Miraba curioso las distintas tiendas, al igual que su hijo que iba colgando de su pecho, acurrucado con su cola moviéndose de allá para acá, mientras ambos seguían a la mujer de cabello celeste, que se veía bastante emocionada por salir a comprar.
Goku pensó que desde que Amarant había nacido en la Corporación Capsula, con la ayuda de un médico amigo de la familia de la chica, Bulma no se había despegado del pequeño niño al cual había adoptado casi como una madrina en realidad, pero él simplemente la dejaba hacer, Bulma les daba comida variada y además le compraba ropa al pequeño beta, que en ese momento miraba curioso la ciudad.
No solían salir mucho realmente, por lo cual siempre que sacaba al bebé a la ciudad donde Bulma vivía observaba todo con atención, riendo de algunas cosas que el alfa no llegaba a comprender del todo, pero si su hijo era feliz él también lo era en realidad.
— ¿Seguiremos viendo más tiendas, Bulma? — Le preguntó mientras la seguía, la verdad era que llevaban bastantes bolsas ya con ropa para Amarant y otros juguetes que al bebé le gustaban y Bulma simplemente seguía los deseos del niño.
— El invierno llegara pronto a la montaña, Goku, es normal que Amarant deba tener ropa abrigada — Le comentó como si fuera lo más obvio de mundo, pues a veces sentía que su amigo olvidaba que un bebé necesitaba otros cuidados, pero la verdad eso no le sorprendía de Goku, él siempre había sido de esa manera.
— ¿Pero después podemos ir a comer? — Preguntó haciendo que la mujer suspirara sin poder evitarlo. Al menos iba Goku y no Vegeta con ella, pensó, pues seguramente el omega tendría mucha menos paciencia para ir de compras, se dijo suspirando, señalando un puesto donde podrían comer.
Le gustaba salir con el pequeño Amarant, pero Goku era el precio que normalmente debía pagar por aquellas salidas, aunque el saiyajin solía llevar bien todas las bolsas con las cosas que compraba.
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Dejó de leer su libro cuando el alfa se apareció en la cabaña, con muchas bolsas y el pequeño Amarant riendo con un oso de peluche entre sus brazos, haciendo que alzara la ceja mientras se levantaba de la mesa, cerrando su libro.
— ¿Esa mujer compró todas las tiendas o qué? — Le preguntó con suavidad viendo como Kakaroto incluso con su cola —aquella que había crecido con una semana de diferencia con la suya— llevaba unas bolsas con compra, que termino por dejar en el suelo.
— También traigo comida, pero eso viene en las capsulas — Dijo con una sonrisa mientras soltaba con cuidado a Amarant de su pecho y el pequeño beta iba feliz a los brazos de su padre, mostrando el oso de peluche que Bulma le había comprado, haciendo que Vegeta alzara la ceja con suavidad.
Su hijo era apegado a aquellas cosas debido a los seres que lo rodeaba, pero aquel hecho no lo molestaba en lo más mínimo, como había pensado alguna vez en su pasado, cuando la idea de tener una cría había pasado fugazmente por su mente.
— ¿Quieres ir a dormir con el señor Oso? — Le preguntó al pequeño beta, el cual río feliz en respuesta, pero bostezo realmente cansado por el día agitado de compras que había tenido.
Con cuidado acomodo a su hijo en su pecho para llevarlo a la cuna, antes mirando a Kakaroto que había comenzado a ver las bolsas curioso, pero únicamente paso a su lado, enrollando su cola con la de él.
Esas cosas siempre le iban a sorprender, como su instinto actuaba muchas veces, pero le era agradable aquella familia que había formado, aún si tenía que muchas veces arreglar la ropa que aquella mujer le compraba a su hijo, debido a que nunca tenía un espacio para su cola, lo cual era realmente importante.
Sentía que esa tarde la pasaría ordenando los nuevos juguetes del niño y arreglando tanto la ropa propia de él como la que seguramente Bulma —como le decía únicamente en su mente— había comprado para ellos, y aunque no lo dijera nunca estaba realmente agradecido por la situación.