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Segunda Oportunidad (Cherik - Wolversilver) por midhiel

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Segunda Oportunidad

 

Capítulo Cinco

 

Erik despertó en una camilla, tenía una jaqueca fenomenal y la sensación de haber dormido mal por miles de años. Quiso levantar la mano para frotarse la frente y notó que tenía la muñeca esposada al refuerzo de la cama. Con el leve esfuerzo sintió un tirón en el brazo y notó que estaba prolijamente vendado al igual que su pierna, que además estaba alzada en un cabestrillo. De a poco le fueron llegando los recuerdos: su visita a la taberna polaca, Magda y su parecido con Charles, su salida del lugar, el encuentro con Stryker y los soldados. Lo habían secuestrado y ahora estaba esposado a la cama en una habitación pequeña, rodeado de máquinas, en algún sitio secreto. Lo más peligroso era que se encontraba a merced de sus enemigos. También notó que tenía algo en la cabeza, una especie de vincha de algún material desconocido que no era metal y emitía un sonido parecido a una señal de radio.

 

Alguien entró. Era un sujeto vestido con una bata blanca y portando una carpeta, y detrás William Stryker con su uniforme militar.

 

-Acabamos de sacarlo del coma farmacológico, señor Lehnsherr – anunció el hombre de la bata y se colocó lentes para leer la carpeta -. Ah, disculpe, no me he presentado, soy el doctor Richard Haller, especializado en genética mutante, y he trabajado los últimos cinco años como mano derecha de mi profesor y mentor, el doctor Bolivar Trask. Se le realizaron estudios mientras estuvo inconsciente y estamos admirados de los exámenes clínicos y de su mutación.

 

Erik miró con odio al médico y, luego, a Stryker, que se mantenía tieso y con los brazos cruzados en la espalda.

 

-¿Qué buscan? – reclamó el mutante, enojado.

 

Stryker no le respondió, dio media vuelta y le ordenó a Haller que lo acompañara afuera. Le causaba un placer sádico dejar a Erik con la intriga. Por supuesto que tenía en claro lo que haría con él: con James Howlett conseguiría el Arma X, con su futura hija y de Peter Maximoff, crearía el Arma X-23 y con Magneto una tercera Arma X. Así poco a poco, conseguiría un ejército propio para vencer a los mutantes.

 

 

……………….

 

Dentro de su despacho, Charles apoyó los índices en las sienes de Logan y se concentró. Vio las imágenes de distintos momentos de su vida, había sido un niño a mediados del siglo XIX y un joven que participó en diferentes etapas de la historia. Vio todo lo que había vivido hasta ese momento en cuestión de segundos porque quería enfocarse en llegar a los recuerdos horrendos del futuro. Al fin encontró el momento en que Stryker lo capturó y torturó para convertirlo en un arma mortal a su servicio. Era tal la agonía que solo se le presentaban imágenes borrosas como fotografías dañadas. Fue poco lo que Charles pudo advertir: un número indefinible, nieve, montañas, lobos aullando y una placa con el nombre grabado “Lago Alkali.” Despacio retrocedió hasta el presente para alejarse de su mente y no dañarle la psiquis.

 

Hank y Raven estaban a su lado, expectantes. Peter se había quitado los auriculares y los observaba desde un rincón.

 

Logan soltó un gemido suave cuando Charles le retiró los dedos; el telépata abrió los ojos y se frotó la cabeza aturdido.

 

-¿Cómo estás? – quiso saber Hank y ya había sacado el tensiómetro.

 

-Cansado pero bien – respondió Charles -. ¿Logan? ¿Cómo te encuentras?

 

Wolverine se sobó la frente y suspiró.

 

-Como cuando te despiertas después de haberte dormido con una gran resaca – admitió -. Estoy bien – sintió una mano que le presionaba el hombro afectuosamente. Volteó y vio a Peter que le sonreía -. Gracias, mocoso.

 

-¿Conseguiste algo, Charles? – indagó Raven interesada.

 

Charles movió la silla hacia su escritorio y sacó varios mapas enrollados de uno de los cajones. Buscó el de Canadá y lo desplegó en el centro de la mesa.

 

-Lago Alkali – repetía para sí mismo -. Lecciones de geografía de tercer año de la secundaria.  .  . A ver .  .  . aquí está – marcó con el índice en el mapa -. El lago Alkali, en medio de las montañas, el sitio ideal por su aislamiento y rudeza para esconder una base.

 

Los demás se acercaron a la mesa intrigados. Charles les señaló el lugar exacto en el mapa.

 

-Vi una placa con este nombre y el paisaje era similar al de las Montañas Rocosas de Canadá, justo aquí, donde se encuentra este lago.

 

-Lago Alkali – leyó Peter -. Justo reprobé el año pasado el examen de geografía – rio -. Pero juro que estudié y recuerdo esas montañas.

 

-Tenemos la localización exacta – concluyó Logan apurado -. ¿Qué esperamos para sacar el jet?

 

-Yo me mantendré conectado a tu mente a través de Cerebro para que me guíes dentro de la base, Logan, y podré ayudarlos con mis poderes – explicó Charles -. Te utilizaré para congelar a los enemigos, si lo necesitan.

 

-Genial – sonrió Peter entusiasmado -. ¿Nos pondremos trajes especiales o algo así?

 

-Tú no irás – le contestó Logan, mientras le entregaba el mapa a Hank para que le sirviera de guía al conducir la nave.

 

-¿Qué? – abrió el joven la boca y miró a Charles, que sacudió la cabeza -. Esto es una broma, ¿cierto?

 

-Es peligroso, Peter – replicó el telépata -. Mejor quédate conmigo, necesitaré a alguien cerca mientras estoy conectado a Cerebro tanto tiempo.

 

-¡Son estúpidos o se hacen! – exclamó el joven indignado -. Tienen a la persona más veloz del planeta y están por desaprovecharla con el famoso “es peligroso, Peter.” Les recuerdo que teng.  .  .

 

-Sí, dieciocho años que cumpliste hace cinco días – cortó Logan -. Eres el más veloz del planeta, mocoso, pero también uno de los mutantes que Stryker está buscando y no me voy a sentir tranquilo si viajas con nosotros.

 

-¡A ti también te están buscando, Logan! – rebatió Peter.

 

-Peter – lo llamó Charles con suavidad. El muchacho volteó hacia él -. Yo me siento responsable de tu seguridad y para Logan eres muy importante. No vamos a permitir que te arriesgues en esta misión. No vamos a permitir, ni él, ni yo, ni Hank, ni Raven, que viajes a la madriguera de ese zorro de Stryker, que te estuvo espiando y en un futuro querrá hacerte mucho daño. No vamos a entregarte a él.

 

-¿Y qué hay de Logan? – Peter no se iba a dejar vencer fácilmente -. Se supone que vamos al lugar donde lo secuestrarán en el futuro o algo así, y ese Stryker es uno de sus mayores enemigos y aun así va. No entiendo por qué yo no puedo hacerlo, además ustedes son muy pocos y me necesitan.

 

-No voy a soportar perderte, Peter – habló Logan con autoridad.

 

-¡Qué patrañas sentimentales! – exclamó el joven con una mueca de fastidio -. ¿Saben qué? Váyanse solos – y diciendo eso, amagó con marcharse.

 

“Peter, por favor,” lo detuvo Charles mentalmente cuando llegó a la puerta. “Yo me sentiría como tú, si me hicieran a un lado. Te comprendo.”

 

Peter volteó hacia Charles. Estaba muy enojado.

 

-Me tratan como a un niño, Charles – miró a los demás -. Todos me creen un irresponsable inmaduro.

 

Logan se apretó los puños y las garras le brotaron. No quería hacerlo delante de sus amigos pero tenía que decírselo. Intentó observar a Peter y desvió la mirada nervioso. No se sentía listo ni en el contexto adecuado pero tenía que soltarle la verdad.

 

-Es mi culpa, Peter – admitió -. Yo le propuse ayer a Charles que no fueras. No puedo permitirlo porque – miró a Peter directo a los ojos y le confesó -.  .  .  porque te amo.

 

El jovencito quedó de una pieza y se hizo un silencio incómodo. Logan se relajó y escondió las garras.

 

-No puedo perderte, Peter – continuó en un tono apagado. El muchacho se recargó contra la puerta, seguía alterado pero conmovido también -. Lo serás todo para mí en el futuro y siento que ya lo eres ahora. Si te quedas con Charles aquí en Westchester, yo.  .  .

 

-Está bien – concordó Peter y se mordió el labio -. De acuerdo. Me quedaré aquí.

 

-No es que no confiemos en ti, Peter – quiso intervenir Hank y se acomodó los lentes -. Pero necesitamos que alguien permanezca aquí con Charles. Yo no puedo porque tengo que pilotear la nave, Raven es una experta en esto de infiltrarse y Logan.  .  .

 

-Ya dije que estoy de acuerdo – repitió Peter seriamente -. Ahora quiero salir un momento.

 

Peter se marchó. Logan observó un rato a sus amigos en medio del mutismo y fría calma, y abandonó el despacho también.

 

………….

 

Peter salió a la terraza a tomar aire y se recargó contra la baranda de granito. Estaba demasiado aturdido. Del fastidio que le provocaba el que lo hicieran a un lado en la misión, pasó al estremecimiento por la confesión de Logan. Hacía apenas un par de horas que había descubierto que en el futuro serían una pareja de novios viviendo un romance parecido al de las películas tontas que tanto le gustaban a su mamá, y que si no cambiaban, se convertiría en una tragedia. Acababa de saber que tendría una hija con el mismísimo Logan y que la perderían. Eso lo hacía llorar de solo imaginarlo. Pero ahora, delante de todos, Logan, ese hombre rudo y cerrado con corazón de oro, le había confesado que lo amaba, no que lo amaría en un futuro sino que lo amaba aquí, en Westchester, y ahora.

 

Era demasiado para Peter. Él, que se sentía una molestia y un error desde la concepción, había escuchado las palabras más dulces y reveladoras de los labios del mutante que lo fascinaba cada día más.

 

-Perdón por mi sentimentalismo patético, mocoso – oyó a Logan a sus espaldas -. Pero con lo que viví y te hice sufrir por mi culpa, actúo como un viejo gruñón contigo.

 

El joven volteó hacia el ventanal. Allí junto a la hoja abierta, estaba Logan, encendiendo un habano.

 

-¿Es verdad lo que dijiste? – quiso cerciorarse Peter -. Eso de que me amas y de que lo soy todo para ti.

 

-¿Me ves cara de sujeto que ande repitiendo semejante frase de novelita rosa en cada rincón? – replicó Logan, cargando sus pulmones de humo.

 

Peter rio con esa risa feliz y fresca. Wolverine le sonrió mientras soltaba el humo. El joven corrió hacia él, riendo, y lo abrazó con fuerza. Logan se sentía un patético sentimentalista pero le encantaba que el muchacho le demostrara ese afecto, algo absurdo con su personalidad, y se daba cuenta de que todo se lo debía a este Peter, tan carismático como el Peter del futuro. Había cometido muchísimos errores en sus dos centurias de vida pero podía estar seguro de que no se había equivocado al enamorarse perdidamente del joven.

 

Peter cerró los ojos mientras recargaba el rostro contra su pecho. Estaba entusiasmado y se sentía alegre y feliz, demasiado feliz. Tenía la necesidad de soltarle, de confesarlo y así lo hizo.

 

-Yo también te amo, Logan.

 

Wolverine lo apretó fuerte y rio.

 

-Pero, ¿sabes qué? – continuó el muchacho -. Odio que me llames mocoso – Logan rio con más ganas -, Cuídate – pidió el joven -. Regresa a casa a salvo.

 

Logan se mordió el labio. ¡Maldita sea que no quería llorar! Pero esa frase exacta había sido la despedida de Peter cuando él tuvo que dejarlo, con una barriga de ocho meses, para correr a socorrer a un supuestamente secuestrado Charles. Revivió la escena en su memoria y los ojos se le humedecieron. Tragó aire y antes de que el muchacho deshiciera el abrazo y lo mirara, apretó los párpados para contener el llanto.

 

-Tú cuida de Charles, Pete – le pidió -. Te prometo que regresaré a salvo y con tu padre.

 

Peter sintió mucho alivio, producto de la seguridad que Logan le transmitía. De a poco, se separaron y se miraron a los ojos. Estaban sonriendo.

 

-Mira que te las ingenias para ponerme sentimental – bromeó Wolverine.

 

Peter volvió a reír. Logan quiso besarlo, comerle los labios y aspirar cada partícula de su ser pero se contuvo. No se atrevía a acelerar los tiempos.  Tomados de la mano y entre sonrisas, entraron juntos en la casa.

 

……………….

 

 

¡Hola! Disculpen la demora, a este capítulo lo tenía terminando desde hacía varios días pero no podía sentarme a corregirlo.

 

Espero que les haya gustado.

 

 

 

 


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