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El Fantasma del Pasado (Cherik) por midhiel

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El Fantasma del Pasado

 

Este capítulo está dedicado con mucho cariño a @LJ1938.

 

Espero que te guste. :)

Capítulo Dos

 

-¿Piensas tú que yo la maté? – cuestionó Charles con tristeza. Comprendía lo destruido que podía sentirse Erik pero estaba repitiendo las palabras de ella sin cuestionarlas -. Me llamó asesino y, ¿piensas que la asesiné?

 

Erik se echó hacia atrás. Estaba furioso y desconsolado, había perdido el hogar que había construido con esfuerzo para los suyos, pero sintió que también estaba dañando a Charles y Charles valía mucho más para él que una comunidad que podía reconstruirse.

 

-No, jamás creería eso de ti – contestó, fue hasta una silla que se había salvado del infierno y se dejó caer en ella -. Es que todo ocurrió de repente – se quitó el casco, cayendo recién en la cuenta de que lo llevaba desde la noche anterior -. Se manifestó después de la medianoche como una fuente potente de energía. Se coló en nuestras mentes como solo tú puedes hacerlo. Me di cuenta y corrí al baúl para ponerme el casco y librarme de su ataque. Los demás no tuvieron mi suerte. Les ordenó que destruyeran Genosha de punta a punta. Nuestros hermanos tienen poderes y con sus mutaciones la hicieron trizas en cuestión de horas. Después de que se marchó, recién recuperaron la voluntad y se dieron cuenta de lo que había pasado – miró a su alrededor, recordando cada instante -. Fue devastador, Charles. Yo no podía hacer nada, no podía detenerlos aunque lo intenté. Cuando recuperaron la conciencia, corrí a socorrerlos. Todos estaban desesperados, atónitos, nadie podía creer lo que ella les había obligado a hacer.

 

-¿Cómo supiste su nombre? – interrogó Charles. Se le acercó y le masajeó el hombro. Erik lo miró al borde del llanto -. Erik, perdóname – suspiró y lo abrazó. Era poco lo que podía consolarlo -. Siento que esto es mi culpa.

 

-Dices que te atormentó en tu infancia – reflexionó Magneto, mientras se relajaba en sus brazos -. ¿Qué culpa podías tener siendo un niño? No, Charles, no quiero que te sigas culpando. Mientras los demás destruían siguiendo sus órdenes, ella se me manifestó. Era una mujer esbelta, de cabello lacio y largo, de tono albino. Sus ojos verdes eran fríos y tenía una palidez espectral. Su nombre resonó en mi cabeza porque se comunicaba conmigo mentalmente como lo haces tú. Dijo que te buscaba para cobrarse venganza de ti, Charles Xavier, su asesino.

 

Charles sintió que tenía ocho años otra vez. Recordó nítidamente aquella voz que lo torturaba especialmente cuando visitaba esa habitación. Ella lo llamaba asesino y lo culpaba de su muerte. Charles no podía entender. ¿Qué daño podía haber causado a su edad? Hasta donde tenía uso de razón, él no había lastimado y menos asesinado a nadie. Ahora que el pasado regresaba y atacaba a la persona que amaba, tenía que buscar respuestas.

 

Erik deshizo el abrazo.

 

-Esto no se quedará así, Charles – amenazó con determinación -. Nadie, vivo a fantasma, saldrá impune después de haber provocado la destrucción de Genosha. Voy a cobrarme venganza. ¿Ella busca vengarse de ti? Pues yo me vengaré antes de ella.

 

Charles trató de calmarlo.

 

-Erik, escucha. Estamos lidiando con alguien demasiado poderoso.

 

-¿Más poderoso que En Sabah Nur? – cuestionó Magneto sin darse por vencido.

 

-En Sabah Nur era un mutante poderoso, pero mutante al fin como nosotros, este es un ser misterioso, perteneciente a un mundo desconocido, que quiere destruirme a mí y lastimarme tocándote a ti.

 

-Voy a vengarme, Charles – exclamó Erik decidido  y se levantó. El metal que constituía su casa vibraba -. Me conoces y sabes que voy a hacerlo.

 

-Yo trato de protegerte como hizo mi padre conmigo y tú piensas en luchar – suspiró Charles, reconociendo lo diferentes que eran al momento de actuar los dos -. Al menos trataremos de ser precavidos.

 

Erik asintió. Se daba cuenta de que se estaban entendiendo.

 

-¿Qué sugieres?

 

-Primero, que viajes con tu gente a Westchester – Erik alzó una ceja -. No pueden quedarse aquí – trató de hacerlo razonar -. Esto está destruido y necesitan tiempo para levantarlo.

 

-¿Qué sugieres luego?

 

-¿Vas a venir conmigo? – quiso saber Charles. Magneto lo pensó y finalmente asintió otra vez. Al hacerlo, la vibración metálica se apagó -. Al menos ven tú, Erik. No solo quiero tenerte cerca para sentirme tranquilo sino que puedes ayudarme. Pienso que lo más conveniente es buscar a mi padre y que me revele el secreto que me guardó. Solo conociéndolo podríamos actuar.

 

-Cassandra Nova. ¿No te suena de algún lado?

 

-Solo la relaciono con el personaje de la mitología griega.

 

Erik recién recordó de dónde le sonaba familiar.

 

-Una de las hijas de Príamo y Hécuba. Cuando Troya fue destruida, la llevó Agamenón como trofeo a su patria – Erik suspiró fascinado -. ¡Tenía el donde la clarividencia! Podía ver el futuro. ¿Crees que esta Cassandra tenga ese poder?

 

Charles meditó. Él también estaba recordando la historia.

 

-El poder de Cassandra era su maldición también. Porque ella podía leer el futuro pero nadie le creía – lo miró asombrado -. ¿Crees que esta Cassandra esté maldita por su propio poder?

 

-No lo sé.

 

Erik volteó hacia los muros de su casa. A lo lejos veía la humareda y algunos focos del incendio que su hijo con su velocidad, ayudaba a apagar. También a Jean levitando baldes de agua. Scott estaba sellando los nuevos muros con su poder, mientras que Hank y Raven cooperaban con los mutantes de la isla. Recién comprendió con esperanza que aunque esa entidad los hubiera atacado violentamente, si los mutantes se aliaban, podían vencerla entre todos.

 

-Viajaré contigo a Westchester – decidió y Charles se alivió -. Muchos de mis hermanos querrán permanecer aquí para reconstruir nuestra casa. Viajaremos a ver a tu padre y encontraremos la respuesta a su identidad para destruirla.

 

-Gracias, Erik. Partiremos enseguida.

 

……………….

 

Recién en el jet, Erik se relajó. No había dormido en toda la noche y la adrenalina lo había mantenido activo. Ahora que estaba sentado junto a la ventanilla, observó la isla que dejaban atrás entre el humo. Charles estaba frente a él y lo miraba sin hablar. No se metía en su mente por respeto y porque comprendía que Erik necesitaba un momento solo.

 

-Siete años nos llevó construir Genosha – suspiró Magneto, sabiendo que Charles estaba atento a él -. Hubo sangre, sudor y lágrimas de cada hermano. Ahora todo se reduce a humo y fuego. Todo está perdido por culpa de ella.

 

-No está perdido – contestó Charles con convicción. Erik volteó a mirarlo -. Genosha no son las estructuras metálicas y de adobe que erigieron entre todos, Erik, y lo sabes. Genosha es la utopía mutante que volviste realidad. Pienso que Cassandra lo hizo para que te sintieras así – Magneto alzó una ceja sin comprender -. Para que te desilusionaras y con ese dolor, cuando yo me disculpase, me echaras la culpa y discutiéramos. Afortunadamente somos los dos lo suficientemente maduros para no envolvernos en esa clase de rencillas.

 

Erik sonrió con bronca.

 

-¿Es tan ingenua que creyó que yo me enfadaría contigo? ¡Es a ella a quien quiero matar! – admitió furioso.

 

-Cálmate, por favor – pidió Charles -. Cassandra busca hacerme daño, no sé por qué exactamente y pensó que dañándote lo conseguiría. Sí, me lastimó. Verte así, saber que perdiste por el momento a Genosha, me lastima demasiado. Pero no consiguió separarme de ti, que es lo que buscaba.

 

Erik le extendió el brazo y se tomaron de la mano. Se las apretaron con fuerza.

 

-Cuando lleguemos a tu casa, quiero que nos preparemos para buscar a tu padre, Charles – reclamó -. Si creyó que atacándome a mí iba a separarme de ti, se equivocó. Lo único que consiguió fue tenerme de enemigo – hizo silencio recordando cómo había recibido a Charles -. Perdóname tú, Charles. Lo que dije del discurso que das y que a nadie le importa, eso fue cruel de mi parte, estaba furioso pero no debí decirlo. Además no es cierto.

 

Charles le acarició la mano con el pulgar.

 

-Como siempre te pido, debes aprender a controlarte.

 

-Charles, no voy a hacerlo con esa tal Cassandra.

 

-No estoy hablando de ella, Erik – dejó el telépata en claro -. Sabes a lo que me refiero.

 

Magneto volteó hacia la ventanilla sin responderle. Le disgustaba darse cuenta cuánta razón tenía Charles cuando le reprochaba su carácter.

 

Charles le soltó la mano, sonriendo, y se echó hacia atrás para dormitar un rato. Recordó la habitación del ala norte, ahora sellada, y se preguntó si en ella quizás estaría la respuesta. Después pensó que tal vez fuera conveniente buscar antes a su padre. No podían decidir nada hasta no conocer toda la verdad. Descubrir la identidad de Cassandra Nova era imperativo para ambos.

 

……………

 

Charles pidió a Hank que hiciera una parada en Washington para que él y Erik fueran a ver a su padre. No quería demorarse más. Los dos tomaron un taxi y bajaron frente a la fachada de uno de los edificios de departamentos más caros y elegantes de la ciudad en el barrio exclusivo de Kalorama. Charles conocía al conserje, que lo saludó cordialmente y llamó al señor Xavier para avisarle que su hijo subiría. Erik saludó al hombre, educado, y trasladó la silla de Charles para tomar el ascensor. Mientras subían los pisos, el telépata notó lo nervioso que Magneto estaba.

 

-Mi padre es un encanto, te caerá muy bien.

 

-¿Me leíste? – le sonrió Erik con picardía para tranquilizarse.

 

Charles rio.

 

-Estás tan alterado que te sentí sin proponérmelo – le apretó la mano -. Estoy seguro de que mi padre nos dará una respuesta para lidiar con esto.

 

En ese instante, las puertas se abrieron y Erik se dispuso a empujar la silla hacia afuera del ascensor. El departamento ocupaba todo el piso nueve y Brian ya los estaba esperando con la puerta abierta.

 

Charles saludó a su padre con un abrazo efusivo. Aunque se vieran pocas veces en el año, se mantenían constantemente en contacto a través del teléfono. Brian se alegró de reencontrarse con su hijo, pero notó en su semblante que algo lo estaba preocupando, luego alzó la vista hacia Erik. Tenía una leve corazonada sobre quién podía ser ese apuesto desconocido.

 

-Él es Erik Lehnsherr, de quien te hable tantas veces – lo presentó Charles.

 

El señor Xavier se acomodó las gafas.

 

-Claro, Magneto, por supuesto – le pasó la mano. Erik estaba tan nervioso que titubeó antes de estrecharla -. Charles me ha hablado maravillas de ti y te conozco del famoso discurso que diste aquí en Washington.

 

-Papá – suplicó Charles, sabiendo que a Erik le resultaría incómodo recordar el episodio de su discurso de la supremacía mutante ante un suegro sin poderes.

 

-No, está bien, Charles – intervino Magneto -. Es un placer, señor Xavier.

 

-Puedes llamarme Brian – y dio media vuelta para entrar -. Vengan, pasen. No te esperaba, Charles, y me temo que el refrigerador está casi vacío.

 

-En ese caso, antes de irnos, podría ir a algún supermercado para que quede surtido, señor, perdón, Brian – opinó Erik generosamente.

 

Charles le lanzó una mirada divertida.

 

“¿Acaso estás queriendo impresionar a mi padre?”

 

Erik rio.

 

-Me cae bien, Charles – dijo en voz baja -. Hasta me hace recordar al mío.

 

-Soy una persona divertida y Charles lo sabe – intervino Brian sonriente -. Pero siéntense los dos. Veré si me quedan cervezas frías.

 

-Papá, eres diabético – lo amonestó el telépata como si se tratara de un niño.

 

Brian hizo que no lo escuchaba y entró en la cocina.

 

Charles movió su silla junto a la mesa larga de roble, mientras Erik quedaba en suspenso admirando la decoración del espacio. Era un calco en los muebles y su distribución a cualquier sala de Westchester, y suponía que el mobiliario tenía que haberse traído de allí hasta Washington porque se trataba del mismo estilo sobrio y ecléctico.

 

Brian regresó a los pocos minutos con tres botellitas de cerveza alemana y tres portavasos. Charles le había contado en múltiples ocasiones la procedencia de Erik y quería que se sintiera como en su casa. Él y Magneto tomaron asiento, Erik junto a Charles y el señor Xavier enfrentado a ellos.

 

-Bien, hijo, ¿a qué debo esta visita inesperada? – inició Brian, abriendo su cerveza -. Ya me di cuenta de que algo te ocurre por tu mirada apagada.

 

Charles miró a su padre a los ojos. Eran grises y opacos, y resaltaban debajo de su cabello oscuro encanecido. Según se lo había contado de niño, Charles tenía los ojos y el cabello de su madre, aunque las facciones eran las de su progenitor.

 

-La entidad que me acosaba de niño regresó, papá – Brian dejó de beber y bajó la cabeza, angustiado. Erik se reclinó en la silla -. Tiene poderes telepáticos como yo y sigue furiosa. También me dio su nombre: Cassandra .  .  .

 

-Nova – terminó su padre, mientras pasaba el dedo alrededor del pico de la botella -. ¿Qué más hizo? ¿Cómo se manifestó?

 

-Vivo en una isla – comenzó Erik -. Genosha, una tierra de mutantes. Esa Cassandra se manifestó ayer y consiguió meterse en la cabeza de todos para ordenarles que destruyeran la aldea que habíamos construido por completo. Luego se me presentó corporalmente, me dio su nombre y me dijo que busca a Charles.

 

-¿Quién es ella, papá? – reclamó Charles.

 

Brian juntó aire. Después de tanto tiempo se veía en la situación de revelar al fin el secreto.

 

-Tú no fuiste el primero en la familia con poderes, hijo – comenzó con un largo suspiro -. Tu madre también podía contactarse con las mentes de los demás pero no controlarlas como tú, solo ver lo que los demás sentían, tampoco alcanzaba a leerles lo que pensaban.

 

Charles se mordió el labio. Esta era una noticia que no se esperaba, su madre, de la que solo sabía lo que su padre le contaba, había tenido un poder parecido al suyo. Ahora caía en la cuenta de por qué su progenitor no se había sorprendido con su mutación y había sabido ayudarlo.

 

Erik notó su turbación y le apretó la mano.

 

Brian bebió un sorbo corto.

 

-Sí, es increíble, muchas veces me entristecí al imaginar cuánto ella hubiera podido ayudarte.

 

-Eso no tiene importancia – contestó Charles con la voz trémula -. Tú supiste hacerlo.

 

El señor Xavier le sonrió agradecido.

 

-Esa empatía le permitió entrar en contacto contigo a los seis meses de gestación – continuó -. Allí fue cuando se dio cuenta de que había dos mentes en su vientre, no solo una – Charles pasó saliva y Erik le apretó más la mano -. También se dio cuenta de que una de ellas era maligna. Me lo contó asustada pero no era mucho lo que podíamos hacer con lo avanzado que estaba el embarazo y, además, jamás dañaríamos a ninguno de nuestros hijos. Sharon también percibió que la mente benigna, o sea, la tuya, se sentía asustada y amenazada con la otra y ella muchas veces trató de tranquilizarte asegurándote de que todo estaría bien. Pero tu temor crecía porque la mente maligna también aumentaba su poder. Finalmente, llegó un día en que esa mente perversa te atacó y tú, en un acto desesperado, con lo primitivas que eran tus emociones todavía, la atacaste usando todo tu poder. Eras demasiado poderoso aun estando en el vientre, hijo, y asesinaste al otro feto.

 

Charles se pasó la mano libre por la cara.

 

-Asesino – murmuró para sí -. Ella me llamaba asesino y tenía razón.

 

-¡No! – enfatizó Erik antes de que hablara Brian -. ¡Te defendiste! ¿Cómo puede acusarte de asesino si aún ni siquiera habías nacido, Charles?

 

Brian se levantó, abatido.

 

-No puedo seguir – gimió y se quitó las gafas -. Nunca quise contártelo porque esperaba esta reacción de ti, Charles. Sabía que te cargaría con una culpa innecesaria.

 

-Por favor – suplicó Erik -. Necesitamos que nos cuente toda la historia, necesitamos conocer a Cassandra para vencerla.

 

-No – sacudió el anciano la cabeza, alterado -. No, no pueden hacer eso. No pueden enfrentarse a su poder. ¡Es demasiado poderosa!

 

Charles suspiró para sosegarse.

 

-Erik tiene razón, papá. Necesitamos saber.

 

Brian juntó valor y después de un rato, se colocó los lentes y regresó a la silla.

 

-Está bien, Charles, mereces saberlo. Tu contraataque fue demasiado potente y provocó el parto. No hubo tiempo de que Sharon llegara al hospital y dio a luz a una niña muerta allí mismo, en el lugar donde se encontraba cuando la enfrentaste, en la última habitación del ala norte de la casa.

 

-Por eso se manifiesta allí – murmuró Charles maravillado -. Su espíritu quedó retenido allí. ¿Qué hice? – suspiró y, con lágrimas en los ojos, miró a su padre y, luego, a Magneto -. Ahora lo entiendo, Erik. No solo asesiné a Cassandra. Me dijeron que mi madre había muerto por eclampsia y ahora resulta que una agresión mía involuntaria le provocó la muerte también a ella.

 

-¡Charles! – exclamó Brian.

 

-Charles, no pienses así – suplicó Erik acongojado.

 

-Trataste de protegerme de la verdad – se dirigió Charles a su padre llorando -. Me mentiste para protegerme porque si hubiera sabido esto antes no sé cómo habría seguido viviendo.

 

Erik se puso de pie para abrazarlo.

 

Brian lo miró con compasión.

 

-¿Por qué no me dejas que te siga contando y así descubres la verdad que no es tan cruda como tú piensas?

 

Entre lágrimas, Charles aceptó.

 

 

…………………

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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