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Segunda Oportunidad (Cherik - Wolversilver) por midhiel

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Segunda Oportunidad

 

Capítulo Ocho

 

Charles dejó que Erik descansara porque tenía que recuperarse de las heridas y del secuestro. Pasó dos días haciendo reposo y el telépata lo visitaba en la recámara y le llevaba libros y revistas para que se entretuviera. Recordaba que Erik adoraba las biografías de personajes históricos reconocidos por su liderazgo y le enseñó las que tenía en la biblioteca.

 

Hank conectó un televisor en el dormitorio pero Magneto no era asiduo a los programas y solo algunas películas lo entretenían.

 

Al tercer día se sintió con fuerza suficiente para dejar la habitación y después de comer algo ligero en la cocina, se dirigió al despacho de su antiguo amante. Charles se alegró de verlo. Se ubicaron frente al tablero de ajedrez y Erik se arrojó en su viejo sillón y extendió la pierna enyesada sobre un banco que su antiguo amante le aproximó.

 

Charles le sonrió.

 

-¿Una partida?

 

Magneto aceptó y movió un caballo blanco con su mutación.

 

-La última vez, en el avión, me ganaste – recordó -. Quizás hoy sea mi día de revancha.

 

-Aquella vez no estaba de buen humor – reconoció Charles tranquilo.

 

Erik lo miró intensamente.

 

-Te dije que lo sentía, Charles.

 

-Y yo acepté las disculpas – contestó el telépata, echándose hacia atrás. No estaba enojado -. Mira, Erik, nuestra separación fue dolorosa para ambas partes. Sé que tú sufriste tanto como yo.

 

-Cuando me disculpé en el avión, no dije todo lo que sentía – expresó Erik acongojado -. Nos separamos porque me dejé llevar por la venganza y olvidé lo que habíamos construido juntos, Charles – Charles bajó la cabeza -. Quebré nuestro vínculo al traicionar tu confianza. Siento mucho el haberte obligado a participar en un crimen que podía evitar si no me dejaba llevar por el rencor, siento arruinar lo que teníamos, siento el haber asesinado a Shaw cuando estabas conectado a él, lo siento mucho – juntó aire porque tenía la voz quebrada -. Lo siento porque te amaba y aun te amo, sin embargo, a pesar de mi amor te dañé, Charles – sollozó -. Fui un egoísta y muchas veces me planteé en la celda cómo pude amarte y lastimarte al mismo tiempo. Soy el monstruo que Shaw quiso construir porque herí a la persona que aun amo. Lo siento, Charles – se cubrió el rostro llorando.

 

Charles se secó los ojos. No lloraba pero estaba emocionado. Podía sentir el dolor y la sinceridad de Erik y todo lo que padecieron los dos diez años atrás le resurgió de golpe en el corazón.

 

Magneto tuvo que tranquilizarse para continuar.

 

-Cuando terminaste conmigo en la playa y yo te sostenía en brazos y me dijiste que ya no buscábamos lo mismo, sentí el mayor remordimiento de mi vida. Lo merecí, Charles, merecí perderte porque no merecía tener a alguien como tú. Pero frío como soy cuando se trata de los desafíos que me impongo, formé una coraza para continuar.

 

-Te colocaste el casco y no te lo quitaste más para que yo no pudiera encontrarte más tarde – contestó Charles con la voz calmada pero la mirada húmeda.

 

-Es que no quería sentirte, no podía con la culpa que tenía – confesó Erik -. No estaba en condiciones de hacerlo. Imagino que me habrás buscado – Charles bajó la cabeza pero esta vez se cubrió la cara -. Charles, lo siento.

 

El telépata comprendió que había llegado el momento de contarle el secreto que había escondido durante una década entera.

 

-Hay algo que debes saber, Erik – suspiró -. Sí, te busqué y muchas veces porque – se tocó el vientre -, porque poco después de separarnos descubrí que estaba esperando un hijo.

 

Erik abrió los ojos como platos.

 

Charles lo miró directo a los ojos.

 

-Te rastreé para contártelo – confesó con dolor. Erik pasó saliva, embargado por la culpa -. Sin embargo, nos habíamos separado por una decisión mía y cada uno había tomado caminos diferentes.

 

-De haberlo sabido – interrumpió Magneto, visiblemente afectado -. Eso significa que en el momento en que partimos a buscar a Shaw, cuando te obligué a ayudarme a vengarme de él, cuando la bala te atravesó, cuando te tenía en brazos, cuando tuvimos que separarnos, todo ese tiempo llevabas a nuestro hijo.

 

Charles se mordió el labio y bajó la cabeza. No tenía fuerzas para seguir mirándolo porque el recuerdo lo consumía. Pero sabía que debía seguir relatando.

 

-Quería encontrarte para decírtelo y, no sé, pensé que existía la esperanza de enmendar lo nuestro, al menos por la criatura – hizo una pausa y se miró el vientre -. Al notar que te habías puesto el casco, opté por concentrarme en mi propio sueño y abrí la academia. Hank reconstruyó Cerebro en el sótano y rastreé a nuevos mutantes, especialmente a los desprotegidos para que encontraran un refugio aquí. La máquina leía las coordenadas y Alex y Sean se encargaban de viajar a buscarlos.

 

-Siempre pensaste en los demás – observó Erik con una sonrisa de tristeza -. Tu optimismo es contagioso, Charles. Imagino a cuántos habrás ayudado, a cuántos les habrás dado esperanza.

 

El telépata sacudió la cabeza. Ese hombre que había sido ya era parte de su pasado.

 

-Mi optimismo fue una ilusión y lo aprendí a la fuerza, Erik. Antes de acabar el semestre, la mayoría de los estudiantes y de los docentes partió hacia Vietnam. Tuvimos que cerrar y los pocos que quedaban regresaron a sus hogares – suspiró y se pasó la mano por los ojos -. Yo sabía que muchos no eran bienvenidos en sus propias familias pero no podía hacer más nada. Más tarde llegaron rumores de que el Gobierno estaba buscando a los mutantes y muchos desaparecieron. Eso me devastó y caí en una depresión profunda. ¡Mi sueño, Erik, mi única esperanza estaba hecha trizas! ¿Cómo podíamos convivir en paz si la sociedad nos rechazaba? – lloró -. Estaba esperando un hijo y me planteaba qué futuro podía darle. No quería angustiarme y traté de mantenerme fuerte por él pero la angustia me ganó. Cuando comenzaron a desaparecer nuestros amigos, eso fue demasiado para mí y me rendí. ¡Bajé los brazos! Los bajé cuando tendría que haberlos mantenido en alto por nuestro hijo.

 

Erik le extendió las manos para consolarlo pero él no las tomó. Necesitaba llorar como terapia.

 

Magneto lo observaba con un nudo en la garganta porque intuía que ahora llegaba la parte más dolorosa. No se atrevía a preguntar qué había sido de la criatura pero la ansiedad lo carcomía.

 

-¿Qué ocurrió, Charles? – preguntó después de un rato.

 

-Apenas supe del bebé, Hank se puso en contacto con una ginecóloga amiga suya, que me hacía los controles rutinarios en el hospital de la universidad porque era un embarazo de alto riesgo por mi parálisis y mi condición masculina y ella trabajaba en conjunto con el laboratorio universitario. Todo marchaba bien – sollozó. Iba a quebrarse otra vez pero se esforzó por continuar -. Sin embargo, a los siete meses, tuve que cerrar la escuela y mi sueño se derrumbó. Fue demasiado – se apretó el vientre -. Pienso que tuve que luchar más, como me lo dijiste en el avión.  .  .

 

-¡No, Charles! – interrumpió Erik desesperado -. Yo no me refería a esto.

 

Charles lo miró apesadumbrado con la mano sobre la barriga.

 

-Tuve que luchar más, tratar de sentirme mejor, proyectar mi esperanza en él pero le fallé y dos meses más tarde nació muerto.

 

-¿Falleció dentro tuyo y lo diste a luz? – preguntó Magneto horrorizado.

 

-Al saber que nos perseguían, continué con los controles en casa. No quería arriesgarme a ir al hospital y que me secuestraran con nuestro hijo. Afortunadamente la amiga de Hank era de entera confianza. Pero la depresión me ganaba, cada mañana al despertar quería volver a tener fe, quería creer por él, pero el dolor por mis amigos me hacía llorar. Apenas comía, me costaba levantarme, ya no leía más, y solo el nacimiento inminente y sentir sus movimientos me arrancaban sonrisas. Una noche antes de acostarme, cuando ya estaba entrando en el noveno mes, descubrí que no se movía. Desesperé. Hank llamó a la doctora, me examinó y determinó que tenía que ir al hospital urgentemente. Entre Hank y ella consiguieron llevarme de manera clandestina con un nombre falso pero .  .  . pero al llegar ya no había nada que se pudiera hacer – hizo una pausa prolongada manteniendo los ojos apretados. Las imágenes de la tragedia lo torturaban -.  .  . Al regresar aquí, pasé meses encerrado en mi habitación a oscuras,  las voces no me dejaban en paz. Hank desarrolló el suero para  que recuperara las piernas porque pensó que eso me ayudaría a salir adelante. El suero bloqueó mi mutación y dejé de oír las voces, pero me refugié en el alcohol y me inyectaba casi a diario.  .  . Fue la única manera que encontré de seguir lidiando con la vida.   .   .

 

Erik solo podía pensar en lo aislado que se había mantenido cuando su hijo moría y Charles sufría. Si hubiese sido menos obstinado, se habría quitado el casco para hacer contacto con él. Llorando, tomó las muletas para incorporarse y abrazarlo. Fue difícil pero lo consiguió con un doloroso esfuerzo.

 

Charles tenía los brazos cruzados contra el pecho y lloraba cabizbajo. Erik empujó el tablero para sentarse en el extremo de la mesita y apoyó las muletas en ella. Estrechó al telépata con el brazo sano y le besó la cabellera.

 

-No supe luchar por él – repetía Charles entre hipidos. No podía alzar la cabeza y mantenía la frente apoyada contra el pecho de su antiguo amante -. No supe protegerlo.  .  . por eso me oculté y viví miserablemente entre adicciones y depresión.  .  . No fue hasta que recibí la visita del futuro de Logan que me animé a salir, Erik.  .  .

 

-Charles – susurró Erik con toda la suavidad de la que fue capaz -. Esto no fue tu culpa. La depresión no es algo que uno busque, ni pueda controlar – pasó saliva, lo que iba a decir le costaba pero el remordimiento pudo más -. Si vas a culpar a alguien, cúlpame a mí. Yo fui quien desencadenó esto con mi sed de venganza.

 

-Te culpé, Erik – confesó el telépata entre gemidos -. Cuando sentí que moriría de dolor por el remordimiento, busqué culparte a ti – recordó cuando Logan había llegado del futuro a la mansión pidiéndole ayuda para sacar a Magneto del Pentágono y Charles lo llamó asesino -.  .  . pero tú ni siquiera sabías del niño.

 

-¿Fue un niño? – preguntó Erik trémulo. Solo sintió el movimiento de la frente de Charles asintiendo. Le masajeó la espalda -. Todo lo que sufriste en soledad fue demasiado para una persona.

 

-Lo dices para consolarme – gimió.

 

-Lo digo porque respeto la fortaleza en ti – corrigió Erik, lleno de congoja y admiración. Se preguntaba si él hubiese resistido el ser traicionado por la persona que amaba, perder la movilidad, esperanzarse con un hijo y poder cumplir su sueño para después perder ese sueño y a su hijo en consecuencia.

 

Charles apartó lentamente los brazos de su pecho para abrazarlo. Seguía recordando el instante cuando dejó de sentir al bebé, cuando lo llevaron al hospital y cuando lo sedaban para practicarle la cesárea de urgencia. Después rememoró cuando miraba el techo de la sala de operaciones mientras le abrían el vientre. Recordaba el apriete de Hank, que se mantuvo a su lado y no le soltó la mano en ningún momento. Al rememorar toda la tragedia sostenido por Erik, notó que se tranquilizaba. Desbloqueó la mente y sintió a Magneto: pudo leer su remordimiento y dolor tan intensos como los suyos. Pensó en lo diferente que habría sido la vida si Erik no hubiera asesinado a Shaw y él no hubiese terminado la relación en la playa. Tan diferente que hoy tendrían a su hijo con ellos y vivirían felices. Se dio cuenta de que era complicado tener fe en el futuro y quiso creer como lo estaba haciendo Logan. Sin embargo, él y Erik podían mejorar el porvenir pero no recuperarían ya nunca más a su niño.

 

-Hoy tendría diez años – lo interrumpió Erik y Charles leyó que trataba de imaginar a un pequeño de esa edad, con el cabello castaño oscuro, correteando por los jardines. Se apretó contra Magneto, temblando -. Nuestra vida hubiera sido feliz, Charles, y lo más importante: él hubiese vivido.

 

-No sigas, por favor – suplicó.

 

Erik se mantuvo callado pero su pensamiento seguía proyectándose en Charles y el telépata podía ver ahora que el niño adquiría sus facciones. Se dio cuenta de que Erik lloraba a un hijo idéntico a Charles. Quiso decirle que al cargar su cuerpecito, la única vez que pudo contemplarlo y sentirlo, lo encontró parecido a Magneto y como sus ojos estaban cerrados no supo de quién había sacado la mirada. Esto lo hizo sollozar con más fuerza.

 

Erik siguió apretándolo contra sí. Charles sintió que increíblemente su presencia y su abrazo lo estaban consolando.

 

“Ya nunca más me apartaré de ti,” oyó la voz de Magneto en su cabeza. “No dejaré que nadie nos separe y, lo más importante, no haré nada que me haga apartarme de ti otra vez. Nunca más, Charles. Te lo prometo.”

 

…………………

 

¡Hola! ¿Qué les pareció? Fue un capítulo corto y con mucho drama. Les prometo que en el próximo habrá más de Peter.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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