Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La defensoría del tiempo por Ghost princess Perona

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“¿Por qué no haces lo usual y mandas al diablo a Sasha?” preguntó Itia, masticando su pan seco. Krest, por su parte, se negaba a comer esa noche. Al amanecer sería 9 de septiembre y, tras frustrar varios intentos de los turcos por entrar a la ciudad, podían dar la misión por terminada, pero habían decidido quedarse hasta que entraran las tropas turcas entraran ese mismo día. Además, el francés se había decidido a salvar a Zaphiri, por lo que tenían que esperar.

“Lo usual siempre nos mete en problemas. De hecho, lo usual me ha llevado tan cerca del calabozo de Robespierre que prácticamente podía sentir la guillotina caer sobre mi cuello” respondió, frustrado. “Sólo… asegúrate de que los turcos no lo atrapen. Y que tampoco te atrapen a ti, porque ya sabes lo que les harán a los cristianos.”

“No tengo intensiones de dejarlos” le puso una mano en el hombro con suma preocupación. “Por favor, cuídate. Ten en cuenta que para los Aliados en este momento no eres ciudadano francés, sino un miembro del ejército griego. No tendrás prioridad.”

“Lo sé bien” contestó él, partiendo en busca del príncipe. Dio vueltas por la ciudad, pero no encontró nada. Ni a nadie. Todos estaban en el punto de evacuación. Estaban todos apiñados en la zona costera de la ciudad para subir a los barcos aliados.  En ese momento se escucharon terribles gritos provenientes de los defensores de la ciudad, señalando el inicio de la invasión turca que le pondría fin a la Kurtuluş Savaşı. “Itia”

Krest se mandó a la carrera por las calles, esperando poder rescatar a su amigo. A su paso, los gritos de los soldados y los civiles que se habían quedado atrás le hicieron venir recuerdos terribles a la mente. De repente, no estaba en las calles de una ciudad griega, sino en los pasillos del hotel de Noailles, aterrado y buscando a su familia en la oscuridad. Su madre… su madre tenía que estar en alguna parte. Empezó a llamarla…

“Krest… ¡Krest, despierta!” la voz de su piloto lo hizo volver a entrar en razón, observando el avance de las fuerzas turcas a sus espaldas. “Ven, tenemos que irnos. Esos turcos están enfadados y los musulmanes de la ciudad se han unido a ellos. No podemos quedarnos ni un minuto más.”

“La… la masacre no empieza hasta el trece de…”

“Dudo que ellos lo sepan, ¿quieres arriesgarte?” lo jaló por las calles hacia el lugar donde estaban los enemigos. La máquina del tiempo se encontraba de esa parte del poblado, por desgracia, pero confiaban en poder esquivar a los saqueadores si iban por los edificios. “Vamos, tenemos que avanzar. Todavía quedan unos buenos kilómetros antes de poder poner el pie en…”

“No” Krest agarró a Itia, pegándolo al edificio antes de que pudiera ser visto por los soldados. Los dos se deslizaron por las callejuelas, esperando escapar de las miradas indiscretas. El menor respiraba muy hondamente, tratando de hacer el menor ruido posible a pesar del nerviosismo que lo inundaba. Demonios, esto se parecía tanto a cuando las turbas de París lincharon a los antiguos nobles en la…

“Cálmate de una maldita vez” dijo el americano, cogiéndolo de la cara. “Sé que escenas como esta te perturba y que te hacen recordar a los peores momentos de tu vida, pero necesitas tranquilizarte. No hay una monarquía por caer, ni una familia real a punto de ser asesinada. Sólo una guerra que Grecia está a punto de perder.”

“Sa… sacudirá los cimientos de la monarquía y… y contribuirá a la caída de la monarquía en Grecia… cuando Constantino II suba al trono…”

“Deja de buscar paralelismos con la revolución francesa, porque eso sólo lo va a empeorar, coño” el piloto le dio una cachetada antes de continuar por una callejuela. Podían escuchar el sonido de las botas de los militares invasores en la parte iluminada de la calle, poniendo a ambos agentes de la defensoría de los nervios. “Mejor ve pensando en cómo vamos a salir de aquí, porque estamos a punto de encontrarnos con…”

“HGggggg…” un sonido vino de la desembocadura del callejón. Ahí, medio escondido, estaba Zaphiri. Krest espabiló nada más verlo, arrodillándose para ver la herida que el piloto mantenía apretada con una mano. Le apartó la mano, viendo la herida de una bayoneta en pleno abdomen. Probablemente había afectado el intestino, algo serio. La cantidad de irrigación en esa zona era…

“Demonios, esto no pinta para nada bien” Itia chaqueó la lengua. Una herida así podía causar una muerte dolorosa días después de infringida, además de ser foco de infecciones por el material contaminado en contacto con la sangre. Necesitaban anticépticos y vendas parar tratarlo, cosa que no tenían en medio de una invasión de soldados rabiosos. “No lo podemos tratar aquí, su única oportunidad es la defensoría.”

“Entonces ahí lo llevaremos” contestó Krest, quitándose la chaqueta de encima. Con esa tela vendó la herida lo más fuerte que pudo, para tratar de cargarlo hacia la nave. No funcionaba, era demasiado pequeño para hacerlo. Itia lo apartó de un porrazo para levantarlo él mismo. Tenían demasiado apuro para que él intentara comportarse como el príncipe azul de Noailles que era.

“Muy bien, vámonos de una vez. Tengo un par de críos que cuidar esta noche” dijo el otro, haciendo que se pusieran en marcha. “Y que conste que me debes una”

Esquivar a los turcos se hizo mucho más difícil con semejante carga, pero de alguna manera consiguieron llegar cerca de la máquina. No por primera vez, el francés dio gracias a la buena suerte que les había permitido sortear todos los obstáculos en sus misiones, lo cual era prácticamente un milagro. Era como si pertenecer a la defensoría les diera un escudo contra la mala suerte intertemporal o algo así. Que la nave tuviera camuflaje también era fantástico, ya que les permitía dejarla donde sea con menos riesgos de perderla.

“Shhhhh, enemigos a las tres” dijo Itia, asomándose por detrás de un edificio. Tenía razón, había por lo menos veinte hombres armados entre ellos y la nave, todos a la espera de algún griego que se atreviera a escaparse de la ciudad caída. El piloto era un hombre habituado al combate. Tras haber servido en Afganistán, era imposible que no lo fuera. Justo por eso sabía cómo deshacerse de enemigos bloqueando su aeronave. Y claro, el control remoto de Sasha también servía de algo.

“Escucha, voy a activar el sistema de defensa externo de la nave. Espero que sea suficiente para alejarlos… y que puedan aguantar la respiración el tiempo suficiente” presionó un botón en su bolsillo, deseando con todas sus fuerzas que fuera el correcto. Por desgracia, no lo fue, porque comenzó a sonar una musiquita futurista que Krest reconoció inmediatamente.

“¿Crees que es el mejor momento para escuchar a las Spice girls?” preguntó mirando incrédulo al piloto, que se encogió ligeramente. Los turcos también parecían turbados. En un principio, escuchar música de la nada no era una buena señal para tu salud mental y luego… bueno, las Spice Girls no era precisamente una música apta para oídos musulmanes. Estos se pusieron nerviosos por la letra obviamente provocativa, acercándose a la fuente. Por suerte Itia consiguió el presionar el botón correcto del aparato. Un gas se esparció por las inmediaciones, haciendo que los soldados se cubrieran las caras con pánico.

“¿Gas, en serio?”

“Es somnífero” dijo el piloto, reacomodando a su cargo sobre sus hombros. Pronto los hombres estuvieron dormidos como bebés, quedándose tendidos en el piso. “Necesitábamos una manera de incapacitar a posibles peligros cerca de la nave sin cambiar la historia ni los árboles genealógicos, así que… fue lo único que se les ocurrió a los tecno nerds de Sasha.”

“¿Y las Spice Girls?”

“Eso es mi culpa” admitió, abriendo la puerta de la nave con prontitud. Los dos se metieron rápidamente, sacando el botiquín de primeros auxilios de su lugar. Krest descubrió la herida de la bayoneta, descubriendo que la hemorragia seguía. Zaphiri no estaba consciente, por suerte, pero su rostro todavía se contraía de dolor a pesar de eso. El mayor cogió una inyección de morfina, aplicándola rápidamente. el príncipe pareció relajarse, lo que les permitió aplicarle vendas propiamente dichas a presión. “con esto durará un poco más”

“¿Cuánto?”

“Es muy difícil decirlo, aunque por su resistencia, diría que mucho” Itia se puso en los controles. “Con la medicina del futuro podremos solucionar este problema.”

“Una vez ahí… quizás tenga que despedirme…”

“Nah, Sasha sabe lo valioso que has sido. Y creo que le encontrará utilidad muy pronto a este de aquí” señaló con la cabeza. “Es piloto, ¿verdad? Sé de buena fuente que están adaptando una nueva máquina del tiempo para cuando las misiones sean tan frecuentes que estemos agotados. La verdad es que me gusta esa idea de los dos turnos, nos permitirá descansar más.”

“No tenemos derecho a quejarnos, al menos yo no” apartó el cabello mojado de la cara del otro noble. “Aunque a mí también me parece bien. Con la universidad y las misiones apenas tengo tiempo para echarme una siesta.”

“Dormir, qué bien suena eso” accionó la nave. “Estabilízalo en la camilla y ponte el cinturón. El viaje es sumamente movido y no quieres que se desangre más rápido, ¿verdad?”

“No” respondió, procediendo a hacer lo que le decían. Con un sonido de succión, la nave dejó ese plano temporal para volver a su lugar de origen. Mientras viajaban, el francés meditó sobre su destino. ¿Acaso acababa de ponerse a sí mismo en las garras de Robespierre? Sólo el tiempo diría si valdría la pena, pero… por el momento no le importaba. Lo que más deseaba era que su amigo se recuperara. Ojalá lo hiciera…

-En la defensoría-

“Está demasiado tranquilo” comentó Krest, observando al sedado griego en la cama de la enfermería. No se veía como él mismo tan tranquilo, pero suponía que debía ser lo normal tras una cirugía de cinco horas. La medicación tampoco ayudaba. A su costado, Sasha asintió a pesar de que no conocía al noble.

“Supongo que debería regañarte por esto” comenzó ella, negando con la cabeza. “Has puesto en peligro a toda la historia y a la línea temporal por haber extraído personajes del pasado sin autorización.” Suspiró, melancólica. “El caso es que no has cambiado nada, así que lo dejaré pasar… pero ni una sola violación más, ¿entendido?”

“¿No es lo mismo que me dijo la última vez?”

“Ahora sí lo digo en serio” ella siguió, sonriéndole. “A veces no lo puedes evitar y lo entiendo. Además, este en particular me sirve. Dijiste que era de la fuerza aérea griega, ¿no? Hace mucho que me planteaba entrenar a otro piloto, alguien con experiencia en aviones me sirve como anillo al dedo.”

“Entonces, ¿es verdad lo de la máquina de reserva?” preguntó el francés.

“En realidad, él será una reserva por si algo le pasa a Itia. Eso si se recupera totalmente” la mujer se volteó. “Te aconsejo dormir por ahora, todavía quedan un par de horas antes de que tengas que ir a la universidad y él no despertará hasta dentro de más. Quizás quieras aprovechar para descansar porque tú tendrás que explicarle lo que está pasando aquí a tu amigo”

“Eso creí”

En general, el día fue bueno. Una mañana tranquila seguida de una tarde estudiando con Ilias un tema que ya empezaba a entender. Aunque todavía no se pondría al volante de un coche, sólo dios sabía cómo terminaría eso. En fin, tuvo el poco de calma que necesitaba tras tener que arrastrarse por las calles de una ciudad invadida llevando a un amigo a rastras, desangrándose lentamente por el vientre. Cuando llegó a la defensoría para rellenar informes se encontró conque Zaphiri estaba despierto. O al menos revolviéndose en su cama, a punto de despertar.

“Hmmmm…” el griego abrió los ojos, tratando de levantarse de la mullida cama.

“Ehhhh ehhh ehh, con cuidado” le pidió el francés, empujando la parte superior de su cuerpo contra el colchón. “Ese turco hizo un buen trabajo apuñalándote con su bayoneta militar. Tenías las tripas medio rajadas cuando te trajimos aquí. Los médicos dijeron que no te podrás parar en un tiempo.”

“Maravilloso” gruñó el tipo, dejándose caer en el sitio. sentirse inútil por semanas, justo lo que necesitaba para levantar el ánimo. “Por cierto, ¿Cómo fue que me evacuaron? Estaba con los defensores de la muralla y soy parte del ejército. Dudo que hayan hecho retroceder a los turcos lo suficiente como para rescatar a los heridos cuando sus órdenes eran las de llevar a los civiles a un lugar seguro.”

“No te evacuaron… yo lo hice. O al menos mi amigo y yo” extendió la mano. “Krest de Noailles” se presentó, usando su verdadero nombre. “Ciudadano francés. Me asignaron la misión de proteger Esmirna hasta que pudieran sacar a los refugiados a través del mar Egeo.”

“¿Y tu amigo? ¿También es francés?”

“Norteamericano”

“Ahh, un yankee” se revolvió. “Y, claro, sus naciones estaban muy interesadas en recuperarlos con vida. ¿Tuvieron suerte para escapar de las consecuencias de su pequeña treta sin un castigo de sus superiores?”

“La verdad, estaban interesados en tener a un piloto experimentado de su parte, les hace falta”

“¿En serio? ¿Los Aliados están necesitados de pilotos?” dijo Zaphiri, levantando una ceja. “Nah, no me lo creo. Algo más está pasando aquí. ¿Por qué no te dejas de rodeos y me dices lo que realmente está pasando aquí?”

“Pues…” Krest dudó un momento, pero decidió que si lo había traído, bien tenía que decirle a qué demonios se atenía. “Nosotros somos de una división separada de nuestros gobiernos. La cede está en Nueva York, más responde sólo a la Corte Internacional de la Haya” él lo miró con confusión. “La misión de este departamento es… preservar la línea temporal como está en los libros de historia.”

“¿Qué?”

“Sé que es muy confuso ahora, pero… nosotros viajamos en el tiempo para asegurarnos de que nuestro pasado no cambie. De vez en cuando hacemos pequeñas extracciones como la tuya… cuando son de poca consecuencia para la historia.”

“¿Poca consecuencia?” inquirió el otro sin saber qué responder. “Espera, ¿Dónde diablos estoy? ¿Qué pasó con Esmirnia? ¿Alguien sabe dónde me encuentro?”

“No habían registros de un príncipe en la ciudad cuando te conocimos, creo que jamás se supo que estabas ahí” contestó el francés, tratando de tener el mayor tacto posible. “En cuanto a la ciudad, fue invadida por los turcos e incendiada el 13 de septiembre de 1922. También hubo un baño de sangre donde los invasores masacraron a la población cristiana del lugar, incluido el arzobispo de la misma. En cuanto a tu primera pregunta” se mordió los labios antes de contestar. “Nueva York”

“¿Nueva York? ¿Cómo diablos llegué aquí en tan poco tiempo? ¿Y qué son todos esos cacharros conectados a mi brazo?” inquirió, jalando un poco los cables.

“Llevas inconsciente sólo un par de horas. Esas cosas sirven para registrar tus constantes vitales, una práctica bastante usual en los post operatorios del 2019.” Le mostró el calendario, haciendo que el griego casi se atragantara. Las fotos en él eran demasiado detalladas para la época en la que vivía, así que tenía que ser verdad. Además, nadie en su sano juicio gastaría tanto para fotografiar a un perro.

“2019” murmuró, queriendo taparse la cara. El ex noble puso una mano sobre el hombro del otro, tratando de evitar que lo hiciera.

“Sé por lo que estás pasando” el príncipe negó con la cabeza, sin creerle. “No, sé exactamente por lo que estás pasando. A mí me extrajeron en 1794, cuando Robespierre estaba a punto de hacerme desaparecer” se encogió un poco. “La verdad es que tuve suerte, el pueblo llano me amaba por mis obras caritativas, así que no podía hacer un espectáculo público de mi muerte y me encerró en la Concergerie…”

“No me importa lo que te haya pasado” respiró agitadamente. “Yo todavía tenía una vida allá. Mi país, el rey… todo lo que era importante para mí. Ahora…”

“La monarquía ya no gobierna en Grecia, fue derrocada cuando Constantino II estaba en el trono. no ha renunciado a sus derechos dinásticos, pero ya no gobierna en su país. De hecho, ni siquiera vive ahí ya.”

“Maravilloso, ni siquiera puedo regresar a casa” cerró los ojos, tratando de procesar lo que había escuchado. Parte de su mente le decía estaban engañándolo, que eso no podía ser, más lo había dicho con una sinceridad innegable. Además, sólo había que mirar a su alrededor para darse cuenta de que el mundo que conocía hace mucho que tiempo que había cambiado. No pertenecía a ese sitio… pero podía hacerlo...

-al día siguiente-

“Hola”

“Hola” saludó Zaphiri. Despues de una noche ardua de reflexión acerca de su propio destino y la puerta que acababa de abrírsele, el griego se encontraba con una mente mucho más clara. Por supuesto, todavía sentía el impulso de matar a quien sea que había arruinado su vida de esa manera, sea el Barbudo o el rey o sus padres o quien sea que fuera… todos menos Krest, que de alguna manera seguía estando en su lado bueno, a pesar de ser el principal autor de su abducción intertemporal. “He estado pensando en lo que dijiste y…”

“Supongo que quieres quedarte” contestó el hombre, tratando de seguir en un territorio seguro. “Es un poco complicado, tendrás que mostrarle tu valía a Sasha, luego recibir un pequeño curso sobre la vida en el año…”

“Eso no es lo que me preocupa. Yo sólo... desearía poder adaptarme” confesó el otro, bajando la mirada. “No soy una persona muy flexible que digamos y creo que me convendría tener a mi lado a alguien que ha pasado por esta situación tan extraña… si tú quieres, claro.”

“Será un placer”

“Excelente” sonrió el príncipe, reacomodándose ligeramente sobre la cama de hospital. “Y, una vez que pueda levantarme de esta prisión acolchonada ¿Qué es lo primero que vamos a hacer? ¿Ir a la Estatua de la Libertad en un coche volador o…?”

“Ehhh, mejor vamos despacio” le sugirió Krest sin querer pinchar su burbuja. Revisó mentalmente sus actividades favoritas en su nueva realidad. “¿Te parecería tomar un café en Starbucks? Tienen un machiatto que está buenísimo. Y si quieres algo sin café, el chocolate y los postres también están riquísimos.”

“¿En serio? Me encantaría”

Notas finales:

Bueno, Zaphiri y Krest se han conectado. El pobre ha podido sobrevivir a la invasión de Turquía por la pronta intervención de Krest, un acto de heroismo que sin duda podría unir más de un corazon a otro. Por su parte, a los cangrejitos y al pequeño Lugonis les falta crecer un poco, pero pronto van a recibir su primer flechazo. ¿O no? Review!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).