Encuentro XXIV:
Imposible
Aunque Eren esperó desde un principio que ese día con Levi resultara en algo especial, un pequeño y secreto obsequio caprichoso que él mismo deseaba hacerse, jamás imaginó que este acabara por desarrollarse de esa manera.
La sorpresa que experimenta tras descubrir que el otro hombre no solo sabe acerca de su cumpleaños, sino que también se ha tomado el tiempo de preparar un pastel para él, lo emociona más de lo que se atreve a admitir. Sabe que Levi no es un gran amigo de la cocina, por lo que su repertorio de comidas es bastante básico. Que ese hombre de fría apariencia realizara ese esfuerzo solo para hacerlo feliz, ha sido un hermoso gesto; uno que le demuestra a Eren lo importante que es para Levi, tanto como este lo es para él.
Tendrá que agradecer a su prima aquella intromisión; por supuesto, después de regañarla por tomarse tantas libertades con su novio.
Sin embargo, no es hasta minutos después, cuando decide realizar en voz alta ese impulsivo deseo, que Eren no descubre la real importancia de lo que ha pedido. La respuesta de Levi, un poco ambigua pero lo suficientemente sincera para encender sus esperanzas, lo llena de ilusión y una dulce sensación interior, una que no tiene demasiado que ver con el pastel de chocolate que consume y sí mucho con el hombre que lo preparó para él.
Es por eso que mientras se dirigen al parque natural que planean visitar ese día, Eren se siente más feliz que en mucho tiempo. Tan ilusionado y ansioso como cuando era niño y su cumpleaños por fin llegaba.
Ese año, el tener a Levi a su lado, ha sido lejos el mejor regalo.
El recorrido por el parque es verdaderamente impresionante, y él se alegra al ver que su novio también parece divertirse en su compañía. La tensión y los miedos del principio de su relación han desaparecido; están aprendiendo a conocerse.
Unas cuantas horas después, de regreso a casa en el coche del otro, el hambre comienza a convertirse en un enemigo a tener en cuenta, por lo que acaban visitando un pequeño restaurante de aspecto sencillo y ambiente agradable a las afueras de la ciudad.
Más relajado que de costumbre, Levi decide contarle las aventuras de esa semana con Isabel, desde cómo esta irrumpió en su tienda para ponerlo al tanto de todo hasta el cómo lo obligó a entrar en una tienda de repostería para, posteriormente, darle órdenes cual si fuese un general durante los tres días siguientes.
Eren no puede evitar reírse, pero también se emociona un poco al oírlo. Que este deseara hacer algo por él cuando no lo ha hecho por nadie más en su vida, lo hace sentir especial.
El relato de su novio sobre el inesperado interés de su prima en Farlan luego de conocerlo, hace que solo pueda estar de acuerdo con Levi al vaticinar un romance en ciernes. Y, aunque sabe que debiera mostrarse más empático ante el evidente terror que este siente frente a la posibilidad de que ambos chicos acaben juntos, él no puede evitar alegrarse un poco por Isabel y desearle lo mejor. Ella, con toda su obstinación, siempre hizo todo lo posible porque su enamoramiento con Levi llegara a buen puerto.
El resto del día es completamente maravilloso, por lo que Eren no se arrepiente de haber tenido que negociar con su familia y amigos una nueva fecha para celebrar su fiesta, y, no por primera vez se pregunta al pensar en ello, si Levi se sentirá lo suficientemente preparado para asistir con él y conocer a sus personas importantes.
Mientras pasean por la playa, siente que este tira de su mano para llamar su atención. Levi lo mira muy serio, sus ojos grises de un color similar al del mar de fondo.
—¿Qué tontería es la que tienes que decirme en esta ocasión, mocoso? —le interroga arqueando una de sus delgadas cejas.
Repentinamente nervioso, Eren traga con dificultad y niega con un gesto, pero, tras pensárselo mejor, asiente e inspira profundo para darse valor.
—El próximo sábado mis padres y amigos celebrarán una pequeña fiesta en mi casa. No irá demasiada gente, solo quienes me son más cercanos —suelta a toda prisa, temblando un poco ante lo que está por venir, temeroso de recibir una negativa por respuesta—. Pensé que quizá, si tenías tiempo después del trabajo y te apetecía, podrías asistir también.
Eren es consciente del importante paso que darán si Levi acepta esa invitación y reconoce frente a las personas, que a él le importan, el que son una pareja. Será su manera de consolidarse aún más.
La vacilante duda que ve en ese par de ojos grises lo entristece en un primer momento, sin embargo, cuando Levi asiente de forma casi imperceptible, su corazón se salta unos cuantos latidos antes de retomar un ritmo desbocado que amenaza con hacerle perder la cordura.
—Tch, no sé qué voy a hacer contigo, mocoso de mierda —masculla este fingiendo un enfado que su rostro no muestra y que Eren comprende es su forma de ocultar los nervios y la vergüenza que siente.
Más animado y mucho más feliz, él solo sonríe.
—Quererme. Creo que es algo muy fácil —suelta, juguetón.
Levi chasquea nuevamente la lengua, pero una pequeña sonrisa se dibuja en sus labios ante sus tonterías. Mientras toman rumbo al coche para volver a casa, lo escucha decir en un susurro amortiguado:
—Ni siquiera dudes que lo hago, Eren. Joder, me es imposible no hacerlo.
Él no dice más, solo sonríe cohibido y atesora cada una de esas palabras como si fuesen un valiosísimo obsequio. Ese, piensa, es un hermoso imposible.
Ha sido un día maravilloso que ha estado lleno de sorpresas, el mejor cumpleaños de su vida. Levi está a su lado y finalmente le corresponde.
Con la playa de fondo y la ferviente certeza de que su deseo será cumplido, vuelven a besarse y se pierden en el tiempo.