Bostezó pesadamente mientras se estiraba perezosamente en la cama, sintiendo el ruido de los pájaros y otros animales afuera de su hogar. Despertar de aquella manera era algo usual realmente, pues desde que se había ido a vivir con el alfa, que ahora era su alfa en realidad, sus despertares habían sido siempre de aquella manera, quitando claro los últimos meses, donde su despertador usual había sido el llanto de su pequeña cría.
Se levantó para ir al baño a asearse, aún bostezando, lavando su cara, siendo que cuando iba a tomar la toalla se sorprendió de sobre manera al ver como tenía una cola que le entregaba dicho objeto.
Parpadeó bastante rato, observando cómo su cola había vuelto a crecer. Cuando aquellos idiotas le habían cortado su cola había asumido que le volvería a crecer, es decir, había visto como al beta le crecía como si nada una maldita cola, pero aquello no había ocurrido con él. Habían pasado más de cuatro años para que su cola volviera a crecer, pensó.
Genial, ahora tendría que arreglar su ropa.
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— Vegeta, ya volví, hoy cacé un dinosaurio — La voz del alfa sonó algo orgullosa por su presa, siendo que siempre se solía despertar antes del omega y salía a cazar algo para el desayuno, viendo que el pequeño Amarant estuviera bien antes de salir.
Curioso entró a la casa, donde se sorprendió al ver al pequeño Amarant sentado en el piso, a un lado de Vegeta, que movía su cola de allá para acá, viendo como el pequeño niño intentaba alcanzar dicha cola, con la propia moviéndose de allá para acá.
— Vegeta, tienes cola — Murmuró sorprendido al ver aquello, parpadeando confundido. Él también había asumido hace bastante tiempo que Vegeta no volvería a tener cola, pero ahora estaba ahí sentado en el piso, arreglando su ropa con su ceño fruncido.
— Gracias por decir lo obvio, Kakarotto — Gruñó, mientras terminaba de arreglar sus pantalones. No creía volver a perder su cola en algún futuro próximo y era realmente irritable tener que andar con la maldita ropa un poco más abajo para que su cola tuviera libertad, por lo cual prefirió arreglar su ropa de una vez por todas.
— ¡Eso es genial! ¿Cómo es que volvió? — Curioso se sentó en el suelo, tomando a Amarant en brazos, para dejar al pequeño sentado entre sus piernas, dando una pequeña ventaja ahora, para poder alcanzar la cola de su padre —como Vegeta solía autodenominarse en realidad—.
— Supongo que por mi instinto en realidad — Le respondió como si nada aunque su tono era el gruñón de siempre, sabía que era bastante obvio tener su cola de regreso, pues en ese periodo de tiempo en que había estado solo con Amarant, había notado como su cola servía para tomar al bebé, alcanzar cosas que necesitara y todo aquello.
Su instinto de omega había hecho que su cola creciera, para poder tener un poco de ayuda a la hora de criar a su cría, pensó, era lo más lógico que podía asumir.
— Me preguntó si mi cola volverá también — El alfa sonrió algo bobo al recordar que en realidad su cola le fue bastante útil durante su niñez, pero Kami-sama se la había arrancado, pues interfería con su entrenamiento.
— Si tu instinto de alfa no esta tan atrofiado como creo, quizás sí te crezca — Para sí mismo el omega pensó que si la cola de Kakarotto iba a crecer, esperaba que fuera de una maldita vez, pues no quería estar reparando ropa con tanta diferencia de tiempo.
Esa mañana transcurrió así, el alfa y su pequeño beta, viendo como la cola del omega iba de allá para acá durante todo lo que hacía, con el alfa deseando que su cola volviera a crecer también, para jugar con su pequeño niño que se veía realmente animado por aquello.