Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La defensoría del tiempo por Ghost princess Perona

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“No sé cómo voy a ayudar, yo… sólo volé una vez bajo las órdenes de Hakurei y…”

“Lo hiciste mejor que Itia en su primer vuelo, niño, no seas tan modesto” contestó Sasha, poniéndole punto final al asunto. La verdad era que todos los turnos estaban saturados últimamente y, con dos pilotos fuera de combate por el futuro cercano, tenía que hacer uso de los recursos que tenía. “No te preocupes, te emparejaré con un veterano para que sepas qué hacer. Todos ellos han llevado cursos de pilotaje de emergencias.”

“Me… siento un poco más tranquilo” dijo Avenir, nervioso. Recién se enteraba de que los viajes en el tiempo existían y ahora tenía que hacerse parte de ese extraño grupo al que saltar de año en año les parecía cosa de todos los días. “A… ¿sabe cómo está Hakurei, por cierto?”

“Se recuperará, pero Lugonis tuvo que trabajar contra reloj para salvar sus pulmones, así que estará de permiso por algún tiempo” respondió la directora con cara agria. “Ya envié a Krest y Zaphiri a solucionar el caos que causó en 1940 y tengo al resto trabajando horas extra en contención de daños…”

“Supongo que nadie acabará con Franco”

“No te pongas tan triste, el tribunal de la opinión pública ya se encargó de él. Si quieres ver cómo, tienes muchos documentales de historia a los que recurrir” suspiró. “Bueno, el caso es que deberías conocer a tus compañeros mientras puedas” lo guio hacia un pequeño comedor, donde unas personas muy somnolientas bebían cafés lentamente. “Ilias, tu nuevo compañero. Avenir, Ilias Leoxes. Es historiador veterano. Los dejo para que se conozcan.”

“Vaya, parece que al final sí te has unido. Bienvenido al trabajo más extraño del mundo entonces” respondió el griego, revolviendo el café mientras luchaba por mantener sus ojos abiertos. “Gracias por las horas extras por cierto, novato.”

“No fueron cosa mía…”

“Oh, sí, sabemos, pero no hay más personas a las qué culpar con Hakurei hecho una coladera” respondió el otro sarcástico, frotándose los ojos. “Ese chiquillo… lo conozco desde que tenía doce años y aún no sé dónde tiene la cabeza. Si necesitaba descargarse hubiera hablado con su psicólogo. Eso le funcionó a las mil maravillas a su hermano.”

“Ehhhhhhh… no quiero parecer descortés, pero tengo que preguntar” carraspeó antes de continuar.  “¿De qué año son?”

“¿Ahhhhh? ¿Acaso no sabes que es de mala educación preguntar la edad de la gente?” la cara de Avenir se puso pálida. “Estoy jugando, no te alteres.” Lo calmó en seguida el veterano. “Soy exactamente de este tiempo. Gateguard aquí, por otra parte, es de finales de la Gran Guerra.”

“¡¿Qué?!” giró la cara del uno al otro. El pelirrojo ahí, a pesar de sus ojeras, se veía más joven que él, como de la edad de Hakurei. No podía creer que en realidad fuera mayor que él mismo, o que el hombre que ahora era su compañero. O que el griego fuera el más joven de los tres. “No es posible.”

“Oh, sí. Los beneficios de los viajes en el tiempo. Aunque también hay algunos… zzzzz” se quedó dormido sobre la mesa, con la cabeza al costado de su taza. Gateguard también estaba fuera de combate. Por un momento Avenir sintió algo de culpa. Su estado probablemente se debía a lo mucho que los ponía a trabajar Sasha en reparar sus acciones. Quizás… no debió haber convencido a sus amigos de intentar asesinar a Franco. Si tan sólo no lo hubiera hecho…

“¿Por qué la cara larga?” Sage se apareció en ese momento, con un semblante pálido. Se había quedado todo el tiempo al lado de la cama de su hermano desde la operación, así que no había tenido ocasión de verse con sus colegas, pero ahora que Lugonis estaba con él podía darse un paseo para comer algo. “No es tu culpa. Hakurei fue estúpido por ir a esa condenada misión sin leer antes de qué se trataba. Y lo de las horas extra ya era cosa de todos los días…”

“No, es que… por cómo habló, ustedes son de mi época…”

“Algo así, nos fuimos cuando éramos niños” aclaró el gemelo menor, levantando la cabeza un poco. “De Berlín… aunque nos extrajeron en Polonia, 1945” vaya, incluso esos dos eran más jóvenes que él, qué desgracia. “Fuimos deportados”

“Escuché algo sobre las deportaciones en masa que se estaban dando en…” una alarma sonó por encima de sus cabezas, haciendo que Sage suspirara. Con una mano sacudió al pelirrojo, que abrió los ojos atontado. Reconociendo el sonido, el antiguo príncipe tomó su tasa y sin decir palabra se fue hacia la puerta. Tras una mirada de disculpa, el lemuriano hizo lo mismo, desapareciendo por un pasillo.

“Tranquilo” Ilias dijo, rodando a un costado. Se notaba lo cansado que estaba. “Pasa todo el tiempo. Ya nos hemos acostumbrado a trabajar bajo presión. Siempre termina calmándose después de unos días.”

“¿Calmándose?”

“Sí. Ahora mismo hay una gran burbuja en la década del cuarenta al cincuenta, pero ya se han formado antes y hemos terminado arreglándolas. Ya verás, después de unos días podremos volver a nuestro ciclo de sueño normal.”

“Ya veo. Entonces…” la alarma sonó de nuevo, haciendo que Ilias gruñera. Los dos fueron por el mismo pasillo por donde el equipo anterior había desaparecido. Pasaron por el vestuario, donde fueron vestidos con trajes que Avenir no pudo reconocer más allá de que eran uniformes. Unos con una estrella en el brazo. Cuando llegaron al hangar, la máquina del tiempo ya estaba preparada.

“Cracovia, 1942” dijo Sasha, entregándole a Ilias la Tablet con los datos. “Tienen que proteger a un pianista de los alemanes antes de que lo deporten.”

“¿Un… pianista?”

“¿Vladirlav Spilzman? ¿El Robinson Crusoe de Cracovia?” preguntó el historiador, interesado. Su tesis de licenciatura había sido precisamente de esa época. El peliblanco miró a su compañero sin entender. ¿Acaso este hombre había sido tan importante? “¿el de la película galardonada con el Oscar?”

“Sí, ese. Vayan ya” se apartó del camino, permitiéndoles entrar en su transporte. Con algo de renuencia, el peliblanco tomó de los controles y, con las direcciones de su nuevo amigo, pudo aterrizar a salvo en la época correcta. Suspiró de alivio. Quizás sí era bueno para esto.

“Que no se te suba a la cabeza, es mucho más fácil llegar a épocas cercanas. Si tuviéramos que ir a 1600 estaríamos en problemas” comentó Ilias antes de salir a las calles de Cracovia. O más bien, del ghetto de Cracovia. Avenir miró asombrado a su alrededor mientras lo hacían, deteniéndose en los rincones donde niños mendigaban por pan. Los muchos transeúntes se apartaban en cuanto los veían, aterrados. “Ahora, lo que tienes que saber es que actualmente por seguridad usamos el uniforme de la policía judía del ghetto. Esto nos proporciona protección, pero te abandonará si sales ¿entiendes?” él asintió, inseguro. “Y por nada del mundo mires a un nazi a los ojos o lo contradigas.”

“¿Por qué? ¿Qué pasa con los alemanes?”

“Los nazis odian a los judíos, eso es lo que pasa” contestó misteriosamente el historiador, alejándose cada vez más de las paredes que envolvían el barrio. En menos de lo que esperaba, Ilias ya había conseguido una habitación para ellos cerca de donde vivía la familia Spilzman e hizo un plan para ir a verlo tocar a diferentes cafés. Avenir simplemente asentía, sintiéndose como un idiota. Él había vivido esta época, ¿no debería ser capaz de transitar por ella mejor que alguien del siglo siguiente? Por desgracia, como estaba a punto de enterarse, Polonia no era España.

“Ten, debes estar ham…” la voz del historiador se apagó en cuanto escuchó motores afuera. Con una rapidez inusitada, el hombre apagó la luz, escondiéndose detrás de las cortinas con los ojos afilados. Sin poder controlar la curiosidad, su compañero se acercó para ver qué estaba pasando cuando vio a oficiales gritando en alemán sacar a personas de la casa de en frente y dispararles en plena calle. El grito de horror que iba a proferir quedó atorado en su garganta cuando la mano de Ilias se cerró alrededor de su boca, conteniéndolo firmemente. “Shhhhhhh” indicó, observando cómo se iban los camiones. “Respira profundamente, así. Uno, dos, uno, dos…”

“¿Qué… qué acaba de…?”

“Te lo dije, ¿no? Los nazis odian a los judíos” poco sabía Avenir en ese momento, pero no iba a ser el fin de los horrores que llegaría a ver en su carrera en la defensoría. O en esa misión.

-Días más tarde-

“¿Se los están llevando de nuevo?” preguntó el peliblanco, aún shockeado por los últimos días. Ya habían trasladado a la familia a los barracones de una fábrica donde trabajarían como obreros, pero ahora… ¿iban a hacerlo de nuevo? “¿A dónde van a llevarlos?”

“A un tren al que no podemos permitir que Spilzman suba” fue la única respuesta del otro. Los dos se encaminaron a la estación, donde la policía judía ayudaba a meter a los demás judíos a lo que parecía un tren para ganado. Pudo divisar cómo los empujaban adentro, a mujeres embarazadas y niños demasiado pequeños para trabajar, a ancianos… “Mantén la vista en el objetivo, no te dejes abrumar.”

“Es que… ¿Cómo puedes ver esto y no pensar en…?”

“¿Crees que no lo hago? No soy de piedra, realmente me horroriza esta situación, pero los dos solos no podemos con todos esos bastardos” el antiguo partisano se mordió los labios. Tenía razón… “Este trabajo no sólo es el más extraño, es el que más difícil que puedas imaginar. Sobre todo si sabes lo que le espera a la gente. Y nunca se hace más fácil.”

Justo como le dijo Leoxes, no se hizo más fácil. Habían salvado a Spilzman del tren de deportación, pero no de convertirse en un esclavo de los nazis. Trabajaba todo el día llevando materiales de construcción, comiendo poco y asistiendo a asiduas ejecuciones públicas de compañeros. Todo observado por los agentes de la defensoría. Entonces llegó un momento en que un oficial golpeó al pianista con un látigo.

“¿Lo salvamos para esto?” preguntó Avenir, muy serio. Ya estaba llegando a su límite, y eso que había vivido un momento de la dictadura franquista que no estaba caracterizado por su respeto a los derechos humanos. “Sé que debe ser una historia muy conmovedora de escuchar, el que haya sobrevivido, pero por favor, no puedes decirme que esto…” señaló “fue para lo que lo salvamos.”

“Lo que sea que le esté pasando, puede ser peor”

“¿Ah, sí? ¿Cómo?”

“Bueno, podría haber ido en ese maldito tren para empezar” los ojos del peliblanco se abrieron bastante. Sabía que la familia del hombre que tenían que mantener vivo estaba en ese tren. Al igual que miles de personas. Ellos… no, no se podía hacer a tanta gente desaparecer. No podían haberlos matado a todos. Ni siquiera Franco habría hecho eso. “¿Qué creías que iba a pasar?”

“Yo… no pueden haber asesinado a tanta gente…”

“¿No? ¿Por qué no les preguntas a Sage y a Hakurei?” de repente todo tenía un sentido muy siniestro. Había visto la actitud de Hakurei cuando quiso dispararle a Himmler, cómo temblaba y su cara contraía por un dolor que ni el tiempo había podido borrar. El grito desesperado por justicia. “Esos trenes son parte de la operación Reinhardt para exterminar a todas las razas que los nazis creen inferiores.”

“Entonces… esa gente… todos ellos…”

“Han sido llevados a un matadero” terminó fríamente el otro. Avenir no pudo más y corrió lo más lejos que pudo. Se detuvo en las paredes del ghetto, devolviendo con fuerza todo lo que había comido desde esa mañana. Sólo un pensamiento lo embargaba, no puede ser posible. Nadie sería tan cruel… y de todas maneras, siempre que pensaba en Hakurei, tenía sentido. Y también le daba mucha tristeza. Pensar que gente tan joven había sido víctima de un crimen de semejante envergadura. O peor, que esto había pasado… simplemente no lo entendía.

-Esa noche-

“Veo que aún estás aquí” comentó Ilias cuando volvió a entrar a la casa rentada que ocupaban. Avenir levantó la cabeza desde donde estaba, todavía en posición fetal, sintiéndose carente de fuerzas, aunque dispuesto a hablar. Quería entender lo que estaba pasando aquí… o al menos a la persona por la que aún sentía tanta curiosidad. “Muestra que eres fuerte. Y capaz de hacer este trabajo” siguió el historiador, cortando el pan de la cena. “Lamento que esta sea tu primera misión, de verdad. Esta época es más dura de lo usual, normalmente se la encargamos a los veteranos y…”

“Tenemos que hablar” interrumpió Avenir, estirándose un poco. “Yo… durante la dictadura de Franco, asesinaron a mis padres por ser comunistas, así que soy consciente de que los fascistas matan gente. Sé que tienen muchos cadáveres en su haber y que Hitler también… pero…”

“No sé mucho sobre el franquismo, lo dejé un poco de lado a pesar de que… mi tesis hablaba precisamente de estas cosas” se rascó la cabeza, recordando cómo había comparado a los peores genocidas de la historia. “Trataré de explicarte con la mayor delicadeza posible lo que está pasando aquí.”

“Está bien” suspiró, inspirando hondo. “Esas personas que vimos en el tren de ganado… ¿iban a ese lugar del que habló Hakurei? Auswitch o Birkenau o los dos.”

“Oh, eso habrían querido ellos. No, ese tren iba directo a Treblinka y de ahí a una cámara de gas, el método de ejecución favorito de los nazis” las manos de Avenir volvieron a apretarse fuertemente alrededor de sus rodillas. “Ese sitio era una auténtica fábrica de la muerte”

“Él mencionó una Himmelstrasse…”

“En alemán eso significa calle del cielo. Los judíos entraban en las cámaras disfrazadas de duchas y salían por las chimeneas, directo hacia el cielo” aquella sensación de nausea volvió con venganza, casi venciéndolo por segunda vez en el día. “Todavía las puedes ver en el 2019 en Auswitch-Birkenau, si tomas el tour.”

“¿Quién querría ver ese sitio?”

“Si lo piensas bien, todos deberíamos verlo. Está ahí para recordarnos lo bajo que puede caer el ser humano, además de asegurarse de que esto no se repita” el peliblanco movió la cabeza. Quizás debería él también ir a ese sitio.

“¿Tú has ido alguna vez? Digo, tiene que ser un lugar enorme para que enviaran ahí a todos los judíos de Europa para matarlos…”

“¿Auswitch? Sí, era grande. Mucho más que otras de su categoría” la expresión de alarma en la cara de su novato fue suficiente para transmitirle sus pensamientos. “¿Acaso pensabas que sólo había uno? No, la operación Reinhardt comprendió cientos de campos de concentración y exterminio diseminados por los territorios ocupados por el tercer Reich. Además de Birkenau, existieron Dachau, Sachsenhausen, Maunthausen…” con cada nombre la palidez de Avenir aumentaba. “Treblinka, Belzec y Sobibor eran casi exclusivamente de exterminio.”

“Dios mío” se persignó, algo que no había hecho desde la muerte de su abuela. “¿Cómo diablos no estaba enterada toda Europa de lo que estaba pasando?”

“Oh, se sabía. Los gobiernos lo sabían o habían escuchado los rumores, el vaticano sabía de la existencia de esos campos, las comunidades judías también” siguió Ilias. “Personas como tú quizás no, los soldados que los liberaron tampoco y los que vivían alrededor de ellos juraron que no sabían...” Sacó la Tablet, jugueteando con ella. “Es mejor no darle más vueltas mientras estamos de misión, sólo te afectará más”

“Supongo que tendré que hablar con Hakurei de esto cuando regresemos”

“Bah, ese tipo no habla con nadie. Muchos le han ofrecido ayuda, pero se niega a recibirla. Creo que piensa que ser una víctima le hace débil”

“¿Por qué? Sobrevivió. Y fue lo suficientemente fuerte como para mantener vivo a su hermano también. Dudo que haya mejor expresión de fortaleza que mantener a tus seres queridos vivos en semejante tragedia.”

“Bueno, eso no tiene mucho que ver con él. Más bien conque a los nazis les gustaba usar gemelos en experimentos. Ya sabes… son sujetos idénticos biológicamente, puedes inyectar a uno y conservar un control” las náuseas volvieron con renovada fuerza, tanto que el español ya no pudo aguantarlas y soltó el contenido de su estómago. “Veo que no estabas listo para eso”

“¿Cómo diablos es que siguen vivos? ¿O siquiera cuerdos?”

“Tú lo dijiste, son fuertes. Lo suficiente como para recuperarse o actuar normalmente a pesar de lo que esté sintiendo por dentro” Ilias entornó los ojos. “Espero que realmente tengas estómago para esto, porque creo que… tú podrás ayudarle más que nosotros. A Hakurei, quiero decir. Empiezo a pensar que eres justo lo que necesita para superarlo.”

“¿Y por qué estás tan seguro?”

“Eres sincero y te preocupas genuinamente por él, a veces sólo hace falta eso. El resto es complicado. No puedo decirte qué hacer exactamente, pero sé que elegirás tus palabras con cautela y el resto fluirá.”

“Temo arruinarlo”

“No puedes arruinarlo más de lo que está ahora”

-Unos días más tarde-

“¿Dónde…?” Hakurei comenzó, despertándose tendido en una cama de hospital. La memoria le volvió lentamente, haciendo que recordara el momento exacto en que el guardaespaldas de Himmler lo utilizó como blanco de prácticas. Giró el cuello, esperando ver a su hermano sentado al costado, pero Sasha lo recibió con una expresión amargada.

“En la defensoría, como debe ser” contestó, echándole una mirada envenenada. “Supongo que ya sabes por qué no quería enviarte a semejante misión, ¿verdad?” no se atrevió a contestar. “Justo como creí, iba a ser un desastre. Tus acciones estúpidas han tenido consecuencias catastróficas en la línea temporal. Si no fueras uno de nuestros mejores pilotos, yo…”

“¿Me… hubieras devuelto…?”

“¡Claro que no! ¡¿Me tomas por un monstruo?!” ella suspiró antes de continuar. “Sólo quiero que estés consciente de lo que pudiste haber causado. Las consecuencias que tuvimos que afrontar en los traslados y los campos para dejar la historia como estaba, para que alguien sobreviviera… y hubiera sido peor si hubieras matado a ese malnacido. ¿En qué diablos estabas pensando?”

“Justicia” respondió. “Venganza… sin él…”

“Sin él, el nombre de la operación hubiera sido Reinhardt-Heidrich o algo peor. Convertir a ese tipo en un mártir no iba a hacerle favores a sus víctimas” apretó los puños con sus escazas fuerzas. “No es por menospreciar tus esfuerzos, sólo quiero que entiendas lo que podría haber pasado si cambiabas la línea temporal.”

“Yo…”

“Shhh, trata de descansar por ahora. Luego te tocará pagar” le indicó ella. “Ah, por cierto, quedas oficialmente removido de cualquier operación durante la segunda guerra mundial y condenado a tres mil horas de terapia obligatoria. Espero que con eso recapacites antes de ir contra las órdenes de nuevo.”

Notas finales:

¿Qué les pareció? Sé que no debería torturar a Avenir así, pero él tiene que entender un poco esa época para poder ayudar a Hakurei, ¿no lo creen? Y, por ese apoyo, también puede nacer el amor entre ellos. Después de todo, ya existe admiración. ¡Review!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).