Encuentro XXVI:
Egoísta
Esa semana ha resultado ser una verdadera tortura y ejercicio de autocontrol para Eren. Debido a la preparación de su fiesta, ha tenido que soportar a sus amigas revoloteando por su casa y a su madre cuchicheando con estas como si él no se diese cuenta de ello. Aunque Carla no le ha preguntado nada aún, Eren lleva días sospechando que su progenitora ya está al tanto de su relación con Levi, y que solo se ha contenido de interrogarlo por temor a que se arrepienta de invitarlo.
Sospecha que es confirmada en cuanto ella abre la puerta y saluda a su novio, del que él jamás le ha hablado, con toda naturalidad.
La sorpresa de Levi al verla es evidente. Sus ojos grises contemplan a esta casi como si fuese una alucinación, al tiempo que murmura un apenas audible «igualmente». Cuando su mirada plateada vuelve a buscarlo, confundido, Eren comprende que para este ha sido un verdadero descubrimiento notar el gran parecido físico que guarda con su madre.
—Levi, esta entrometida mujer que vez aquí, es Carla Jaeger, mi madre —dice al hombre que asiente en silencio—. Mamá, él es Levi Ackerman, mi novio.
Carla de inmediato le lanza una mirada de advertencia por su osadía al llamarla «entrometida», todo fuego ámbar brillando en ella; pero, cuando se vuelve a ver a Levi, sonríe radiante, totalmente encantada por tenerlo allí.
—Me alegra que hayas podido venir. Tenía muchas ganas de conocerte.
Antes de que alguno de los dos pueda decir algo más al respecto, un cuarteto de chicas hace acto de aparición tras su progenitora. Annie, Historia, Ymir y Mikasa observan a Levi como si fuese lo más interesante del mundo, aunque esta última parece más enfadada que curiosa. Aun así, Eren lo sujeta de la mano y finalmente entran, para realizar las temibles presentaciones restantes.
Cuando los primeros encuentros han llegado a su final, Eren comienza a sentirse un poco sofocado entre tanta gente. Llevan ya más de una hora allí, siendo atacados a preguntas sobre cómo se conocieron y comenzó su noviazgo. Si él ya se siente cansado de todo eso, no quiere ni imaginar cómo estará Levi, pero sorprendentemente su novio, tan parco y frío, tan poco dado a socializar con el resto, se ha mostrado bastante amable para ser él; no un cambio profundo para hacerlo irreconocible, pero sí el suficiente para saber que se está esforzando, por su felicidad. Es en ese momento en que Eren vuelve a enamorarse un poco más de Levi, si esto es posible.
Deseoso por tenerlo a su lado, decide ir en su busca, ignorando el comentario burlón de Annie sobre lo celoso que es, puya que él devuelve al mencionar cómo se comporta ella con Armin, quien llega justo en ese instante con un vaso de gaseosa para ambos, pero que Eren rechaza. Su padre, que en ese momento platica con Jean, Ymir e Historia, que están cogidas de la mano, le pregunta si ya quiere apagar las velas de la tarta, lo que él niega con un gesto.
No es hasta llegar donde Levi, que se encuentra arrinconado al otro lado de la sala gracias a Isabel que habla y habla, que Eren finalmente respira en paz. Este le lanza una implorante mirada de auxilio, de seguro tan agotado como él en medio de tanta gente. Ambos necesitan un momento para estar a solas y reponerse antes de continuar.
—Siento interrumpir, pero voy a robarme a mi novio —dice Eren a su prima, tomando a Levi de un brazo para sacarlo de allí.
Isabel, toda indignación pelirroja, lo sujeta a él para no dejarlos escapar.
—¡Eso es injusto, Eren! ¡Tú lo tienes siempre, ahora me toca a mí! —protesta ella, pero Eren, de un suave tirón, consigue que su prima lo suelte.
—Mala suerte, él es mío. Consíguete tu propio novio —responde divertido, ante lo que Isabel se enfurruña aún más.
—¡Eso es lo que estoy intentando, idiota malagradecido! —le grita ella, pero Levi y él ya están escapando hacia el solitario jardín, deseosos por disfrutar de un poco de privacidad.
Luego de llevar a este al único sitio que sabe no puede ser visto desde las ventanas de la casa, lo abraza con fuerza, dejando caer su cabeza sobre el cálido hombro del otro mientras su familiar aroma a limpio y cítricos lo consuela. Finalmente, se dice Eren, está en el sitio correcto.
—Gracias —murmura amortiguadamente contra su cuello—. Me siento muy feliz de que estés aquí.
Los labios de Levi contra su frente lo reconfortan, porque sabe que es su forma de decirle que no hay problema, que lo quiere lo suficiente para hacer aquello y más. Se siente tan feliz…
—¿Así que soy tuyo, mocoso? —le oye preguntar junto a su oído un par de minutos después.
Eren nota su rostro arder de la vergüenza, pero no se aparta. Solo levanta la cabeza para poder mirarle a los ojos mientras sus brazos siguen aferrados a su cintura.
—¡Claro que lo eres! No me gusta compartir —dice medio en broma, medio en serio, ante lo que el otro enarca una oscura ceja—. ¿Alguna queja al respecto?
Su corazón se acelera de forma desmedida mientras espera por una respuesta por parte de este, sin embargo, cuando lo ve sonreír de medio lado, todos sus miedos se esfuman con el viento.
—Mmm, nada mal. Me parece un buen trato, mientras sea mutuo, mocoso idiota. —Levi entierra una mano en sus cabellos, dejándolos hecho un desastre al jalar su cabeza hacia abajo para poder besarle. Sonriendo contra sus labios, le dice en tono de advertencia—: No lo olvides, Jaeger, se me da como la mierda compartir. Soy terriblemente egoísta.
—Pues me parece perfecto —responde Eren, y esa vez es él quien sonríe y le besa largamente, el tiempo suficiente para olvidar donde están y que corren el riesgo de ser descubiertos.
Ser egoísta de vez en cuando, no es tan malo después de todo.