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Living Together por NeblinaLlameante

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Notas del capitulo:

~

Los personajes no me pertenecen, son de Masashi Kishimoto.

.

DISTANCIA

XXI.

Naruto no dijo nada, pero Sasuke tampoco lo esperaba.

El rubio se limitó a dar otro trago y a recargarse un poco más en el sillón, más cerca de él que antes pero sin dirigirle la mirada. Sasuke pudo oler su colonia mezclada con el aroma a calle que se impregnaba en su ropa, la calidez del otro apegándose a su cuerpo.

Suspiró, agradecido de que al menos Naruto no se hubiera echado a correr a su habitación y le hiciera arrepentirse por completo de haber abierto la boca. Todavía no estaba seguro de si había sido lo correcto decirlo.

Sentía que era algo que había callado por meses, aunque la frase hubiera brotado de sus labios sin ningún tipo de reflexión anterior. Naruto se iba, de nuevo, y si no lo decía en ese momento, no podría hacerlo nunca.

Posó su mirada en la ventana, contemplando las pocas nubes que manchaban el azul nocturno del cielo. Suspiró de nuevo, y como si no lo hubiera hecho por años, sus memorias lo arrastraron a ese momento de nuevo, tan vívido como si todavía pudiera tocarlo con la punta de sus dedos.

Era un entrenamiento como cualquiera, con la excepción de que ambos estaban nerviosos. Naruto estaba más torpe que de costumbre y Sasuke procuraba no moverse mucho como su insatisfecha ansiedad se lo pedía. Naruto se había presentado a Jiraiya dos días atrás, el viernes, y esperaban el veredicto que llegaría esa misma tarde a Sasuke por mensaje de texto.

El azabache estaba desconcertado. Jiraiya nunca había aplazado un veredicto con ninguno de sus jugadores. No entendía por qué de repente decidió ser tan enigmático con Naruto. El rubio no estaba mejor que él. Daba vueltas en el campo pretextando que era para mantener la forma, aunque ambos sabían que era sólo una forma de calmar su ansiedad.

Sasuke de verdad se empezó a sentir mal cuando ya eran las seis y el mensaje no llegaba. Naruto se rindió de intentar calmar sus nervios y se sentó junto a él en las gradas. Balanceaba el bate en sus piernas y veía hacia el campo con expresión de congoja.

— Si no llega, ¿quiere decir que no soy bueno?

— Claro que no.

— ¿Entonces?

Sasuke miró la pantalla de nuevo. Había dentro de él mucha incertidumbre, pero no era debido a que pensara que Naruto era mal jugador. Tenía lo que se necesitaba, estaba seguro. Podía poner las manos al fuego por ello.

Si Jiraiya no lo sabía ver, era muy su problema. Entrenaría con Naruto hasta el cansancio, los meses que fueran necesarios, y cuando se presentara para ser miembro del equipo no dudaría en elegirlo. Si el entrenador protestaba, Sasuke se encargaría de decirle en dónde guardarse su protesta. Simplemente, Naruto era excelente.

Y no soportaba verle esa expresión de derrota. El rubio había confiado en él y ahora parecía plantearse si fue una buena opción. Sasuke sentía que había jugado con su confianza. ¿Era así cómo se sentían todos los que entrenaban a alguien en privado? ¿Prometiendo volverlos estrellas para al final aplastar sus sueños y buscar otro candidato? Sasuke no quería aplastar los sueños de Naruto, él quería verlo crecer.

— Simplemente no lo eres.

— Bueno, pues parece que Jiraiya no piensa lo mismo-ttebayo — Naruto dejó caer el bate y no se contuvo de patearlo lejos. Sasuke no tenía la fuerza para reñirlo.

— No importa, seguiremos entrenando.

Naruto explotó.

— ¡No te engañes, teme! ¡Si Jiraiya lo dice es porque es obvio que no sirvo para esto!

— ¡Jiraiya no ha dicho nada, usuratonkachi!

— ¡Pues parece que eso es pista suficiente!

— No entrené a un cobarde que se eche para atrás en cuanto las cosas se pongan difíciles.

— ¡No estás entendiendo nada, teme!

— ¡Tú tienes que entender que…!

Entonces el celular vibró y casi lo lanzó por el susto.

Naruto intentó arrebatárselo, pero el azabache lo apartó de su alcance. El rubio no se rindió. Luego de un breve encuentro de jalones y golpes suaves, Sasuke recuperó el aparato y leyó el mensaje.

 

“Confieso que tardé en enviarte el mensaje por pura maldad, una disculpa de antemano.

El trabajo que has hecho con este chico, Naruto, es excelente. Con él te has probado a ti mismo y has formado a un gran jugador. Estoy orgulloso, de ti y de él. Está aprobado para presentarse a las pruebas el próximo año. Éxito a los dos”

 

— ¡Dime qué dice! ¡Dime qué dice! — Naruto intentó arrebatarle el teléfono de nuevo y esta vez Sasuke lo dejó. El rubio leyó el mensaje y conforme avanzaba, sus ojos se abrieron más y más —. ¿Es real?

— Claro que sí, tonto — Sasuke se sentía tan aliviado que se le escapó una pequeña risa. Naruto debió interpretar eso como que no había nada ya de que preocuparse, y entonces la sonrisa se convirtió en una carcajada que llenó el campo.

— ¡Voy a jugar! ¡Voy a jugar! ¡¿Me estás viendo, papá?! ¡Apuesto a que incluso en el cielo se te cayeron los calzones-ttebayo!

— ¡Naruto! — Sasuke estaba lo suficientemente alegre como para pasar por alto cualquier estupidez que dijera el otro, sobre todo cuando Naruto salió de las gradas y echó a correr al campo, mientras gritaba un montón de cosas sin sentido que el azabache tampoco se esforzó mucho en entender —. ¡Te escuchará toda la escuela!

— ¡Qué lo hagan! — Respondió el rubio a lo lejos. Siguió riendo y Sasuke ya no veía sentido a quedarse sentado en la grada. Bajó al campo y, como si lo hubiera estado esperando, Naruto volvió sobre sus pasos y lo rodeó con sus brazos.

Sasuke no entendió lo que pasaba hasta que estaba girando en el aire. O algo parecido, ya que ambos tenían una complexión similar y Naruto no podía hacerlo volar como fue su primera intención. Había algo en el gesto que hizo que al azabache no le importara. Se sentía bien, muy bien, estar en brazos de Naruto.

— ¡Todo es gracias a ti, oh teme tremendamente molesto y con cara de limón agrio!

— No agradezcas, dobe insoportable.

— ¡Hey! No la regreses-ttebayo!

Sasuke iba a responder, pero la risa le ganó. Giraba lentamente y el rubio no dejaba de reír y decir incoherencias.  Se sentía más alegre y aliviado de lo que había estado en mucho tiempo, tanto que cuando Naruto fijó su mirada en la suya, no tuvo la precaución de apartarla.

El sol se ocultaba y parte de sí se reflejaba en los ojos de Naruto. Estaban tan cerca que sentía el calor que irradiaba de su cuerpo y fue tanto, y fue tan repentino, que aún si hubiera querido que sus brazos no rodearan el cuello del otro y que su boca no tocara la contraria, no habría podido evitarlo.

Duró apenas un segundo, tal vez dos. Entonces Sasuke recobró el juicio y se apartó, apoyando sus manos en los hombros de Naruto mientras este, pálido, lo bajaba de nuevo al suelo.

Se miraron fijamente por varios y eternos segundos. Sasuke se dio cuenta, con horror, que la expresión de Naruto había cambiado a una inquieta, y que sus ojos se habían apagado y ya no eran cálidos, ni brillantes.

Lucía molesto, tal vez hasta ofendido. Sasuke quiso decir algo que de alguna manera reparara lo que acababa de hacer, pero las palabras habían escapado de su boca, tal vez para siempre.

No tenía tiempo para cuestionar por qué lo había hecho, pero su cabeza no le pidió permiso. A él no le podían gustar los hombres; entonces ¿por qué había besado a uno? Las dudas se arremolinaron en su cabeza, mareándolo. ¿Qué diría su padre? ¿Qué pensaría Itachi? Sasuke no se sentía mal, pero eso no significaba que aquello fuera correcto, ¿o sí? Pero pronto sus pensamientos fueron interrumpidos abruptamente por un movimiento.

Era Naruto, que había dado un paso atrás.

— Eh... Debo irme — Su voz estaba cargada de inseguridad y se negaba a mirarlo a los ojos. Rascaba su nuca con nerviosismo y continuó su marcha en reversa, como si no quisiera perderlo de vista.

Como si temiera que fuera a hacerle algo.

Esa conclusión fue tan dolorosa que Sasuke tuvo que obligarse a no salir corriendo. Las manos le temblaban dentro de las bolsas de su pantalón.

No podía culparlo, había hecho algo imprudente. No tenía idea de si Naruto estaba bien con esa idea o si pensaba que estaba loco. ¿No se sentía él mismo completamente descolocado? ¿Irreconocible?

Pero la duda que realmente lo asaltaba tenía que ver con la distancia cada vez mayor entre ellos. ¿Naruto se iría sin más? ¿No pediría una explicación? ¿Ya no eran amigos? Entonces ¿todo lo que habían vivido juntos en los entrenamientos se desvanecería por su desliz? Quería que la expresión del rubio le respondiera que no, pero nada en ella mostraba el mínimo reconocimiento, alguna pizca de interés de que lo que había entre ellos no se desmoronara.

Entonces Naruto terminó de alejarse y le dio la espalda para continuar con su camino. Avanzaba a paso veloz, esperando poner más distancia entre ellos lo antes posible. Poco le faltaba para correr, y algo en el pecho de Sasuke se contrajo dolorosamente al pensar que el rubio estaba huyendo de él.

De un rarito, de un posible enfermo mental.

Necesitaba explicarse.

“¡Espera! ¡Regresa por favor!”. Lo pensó con todas sus fuerzas, pero sus palabras no salieron. Sus labios parecían sellados y sus dientes se apretaban entre ellos al punto que empezaban a dolerle. “Regresa…”.

Pero Naruto ya estaba muy lejos.

Los últimos rayos de sol se escondían detrás de las gradas cuando consiguió moverse de nuevo, cuando ya no podía hacer nada. El rubio había desaparecido hacía mucho y Sasuke sentía que se había llevado algo suyo con él, algo que no podía describir. Alzó la vista al cielo, perdido en sus pensamientos, y una vocecilla dentro de su cabeza le dijo que tenía que disculparse y resolver el malentendido.

“Lo buscaré mañana”, pensó, “Me disculparé por lo ocurrido, y no volverá a pasar”

Cabizbajo, cruzó el campo en dirección a donde sabía que Itachi lo esperaba.

A medio camino, le llegó un mensaje. Su padre le informaba que no asistiría a la escuela al día siguiente para resolver aspectos relacionados con la estrategia de su equipo. Su padre estaba muy exigente últimamente y parecía importarle poco la vida académica de su hijo. Sasuke suspiró, diciéndose que podría con ello, y que tal vez esa distancia le hacía bien para despejar un poco su cabeza de todo lo ocurrido aquella tarde.

Tal vez aplacaba un poco la sensación asfixiante en su pecho.

“Ya tendré tiempo”, se dijo.

Un tiempo que nunca llegó.

Sasuke salió de su ensimismamiento con otro trago de whisky, de la botella que había quedado abandonada en el espacio entre los dos. Clavó la vista en el techo, de vuelta en el presente, y la misma sensación punzante de años antes apareció, como un tenue recordatorio de sus errores.

De verdad que lo había intentado, incluso planeó su discurso de disculpa una y otra vez; pero cuando se dio cuenta de que Naruto lo evitaba, sus esfuerzos menguaron. Tal vez necesitara tiempo, espacio, o que él no volviera a acercarse nunca. Luego su vida se convirtió en un caos y cuando supo que partía, pensó que tal vez Naruto estaría mejor así.

Tal vez no necesitaba una explicación de lo ocurrido, pero entonces, no entendía por qué motivo el rubio había vuelto a su vida de esa forma. Porque no podía evitar pensar que alguna fuerza sobrenatural lo había arrastrado de regreso a él, como si supiera de su asunto pendiente.

Tal vez no era tal, quizás sólo estaba siendo imbécil. Naruto estaba feliz por marcharse y eso debía ser suficiente explicación para él. Probablemente no había forma de enmendar lo ocurrido y él sólo buscaba pretextos para hablar, para decir lo que no debía para sentirse mejor consigo mismo.

Tal vez, ni siquiera había algo que enmendar. Tal vez era un recuerdo tan poco importante en la vida del rubio que puede que ni entendiera de lo que estaba hablando en un primer momento. Eso significaba que se había hecho ideas erróneas, incluso ilusiones, porque las cosas habían marchado tan bien y su amistad parecía sólida… Parecía. Y él lo había creído por completo.

Era patético.

— Iré a dormir — Murmuró Naruto de repente. Parecía que estuvo a punto de quedarse dormido a su lado, su rostro casi recargado en uno de sus hombros. Se levantó tambaleante y luego de estirar brazos y piernas, volvió la vista hacia él.

Quería decir algo, o eso supuso Sasuke. Sus labios se entreabrieron y su expresión tormentosa dejaba ver la duda y la inquietud. Tal vez un miedo de años, quizás provocado por él.

Al final, Naruto se dio la vuelta sin otra palabra y Sasuke cerró los ojos de nuevo, esperando que la bruma lo arrastrara pronto.

Había sido un estúpido al creer que no pasaría nada si se permitía volver a hablar con el rubio y conocerlo mejor que antes, recuperar un vínculo.

Porque dolía, mucho. Y tal como ocurrió cuando eran jóvenes, tenía que dejarlo marchar de nuevo.

Lejos, muy lejos de él.

 

XXII.

Naruto despertó a la mañana siguiente con una sensación de irrealidad.

Se sentía desganado, como si no hubiera dormido en absoluto. La cabeza le pesaba y el frío se colaba dentro de su cuerpo como si no existieran las sábanas que lo cubrían. Era además un día nublado, a juzgar por la escasa luz que entraba en la ventana, y que fuera fin de semana sólo lo empeoraba todo.

Le había dicho a Ino que iría a ver el departamento y le ayudaría a sacar las pocas cosas de ella que quedaban dentro. Lo acordaron al terminar la reunión en el café y por ello, aunque no tuviera deseo alguno de salir de la cama, tendría que ir y convencerla de que todo marchaba bien.

No era una mentira como tal. Ni él mismo, hasta cierto punto, entendía lo que estaba mal.

Su mente volvía una y otra vez a las palabras de Sasuke la noche anterior. Sonaban sinceras, no fruto del calor del momento ni influenciadas por el alcohol. Se dio cuenta de que había esperado escucharlas por mucho tiempo, su yo de dieciséis intentando entender lo que había pasado entre los dos sin volverse loco. Eran jóvenes, estúpidos, y el rubio nunca había pensado en él como “homosexual”.

Sólo que no lo era, y le tomó años enterarse. Nadie le dijo jamás que eso estaba mal, pero al crecer aprendió de aceptación, de sexualidad, y de otros conceptos tan abstractos y confusos que, sin embargo, le hicieron entender por qué no estaba mal, pero tampoco estaba “bien” amar a alguien de tu mismo sexo. Era una contradicción cotidiana, que encontraba en todos los espacios, entre todas las personas. A veces, todavía, no sabía qué creer.

El humano es un ser complejo que produce discursos elaborados mientras destruye otros. En medio de esa batalla, dos chicos de dieciséis no tenían oportunidad. Tuvieron que pasar años para que Naruto aceptara esa parte de sí, y suponía que Sasuke también había enfrentado lo suyo.

Tal vez sus palabras habían sido por ello, porque Sasuke sentía eso como una especie de conclusión entre ambos antes de que sus caminos volvieran a separarse.

Como si supiera que se iría para siempre.

La alarma sonó, marcando diez minutos de retraso. Cuando iba a apagarla, algo viscoso y caliente se posó en su mano, y de repente Patitas estaba sobre él y le lamía el rostro con vehemencia.

— ¡Hey! ¡Basta…! — Naruto no pudo evitar reír, y eso pareció animar al perro para continuar —. ¡Es en serio-ttebayo! — Lo apartó como pudo con sus brazos y Patitas desistió, luego bajó de la cama para colocarse al lado de las sandalias del rubio, a espera de que se levantara.

Naruto se incorporó y ya tenía una sandalia puesta cuando se percató del silencio que había en la casa. Estaba muy dormido antes como para darse cuenta, pero ahora que lo hacía lo sentía inquietante, una presión en sus oídos que sólo aminoraba por los jadeos de Patitas y sus pasitos rumbo a la puerta.

Se puso en pie y salió rumbo a la estancia. Patitas lo esperaba al lado de su plato vacío, con la cola moviéndose de un lado a otro y sus ojitos sobre Naruto en una clara petición de alimento. Distinguió a Lucy, recostada en el sillón del lado de la ventana, y como si no hubiera sido confirmación suficiente, buscó las llaves de su compañero en el mueble de la entrada con la mirada. No las encontró.

Sasuke se había ido temprano, a la misma hora que lo hacía cuando Naruto recién llegó.

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Continuará.

Notas finales:

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