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Mascota por anonimo0219

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Sebastián estuvo todo el tiempo con Alois, quien había pedido permiso en casa para quedarse una semana, no planeaba separarse del azabache, hasta que Ciel desapareciera de su vida; además, el azulino no había aparecido en todo el día después de pelear con el mayor.

— Amor podemos ir a la habitación, quisiera estar a solas contigo — susurro al oído del azabache, quien supo la razón así que acepto, después de todo también estaba enojado con Ciel.

Al llegar a la habitación, empezó a besar a Alois con lujuria, el rubio emocionado abrazaba el cuello del azabache, intentando crear un mayor contacto, cerraron la puerta para tener más privacidad, sin sospechar que el azulino los había visto.

Ciel había salido de su habitación para buscar al azabache, pero no espero verlo en medio del pasillo comiéndose a besos con Alois, hasta encerrarse en la recamara, suspiro y decidió volver por donde venía; sin esperar, encontrarse con el señor Leónidas, que con cariño se le acercó, pero al ver su mirada perdida se preocupó.

— Ciel, ¿Que sucede? — se acercó para mirar mejor su rostro, notando la tristeza en él.

— No sucede nada — su voz salía entrecortada y una pequeña lágrima escapó bajando por su mejilla, no sabía porque se sentía así, su corazón se estrujaba como si un montón de agujas se enterraran en él, solo por recordar al azabache con Alois.

— Ciel, dime ¿Qué pasó?, no puedo verte así — la tristeza del menor le causó dolor, ese chico siempre era alegre cuando lo veía, pero ahora estaba lastimado.

— Tuve... Una pelea con Sebastián — el dolor de su mirada, le hizo saber que no solo era eso, pero decidió creerle.

— Ve y descansa Ciel, tomate el día libre, hablaremos mañana te parece — Ciel asintió y se marchó a su habitación, el azabache camino hacia la habitación de su hijo, pero se detuvo en la puerta al escuchar la voz de Alois.

— Di ahah, di ahaaahh, que me amas — gritaba el rubio, gimiendo desesperadamente.

— Te amo, ahah, Alois — el azabache no quiso escuchar más mentiras, ahora entendía porque Ciel se había puesto así, eran unos idiotas por no haberse dado cuenta de sus sentimientos, pero eso ya no importaba; ahora tenía una cena con uno de sus amigos, le sugeriría contratar a Ciel como mayordomo, se negaría a venderlo como mascota, ese chico era dueño de su vida, por lo que buscaría un buen sitio para él.

Al llegar al lugar, se sorprendió al encontrar a su amigo y a Vincent Phantomhive, la última persona con la que quisiera hablar después de que rechazo su propuesta de compromiso entre Sebastián y Sieglinde Phantomhive.

— Aleister, ¿Que hace el aquí? — no disimulo su molestia, pidiendo explicaciones a su rubio amigo de ojos violeta y piel blanca.

— Hoy quería celebrar nuestra amistad y ninguno podía faltar; además, Vincent quería hablar conmigo — lanzó una mirada al azulino, quien sonrió por lo bajo, era el momento de actuar.

— No te preocupes Leónidas, no voy a molestarte hoy, sucedió algo importante y por ello decidí salir con mi gran amigo — el azabache se sentó, igual ya estaba ahí, no perdía nada — Resulta hace unos días, mi esposa empezó a sentir la soledad, a causa de que no logramos tener más hijos y nuestra pequeña Sieg, nunca está en casa, se siente abrumada — Leónidas se sintió mal por Angelina, a pesar de todo, no merecían sufrir así.

— Lo siento Vincent, aunque me moleste tu presencia, no quiere decir que te odie — ante eso Vincent, se alegró y sonrió sinceramente.

— Saben, he decidió hallar una mascota para ella — todos quedaron sorprendidos, pensando que el peliazul sería capaz de compartir a su esposa con otro hombre — No es lo que creen, quiero un doncel que pueda brindar su compañía a mi amada esposa, como preparar galletas, tejer esas actividades que ella realizaría con un hijo — ante eso, Leónidas pensó que Ciel estaría bien en esa casa y decidió hablar.

— Sabes Vincent, yo adquirí una mascota para mí hijo, pero ya la lastimo lo suficiente, ya no quiero que esté con él y estoy buscando alguien para que la cuide, es un buen chico y no quiero que sea lastimado, su nombre es Ciel, si quieres puedo ofrecerte lo por la cantidad que pague por el — finalizó sin notar la sonrisa de victoria en la cara del azulino.

— En serio harías eso por mí, ayudarías mucho a mi esposa — la actuación del azulino era perfecta — Dime el valor y te daré el dinero de inmediato, así paso a tu casa y lo recojo — ante eso Leónidas accedió, el azulino le dijo a su mayordomo que preparara la cantidad solicitada y la acercara a la casa del azabache.

Luego Leónidas y Vincent fueron a la mansión Michaelis, en el camino se dieron cuenta que no eran tan malos y sus lazos se estrecharon, hablaron de negocios, de realizar la alianza que siempre quisieron hacer por medio de una boda; al ingresar a la mansión, Leónidas dejo a Vincent en su despacho, mientras iba por Ciel, al pasar por el cuarto de su hijo continuo escuchando los gemidos de Alois y Sebastián, le enojaba lo idiota que era su hijo, pero ya no había marcha atrás, al llegar a la habitación del azulino, lo encontró observando la ventana con tristeza.

— Ciel, empaca tus cosas, irás a un mejor lugar — ante lo dicho, el azulino se tensó, pero la cálida sonrisa del azabache le permitió confiar.

Después de empacar sus cosas, aquella foto que tenía de su hermano y el reloj que siempre llevaba con él, decidió seguir a Leónidas a su despacho, para llegar debía pasar por la habitación de Sebastián, donde lo escuchaba repetir cuanto amaba a su prometido, lastimándolo aún más, aunque aún ignoraba que el dolor era porque se había enamorado del azabache.

Al llegar a despacho, Ciel observó a un hombre muy parecido a su hermano mayor, se preguntó quién sería, decidió mirar a Leónidas para saber que sucedía.

— Ciel, él es el señor Phantomhive, tu nuevo amo, su esposa necesita a un doncel que la acompañe cuando se encuentra sola, por lo que decidí que sería mejor que fueras con el — el azulino asintió y decidió aceptar irse, no sin antes abrazar al señor de la casa con un profundo cariño, agradeciendo todo lo que hizo por él.

Vincent observó cada rasgo en su hijo, era tan parecido a él y a la vez tan diferente, quiso abrazarlo pero no podía o arruinaría todo, al salir de la mansión Michaelis noto la tristeza de su hijo, por alguna razón quiso entrar y preguntar qué había pasado, pero debía esperar a que estuviera a salvó en su hogar.

Sebastián termino en el condón que siempre usaba cuando estaba con Alois, ya que este se lo pedía, no quería quedar embarazado, aunque el azabache estaba satisfecho ya que se descargó en él; decidió bañarse solo, ya había pasado mucho tiempo con su prometido, era hora de tener tiempo para el mañana, hablaría con Ciel e intentaría estar con él, en otro tipo de relación.

Decidió acostarse dándole la espalda a Alois, quien lo abrazo con miedo a perderle; pero, el azabache no estaba interesado, a pesar de que el sexo estuvo bien, seguía sintiéndose incompleto.

Vincent llegó a casa junto a Ciel, al entrar fue recibido por su esposa e hija, quiénes corrieron a abrazar al menor, asustándole por sus acciones.

— Suéltenlo, yo sé que querían verlo desde hace tiempo, pero no es para tanto — decía el mayor abrazando también al azulino, mientras los otros lo veían con una gota cayendo de su frente.

— ¿Que sucede? — pregunto desorientado y los dueños de casa decidieron llevarlo a la sala de estar, para conversar, el primero en hablar fue el mayor.

— Ciel eres mi hijo — el menor no sabía que decir — Sé que no supiste de mí, pero yo no sabía de tu existencia hasta que Astre me encontró — el menor no sabía qué hacer — Desde hoy tendrás mi apellido y vivirás aquí, ella es Angelina mi esposa y tú hermana Sieglinde, espero nos llevemos bien de ahora en adelante — Ciel se quitó el parche, ya que no tenía por qué ocultarlo, mostrando sus ojos bicolor, observando a su nueva familia.

Al otro día, Astre fue a hablar con el señor Michaelis, solicitando su renuncia, debido a que ya había cumplido su objetivo de sacar a su hermano de ahí, afirmó que no logro un buen vínculo con Sebastián, explicando los sucesos del día anterior.

El mayor solo pudo aceptar y dejarlo ir, dentro de poco tendría que responder ante su hijo sobre la ausencia de Ciel en la casa, no tenía tiempo para nada más.

 

Notas finales:

Espero disfruten de esta parte y me disculpo por los errores de ortografía que pudieron encontrar.


Gracias


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