Encuentro XXII:
Preámbulo
—¿Piensas volver a hablarme alguna vez en la vida? —inquiere Eren, resignado, a la chica que camina a su lado. Su pregunta, sin embargo, es devuelta por un sepulcral silencio de parte de Mikasa. Ella, sumida en un indignado enfado, ni siquiera se vuelve a mirarlo.
Dios, ¿por qué las mujeres deben ser tan complicadas?
La relación con su amiga, que llevaba ya unos días siendo bastante espinosa, se ha convertido oficialmente en un campo minado. Para Mikasa ha sido una total afrenta personal el enterarse de que Levi pasó de ser «un sueño imposible» a «un deseo cumplido», por lo que su malhumor acumulado explotó esa mañana en cuanto él reafirmó que pasaría su cumpleaños junto a este.
—No es necesario que me acompañes a casa —suelta ella de pronto, apurando más el paso—. Puedo cuidarme sola.
Eren sonríe con cierta ironía al oírla, porque aquello es verdad. Mikasa, a diferencia suya, es ágil, atlética y cuenta con un exhaustivo entrenamiento en defensa personal. Si uno de los dos tiene mayores riesgos de caer víctima de un asaltante y resultar herido, ciertamente es él. Levi, de seguro, encontraría eso muy divertido.
Aun así, Eren no quiere dejarla marchar enfadada con él. Aquella chica callada y taciturna ha sido como la hermana que nunca tuvo: su compañera, su confidente, su cómplice y, en más de una ocasión, su mayor molestia. Ellos tres, incluyendo a Armin, han estado juntos desde que eran unos niños, y es por eso que desea que ella acepte su relación con el otro hombre, alegrándose por su felicidad. Comprende que Mikasa está preocupada por él y su elección de pareja, pero necesita hacerle entender que ya no es un niño al que debe proteger del mundo y que cuando es el corazón quien escoge, no hay mucho más que hacer al respecto.
—Sé que puedes, pero a mí sí me da un poco de miedo no contar con tu protección —le dice con tranquilidad, y cuando baja la mirada para poder verle, un deje de sonrisa se vislumbra en los delgados labios de esta, aunque intenta ocultarlo.
—Te romperá el corazón —aduce ella pasado un momento. En la oscuridad de las primeras horas de la noche, su piel luce tan pálida como la luna sobre ellos y su negro y corto cabello se confunde con el firmamento—. Ese hombre es demasiado mayor para ti, Eren. No me gusta.
Y allí comienzan de nuevo, piensa resignado. Otra vez el mismo tema que parece reconcomer la tranquilidad de su amiga e inflamar su ira. No importa lo mucho que Armin o Historia hayan intentado hacerla entrar en razón, Mikasa insiste e insiste en que Levi es una mala elección para él, mientras que Eren alega que no, porque está convencido de que ese hombre es su persona destinada.
Todavía así, no puede negar que él mismo ha sentido cierto temor por aquello en un par de ocasiones. Sabe que la diferencia de edad entre ambos es significativa y que, de momento, la desventaja es suya. Mientras Levi tiene ya un trabajo y una vida definida, Eren se tambalea entre sus estudios y un trabajo de medio tiempo, vislumbrando apenas un futuro incierto. Su amiga le dijo esa mañana que, para ella, él es alguien demasiado valioso para estar con un hombre tan viejo. Eren, por el contrario, cree que es el otro quien más se arriesga de los dos al permitirle entrar en su corazón, dejando que su tranquila vida se vea alborotada por su caótica presencia.
—Tal vez —reconoce finalmente, sorprendiéndose a sí mismo por su franqueza—. Sé que será difícil, pero todavía así deseo intentarlo. —Mikasa le mira angustiada, pero él sonríe con confianza—. Quiero a Levi lo suficiente para correr ese riesgo, aunque termine con el corazón hecho trizas. Sé que al final valdrá la pena.
Los oscuros ojos grises de esta lo miran con la profundidad del abismo. Mikasa nunca habla demasiado, ella es, de cierta forma, un poco como Levi: largos silencios y formas cortantes; pero, al igual que este, esconde un sinfín de emociones y sentimientos que Eren entiende a la perfección, porque la conoce de toda la vida. Quizá por eso, piensa, jamás le ha sido difícil comprender a ese complejo hombre, porque querer a Mikasa, entender a Mikasa, fue el preámbulo para lo que sería su futuro.
—Maldito hombre —masculla ella, molesta, pero no aparta sus ojos de él—. Sigo pensando que no te merece, Eren; pero… lo aceptaré si eso te hace feliz —le dice finalmente con resignación.
Él, sabiendo lo mucho que le ha costado dar ese pequeño paso, se acerca hasta ella y la besa en la mejilla, haciéndola sonrojar. Ese tipo de gestos no es común entre ellos, ni de niños ni de adultos, pero siempre es bueno que exista una excepción.
—Gracias —le dice y esta asiente, porque comprende que aquel agradecimiento no es solo por aceptar a Levi en su vida, sino por todo lo que le ha dado hasta ese momento. Por seguir a su lado a pesar de todo, aunque no lo merezca.
—Pero te lo advierto, Eren, si ese idiota te lastima aunque sea solo un poco, se lo haré pagar caro —le dice su amiga con determinación. Y, conociéndola como lo hace, está seguro de que cada una de sus palabras es un juramento—. No le permitiré jugar con tus sentimientos.
—Tranquila, no será necesario. Te lo prometo —responde mientras sonríe y tira de la mano de esta para que apure el paso.
Lo que no le dice a Mikasa es que sus dudas son infundadas. Quizá porque no conoce a Levi, porque nunca los ha visto juntos, ella todavía no comprende que todo lo que él ha vivido hasta ese momento, solo ha sido un preámbulo hasta conocer a ese hombre.
Que cada paso, cada error cometido, sirvió solo para ponerlo en el camino correcto. Finalmente ha llegado a su punto de partida.