Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La defensoría del tiempo por Ghost princess Perona

[Reviews - 14]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Espero que les guste...

“Hola” Avenir asomó la cabeza por la puerta de la enfermería. Acababa de regresar de la misión de Cracovia cuando se topó con Sage, que le avisó del despertar de su hermano. Con paso tembloroso, el hombre se dirigió a la habitación. La verdad era que estaba muy nervioso, demasiado para ser sólo una reunión casual. “Sage me dijo que estabas levantando y quise venir a…”

“Sage debería aprender a mantenerse callado por una vez” respondió el gemelo mayor de mal humor para luego suspirar y dejarse caer sobre las almohadas. “No me hagas caso. Estoy de pésimo humor desde que nuestra querida directora me puso en terapia obligatoria. Lo último que necesitaba, francamente.” Puso las manos en su regazo. “en fin, he oído que te contrataron. ¿Cómo te ha tratado el siglo veintiuno?”

“Mucho mejor de lo que podría creer” contestó. “Aunque no he pasado más de unas horas en él, a decir verdad. Inmediatamente me mandaron a 1942 con uno de los veteranos” la expresión de Hakurei se ensombreció de repente. “Perdón, me advirtieron que no querías hablar se esa época.”

“No, está bien. Dime… ¿causé mucho daño?” el otro lo miró sin entender. “Por ahí tienen la teoría de que mis acciones generaron que las cosas fueran a peor… o al menos la burbuja que los tiene a todos tan atareados.”

“¿Burbuja? Creí que ya estaban teniendo problemas”

“Oh, sí, pero se pusieron muchos peores con el lío que armé en los cuarenta” se estremeció de dolor por un segundo. “Demonios, Lugonis debería haberme inyectado más morfina. Estas heridas duelen como el diablo.” Sus ojos se volvieron a posar en él. “No has respondido a mi pregunta”

“Bueno es que…”

“¡Hakurei! ¡Mocoso del demonio, esta vez sí que la has liado! ¡¿Dónde estás?!” los gritos interrumpieron la plácida platica y segundos después la puerta se abrió de sopetón para revelar a un peliazul con ojeras bajo los ojos casi tan grandes como su propio rostro. “Maldito seas con tu maldita impulsividad. ¿Es que acaso no pensaste en el resto? ¡Ya teníamos suficiente trabajo sin ti creando una burbuja temporal! ¡Responsabilízate por lo que hiciste!”

“Ya cállate, Oldenburgo. Estoy demasiado cansado para seguir escuchando tus estupideces” contestó Hakurei, bostezando. El hombre pareció querer echársele encima por un momento, pero una mano en su hombro se lo impidió. La actitud del gemelo mayor cambió en ese momento, con la cabeza más gacha. “Krest, gracias por hacerte un tiempo para venir a visitarme.”

“¡Oye! ¡¿Por qué a él lo tratas con respeto y a mí me echas?! ¡Al menos trátanos de iguales!”

“Ya, Zaphiri, cálmate. Seguro que simplemente lo incomodaste por entrar en la habitación haciendo tanto ruido. Eso no se debe hacer en un hospital” contestó el otro, aún manteniendo la presión en la articulación de su compañero para que no se lanzara contra el otro. “¿Cómo te encuentras, Hakurei? Escuchamos lo que pasó.”

“Si lo hubieras hecho, sabrías que estoy como una coladera… literalmente” bromeó el herido, apartando la vista del otro. “Adolorido y aburrido, así es como me siento, pero Lugonis se niega a subir la dosis de morfina o darme otro tipo de calmantes”

“Sigue las órdenes del médico, jovencito, las drogas no son para jugar” le regañó Krest, sentándose a su costado. Avenir no pudo menos que maravillarse. El francés parecía todo un experto tratando a Hakurei, tanto que se sorprendía de que sus intentos de ayudarlo no hubieran tenido fruto. “¿Estás bien? ¿Sucedió algo mientras estabas en esa misión que tenga que…?”

“¿Aparte de que casi me hayan convertido en coladera, dices? No, no lo creo” continuó el peliblanco con una sonrisa deslumbrante. El pelinegro siguió con la misma expresión, pero se detectaba la tensión en el aire. “Tranquilo, estaré trabajando en menos de lo que canta un gallo… también volveré a la universidad.”

“Me alegro de que te estés recuperando tan bien, amigo” respondió el otro, sin quitar la expresión alegre de su rostro. “¿De verdad no quieres hablar acerca de nada? ¿Ni siquiera de lo que pasó?”

“No, ¿Por qué lo haría? Ya se arregló, ¿verdad? Si no, no hubiera escuchado el final de Sasha” el gemelo mayor rápidamente desvió la conversación a partir de ese punto. El peliazul al que había llamado Oldenburgo pareció querer golpearlo de nuevo, pero se contuvo en ese momento. Quizás porque observó que Avenir se movió para interceptarlo si se necesitaba. “¿La burbuja desapareció ya?”

“No, el eco temporal de tu estupidez no se va a ir por semanas” dijo el griego, frotándose los ojos. “Estamos tan faltos de personal que hasta el novato ha tenido que ir de misión. ¿Te puedes creer la profundidad de tu error?”

“Creo que no necesita que nos lo recuerdes, gracias” Krest terminó la conversación en ese momento, apartándose del herido para coger a Zaphiri del brazo. “Por el momento no hay ninguna alerta, así que ¿Por qué no descansas tranquilo mientras nosotros le invitamos una taza de café al novato? Y no las baratas de la cafetería, sino una buena del Starbucks de al lado.”

“¿Pueden permitírselo en semejante situación?”

“Sasha nos puede llamar siempre que necesite” la respondió el francés, sonriéndole. “Que te mejores, Hakurei. Extrañamos tenerte trabajando con nosotros.” Agitó la mano para despedirse, arrastrando a los otros con él fuera de la habitación. Una vez en el pasillo suspiró, fijando una mirada dura en su compañero. “¿Cuántas veces te he dicho que dejes en paz a los heridos? No importa cuánto te hayan hecho rabiar, no puedes comportarte así.”

“Lo siento, lo siento, es que… tiene que aprender a comportarse. Ya no es un niño” el peliazul hizo un puchero. “En fin, supongo que las cosas han comenzado a calmarse. La sirena ya no suena cada cinco…” un sonido vino del otro extremo del pasillo. “Para qué hablé” se lamentó. “Espero que sea alguien del calibre de Anna Frank o voy a…” se fue, agitando la mano. “Adiós, novato, ese café tendrá que esperar.”

“Por… supuesto” respondió Avenir sin saber qué más decir a los excéntricos personajes que tenía delante. Cayó en la cuenta de que esos dos se tomaban de las manos mientras caminaban en un obvio gesto de afecto. Ahora, en España de su época un comportamiento como ese sería impensable. En cualquier caso, inclinaciones como estas debían mantenerse en secreto. ¿Cómo diablos podían caminar tan libremente por su sitio de trabajo de esa manera?

“Oye, novato, deberías aprovechar tu tiempo para dormir, esto va para rato todavía” murmuró Ilias cuando lo alcanzó frente a una de las habitaciones. Soltó un bostezo mientras le invitaba a entrar al cuarto. Por un momento Avenir dudó, pero entró de todas maneras. Se relajó cuando vio varias camas del estilo que vez en un cuartel militar. Se recostó en una con la intención de dormir unas cuantas horas. “¿Hablaste con Hakurei?”

“Sí” respondió somnoliento el peliblanco, cerrando los ojos. Necesitaba ese sueño, deseaba mantener esos pensamientos perturbadores fuera de su mente y esa parecía ser la única manera de hacerlo.

“¿Y de su verdadero problema?” siguió el historiador.

“No… entró alguien y… no quería hablar de eso”

“Como siempre” el otro se volteó, quedando de cara hacia él. “Supongo que no debí haber creído que lo haría a la primera, pero… sigo pensando que eres el que más puede ayudarlo. Tengo fe en que sea así.”

“¿Por qué tienes tanta fe en alguien que apenas conoces?”

“Porque comparten experiencias similares en cierto grado. Y no estás relacionado por sangre o mayor o menor que él en cualquier tipo de edad, sino contemporáneo” contestó el león, también cerrando los ojos. “Lo que quiere decir que te escuchará. Eso es más de lo que cualquiera de nosotros puede decir.”

“No estoy seguro de que podría hacer…” Ilias no respondió, habiendo caído dormido debido a lo exhausto que estaba. Unos segundos más tarde, el español lo siguió. Sus sueños, como siempre desde que sus padres murieron, eran oscuros. Trató de escapar de la oscuridad, pero se encontró atrapado. Miró a su alrededor, tratando de discernir en dónde estaba. Una ruma de papeles conocida le dio la respuesta. Se hallaba de nuevo en ese lugar. Encerrado detrás de la pared falsa de la cocina, presenciando el asesinato de sus padres. quiso detenerse, más no pudo evitar ver por el agujero que comunicaba con la casa…

Nonononononononononononononononono. Esto no podía estar pasando de nuevo. Hace mucho que las pesadillas se habían ido, las había suprimido con fuerza de voluntad, como debe hacerse con cualquiera de estos traumas.

Justo como lo está haciendo Hakurei, le recordó una vocecita en su cabeza. Apretó los dientes. Él no necesitaba ayuda. Lo que habían pasado los gemelos y lo que le pasó a él con los franquistas era completamente diferente. Esos dos necesitaban ayuda porque su experiencia era tan extrema que dudaba que cualquier persona pudiera salir cuerda de ella. Él… él no necesitaba ayuda.

Todos necesitamos ayuda de vez en cuando, alguien que se parecía demasiado a su madre le dijo, justo antes de que sus ojos se fijaran de nuevo por el agujero. Justo como todas las veces antes, los soldados los soldados del gobierno estaban ahí, destrozando todo. Quería salir, pero si lo hacía… era demasiado tarde, encontraron la imprenta que su padre utilizaba para fabricar los panfletos. Y a algunos de ellos. Avenir se levantó, tratando de salir, más habían asegurado la puerta por fuera. Observando siempre por alguno de los agujeros, buscó una manera de salir. Pero era tarde, demasiado tarde, demasia… ¡Booom!

“¡NO!” su grito al despertar, mirando a su alrededor. Estaba en la misma habitación donde se había dormido, enredado en sábanas, sudando y con la cara más pálida que nunca. Para colmo de males, lo siguiente que notó fue que no estaba sólo en el cuarto. Un hombre joven con el pelo negro lo estaba observando. Llevaba una libreta en la mano, mirándolo con unos ojos bastante analíticos… y sorprendidos.

“Vaya, cuando vine no esperaba esto. Aunque en cierta manera nos ahorra un gran tiempo, sobre todo si resultas ser tan hermético como tu amigo Hakurei” se acercó, estirando una mano hacia el chico. “Bueno... supongo que las presentaciones son primero. Soy Yugo Morel, el psicólogo de la defensoría” ninguno habló. “Ehhh… sabes lo que es un psicólogo, ¿verdad?”

“¿Los doctores que se encargan de los enfermos mentales?”

“Ese es un concepto muy anticuado. Nosotros nos encargamos de la salud mental de las personas, es verdad, pero es muy común en estos tiempos acudir a nosotros con cualquier clase de problema. La terapia se ha diversificado mucho en estos tiempos, ¿lo sabías?” el español no supo qué responder, así que el otro siguió. “Aunque supongo que un partisano de 1940 no podía tener otra.”

“Sí, emmmmm” trató de zafarse del asunto el peliblanco. No necesitaba a alguien tratando de meterse en su cabeza, ya tenía suficientes problemas. “Es completamente innecesario…”

“Y es ahí donde diferimos” señaló él, mirando el techo por unos segundos. “Con tan sólo observarte dormir por unos minutos puedo decir que sufres de PTSD… trastorno de estrés post traumático” los ojos del joven se ensancharon. Jamás en su vida le habían hecho un diagnostico psicológico o dicho que había algo mal con su cabeza. ¿Y qué demonios era esa enfermedad innombrable? ¿Era grave? “Tranquilo, la mayoría en tu situación lo tiene.”

“¿Qué…?”

“El trauma deja una huella en la mente que es difícil de borrar, a veces imposible, pero se puede tratar antes de que las consecuencias de dejar la herida abierta sean muy graves. Como le pasó a Hakurei”

“¿Él… tiene PT… lo que sea?”

“Ah, sí. De hecho, Hakurei es el único aquí que lleva años negándose a aceptar mi ayuda. Krest cedió una semana después, al cabezota de Zaphiri le tomó al menos un mes, Gateguard aceptó casi de inmediato y Lugonis estaba preparado para aceptar cualquier ayuda en cuanto llegó. Sage fue igual… ¿Qué? ¿te interesa?” asintió. “No puedo hablar de mis otros pacientes, pero ¿te gustaría aprender más?”

Sorpresivamente, sí, y mucho. Los trastornos de la mente no eran un tema muy conversado en su tiempo, así que nunca se había dado cuenta de lo interesantes que eran. O aún mejor, jamás se habría encontrado tan cómodo en esa oficina, conversando con Yugo mientras leía algunos de sus libros de psicología. Le gustaba mucho el de psicología criminal… había tantas maneras de atrapar a un malo partiendo de los perfiles que no podía evitar pensar en cómo sería hacer uno. Por desgracia, la diversión se acabó cuando sonaron las alarmas.

“Gracias por presentarte” dijo sarcásticamente Ilias, poniendo las manos en las caderas. Tenían una alarma en uno de los sitios más horripilantes de la Segunda Guerra Mundial y él llegaba tarde. “¿Qué diablos te entretuvo? Sé que tener a alguien con quien hablar de tus problemas es nuevo para ti, pero no tendrías que…”

“No, es que estaba pensando en… estudiar psicología… tal vez”

“¿De verdad?” inquirió el otro. Sabía que la defensoría permitía que sus trabajadores de otros tiempos buscaran carreras alternativas, pero ¿psicología? ¿Por qué le interesaba esa carrera precisamente a un ex rebelde como Avenir? “¿Acaso quieres tener una consulta como Yugo y hablar con la gente?”

“No, pero para hacer perfiles uno tiene que estudiar psicología primero” comentó, encendiendo la máquina. Ya quería empezar a aprender los misterios de la mente. Sólo esperaba que no fueran a un lugar demasiado espeluznante, eso sin duda acabaría con su buen humor.

-Unas semanas más tarde-

“Ya estoy mucho mejor, no te tienes que preocupar tanto por mí” dijo Hakurei, levantándose de la cama para caminar. A su costado Lugonis simplemente pasó una página de su grueso libro de medicina. Tenía un examen mañana, no tiempo para tontos. Si quería lastimarse de nuevo y pasar un mes más en la cama, allá él. “Vaya, realmente me abrumas con tus cuidados, amigo.”

“Es uno de mis muchos talentos” contestó el wiccano, concentrado en una representación del sistema vascular alrededor de los órganos digestivos. Ahora, normalmente trataría los males de ese tipo con hiervas medicinales, pero habían algunas cosas que no se podían solucionar de esa manera. Y sería un tonto de no saber cómo curar semejantes heridas. “Acuérdate de tomar tu valeriana antes de dormir o si no se te va a hacer muy difícil.”

“¿No puede ser alcohol?”

“Nada de alcohol” levantó la cara por un momento, fijándose en el otro. Había sido su primera vez en el quirófano sin supervisión y eso que aún no se había graduado de cirujano. “Si fuera tú me tomaría unos cuantos días libres más. Las heridas casi colapsaron tu pulmón, fracturaron dos costillas y provocaron una hemorragia interna. Fueron difíciles de arreglar.”

“Lugonis, ¿Por qué no dejas de preocuparte por mis heridas y te preocupas por tu virginidad?”

“Lo haría si aún la tuviera” contestó el otro, negando con la cabeza. “Tómate el extracto de jengibre, es mucho mejor que los analgésicos. Ahora ve a hacerte daño si quieres, sólo no vengas a mí llorando. No voy a volver a coserte si se te abren las heridas.”

“Tampoco planeo esto” dijo Hakurei, avanzando con dificultad por los pasillos. Todavía le dolía bastante el pecho, donde las balas le habían caído. Dios, cómo podía doler este tipo de lesiones. Se apoyó contra la pared, dejándose resbalar hasta el piso, sujetándose. Diablos, debió haber escuchado al inútil de Lugonis.

“¿Qué haces ahí?” preguntó Avenir, parándose delante de él. Para sorpresa del gemelo mayor, tenía libros en las manos. El español notó su mirada inquisitiva, bajando un poco su vista. “Ah, son para el examen de admisión. Me ha interesado cursar psicología…”

“¿Psicología? ¿Entre todas las carreras, psicología?” preguntó el alemán. Él, que había pasado mucho tiempo huyendo de ese tipo de cosas, no podía creer que alguien quisiera cursar esa carrera. “Supongo que habrás hablado con Yugo” el hombre asintió sin entender. “Sí, claro, debes haberlo disfrutado bastante hablar con alguien de tus sentimientos y todo lo demás. La gente con traumas…”

“Hablas como si no los tuvieras”

“Oh, claro que los tengo, sólo que pasé página” contestó él muy ufano. Tanto que casi creía que era verdad. “La mantuve firmemente cerrada por el bien de Sage cuando estaba pasando y he continuado siendo lo suficientemente fuerte como para seguir haciéndolo. Es lo que cualquier persona fuerte…”

“Quieres parar de una vez, por favor” Avenir le espetó, sumamente enojado. “Es obvio que no has superado nada.”

“¿Cómo puedes decir eso?” el menor se revolvió, tratando de pararse. Esa respuesta lo había ofendido, y mucho. “¿Te crees que por leer un par de libros de psicología ya eres un experto en salud mental? Yo sé mejor que nadie lo que…”

“Estuve velándote mientras dormías durante tu estadía en el hospital. Cada noche que podía, me sentaba a tu costado” la expresión de incredulidad de Hakurei no tenía precio. “Gritas mientras duermes, ¿lo sabes?” se acercó a él. “Igual que yo cuando sueño con el asesinato de mis padres. y el de mis amigos también.” se sentó a su costado. “Lo veo cada noche, como si lo tuviera grabado en mi cerebro con fuego… y grito. Grito porque sé que es mi culpa y me duele y…”

“No sabes nada” ahora que estaba inmovilizado y confrontado con alguien que había pasado por una experiencia similar en cierto punto a la suya, el gemelo mayor finalmente soltó lo que tenía dentro. Justo como lo había hecho en la misión con Himmler. “Tú no sabes lo que es el dolor. Nosotros sí… Sage y yo… cada día… por años… cuando esos hombres nos dijeron que nuestra familia se había ido por la chimenea… y ese sádico me inyectaba mientras él gritaba y pedía que pararan… pero jamás lo hizo… y dolía… dolía mucho…”

“Tienes razón, yo no conozco al dolor tan bien como tú, pero al menos puedo ayudarte a sobrellevarlo… y tú al mismo tiempo me ayudas a mí” contestó él, tomándolo de la mano. Hakurei se sonrojó. “Eso… si tú quieres.”

“Yo… quizás lo intente” dijo, poniendo una mano en su hombro. Necesitaría ayudar para volver a la enfermería o ir a su casa, pero por una vez, no le importaba pedirla. Sería un buen primer paso a aceptar la que le ofrecían los demás. Además, si seguía por el camino que tenía marcado, seguro caería en el alcoholismo o quién sabe qué más. “¿Puedes ayudarme a regresar?”

“Claro” se levantó, tendiéndole la mano. Anduvieron juntos en silencio durante algún rato, hasta que el español decidió retomar el tema. “Ve a la terapia. Piénsalo de esta manera, con lo que has vivido, tu PTSD no puede empeorar.”

“Sólo si tú vas conmigo” la cara de estupefacción del otro le hizo el día al gemelo mayor, que sonrió traviesamente. “He oído que la terapia grupal es sumamente… sanadora. Sobre todo, en casos desesperados.” Antes de que Avenir pudiera decir algo, Hakurei se asió de un dintel. “¡Perfecto! ¡Se lo comentaré a Yugo, seguro que le va a encantar la propuesta!”

“¿En qué me he metido?” se preguntó el otro, observando cómo se marchaba.

 

Notas finales:

He estado un tiempo ausente, pero ya estoy aquí. Espero que este capítulo de la defensoría del tiempo los haya divertido. Ahora voy a hacer un pequeño salto temporal, avanzar un poquito más las cosas para que puedan ver las cómo las cosas van evolucionando, sobre todo las relaciones. ¿U otras cosas? ¡Review!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).