor se abrió grande.

—¿Qué? —Sonreí—. Los zombies tienen que comer también, sabes.

—Es muy cierto eso de los supermercados—Itachi tomó un solo maíz y lo lanzó en su boca—. Pero nosotros podríamos simplemente volar a los zombies. Estaríamos bien.

—Ah, buen punto, dattebayou. —Revolví el tazón buscando un maíz casi sin explotar, mis favoritos.

—Estoy rodeado de fenómenos —dijo el bastardo, luc iendo estupefacto mientras sacudía su cabeza, pero sé que secretamente se sentía emocionado.

Por un lado, su cuerpo se hallaba completamente relajado al lado del mío, y esta era una de las primeras veces que el pelilargo actuaba... normal. Sí, hablar sobre zombies no era probablemente el más grande paso en la humanidad, pero era algo.

En la pantalla plana, un zombie tomó un pedazo de brazo de un tipo. —¿Qué diablos? —se quejó el azabache menor—. El tipo simplemente se quedó allí. Hola. Hay zombies en todas partes. Intenta mirar detrás de ti, gran imbécil.

Solté una risita.

—Es por eso que las películas de zombies son increíbles para mí — continuó—. De acuerdo. Digamos que el mundo termina en una gran tormenta de zombies. La última cosa que una persona con dos células funcionando haría, es quedarse parada junto a un edificio esperando que un zombie venga arrastrándose sigilosamente.

El mayor Uchiha esbozó una sonrisa.

—Cállate y mira la película, teme —dije.

Me ignoró por completo. —¿Así que en realidad piensas que te iría bien en un Apocalipsis zombie, dobe?

—Síp —dije sonriente—. Totalmente salvaría tu trasero, bastardo, de veras.

—Oh, ¿de verdad? —Miró la pantalla. Entonces se desvaneció y algo... algo más lo reemplazó.

Chillando como un niño pequeño, me tiré bruscamente hacia el mayor de los Uchiha —Oh, por Kami...

La piel de Sasuke se encontraba horriblemente gris y colgaba suelta de su rostro. Marchas marrones en descomposición cubrían sus pómulos. Uno de sus ojos era sólo... un hoyo. El otro era vidrioso y blanco como la leche. Matas de cabellos habían desaparecido.

Sasuke zombie sonrió con sus dientes podridos. —¿Salvar mi trasero? Sí, no lo creo, usuratonkachi.

Sólo podía observarlo.

Su hermano mayor realmente rió. No estaba seguro de qué era más impresionante: eso o el muerto viviente sentado a mi lado.

Su forma se desvaneció y entonces volvía a ser él, hermoso, pómulos tallados y cabeza llena de cabellos. Gracias a Kami. —Creo que apestarías en un Apocalipsis zombie, dobe —dijo.

—Tú, estás trastornado, Uchiha —murmuré, sentándome a su lado cuidadosamente.

Con una sonrisa satisfecha, alcanzó el tazón, el cual estaba vacío.

Algo de él debía estar en el suelo. Sintiendo unos ojos en mí, miré a Itachi.

Nos observaba, pero no estoy seguro de que nos estuviera mirando en realidad. Había una expresión nostálgica en sus ojos, teñida de tristeza y algo más. ¿Determinación? No sabía, realmente, pero por un segundo, el matiz rojo brilló, dejando de ser sombrío y apático, y lucía tanto como el de Sasuke que me hizo tomar una respiración poco profunda.

Entonces, sacudió un poco su cabeza y miró hacia otra parte.

Miré al pelinegro menor y supe que lo había notado. Se encogió de hombros.

—¿Alguien quiere más palomitas? —preguntó—. Tengo colorante de comida. Puedo hacerlas rojas para ti, Kitsune.

—Más palomitas, pero sin colorante, por favor. —Cuando tomó el tazón y se puso de pie, lo atrapé echándole un vistazo aliviado a su hermano—. ¿Quieres que le ponga pausa a la película, dattebayou?

Su mirada me dijo que no y solté unas risitas de nuevo. Sasuke se paseó fuera de la habitación, deteniéndose en la puerta cuando los zombies escudaron el agua. Luego, sacudió su cabeza y se fue. Él no me engañaba.

—Creo que secretamente disfruta de las películas de muertos vivientes —dijo su hermano, mirándome.

Le sonreí. —Pensé lo mismo, ttebayou. Tiene que hacerlo, desde que le gusta toda esa cosa de los fantasmas.

El pelinegro mayor asintió. —Solíamos grabar esos programas y pasar todo el sábado mirándolos. Suena algo patético, pero era divertido. —Hubo una pausa y su mirada se deslizó de nuevo al televisor—. Lo extraño.

Mi corazón estaba con él y Sasuke. Miré la pantalla, masticando mi labio inferior. —Sabes, todavía puedes hacerlo, de veras.

No respondió.

Me pregunté si el problema era que él no se encontraba cómodo a solas con su hermano menor. Definitivamente, había un montón de equipaje entre ellos. —Me encantaría mirar algunos este sábado cuando volvamos de vigilar los edificios, ttebayou.

El ojinegro se encontraba en silencio mientras cruzaba sus talones.

Estaba bastante seguro que no respondería, que ignoraría mi ofrecimiento, y estaba bien con eso. Pasos pequeños y esas cosas.

Pero entonces sí habló. —Sí, eso sería algo agradable. Yo... yo puedo hacer eso.

Sorprendido, mi cabeza giró hacia él. —¿De verdad?

—Sí. —Sonrió. Era débil, pero era una sonrisa.

Contento sobre eso, asentí y volví la atención de vuelta a la sangre.

Pero vi a Sasuke de pie justo fuera de la sala. Mi mirada fue atraída a la suya, y me ahogué en un inestable respiro.

Había escuchado todo.

Alivio y gratitud vertían de él. No necesitaba decir nada. El agradecimiento se veía en su mirada, en la pequeña sacudida de sus manos alrededor del tazón con palomitas frescas. Entró en la habitación y tomó asiento, colocando el tazón en mi regazo. Entonces, alcanzó mi mano, la tomó y estuvimos así por el resto de la noche.

 

 

Durante el siguiente par de días, acepté que probablemente había sufrido de un pequeño ataque de locura el lunes. No hubo más visiones de gorros de camioneros del infierno, y entonces el jueves, todo el tema de Pain había dejado de ser un problema.

Itachi había vuelto a la universidad.

—Lo vi esta mañana —dijo Karin en trigonometría, su cuerpo prácticamente zumbando como un tenedor puesto a punto de la emoción—. O al menos, creo que lo hice. Realmente, podía haber sido Sasuke, pero este tipo era más delgado y alto.

Para mí, era sencillo definir a los dos hermanos. —Era Itachi, de veras.

—Esa es la cosa más extraña. —Algo de su entusiasmo se había desvanecido—. Itachi y yo nunca habíamos sido mejores amigos, pero siempre fue amigable. Nos acercamos a él, pero continuó caminando como si ni siquiera me hubiese visto. Y oye, soy difícil de pasar por alto. Mi burbujeante personalidad es como otra gritona persona.

Me reí. —Es tan cierto, dattebayou.

Ella sonrió. —Pero, de verdad algo... algo no me cierra sobre él.

—¿Mmm? —Mi pulso se aceleró. ¿Había algo sobre Itachi que los humanos podían sentir?—. ¿A qué te refieres?

—No lo sé. —Miró hacia el frente del salón de clases, sus ojos viajando sobre las desvanecidas fórmulas garabateadas en la pizarra detrás de sus anteojos. Sus mechones rojizos se derramaron en sus hombros. —Es difícil de explicar.

No hubo mucho tiempo para enterrarnos lo que había querido decir.

Sakura llegó a clases, y luego Sasuke. Él colocó un vaso de té chai con canela sobre mi escritorio. La canela impregnó el aire.

—Gracias, ttebayou—Sosteniendo el cálido vaso—. ¿Dónde está el tuyo?

—No tenía sed esta mañana, dobe —dijo, haciendo girar su lápiz. Miró por encima de mi hombro—. Hola, Karin.

Karin suspiró. —Necesito un Sasuke.

Me giré hacia ella, incapaz de esconder mi sonrisa. —Tienes un Suigetsu, ttebayou.

Hizo girar sus ojos rojos. —Él no me trae bebidas.

El pelinegro se rió entre dientes. —No todo el mundo puede ser tan genial como yo.

Ahora, yo hice girar los míos. —Chequea tu ego, Sasuke, chequea tu ego, de veras.

Del otro lado del pasillo, Sakura jugueteaba con su rosado cabello, sus ojos serios y sombríos mientras miraba al azabache. —Sólo quería decir que estoy feliz de que Itachi haya vuelto y está bien. —Dos manchas rojas florecieron en sus mejillas—. Debe ser un gran alivio.

Él asintió. —Lo es.

La conversación sobre su hermano terminó allí mismo. Sakura se dio la vuelta, y a pesar de que raramente los temas incómodos desvían a Karin, no la continuó. Pero luego de clases, mientras Sasuke y yo navegábamos por los pasillos, la gente casi se quedaba inmóvil.

Todo el mundo observaba al azabache y había montones de susurros.

Algunos trataron de mantenerlos bajos. A otros parecía no importarle.

—¿Lo has visto?

—Dos de ellos de nuevo...

—Es tan raro que haya vuelto sin Deidara...

—¿Dónde está Deidara...?

—Tal vez volvió por Gaara...

Pude notar que la fábrica de chismes se encontraba en pleno auge.

Tomé un trago de mi todavía cálido te chai y eché un vistazo a Sasuke. La curva de su mandíbula estaba dura. —Uh, tal vez esto no fue una buena idea, de veras.

Su mano descansaba en la parte baja de mi espalda mientras abría la puerta de las escaleras. —¿Qué te hace pensar eso, dobe?

Ignoré su sarcasmo. —Pero si no volvía, ¿qué se suponía que hiciera él, dattebayou?

Sasuke se mantuvo a mi lado mientras nos acercábamos al segundo piso, cubriendo la mayoría del estrecho espacio. Los chicos tenían que apretarse para dejarlo pasar. Y no tenía idea realmente a dónde se dirigía. Su clase era en el primer piso.

Se inclinó, manteniendo su voz baja. —Fue una mala y buena idea. Necesita volver al mundo. Va a haber repercusiones, pero va a valer la pena.

Asentí. Lo que dijo era cierto. En la puerta de mi clase de inglés, tomó un sorbo de mi te chai y me lo devolvió.

—Te veo en el almuerzo, dobe—dijo, besándome brevemente antes de girarse.

Mis labios hormiguearon mientras veía la parte de atrás de su oscura cabeza desaparecer, y entonces entré a mi clase. Había tanto sucediendo que concentrarme estaba fuera de la ecuación. El profesor llamó mi atención una vez, pero no lo noté. La clase entera lo hizo, sin embargo.

Incómodo.

Resultó que Itachi estaba en mi clase de biología, y hombre sí tenía todos los ojos sobre él. Se encontraba sentado al lado de Hinata cuando pasé. Asintió, y luego volvió a pasar las hojas de su libro de textos.

Los ojos de su compañera de mesa eran como dos lunas.

¿Obtuvo algún tipo de educación mientras no estaba? No era que importara. Los Luxen se desarrollaban mentalmente mucho más rápido que los humanos. Perderse dos años de escuela probablemente no significará nada para él.

—¿Lo ves? —Karin se giró justo en el momento que tomé asiento detrás de ella.

—¿Ver qué, ttebayou?

—Itachi —susurró—. Ese no es el Itachi que recuerdo. Siempre hablando, riendo, y siendo caballeroso. Nunca leyendo un libro de textos de biología todo ajeno.

Me encogí de hombros. —Probablemente haya pasado por algunas cosas locas, en serio. —No era mentira—. Y es probable que se sienta algo incómodo de estar de vuelto con todo el mundo con sus ojos sobre él, ¿no crees?— Tampoco era mentira.

—No lo sé. —Tiró de su bolso mientras miraba hacia la mesa de Uchiha mayor—. Está más malhumorado de lo que Sasuke solía estar.

—¿El teme solía ser malhumorado? —dije un poco seco.

—Bueno, sólo no muy amigable, supongo. Él como que se pegaba a sí mismo antes. —Se encogió de hombros—. ¡Oh! A propósito, ¿qué diablos sucede con Sai pasando el rato con el Escuadrón Malvado?

Escuadrón Malvado era un nombre clave que la pelirroja le había dado a Ino y Sasori cuando llegué por primera vez al instituto. Hace algún tiempo, supongo que el bastardo de Sasuke también era parte de ese grupo.

—Ah... —dije, de pronto queriendo leer mi libro de textos de biología. Cada vez que pensaba en Sai, quería llorar. Nuestra amistad había tomado un mordaz desvío hacia la villa de los rompimientos—. No lo sé. Ha estado... diferente desde lo que sucedió con Gaara, de veras.

—Ni que lo digas. —Karin sacudió su cabeza desacomodando sus anteojos—. Su proceso de duelo es aterrador. Intenté hablar con él ayer en su casillero,  me miró, no dijo nada, y simplemente se alejó.

—Auch...

—Sí, en realidad hirió mis sentimientos.

—Bastante parecido a lo que he tenido que...

La puerta del salón se abrió mientras la campana sonaba y lo primero que noté fue una usada remera vintage de Nintendo. Amaba esas remeras de la vieja escuela que lucían como una pantalla. Luego, el desordenado cabello anaranjado y los ojos color cemento.

Mi corazón se detuvo; un zumbido comenzó a llenar mis oídos, transformándose en un rugido. El aire fue absorbido de la habitación.

Esperaba que Jiraiya volviera, pero no... él.

—Oh. Mira quién está aquí —dijo la de anteojos, acariciando su cuaderno con sus manos—. Pain.

Continuará...

Notas finales:

Ha regresado Pain... ¿Tienen algunas conclusiones de por qué ha hecho aparición? o ¿qué creen que pasará de ahora en adelante? Me encantaría leer lo que piensan :)

¿Nos leemos pronto?


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