Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Ópalo por Momino

[Reviews - 109]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola, chicxs, espero que estén teniendo un feliz año nuevo. No puedo creer que esta historia por completo ya lleve mucho, mucho tiempo activa. 

Agradezco a las personas que se tomaron el tiempo de mandarme sus comentarios <3

Lean

Capítulo 6

De pie en el porche delantero, observé a Ino y a Kakashi marcharse, mi corazón estaba cargado con pesar y un billón de otras cosas. No necesitaba mirar hacia atrás para saber que Sasuke se me había unido. Le daba la bienvenida al calor y la fuerza que sus brazos ofrecían cuando él me rodeó desde atrás.

Me recosté contra su pecho, dejando que mis ojos se cerraran. El posó su barbilla sobre mi cabeza y los minutos pasaron con solo el sonido de un solitario canto de pájaro y una bocina sonando en la distancia. Contra mi espalda su corazón latía fuerte y constante.

—Lo siento —dijo sorprendiéndome.

—¿Por qué?

El respiró hondo. —No debí haber enloquecido con todo el asunto de Itachi el fin de semana pasado. Hiciste lo correcto diciéndole que lo ayudaríamos. Si no, Kami sabe lo que habría hecho por ahora, dobe. —Hizo una pausa lo suficientemente larga para besar la parte superior de mi cabeza, y sonreí —Y gracias por todo lo de Itachi. A pesar que nuestro sábado tomara un giro hacia Villa Estupidez, mi hermano... Él ha estado diferente desde la noche zombie. No como el viejo Uchiha Itachi, pero cerca.

Me mordí el labio. —No necesitas agradecerme por eso, teme. De veras.

—Lo sé. Y lo decía en serio.

—De acuerdo, ttebayou—Pasaron varios segundos. —¿Piensas que cometimos un error, teme? ¿Dejando ir a Pain esa noche?

Sus brazos apretaron. —No lo sé. Realmente no, dobe.

—Tuvimos buenas intenciones, ¿no? Quisimos dale una oportunidad, supongo, ttebayou.

Entonces me reí.

—¿Qué?

Mis ojos se abrieron. —El camino al infierno está empedrado con buenas intenciones, de veras. Ahora considero que debimos haber explotado su trasero, dattebayou.

Sasuke bajó la cabeza, su barbilla ahora sobre mi hombro,

—Quizás hubiera hecho algo así antes de ti, dobe.

Volví la cabeza hacia la suya. —¿Qué quieres decir?

—Antes que llegaras, hubiera matado a Pain por lo que hizo y sentirme como una mierda después, pero lo hubiera hecho. —Él presionó un beso contra mi acelerado pulso. —De algún modo, me convenciste, usuratonkachi. No de la manera que piensa Sai, pero pudiste haber eliminado a Pain y no lo hiciste.

Todo sobre aquella noche ahora parecía caótico y surrealista. El cuerpo de Gaara sin vida y luego el Arum que había atacado...Kabuto y el arma... Pain corriendo...

—No lo sé, dattebayou.

—Yo sí. —dijo, y sus labios se extendieron en una sonrisa sobre mi mejilla. —Tú me haces pensar antes de actuar. Me haces querer ser mejor persona —Luxen— lo que sea, dobe.

Lo enfrente completamente, mirando hacia él.

—Tú eres una buena persona, teme.

Sasuke sonrió, sus ojos chispeantes. —Kitsune, ambos sabemos que eso es increíblemente raro.

—No, de veras.

El colocó un dedo sobre mis labios. —Tomé decisiones terribles, dobe. Puedo ser un imbécil y hacerlo a propósito. Tiendo a intimidar a la gente para que haga lo que quiero. Y dejé que todo lo que ha pasado con Itachi amplifique aquellos...uh, rasgos de mi personalidad. Pero —quitó su dedo, y su mueca se extendió en una sonrisa. —Pero tú...me haces querer ser diferente, usuratonkachi. Eso es por lo que no maté a Pain. Es por eso, por lo que no te quiero tomando esas decisiones o tenerte cerca si yo debo tomarlas.

Abrumado por lo que había admitido, no supe que decir.

Pero él bajó su cabeza y me besó, y había aprendido que a veces cuando alguien dice algo tan devastadoramente perfecto, no hay necesidad de una respuesta. Las palabras lo decían todo.

 

 

Pasé la mañana del sábado con mi mamá. Tuvimos un desayuno grasiento, mata arterias y luego desperdiciamos un par de horas comprando en la tienda más barata que encontramos.

Por lo general, preferiría arrancarme las pestañas antes que serpentear por esos pasillos, pero quería pasar tiempo con ella.

Esta noche, Sasuke y yo estábamos reuniéndonos con Pain —solo nosotros, según su petición—.

Kakashi y Sasori, iban a jugar a los espías en el estacionamiento como apoyo, ya que Sai e Itachi, por razones muy diferentes, se les había prohibido acercarse a una milla del lugar.

No había que decir lo que iba a suceder, sin embargo. Este podía ser mi último sábado, mi último algo con mi mamá.  Eso hizo la experiencia agridulce y aterradora. Varias veces en el desayuno y otras en el auto quise decirle lo que estaba sucediendo, pero no podía.

E incluso si pudiera, las palabras probablemente no habrían salido. Ella se estaba divirtiendo —encantada de pasar tiempo conmigo— y no podía arruinárselo.

Pero qué pasaría si me obsesionaban. ¿Y si era una trampa? ¿Y si el DOD o Jinchuriki nos llevaban? ¿Y si me convertía en Deidara y mi mamá nunca volvía a escuchar de mi otra vez? ¿Y si ella se mudaba de nuevo a Tokio para escapar de mi recuerdo?

En el momento que llegamos a casa, estaba bastante seguro que iba a vomitar. Mi estómago se retorcía y giraba en torno a la comida. Era tan malo que fui a descansar mientras mamá iba a dormir antes que su turno comenzara.

Alrededor de una hora después de estar mirando la pared, Sasuke envió un mensaje y respondí diciéndole que entre por sí mismo. Tan pronto como había presionado enviar sentí la calidez disparándose a través de la parte trasera de ni cuello y giré hacia la puerta.

Él no hizo ruido mientras abría mi puerta con facilidad y se deslizaba con un brillo perverso en los ojos.

—¿Tu mamá duerme?

Asentí.

Su mirada examinó mi cara, y luego cerró la puerta detrás de él. Un latido más tarde, estaba sentado a mi lado, con el ceño fruncido.

—Estás preocupado, dobe.

Como sabía lo que me superaba. Comencé a decirle que no estaba preocupado porque odiaba la idea de estresarlo por mí o pensando que era débil, pero no quería ser fuerte en este momento. Necesitaba consuelo —lo quería a él.

—Sí, un poco, de veras.

Sonrió. —Todo va a estar bien. No importa qué, no dejaré que nada te pase, dobe.

Él corrió la yema de sus dedos por mi mejilla, y me di cuenta entonces que podía sentir ambas cosas. Podía enloquecerme un poco por dentro y necesitarlo, pero todavía podía ser lo suficientemente fuerte para levantarme a las seis y encontrar de frente nuestro destino. Podía ser ambos. Kami, necesitaba un poco de ambos.

Sin decir palabras, me aparté, dándole espacio. Sasuke se deslizó debajo de las mantas, lanzando un pesado brazo sobre mi cintura. Me acurruqué contra él, apoyando mi cabeza debajo de su barbilla, con mis manos apoyadas sobre su pecho. Con mis dedos, dibujé un corazón encima del suyo, y él se rió entre dientes.

Nos quedamos allí por un par de horas.

A veces hablando y riendo en voz baja, asegurándonos de no despertar a mi mamá. Por un rato, dormimos juntos y luego me despertaba enredado en sus brazos y piernas. Otras veces, nos besamos y los besos...bueno ocuparon la mayor parte del tiempo.

Él era tan condenadamente bueno en eso.

Mis labios se sentían hinchados mientras él me sonreía, sus parpados cubiertos pesadamente, pero bajo esas pestañas, sus ojos eran del color de una noche cubierta de un rocío primaveral.

A lo largo de la nuca, su cabello se levantaba. Me encantaba correr mis dedos a través de su cuero cabelludo, estirando las hebras hacia afuera y verlos volver a su lugar. Y a él le gustaba cuando jugaba de esa manera. Cerrando sus ojos, inclinó la cabeza a un lado para darme mejor acceso, igual que un gato cuando se  extiende para ser acariciado.

Ah, las pequeñas cosas de la vida.

El azabache tomó mi mano mientas la deslizaba en torno a los gruesos músculos en su cuello. Llevó mi palma a sus labios.

Mi cabeza hizo la cosa del aleteo, y luego me besó otra vez...y otra vez.

Su mano se movió a mi cadera, sus dedos se curvaron en el algodón antes de deslizarse debajo del dobladillo de mi camiseta, haciendo que mi pulso martillara a través mío. Rodó sobre mí, su peso haciendo cosas locas en mi estómago.

A medida que sus manos subían, mi espalda se arqueaba. —Sasuke...

Su boca silenció lo que fuera que iba a decir, y vacié mi cerebro.

Solo estábamos él y yo. Lo que íbamos a hacer más tarde simplemente desapareció de mi radar de preocupación. Me moví, colocando una pierna sobre la suya y mi...

Pasos trotando por el pasillo.

Sasuke desapareció de encima mío reapareciendo en la silla de mi escritorio. Sonriendo desvergonzadamente, tomó un libro mientras me arreglaba.

—El libro está al revés, teme —Me burlé, arreglando mi revoltoso  mi cabello con la mano.

Riendo entre dientes, le dio la vuelta y lo abrió.

Con unos segundos de margen, mamá golpeó la puerta y la abrió.

Sus ojos se dispararon de la cama a la silla.

—Hola, Sra. Uzumaki—dijo el Uchiha—. Luce bien descansada.

Le lancé una mirada y luego sujeté mi mano sobre mi boca, ahogando mis risitas. Él había tomado una de esas novelas históricas victorianas con un pecho fornido en la cubierta.

Mamá arqueo una ceja. Su expresión básicamente se leía como “qué demonios” y casi lo perdí.

—Buenas noches, Sasuke. —Se volvió hacia mí, entrecerrando los ojos.

¿Bragueta? Articuló Sasuke, rodando sus ojos.

—La puerta del dormitorio, Naruto. —Mamá se dirigió hacia la puerta—. Ya conoces las reglas, ttebane.

—Perdón. No queríamos despertarte, dattebayou.

—Que considerados, pero se mantiene abierta, querido.

Cuando sus pasos se retiraron, Sasuke tiró el libro a mi cabeza, levanté la mano, deteniéndolo de modo que permaneciera inmóvil y lo cogí al vuelo.

—Agradable material de lectura, dobe.

Entrecerró los ojos. —Cállate, bastardo.

Me reí tontamente.

 

 

No hubo más risas cuando nos detuvimos en el estacionamiento de Ichiraku un poco antes de las seis. Mirando por encima de mi hombro, vi la SUV de Kakashi estacionada en la parte posterior. Esperaba seriamente que él y Sasori prestaran atención.

—El DOD no va a buscar pelea aquí —dijo el Uchiha, quitando las llaves. —No en público, dobe.

—Pero Pain podría congelar todo el lugar, ttebayou.

—Yo también puedo, Kitsune.

—Oh. Nunca te he visto hacer eso, teme.

Rodó lo ojos. —Sí lo hiciste. Congelé el camión. ¿Recuerdas? ¿Salve tu vida y todo eso?

—Ah, sí. —Luché contra una sonrisa mientras me rascaba la nuca—. Hiciste eso, dattebayou.

Alargo la mano, rozándome suavemente bajo la barbilla.

—Sí. Es mejor que lo recuerdes. Además, no soy un exhibicionista.

Abriendo la puerta, me reí. —¿Tú? ¿No un eres un exhibicionista? Está bien, de veras.

—¿Qué? — Falsa indignación cruzó por su rostro mientras cerraba la puerta y se alejaba a grandes zancadas del frente del SUV—. Soy muy modesto.

—Si recuerdo correctamente, dijiste que la modestia era para los santos y los perdedores, teme.

El bromear ayudaba a aliviar mis nervios.

—Modesto no es una palabra que usaría para describirte, dattebayou.

Dejó caer su brazo sobre mi hombro. —Nunca he dicho tal cosa, dobe.

—Mentiroso bastardo.

Sasuke me lanzó una pícara sonrisa mientras nos dirigíamos dentro.

Recorrí el lugar buscando a Pain, mi mirada se sumergió en los grupos naturales de roca que sobresalían de los suelos y al lado de las cabinas, pero él no estaba allí todavía.

El camarero nos sentó en una mesa cerca de la parte posterior, acurrucados junto a la chimenea. Traté de mantenerme ocupado rasgando la servilleta en pequeños trozos.

—¿Te vas a comer eso o estás haciendo camas caseras para hámster, usuratonkachi? —preguntó.

Me eché a reír. —En realidad, arena orgánica para gatos, teme, ttebayou.

—Lindo.

Una mesera pelirroja apareció, usando una brillante sonrisa.

—Sasuke, ¿cómo te va? No te he visto en décadas.

—Bien. ¿Qué hay de ti, Mei? —Por supuesto tuve que dar más de una mirada pasajera, puesto que los dos estaban con lo del nombre de pila. No por celos ni nada. Sí, claro.

Mei era mayor que nosotros pero no por mucho. Quizás cerca de los veinticinco, pero era muy, muy bonita con todo ese cabello rojo amontonado en gruesos mechones lacios por su rostro, rodeando una tez de porcelana.

Está bien, era hermosa... como un Luxen hermoso.

Me senté más recto.

—He estado muy bien. —dijo ella—. Cedí un poco de la administración desde los bebés. Trabajando tiempo parcial, ya que ellos son traviesos, pero tú y tu familia deberían visitarnos pronto, especialmente desde.... —Ella me miró por primera vez, y dejó caer su sonrisa—. Desde que Itachi ha regresado. A todos los demás les encantaría verlos a ambos.

Una alíen total, pensé.

—Nos encantaría hacerlo. —Sasuke me miró y me guiñó el ojo con picardía—. Por cierto, Mei, este es mi novio, Naruto.

Sentí una oleada ridícula de placer mientras extendí mi mano.

—Hola, dattebayou.

La pelirroja pestañeó, y juraría que su rostro se volvió aún más blanco.

—¿¡Novio!?

—Novio. —Repitió Sasuke.

Ella se recuperó rápidamente y estrechó mi mano. Una suave chispa saltó de su piel a la mía, y fingí no notarlo.

—Encantado... encantado de conocerte, ttebayou.

—Uh, ¿qué puedo ofrecerles?

—Dos tés. —ordenó.

Mei salió pitando después de eso, y levanté mis cejas hacia el ojinegro.

—¿Mei...?

Él deslizó otra servilleta sobre mi pila. —¿Estás celoso, Kitsune?

—Pfff. Lo que sea, teme. —Me detuve de rasgar. —Está bien, quizás un poco hasta que me dí cuenta que ella estaba en el PRA, de veras.

—¿PRA? —Se puso de pie, viniendo a mi lado mientras decía—: Deslízate.

Me deslicé de nuevo. —Programa de reubicación de aliens, teme.

—Ja. —Dejó caer su brazo sobre el respaldo de la cabina y estiró sus piernas. —Sí, ella es buena gente, dobe.

Ella  retornó con nuestras bebidas y preguntó si queríamos esperar hasta que nuestro amigo se nos uniera para tomar nuestras órdenes. Eso fue un gran no.

El bastardo ordenó un yakisoba de cerdo mientras que yo decidí comer la mitad de su orden. No estaba seguro de poder soportar algo más.

—Nada va a pasar —dijo en voz baja. —¿Estás bien?

Poniendo cara valiente, asentí mientras miraba alrededor del comedor.

—Solo quiero terminar con esto, de veras.

Ni siquiera un minuto más tarde, las campanas arriba de la puerta tintinearon y antes que pudiera mirar hacia arriba, Sasuke se tensó junto a mí. Y lo supe —lo supe en ese momento. Mi estómago dio un vuelco en mi garganta.

Cabello puntiagudo color anaranjado —de estilo desordenado, con una tonelada de gel— apareció a la vista, y luego unos ojos grisáceos  se clavaron sobre nuestra mesa desde la puerta.

Pain estaba aquí.

 

 

Él  tenía un aire de confianza mientras se acercaba a nuestra mesa, pero no tenía nada de la arrogancia fatal de Sasuke o la sonrisa fría y arrogante que llevaba ese instante. Era una mirada puramente depredadora.

De repente, no estaba seguro de que un lugar público fuera una buena idea.

—Phill —Sasuke arrastró las palabras, sus dedos tocando a lo largo de la cabina detrás de mí—. Ha pasado mucho tiempo.

—Veo que todavía no te sabes mi nombre —Pain se deslizó en el asiento frente a nosotros. Bajó la mirada al montón de servilletas rotas, luego a mí—. Hola, Naruto.

El Uchiha se inclinó hacia delante. La sonrisa estaba todavía en su rostro, pero sus palabras eran como los vientos árticos.

—No hables con él. En absoluto.

No había manera de detener a He-Man cuando salía a jugar, por lo que lo pellizqué bajo la mesa. Sasuke me ignoró.

—Bueno, hablar solo contigo va a hacer esta conversación realmente difícil, Uchiha.

—¿Parece que me importa? —dijo él, colocando su otra mano sobre la mesa.

Exhalé lentamente.

—Está bien. Vayamos al grano, dattebayou. ¿Dónde están Deidara y Nagato, Pain?

Él deslizó su mirada a la mía de nuevo.

—Yo...

Una corriente de electricidad corría de la mano de Sasuke y la disparó al otro lado de la mesa, sorprendiendo a Pain. Se echó hacia atrás con un siseo, entrecerrando los ojos en el pelinegro.

Sasuke sonrió.

—Mira, no me puedes intimidar en este momento —la voz del ojigris salió con desprecio—. Así que estás perdiendo el tiempo molestándome.

—Vamos a ver eso.

Mei volvió con la enorme comida de Sasuke y tomó la orden de Pain. Como yo, sólo pidió una bebida. Cuando nos quedamos solos una vez más, me centré en el surfista.

—¿Dónde están?

—Si te lo digo, tendría que confiar en que ustedes dos, además de cualquier otra persona, no me den un baño de cemento.

Puse mis ojos en blanco por la referencia a la mafia.

—La confianza es una calle de doble sentido, ttebayou.

—Y nosotros no confiamos en ti —dijo Sasuke.

Pain dejó escapar un largo suspiro.

—No te culpo. No te he dado ninguna razón para confiar en mí, aparte del hecho de que no le dije a Jinchuriki acerca de lo bien que la mutación se llevó cabo.

—Y apuesto a que ni tu tío Kabuto te ha detenido de volver a mí otra vez, o pensabas que estaba haciendo su trabajo, dattebayou —repliqué, tratando de no recordar la expresión de horror que se había instalado en el rostro de Pain cuando su tío lo traicionó. No se merecía mi simpatía—. Pero te jodió por encima del dinero, de veras.

La mandíbula del surfista se abrió.

—Lo hizo. Y puso a Nagato en peligro. Pero no es como si no hubiera tenido que convencerles de lo contrario después de los hechos. Creen que estoy feliz de ser un implante. Que bebí refresco y pedí repetir.

Sasuke soltó una risita.

—Para salvar tu propio trasero, estoy seguro.

Ignoró el comentario.

—El hecho es que Jinchuriki no cree que seas un sujeto viable, Naruto.

—¿Cómo lo sabes? —los dedos del pelinegro apretaron el tenedor.

Él le lanzó una mirada obvia.

—La única tarjeta real salvaje aquí es la Voluntad. Obviamente, él sabía y utiliza ese conocimiento.

—No hace nuestro problema más grande o más molesto en estos momentos —Sasuke dio un bocado, masticando lentamente—. Tú debes tener un montón de coraje o eres increíblemente estúpido. Me quedo con la parte de increíblemente estúpido.

El otro soltó un bufido.

—Sí. Está bien.

Una mirada peligrosa sombreo la cara del ojinegro, y por un momento, nadie se movió hasta que Mei regresó con la bebida de Pain.

En el segundo en que se fue, Sasuke se inclinó hacia delante, sus ojos empezaron a brillar rojo detrás de sus pestañas.

—Te dimos una oportunidad y volviste aquí después de matar a uno de los nuestros. ¿Crees que soy la única persona a la que tienes que mirar por encima del hombro y tener en cuenta? Estas muy equivocado.

Un hilo de miedo finalmente apareció en los ojos abatidos de Yahiko, pero su voz era inclusa.

—Lo mismo va para ti, Uchiha.

Él se echó hacia atrás, con los ojos entrecerrados.

—Mientras estemos en la misma página.

—Em... Volviendo a Jinchuriki —dije—. ¿Cómo sabes que están vigilando a Itachi, dattebayou?

—Los he estado observando a ustedes, chicos, y los he visto dando vueltas.

Se inclinó contra la cabina, cruzándose de brazos. —No sé cuánto trabajo costó dejarlo libre, pero dudo que le hayan puesto una venda sobre los ojos. Itachi es libre porque ellos querían que fuera libre.

Eché un vistazo al azabache. Las sospechas de Pain reflejaron las nuestras, pero eso es otro problema para otro día, al parecer.

La mirada gris cayó a su vaso.

—Este es el trato. Sé dónde están manteniendo a Deidara y Nagato. Nunca he estado allí, pero conozco a alguien que tiene y nos puede dar los códigos de seguridad para entrar en el recinto.

—Espera —dije, sacudiendo la cabeza—. Así que realmente tú no puedes meternos dentro, ttebayou. ¿Pero alguien más puede hacerlo?

—Ya me lo imaginaba —Sasuke rio entre dientes—. Pedro es prácticamente inútil.

Los labios del pelinaranja se apretaron.

—Yo sé cuál es el nivel y las celdas en las que están encerrados, así que sin mí, solo estarán corriendo alrededor de todo el recinto pidiendo ser capturados.

—Y mi puño está pidiendo estar en tu cara —disparó el Uchiha de vuelta.

Rodé mis ojos azules.

—No sólo nos estás pidiendo que confiemos en ti, Pain, sino que, ¿quieres que confiemos en alguien más, de veras?

—Ese alguien más es como nosotros, Naruto —sus codos cayeron sobre la mesa, moviendo su vaso—. Es un híbrido, pero ha salido por debajo de Jinchuriki. Y como era de esperar, los odia y nada le gustaría más que joderlos. Él no nos va a traicionar.

Sí, no me está gustando nada de esto.

—¿Y cómo es que alguien sale "por debajo" de Jinchuriki, dattebayou?

Su sonrisa carecía de calidez.

—Ellos... desaparecen.

Oh, bueno, eso suena tranquilizador. Metí mi cabello hacia atrás en ambos lados, sintiéndome cauteloso.

—Está bien, digamos que hacemos esto, ttebayou,  ¿cómo te pondrás en contacto con él?

—No van a creer cualquier cosa que les diga a menos que estén allí para ser testigos de ello—y tenía razón sobre eso—. Yo sé dónde encontrar a Yagura.

La boca de Sasuke se curvó.

—¿Su nombre es Yagura?

Él asintió.

—No va a ser accesible por teléfono o por correo electrónico. Es una especie de paranoico sobre los teléfonos y los ordenadores del gobierno. Vamos a tener que ir a él.

—¿Y dónde está eso? —preguntó el pelinegro.

—Cada miércoles por la noche va a un club a unos pocos kilómetros fuera de Kirigakure—explicó el de perforaciones—. Estará allí este miércoles.

Sasuke se echó a reír y me pregunté qué demonios encontró tan gracioso.

—Los únicos clubes en esa parte son los clubes de striptease.

—Se podría pensar eso —presunción se apoderó de la expresión de Pain—. Pero este es un tipo de club diferente —me miró—. Las mujeres y donceles  no aparecen en jeans y suéteres.

Le di una mirada suave mientras comía un pedazo de carne de cerdo del plato del azabache.

—¿En qué es lo que se aparecen? ¿En nada, dattebayou?

—Lo más parecido a la nada —su sonrisa era real ahora, haciendo que el gris de sus ojos brillara, me recordaba al Pain que había conocido primero—. Mal por ti. Bien por mí.

—De verdad quieres morir, ¿no? —dijo el Uchiha.

—A veces creo que sí —hubo una pausa e hizo un movimiento de hombros—. De todos modos, vamos a él, nos da los códigos y ya está. Entramos, obtienen lo que quieren y yo también. Entonces, nunca me volverán a ver otra vez.

—Eso es casi lo único que has dicho hasta ahora que me gusta —la aguda mirada de Sasuke se posó sobre la de él—. La cosa es, que estoy teniendo un tiempo difícil en creerte. Dices que este híbrido está en Kirigakure, ¿verdad? No hay ningún cuarzo beta cerca de ese lugar. ¿Cómo es que no se ha convertido en merienda de algún Arum aún?

Un rayo misterioso llenó los ojos de pelinaranja.

—Yagura puede cuidar de sí mismo.

Algo no estaba bien aquí.

—¿Y dónde está el Luxen al que está atado?

—Con él —concluyó.

Bueno, eso responde a esa pregunta, pero aun así, nada de esto está bien conmigo. Mierda, toda esta situación era arriesgada, pero ¿qué otra opción teníamos? Ya estábamos metidos hasta el cuello. Puede ir sobre nuestra cabeza, hundirse o a nadar, como mi padre solía decir.

—Mira —dijo Pain, dando una mirada firme a Sasuke—. Lo que pasó con Gaara... Nunca quise eso. Y lo siento, pero tú, de todas las personas, tienes que entender. Harías cualquier cosa por Naruto.

—Lo haría —un leve temblor recorrió al mayor. Electricidad estática erizando el vello de mi cuerpo—. Así que, si por un momento creo que estas a punto de jodernos, no voy a dudar. Tú no recibirás una tercera oportunidad. Y aún no has visto de lo que soy capaz de hacer, niño.

—Entendido —murmuró el ojigris, con la mirada baja—. ¿Estamos?

La pregunta del millón de yenes era, ¿realmente vamos a hacer esto? El latido del corazón de Sasuke era calmado y lo sentí en mi propio pecho.

Su decisión estaba tomada. No sólo iba a hacer cualquier cosa para mantenerme a salvo, haría cualquier cosa por su hermano mayor.

Hundirse o nadar.

Levanté mis pestañas y me encontré con los ojos color cemento.

—Estamos.

 

 

Pasé la mayor parte del domingo en la casa de Sasuke viendo un maratón de Investigadores de fantasmas con los hermanos mientras esperaba por si se acechaba Sai.

Tenía que volver a casa algún día. Eso es lo que dijo el Uchiha de en medio.

Era casi de noche cuando regresó. Salté del sofá, sorprendiendo a Itachi, quien se había dormido alrededor de cuatro horas viendo cosas que asustan mucho por la noche.

—¿Está todo bien?

Estaba completamente despierto ahora.

Sasuke se deslizó, tomando mi lugar.

—Todo está bien.

Su hermano le devolvió la mirada por un segundo y luego volvió a centrarse en la televisión. Sabiendo lo que yo quería hacer sin ni siquiera decirle, el bastardo asintió.

Sai se dirigió a las escaleras sin decir una palabra.

—¿Tienes un par de minutos, dattebayou? —le pregunté.

—No realmente —dijo por encima del hombro mientras continuaba subiendo las escaleras.

Cuadré mis hombros y lo seguí.

—Bueno, si sólo tienes un minuto, entonces lo tomaré, de veras.

Al detenerse en la parte superior de la escalera, se dio la vuelta. Por un momento, pensé que me podría empujar, y eso sería estropear mis planes de hacer las paces.

—Está bien —dijo, y suspiró como si le hubieran pedido recitar fórmulas de trigonometría—. Así ya terminamos con esto.

No es la forma en que quería empezar esta conversación, pero por lo menos me estaba hablando. Lo seguí hasta su habitación. Como siempre, me sentí abrumado por la cantidad de color blanco. Paredes de color blanco. Blanco edredones de cama. Ordenador portátil blanco. La alfombra de un gris casi blanco. Pantallas de lámparas de color platinado.

Sai se trasladó al asiento de la ventana y se sentó, cruzando sus tobillos delgados.

—¿Qué es lo que quieres, Naruto?

Reuniendo coraje, empecé a sentarme en el borde de la cama. Durante todo el día, había planeado este largo discurso, pero de repente, sólo quería arrastrarme a sus pies. Quería a mi mejor amigo de vuelta. Una mirada de impaciencia se posó en sus delicados rasgos y mi estómago cayó.

—No sé por dónde empezar, ttebayou —admití en voz baja.

Él tomó una respiración pesada.

—¿Tal vez puedas empezar con el por qué me mentiste durante meses?

Me estremecí, pero me merecía esa pregunta.

—La noche en el claro, cuando luchamos contra Momoshiki, no sé qué pasó, pero Sasuke no lo mató, de veras.

—¿Tú lo hiciste? —miró por la ventana, jugando distraídamente con sus pálidas manos.

—Sí... me conecté con él... contigo. Nosotros... nosotros creemos que fue porque Sasuke me había sanado antes, dattebayou. De alguna manera esas curaciones ya nos habían mezclado —el miedo de esa noche regresó, enrollando mis entrañas fuertemente—. Pero estaba herido...realmente muy mal, en serio, y tu hermano me sanó después de que te fuiste.

Sus hombros se tensaron.

—La primera mentira, ¿verdad? Me dijo que estabas bien, y yo fui un estúpido por creerle. Te veías... realmente muy mal. Y después, cuando Sasuke se había ido, no actuaste bien. Debería haber sabido que algo estaba pasando —dio una pequeña sacudida de su cabeza—. De todos modos, podrías haberme dicho la verdad. No me hubiera desmayado o algo así.

—Lo sé, de veras—estuve de acuerdo—. Pero nosotros no estábamos seguros de lo que realmente sucedió. Pensamos que sería mejor no decir nada hasta que supiéramos, dattebayou. Y para cuando nos dimos cuenta que estábamos conectados de alguna manera, todo... todo lo demás estaba pasando.

—¿Pain? —escupió el nombre, dejando caer sus mano a su regazo con enojo.

—Él... y otras cosas —quería sentarme a su lado, pero sabía que no debía presionarlo—. Cosas empezaron a suceder, en serio. Si quería un vaso de té, el vaso volaba fuera del armario. No lo podía controlar, y tenía mucho miedo de exponerlos de alguna manera, ttebayou.

Él me miró entonces, bajó las pestañas.

—Le dijiste a mi hermano, sin embargo.

Asentí con la cabeza.

—Sólo porque pensé que tal vez sabía lo que me estaba pasando, ya que me sanó, Sai. No era porque confiaba más en él que en ti, de veras.

Sai levanto sus pestañas.

—Pero dejaste de salir conmigo, Naruto.

Mis mejillas se sonrojaron de vergüenza. Lo había hecho, tantas malas decisiones.

—Pensé que era lo correcto, ttebayou. Que si terminaba cambiando a algo sin sentido a tu alrededor, no quería que estuvieras en medio.

Soltó una breve carcajada.

—Eres tan como Sasuke. Siempre pensando que son mejor que los demás —empecé a responder, pero él siguió adelante—. Lo gracioso es que yo podría haberte ayudado. Es agua pasada, sin embargo.

—Lo siento, de veras —deseaba que esas dos palabras pudieran recuperar todo lo que había hecho mal—. Estoy realmente...

—¿Qué pasa con Pain? —miró duramente hacia mí.

Mi mirada se fue a mis manos.

—Yo no sabía lo que era al principio, en serio. Honestamente, me gustaba porque era normal, dattebayou. No era como Sasuke y pensé... pensé que no tenía que preguntarme por qué Pain se parecía a mí —me reí, el sonido tan duro como el de Sai—. Fui un idiota. El teme no se fiaba de Pain. Pensé que estaba celoso o simplemente estaba siendo el bastardo que era, dattebayou, pero entonces un Arum entró en el restaurante cuando estaba con Pain y me enteré de lo que era.

Sai se desvaneció y reapareció en la cómoda, las manos en las caderas.

—Así que, vamos a ver si lo entiendo bien. Había un Arum, ¿y nunca, ni una sola vez pensaste en decirme o a cualquiera de los otros?

Me volví hacia él.

—Lo hice, pero Pain lo mató y Sasuke lo sabía, de veras. Y estábamos observando por ellos...

—Suena como una excusa poco convincente para mí, Naruto.

¿Era eso una excusa? Lo era, porque debí decirles. Me tragué el nudo en mi garganta. Sus ojos se pusieron brillantes.

—¡No tienes ni idea de lo difícil que era mantener todo lejos de ti al principio, Naruto! ¿Qué tan preocupado estaba de que salieras lastimado sólo por estar cerca de nosotros y...? —el pelinegro se detuvo y cerró los ojos—. No puedo creer que mi estúpido hermano no me haya dicho nada.

—No deberías estar molesto con él, Sai. Hizo todo lo posible para detener esto, en serio. No confiaba en que Pain sólo quería ayudar a controlar mis habilidades, dattebayou. Fue mi culpa —y la culpa me carcomía poco a poco—. Pensé que Pain podía ayudarme. Que si yo sabía cómo controlar mis habilidades, podía luchar, podría ayudarlos, ¡de veras! Así, ya no necesitarías protegerme o estar preocupado por mí. No sería más tu problema...

Sus ojos negros se abrieron de golpe.

—¡Tú nunca fuiste un problema para mí, Naruto! Eras mi mejor amigo, mi primer amigo real. Y sí, soy un poco lento en eso de la amistad, pero sí sé que los amigos, se supone, que deben confiar entre ellos. Y deberías haber sabido que nunca te he visto como si fueras débil o un problema.

—Yo... —me quedé sin saber qué decir, lo único que pude hacer fue bajar mis azules pupilas al suelo.

—Nunca creíste en nuestra amistad —había humedad en sus ojos oscuros de noche, y me sentí como el idiota más grande—. Eso es lo que me mata. Desde el principio, no creías en mí, Naruto.

—¡Lo hice, Sai! —empecé a ponerme de pie, pero me congelé—. Tomé decisiones estúpidas, dattebayou. Cometí errores. Y para cuando me di cuenta de lo mal que mis errores fueron, fue...

—Demasiado tarde —susurró—. Era demasiado tarde, ¿verdad?

—Sí —tomé un respiro, pero se atascó—. Pain era quien era y todo lo que pasó fue por mi culpa. Ya sé eso, de veras.

El Uchiha se adelantó, sus pasos medidos y lentos.

—¿Cuándo te enteraste de Deidara y Itachi?

Levanté la mirada, encontrando la suya. Era tan parecida a la de su hermano mayor. Una gran parte de mí quería mentir, quería decir que no fue hasta que Jiraiya lo confirmó, pero no pude.

—Antes de las vacaciones de Navidad, vi a Deidara. Y entonces Kakashi confirmó que si Deidara estaba vivo, Itachi también tenía que estarlo, ttebayou.

Contuvo el llanto y sus dedos se cerraron en sus palmas.

—¿Cómo... cómo te atreves?

Me di cuenta de que me quería dar un puñetazo y mi mejilla ardió a pesar de que no lo hizo. Como que quería que lo hiciera.

—No sabíamos si podíamos encontrarlo o recuperarlo, en serio. No queríamos que te hicieras ilusiones sólo para que pudieras perderlo otra vez, dattebayou.

Sai me miró como si ni siquiera me conociera.

—Esa es la cosa más estúpida que he oído nunca. Déjame adivinar, ¿fue idea del idiota de Sasuke? Porque suena como él. Me quería proteger al mismo tiempo que me retenía por la espalda, lastimándome.

—Sasuke...

—No, Naruto—dijo él, dándose la vuelta. Su voz tembló—. No lo defiendas. Conozco a mi hermano. Sé que tiene buenas intenciones pero por lo general sólo apestan. Pero tú... tú sabes cuánto dolió perder a Itachi. No era sólo Sasuke el que perdió su mierda. Puede que no me haya comportado como él, pero una parte de mí murió el día que me dijeron que estaba muerto. Merecía saber el momento en que pensaron que estaba vivo.

—Tienes razón, Sai...

Su cuerpo brilló por un segundo.

—Está bien. Está bien... todo eso a un lado. Si me hubieran dicho lo que estaba pasando con Pain, Gaara y yo hubiéramos sabido en lo que nos estábamos metiendo. Todavía lo hubiéramos podido hacer, créeme, fuimos a esa casa para ayudarte, pero no habríamos sido sorprendidos.

Mi garganta se paralizó. Había una mancha en mi alma, oscura y fría. Yo no había asesinado al Sabaku No, pero tenía algo que ver en su muerte. Como un encubridor del delito. La gente comete errores todo el tiempo, pero la mayoría de ellos, no causan la muerte de alguien.

Los míos lo hicieron.

Mis hombros se hundieron bajo el peso. Decir lo siento no iba a suavizar nada, ni para él, ni para mí. No podía dar marchas atrás en el tiempo. Lo único que podía hacer era seguir adelante y tratar de compensarlo.

La ira del Uchiha más pequeño disminuyó mientras me miraba. Caminando de regreso al asiento de la ventana, se sentó, colocando sus piernas contra su pecho. Apoyó la mejilla en sus rodillas.

—Y ahora están cometiendo otro error.

—No tenemos otra opción, dattebayou —le dije, mirando sus manos—. Realmente no la tenemos.

—Sí, sí la tienen. Podemos encargarnos de Pain y de lo que sea que les haya dicho.

—¿Qué pasa con Itachi? —pregunté en voz baja.

No respondió durante un largo tiempo.

—Sé que debería ser capaz de dejar a un lado lo que siento por Pain, pero no puedo. Eso está mal. Lo sé. Pero no puedo.

Asentí con la cabeza.

—No espero que lo hagas, de veras, pero no quiero que las cosas sean así entre nosotros. Tiene que haber una manera... —el orgullo se fue por la ventana—. Te extraño, Sai, y odio que no nos estemos hablando y que estés molesto conmigo, ttebayou. Quiero superar esto.

—Lo siento —susurró.

Las lágrimas quemaban la parte posterior de mi garganta.

—¿Qué puedo hacer para arreglar esto?

—No puedes. Y no puedo, tampoco —él meneó la cabeza con tristeza—. No puedo arreglar la muerte de Gaara. No puedo arreglar que tú y Sasuke piensen que trabajar con Pain es una buena idea. Y no puedo arreglar nuestra amistad. Algunas cosas simplemente no tienen solución.

Continuará...

Notas finales:

Al fin Naruto y Sai tienen una conversación de más de dos palabras. ¿De qué bando están? Yo creo que ambos tienen sus puntos a favor. ¿Qué opinan de Pain? ese muchacho siempre tiene con qué sorprendernos.

Estaré esperando asiosamente sus comentarios.

¿Nos leemos pronto?


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).