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Segunda Oportunidad (Cherik - Wolversilver) por midhiel

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Segunda Oportunidad

 

Capítulo Once

 

Con una mueca de fastidio perenne, Stryker terminó de leer el documento llamado “Proyecto X-23” en su despacho. Todavía lo sacaba de quicio cualquier mención de sus superiores al fracaso de la misión ultra secreta “Alkali Lake,” que hacía referencia al secuestro de Magneto para convertirlo en un arma letal. Ahora estaba obsesionado con este nuevo proyecto. Conocía a ese mutante con garras, James Howlett, alias Wolverine, del asalto a la reunión en París y había estudiado una y otra vez los vídeos de la cámara de vigilancia cuando Logan y los demás atacaron la base para rescatar a Erik.

 

Stryker se frotó la sien y miró la otra carpeta que yacía en su escritorio, se trataba de un documento sobre el joven Peter Maximoff y su extraordinaria mutación. El “Proyecto X-23” se basaba en un arma creada genéticamente a partir de su unión con James Howlett. Sería una criatura súper poderosa y el Gobierno la utilizaría para combate y espionaje.

 

Golpearon a la puerta. Se trataba de un oficial para avisarle que tenía una llamada de su esposa.

 

-No la atenderé – fue la respuesta hosca del mayor -. Estoy demasiado ocupado.

 

El oficial asintió y se retiró cerrando la puerta.

 

La sola mención de su mujer, hizo que Stryker apartara las carpetas para frotarse la nuca, visiblemente enojado. No soportaba más su llanto, sus quejas y la acusación constante de que por su culpa Jason había huido con esos “monstruos.”

 

“¿Cómo no supiste protegerlo, William? ¡Eres su padre! ¿Qué hacía un niño de diez años en medio de esa balacera?” Stryker escuchaba sus reclamos con esa mueca de fastidio. No le respondía que, en realidad, pensaba que Jason no podía haber actuado de mejor manera. Su hijo infiltrado entre los mutantes era la mejor arma que pudiera tener para derrotarlos. Lo dejaría vivir con ellos un tiempo y cuando fuera necesario, lo rescataría y lo manipularía como siempre lo había hecho para vencerlos.

 

…………

 

La primera semana de duelo fue difícil para Charles y Erik. La unión que mantenían era sólida y profunda y, de a poco, comenzaron a sanar. Al cabo de dos semanas, cuando Erik pudo moverse con mayor independencia, Charles le pidió a Hank que los llevara en coche hasta la tumba de su hijo. Estaba dentro de la propiedad pero los separaba una milla desde la casa y no quería que Magneto se esforzara en caminar. Llegaron y Hank se marchó para dejarlos solos. Pasaron la tarde junto al rosal, los dos tomados de la mano y en silencio. Esa noche lloraron juntos en la habitación de Erik y se durmieron abrazados. Fue la primera noche desde que supo la noticia, que Erik tuvo un sueño tranquilo.

 

Una semana más tarde, Charles estaba reunido en su despacho con Peter y Jason para enseñarles las técnicas básicas de autocontrol que los ayudarían con sus poderes. Hicieron ejercicios de respiración y Charles los ayudó a dejar sus mentes en blanco para concentrarse. Cuando comprobó que había sido suficiente, el telépata los despidió y Jason se retiró tranquilo. Peter, en cambio, permaneció en el despacho con las manos en los bolsillos de su vaquero y la mirada decidida.

 

-No quise interrumpirte en estas semanas porque noté que Erik necesitaba estar solo – comenzó el joven -. Vi que ustedes pasaban mucho tiempo juntos quizás por diferencias que tuvieron que arreglar y que no me conciernen pero – suspiró – pienso que ya es hora de que le dé la noticia y quiero que me ayudes, Charles.

 

El telépata asintió, comprendiendo que era un pedido justo.

 

-Fuiste demasiado paciente, Peter – lo felicitó -. Esperaste con paciencia y responsablemente. Supiste controlarte tú solo.

 

El muchacho sonrió con orgullo.

 

-¿Eso quiere decir que ya aprobé el primer examen con una A? – bromeó.

 

Charles rio mientras movía su silla hacia el escritorio.

 

-¿Quieres decírselo esta tarde?

 

La propuesta tomó al joven por sorpresa. No había esperado que fuera tan pronto.

 

-Sí – contestó, encogiéndose de hombros.

 

-Yo estaré presente pero debes decírselo tú – explicó Charles con calma. Peter respondió con un presuroso “Seguro, Charles” -. Si noto que necesitan un tiempo a solas me retiraré. No te asustes – sonrió -. Tu padre no muerde.

 

-No – suspiró el muchacho -. Solo controla todo el metal de la Tierra.

 

-No se enojará, Peter – le aseguró -. No hay motivo para que lo haga.

 

-Eso espero – contestó el joven, bajando la cabeza.

 

-Peter, mírame a los ojos – ordenó Charles tranquilo -. Erik no va a enojarse sino que se alegrará de saber que tiene un hijo y que ese hijo eres tú.

 

El muchacho calmó un poco su ansiedad y consultó su reloj pulsera.

 

-Ya es hora de comer. Hank cocinó otra vez espaguetis.

 

-Que sé que te encantan – acotó Charles, moviendo su silla para marcharse -. Es un almuerzo más saludable que las hamburguesas y las papas fritas.

 

-¡Sí! – rio Peter y se aprestó a acompañarlo al ascensor.

 

………………..

 

Esa tarde Erik y Charles disputaban una partida de ajedrez en el despacho del telépata. Charles iba ganando sin usar su mutación hasta que Magneto movió un alfil que le costó su reina negra.

 

-¿Qué te pasa? – preguntó Erik sorprendido -. Entregaste tu reina, hice una jugada demasiado evidente y caíste, Charles.

 

Charles simplemente le sonrió. Es que estaba distraído pensando que Peter podía presentarse de un momento al otro y, efectivamente, oyeron los golpes a la puerta.

 

-Adelante – concedió Charles y alejó su silla del tablero.

 

Peter entró con las manos en los bolsillos. Observó a Charles, a su padre y, luego, fijó la mirada en Charles para buscar su ayuda.

 

-Peter vino porque tiene algo que decirte, Erik – hizo el telépata la introducción.

 

Erik tomó las muletas y se levantó del asiento, interesado.

 

Peter entró con timidez. Esto le indicó a Magneto que se trataba de algo serio porque si algo no tenía el joven era timidez precisamente.

 

-¿Bien? – apremió Erik -. ¿Qué sucede, Peter?

 

El muchacho juntó aire. Tenía que decirlo de una buena vez. Todavía temía la reacción de Magneto pero Charles estaba allí y sabía que lo protegería.

 

-Conociste a mi madre hace mucho, dieciocho años para ser exactos – comenzó Peter y pasó saliva -. Terminaron mal y mi madre no quiso buscarte cuando lo supo.

 

-¿Saber qué? – insistió Erik.

 

-Que yo venía en camino – soltó Peter y suspiró profundo. Ya estaba hecho, lo había dicho -. Soy tu hijo, tuyo y de ella.

 

Erik se dejó caer en el asiento de cuenta nueva. Charles lo observó y estaba anonadado.

 

-¿Quién es tu madre? – balbuceó.

 

-Ella no usaba su verdadero nombre en ese tiempo por problemas con su padre, mi abuelo – confesó el joven y esto sorprendió hasta a Charles -. La conociste con el apellido de una amiga suya: Suzanna Dane.

 

No le fue difícil a Magneto recordarla, no porque la hubiese amado sino por lo tempestuosa que había sido la relación. Ella le había increpado que su sed de venganza lo convertía en un monstruo y fue ella también la que terminó con él y se marchó rompiendo todo lazo. Ahora Erik se preguntaba cómo habría reaccionado al enterarse de que estaba embarazada y por qué había decidido conservar a la criatura. De cualquier forma, allí estaba Peter ahora, vivo y sano y dubitativo porque se estaba masajeando las manos y miraba en dirección a Charles.

 

-Sí, la conozco – admitió Magneto y miró también a Charles.

 

“Erik, abrázalo,” le pidió mentalmente el telépata.

 

Erik se levantó y extendió el brazo sano.

 

-Ven acá, Peter, mi hijo.

 

Con una sonrisa de oreja a oreja y sus hoyuelos perfectamente delineados, Peter se arrojó contra el pecho de su padre. Reía y lo apretó contra sí, cariñoso y espontáneo como era.

 

Erik sonrió y lo abrazó con más fuerza. Todavía no podía procesar la idea de que tenía un hijo de dieciocho años y que era Peter, pero se sentía feliz.

 

Charles cerró los ojos para sentir las emociones de padre e hijo. Las de Peter consistían en una mezcla de alivio y alegría, mientras que las de Erik eran de sorpresa y entusiasmo. Al abrirlos, vio que los dos ya se habían separado y se sonreían.

 

-Temía que quisieras matarme – rio Peter, liberando su tensión.

 

Erik estaba acostumbrado a que le tuvieran miedo y no se asombró, aunque le dolió pensar que su hijo podría haber imaginado esa reacción suya. Pero ahora las cosas podían cambiar, Peter podía llegar a conocerlo mejor y darse cuenta de que no era el monstruo que los demás imaginaban que era.

 

-Jamás haría algo así – dejó en claro desde el corazón -. Jamás te lastimaría, Peter, y ahora que sé quién eres, jamás dejaré que alguien te haga daño.

 

El joven sonrió. Sabía que su padre decía la verdad.

 

Charles se alejó en silencio para darles intimidad. Al salir cerró la puerta. Supo desde que Peter le explicó quién era que Erik reaccionaría de esta forma y pensó cuánto podría ayudarlo con el recuerdo del bebé que había perdido. Por un instante sus ojos se humedecieron al pensar que él no tenía la suerte de su amante porque no había ninguna criatura de su carne que pudiera aliviar la pérdida que había sufrido. Pero enseguida cayó en la cuenta de que aunque fuera imposible superar por completo la ausencia de ese hijo, tenía a otros niños que sin haber salido de su vientre, los podía considerar sus hijos: Jason era uno y habría más en el futuro cuando reabriese la academia. También estaba Peter, que podía no llevar su sangre pero se había ganado su corazón.

 

…………….

 

Padre e hijo permanecieron en el despacho de Charles, platicando y sonriendo. El que más habló fue Peter porque se dedicó a contarle anécdotas de su infancia, travesuras más que nada, sus grupos de música favoritos y cuánto adoraba la velocidad. Era todo lo que él había soñado con contarle a su padre algún día y allí lo tenía, sentado frente a él escuchándolo con interés. Tan relajado estaba que en un momento se dejó deslizar por el sillón hasta que casi cayó al suelo. Soltó una carcajada sonora y se acomodó para seguir platicando sentado.

 

Erik lo dejó hablar. Quería conocerlo y no podía dejar de mirarlo ahora como a un hijo. Era una sensación extraña. Recordó que en el Pentágono Peter ya le había mencionado que su madre había conocido a alguien que manejaba los metales pero no fue hasta ahora que asoció esa mención con la revelación que el joven le acababa de hacer. En realidad, ni Peter en ese momento pensó que Magneto podía ser su padre, solo había ayudado a ese desconocido mutante a escapar y recordó que su mamá le había comentado una vez que había conocido a alguien con el poder de controlar los metales, eso era todo.

 

-¿Te gusta Pink Floyd, viejo? – preguntó Peter riendo -. Ah, perdón, lo de viejo va con cariño – rio más.

 

Erik le sonrió y cruzó las piernas.

 

-No los conozco pero imagino que deben ser populares entre los jóvenes de tu edad.

 

Peter asintió.

 

-Tengo su último álbum. Logan me lo regaló.

 

-Sí, Logan – repitió Magneto como al pasar y alzó uno de los alfiles que le había quitado a Charles en la partida. Wolverine no le caía bien pero vivía en la mansión invitado por el dueño de casa. No olvidaba que se habían sacado chispas y él literalmente lo había ahogado en el Potomac -. ¿Te llevas bien con ese sujeto?

 

-¡Sí! – exclamó Peter entusiasmado -. Él vino del futuro y las circunstancias lo obligaron a que me conociera más joven porque en el futuro él y yo – el joven calló pero, por supuesto, era evidente que había hablado de más -. Haciéndola corta, sí, nos llevamos bien – murmuró.

 

Erik cruzó la otra pierna, claramente nervioso.

 

-Eres un jovencito inteligente, Peter, y no lo digo porque tengas mis genes. Eres listo y tu mutación es formidable. Tienes mucho por vivir todavía.

 

-Sí, entiendo – suspiró y se rascó la nuca -. Yo y Logan, él es un buen sujeto y tiene experiencia – Erik enarcó una ceja -. Está bien, quiero decir que vivió la Guerra Civil y todo eso, y sobrevivió.

 

-Ser un sobreviviente no lo hace un buen sujeto – contestó su padre. Peter bajó la cabeza, podía notar que Logan y su progenitor no congeniaban. Erik suspiró, era absurdo que apenas hubiera descubierto a su hijo y ya le estuviera sermoneando y alejándolo de alguien importante para él -. Si se llevan bien, estoy satisfecho, Peter.

 

-Gracias – rio el joven alegre -. Gracias, papá.

 

Erik asintió. No estaba de acuerdo con el centenario Wolverine y la relación con el muchacho pero era mejor esperar.

 

 

……………

 

Esa noche, cuando Erik se metió en la cama, Charles ya estaba acostado de lado, dándole la espalda. Aparentaba estar cansado pero Magneto lo conocía lo suficiente para saber que en realidad meditaba. Había mucho por reflexionar. Movió las sábanas para acomodarse en el lecho y envolvió a Charles en un abrazo. Le apoyó los labios sobre el cabello y cerró los ojos.

 

El telépata percibía que estaba feliz y que quería a Peter.

 

-Peter es un buen muchacho – sonrió Charles con un suspiro. Pudo sentir la respiración profunda de Erik en su cabeza -. Eres afortunado, Erik.

 

-Sabes, Charles – sonrió y abrió los ojos -. No digo ahora pero en el futuro, quiero tener otro hijo contigo.

 

Charles giró para observarlo. Erik le sonreía.

 

-Erik, yo – se mordió el labio inferior -. Yo, el bebé que perdí.

 

-¿Te gustaría que tuviéramos otro hijo? – insistió Magneto -. Te aclaré que no ahora pero sí más adelante.

 

Charles asintió emocionado. Erik rio y lo abrazó repentinamente para acomodarlo boca arriba y ubicarse él encima, apoyándose con el codo sano. Se observaron: Erik echaba chispas por los ojos y Charles lo miraba embelesado.

 

-Quiero hacerte el amor – susurró Magneto y lo besó -. Quiero hacerte el amor ahora.

 

-No tenemos protección – avisó Charles y se arrepintió de haberlo hecho.

 

-Sabes que eso no es un impedimento para que te ame – contestó Erik con una mirada entre pícara y lasciva -. Solo déjame besarte – murmuró a su oído -. Solo déjame amarte, Charles.

 

El telépata cerró los ojos, preparándose para lo que vendría.

 

No habían hecho el amor en una década y la pasión los encendió. Igual que cuando tenían diez años menos, ambos sintieron una comezón en la entrepierna y sus miembros se alzaron. Con una sonrisa maliciosa, Erik se incorporó para arrodillarse entre las piernas de Charles, la pierna enferma le dio un suave tirón pero le importó poco y nada.  Olvidando sus heridas, llevó los labios hacia la masculinidad de su amante. Le succionó el pene mientras el telépata estrujaba la almohada con los dedos. Comenzó a soltar jadeos mientras Erik sonreía y se deleitaba sintiendo su miembro en su boca. Cuando Charles estaba a punto de estallar, Erik retiró los labios y volvió a apoyarse encima de su cuerpo para lamerle el cuello y los pectorales. Charles le estrujó el pelo con una mano mientras que llevaba la otra hacia abajo, buscando el pene de su amante. Erik lo ayudó a atraparlo y soltó gemidos mientras que el telépata se lo masajeaba con los dedos.

 

Magneto estaba a un paso de soltar la simiente, Charles ya no podía contener la suya. Dejaron de besarse para soltar un grito de placer. Eyacularon al mismo tiempo, entre las sábanas y sobre el cuerpo del otro. Se observaron y rieron como adolescentes enamorados.

 

-Te amo – aseveró Erik con fervor y volvió a llevar sus labios hacia los de su amante para regalarle un beso apasionado.

 

………………

 

 

Después de la cena, cuando todos se retiraron a sus dormitorios, Peter quedó con Logan en la sala viendo televisión sentados en el sofá. El joven encontró una película slasher que le gustaba y en una milésima de segundo, fue y volvió con un balde de palomitas saladas. Le pasó el recipiente a Logan, que tomó un puñado generoso.

 

-Me estás contagiando tus gustos, mocoso – admitió entre risas.

 

Peter sonrió con sus hoyuelos, mientras masticaba y miraba la pantalla.

 

-Esta película te va a gustar porque es de un tipo que quiere vengar a su novia y usa muy bien los cuchillos. Vas a ver como rebana a la gente como tú lo harías con tus garras.

 

-¿Te gusta tanta sangre?

 

Peter lo miró sorprendido.

 

-¿A ti no?

 

Logan suspiró y se arrellanó en el sofá. El joven aprovechó para ubicarse sobre su pecho.

 

-No apruebo la violencia – dejó Wolverine en claro -. Solo la utilizo como último recurso para sobrevivir.

 

Peter apagó la tele. Había una cuestión que lo intrigaba y ahora que ya había resuelto lo de su padre necesitaba hablar de ella.

 

-Logan, cuando me contaste lo del futuro y lo que nos puede pasar si no lo cambiamos – comenzó y dejó el balde sobre la mesa -. Ya sabes, cuando me contaste que seríamos novios y que tendríamos una hija.

 

-¿Sí? – apremió el mutante.

 

Peter se encogió de hombros.

 

-Esa vez no me pudiste contar toda la verdad, no te sentías preparado para hablar ni sentías que yo estuviera preparado para entender pero ya pasó el tiempo y tal vez quieras contármela.

 

La mirada de Logan se ensombreció y quiso levantarse pero el joven estaba acomodado encima de él.

 

Peter le apretó la mano.

 

-Siento que te guardas muchas cosas tristes y que por no hacerme sufrir las soportas solo.

 

-¿Para qué quieres saberlo? – cuestionó Wolverine con dolor.

 

-Para que no sufras más solo – replicó Peter resuelto -. Y porque estoy convencido de que el futuro puede cambiar.

 

-¿Y si no cambia? – rebatió Logan demostrando su desaliento.

 

Peter le presionó más la mano y le hizo una caricia con los dedos. Podía sentir las garras entre los nudillos luchando por liberarse a causa de la tensión.

 

-Si conocemos el futuro y lo entendemos no vamos a repetirlo – aseveró el joven con sabiduría y sonrió cariñosamente -. Eso decía mi profesora de Historia sobre el pasado y yo lo acabo de cambiar por el futuro – Logan suspiró -. Por favor – insistió Peter -, tienes tanto dolor, tanta tristeza – le tomó el rostro con las manos y lo besó -. Dime toda la verdad, Logan. Recuerda que todavía no ocurrió y podemos cambiarlo.

 

Logan se había guardado ese secreto por veinte años si contaba los diez que pasarían hasta que su mocoso se embarazara y otros diez más adelante cuando recién lo descubriera. Lloró porque era demasiado fuerte y estaba estrujándole el corazón. Un secreto angustiante que luchaba por salir.

 

-Te amo, Logan – murmuró el joven, mirándolo a los ojos. Parpadeó con esos ojitos pícaros de obsidiana que a Wolverine se le hacían irresistibles -. Por favor, comparte conmigo tu dolor y vamos a curarnos juntos.

 

Logan se mordió los labios. Tenía la necesidad de soltar la verdad de una buena vez.

 

-Cuando perdimos a nuestra hija y nos separamos, yo recorrí el mundo para vengarla a ella y vengarte a ti – confesó con la voz temblorosa. Hizo silencio para ver la expresión del joven, que lo miraba paciente y compasivo -. Viajé por el mundo buscando a cada culpable y haciéndolo pagar por medio de torturas. Maté a muchos, mocoso, a demasiada gente. Mi última víctima fue el hijo de puta de Stryker. Lo acorralé en Australia, él estaba en una misión encubierta, y cuando iba a degollarlo con mis garras me lo contó. Reía con soberbia y crueldad como la mierda que es.

 

-¿Qué te contó? – insistió Peter con el corazón en la boca.

 

Logan bajó la cabeza.

 

-Laura nació viva, te hicieron creer que la habías dado a luz muerta – soltó lleno de angustia. Peter pasó saliva y Logan notó cómo temblaba mientras procesaba la información -. Stryker se la llevó a la misma base donde me mantuvo secuestrado a mí y de donde liberamos a tu padre. Experimentó con ella a partir de los tres meses de vida y la torturó él mismo para convertirla en el “Arma X-23” – Peter comenzó a sollozar y le apretó las manos -. Perdón, mocoso.

 

-¿Qué pasó con ella? – quiso saber el joven entre hipidos.

 

-Resistió todo lo que pudo pero murió a los cinco años a causa de los experimentos a los que la sometieron.

 

-¡No! – lloró Peter -. ¡No pudo ser! Vivió hasta los cinco años sufriendo y yo lloraba por ella cuando tenía que haberla salvado y tú matabas gente cuando ella sufría y nos necesitaba. ¡Vino al mundo a sufrir, Logan! ¿Cómo pudimos hacerle eso? ¡No puedo pensar, no puedo imaginar lo que vivió!

 

Logan lo abrazó con fuerza. Peter se resistía y luchaba por liberarse. Era demasiado doloroso.

 

El joven juntó valor para preguntar.

 

-¿No sabes si hubo alguien que la quisiera? ¿No sabes si alguien la cuidó en medio de tanto dolor? ¡Dímelo, Logan! ¡Dime que alguien cuidó de nuestra niña cuando nos necesitaba a nosotros!

 

Logan quería darle esperanza pero tenía que serle sincero.

 

-No, Pete – admitió, desgarrado por la angustia -. Laura nunca recibió amor de nadie, vivió su corta vida rodeada de Stryker y de su gente de mierda, sufriendo vejaciones, maltratos y experimentos dolorosos en su cuerpecito. Sobrevivió todo lo que pudo. Nuestra pequeña creció sola y solo vivió para sufrir.

 

Peter soltó un aullido de dolor y sepultó el rostro en el pecho de Logan. Wolverine lo abrazó con fuerza. Sabía que no existía consuelo y se arrepintió de haberle soltado la verdad.

 

Alguna verdades eran dolorosas, otras como esta, intolerables.

 

-¡Odio a Stryker! – exclamó Peter entre sollozos -. ¡Lo odio y quiero matarlo, Logan! ¡Juro que voy a matarlo!

 

Logan cerró los ojos. Él sentía lo mismo por ese bastardo. Se arrepintió de haberle dicho la verdad porque había puesto en el alma pura del joven el peor deseo que conocía: el de la venganza.

 

-¿Cómo pudimos hacerle eso a nuestra hija? – siguió llorando Peter -. ¿Cómo pude fallarle así? ¡Logan! – alzó la cara para mirarlo -. ¡Te juro que voy a cambiar el futuro! ¡Laura va a nacer, va a vivir y los tres seremos felices! ¡Prométeme que me ayudarás a cambiar el futuro!

 

-Por supuesto, mocoso – respondió Wolverine convencido y lo abrazó de cuenta nueva para que apoyara la cabeza plateada contra su corazón -. Vamos a cambiar el futuro los dos. Gracias, Peter – sollozó -. Gracias por darme esperanza.

 

………………

 

 

¡Hola!

 

Otra vez dejé un tiempo abandonado este fic. Espero que les haya gustado.

 

¡Saludos!

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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