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Por ti por Emmyllie

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Notas del capitulo:

Antes que nada, infinitos agradecimientos por sus hermosísimos e inspiradores reviews a:

Cam Lehnsherr

Martina Sánchez

Loretta Mink

Ichimatsu

Sé que se los repito hasta el hartazgo, pero en serio muchísimas gracias por toda la inspiración, el apoyo y la motivación que me brindan con cada una de sus palabras. Cada review que me dejan, lo atesoro dentro de mi pequeño y oscuro corazón


Son la 01:05 h del domingo 3 de marzo, lo que significa que han pasado exactamente 15 días desde la última vez que actualicé. En serio me siento fatal por no dar señales de vida estas semanas, más aun porque rompí mi promesa de publicar este capítulo en la fecha estipulada. ¿La razón? Simple: estuve hospitalizada casi una semana por una crisis de anemia severa y esto pasó justo unos días antes del día en que pensaba actualizar. Luego de que me dieron el alta pretendía publicar, pero leí el capítulo (que ya había escrito antes de ser ingresada) y no me gustó para nada. Así que lo rehice desde el principio y aquí estoy, trayéndoles la actualización prometida con un retraso abismal :c

Además esta semana comienzan mis clases en la universidad, lo que significa que muy pronto mi tiempo para escribir se reducirá sólo a los fines de semana, por lo que posiblemente deba espaciar la publicación de los capítulos de uno por semana, a uno cada dos semanas u.u Pero en fin, ya veremos eso llegado el momento ^^

En serio mil disculpas por la enorme demora, en verdad no fue mi intención atrasarme tanto con el capítulo u.u Si hay algo que odio es romper mis promesas, así que ya se imaginarán lo mal que me siento :'c

Hoy les traigo una actualización media bizarra, ya que trae encima de todo un poco. Se da pie a parejas futuras, los trolleo un poquito como es mi costumbre y al final hay una escenita subidita de tono que no sé si a todos les agrade ;'3

- Canción que cantan cuando están acampando: All of Me de John Legend. Claro está es un cover de Luka Sala y está en Italiano, ya que quien cantará el tema en la historia habla este idioma *-* Aquí el link para que la escuchen y así le den más realismo a la escena: https://www.youtube.com/watch?v=rkzs27veTfQ&list=RDrkzs27veTfQ&start_radio=1

Sin más que añadir los dejo leer y otra vez me disculpo por la larga demora :c

Vamos con el primer capítulo de la segunda temporada ^-^

¡A leer!

Capítulo 7: Una Escapada Inolvidable

(Primera parte)

Los meses pasaron, la vida continuó, y poco a poco todo fue encajando en su lugar respectivo.

Luego de varias semanas disfrutando al máximo de la compañía de Vegeta, Kakarotto le dio una oportunidad a su sugerencia de inscribirse en la Academia Wiss de Artes y Música. Y si bien no era Kame House, aquel renombrado establecimiento de formación artística lo sorprendió gratamente, demostrándole con el pasar de los días que estaba a la altura de lo que él buscaba e incluso más. Sus horarios eran igual de flexibles que en el instituto anterior, lo que le permitía gozar de mucho tiempo de calidad con su amado novio. Ambos solían desayunar juntos y después irse a sus respectivas instituciones académicas, donde estaban toda la mañana y gran parte de la tarde. Entonces Saiyan iba a buscar a Son para así volver los dos a su acogedor departamento al centro de Tokio, construyendo poco a poco esa vida anhelada a la que tanto habían aspirado desde el instante en que sellaron su compromiso nupcial. Se complementaban de manera tan maravillosa, que parecía que aquellos terribles seis meses separados jamás hubieran existido.

Mientras tanto Black se llevaba cada vez mejor con Bardock y Raditz, los cuales se esforzaban en hacerlo sentir cómodo, empeñándose en ganarse aunque fuera una mínima parte de su aprecio.

El padre de familia se veía inmensamente reflejado en su hijo, pues Goku había heredado ese carácter altivo y decidido digno de los Son, el cual él mismo demostraba gran parte del tiempo. Su vocabulario tan amplio y cuidado, su mirada fría e indiferente, su actitud arrogante y desinteresada; el mayor de los gemelos ni siquiera se molestaba en ponerle las cosas fáciles, algo que si bien lo frustraba muchas veces, le hacía desear con aun más ganas forjar aquel lazo paternal que jamás debió permitir que se rompiera. Deseaba ganarse su confianza, llegar en algún momento a penetrar aquella coraza aparentemente impenetrable con la que el menor se protegía. Y así se le fuera la vida en ello, se esmeraría en demostrarle que lo quería de corazón.

El mayor de los hermanos Son también jugaba sus cartas para congeniar con él, lo cual agradecía que le estuviera costando mucho menos que a su progenitor. Ya había compartido con Goku un par de conversaciones bastante interesantes y agradables, donde se habían dado las instancias para fortalecer poco a poco su hermandad. Raditz pudo darse cuenta que Black, a pesar de ser un chico soberbio e incluso en veces exasperantemente caprichoso, se esforzaba por ocultar la nobleza y fragilidad de sus verdaderos sentimientos. Se dio a la compleja tarea de analizar a detalle su comportamiento, concluyendo que su corazón era tan gentil y puro como el de Kakarotto. Pureza y gentileza que, a toda costa, se empeñaba en disfrazar con mucha apatía e indiferencia hacia su entorno. Por lo menos podía jactarse de que no lo rechazaba si se le acercaba para hablar o simplemente pasar tiempo juntos, lo cual favorecía bastante su relación.

El trato entre Vegeta y Black, por otro lado, se volvía cada vez más incómodo y complicado. Por mucho que los dos se empeñaran en mostrar absoluto desinterés hacia el otro, la realidad dentro de sus corazones era por demás distinta e inverosímil. Y es que al ser el peliflama novio del menor de los gemelos, estaban prácticamente obligados a encontrarse varias veces a la semana, ya fuera por coincidencias al estar estudiando en la misma universidad, o por juntas que el mismo Kakarotto organizaba ocasionalmente durante los fines de semana. Sabían que mientras más pasaba el tiempo, más crecía la incertidumbre dentro de ambos. Porque desde esa noche en que se conocieron y compartieron aquel momento tan intenso y su real, Black y Vegeta se sentían cada vez más conectados emocionalmente, lo que los llevaba a reusarse a convivir, renuentes a permitir que aquella inmensa gama de sentimientos siguiera creciendo, pues insistían en bombardearlos siempre que se tenían lo suficientemente cerca. Ese imán invisible que parecía atraerlos cada vez que compartían el mismo espacio, estaba a punto de desencadenar un caos.

De igual manera, el vínculo entre las familias Son y Saiyan se estrechaba cada vez más, no siendo sólo Bardock y Vegeta padre quienes mantenían una relación bastante amistosa y cordial, sino que los hermanos de ambas partes también se esmeraban en crear y fomentar lazos afectivos.

Y aunque se lo hubiera negado mil y una veces, el futuro heredero de Saiyan Enterprises tenía la seguridad casi plena de que Raditz se traía algo con Tarble, pues en más de una ocasión los había atrapado protagonizando alguna situación bizarra y poco inocente. Por supuesto que no dudó en amenazar al pelilargo con cortarle los huevos con una sierra eléctrica si se atrevía a corromper a su hermanito, lo que claramente parecía no haberlo acobardado en lo más mínimo.

Cada pieza del puzle encajaba en su sitio, la vida fomentando lo que por destino debía ser unido.

~~~

El verano llegó, trayendo de la mano consigo las tan anheladas vacaciones. Vegeta estaba a un examen de concluir su primer año como estudiante de Administración, galardonado como el alumno más prometedor e inteligente de su generación. Kakarotto a su vez se preparaba para su última presentación en la Academia Wiss, donde destacaba como el más brillante y talentoso. Ambos en la cúspide de sus estudios, cumpliendo su auto-promesa de resaltar como los mejores.

–¡Debemos hacer algo para conmemorar el inicio de las vacaciones!– exclamó alegre Kakarotto, dejándose caer en la cama con una sonrisa pletórica y los brazos tras la nuca. –¿Por qué no nos escapamos a la casa que papá tiene en las montañas? ¡Todo un fin de semana solos! ¡Será genial!

–Me gusta la idea– admitió Vegeta con una sonrisa pícara, atrayendo el cuerpo de su novio hacia el suyo para abrazarlo con posesividad. –Sólo tú, yo y la oportuna soledad– besó sus labios suavemente, delineándolos con la punta de su lengua antes de adentrarla a la calidez de esa boca húmeda y dulce, mientras un brazo seguía abrazándolo y la mano del otro acariciaba su espalda.

Pronto el joven de hebras alborotadas yacía encimado al tonificado cuerpo del peliflama, ambos devorándose los labios entre besos húmedos y sumamente ardientes. Pero antes que los dedos de Saiyan terminaran de colarse bajo la pretina de los jeans que vestía Son, éste lo frenó separando sus bocas y posando las palmas abiertas de sus manos sobre ese pecho tan esculpido y perfecto.

–No sólo iremos tú y yo, Vege– le dijo, sonriendo tiernamente, como siempre que sabía que su pareja no estaría de acuerdo y él buscaba cambiar su parecer. –Pensaba en que invitáramos también a nuestros hermanos, ya sabes…– le guiñó un ojo, acariciando sus labios. –Para convivir.

–No– éste se negó en rotundo, frunciendo el ceño con evidente hastío. –Si ellos van, yo me quedo.

–Vegeta– protestó Son, haciendo un puchero tan adorable que ruborizó sus mejillas. –No seas así.

–Hmp– Saiyan lo apartó con cuidado, sentándose a la orilla de la cama de espaldas a él. –Ya te dije que no, Kakarotto. Sabes que esa estupidez de estrechar lazos me parece algo completamente absurdo– espetó, su voz oscurecida por el fastidio y el rechazo que le producía aquella idea. –Además Raditz le tiene ganas a Tarble y si vamos a pasar todo un fin de semana en la casa rural de tu padre, no tendré forma alguna de evitar que intente sobrepasarse con él.

–Conozco a Raditz, jamás forzaría a Tarble a hacer algo que no quiera– defendió el menor, dispuesto a lo que sea para convencer a su novio de que lo apoyara en su decisión. –Además hay suficientes habitaciones para que duerman separados si así lo quieres– lo abrazó por detrás, apoyando la barbilla en su hombro, mientras hablaba justo en su oído. –Vamos, amor… acepta.

Vegeta suspiró, sujetando con delicadeza entre las suyas esas manos que se aferraban alrededor de su torso. Entrecerró los ojos, deleitándose con la exquisita calidez que desprendía el cuerpo de su novio, todo dentro suyo revolucionándose con sólo tenerlo así de pegado a él. Sonrió suavemente, resignado a que aquél chico de sonrisa inocente y actitud infantil lograba doblegarlo sin dificultad alguna, lo mucho que lo amaba realzándose y creciendo todavía más en su interior.

–Haz lo que quieras– fue su evasiva respuesta, esos labios dejando castos besos sobre su cuello.

–Te amo tanto, Vege– confesó pletórico Kakarotto, tirando de él para recostarlo otra vez en el colchón y así poder ponérsele de nuevo encima. –Te juro que será un fin de semana inolvidable…

Acto seguido sus labios se unieron en un nuevo enlace voraz y apasionado, esta vez los dedos del peliflama colándose sin ninguna restricción dentro de los ajustados jeans azules que vestía Son, mientras las juguetonas manos de éste iban a los botones de su camisa para desabrocharla.

Pronto la habitación se llenó de suspiros, mientras el aire se condensaba en una nube de placer.

~~~

Días después, durante el almuerzo en familia que parecía haberse vuelto ya una tradición de los domingos, el menor de los gemelos le contó de su plan a su padre, ganándose dos tipos de miradas por parte de sus hermanos mayores: incredulidad de Black e intriga de Raditz.

–Sólo hace falta que nos prestes la casa, papá– concluyó, sonriendo con la típica dulzura inocente que empleaba siempre que quería salirse con la suya.

–No lo sé, hijo– dudó Bardock, dándole un sorbo a su copa de vino. –Un grupo de adolescentes hormonales sin ninguna restricción parental, solos en una casa cuyo pueblo más cercano está a más de veinte minutos en auto… ¿Qué quieres que te diga? No me parece nada sensato.

–No es como si fuéramos unos completos desconocidos– alegó Kakarotto, frunciendo los labios.

–No, pero siguen siendo un grupo de adolescentes hormonales– insistió el mayor, mirándolo con expresión ceñuda. –Además, ¿quién los supervisará? ¿Cómo se alimentarán? ¿Quién los cuidará?

–Tampoco es necesario que sobre actúes– acotó Black, chistando la lengua. –Kakarotto vive solo con el insoportable de Saiyan, Raditz no se va de aquí sólo porque le es más cómodo y yo sé lo que es arreglármelas por mí mismo desde los dieciséis– desvió la mirada, en su rostro trazado un rictus de absoluto aburrimiento. –Además somos mayores de edad, no necesitamos una estúpida niñera que nos haga de comer o cuente los pasos que damos– ironizó, resoplando por lo bajo.

–Tiene razón– lo apoyó el mayor de los hermanos, sonriendo divertido ante semejante desplante.

–Eh… bueno… técnicamente sí irán menores de edad– añadió el gemelo menor, rascándose la nuca algo incómodo. –Tarble y Kyabe también vendrán con nosotros y apenas cumplieron los quince.

–Kakarotto– lo reprendió Goku, fulminándolo con la mirada. –No te estás ayudando, ¿lo sabías?.

Éste sonrió avergonzado, sus mejillas adquiriendo un adorable tono rojo que las acaloró.

Bardock por su parte reprimió la sonrisa que luchaba por curbar hacia arriba sus labios, pues la forma en que sus hijos se apoyaban entre sí le produjo un sentimiento de orgullo impresionante. Miró a los tres por unos segundos y finalmente habló, manteniendo en todo momento la seriedad.

–Muy bien, trío de bestias. Pueden ir el fin de semana a la casa en las montañas.

Kakarotto gritó un efusivo "¡Sí!", Raditz sonrió complacido –el hecho de estar con Tarble le encantaba– y Black se cruzó de brazos, denotando claro desinterés. Aunque, en el fondo, le atraía de sobremanera la idea de poder pasar tiempo de calidad junto a sus hermanos.

~~~

Como la familia Saiyan tenía en su haber una muy grande y lujosa casa rodante, Vegeta fue el encargado de persuadir a sus padres para que se las prestaran como medio de transporte para el viaje de tres horas que debían realizar. Y tras hacerle prometer al mayor de sus hijos que cuidaría, con su vida de ser necesario, tanto a su hermano como al amigo de éste, ellos accedieron a su petición sin objeción alguna más allá de que se comportaran responsablemente.

Teniendo todo listo ya, los hermanos Son y Saiyan acordaron reunirse en una concurrida y bastante conocida plaza al centro de la ciudad, donde esperarían a que el peliflama los pasara a buscar tras ir por el vehículo al estacionamiento privado donde estaba guardado.

Black fumaba distraídamente un cigarrillo, Kakarotto revisaba las notificaciones de sus redes sociales, Tarble y Raditz conversaban de trivialidades y Kyabe observaba tímidamente a su alrededor, mientras un par de orbes azul zafiro no paraban de escrutarlo a detalle. Todos vestidos con ropa cómoda y casual, pero no excesivamente desabrigados, pues el clima en las montañas solía ser sumamente impredecible incluso durante la época de verano.

–Allí viene– señaló Kyabe, llamando la atención de quienes lo acompañaban.

Todos vieron como aquella bonita y elegante caravana estacionaba frente a ellos, tras lo cual Vegeta bajó vistiendo jeans negros ajustados y playera manga corta azul gris.

–Suban– los invitó, haciéndoles un ademán con su mano para que se apresuraran.

Fue así que los seis se acomodaron al interior del lujoso vehículo, el cual contaba con tres sofás de dos cuerpos, varias camas individuales, baño propio y todo tipo de comodidades para hacer el trayecto mucho más ameno y disfrutable. Vegeta arrancó el motor en cuanto vio que todos estuvieran listos, dando una ojeada a través del espejo retrovisor para saber qué tanto hacían allá atrás. Raditz y Tarble reían por alguna tontería que vieron en el móvil del pelilargo, Kakarotto se había recostado en una de las camas para dormitar un poco, Kyabe llevaba puestos sus auriculares, Lapis leía con atención un libro  y Black veía hacia delante con total desinterés.

No pudo evitar quedarse más tiempo del necesario observando a la encarnada fotocopia de su novio, recorriendo a detalle esos rasgos tan iguales y a la vez tan distintos a los de él. A su memoria vino la cálida sensación que experimentó su ser la noche en que lo tuvo de frente por primera vez, su corazón anhelando la oportunidad de volver a percibir la calidez de ese atlético cuerpo pegado al suyo. Desde aquel día ninguno de los dos había vuelto a tocar el tema de ese intangible vínculo que parecía unirlos, sus ganas de investigar más a fondo al respecto, lléndose al volver a la realidad y comprender que sus sentimientos hacia el otro eran absolutamente incorrectos. Por esta misma razón, cada vez que podían se trataban con desdén, buscando cualquier instancia para discutir por cualquier estupidez. Los dos creían que fomentando una mala convivencia, la inexplicable conexión que tenían se extinguiría, lo cual era una ipótesis por demás absurda. Porque, lo quisieran o no, lo que a ellos los unía superaba con creces a la lógica.

~~~

En cuanto llegaron a la casa, los chicos se apuraron a bajar de su cómodo transporte, trayendo consigo sus mochilas llenas de ropa y enseres personales, además de las varias bolsas que contenían toda la comida y bebidas que habían comprado para sobrevivir ese fin de semana. Raditz abrió la puerta e invitó a todos a entrar, recibiéndolos el característico aroma a encierro y humedad típica de una zona rural como aquella. Mientras Kakarotto y Vegeta dejaban los alimentos en la cocina, Kyabe y Tarble exploraban el lugar, a la vez que Goku lanzaba sin cuidado su bolso sobre el gran sofá tapisado de cuero marrón, ubicado en la amplia sala de estar, en el cual su mejor amigo se dejó caer sin reparos. Una vez que todo estuvo acomodado en el refrigerador y las gabetas, hicieron un recorrido guiado por toda la vivienda, lo cual les serviría para familiarizarse con el lugar y de paso aprovechar de escoger cada quien la habitación que ocuparía durante sus tres días de estancia.

–Cada cuarto está equipado con dos camas y un baño propio– explicó Raditz, abriendo la puerta de uno al azar y encendiendo la luz para que lo vieran. –Pueden elegir el que más les guste.

–Genial– Tarble tiró su mochila sobre una de las dos camas, sentándose a la orilla de la otra y moviéndose graciosamente para probar la resistencia del colchón. –Nada mal, Rad. Son bastante cómodas– elogió, sonriendo con dulzura al mayor, quien le devolvió el gesto con suma galantería.

Vegeta rodó los ojos, saliendo de la habitación para encontrarse a los gemelos justo en el pasillo.

–Tu hermano es un maldito asalta cunas– refunfuñó molesto, apoyándose contra una de las paredes con los brazos cruzados sobre el pecho y una pierna flexionada hacia atrás, pose que lo hizo ver jodidamente seductor y deseable a ojos de ambos hermanos.

–Tranquilo, amor– lo calmó Kakarotto, llendo hasta él para acariciarle con afecto el cabello, gesto ante el cual Black desvió el rostro incómodo. –¿Por qué mejor no vamos a ver nuestra habitación?– le propuso en un incitante susurro, mordiéndole provocativamente el lóbulo de la oreja.

Saiyan contuvo un jadeo, sorprendiéndose con lo demostrativo que el menor estaba siendo. Por lo general era él quien se le insinuaba a la más mínima oportunidad y delante de quien fuera, obteniendo de respuesta tiernos sonrojos y evasiones sumamente adorables. ¿Por qué actuaba así tan de repente? Ciertamente habían muchas facetas de Kakarotto que le faltaban por descubrir.

Prefirió no pensar y simplemente dejarse guiar por él hacia uno de los cuartos, no pasando por alto la mirada asesina que Goku en vano intentaba ocultar.

~~~

Una vez que todos estuvieron instalados apropiadamente, se reunieron en el living para charlar un rato y organizar algún panorama divertido para conmemorar debidamente el inicio del verano.

–¿Y si acampamos fuera sólo por esta noche?– propuso Tarble, luciendo verdaderamente alegre y animado.

–Suena bien– lo apoyó Kakarotto, abriendo una lata de Coca-Cola y dándole un gran sorbo. –Con Raditz tragimos unas cuantas tiendas de campaña y sacos de dormir sólo porque sí, así que la indumentaria para pasar la noche en la intemperie está más que cubierta– sonrió complacido, recostando la cabeza en el hombro de su amado novio. –¿Qué dicen ustedes?

–Yo sí voy– se apuntó el pelilargo, sentándose junto al Saiyan menor tras traer de la cocina una bandeja repleta de bocadillos. –Debemos aprovechar que el día se ve despejado, lo que significa que al menos hoy difícilmente lloverá.

–¿Kyabe?– inquirió su amigo, dedicándole una amistosa sonrisa. –¿Tú qué opinas?

–Me parece bien– fue su cohibida respuesta, sintiéndose realmente azorado ante las insistentes miradas que Lapis le dedicaba cada vez más constantemente.

–Si él va, yo voy– comentó pícaro el ojiazul, logrando ruborizar las mejillas de Shimizu.

Black lo miró de reojo con reproche, ganándose un gesto desinteresado de su parte.

¿En serio pretendía flirtear con aquél chiquillo?

~~~

Horas más tarde, cuando la noche ya empezaba a cubrir con su sombrío manto el área, Raditz, Kakarotto y Vegeta terminaron de armar las cuatro tiendas que llevaron. Como ya lo habían hecho en otras ocasiones, no les resultó gran trabajo poner cada pieza en su lugar, demorándose apenas veinte minutos en tenerlo todo ya montado.

Tarble, Kyabe y Lapis se encargaban de encender la fogata y asar la carne, mientras Black se mantenía completamente al margen, caminando con absoluta despreocupación a través del lugar.

Apenas anochecía, pero ya eran apreciables a lo alto las primeras estrellas iluminando el cielo.

Extendieron los sacos de dormir fuera de las tiendas de campaña, mientras Lapis y Raditz iban adentro a buscar bebestibles. Kakarotto le dio un beso rápido a su novio en los labios, seguidamente llendo con los adolescentes para ayudarlos a acomodar los trozos de carne en el fuego. Vegeta suspiró e intentando ser lo más discreto posible, se volteó para observar de reojo a Goku, quien en ese instante se hallaba de pie a varios metros de distancia, apoyado con despreocupación contra el tronco de un árbol, viendo en dirección contraria. No pasó mucho para que la guerra mental y emocional se desencadenara en su interior, su mente reusándose a acercársele más de la cuenta y su corazón prácticamente implorándole que lo hiciera.

Sin ser consciente de sus actos, caminó hacia él con la mayor cautela posible, situándose a su lado con los ojos atentos en su neutra expresión. Black percibió enseguida una presencia muy cerca, virando el rostro para encontrarse con la mirada fija y penetrante de ese chico que lo revolucionaba por completo. En cuanto sus pupilas conectaron, la atracción que sentían hacia el otro se hizo notar, reflejándose en un brillo especial iluminando sus oscuros orbes.

–Saiyan– masculló Goku, luchando por mantenerse estoico. –¿Por qué no estás con mi hermano?

–¿Acaso te importa?– contraatacó Vegeta, trazando en su rostro una mueca despectiva.

–Ya quisieras– ironizó el gemelo mayor, chistando la lengua indiferente. –Pero invades mi espacio.

–¿Ah, sí?– espetó el peliflama, sonriéndole de lado con sorna. –Yo no veo tu nombre aquí, Sallieri.

Black bufó, despegándose del tronco para erguirse y fulminarlo con una mirada homicida.

–El terreno es de los Son– replicó, frunciendo el ceño hastiado. –Así que en teoría también es mío.

–Si es así, entonces me voy– se burló Saiyan, fingiéndose ofendido. –No lo ostigaré más, majestad.

Goku soltó una carcajada irónica, cruzándose de brazos y dando un par de pasos hacia el costado.

–No sé cómo Kakarotto te soporta– soltó, burlón. –Yo te habría mandado al demonio hace tiempo.

Vegeta lo miró desafiante, acentuando su sonrisa mordaz. Caminó hasta él y sin mucha dificultad lo forzó a apoyarse una vez más contra el tronco del árbol, acorralándolo entre este y su cuerpo con un brazo estirado para impedirle escapar y la mano del otro sosteniéndolo por la barbilla.

–Tú no eres Kakarotto– murmuró muy cerca de sus labios, notando complacido el leve estremecimiento que sacudió al menor. –Pero si lo fueras, créeme que no dudaría ni un segundo en hacerte mío aquí y ahora mismo.

Goku sintió como su piel se erizaba ante el simple contacto de los dedos del peliflama, la fuerza del imán que lo atraía a él incrementándose a niveles inimaginables. Quiso hablar, soltarle algún comentario desdeñoso, incluso golpearlo por atreverse a tratarlo así. Sin embargo sólo pudo perder su mirada en esos ojos profundos e intensos que parecían hipnotizarlo, mientras un suave y bastante adorable rubor acaloraba sus pálidas mejillas.

Una vez más la cordura abandonó sus mentes, dejando en funcionamiento únicamente a los instintos. Sus alientos fundiéndose en uno solo a medida que acercaban sus rostros, sus corazones sincronizándose en un mismo latido, sus almas anhelando fusionarse en una sola.

Todo desapareció a su alrededor, nada que no fuera aquella necesidad casi enfermiza de sentirse más y de distinta manera, cobrando verdadera relevancia para ellos en ese instante. Ya no importaba que pudieran verlos, ya no importaba si lo que hacían estaba bien o mal, ya no importaba si eran o no correctos sus sentimientos. Sólo deseaban mermar los insignificantes centímetros que los separaban… ¡Y lo demás podía irse al mismísimo infierno!

Y justo cuando sus labios rozaron, la voz de Kakarotto llamando al peliflama los sobresaltó, escuchándose inconvenientemente cerca. Como consecuencia se separaron como movidos por un shock eléctrico, una sensación de culpabilidad inmensa instalándose en el pecho de Vegeta, mientras Black optaba por internarse en la pequeña arboleda cuyo inicio era justamente donde estaban, sintiéndose el ser más estúpido y traidor del universo.

–Vegeta– lo llamó, dedicándole una mirada indescifrable. –¿Qué haces aquí?

–Nada– le contestó él, reprimiendo muy bien el nerviosismo que lo invadía.

El gemelo menor lo escrutó con fijeza, suspirando agobiado. Se acercó y lo rodeó con los brazos, recargando la cabeza en su hombro, mientras el peliflama correspondía sujetándolo por la cintura.

–No te aísles– le pidió, depositando un suave beso en su mejilla. –Por favor intenta convivir con ellos, al menos durante el fin de semana. Prometo que luego de esto, no volveré a molestarte nunca más.

–Tú jamás me molestas, bebé– admitió en un susurro, apartándolo de él para observarlo con ternura a los ojos –algo muy poco habitual– para luego tomar sus labios en un acompasado beso.

Rato después ambos caminaron tomados de las manos hacia las tiendas de campaña, donde sus amigos y hermanos los esperaban para comenzar una noche de sana diversión. Minutos después se les unió Black, alegando que había estado explorando el área para justificar su demora, algo que fue sumamente creíble viniendo de alguien tan especial e introvertido como lo era él.

Inevitablemente las miradas del peliflama y el mayor de los gemelos se cruzaron, ante lo cual ambos desviaron de inmediato el rostro para evitar el caos emocional que los atacaba siempre que sus ojos se encontraban. Goku sintió sus mejillas acaloradas al recordar aquel segundo intento fracasado de beso entre Saiyan y él, el remordimiento y la frustración invadiéndolo a partes iguales. Mientras Vegeta hacía lo suyo con su propio sentir, la guerra en su interior ganando intensidad y haciéndolo replantearse una y otra vez su reciente actuar tan impulsivo.

~~~

Ya entrada la noche, y para amenizar un poco el ambiente, los chicos decidieron jugar el tradicional y muy bien conocido Verdad o Reto, utilizando las bebidas alcohólicas que habían llevado como penitencia y una de las botellas ya vacías para escoger a las víctimas.

–¿Verdad o reto, Raditz?– preguntó Lapis tras girar el objeto, sonriéndole maliciosamente.

–Verdad– respondió muy seguro el Son mayor, estirándose con pereza en su sitio.

–¿A qué edad perdiste la virginidad?– cuestionó el ojiazul, ampliando aun más su sonrisa.

–¿Es necesario que nos enteremos de eso?– objetó Vegeta, entornando la mirada con hastío.

–Sí– canturreó Lapis, jugando con la botella de bodca ya vacía entre sus dedos.

–A los quince– contestó con simpleza el pelilargo, arrevatándole el objeto. –Ahora voy yo.

Puso la botella al medio de todos y la giró, mientras los ojos de Tarble lo veían con insistencia.

–¿Verdad o reto, Black?– indagó su gemelo, regalándole una fraternal sonrisa.

–Verdad– le respondió él, abrazando sus rodillas y recostando la cabeza sobre ellas.

–¿Tienes novio?– cuestionó Kakarotto, siendo aquella una duda que por alguna razón le intrigaba bastante.

Vegeta no pudo evitar prestarle atención a su respuesta, algo dentro de él removiéndose desagradablemente ante la sola idea de que la misma fuera afirmativa.

–Algo así– admitió Goku, enderezándose y viéndose bastante desinteresado.

–Sí tiene– acotó su amigo, sonriendo juguetón. –Se llama Zamas y lo dejó abandonado en Milán.

–No seas imprudente– replicó Sallieri, golpeándolo en la cabeza con el fondo de la botella.

Mientras Lapis se quejaba de dolor, éste giró el objeto, el cual cayó entre Vegeta y Kyabe.

–¿Verdad o reto?– preguntó Shimizu, sonriéndole al peliflama con notoria dulzura.

Esto no pasó desapercibido para los gemelos, quienes por igual fruncieron el ceño en molestia.

–Reto– contestó Vegeta, estirándose hacia atrás apoyado de sus codos, mientras cerraba los ojos.

–Si quieres te ayudo a pensar en algo, pequeño– le susurró el oji azul a Kyabe muy cerca del oído, haciéndolo estremecer y sonrojarse por enésima vez ese día.

–N-No…– negó, alejándose de él discretamente, sintiéndose sumamente nervioso y avergonzado.

–Que nos haga un baile sexi– propuso Raditz en tono de burla, pasándole una lata de Soda a Tarble tras regalarle una seductora sonrisa que ruborizó sus mejillas de forma sumamente tierna.

–Jódete– fue la respuesta del peliflama, mientras le mostraba el dedo de en medio.

–Eso sólo puede hacerlo para mí– jugueteó Kakarotto, abrazándose a él. –¿Verdad que sí, Vege?

Él no respondió, limitándose a disimular su incomodidad dándole un beso en los labios.

Black desvió el rostro hastiado, mordiéndose la lengua para contener un insulto. ¡Odiaba ver a esos dos dándose muestras de cariño en público! Le provocaba tal rechazo, que sentía que en cualquier momento perdería el control y les arrojaría una rama caliente y carbonizada para separarlos. ¡Era tan asquerosamente horrible y frustrante! Realmente ansiaba irse pronto de allí.

–¿Sabes tocar guitarra?– cuestionó Kyabe, mirando a Saiyan con interés.

–Sí– asintió éste, abrazando a su novio por los hombros. –¿Por qué?

–Te reto a que toques All of Me de John Legend y elijas a alguno de nosotros para que te acompañe con la voz– sentenció Shimizu, sonriendo imperceptiblemente al verlo fruncir el ceño. –Pero no puede ser Kakarotto, porque él es un experto cantando y la idea es que la canción salga lo más improvisada posible– ultimó, tiñendo su sonrisa de satisfacción.

–Vaya, sí que eres malévolo– lo elogió Lapis, revolviéndole el cabello de manera juguetona.

–Pero nadie más de nosotros canta bien– alegó Tarble, bebiendo de su lata.

–Black sí– expuso Lapis, señalando a su amigo con el índice. –Él canta hermoso.

–Cállate– se enfadó éste, entornando su mirada con ira. –Sabes que odio hacer eso.

–No lo niegues,amigo. Cantas genial– replicó el ojiazul, sonriendo pícaro.

–Anda, hermano– lo instó Kakarotto, sumamente intrigado. –Yo sí quiero escucharte.

–¡Que no!– se negó Goku, sintiéndose asquerosamente incómodo. –¡Ya dejen de insistir!

–Bien– accedió Raditz, trayendo un parlante portátil e instalándolo en una esquina, mientras desbloqueaba su móvil y reproducía en su playlist For your Entertaiment de Adam Lambert. –Entonces tendrás que hacer un baile sensual para todos nosotros, hermanito.

–¿Qué?– se exaltó Black, apretando los dientes. –¡Ni lo sueñes! ¡No haré eso!

–Entonces canta– espetó Lapis, notándose bastante divertido con la situación.

Sallieri los miró a todos con un odio latente, gruñendo por lo bajo antes de levantarse de su lugar y, en un arrevato propio de lo furioso que estaba, sentarse al lado de Vegeta con una mueca de asesino serial trazada en sus labios.

–Terminemos con esta mierda– escupió, viendo de reojo al peliflama. –Ya toca la maldita canción.

Saiyan asintió, entrecerrando los ojos para infundirse calma. La idea de tener que tocar en frente de todos, aunado a que el blanco de sus más impropios pensamientos yacía así de cerca, producía en su interior un cóctel emocional sumamente difícil de digerir.

Buscó la partitura del tema en Google, recibiendo de manos de su hermano la guitarra que Kakarotto acababa de sacar de quién sabe dónde. Todos se sentaron en círculo alrededor de ambos, dejándolos enfrentados al centro, mientras los veían con sumo interés. Vegeta rasgó las cuerdas para familiarizarse con el instrumento, mientras repasaba los acordes que se mostraban en la pantalla de su celular.

–¿En qué idioma la cantarás?– preguntó de la nada Raditz, ganándose una mirada desconcertada por parte del gemelo mayor. –Me refiero a que te manejas con el inglés, el japonés y el italiano.

–Ustedes díganme– Black le restó importancia, encogiéndose de hombros. –A mí me da lo mismo.

–Italiano– dijeron todos al unísono, haciendo que el ceño de Goku se frunciera todavía más.

–Como sea– bufó, desviando el rostro para no tener que seguir siendo el blanco de sus miradas.

El mayor de los hermanos Son apagó la música, mientras el peliflama deslizaba suavemente los dedos a través de las cuerdas, reproduciendo de excelente manera el comienzo de la canción. De vez en cuando sus ojos se desviaban a su celular para ver la partitura, sólo para estar seguro de que lo estaba haciendo bien, pues era la primera vez que tocaba algo con lo que no estaba familiarizado. Desde su lugar Lapis filmaba el momento, sonriendo enternecido al notar el inesperado nerviosismo en su mejor amigo.

Finalmente llegó la hora de que la voz se integrara a la guitarra, lo cual dejó a todos gratamente sorprendidos cuando sucedió. Y es que el joven Sallieri, si bien denotaba cierto fastidio al comenzar a cantar, era dueño de una voz sumamente afinada, potente y bella.

Su interpretación sonaba impecable, cada palabra saliendo de sus labios con la elegancia propia del idioma que había sido escogido para cantar. Y si bien nadie más a parte de Lapis entendía lo que Sallieri decía, todos conocían lo suficiente la canción para saberse a la perfección la letra.

“¿Qué haría yo sin tu inteligente boca

atrayéndome y pateándome lejos?

Mi cabeza da vueltas, no es broma;

no logro encontrar mi lugar.

¿Qué pasa por esa hermosa cabecita?

Voy en tu misterioso viaje mágico,

estoy tan mareado, no sé qué me golpeó;

pero sé que estaré bien.

Aún estando bajo el agua puedo respirar;

tú estás loco y yo no estoy en mis cabales…”

Los ojos de Vegeta ya no se desviaban hacia su celular, sino que ahora seguían el acompasado movimiento de esos labios sonrosados y carnosos que en dos ocasiones estuvo a punto de besar. Su voz angelical y tan jodidamente bella, el aire de rebeldía mezclada con inocencia que irradiaba su ser, el tenue aroma a perfume y hierva húmeda que desprendía su piel. Goku lo tentaba, lo incitaba, lo arrastraba a perderse en él y nadie más que él, despertándole un deseo tan grande que en ese instante se creía incapaz de contenerlo. Escucharlo entonar esas frases tan rebuscadas, que por alguna inexplicable razón le calaban tan hondo, sólo hacía que su corazón latiera desbocado dentro de su pecho, mientras un caos de emociones explotaban cual volcán en su interior. Y es que de pronto todo se aclaraba y al segundo mismo volvía a oscurecerse, dejándolo a la deriva en un inmenso mar de pura confusión, sin balsa alguna a la cual aferrarse.

 Black por su parte tenía la imperiosa necesidad de huír, notando el escrutinio intenso que los ojos de Saiyan ejercían sobre él. Por algún motivo bizarro que en absoluto comprendía, creía estar metido dentro de un simulador de realidad virtual, como si su vida fuera de repente una versión paralela y muy confusa, casi como si sin previo aviso lo hubieran arrojado a una especie de universo alterno. A medida que cantaba aquella sarta de cursilerías, su corazón se sentía cálido y todo dentro suyo experimentaba un infinito bienestar, como si cada palabra que saliera de sus labios fuera justamente lo que su subconsciente desde hace mucho se empeñaba en confesar. A ratos su mirada conectaba con la de Vegeta y se prendaba en el hechizo de su oscura profundidad, esparciendo una placidez inmensa en cada átomo de su ser. Ese imán que lo atraía más y más al novio de su hermano, parecía cobrar cada vez mayor fuerza, tirando de él hasta que llegara el momento en que le fuera imposible alejarse.

¿Por qué todo tenía que ser así de su real?

“Porque todo de mí, ama todo de ti;

amo tus curvas, cada arista y temor;

todas tus perfectas imperfecciones.

Dame todo de ti, te daré todo de mí.

Eres mi final y mi comienzo,

incluso gano si estoy perdiendo.

Te doy todo de mí, si me das todo de ti…”

Lo que había comenzado como un mero reto para pasar el rato, se había convertido en todo un disfrute para los presentes. Raditz sonreía al encontrar una nueva similitud entre ambos gemelos, siendo la voz de Goku tan dulce y angelical como la del mismo Kakarotto. Tarble y Kyabe coreaban la letra, aunque en su idioma natal, mientras Lapis seguía filmando y el menor de los hermanos Son no les apartaba la mirada de encima. Una sensación extraña e inexplicable abrumaba su pecho, no agradándole en lo más mínimo la forma en que su novio observaba a Black. Ese brillo en sus pupilas, la sonrisa casi imperceptible en sus labios y esa expresión de ternura tan inhabitual en él; el joven aspirante a cantante se sentía inquieto, de pronto deseando que todo ese show en el que también contribuyó para que sucediera, acabara de una vez para separarlos.

“Tengo que decirlo una vez más;

incluso cuando lloras te ves hermoso.

El mundo se derrumbará,

pero de tu lado jamás me separarán.

Mi perdición, mi musa eres tú;

mi distracción, también mi ritmo y mi blues.

Por eso sigo cantando, sigue sonando mi voz

y es por ti.

Aún estando bajo el agua puedo respirar;

tú estás loco y yo no estoy en mis cabales…”

Los acompañaba el crepitar de la fogata que habían encendido, además del suave y constante soplo de la cálida brisa de verano. Sus rostros eran iluminados por la tenue luz que la luna creciente irradiaba, dándoles un aire de misterio sumamente favorecedor e interesante.

Raditz aprovechó la oportuna distracción para rodear a Tarble con los brazos, gesto que éste más allá de rechazar, correspondió posando la cabeza sobre su fornido pecho. El pelilargo dejó un casto beso en sus cabellos azabaches, aspirando el dulce aroma que exudaba esa tersa y nívea piel. El Son mayor era consciente de la diferencia de edad entre el menor de los Saiyan y él, no obstante esto no era impedimento para que su corazón proclamara en cada latido a aquél adorable chico como su dueño absoluto. Estaba en plan de conquistarlo, lo cual parecía estar a punto de lograr.

El ambiente estaba invadido de un aura especial, como si la versión de All of Me que Black y Vegeta interpretaban, fuera el detonante para que los más increíbles sucesos se concretaran.

“Porque todo de mí, ama todo de ti;

amo tus curvas, cada arista y temor;

todas tus perfectas imperfecciones.

Dame todo de ti, te daré todo de mí.

Eres mi final y mi comienzo,

incluso gano si estoy perdiendo.

Te doy todo de mí, si me das todo de ti.

Dame todo…”

Para Black aquella era una situación que superaba lo inverosímil, la cual ni en sus más locas e ilógicas fantasías habría concebido posible. Cada palabra que rehuía sus labios, muy a pesar de no ser más que la creativa composición musical de alguien más, parecía provenir desde lo más profundo de sus sentimientos, su necesidad por acercarse al peliflama para robarle un beso ganando cada vez más fuerza. ¡Era tan irreal! ¡Tan absurdo! ¿Cómo diablos podía ser tan idiota?

Porque era tan irracionalmente delicioso, completamente exquisito y desmedidamente descabellado, que superaba toda posible ley de sensatez que pudiera haberse escrito alguna vez.

“Las cartas sobre la mesa,

ambos mostramos corazones.

Lo arriesgamos todo,

aunque sea difícil…”

De pronto todo cuestionamiento y falta de aceptación, se desvaneció igual que la niebla de media mañana. Únicamente quedó en ellos la enorme y creciente sensación de calidez que les embargaba ante el sólo hecho de tenerse tan cerca, por un instante el corazón siendo el innegable vencedor de la batalla. Y aunque sabían que más temprano que tarde toda aquella magia acabaría desapareciendo, el sentimiento de confort que los invadía era tan inmenso, que les hacía sencillamente imposible dejar de mirarse.

Se sentían tan completos sólo viéndose a los ojos.

“Te doy todo de mí, si me das todo de ti…”

~~~

Un par de horas después, tras beber sodas y alcohol y comer carne asada y MUCHOS paquetes de frituras, los jóvenes decidieron que ya era hora De acostarse a descansar, por lo que se repartieron equitativamente para ocupar las tiendas. Kyabe y Tarble en una, Raditz y Lapis en otra, Vegeta y Kakarotto en la siguiente, mientras Black se quedaba solo en la restante. Algo bebidos, exceptuando por Saiyan y Shimizu, todos se metieron a sus sacos de dormir y se encerraron en sus respectivas casas de campaña, la gran mayoría quedándose dormidos casi al instante. Pronto sólo el silencio invadía el lugar, roto a ratos por las copas de los árboles moviéndose al compás del viento o por el corretear furtivo de algún curioso animal silvestre.

Incapaz de conciliar el sueño, Goku se escabulló fuera de su tienda, pisando con cautela la húmeda hierva para evitar ser detectado por alguien. Esquivó la bolsa de desperdicios y los restos de la fogata, aspirando el limpio aire de una madrugada lejos de la contaminación de la ciudad.

Se apoyó contra la cerca de madera que rodeaba la casa, tanteando en sus bolsillos su encendedor y la cajetilla de cigarrillos que llevaba siempre consigo. Se encendió uno y le dio una profunda calada, perdiendo su mirada en las extrañas formas que tomaba el humo tras ser expulsado de su sistema. La noche estaba despejada, luna y estrellas brindando luz al cielo, por lo que no le era difícil ver con claridad el mini campamento que los chicos habían armado a unos cuantos metros de distancia.

–¿No puedes dormir?

Dio un respingo al escuchar aquella varonil voz tan cerca de su oído, volteándose de súbito para confirmar sus sospechas. Frente a él, a menos de treinta centímetros, se encontraba Vegeta.

–Saiyan– susurró, notando como su corazón galopaba veloz en su pecho. –¿Qué diablos haces aquí?

–Lo mismo que tú, Sallieri– espetó el aludido, dedicándole una intensa mirada. –Perder el tiempo.

Black apretó los puños, gruñendo por lo bajo. ¡Maldito idiota engreído! Sí que deseaba golpearlo. No obstante, en total contradicción con su lógica, lo que realmente hizo fue considerablemente diferente.

Y es que, en cuanto pudo reaccionar, ya estaba dentro de la casa rodante, siendo besado feroz y eróticamente por aquél sensual peliflama que lo traía irremediablemente loco, por más que se reusara a aceptarlo. Su cuerpo recostado sobre uno de los sofás, con aquella esculpida y tonificada anatomía acoplada justo encima, mientras sus labios se acariciaban con excesiva pasión y fogosidad. Sus lenguas peleaban por el control, sus alientos fundiéndose en uno solo.

–Mierda, Goku… que bien besas…– jadeó Saiyan, desabrochándole con desesperación la camisa.

Éste sonrió, su mente completamente nublada por las exquisitas sensaciones que experimentaba.

Pronto volteó las tornas y se puso a orcajadas sobre las piernas del peliflama, enredando los dedos entre sus cabellos, juntando ambas frentes y lamiéndole los labios de forma obscena e incitante. Sus caderas se movían de forma instintiva contra las de quien estaba a punto de convertirse en su amante, rozando a propósito sus entrepiernas aun cubiertas por los jeans, sólo para descontrolarlo y llevarlo al límite de lo que podía soportar. Vegeta posó al instante sus manos abiertas sobre su trasero, presionando sus glúteos con los dedos, jadeando en su boca.

–Demuéstrame lo que puedes hacer, Saiyan– provocó Black, mordiendo su cuello suavemente.

Él soltó una risa ronca, sensual y jodidamente tentadora, delineando los costados de su cuerpo con las manos, esta vez metiéndolas por debajo de la estorbosa camisa negra que llevaba puesta.

–Claro que lo haré, Sallieri– soltó, robándole el aire en otro beso voraz. –Serás mío… justo ahora.

Nuevamente Goku se supo recostado de espaldas sobre el sofá, mientras las ansiosas manos de Vegeta se apuraban en desabrochar su pantalón. Separó sus piernas y se posicionó entre ellas, una vez que los jeans fueron lanzados sin cuidado a cualquier lugar. Lo vio lamer tres de sus dedos de la manera más condenadamente sensual del mundo, dirigiéndolos hacia su entrada con lentitud, mientras una sonrisa maliciosa disparaba hacia arriba las comisuras de sus finos labios.

–V-Vamos…– jadeó tan excitado como ansioso, dedicándole una mirada lasciva. –Hazlo… Vegeta…

Entonces vio como apartaba los labios justo a milímetros de su erección…

Y despertó.

Percibía demasiado alta su temperatura corporal, el aire escapaba de sus labios en forma de entrecortados jadeos, mientras una familiar presión se hacía presente en su entrepierna, siendo visible un inoportuno bulto aprisionado en sus ajustados jeans.

–N-No… ¡No! – exclamó lo más silenciosamente que pudo, sintiéndose el mayor de los idiotas.

¿Qué caso tenía seguir negándolo? ¡Acababa de tener un sueño húmedo con el estúpido de Saiyan!

Era obvio que volver a dormir le sería imposible, por lo que suspiró extensa y suavemente, cambiando con cuidado de posición sobre el ya de por sí incómodo saco de dormir, pues su cuerpo continuaba febril y susceptible a cualquier tipo de roce. Su respiración seguía agitada, lo cual empeoraba al llegar a su mente flashazos del inoportuno sueño del que apenas despertaba.

«Malditas hormonas…» Pensó, optando por ponerse boca abajo y elevando sus caderas para no presionar más de la cuenta su miembro, el cual palpitaba pidiendo a gritos un poco de atención.

Apoyó la frente en la almohada, mordiendo sus labios inconscientemente, mientras su derecha descendía lentamente por su pecho, su mente haciéndole creer que esa caricia no era suya, sino de Vegeta.

–Ngh…– cerró los ojos con fuerza, a la vez que sus dedos delimitaban suavemente las líneas de su torso y de a poco llegaban hasta su palpitante y ahora dolorosa erección.

La tomó con decisión, recorriendo toda la longitud con la punta de sus dedos, mientras sus dientes se encajaban en su labio inferior, acallando los vergonzosos sonidos que se moría por dejar escapar. Elevó un poco su cuerpo, sosteniéndose con su izquierda, comenzando con un acompasado vaivén, intensificando de a poco cada toque y descontrolándose cada vez más al sólo imaginar que aquella era la experta mano de Saiyan y no la suya.

–Ah… mnh…– su respiración se oía como tenues rumores de suspiros apasionados, mientras sus dedos se cerraban entorno a su miembro, incrementando la fuerza de la masturbación, imponiendo el ritmo exacto que lo llevaba a la máxima cúspide del placer.

Sentía como sus colmillos estaban comenzando a perforar la frágil superficie de sus labios, ante lo cual tuvo el impulso de gritar, ya que había comenzado a apartarlos inconscientemente, debido al punzante dolor que lo invadía. Pero en lugar de gemir, mordió con increíble fuerza la almohada, mientras dejaba completamente quieta la mano con que se acariciaba, apenas sosteniendo su erección.

–¡Mngh… ah!– soltó un leve gruñido, presionando con mayor insistencia sus párpados, empezando a dar rápidas embestidas con sus caderas, mientras su retorcida mente reproducía la imagen de los labios del peliflama sobre los suyos, besándolo sensual y apasionadamente, al tiempo que lo penetraba a un ritmo casi frenético. –M-Mierda… c-como te deseo… ngh…– murmuró contra la suave tela que cubría el cojín, mientras sus caderas daban estocadas cada vez más veloces y fuertes, anticipando la llegada de su clímax. –Ah… ahh… Ve-geta… mngh…– apartó los labios y clavó los dientes en la almohada de nuevo, sólo con el bizarro pensamiento de que era el cuello de Saiyan el cual mordía y marcaba sin piedad.

Presionó con los dedos su punta, ahogando su grito final contra la funda del cojín, mientras su mano izquierda se aferraba con agarre de acero al saco de dormir y su diestra recibía su esencia.

–Mnh… ¡Ah!

Su cuerpo colisionó contra la dura superficie del suelo apenas acolchado, a la vez que se volteaba de a poco para tomar algo de aire, mirando hacia arriba, rodando los ojos extasiado, percibiendo el yameante fuego que acaloraba su cuerpo y sus mejillas.

–Saiyan… qué… ¿Qué demonios me hiciste?

Notas finales:

Creo que no hay mucho más que añadir aquí e.e

Sólo que aparentemente parece ser Black quien está siendo más afectado por la inexplicable conexión que tiene con Vegeta *o*

¿Qué les pareció el sueño de Goku? ¿Alguien pensó que en verdad estaba pasando tan pronto algo así de hard entre Vegeta y él? ¿Qué piensan de esa lasciva escena final?

Amé escribir el momento cuando Black canta y Vegeta toca la guitarra *u* No sé, pero en mi mente quedó hermoso :3

Como vieron Kakarotto se quedó en Japón, continuando su sueño de ser cantante profesional, pero sin dejar de lado a su amado príncipe ^w^

¿Qué piensan que pasará entre ellos a partir de ahora? ¿Será que Kakarotto empieza a notar algo extraño entre su hermano y su novio?

Ya aparecieron insinuaciones Radble <3, además de un crush de Diecisiete por Kyabe *o*

¿Será que Lapis logre enamorar el corazoncito de Kyabe? ¿O el chiquitín seguirá eternamente enamorado de Vegeta?


Teorías, opiniones, sugerencias, amenazas, tomatazos, reviews bomba... ¡Directo en la cajita de comentarios!

Saben que el botoncito es inofensivo y no muerde XD


Y ya van 1050 lecturas! Pegué un grito cuando lo vi >///<

Muchas gracias mis amores, sé que también hay por ahí lectores fantasmas que siguen la historia aunque no comenten y eso me hace inmensamente feliz ^^

Me motivan demasiado en serio, son lo más preciosuras mías <3


Próxima actualización: sábado 9 de marzo :)

Aprovecharé al máximo todo el tiempo libre que tenga para escribir ^-^

Nos leemos amores míos ;)

¡Ciao!


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