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La defensoría del tiempo por Ghost princess Perona

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Notas del capitulo:

Bueno, llegamos hasta la presentación en el fic de Avenir, espero que les guste cómo lo escribí. 

“Es en serio, tienes que hablar conmigo”

“No sé por qué tendría que hacerlo” la respuesta de Hakurei no sorprendió al psicólogo. El mayor llevaba años recibiendo terapia, prácticamente desde los doce, y todavía se negaba a hablar acerca de las terribles experiencias que había vivido dentro del campo de concentración más infamemente famoso del mundo. “Si quisiera publicar mis memorias iría con el imbécil de Ilias”

“Escuché que contar su historia funcionó bastante bien con algunos sobrevivientes de la Shoah, deberías intentarlo.”

“Yo no soy de la Shoah… bueno, no técnicamente” el peliblanco miró al horizonte, manteniendo la compostura. Sus sentimientos estaban divididos en ese ámbito. Por una parte podía identificarse con esas personas al haber pasado por lo mismo, pero por otra no pertenecía precisamente a ese grupo. Los nazis también habían masacrado pueblos gitanos, los lemurianos eran un claro ejemplo. Y… se negaba a tener esa conversación. No era una víctima, jamás se vería a sí mismo como una víctima.

“Bueno, ya que no quieres hablar de eso (otra vez) podemos pasar a tu primer año en la facultad. Sé que entraste a derecho. ¿Te está yendo bien con tu vida social?”

“¿Sage no te lo ha contado?”

“No tengo el hábito de discutir tu vida precisamente con Sage, aunque a veces da ganas de hacerlo. Eres tan hermético para algunas cosas…”

“No sé por qué tendría que repetirlas cuando mi hermano seguro que ya te lo ha dicho todo. Digo, a Ilias sí lo hizo”

 “Es diferente que me lo cuente Sage a que me lo cuentes tú”

“Pasamos por la misma experiencia juntos, la pasamos igualmente mal. Te aseguro que en ese ámbito somos tan idénticos como en físico” dijo sonriendo el gemelo mayor. “En cuanto a mi vida social, seguro que la estoy pasando mucho mejor que mi hermano en la facultad de historia. Voy a fiestas todas las noches que no tengo que cubrir a Itia.”

“¿Abusas mucho del alcohol?” el peliblanco rechinó los dientes. Sí, tenía problemas para mantener sus recuerdos bajo control, pero el alcohol era más una medicina que una droga. Después de todo, cuando estás ebrio no puedes sentir nada.

“No es abuso si sólo estás divirtiéndote” de repente una alarma sonó por todo lo alto en el lugar, haciendo que una sonrisa se extendiera por el rostro del joven. Salvado por la campana. “Vaya, doctor, parece que tendremos que quedarnos aquí por ahora. El deber llama.”

“Espera, Hakurei, no hemos terminado…”

“¡Lo siento, la línea temporal no espera a nadie!” gritó, corriendo hasta el hangar de lanzamiento. Vivir con Itia le había dado una ventaja que nadie habría imaginado, había aprendido a volar antes de siquiera tener la edad legal para sacarse un carnet de conducir. Era un excelente piloto y, aunque cursaba la carrera de derecho, los aviones eran la auténtica pasión de vida. Ellos y las máquinas del tiempo. “¡Ya estoy aquí! ¿Qué tenemos?”

“Vuelvan a su puesto, los dos” ordenó Sasha al ver a los lemurianos en el hangar. Esto sorprendió bastante a Sage, ya que eran la única patrulla disponible en ese momento. Itia estaba en casa, herido por el impacto de una bala; Krest y Zaphiri lidiaban con el Rey Sol e incluso Gateguard se había visto obligado a transportar a Ilias y Lugonis al medioevo para salvar la vida de quién sabía qué capitán de navío de una apendicitis. “Lo digo en serio, están demasiado cerca de su tiempo de origen…”

“¿Y? En ese momento todavía éramos niños. Además, ahí dice que la misión es en España, no en Alemania” dijo Hakurei sin comprender. Por extraño que pareciera, su hermano no lo secundó. De hecho, parecía extrañamente de acuerdo con la directora.

“Señora, si no actuamos pronto…”

“Ni hablar, no voy a mandarlos ahí” repitió Sasha, sonando raramente hostil. “Menos a una misión de ESE tipo.” El peliblanco mayor inmediatamente supo que la asignación en cuestión tenía una moral muy dudosa, algo que normalmente se dejaba a las patrullas senior. “Lo mejor será esperar que uno de los…”

“¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Para cuando lleguen, la historia ya habrá cambiado! ¡Tenemos que intervenir ahora!” el gemelo mayor, tan arrojado como siempre, apartó de un golpe a la persona que tenía enfrente, saltando hacia la máquina del tiempo. Los miembros del equipo trataron de detenerlo, pero lo esquivó. Riendo, cerró la puerta y se puso a los controles, programando el salto temporal.

“¡Hakurei! ¡Detén esto ahora! ¡No tienes ni idea en lo que te estás metiendo!”

“¡No importa, lo haré de todos modos!” gritó el piloto, despegando en su nave. Se movió por el túnel de gusano, esperando a llegar a la salida determinada. Una vez lo hizo, cogió la Tablet con las órdenes que todas las misiones tenían. Podía no ser muy aficionado a la historia, pero vivir con Sage le daba cierta ventaja sobre los otros pilotos en ese campo, así que podía completar la misión él sólo. Sonriendo leyó el primer párrafo y en seguida su actitud cambió. Una ola de nausea lo recorrió entero, algo muy común en los viajes intertemporales, pero que por una vez no tenía nada que ver con la turbulencia, sino con la misión en sí:

19 al 24 de octubre de 1940, España. La reunión de Franco con Hitler en el vagón Erika presentaba una distorsión que podía terminar en la entrada de España a la Segunda Guerra Mundial… o la desaparición del periodo franquista. Y de Heinrich Himmler antes de tiempo, lo que sería un gran alivio para muchos.   

Todavía sintiéndose enfermo en el suelo de la nave lo consideró. Recordó a sus padres y a sus dos hermanos mayores, Dachau, donde habían sido transportados al principio, y luego Auswitch, donde los mayores habían sido llevados nada más llegar a las cámaras de gas por ya no estar aptos para el trabajo. Cosas que podría evitar si tan sólo el nazismo no hubiera existido nunca… aunque a estas alturas ya era muy tarde para hacerlo desaparecer. Pero podía ser mejor… si ese hombre no existiera.

Con más determinación que nunca, procedió a salir de su nave e infiltrarse en la escolta alemana de Himmler. No daba precisamente el tipo de las SS, pero si habían soldados rasos acompañando al líder… bingo, encontró los uniformes de repuesto en el equipaje. Ya disfrazado, fue fácil colarse en la escolta del hombre al lugar donde se reuniría con el generalísimo. Y más que nada, llevar una pistola era…

“Herr soldado... ehhh… herr… vengo con el vino para la cena del General Franco y su ilustre invitado” en seguida supo que algo andaba mal. El camarero que les traía el pedido no se veía nada como el que se lo había tomado. Para empezar, era demasiado joven para trabajar en un establecimiento como este en una posición que le permitiría servir a los comensales más ilustres que había tenido esa pequeña ciudad en mucho tiempo. Además esas miradas extrañas que intercambiaba con otros trabajadores… “¿Disculpe… puede entenderme?”

“Continúe” dijo en perfecto español, sorprendiendo al mesero. Después de todo, si se planeaba un atentado contra la vida de Himmler, él no iba a detenerlo.

“Gracias” el chico respondió, apretando los puños. Empezó a empujar la mesita rodante hacia los clientes, luciendo determinado. A unos meros pasos de ellos sacó de debajo del mantel blanco una pistola con toda la intención de dispararle a Franco, pero los guardaespaldas se interpusieron, al parecer alertados por la conducta sospechosa del mesero. Maldiciendo a su suerte, Hakurei sacó su propia arma. Los rebeldes anti franquistas se mostraron en ese momento, apuntando con rifles al dictador.

“¡Por la libertad!” gritaron algunos, disparando. El peliblanco se echó a un lado para no ser atrapado por la lluvia de balas. En medio del pandemónium que siguió, Hakurei trató de atinarle al jefe de las SS con su arma, pero fue descubierto por otro y terminó dándose a la fuga mientras los soldados de Franco y los de Himmler disparaban tras de él y los partisanos. De repente, uno de ellos lo agarró por la espalda, poniéndole una pistola en la cabeza.

“¡Dejen ir a nuestros compañeros! ¡O de lo contrario le volaremos los sesos a este hombre!” amenazó el que aparentemente era el líder del grupo rebelde, por coincidencia peliblanco como el propio Hakurei.

“¡Hagan lo que quieran con ese traidor!” respondió un oficial alemán con una voz cargada de acento. El lemuriano rodó los ojos. Deberían saber que si estaba con ellos no era precisamente un oficial confiable.

“Suéltame si quieres vivir”

“¿Por qué lo haría?”

“Para empezar, tengo mejor puntería que todos ustedes juntos” empezó el agente, que había pasado horas practicando tiro al blanco en la defensoría. “Luego, porque soy su única oportunidad de sobrevivir tras esto” su secuestrador parecía indeciso. “Finalmente, porque sé dónde pueden intentarlo de nuevo…”

“¿Cómo puede ser eso posible?”

“Hitler va a reunirse con Franco el 23 de octubre en Hendaya, en un vagón llamado Erika” respondió, haciendo que todos lo miraran con cara rara. “Así que… ¿quieren vivir o no? Yo particularmente quisiera hacerlo hasta matar a Himmler. Y a su jefe también si me es posible.”

“No podemos confiar en él, Avenir, es un alemán” señaló uno de los partisanos, mirándolo mal. “Seguro que nos está mintiendo para que nos atrapen sus amigos. Simplemente dispárale y…”

“Tengo menos razones aún que ustedes para querer a ese tipo vivo, pero si insisten…” le pisó el pie al otro peliblanco, apartándose de los rebeldes rodando por el suelo. Se levantó rápidamente, disparando hacia el grupo de oficiales de las SS con una certeza terrible mientras desaparecía entre el paisaje, dejando a ambos grupos boquiabiertos.

“Ehhhhhh… Avenir, ¿ahora qué hacemos? Tienen a nuestros amigos y…”

“Hay que intentarlo de nuevo, esta noche” señaló el otro, mordiéndose un dedo. “Hay que tomar como rehén al nazi ese y obligarlo a liberarlos. Luego… luego vamos por Franco. Si cualquier persona se mete en nuestro camino, lo liquidamos” apretó su pistola. No quería hacer esto, pero… era la única forma. “Y si fallamos ahora, tendremos que intentarlo de nuevo en el vagón de Hendaya”

“Espera, ¿Hendaya? ¿Es que le crees al tipo ese?”

“Sí, no estaba bromeando. Si no podemos hacer esto, intentaremos meter una bomba al vagón y esa será nuestra última actuación. Que Ramón busque los explosivos.”

-Unas horas más tarde-

“Ya estamos aquí” Avenir y sus compañeros lograron entrar en el hotel con disfraces de botones, echando vistazos furtivos a la cantidad de hombres cuidando el ala donde se quedarían los líderes. Iban a entrar en el corredor de la habitación cuando un hombre con traje negro decorado los detuvo. “Servicio a la habitación. Venimos a entregar una botella de champaña al señor Himmler…”

“No recuerdo que herr reichführer haya ordenado una…”

“Herr komandant, justo iba a revisar si ya iban a traer la botella” un oficial con uniforme de las SS lo interrumpió. Era el oficial de antes, que por alguna razón parecía enfermo. “Escoltaré a los sirvientes desde aquí. Heil Hitler”

“Heil Hitler” los dos hicieron la pose tan característica del Tercer Reich, juntando los talones y levantando las manos. En ese momento Hakurei sintió tanto asco que fue un milagro que no vomitara antes de salir de ahí. Los partisanos lo siguieron por un pasillo, alejándose de la gente. El peliblanco no volteó, pero se dedicó a susurrarles.

“Tienen suerte que haya venido a salvarlos. Esto me deja tan mal sabor en la boca que…”

“¿Por diablos nos ayudas?” preguntó Avenir, que de repente sentía mucha curiosidad por el hombre. “Eres un oficial alemán, ¿verdad? ¿No deberías entregarnos para la gloria de tu Führer?”

“¿De verdad crees eso?” entonces el español lo supo. Este tipo no era de los soldados, era un infiltrado de algún grupo rebelde alemán. Quizás. Y su misión era… llegaron a la habitación de Himmler, donde los esperaba con un guardaespaldas de las SS. El hombre sacó su pistola al verlos, pero fue desarmado en un momento por el peliblanco en el mismo uniforme. Los partisanos lo redujeron, permitiéndole al hombre apuntar al Reichführer.

“¿Qué hace…?”

“Silencio, malnacido” los ojos de Hakurei echaban fuego mientras apuntaba, temblando al llevar su mano a su manga, retirándola de su brazo. Su tatuaje con el número de Birkenau quedó al descubierto. “¿Lo recuerdas? ¿Sabes lo que significa esto?” el otro no respondió, pero puso una cara de desagrado. “Y supongo que tampoco se te hacen conocidos los nombres de Dachau y Auswitch Birkenau… las personas deportadas ahí… que todos los días se van por la Himmelstrasse… madres, padres, niños…”

“¿Cómo diablos saliste de ahí?” preguntó el hombre, mirándolo con desprecio. Nadie tendría que haber salido vivo de ese lugar, no desde mayo de ese año.

“¿Te sorprende… que siga aquí?” inquirió él, sabedor de lo que ese tatuaje significaba. Sus manos se movieron hacia el gatillo, apretándolo lentamente. No le importaba, saborear ese momento era lo único que le importaba. “Ese lugar te chupa la vida lo suficiente como para…”

“Espera, no puedes matarlo” Avenir trató de detenerlo. “tiene que liberar a nuestros amigos primero”

“Probablemente ya les metió una bala en la cabeza o los entregó a sus torturadores” respondió Hakurei, tratando de zafarse. “¿No es así como tratan ustedes a sus opositores?”

“No… no es posible… ellos no…” el español había escuchado acerca de los franquistas y los fusilamientos de opositores en lugares como Zaragoza o Granada, también los rumores acerca de las acciones similares de los nazis en su propio país, pero jamás había tenido confirmación visual de ellas. Acaso… ¿este hombre sí era testigo de semejantes actos? “Escucha, comprendo que quieras matarlo. Si lo que dices es verdad, entonces tienes miles de razones para…”

“¿Qué no has escuchado lo que dije? Tus amigos seguro que están en una fosa…”

“No puedes estar seguro…” lo cogió de la mano con la que tenía la pistola, forzándolo a apartarla de él. los dos pelearon por el arma, con Avenir tratando de quitarle el arma. Por desgracia, esto también le dio al guardaespaldas suficiente tiempo como para zafarse del partisano que lo estaba reduciendo y sacar su arma. Sus disparos fueron milimétricos, derribando al menos a tres de los amigos de Avenir antes de que se dieran cuenta. “Chi… chicos…”

“¡Quítate!” gritó Hakurei, pero era demasiado tarde. El hombre le disparó tres veces en el pecho, haciendo que se derrumbara al piso. En ese momento voces se aproximaron por el pasillo, lo que significaba que… “A… ayúdame…”

“Ehhhhh” Avenir no supo qué hacer por ese instante que le tomó a los miembros de las SS armarse. Por suerte, Himmler falló al remover el seguro de su pistola antes de disparar, dándole una apertura para coger al sangrante agente y salir corriendo por la ventana. Al pasar por un costado del hotel pudo ver a los guardias sacar cuerpos del hotel, tirándolos por la parte trasera. “Mis…”

“No puedes hacer nada por… ellos ahora…” el otro peliblanco le recordó, luchando por mantenerse consciente. Si podía llegar a la máquina… “Tienes que llevarme a…”

“No hables, si luchas te…”

“Hay un lugar en el que pueden atenderme… y si no voy moriré. Tú también… porque te encontrarán” siguió hablando, sintiéndose cada vez más débil. El partisano dudó un poco, pero al final decidió que tenía razón. Además se la debía, gracias a él había resultado herido. “Ve por ahí, no te detengas hasta que te diga. Ahora… antes de que…”

“Shhhh” resuelto, Avenir hizo lo que le pidieron. Corrió, manteniéndose escondido entre las sombras, hasta que llegaron a un lugar vacío. Estaba a punto de recriminarle al moribundo esto cuando este utilizó sus escazas fuerzas para abrir una puerta. “¿Qué?”

“No puedo volar en esta situación… tendrás que hacerlo tú…”

“Pero no tengo…”

“Es…. Nuestra única oportunidad” le aclaró, lanzándole una mirada llena de determinación. Algo que inspiró a su nuevo compañero lo suficiente como para intentarlo. Se puso a los controles, siguiendo al pie de la letra lo que le decía Hakurei. La nave despegó sin problemas, aunque el aterrado novato al frente dudaba que fuera él el que realmente estaba controlando esa cosa. Y cuando aterrizaron…

“¡HAKUREI! ¡MENTECATO DEL DEMONIO, ¿TIENES IDEA DE LO QUE HAS HECHO?! ¡TIENES SUERTE DE QUE NO HAYA PASADO A MAYORES, PORQUE YA VERÁS LO QUE…!” la voz de Sasha se interrumpió cuando vio al completo extraño que salió de la máquina del tiempo, arrastrando a un Hakurei casi desmayado de la nave. Sage se quedó paralizado al ver la sangre, su cara blanqueándose completamente.

“Pe… perdón…” fue lo último que dijo. Lugonis, que acababa de volver de su misión, entró en modo doctor en ese preciso segundo, acercándose a su nuevo paciente y arrancándole la parte superior del uniforme.

“Balazos al pecho, un pulmón colapsado, posible sangrado arterial. Hay que operar, ¡a quirófano, ya!” empezó a ladrar órdenes, apresurándose para salvar la vida del peliblanco. Mientras eso pasaba, nadie notó al joven español, que no entendía lo que pasaba aquí. Lo único que sí era que no deseaba que nadie más muriera por su culpa. Se quedó por ahí, prácticamente paralizado hasta que Sage lo vino a buscar un tiempo después.

“Veo que te lo estás tomando bien” comentó el lemuriano, sonriendo cansado. En su brazo había una bandita con algodón, sellando su vena. “Supongo que tengo que darte las gracias por haber salvado la vida de aniue.”

“Entonces él…”

“Aún en cirugía” él negó con la cabeza. “Pero confío en Lugonis, ha salvado a personas con peores heridas que esta” movió su brazo un poco, mostrando su tatuaje con el número. Avenir estuvo a punto de comentar que Hakurei tenía uno igual, pero se abstuvo. Sage, sin embargo, lo notó. “¿Te… habló de lo que significa esto?”

“No exactamente, le dijo algunas cosas a Himmler que… perdón…”

“Uh humm, no tienes que disculparte” el gemelo negó con la cabeza. “La verdad es que me sorprende que haya hablado a alguien de lo que sucedió en Birkenau, normalmente finge que nunca pasó” lo cubrió. “Este tipo de tatuaje se lo pusieron los nazis a muchos de los deportados a Polonia… marcaron como ganado a sus esclavos...”

“No… no tiene que hablarme de eso si no quiere” apartó la mirada de la marca, tratando de entender lo que estaba escuchando. El peliblanco sonrió tristemente.

“He hecho las paces con el pasado. Hakurei… no estoy muy seguro” se levantó de su lugar. “Una señora vendrá pronto con una propuesta y te sugiero que la aceptes. Lo creas o no, ya no tienes cabida en el mundo que antes habitabas. Lo mejor que puedes hacer es acostumbrarte al que tienes delante y avanzar. Quién sabe, quizás te guste.”

“Yo…” Avenir no supo qué responder. Lo único que sabía era que… quería saber más acerca de ese peliblanco que había resultado herido por su culpa. Deseaba conocerlo… y ayudarlo a sanar.

Notas finales:

¿Qué les pareció el rescate de Avenir? El pobre chico, siempre queriendo ser el escudo de los demás, creo que se haría sin ninguna duda miembro de una resistencia anti franquista. Y Hakurei... alguien con semejante trauma y con una impulsividad parecida a la de él sin duda trataría de hacer algo así. Pobrecitos... aunque la historia sin duda va a unirlos. Review!!!


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