Encuentro XL:
Descubrimientos
Aunque el saludo sale de sus labios sin problema, lo hace mostrando una seguridad que Eren para nada siente. Los segundos pasan uno tras otro mientras él sigue con la mano extendida en dirección al tío de Levi, quien, con la incredulidad pintada en el rostro, lo observa detenidamente.
Al final es el chasquido de la lengua de su novio el que parece destrabar el tiempo, ya que Kenny pestañea un par de veces antes de estrechar su mano, carraspeando sonoramente.
—Ya, vaya… lo mismo digo —masculla apenas, lanzando una escrutadora mirada de él a Levi que sigue a su lado, sosteniendo su mano—. No me habías contado que estabas saliendo con alguien nuevo —señala el hombre entre molesto y contrariado—. Pensé que seguías con ese tal Smith.
Y Eren inspira sonoramente.
—Oi, viejo, no jodas. Sabes que lo mío con Erwin término hace años.
—¿Y lo has cambiado por uno más joven? ¡Si este apenas es más que un crío!
—De hecho, tengo veintiuno. Y el que le pidió salir fui yo, señor —le aclara, solo para que no queden dudas. Kenny no obstante, lo mira como si hubiese perdido la cabeza.
—¿Y sabes que este enano de aquí te supera por mucho la edad, muchacho? Puede que se vea joven, pero ya tiene treintaicinco.
Eren se ríe de aquello, aunque por el ceño fruncido de Levi está claro que el comentario de su tío no le ha hecho ni pizca de gracia.
—Lo sé, y no me incomoda —responde con sinceridad—. Estamos bien así.
Kenny se quita el sombrero de ala ancha y lo deja colgado en el perchero cercano a la puerta, pasando luego una mano por su encanecido cabello oscuro.
—Joder, ¿es que ahora todos son maricas? ¿Es una maldita moda acaso? ¡A este paso nos vamos a extinguir! —protesta este mientras se dirige con toda confianza a la sala—. Demonios, necesito un trago. Con los años estas sorpresas ya no son lo mismo.
La pesarosa mirada que Levi comparte con él le deja claro lo muy, muy difícil que resultará esa visita. Lo realmente complicado que será ganarse la aprobación de Kenny Ackerman.
Una hora después, los tres se hayan en el comedor disfrutando la cena que Eren preparó horas antes con ayuda de Levi y a pesar de sus protestas y malhumor.
Kenny, aunque obviamente se siente algo incómodo ante el hecho de que la pareja de su sobrino es un hombre, no se muestra del todo desagradable. Habla con ellos y les cuenta lo que ha estado haciendo los últimos meses, y de tanto en tanto relata para él anécdotas completamente vergonzosas de cuando Levi era más joven, lo que hace que este se indigne muchísimo, sobre todo al ver lo ufano que se muestra el otro hombre al hacerlo reír con ellas.
Sin embargo, mientras comparte con ellos y tras observarlos detenidamente, Eren comprende que existe un patrón en su actuar. Por más que Levi proteste y se moleste, su enfado hacia su tío jamás llega ser del todo real; y por mucho que Kenny despotrique contra la homosexualidad en general y los gustos de su sobrino en particular, nunca hay verdadero rechazo en sus ojos.
Y es así como entiende que ambos se aprecian a pesar de todo, ya sea porque son familia o debido al lazo que los une. Y comprende también que, pese a sus puyas y malos modos, Kenny ha hecho ese viaje con el único propósito de cerciorarse de que Levi está bien y es feliz. Y para Eren, descubrir ese pequeño secreto, que este no está tan solo como siempre ha asegurado estar, le llena de inesperada alegría.
La tarde pasa más deprisa de lo esperado, y antes de darse cuenta ya son pasadas las diez y decide marcharse, pues está casi con sus últimos exámenes del semestre y debe repasar.
Levi le dice que lo acompañará fuera, por lo que se despide de Kenny dentro de casa. En esa oportunidad, el hombre acepta su mano sin renuencia y asiente cuando él le dice que le ha agradado conocerlo. Por supuesto, este no dice lo mismo, pero se lo queda mirando unos segundos con total atención, poniéndolo nervioso.
—Que desperdicio eres, muchacho. Podrías haber tenido una linda novia, pero has elegido a este —añade señalando con un despectivo gesto de barbilla a Levi que le enseña el dedo medio en respuesta.
—Bueno, pienso que eso habría sido difícil porque no me atraen las chicas. Además, creo que elegí bien.
Cuando sus ojos buscan a su novio, lo encuentran junto a la puerta tan impasible como siempre. No obstante, el ligero rubor que tiñe sus pálidas mejillas lo traiciona, y aunque es evidente que Kenny también se ha percatado de ello, por una vez no dice nada hiriente y prefiere obviarlo.
—Ya, ya, lo entiendo. Y aunque sigues sin gustarme del todo, reconozco que por lo menos eres mejor que Smith. Y cocinas bien —admite el otro hombre a regañadientes—. Nos vemos luego, Eren. Estoy seguro de que este jodido mocoso me restregará su homosexualidad por las narices hasta que me harte y me largue.
Dirigiéndose por el corredor al cuarto de invitados, Kenny refunfuña algo más sobre las relaciones antinatura y lo agotadores que le resultan los viajes largos ahora que ha ganado edad; sin embargo, no es hasta que están fuera de la casa que Levi parece volver a respirar, mirándolo arrepentido.
—Lo siento. Te dije que era un bastardo de primera.
Eren toma su mano y niega con un gesto.
—La verdad es que no. Me recuerda un poco a ti, ¿sabes?
Acortando la distancia que los separa, él se inclina y lo besa; acallando de ese modo las incipientes protestas de su novio.
Ya todo está bien.
Y aunque ese día pronosticaba ser uno terrible, resultó ser uno interesante, porque ha conocido un poquito más del hombre con el que ha decidido pasar el resto de su vida.