Reflejo.
El cielo permanecía gris, amenazando con querer llover sobre la ciudad, el viento soplaba con templanza que poco a poco se tornaba más y más fría.
—¿Seguro de hacer esto? —Cuestionó YoungDon a su hermano quién recién entraba a su auto del lado del copiloto. Se quedó en silencio por un momento mientras acomodaba sobre sus piernas una pequeña maleta de mano.
—Seguro. —Finalmente habló mientras veía al edificio del que había salido, dejando de alguna manera una parte de él, una la cual no necesitaba nunca más.
YoungDon aceleró y avanzó por la acera, conduciendo en peculiar silencio entre ambos. Parecía que estuviera a punto de nevar cuando lograron salir de la ciudad, adentrándose en la carretera aumentando la velocidad.
—¿Por qué terminó todo? —Murmuró el menor, viendo de reojo a su viva imagen a su lado, YoungDeuk era el gemelo mayor, pero por alguna razón siempre se sintió diferente.
—Me cansé de mentir. —Resopló desviando su vista de su ventana, mirando ahora hacia delante viendo el camino.
—Tenías todo con ella, Deukie…—
—Tú eres mi todo, YoungDon. —El mayor desvió la mirada nuevamente a su ventanilla, sintiendo después como su muslo era acariciado por el menor.
—Me hace feliz que estes conmigo, pero ya habíamos hablado de esto… No podemos… —
—Podemos estar juntos por siempre, no importa que nadie lo sepa, no importa que nadie lo entienda, no me importa alejarme de todos mientras tú no me dejes. —El silencio nuevamente sepultó al ambiente.
Nunca quisieron estar en esta situación, estaba mal por donde lo miraran. Siempre estuvieron juntos, como cualquier juego, como cualquier curiosidad de niños experimentaron sus primeros besos y roces entre ellos. Nadie lo supo, a nadie le dijeron, pero con forme el tiempo pasaba no podían contenerse. Ambos comenzaron a salir con otras personas, pero al final siempre regresaban a estar juntos. Mientras YoungDon conducía hacia su lugar favorito para esconderse de todos recordó como había iniciado todo, él había entendido que había perdido a Deuk con su actual novia, lo dejaría ser feliz pues estaba claro que lo que tenían los gemelos era un error, eran hermanos después de todo, sí él era feliz entonces ambos podían serlo, aunque no estuviesen juntos. Pero comenzó a tener problemas con ella incluso después de comprometerse, el menor le recibía en su hogar cada que peleaba con su novia, lo apoyaba, una cosa llevó a la otra y cuando menos lo pensaron YoungDon estaba detrás de su hermano embistiéndole cada noche, entregándose completamente el uno al otro sin poder arrepentirse después. Por ello Deuk decidió abandonar todo y quedarse con su hermano menor.
—¿Nos quedaremos a vivir aquí? —Murmuró Deuk al llegar a la pequeña cabaña del menor, escondida entre las montañas a las afueras de la ciudad.
—Descansemos un rato aquí, después veremos que hacer con todo. —Asintió y se adentraron en silencio.
Cuando Deuk habló de que fuera por él no había especificado el hecho de escapar y huir, pero lo conocía tan bien y pasaban por la misma situación que era obvio que ambos quisieran hacer lo mismo, hacer esto era una confirmación del hecho. YoungDon aceptaba dejar todo para quedarse con Deuk, incluso abandonar a su propia familia, padres y hermanos, el menor solo prefería a Deuk, a nadie más.
—Hace frío. —Murmuró después de un rato prendiendo la chimenea del lugar. Cuando acabó de hacerlo fue al baño a lavarse las manos, encontrándose con YoungDon lavándose los dientes.
Se paró detrás de él recargando su cabeza sobre su hombro, viendo sus reflejos en el espejo. El mayor rodeó su cintura lentamente, haciendo del agarre más fuerte. YoungDon giró su cabeza, dándole un beso en la mejilla haciendo sonreír al verse en el espejo, sabía que con él estaba toda la felicidad que podía desear. Pronto, sus labios se rozaban una y otra vez, con lentitud, disfrutando el resbaladizo sabor que poseían, deslizando su lengua entre sus bocas bajo ruidos obsenos que solo les hacía aumentar la excitación de sus cuerpos, pronto estos también se necesiaron y comenzaron a frotarse unos a otros mientras sus respiraciones se volvían más y más agitadas, sus entrepiernas se rosaban y mientras Deuk le acariciaba su espalda, intentando rasguñar su piel por sobre la camisa que llevaba el menor le sujetaba del trasero, masajeándolo e intentando deslizar sus manos dejado de la prenda, deslizando su mano por su espalda, metiéndose debajo hasta encontrarse con la entrada del mayor, introduciendo uno de sus dígitos hasta escuchar el gemido proveniente del mayor.
La falta de aire les hizo separarse, pero Deuk le sujetó de la mano para llevarlo a cama, donde le empujó y quitó la camisa al menor, lamiendo, acariciando y besando el torso de su hermano. YoungDon se quitaba la ropa mientras el mayor se acomodaba entre sus piernas. Sus labios volvieron a unirse en un demandante beso mientras YoungDon bajaba los pantalones al mayor, sujetándole de su trasero, ahora desnudo, para ponerle sobre su pelvis, masajeando la zona con ambas manos mientras hábilmente, Deuk se frotaba contra de él.
Los jadeos llenaban el silencio del lugar, transformándose en gemidos mientras YoungDon le profesaba su amor y devoción a su hermano, a su reflejo, entrelazando sus manos mientras tocaban juntos el clímax, acabando dentro del mayor y éste entre sus torsos.
—No importa lo que pasé, solo quédate conmigo. —Dijo el menor, dándole un beso en los labios, jalando del mayor para que quedara recargado sobre su pecho, entrelazando sus piernas.
—Te amo. —Murmuró el mayor delineando uno de los tatuajes del contrario, dándole una que otra vez algún beso.
Ambos voltearon a ver al frente, frente a la cama se encontraba un espejo de cuerpo completo y vieron su reflejo de ambos cuerpos abrazados, semi cubiertos por una sábana, no dijeron nada más, pero no podían evitar sonreír y acurrucarse mientras se veían, porque era lo único que deseaban, era lo único que necesitaban para ser felices.
FIN.