Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Experimento 501 por mxgiwara

[Reviews - 1]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A las seis de la mañana, el zumbido en su muñeca lo despertó.

Hacía buen tiempo, el sol no estaba en su punto cúspide pero parecía que iba a estar soleado el resto del día. Con pereza se levantó de la cama y se dirigió al baño a darse una ducha. Tenía dos horas para llegar a su trabajo así que no se apresuró en lo absoluto. Cuando encendía la regadera con agua tibia que destensaba todos sus músculos, pensaba en muchas cosas. Era algo así como un refugio, lejos de S, del Jefe, de Jin… de todo.

Bueno, tal vez no todo, no cuando levantaba su brazo izquierdo y veía el brazalete blanco en su muñeca.

Andar con su VID las veinticuatro horas del día era la primera y más importante regla de KiHun. Ese aparato era indispensable para cualquier actividad rutinaria y para pasar los controles de distrito a distrito. Claro, era una regla que Jimin había roto no solo una, sino varias veces y otra más a la lista no haría mucho daño, pero siempre fue advertido que mientras este en la casa es mejor usarlo para no causar problemas. Y aún si quisiera, no puede quitárselo. El único que sabe cómo, fuera de la gente de S y por lo menos que el conozca, es Jin.

Ya con su uniforme, bajó las escaleras y no le sorprendió ver una bolsita de papel en la mesa ratona de su salón junto con una notita celeste. Jin algunas veces le preparaba el almuerzo temprano y lo dejaba ahí para que el solo lo tomara y se lo llevara al trabajo. Aunque a Jin le molestara la alegación, siempre se comportaba como una madre para su pequeño equipo. Guardó el almuerzo en su mochila y tomó las llaves del Station de Jin para poder irse.

Era temprano, por lo que no había niños como la tarde anterior, pero ya estaba circulando gente por las calles. Jimin encendió el auto y tomó la usual ruta hacía el Primer Distrito. Por supuesto, tenía que pasar por un control.

El problema con trabajar en el Primer Distrito, era lo minucioso que era el procedimiento para llegar. Los guardias no solo escaneaban su identificación, lo hacían bajar del auto para revisar si traía algún objeto peligroso que pudiera afectar “la perfección de inmaculado lugar”, menuda mierda si le preguntan. Después que el guardia lo toqueteara lo suficiente para asegurar que no llevaba arma alguna y que revisaran la mochila que reposaba en el asiento del copiloto, el semáforo cambio a verde y pudo avanzar con tranquilidad.

El cambio era totalmente radical.

Las edificaciones, las calles, los vehículos, prácticamente el distrito entero era blanco. Le gente iba bien vestida pulcramente con una sonrisa estampada en sus rostros. Claro, el viejo Station granate que traía consigo llamaba la atención pero no era el único que conducía un auto parecido por ahí. Jimin no era el único habitante del Segundo distrito que trabajaba en el distrito central, por lo que poco le importo que la gente se le quedara mirando por unos minutos.

Visualizó el pequeño taller donde trabaja al final de la calle luego de unos minutos. Luego de estacionar el auto y tomar su mochila, lo recibió su jefe con una mueca de cansancio.

— ¿Mala noche, Jae hyung? — bromeó Jimin a modo de saludo.

— Nada que no arregle unas horas de trabajo, Jimin ssi — trató de sonreír su mayor, pero solo le salió una mueca que hizo que Jimin soltara una pequeña risa.

— ¿Llego tarde?

— Para nada. Solo llego una pareja de ancianos con problemas con su VID pero los mandé a la oficina central.

Jimin rodó los ojos mientras se acomodaba al otro lado del recibidor junto a Jaejung y dejaba su mochila a un lado.

Podría decirse que de alguna manera, Jimin trabaja para SEESAW. No directamente, pero todos los talleres de reparación tecnológica, como ese, eran propiedad de le empresa desde que se instituyó el monopolio de tecnología. Y todos los artefactos que reparaban pertenecían, claro está, a la ya nombrada. Era bueno en su trabajo, de todas maneras, y con su sueldo podía costear lo suficiente para la supervivencia de Jin y él, claro, sin contar lo que les daba el Jefe luego de cada misión exitosa.

La campanilla de la entrada sonó y tanto él como su compañero pusieron la mejor sonrisa que les salió.

— ¡Bienvenida! — le exclamaron a la mujer que traía lo que parecía ser su microondas entre sus brazos.

La señora dio una pequeña reverencia cuando explicaba que su electrodoméstico hacía inusuales sonidos cuando lo conectaba y ni siquiera lo encendía. Jimin lo analizaba mientras la mujer le explicaba con calidad de detalles todo a Jaejung. Al final, llegaron a la conclusión de que era un problema en el motor y que se encargarían de arreglarla durante la semana. Su jefe redactó una boleta y la mujer se fue contenta del lugar.

— Escribiste tu número en la boleta, ¿no es así? — preguntó burlón como su mayor miraba con añoranza la puerta de entrada.

— Era guapa y tengo mis necesidades — se encogió de hombros al pronunciar dichas palabras. — Tú también deberías empezar a salir. Eres muy joven para ser tan serio, Jimin ssi ¡Tienes que empezar a vivir la vida!

Era la personalidad de Jaejung lo que más le gustaba de él. Su jefe estaba más que enterado de toda la catástrofe decorada en la que vivían actualmente, pero se había sabido acoplar a su nuevo estilo de vida con una sonrisa plantada y un positivismo envidiable. Su jefe no encontraba necesario pelear por cambiar las cosas.

Jimin era la otra cara de la moneda. Podría culpar a SEESAW de no haber tenido una adolescencia normal, pero sabe también que él mismo había elegido tener la vida que tiene. Seokjin cada que estaba con tiempo libre se daba una escapada a algún bar o club y coqueteaba a chicas que llevaba a casa. Jimin nunca disfrutó de salir, pero muy a su pesar era arrastrado por cualquiera de sus hyungs.

Los pensamientos de Jimin se vieron interrumpidos cuando la campanilla de la entrada volvió a sonar. Se irguió en su lugar y trató de formar la mejor sonrisa que le salió, sonrisa que se convirtió en una mueca cuando reconoció el logo estampado en la chaqueta de las tres personas que cruzaron la puerta.

Trabajadores de S.

— Bienvenidos — llamó su jefe al notar que Jimin no estaba en condiciones de dirigir la palabra a los nuevos comensales — ¿En qué les podemos ayudar?

— Venimos a hacer la revisión rutinaria — el hombre del medio se saltó olímpicamente la parte del saludo cordial y Jimin reprimió las ganas de estamparle su puño en la cara.

Reconocía al hombre, el Doctor Yang. Un completo bastardo en cualquier sentido que quiera usarse esa palabra.

— Por supuesto — la hostilidad del hombre no bastó para romper la sonrisa de Jaejung — Jimin, ¿Le das a los caballeros un recorrido por la bodega?

Jimin no estaba feliz y no se molestó en ocultarlo cuando tomó las llaves de su bolsillo y se acercaba a la puerta gris que estaba en la esquina del pequeño taller. El doctor Yang fue tras él luego de que la puerta fuera abierta.

— No se moleste, mis hombres tienen algunas preguntas que hacer a cada uno. Hay que acelerar el proceso.

Jimin evitó la mirada del hombre porque claramente, enfrentarse a S como un simple civil era una muy mala idea. Las otras dos personas que venían con el doctor se veían más amables. El más alto se acercó a su jefe, así que a él le toco el chico de la gran sonrisa.

— ¿Me permite su Virtual ID? — dijo el muchacho, se veía joven.

Jimin le extendió su muñeca que el chico escaneo con el aparato conectado a una tableta. Después del sonido el chico observó la pantalla.

— Te haré algunas preguntas y me responderás “sí” si todo está en orden ¿vale? — Jimin asintió. — Bien, esto será fácil, parece. ¿Su nombre es Park Jimin?

— Sí.

— ¿Tiene 24 años?

— Sí.

— ¿No tiene familiares vivos?

— Sí.

— ¿Convive con Kim Seokjin, 27 años?

— Sí.

El chico calló un momento. Jimin pensó que ya había terminado con las preguntas, pero el trabajador levantó la vista de su pantalla e hizo contacto visual con él. Decir que Jimin no estuvo nervioso por un momento ante la atenta mirada sería mentira.

— Dice aquí que usted y el señor Kim estuvieron bajo investigación hace cuatro meses, ¿Es verdad?

Jimin apretó los labios antes de responder.

— Sí.

Después de que la identidad de Jungkook haya sido de conocimiento público como un criminal, y desde la desastrosa misión que los llevo a esa situación, era obvio que los agentes S estuvieran alrededor de ellos ya que vivían junto al sospechoso. En el rango de un mes, el Jefe se abstuvo de enviarlos a algún trabajo y ellos no entraron al laboratorio en el sótano hasta que estuvieron seguros que ya nadie los observaba.

— Eso fue todo, joven Park. Gracias por su tiempo.

El Doctor Yang ya estaba en la puerta esperando por sus dos subordinados.

— RM, J-Hope nos vamos — anunció con voz potente. En cuestión de segundos las tres personas ya habían salido por la puerta.

Jimin murmuró un quedo “Adiós hijo de puta” que por supuesto, su compañero escuchó y no tardó en largar una carcajada.

— ¡Ay Jimin ssi! — Fingió secarse una lágrima — ¡Amo tus ocurrencias!

El día pasó increíblemente rápido. En el resto del día, tan solo vino más gente con problemas con sus VID, y Jimin trataba de ser paciente con los clientes cuando repetía la frase “Los VID solo pueden ser manipulados por la agencia central, ¿desea que le llame a un taxi para poder ir?”.

Cuándo ya eran pasadas las seis y el sol ya se había ocultado. Jimin comía de la infaltable manzana verde que Jin colocó en su bolsa de almuerzo y con la otra mano se despedía de su jefe que se embarcaba en su respectivo vehículo.

Entrar al segundo distrito era más fácil, solo era pasar por el escáner de VID y ya estaba dentro. Como era usual, los niños estaban dispersos por la calle jugando a diferentes actividades.

Al entrar, la voz cantante de Jin se escuchaba por toda la casa. Jimin sonrió y se dirigió a la cocina donde su compañero se movía al son de la música que cantaba mientras preparaba lo que parecía ser Kimbap.

— ¡Llegaste a tiempo! — Dijo el rubio al verlo — Siéntate, siéntate. Tu hyung ha hecho su especialidad.

Jimin se relajó y colocó su mochila a un lado cuando frente suyo apareció el tazón con el agradable aroma de la cocina de Jin. Agradeció en voz baja y tomó los palillos pare empezar con su pequeño festín. Jin no paró de hablar de cómo tuvo que pedir un bono del Jefe porque la alacena estaba extremadamente vacía, cortesía de Jungkook, así que tuvo que ir al Primer Distrito a hacer compras o se quedarían sin cena.

Le gustaba Jin, era amable, divertido, hasta su lado coqueto le daba gracia. Habían vivido los últimos cinco o seis años juntos y se había acostumbrado fácilmente a su compañía. Eran muy buenos amigos.

— El Jefe está contento, por cierto — dijo Jin al levantar su tazón hasta el fregadero — Le envié el informe y dijo que hará lo que está en sus manos para llegar al fondo de todo lo que está sucediendo.

Jimin asintió con una media sonrisa. Aún le preocupaba toda la gente desaparecida, a pesar que ya no era un misterio donde se encontraban. Lo que le traía inquieto era por qué habían hecho desaparecer a dichas personas, cuál era el objetivo.

Cuándo estuvo solo en su habitación se puso a pensar en ello con la mirada en el techo. El presidente Kim podía ser un tirano, pero nunca pensó que podía llegar a tanto, secuestrar gente era demasiado hasta para él.

De repente su vista cayó en la cama vacía al otro lado de la habitación. Tampoco sabían que había pasado con él, pero nombrarlo en la casa era un tema tabú. Aún con Jungkook fuera, Seokjin y él se abstenían de mencionarlo porque era como abrir una vieja herida, y luego echarle limón y alcohol en cantidades industriales.

Cerró los ojos y trató de conciliar el sueño. Recordarlo tampoco le hacía bien.

***

Una sacudida fue lo suficiente para poder traerlo de vuelta del mundo de los sueños, pero no lo suficiente como para hacerle abrir los ojos. La segunda tampoco bastó, y luego de una tercera y un golpe en su cabeza ya estaba sentado en la cama refregándose los ojos con un Jin frente suyo con los ojos puestos en él y una mueca indescifrable.

— ¿Sucedió algo? — preguntó ya más consciente de lo que sucedía alrededor. No era de día aún, su VID marcaba que eran las tres y media de la mañana.

— Sabes que odio esto — dijo su mayor con voz suave, Jin se acercó más a él, ahora preocupado — Más cuando tienes trabajo en la mañana y sabemos lo que sucedió en la última misión de este tipo y… — apretó los labios con una mueca dolorosa. Jimin llevó su mano hasta su cabeza para darle algo de seguridad y confianza a su amigo de que continúe — Vamos al laboratorio, tengo que hablarte de algo.

Jin avanzó rápido y Jimin ni siquiera tuvo tiempo de ponerse pantalones o zapatos. Se apresuraron de mover el librero y bajar las escaleras. Jin le extendió una carpeta y Jimin sudó frío por la expresión que tenía su mayor en el rostro.

— Lo trajo Yugyeom a media noche.

Era una misión, entonces.

— Parece que el Jefe actuó rápido. El caso de los desaparecidos ya tiene nombre — Jimin levantó la vista de los papeles — “Experimento 501”, es en lo que S ha estado trabajando este último tiempo.

— ¿De qué trata?

— Ese es el trabajo — indicó, Jimin le dio una leída rápida al documento — Averiguar qué es el 501 y porqué es tan importante.

Jimin asintió aún con los ojos puestos en los diversos párrafos de la página, cuando recayó en un pequeño detalle, tal vez el más importante y la respuesta al porqué del comportamiento de Jin cuando lo despertó.

No era tan solo una simple misión, era una donde tenían que adentrarse tras líneas enemigas.

— ¿Tenemos que ir a SEESAW? — Jin asintió apretando los ojos — No, por supuesto que no.

— No hay otra forma, Jimin — Jin no parecía cómodo — Pasé dos horas contactando a las fuentes y nadie tiene absolutamente idea de ese experimento. Nada seguro, al menos. Lo único que nos queda es robar la información.

— No pienso ir a ese lugar — dijo rotundo Jimin — Yo no lo haré.

— Eres el único que puede ir — Jin se acercó y lo tomó por los hombros — Tú tienes un pase al Primer Distrito por trabajo, yo solo tengo el de visitante y solo es por un par de horas. Ni hablar de Jungkook que no puede acercarse a los controles.

Él tampoco hubiera recomendado a Jungkook de todas maneras. Pero aun cuando lo que Jin decía tenía sentido, prefería morir antes de pisar nuevamente esa horrible instalación — en sentido figurado claro, porque a los ojos de un arquitecto la edificación era sencillamente majestuosa.

— Solo necesitaré que pongas un chip en cualquier computadora de los laboratorios. Yo haré el resto — dijo Jin suave, cuando notó en sus ojos que estaba pensándolo. — Tanto tú como yo queremos respuestas. Necesitamos hacerlo.

Jimin miró a los ojos de Jin y sabía que hablaba en serio, aún con toda la preocupación sobre él. Ninguno podía evitarlo, estaban asustados por el último resultado de una misión en la que estaba involucrada la base central. No querían que se repita. Jungkook ya estaba fuera del juego y faltaba alguien en sus líneas.

— No quiero que se repita lo de Taehyung — murmuró suave, Jin lo acercó a un abrazo.

— Yo tampoco.

Hasta las seis de la mañana, se habían puesto manos a la obra con el plan. Tenían que ganar tiempo y por eso todo se desarrollaría esa misma noche. Jin se encargó de preparar el PDA que insertaría en la computadora de S y Jimin de empacar todo lo necesario en una mochila para infiltrarse. Cuando ambos terminaron con sus tareas, Jin empezó a explicar la estrategia.

— Al terminar la jornada, tienes que dejar tu VID en el taller — dijo Jin, Jimin lo miró atentamente — Es sencillo aunque no lo parezca. Mira — levantó su muñeca con el brazalete, el menor estaba concentrado en todas las acciones que hacía el mayor con un pequeño clip. Abrió lo que parecía ser un pequeño compartimiento donde podía ver los cables del aparato.

— Tienes que desconectar este cable rojo — señalo — Y el VID se desconectará, luego de eso lo debes volver a activar y dejarlo. Así tu señal seguirá en el taller cuando salgas de ahí.

Jimin asintió, pero para que negarlo, estaba asustado. Él nunca había hecho trabajo de cancha. Ese usualmente era el puesto de Jungkook. Jin en las computadoras y Jimin la mecánica y el contacto con las fuentes. No sabía si le agradaba este cambio.

— Después te debes dirigir a la parte sur, a la Apertura — Jin continuó — Ahí dejaré tus cosas.

Cuando su VID dio un zumbido a las seis de la mañana, sabía que era de movilizarse hacia su trabajo. Se duchó, se cambió y al bajar, Jin ya había vuelto a la cama luego de una extenuante madrugada. Como siempre, en la mesa ratona estaba su almuerzo con la notita azul pegada, pero en vez de tener una carita feliz dibujada, decía “suerte”. Jimin trago grueso y se fue.

No llevaría el auto esta vez, todo parte del plan, pero tendría que caminar con rapidez para poder llegar a tiempo. Al llegar al control peatonal, había dos personas delante, y no era por nada pero hoy tenía los nervios a flor de piel y una paciencia pendiente de un hilo. Cuándo tocó su turno y escanearon su VID, rogó a Dios, si es que existía, que no notaran lo nervioso que estaba cuando lo revisaron a él y a su mochila. Afortunadamente, lo dejaron pasar.

Al llegar, Jaejung estaba igual de sonriente que el día anterior, por supuesto. Si notó su comportamiento extraño, no dijo nada y enfrentó el tenso ambiente con sus bromas sin sentido y tarareos de canciones pasadas de moda. Jimin agradecía el gesto de su hyung, tanto que luego del almuerzo y escuchar la historia de Jaejung de como la chica del día anterior le había mandado un mensaje y por lo tanto había dormido dos horas por conversar con ella; olvidó que tenía un trabajo a la vuelta de la esquina.

Claro que al salir y no ver su auto cayó en cuenta que había llegado el momento y un escalofrío le recorrió la espalda.

— ¿Quieres que te de un aventón, Jimin ssi? — dijo su jefe al ver que el chico se había quedado parado de repente.

— Para nada — trató de que su voz sonara lo más tranquila posible — Hoy caminaré por aquí.

Jaejung entrecerró los ojos cruzó los brazos. Jimin seguía con la sonrisa más tranquila que su organismo podía mostrar dadas las circunstancias. Pero las preocupaciones de Jimin se fueron en un santiamén cuando el rostro del mayor cambió a una expresión que Jin tenía cada que salía y veía una chica; coqueta.

— ¿Saldrás Jiminie? — Dijo con picardía al acercarse un poco más — ¿Tal vez con alguien?

Jimin solo pudo hacer una sonrisa más grande, y a su vez, más nerviosa.

— Vaya, me atrapaste — levantó las manos en señal de rendición — No podía ocultarlo.

Parece que la mentira fue tragada entera porque Jaejung se pasó diez minutos de reloj dándole consejos de para su primera cita, totalmente innecesarios pero que escuchó para que su jefe no sospechara nada. A veces no podía evitar poner los ojos en blanco, porque el chico decía cosas como “¿Estás llevando condones? Suelen ser innecesarios en la primera cita, pero siempre es un plus”.

— Estoy bien, hyung. Creo que ya estoy listo — dijo de repente cuando Jaejung iba a empezar con le explicación de cómo colocarse un condón.

— Picarón, muchacho. ¡A conquistar! — le palmeó el hombro y luego de una despedida rápida, el mayor se embarcó en su auto.

Cuando pudo ver que el auto ya no estaba en su rango de visión y que no había más gente a su alrededor, tomó las llaves del taller y volvió a entrar.

Se acercó a la computadora que controlaba las cámaras de seguridad y congeló la imagen de él sentado frente al ordenador. Era mejor no dejar rastro de nada de lo que iba a hacer.

De una de las gavetas del recibidor tomó un imperdible que deshizo y trató de recordar cómo es que Jin le había enseñado a retirar el objeto de su muñeca. Tenía miedo, porque cuando finalizaron con la planeación, Jin le había advertido que si no desconectaba el cable correcto, el VID activaría su medida de seguridad; “Notificaran a SEESAW si eso sucede. Tienes que hacerlo con sumo cuidado”, y eso planeaba.

El diminuto compartimiento se abrió y visualizó el, diminuto pero llamativo, cable color rojo del que habló Jin. Con ayuda del clip y con la paciencia que no había tenido en todo el día, pudo desconectar el cable y al instante su muñeca ya no sintió presión. La luz titilante color azul ahora era color rojo. Lo retiró de su mano y de su mochila tomó un ovillo de lana que Jin le había recomendado llevara para envolver con el brazalete blanco. Al sentir la presión, el aparato se cerró y la luz volvió a ser azul.

Estaba hecho. Jimin sintió que un gran peso de encima se le había sido retirado. La parte más complicada hasta el momento, estaba hecha.

Se cambió el uniforme. Había empacado ropa más discreta en su mochila, esencialmente su sudadera negra, unos vaqueros y zapatillas. Salió del taller asegurándose que no había nadie alrededor que pueda lucir sospechoso. Jaló las mangas de su sudadera para que los citadinos no notaran la ausencia del brazalete.

El lugar al que llamaban la “Apertura” era uno de los tantos controles para pasar de distrito a distrito. Este conectaba el Primer Distrito con el Tercero, y por ende, casi nadie pasaba por ahí. La única razón por la que existía una conexión entre tan difusos lugares era para que KiHun no quedara como un clasista, cosa que totalmente era.

En este lugar, tan solo había un guardia que contralaba el paso Primero-Tercero (podía asegurar que habían cinco guardias al otro lado para el control Tercer-Primero). El lugar estaba desolado como esperaba. A excepción de claro, Beomgyu.

El joven que lanzaba la pelota roja al aire, tenía una paleta entre los labios y una sonrisa maliciosa era el hijo del guardia encargado. El hombre era un completo despistado y sobre todo, un alcohólico. El niño era prácticamente quien mandaba ahí. Pudo visualizar al mayor sentado en un banco con la espalda pegada a la pared. Parecía dormido.

Se acercó a Beomgyu, quien aún lo miraba de manera espeluznante mientras lanzaba la pelota. Cuando ambos estuvieron lo suficientemente cerca, el chico —que no pasaba de los diecisiete — paró con su juego y retiró la paleta de sus labios con un sonoro sonido.

— Tu amigo pasó por aquí, me dejó algunas cosas — sonrió el adolescente.

— ¿Cuánto es? — preguntó Jimin al instante, el niño ladeo la cabeza.

— Él ya me pagó todo. Están por allá — señaló con su paleta el costado de la casilla de vigilancia.

Jimin asintió. El menor hizo una seña con su mano para que lo siga y ambos acabaron en el pequeño espacio. Ahí estaba la mochila que alistó en la madrugada. Tenía en un compartimiento el PDA que Jin alistó y, cómo un extra, un arma.

— Me dijo que te dijera que te pongas el auricular bien llegues — dijo Beomgyu.

Jimin asintió y sonrió de lado. El castaño arqueó una ceja.

— ¿Confías mucho en tus amigos, no? — preguntó el niño cuando Jimin se cargó la mochila en su espalda.

— ¿A qué viene eso? — preguntó Jimin desconfiado.

— Por nada — Beomgyu cambió el semblante curioso al típico alegre — Pero ya sabes, en este trabajo no tienes muchos amigos.

Choi Beomgyu siempre era una caja de sorpresas. No había tratado mucho con él en el pasado, pero era también una buena fuente de información para los trabajadores del Jefe. El adolescente no trabajaba para él. No estaba del todo en contra de S; gracias a la compañía su padre tenía mucho dinero por hacer nada y él se regocijaba de ello. Ayudar a la rebelión era algo así como un pequeño pasatiempo. La guerra interna alimentaba su espíritu joven.

Él era la prueba que no todo era perfecto en el Primer distrito.

Cuando el niño lo dejó solo, Jimin tanteó los bolsillos pequeños de la mochila cuando dio por fin con el artefacto que buscaba. Un brazalete color blanco con una luz parpadeante roja; un VID. Se lo colocó en la muñeca y pudo sentir la presión cuando este estuvo activo.

En ese momento venía la parte peligrosa del plan. La parte número tres y la más larga, adentrarse en SEESAW.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).